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Número 281-282

Serie XXIX

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La verdad, los valores supremos y la opinión o el consenso de la mayoría

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LA VERDAD, WS VALORES SUPREMOS Y LA OPINION
O EL CONSENSO DE LA MAYORIA
Verdad y opinión de la mayoría.
«La verdad no puede tener como medida la opinión de la
"mayoria».
JuAN PABLO II: Discurso a los participan­
tes en el congreso internacional, organizado en
Roma para conmemorar el XX aniversario de la
publicación de la encíclica «Humanae vitae».
L'Osservatore [<.amano, edición semanal en len­
gua española, afio XX, núm. 16 (1.007), domin­
go 17 de abril de 1988.
El actual choque entre la visión de la vida en la que Dios es
aceptado como fuente última y auténtica de la verdad,
bondad y libertad y la visión del mundo cerrada a la tras­
cendencia.
«En la Europa de hoy está naciendo un choque cultural de
"graves consecuencias: es un choque entre dos visiones de la vida.
"La primera revelada en Cristo, en la que Dios es aceptado como
"fuente
última y auténtica de la verdad, bondad y libertad; la
"segunda, del mundo, cerrada a la trascendencia, en que todo se
"debe construir sobre los esfuerzos de la humanidad para darse
"a si misma un significado y una orientación mediente el cansen~
,, so social». ·
JUAN PABLO II: Alocución en el encuentro
ecuménico de la catedral de Nidaros, en Trond­
heim (Noruega), el 2 de julio de 1989. L'Osser­
vatore Rnmano, edición semanal en lengua es­
pañola, año XXI, núm. 26 (1.069), domingo 11
de junio de 1989.
Estructura social basada en el consenso de los ciudadanos
con respecto de los valores supremos.
«La vigencia simultánea y solidaria de valores como la paz,
"la libertad, la ¡usticia y la participací6n, son requisitos esencia­
"les para poder hablar de una auténtica sociedad democrática,
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"basada en el libre consenso de los ciudadanos. No será posi­
"ble, por tanto, hablar de verdadera libertad, y menos aún de
"democracia, donde no exista la partidpad6n real de todos los
"ciudadanos
en poder tomar las grandes dedsiones que afectan
"a
la vida y al futuro de la naci6n. En actitud de concordia y
"diálogo, hay que tratar de buscar las formas de partidpaci6n
"más conformes a la expresi6n de las aspiraciones prafundas de
"todos los dudadanos. El
orden y la paz son un empeño común
"y suponen el respeto efectivo de los derechos inalienables de la
"persona. La paz no es compaginable con una forma de orga­
"nizaci6n social en la que "solamente algunos individuos instau­
"ran, a su exclusivo p.rovecho, un j,rincipio de discriminación, se­
"gún el cual los derechos y la misma existencia de los otros vie­
"nen a depender del arbitrio de los más fuertes" (Mensa¡e para
"la Jornada mundial de la Paz, 1982).
»No puede perderse de vista, por
consiguiente, el impulso
"ético
hacia los valores absolutas, que no dependen del orden
"iurldico o del consenso ppular. Por ello, una verdadera demo­
u cracia no puede atentar en manera _ alguna contra los valores
"que
se manifiestan baio forma de derechos fundamentales, "es­
"pecialmente el derecho a la vida en todas las fases de la exis­
"tencia; los derechos de
la fami(ia, como comunidad básica o
'"célula de la sociedad'; la ;usticia en las relaciones laborales;
"los derechos concernientes a
la vida de la comunidad poUtica
"en cuenta tal, asl como los basados en la vocación trascendente
"del ser humano, empezando por el derecho a la libertad de pr "fesar y practicar el propio credo religioso" (Sollicitudo rei so­
"cialis, 32)».
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JUAN PABLO 11: Discurso a los «Constructo­
res de la Sociedad• en el Consejo Nacional de
Deportes, martes 17 de mayo, en Asunción. L'
Osservatore
Romano, edición semanal en len­
gua española, año XX, núm. 25 (1.016), domin­
go 19 de junio de 1988.
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