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La verdad y la Iglesia

LA VERDAD Y LA IGLESIA
Todos deben escuchar, antes que la voz de su propio ingenio
y de las opiniones humanas, lo que dice el Espíritu a las
Iglesias
por medio .de la voz de aquellos que gozan de un
"seguro carisma de verdad".
"Todos han de estM pers,µadúü,s de que la concordia de men­
'Jtes y cor(lJ.ZÓn es de suma iV11Portancia ·P'ara el progreso de. la
"Iglesia. Pero para que sea verdadero progreso, todos deben es­
" cuch/llr, antes que la voz de su propio ingenio y de las opiniones
"huma,nas,
/o, que dice el Espvritu a las Iglesias (Apocalipsis 2, 7),
"p,or medio de la voz de aquellos que, gozando de un «seguro
"carismx, de verdad». (San Ireneo, adversus haer. I, IV, c. 26,
"P. G. 7, 1.058), preservan a la Iglesia, como afirmt1 el Sum:o
"Pontífice, «de sacrificios doctrinales, constituci-Onates, litúrgicos,
"discipUnares, que no pueden hacer sin m~noscabar su fidelidad a
"la
verdad del Evangelio y de la tradici6n que de ella se derima»
"
( mensaje radiotelevisado a los fMticipantes en el «di "mlénico», 13 de abril de 1966).
PAULO VI: Carta de Su Secreta:io de Es­
talo al Congreso Teológico Posconciliar de 'l'o­
ronto, (Textos inglés e italiano en L'Osservato­
re Romano del 25 de agosto le 1967 ¡ texto
en castellano:
Ecclesia, núm. 1.356, 9 de sep­
tiembre.)
No se pueden reivindicar los derechos de la conciencia moral,
libre y responsable de sus actos, frente a los derechos de la
verdad.
"La soli,citud por la fidelidad doctrinal, que fue al comrienzo
"del reciente Concilio anunciada de una nmnera tan solemrne, debe
"por esto mism10 guW este período· nuestro posco,nciliar y con
"tanta »m!)!Or vigilancia por pMte de quien en la Iglesia de Dios
"ha
recibido de Cristo el mandato de enseñar, de defender su
"m~nsaje y de custodiar el «dep6sita» de la fe, cuanto más nu­
n'l11.erosos y más grames son los p·eligros que hoy la am,enazan;
n peligros enormes a causa de -fa orientadón irreligiosa de la m:en­
"talidad m,oderna y peligros insidiosos que del interior másm,o de
"la l[Jl,esia se insinúan por obra de maestros y de escritores, de­
,,
seosos. sí, de dmr a la doctr11n'a catóüca una nueva e-xpres~ón,
"P'ero a
menudo mili deseosos de acomodM el dogma, de la fe al
n p·ensanidento y al lenguaje profano q,ue de atenerse a la norma
"del magi,sterio eclesiástico, dejando así libre· .cursa a la opinión
"de que, ohiidadas las exigencias de la ortodoxia, se pueden es-
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'' coger las v1erdades de la je, a juicio de una instintitva preferencia
"personal,
pOJrecen admisibles, rechazwndo las demás, como si, se
'' pudiesen reivindicar los dere·,,:hos de la conciencia moral, libre y
"resbonsable de sus {JJC/os, frente a, los derechos de la verdad,
"sobre todo los de la dfrvma revelación (cfr. Ga.l., 1, 6-9), o como
"si pudiera somieterse· a revisión el patrimionio doctrinal de la
"Iglesia pmra dar aJ cristianism.o nu·evas dimiensiones ideológicas,
''muy dililersa,s de la,s teológica,s, que la genuina tradición delineó,
"con inm1ensa reverencia al pensa;miiento de D-ios.
"La je, camio sabem.1os, no es fruto, de una mterpretac.ión ar­
J)bitraria, o pur{1Jn11ente naturalista, de {,a, Palabra de Dios, com,o
"twmipoco es la expresión religiosa que nace· de la opinión colectiva,
"fa.lta
de una gwía autorizada, de quien se dice' creyente, ni m"cho
"menos es la aquiescencia a la.< corrientes filosóficru o sociológi­
"cas
del nwm,enlü histórico que fluye. Lr, fe es la adhesión de
"todo nuestro ser espiritual al, m-ensaje mar(JJvilloso y misericor­
" dioso de la salvación que se nos ha comunicado p·or "tas vías
"lumri.nosas y secretas de la revelación; no es sólo búsqueda, sino
"a;nte todo certeza; y m!ás que fruto de nuestra imtestigación es
"don misterioso, que quiere dóciles y disponibles para el diálogo
'' con Dios, que habla a nuestras almas, atentas y confiadw".
PAULO VI: Discurso en la apertura del síno­
do de los Obispos, '29 de septiembre de 1967
{texto latino e italiano en L'Osservatore Roma~
no del JO; texto en castellano: Ecclesia, nú­
mero 1.360, 7 de octubre.
Dificultades para entender a Dios por la confusión del pensa,
miento humano de hoy. Peligros del abandono del ''ars co­
gitandi".
"¿Cóm10 se ha, llegado a estas conclusiones que para el cris­
"tiano
son absolutamente inaceptables, y por ello fuente de agudo
"desánimm
esp1!Yitual, y estimtulo para reacciones m:entales y prác­
"ticas que lo sitú,,n en un estado com,Plejo de an{!UStia, de po"
"lémicaJ de esfuerzo mienta!?
,J A este respecto as percataréis. de la dificultad característica de
"esta hora incierta y revuelta del pensa11niento humano; éste ha
n perdido confianza en sí mdsmio. No quiere ni lógica formal ni
"m1eta.física; no quiere sistemas orgánicos de verdades, p•or au­
"torizada.s que sean; no quiere razonarmrientos probatorios y silo­
,, gísticos; no quiere esquemw prefijados y ordenados; todo, es
"m~to, todo es discutible, todo es incierto; sólo el p-ensa:miiento
"científico conserva un valor provisional, sin que el mismo pueda
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"esc/,arecer los profundos tyob/emas de la inteligencia y pueda
'1 d(l1}' a la, vida y sus exigencias espirituales y religiosas C'U(1)Kj_uier
"út;t respuesta. El pra;gmotism,o suple
de algún modo este vacío,
"pero a menudo m<ÍS que agudÍ,zar el hambre de verdades supre­
" mas que para sacWlY'la.
'' Pero vuestra exploración., com10 quiera que no se da sin fa­
"tiga (¡cómlü com,prender a veces el significado de un lengusje
n esp·ecuJativo arbitrario y de un procedirnliento lógico to-talmente
"subjetimo que la discusión filosáfica actual nos presenta,?), así
"tampoco
carece de peligro. El ahanáono del «ars cogitandi», a la
"que el honesto uso del «buen sentido» Y' la sabia iniciación en
"el pensamiento hwmanístico-escolástico nos han habituado, hace
"P'erder lo, /Jrújula de una orientación hacia la verdad, a la cual
n se tiende sin tener ya la guía de criterios seguros de Y(l)Zona­
nmiento, pero ca.si atrnído-s por ciertos c011.trapeso-s parciales y
"m1om1entáneos que encantan precisamente por nuevos, por ori­
"{finales, P'or no perjudicarles, por genialmente formulados, pero
"capaces de ap,ortar más confusión que claridad, m-ás des­
"aliento que confianza. No es éste v-uestro caso, ciertwmlfmte,
"p·orque estáis a;nclados en la certeza de vuestra formación cris­
''tiana;
pero quizá es el caso de tarntos espíritus, ya en los ce­
"náculas de la cultura para los iniciados, ya de las multitudes de
n hombres que piensan con el cerebra. de o-tras y que son condu­
,, cidos
p·or las corrientes de la opinión pública. Mirando a esta
"situación
de'l pens~ento conte·mporámeo se comprende cóm10 la
"afirnnación de Dios se oscurece y casi se disuelve,· y conte'fl'! ...
"p'1ando desde la orilla sólida y amaga, desde la que se desenvueh,e
"nuestro nui-nisterio de salvación cristiana, el espectáculo imipre­
"
sionante del des "viene
a nuestra memoria la imagen tremenda de las CllYenas mo-­
"vibles solNe las cuales parece a veces que están tratando, de ca­
"miinar
y de avanzar tantos que han preferido a la solidez de
"la
vieja sabiduría y de nuestra m,isffl,a; orilla la peligrosa y OiVen­
"turada excursión en el terreno inseguro de las modernas filo­
''soff,,is;
es entonces cuando quisiéram!Os gritar, leja.nos de hecho
n pero cerquísima con el corazón: «i Prestad atención!»; y qui­
"siéra,m;os tender una mano o señalar una salida".
PAULO VI: Discurso al Congreso del Movi­
miento le Graduados de.
Acción Católica Italia­
na
(29 de agosto le 1967; texto italiano en
L'Osservatore
·Romano del 1 de-septiembre:
texto en castellano:
Ecclesia, núm. 1.357, 16 de
septiembre).
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