Volver
  • Índice

Claudel, Santo Tomás y Teilhard

. '
CLAUDEL, SANTO TOMAS Y TEJl,HAIID
por
LOtlis Jugnet
Los teilhardianos tienen cierto ,número de trazos comunes con
los comunistas.
E.so lo saben desde hace tiempo las personas algo
informadas. Se destaca menos que
el parecido se· mantiene in­
cluso en ciertos detalles, tales como la anexión de las celebrida­
des fallecidas. Es así-que en varias ocasiones, durante una dis­
cusión, hemos oído dejar caer de una boca teilhardiana: "Teilhard reanuda 1a gran concepción cósmica del cristianismo, tan bien ilustrada en la Iglesia ortodoxa del Oriente, la escuela francis­cana y la obra de Paul Claudel. .. ".
Tres inexactitudes en una sola fórmula es , verdaderamente
mucho. Es perfectamente falso que el "co.smismo" de tipo litúr­
gico, y muy profundamente anclado en el Misterio, tal como el que ha nutrido a la Iglesia greco-rusa, tenga cualquier cosa que
ver con el monismo y el naturalismo de la gnosis teilhardiana
( convendrá que algún
cjía volvamos sobre esto). Es perfectamente
mixtificado aproximar al teilhardismo
una teología y una espi­
ritualidad centradas
en la Cruz y en el sentido sobrenatural de
la Re.velación, el admirable _pensamiento franciscano ( el Scotismo
incluso y su teoría de la Encarnación
no tienen nada que ver con
el pensamiento de Teilhard a
pesar de ciertas aproximaciones en­
gañosas). Nos queda Claudel. Sabemos que Claudel es uno de los escri­
tores católicos
más conocidos, que poseía una cultura doctrinal
que se
ha echado de menos en otros (tales como el llorado
Bernanos, y, más manifiestamente aún, en Francois Mauriac) (1).
Es sabida su lectura cotidiana y apasionada de la Biblia. Su co­
nocimiento muy real de los Padres de la Iglesia y de los auto­
res místicos más seguros está también fuera. de duda, incluso
(1) Este declara con una especie de satisfacción (¿ por qué?}: "Yo no soy, gracias a Dios~ ni filósofo ni teólogo", lo que es de una evidencia aplastante. Pero nos distribuye a lo largo del afio sus opiniones religiosas. incluyendo filosofía y teología, como es sabido, las únicas disciplinas de las que se puede hablar sin haberlas conocido.
573

Fundaci\363n Speiro

LOUJS JUGNET
cuando su exégesis :produce una molesta excitación. Lo que es
menos sabido es el interés ,profundo y el trabajo metódico que
dedicó al estudio del tomismo, e, incluso, del aristotelismo "La.
metafísica de AristéiMes me había clarificado e/ espíritu y me
había iintroducido, en los dommios d,, la; verdadera razánl' (" Ma
conversion"). Escribió a Jacques Riviere: "A Sto. Tomás de­
béis leerlo cumldo podáis. Pero "º ráp-idamfflte. Esto os ocupará
varíos coños." Y esto: "La verda4 es que las fax:ultades intelectua­
les
no pueden ejercitarse sin método y siin un espiri,tu profunda­
miente sincero y serio. Considerc¡d
la inji,nidad de precauciones que
tomaw los astrónomos para precisar la ezactitud de sus inistrumen­
tos. La Esco,/á,stica, en otras tiempos, sobre /os principios de Aris­
tóteles había con'Struido a este respecto una admirable y paciente
disciplina.
Desde que e/la ha desaparee-ido, hemos cafdo, en la no­
vela y en
un caas de aji,rmac;ones ligeras y p1etulantes, enPre las
cuales nio es de extrañar que un Joven se encuenitre en seguida
aturdido."
Esta admiración por el método escolástico, tan desacreditado
por otra parte, tiene como reverso una gran severidad hacia Des­
cartes, ídolo de los tiern¡pos modernos (Cfr. en Contacts et cir­
consta">ll:es el ensayo intitulado: Le discours de' la méthode).
Y estas ¡,alabras en una carta a Arthur Fontaine: "Son los pro­
fundos
pmsadores de k, Eda4 Media qwienes podrían tener lás­
tima de ""'estros ensueños Se1'tfmentales y ffllUtüados, nuestras
nio'lJe'las mediocres y audaces cuma 'la,s de Bergson, nuestras tem-ías
absurdas y conW-adictorias en. sus términos como· el darrwinMmo.''
Todo esto no está dicho a la liger-a, sino bie;, sopesado. En
su prefacio a un libro d'Ernest Friches, Claude¡ precisa: "Cuan­
do
yo m.-, aplica/Ji, en la lectura (de Santo, Tomós) en 1895, luego
de mi pa..tidOJ para China yo hallaba el interés del desciframiento,
de UJta ezplaración de un pañs virg"' aprendó el lenr,uaje esco­
lástico como se aprende e! inglés, por el uso, y al cabo de cien pá­
ginas podia segwir este p,enisanvienlo, por otra parte, mara/1/Íl/osa­
mente Umpi4o ... ; también he leído y anotado las dJos Sumas (es
decir, la
Suma teológlca y la Cont,ra Gen,tiles), ctmCluyendo mi
lectura u:rlles de .,,,; regreso a Francia (cuatro años después) (2),
esto fue un mOJrawilloso alimento y un maravilloso entrenam,,,.to
para
m; espíritu, n,o solamente desde el punto de msta filosófico,
sino
desde el punto de vista, -a,rtís/Ñ:a ... Nada me podía ser más
útil que los tres prmcipios que Sto. Tomás me habia enseñado a
(2) " ... Y agarrándome a .un libro inagotable, prosegwí el estudio del
ser ... " ("Connaissance de l'Est").
574
Fundaci\363n Speiro

CLAUDEL, SANTO TOMAS Y TEILHARD
aplicar a todo: definir, distinguir, deducir ... Tenéis, pues, perfec­ta razów eni llamarme un poeta tomista, p,,,,s los prmcípios to­
mistas estámJ mezclados a cada w,o· de los m,n,i,m.entos de mi vida artística.
La cosa, por otra parte, no ha escapado a los poetas y a los críticos más avisados: "La esc'oUÍstica es su método" ha escrito Saint-John Perse, y Starobinski: "El· barroco tlaudelinno, tan salvaje y ta:n, tibre-en sus ímpetus, ha/J,a en el tomm,,,o el con­trapeso de! que él no plXiría prescindir" (N. R. F. del 1 de septiem­
bre de 1955).
¿ Cómo, pues, podría Claudel sentirse· próximo a Tellhard que tan alegremente ha desconocido y menospreciado al tomismo? Po­dríamos detenernos aquí, lo cual ya sería suficiente. Pero tenemos
todavía otros textos, tales como
aquel que concierne directamente a Bergson {3), pero aplicable todavía mejor a Tei!hard, puesto
que Bergson "genuit" a
.Eduard Le Roy, inspirador fundamental
de Teilhard
de Chardin a quien le prestó incluso una parte de
su vocabulario tan particular:
"yo estaba en China c,wndo com­puse "J'Art poét>que", totalmente ignomnte de las teorías de Berg­son, luego he leído "f Evolution, Creatrk:e'', y he encontrado, en
efecto, ideas que se apmri»w.n a las mws en algunos puwtos. Pero, en lo esencial, d;ferimos absolutamente, y sob abstractos y atribuirles u,n poder cualquiera. 2) SoY' absolutamen­
te extraño m la idea de devenir (üimitado J en la Naturaleza, cre-0 que las formas tie>nen1 una importancia típica, sagrada, inalterable, inagotable ... lógicamente la idea de un devenir (total), es deór, de u., ser que debe saltar fwera de su forma, me parece un verda­dero nomtuo, Y' el último vrad-0 de to, absurdo. Hace falta la ae-­cooenicia intelectual del siglo XIX para habe>r acep·tado una inep­titud tal ... ". (Lettre a Piero Jahier, N. R. F. núm. cit.) El contraste es tan manifiesto que algunos teilhardianos con­sienten en constatarlo: "Cláudel era inmobilista·", lamentaba el Pa~
(3) No tenemos la intención de examinar los defectos y los méritos
(reales o supuestos) llorado Padre de TONQUtDEc (Swr la philosophie bergsonnienne, Beauches­
ne), y en la notable obra, desgraciadamente agotada, de PENIDo (Dieu drms le Bergsonisme-, Desclée-Debrouiwer).
575
Fundaci\363n Speiro

LOUIS JUGNET
dre Troisfontaines en los coloquios de Vézelay (se,ptiembre de
1960) yJ. Madaule, que eonoce bien a Claude! y que es un teilhar­
diano pertinaz, admitía, sin ambages, que había entr~ estos dos
.autores un fervor. "cósmico" pero qµe .hay también (y sobre todo)
"una total diferencia de orientación": "C/iNde'l nio veía ( sic) el
problema de la Evolución ... ; pwa Clan,del, la creación se difunde
q. .partir de ui, aclo único, ... ; para Teilhard asciende hacia lo que
él
llama et punto Omega." No podría decirse mejor. Pero hay
todavía otra cosa más :
Mientras el teilhardismo es la esperanza suprema y el pensa­
miento supremo del interconfesionalismo mundialista, y, para nos­
otros, el mismo dogma del neomodernismo, la ortodoxia de Qau­
del es tan combativa que se la juzga como un estorbo, y hoY im­
pulsa a ciertos críticos católicos a colocarla ante las astas -del
toro: "El verdadero universo claudeliano "" es la comun;dad cris­
tiam unáninul m e/ asentamümto, la esperanza de Saint Loui<, de
Ruteboeuf, de Pierre de Craoi, ... , es /,a cristiandad c,mqwistadora y
amenazada, desgarrada y combatiente, en disputas con el EspíriPu
del Renacim.itmto y del Renacimiento y de la Reforma ... , ·le hace
falta un mundo-tumwltuoso·, retumbante, de herejes en arnias~ de
rebeliones niietzschianas, de complots, dond,. él lanzará su Cristo
de las
tempestades" (Th. Maulnier, "Preuves" d'avril 1955).
576
Fundaci\363n Speiro