Índice de contenidos
Número 58
Serie VI
- Textos Pontificios
- Actas
-
Estudios
-
Fátima y el deber de estado
-
Diálogo con algunos autores del calificado como el «mejor libro» sobre la libertad religiosa
-
De la justicia social (II)
-
Claudel, Santo Tomás y Teilhard
-
Deber y condiciones de eficacia. [La acción] (VIII)
-
La autoridad en la familia y en la sociedad civil al servicio de nuestra salvación
-
Autores
1967
Claudel, Santo Tomás y Teilhard
. '
CLAUDEL, SANTO TOMAS Y TEJl,HAIID
por
LOtlis Jugnet
Los teilhardianos tienen cierto ,número de trazos comunes con
los comunistas.
E.so lo saben desde hace tiempo las personas algo
informadas. Se destaca menos que
el parecido se· mantiene in
cluso en ciertos detalles, tales como la anexión de las celebrida
des fallecidas. Es así-que en varias ocasiones, durante una dis
cusión, hemos oído dejar caer de una boca teilhardiana: "Teilhard reanuda 1a gran concepción cósmica del cristianismo, tan bien ilustrada en la Iglesia ortodoxa del Oriente, la escuela franciscana y la obra de Paul Claudel. .. ".
Tres inexactitudes en una sola fórmula es , verdaderamente
mucho. Es perfectamente falso que el "co.smismo" de tipo litúr
gico, y muy profundamente anclado en el Misterio, tal como el que ha nutrido a la Iglesia greco-rusa, tenga cualquier cosa que
ver con el monismo y el naturalismo de la gnosis teilhardiana
( convendrá que algún
cjía volvamos sobre esto). Es perfectamente
mixtificado aproximar al teilhardismo
una teología y una espi
ritualidad centradas
en la Cruz y en el sentido sobrenatural de
la Re.velación, el admirable _pensamiento franciscano ( el Scotismo
incluso y su teoría de la Encarnación
no tienen nada que ver con
el pensamiento de Teilhard a
pesar de ciertas aproximaciones en
gañosas). Nos queda Claudel. Sabemos que Claudel es uno de los escri
tores católicos
más conocidos, que poseía una cultura doctrinal
que se
ha echado de menos en otros (tales como el llorado
Bernanos, y, más manifiestamente aún, en Francois Mauriac) (1).
Es sabida su lectura cotidiana y apasionada de la Biblia. Su co
nocimiento muy real de los Padres de la Iglesia y de los auto
res místicos más seguros está también fuera. de duda, incluso
(1) Este declara con una especie de satisfacción (¿ por qué?}: "Yo no soy, gracias a Dios~ ni filósofo ni teólogo", lo que es de una evidencia aplastante. Pero nos distribuye a lo largo del afio sus opiniones religiosas. incluyendo filosofía y teología, como es sabido, las únicas disciplinas de las que se puede hablar sin haberlas conocido.
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Fundaci\363n Speiro
LOUJS JUGNET
cuando su exégesis :produce una molesta excitación. Lo que es
menos sabido es el interés ,profundo y el trabajo metódico que
dedicó al estudio del tomismo, e, incluso, del aristotelismo "La.
metafísica de AristéiMes me había clarificado e/ espíritu y me
había iintroducido, en los dommios d,, la; verdadera razánl' (" Ma
conversion"). Escribió a Jacques Riviere: "A Sto. Tomás de
béis leerlo cumldo podáis. Pero "º ráp-idamfflte. Esto os ocupará
varíos coños." Y esto: "La verda4 es que las fax:ultades intelectua
les
no pueden ejercitarse sin método y siin un espiri,tu profunda
miente sincero y serio. Considerc¡d
la inji,nidad de precauciones que
tomaw los astrónomos para precisar la ezactitud de sus inistrumen
tos. La Esco,/á,stica, en otras tiempos, sobre /os principios de Aris
tóteles había con'Struido a este respecto una admirable y paciente
disciplina.
Desde que e/la ha desaparee-ido, hemos cafdo, en la no
vela y en
un caas de aji,rmac;ones ligeras y p1etulantes, enPre las
cuales nio es de extrañar que un Joven se encuenitre en seguida
aturdido."
Esta admiración por el método escolástico, tan desacreditado
por otra parte, tiene como reverso una gran severidad hacia Des
cartes, ídolo de los tiern¡pos modernos (Cfr. en Contacts et cir
consta">ll:es el ensayo intitulado: Le discours de' la méthode).
Y estas ¡,alabras en una carta a Arthur Fontaine: "Son los pro
fundos
pmsadores de k, Eda4 Media qwienes podrían tener lás
tima de ""'estros ensueños Se1'tfmentales y ffllUtüados, nuestras
nio'lJe'las mediocres y audaces cuma 'la,s de Bergson, nuestras tem-ías
absurdas y conW-adictorias en. sus términos como· el darrwinMmo.''
Todo esto no está dicho a la liger-a, sino bie;, sopesado. En
su prefacio a un libro d'Ernest Friches, Claude¡ precisa: "Cuan
do
yo m.-, aplica/Ji, en la lectura (de Santo, Tomós) en 1895, luego
de mi pa..tidOJ para China yo hallaba el interés del desciframiento,
de UJta ezplaración de un pañs virg"' aprendó el lenr,uaje esco
lástico como se aprende e! inglés, por el uso, y al cabo de cien pá
ginas podia segwir este p,enisanvienlo, por otra parte, mara/1/Íl/osa
mente Umpi4o ... ; también he leído y anotado las dJos Sumas (es
decir, la
Suma teológlca y la Cont,ra Gen,tiles), ctmCluyendo mi
lectura u:rlles de .,,,; regreso a Francia (cuatro años después) (2),
esto fue un mOJrawilloso alimento y un maravilloso entrenam,,,.to
para
m; espíritu, n,o solamente desde el punto de msta filosófico,
sino
desde el punto de vista, -a,rtís/Ñ:a ... Nada me podía ser más
útil que los tres prmcipios que Sto. Tomás me habia enseñado a
(2) " ... Y agarrándome a .un libro inagotable, prosegwí el estudio del
ser ... " ("Connaissance de l'Est").
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Fundaci\363n Speiro
CLAUDEL, SANTO TOMAS Y TEILHARD
aplicar a todo: definir, distinguir, deducir ... Tenéis, pues, perfecta razów eni llamarme un poeta tomista, p,,,,s los prmcípios to
mistas estámJ mezclados a cada w,o· de los m,n,i,m.entos de mi vida artística.
La cosa, por otra parte, no ha escapado a los poetas y a los críticos más avisados: "La esc'oUÍstica es su método" ha escrito Saint-John Perse, y Starobinski: "El· barroco tlaudelinno, tan salvaje y ta:n, tibre-en sus ímpetus, ha/J,a en el tomm,,,o el contrapeso de! que él no plXiría prescindir" (N. R. F. del 1 de septiem
bre de 1955).
¿ Cómo, pues, podría Claudel sentirse· próximo a Tellhard que tan alegremente ha desconocido y menospreciado al tomismo? Podríamos detenernos aquí, lo cual ya sería suficiente. Pero tenemos
todavía otros textos, tales como
aquel que concierne directamente a Bergson {3), pero aplicable todavía mejor a Tei!hard, puesto
que Bergson "genuit" a
.Eduard Le Roy, inspirador fundamental
de Teilhard
de Chardin a quien le prestó incluso una parte de
su vocabulario tan particular:
"yo estaba en China c,wndo compuse "J'Art poét>que", totalmente ignomnte de las teorías de Bergson, luego he leído "f Evolution, Creatrk:e'', y he encontrado, en
efecto, ideas que se apmri»w.n a las mws en algunos puwtos. Pero, en lo esencial, d;ferimos absolutamente, y sob
abstractos y atribuirles u,n poder cualquiera. 2) SoY' absolutamen
te extraño m la idea de devenir (üimitado J en la Naturaleza, cre-0 que las formas tie>nen1 una importancia típica, sagrada, inalterable, inagotable ... lógicamente la idea de un devenir (total), es deór, de u., ser que debe saltar fwera de su forma, me parece un verdadero nomtuo, Y' el último vrad-0 de to, absurdo. Hace falta la ae-cooenicia intelectual del siglo XIX para habe>r acep·tado una ineptitud tal ... ". (Lettre a Piero Jahier, N. R. F. núm. cit.) El contraste es tan manifiesto que algunos teilhardianos consienten en constatarlo: "Cláudel era inmobilista·", lamentaba el Pa~
(3) No tenemos la intención de examinar los defectos y los méritos
(reales o supuestos)
llorado Padre de TONQUtDEc (Swr la philosophie bergsonnienne, Beauches
ne), y en la notable obra, desgraciadamente agotada, de PENIDo (Dieu drms le Bergsonisme-, Desclée-Debrouiwer).
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Fundaci\363n Speiro
LOUIS JUGNET
dre Troisfontaines en los coloquios de Vézelay (se,ptiembre de
1960) yJ. Madaule, que eonoce bien a Claude! y que es un teilhar
diano pertinaz, admitía, sin ambages, que había entr~ estos dos
.autores un fervor. "cósmico" pero qµe .hay también (y sobre todo)
"una total diferencia de orientación": "C/iNde'l nio veía ( sic) el
problema de la Evolución ... ; pwa Clan,del, la creación se difunde
q. .partir de ui, aclo único, ... ; para Teilhard asciende hacia lo que
él
llama et punto Omega." No podría decirse mejor. Pero hay
todavía otra cosa más :
Mientras el teilhardismo es la esperanza suprema y el pensa
miento supremo del interconfesionalismo mundialista, y, para nos
otros, el mismo dogma del neomodernismo, la ortodoxia de Qau
del es tan combativa que se la juzga como un estorbo, y hoY im
pulsa a ciertos críticos católicos a colocarla ante las astas -del
toro: "El verdadero universo claudeliano "" es la comun;dad cris
tiam unáninul m e/ asentamümto, la esperanza de Saint Loui<, de
Ruteboeuf, de Pierre de Craoi, ... , es /,a cristiandad c,mqwistadora y
amenazada, desgarrada y combatiente, en disputas con el EspíriPu
del Renacim.itmto y del Renacimiento y de la Reforma ... , ·le hace
falta un mundo-tumwltuoso·, retumbante, de herejes en arnias~ de
rebeliones niietzschianas, de complots, dond,. él lanzará su Cristo
de las
tempestades" (Th. Maulnier, "Preuves" d'avril 1955).
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CLAUDEL, SANTO TOMAS Y TEJl,HAIID
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LOtlis Jugnet
Los teilhardianos tienen cierto ,número de trazos comunes con
los comunistas.
E.so lo saben desde hace tiempo las personas algo
informadas. Se destaca menos que
el parecido se· mantiene in
cluso en ciertos detalles, tales como la anexión de las celebrida
des fallecidas. Es así-que en varias ocasiones, durante una dis
cusión, hemos oído dejar caer de una boca teilhardiana: "Teilhard reanuda 1a gran concepción cósmica del cristianismo, tan bien ilustrada en la Iglesia ortodoxa del Oriente, la escuela franciscana y la obra de Paul Claudel. .. ".
Tres inexactitudes en una sola fórmula es , verdaderamente
mucho. Es perfectamente falso que el "co.smismo" de tipo litúr
gico, y muy profundamente anclado en el Misterio, tal como el que ha nutrido a la Iglesia greco-rusa, tenga cualquier cosa que
ver con el monismo y el naturalismo de la gnosis teilhardiana
( convendrá que algún
cjía volvamos sobre esto). Es perfectamente
mixtificado aproximar al teilhardismo
una teología y una espi
ritualidad centradas
en la Cruz y en el sentido sobrenatural de
la Re.velación, el admirable _pensamiento franciscano ( el Scotismo
incluso y su teoría de la Encarnación
no tienen nada que ver con
el pensamiento de Teilhard a
pesar de ciertas aproximaciones en
gañosas). Nos queda Claudel. Sabemos que Claudel es uno de los escri
tores católicos
más conocidos, que poseía una cultura doctrinal
que se
ha echado de menos en otros (tales como el llorado
Bernanos, y, más manifiestamente aún, en Francois Mauriac) (1).
Es sabida su lectura cotidiana y apasionada de la Biblia. Su co
nocimiento muy real de los Padres de la Iglesia y de los auto
res místicos más seguros está también fuera. de duda, incluso
(1) Este declara con una especie de satisfacción (¿ por qué?}: "Yo no soy, gracias a Dios~ ni filósofo ni teólogo", lo que es de una evidencia aplastante. Pero nos distribuye a lo largo del afio sus opiniones religiosas. incluyendo filosofía y teología, como es sabido, las únicas disciplinas de las que se puede hablar sin haberlas conocido.
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Fundaci\363n Speiro
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cuando su exégesis :produce una molesta excitación. Lo que es
menos sabido es el interés ,profundo y el trabajo metódico que
dedicó al estudio del tomismo, e, incluso, del aristotelismo "La.
metafísica de AristéiMes me había clarificado e/ espíritu y me
había iintroducido, en los dommios d,, la; verdadera razánl' (" Ma
conversion"). Escribió a Jacques Riviere: "A Sto. Tomás de
béis leerlo cumldo podáis. Pero "º ráp-idamfflte. Esto os ocupará
varíos coños." Y esto: "La verda4 es que las fax:ultades intelectua
les
no pueden ejercitarse sin método y siin un espiri,tu profunda
miente sincero y serio. Considerc¡d
la inji,nidad de precauciones que
tomaw los astrónomos para precisar la ezactitud de sus inistrumen
tos. La Esco,/á,stica, en otras tiempos, sobre /os principios de Aris
tóteles había con'Struido a este respecto una admirable y paciente
disciplina.
Desde que e/la ha desaparee-ido, hemos cafdo, en la no
vela y en
un caas de aji,rmac;ones ligeras y p1etulantes, enPre las
cuales nio es de extrañar que un Joven se encuenitre en seguida
aturdido."
Esta admiración por el método escolástico, tan desacreditado
por otra parte, tiene como reverso una gran severidad hacia Des
cartes, ídolo de los tiern¡pos modernos (Cfr. en Contacts et cir
consta">ll:es el ensayo intitulado: Le discours de' la méthode).
Y estas ¡,alabras en una carta a Arthur Fontaine: "Son los pro
fundos
pmsadores de k, Eda4 Media qwienes podrían tener lás
tima de ""'estros ensueños Se1'tfmentales y ffllUtüados, nuestras
nio'lJe'las mediocres y audaces cuma 'la,s de Bergson, nuestras tem-ías
absurdas y conW-adictorias en. sus términos como· el darrwinMmo.''
Todo esto no está dicho a la liger-a, sino bie;, sopesado. En
su prefacio a un libro d'Ernest Friches, Claude¡ precisa: "Cuan
do
yo m.-, aplica/Ji, en la lectura (de Santo, Tomós) en 1895, luego
de mi pa..tidOJ para China yo hallaba el interés del desciframiento,
de UJta ezplaración de un pañs virg"' aprendó el lenr,uaje esco
lástico como se aprende e! inglés, por el uso, y al cabo de cien pá
ginas podia segwir este p,enisanvienlo, por otra parte, mara/1/Íl/osa
mente Umpi4o ... ; también he leído y anotado las dJos Sumas (es
decir, la
Suma teológlca y la Cont,ra Gen,tiles), ctmCluyendo mi
lectura u:rlles de .,,,; regreso a Francia (cuatro años después) (2),
esto fue un mOJrawilloso alimento y un maravilloso entrenam,,,.to
para
m; espíritu, n,o solamente desde el punto de msta filosófico,
sino
desde el punto de vista, -a,rtís/Ñ:a ... Nada me podía ser más
útil que los tres prmcipios que Sto. Tomás me habia enseñado a
(2) " ... Y agarrándome a .un libro inagotable, prosegwí el estudio del
ser ... " ("Connaissance de l'Est").
574
Fundaci\363n Speiro
CLAUDEL, SANTO TOMAS Y TEILHARD
aplicar a todo: definir, distinguir, deducir ... Tenéis, pues, perfecta razów eni llamarme un poeta tomista, p,,,,s los prmcípios to
mistas estámJ mezclados a cada w,o· de los m,n,i,m.entos de mi vida artística.
La cosa, por otra parte, no ha escapado a los poetas y a los críticos más avisados: "La esc'oUÍstica es su método" ha escrito Saint-John Perse, y Starobinski: "El· barroco tlaudelinno, tan salvaje y ta:n, tibre-en sus ímpetus, ha/J,a en el tomm,,,o el contrapeso de! que él no plXiría prescindir" (N. R. F. del 1 de septiem
bre de 1955).
¿ Cómo, pues, podría Claudel sentirse· próximo a Tellhard que tan alegremente ha desconocido y menospreciado al tomismo? Podríamos detenernos aquí, lo cual ya sería suficiente. Pero tenemos
todavía otros textos, tales como
aquel que concierne directamente a Bergson {3), pero aplicable todavía mejor a Tei!hard, puesto
que Bergson "genuit" a
.Eduard Le Roy, inspirador fundamental
de Teilhard
de Chardin a quien le prestó incluso una parte de
su vocabulario tan particular:
"yo estaba en China c,wndo compuse "J'Art poét>que", totalmente ignomnte de las teorías de Bergson, luego he leído "f Evolution, Creatrk:e'', y he encontrado, en
efecto, ideas que se apmri»w.n a las mws en algunos puwtos. Pero, en lo esencial, d;ferimos absolutamente, y sob
te extraño m la idea de devenir (üimitado J en la Naturaleza, cre-0 que las formas tie>nen1 una importancia típica, sagrada, inalterable, inagotable ... lógicamente la idea de un devenir (total), es deór, de u., ser que debe saltar fwera de su forma, me parece un verdadero nomtuo, Y' el último vrad-0 de to, absurdo. Hace falta la ae-cooenicia intelectual del siglo XIX para habe>r acep·tado una ineptitud tal ... ". (Lettre a Piero Jahier, N. R. F. núm. cit.) El contraste es tan manifiesto que algunos teilhardianos consienten en constatarlo: "Cláudel era inmobilista·", lamentaba el Pa~
(3) No tenemos la intención de examinar los defectos y los méritos
(reales o supuestos)
ne), y en la notable obra, desgraciadamente agotada, de PENIDo (Dieu drms le Bergsonisme-, Desclée-Debrouiwer).
575
Fundaci\363n Speiro
LOUIS JUGNET
dre Troisfontaines en los coloquios de Vézelay (se,ptiembre de
1960) yJ. Madaule, que eonoce bien a Claude! y que es un teilhar
diano pertinaz, admitía, sin ambages, que había entr~ estos dos
.autores un fervor. "cósmico" pero qµe .hay también (y sobre todo)
"una total diferencia de orientación": "C/iNde'l nio veía ( sic) el
problema de la Evolución ... ; pwa Clan,del, la creación se difunde
q. .partir de ui, aclo único, ... ; para Teilhard asciende hacia lo que
él
llama et punto Omega." No podría decirse mejor. Pero hay
todavía otra cosa más :
Mientras el teilhardismo es la esperanza suprema y el pensa
miento supremo del interconfesionalismo mundialista, y, para nos
otros, el mismo dogma del neomodernismo, la ortodoxia de Qau
del es tan combativa que se la juzga como un estorbo, y hoY im
pulsa a ciertos críticos católicos a colocarla ante las astas -del
toro: "El verdadero universo claudeliano "" es la comun;dad cris
tiam unáninul m e/ asentamümto, la esperanza de Saint Loui<, de
Ruteboeuf, de Pierre de Craoi, ... , es /,a cristiandad c,mqwistadora y
amenazada, desgarrada y combatiente, en disputas con el EspíriPu
del Renacim.itmto y del Renacimiento y de la Reforma ... , ·le hace
falta un mundo-tumwltuoso·, retumbante, de herejes en arnias~ de
rebeliones niietzschianas, de complots, dond,. él lanzará su Cristo
de las
tempestades" (Th. Maulnier, "Preuves" d'avril 1955).
576
Fundaci\363n Speiro