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Notas sobre la utilización de las encíclicas en el trabajo doctrinal

Nota sobre la utilización de las encíclicas
en el trabajo doctrinal
por
fRAN9ms GouSSEAU
Fundaci\363n Speiro

NOTA SOBRE LA UTILlZACION DE LAS ENCICLICAS
, EN EL TRABAJO DOCTRINAL
Desde que se publicó la encíclica Ecclesiaon suam, muchos
amigos nos han dicho que
desean estudiar este documento en las
células.
No es la primera vez que., . .se nos plantea este problema sobre
el estudio de las encíclicas.
Por ello, lo tratamos aquí, aunque
desde uu punto de vista puramente metodológico.
1.-Las encíclicas son "fuente" doctrinal.
a) No somos los que menos a:bogan para que se difundan
más las encídicás, y predicani~s con el ejemplo reeditándolas o ha­
ciéndolas reeditar, sobre todo, Quanta cura y el Syllabus, de
Pío IX; Libertas y Sapientiae christianae, de León XIII; Pascendi
y N otre chOJYge apostolit¡ue, de Pío X; Quas primas, de Pío XI ;
Mensaje sobre la democracia, · de Pío XII.
lJ.) Desde hace veinte años desarrollamos nuestro trabajo, y
nos parece que al referirnos constantemente y muy a menudo a
las enseñanzas pontificias, con las reacciones que por ello suscita­
mos, hemos_ demostrado suficientemente que siempre escuchamos
al Papa.
Tal como se precisa en "Para que El reine", en la Helección
de una fórmula de acción" (pág. 661), lo primero que hay que ha­
cer es aprender la doctrina tal· como es, es decir, como la Iglesia
1a profesa, la formula, la habla y la escribe. Y cuando decímos
"la Iglesia", no pensamos en ·tos comentarios más o menos bri­
llantes de determinados oradores o escritores en boga, clérigos o
laicos,
muy reputados de católicos: queremos designar a la única
y auténtica Iglesia docente: Pedro y los sucesores de los a.póstoles
en comunión con él.
Con ello queremos mostrar el valor que damos a la fuente de
esa doctrina, "la de la Iglesia, la de los.spapas", gracias a la cual
'Se puede avanzar, armado de ··citas, de seguras referencias ("Para
que E1 reine", "Notas para la acción", apéndice 2). El haber di­
fundido en nuestras células el opúsculo de dom Paul Nau, "Una
fuente doctrinal, las encíclicas", es una garantía suplementaria.
e) Por eso nos ·hemos alegrado de que se constituyese un gru-
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FRAN(OIS GOUSSEAU
po de estudiantes parisienses para estudiar todas las semanas to­
dos los' problemas del trabajo partiendo de la Mater et magistra,
y que esta misma encíclica haya servido de guía doctrinal áe cierto
grupo sindicalista deseoso de fundameotar sus proyectos.
d) Por eso, cuando apareció la encíclica Pacem in terris, diri­
gida a todos los hombres de buena voluntad, llamamos la atención
a nuestros amigos sobre
lo que podían hacer con ese motivo. Por
ejemplo, aprovechar el éxito del documento pontificio para ense­
ñar a ciertos espíritus curiosos y leales por lo menos los rudimen­
tos del Derecho natural.
e) Por eso, los animador~$ que participaron en las sesiónes
de uno de estos últimos años
no olvidarán las mañanas empleadas
en explicar y comentar dicha encíclica de
Juan XXIII, abarcando
el conjnnto de la misma y cada una de sus partes, incluso desde
el puuto de vista de la acción doctrinal.
2.-¿Son las encíclicas instrumentos para trahaj~r én grupo?
Sin embargo, para que dé fruto, el trabajo en célula está some­
tido a reglas
más rigurosas que el trabajo personal y plantea un
problema pedagógico al que
trata de responder nuestra opción_
Así, después de las fuentes, el catálogo del Club del Libro Cívica
da la lista de las obras que constituyen los instrumentos Illás pe­
dagógicos para trabajar en grupo.
a.) En efecto. una encíclica no es en sí un estudio de carácter
pedagógico.
Lo mismo que cualquier obra maestra de la literatura
clásica debe ser explicada por
un curso correspondiente, lo mismo
que
una meditada lectura de las Santas Escrituras no puede subs­
tituir a
wia buena formación religiosa, también las encíclicas ne­
cesitan ser explicadas. Por esto, la enseñanza metódica se realiza
mejor redactando un
curso, estableciendo una especie de "libro
del maestro", en el que "su composición, su redacéión, su progre­
sión, su plan general,
la alternancia de las materias más fáciles
con
las que exigen un mayor esfuerzo de atención y reflexión, de­
berían fer conformes con lo expresado" ("Para que El reine", pá­
gina 662).
Una encíclica como la Pacem. in terris, ¡x>r ejemplo, 1·epresen­
ta por sí sola una síntesis tan densa sobre los problemas de la
ciudad, que para que pueda ser perfectamente comprendida su­
pone conocidos ciertos principios que son aludidos aquí y allá.
La
misma frase introductoria: "La paz en la tierra, objeto del más
profundo deseo de la humanidad en todos los tiempos, no puede
fundamentarse ni cimentarse
más que en el respeto absoluto del
orden establecido por Dios", no adquiere todo su sentido si no se
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TRABAJO DOCTRINAL SOBRE LAS ENCICLICAS
refiere a la idea de un orden auténtico, tan poco comprendido por
nuestros contemporáneos.
La Ecclesiam suam es una meditación profunda sobre la Igle-­
·sia, su naturaleza, las condiciones de su renovación. Pero, en ge­
neral, no hace inútil nuestro trabajo, salvo, en ciertos aspectos,
cuando se refiere al diálogo.
Otras encíclicas -y éste es el caso más frecuente--tratan de
un capítulo particular de la doctrina social de la Iglesia, como,
por ejemplo, Arcanum,, de León XIII; Casti cownu/Jii, de Pío XI
--ambas sobre el matrimonio cristiano---. ¿ Cuál de ellas debe es­
tudiarse con preferencia? ¿ La más reciente? Pero, ¿ no supo­
nen ambas,
si bien tratando de resolver los problemas de la época
respectiva, una serie de verdades? Pero estas verdades son igno­
radas por la mayor .parte de las personas.
En cambio, un curso considerará el conjunto de los principios
doctrinales desarrollados parcialmente y desde distintos puntos de
vista en las _encíclicas. Una enseñanza sencilla, pero tan completa
como fuere .posible, permite entender justa y equilibradamente los
capítulos de la doctrina social católica. Confrontando
los documen­
tos papales entre sí, esta síntesis .permite discernir las "afirmacio­
nes doctrinales que tienen un valor absoluto" de "ciertos asertos
que se deben colocar nuevamente en el contexto histórico", si ha­
blamos como el jesuita de Soras.
b) Si se aísla una encíclica y se la estudia sin relacionarla
con otras, se corre el riesgo de no comprenderla e incluso de des­
viarse doctrinalmente.
Un papa nos ofrece un ejemplo de ese riesgo. En dos discur­
sos, uno a los miembros del Congreso de Estudios Sociales de la
Universidad de Friburgo,
de 3 de junio de 1950, y otro a la
Unión Cristiana
de Jefes de Empresa de Italia, de 31 de enero
de 1952,
Pío XII refutó las interpretaciones erróneas del pensa­
miento de Pío
XI expuesto en la Quadragesimo anno: "No po­
demos ignorar las alteraciones que se han hecho sufrir a las sabias
palabras de nuestro .predecesor
Pío XI, considerando todo un pro­
grama social de la Iglesia una nota totalmente accesoria respecto
de las modificaciones jurídicas que se podrían aportar a las re­
laciones entre
los trabajadores, sujetos del contrato de trabajo,
y
la otra parte contratante, y pasando, en cambio, más o menos
en silencio la parte principal de la encklica, que encierra en rea­
lidad
el programa del orden corporativo profesional de conjunto
de la economía ... " "En ese discurso del 3 de junio de 1950, tam­
bién
nos esforzábamos en dilucidar el pensamiento y la enseñan-
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FRAN(:OIS .§OUSSEAU
za de nuestro predecesor, para el .·qne nada estaba más .lejos que
el propugnar un camino que lleva a una responsabilidad anónima
y colectiva."
Estudiada, pues, aislada, la encÍdica Quadragesimo anno pue­
de esconder la idea maestra de la Iglesia en materia económica y
social:
"La idea del orden cor¡x>rativo profesional del conjunto
de la economía".
Por el contrario,, considerando en general las en­
cíclicas y los documentos romanos· que datan de hace cien años.
hasta hoy, se puede conocer bien la énseñanza constante del magis­
terio ordinario.
Un buen curso, dado "según una juiciosa presen­
tación del conjunto de la doctrin~, ~señalará todavía más clara­
mente las razones que unen las diversas partes de aquélla, hacien­
do comprender mejor la unidad del-plan divino y cómo todo se sos­
tiene, se encadena, se jerarquiza según esa perspectiva" ("Para
que El reine", pág, 666),
e) Nuestro trabajo no tiene por objeto llenar cabezas, sino
educar hombres que puedan actuar doctrinalmente para restaurar
el orden social cristiano. "Llamamos, pues, la atención sobre lo
necesario que es para. nuestros hijos el ser no solamente instrui­
dos en
la doctrina social, sino ser educados de una manera social ..•
La educación debe tender igualmente a enseñar el método que da
la aptitud para cumplir ese deber'-', dice Juan XXIII, en Ma,ter
et magistra.
El método que preconizamos favorece cierto estado de alma y
suscita las reacciones correspondientes en los hombres activo·s, de
modo que éstos adquieren la indispensable doctrina especulativa
para actuar.
El respetar excesivamente las formas cuando se estudian las
encíclicas resulta poco
útil para una, :voluntad dinámica. Los que
se aferran al texto literal corren
el. .. ~ligro de convertirse en aca­
démicos
y dilecttanti., en lugar de difundir la sustancia del mis­
mo ; comprenderán bien las encíclicaS hasta en sus menores de­
talles, pero esto no les servirá
pará 'fiada. Por el contrario, nues­
tras series doctrinales son verdaderas herramientas hechas para
trabajar en grupo, mediante las cuales es más fácil asimilar, dis­
cutir, difundir las ideas salvadoras, · ·
Para terminar, digamos que rid resulta pretencioso hacer re­
saltar que los manuales de trabajo de· nuestra "universidad de cam­
paña", abriendo el tesoro doctrinal de las encíclicas, han suscitado
en muchos
el deseo de conocerlas' mt!jor,_ de descubrir sus riquezas
y de sacar de ellas el mejor partido para cumplir los deberes cí-
vicos. ·
FRAN~ors GousBEAU.
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