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Al concluir el año de la fe

AL CONCLUIR EL ARO DE LA FE
I
La Fe ante la mentalidad moderna de "la muerte de Dios".
"Debem1os «creer en Dios>>.
n,s"Pero, no es demasiado difícil para nosotros este esfuerzo,
"al qite la m.enitalidad moderna nos ha llevado, hasta acostumbrar­
"nos a la expresión blasfema de nuestra ce[IU)era: Dios ha muerto?
"Es difícil. Pero aquí está el Maestro, que añade: «También
ncreed en mí.» Cristo nos capacita. para la fe, tanto natwra/, como
"sobrenatural. Nos lo recuerda San Agutstí111: «Pccra que (el hom­
"bre) caminase con mayor confümza hacia la verdad, la verdad
"misma, Dios, Hijo de Dios, hecho Hombre, sin dejar de ser
"Dios, estableció ... y fundó la fe, con objeto de que el camino
"del
hombre hacia Dios estuviera al>ierto al homlbre por medio
"del Hombre Dios. Pues El es mediador entre Dios y los hom­
"bres,
e! Hom/Jre Cristo Jesús» (De Civitate Dei, XI, 2; P. L.,
"41,318; y cfr. Constitución• dogmática Dei Verbum, n. 6)."
PAULO VI: Alocución en la Audicencia Ge­
neral. (12 de junio de 1968·; texto italiano en
L'O.sservatore Romano del 13; texto en caste­
llano: Ecclesia núm. 1.395 del 22 de junio de
1968).
La resurrección fundamento de nuestra fe ...
tt¿Podemos olvidar este acontecimiento, qu-e nios hace. recor­
"dar y revivir m nosotros la Resurrección de Crist,of ¡Su vic­
"toria sobre la
mwerte? ¿Su promesa, ya en vías de cumplimien­
"to mediante la virtud y el significado sacramental del bau-tismo,
"de que tamibién nosotros resucitareml.Os uin día? ¡Podemos ol­
,Jvidar que sobre el hecho prodigioso, real, y sobrenatural, al m-is­
"mo tiem,Po, de la Resurrección de nuestro Señor, se fundamenta
"nuesta fe, nuestra certeza de qu~ Jesús es Bl Salvador del mundo,
"nuestro compromiso de hacer de nuestra vida un testimonio,
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Fundaci\363n Speiro

"que se llama precisam-enite cristian10? No lo podemos olvidar.
''Más aúni, debemos recordar, celebrar, aplaudir, p·orqu,e Cristo
"ha resucitado y porqi,e de su Re.,.,,.,.,-eccifm brotá la Iglesia, a la
"que el Espíritu San1to confirió los carismas vivificantes de Cristo,
"para difundirlos en la humanidad, tan deseosa de vivir, de so­
"brevi'llir, como consciente de su mortali4ad y ciega ante su des­
"tino ultraterreno. Y todo CSto lo decim:os con1 wna aclamac-ión
"convencional,: Aleli,rya, acto de je, de confianza, de gozo, de vic­
"loria, que resume eni sí un cúmulo de verdades, de pensamientos
"y sentimientos_,,
P AUW VI : Alocución en la Audiencia Gene­
ral del miércoles de Pascua.
(17 de abril de
1968; texto italiano en L'Osservatore Romano
del 18; texto en castellano: Ecclesia núm. 1.387,
sábado 27 de abril).
Frente la caducidad de las cosas temporales del hombre.
nLa resurrección de Cristo, inaugu,ración victoriosa de su rea­
"lesa, imp,u;.gnada pero salvadora, nos aut(}'Yiza a esperar que el
"esfuerzo carac'terístico del hombre moderno, dirigido a la tenaz
"conquista del reino de la creación (Gen., 1, 28), obtendrá de lo
"alto, es decir-, desde el rein10 de Cristo, aunque no sea de este
"mundo, un atributo de_ luz, un testimonio de verdad (Jo. 18,
"37), que alentará la obra del hombre, a veces camada y a veces
,., equivocada, para que persevere y progrese sin descanso en el
"uulé11tico perfeccionamiento humano. Es decir, esperamos que
"la virtud de la resurrecciór, de Cristo pueda, en algwna medida,
"infundirse también en la caducidad de las cosas temporales del
"hom1l,re."
PAULO VI: Radiomensaje en el día de Pas­
cua. (14 de abril de 1968; texto italiano en
L'Osservatore Romano del 16-17; texto en cas­
tellano: Ecclesia núm. 1.387, sábado 27 de
abril).
II
Fortalecimiento de la :fe por el oonocimiento a la luz natural
de la razón.
"Es necesario qu,e destaqu~mos, para wuestra finalidad prác­
"tica, la necesidad de un conocimiento serio y orgánico de la fe)·
"es lo que, desgraciadamente, falta a muchísimos, tanto entre los
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Fundaci\363n Speiro

JJ católicos como entre los qu1e no lo son, y esto es intolerable en "una sociedad en la cual la cu'ltura tiene un puesto preeminente
"y en la que la facilidad de la información puede decirse que está
"al alcance de todos. Es, en cambio, doloroso observar cómo fal-11ta, generalmente
1 a
nuestra gente un conocimiento que, awnque
"modesto,
sea daro y coherente; el catecismo parroquial, está casi
"generalmente abandonado: por desgracia, la enseñanza religiosa
JJ en las escuelas no alean.za siempre su cometido
1 que, en1 primer nlugar, con..riste en infwndir en los
alwmnos la convicción razona-
11 da de que la religión es la ciencia fundamental, de la vida,· el "libro de cultwra religiosa es con frecuencia despreciado, y mu­'1 chas veces es imposible enicontrarlo; con todo ello, el conoci­
"miento
de nuestra je es imperfecto, defectuoso, superficial y ex­
" puesto a_ las objeciones corrientes que encuentran eco en la n ignorancia, tan1 difundida."
PAULO VI : Alocución en la Audiencia Ge­neral del 19 de junio de 1%8; texto italiano en L'Osserva.tore Romano del 20; texto en
castellano: Ecclesia núm. 1.398, sábado 13 de
julio de 1968).
"Nuestra Posesión de Dios en esta vida nunca es completa,
"sino que es un inicio, una primera chispa qu,e nos invita a un,.i "ulterior conquista de una luz más perfecta. Esta es norma cono-1'cidísima de nuestro aprendizaje religioso, también para nosotros "cat6licos que tenemos la fortuna de apoyarnos en fórmulas jijas
"y seguras de la je; éstas no nos dispensan del esfuerzo de un
"estudio siempre progresivo
y de un Conocimiento cada vez me­" jor de las cosas divinas. Bien lo saben las almas que hacen de
"la religión y de la con,templación un alimento dulce y fuerte. Es "un pensamiento que se repite frecu:entemente en: San Agustín; 1
'por ejemplo: «Amare crescente inquisitio cresc"at in'Venti», con
"amor creciente crezca también la búsqueda de Aquel que hemos
"encontrado (Enar. in Ps., 104;
P. L., 37, 1392); y tam,l,ién:
"«Invenitur
ut quaeratur avidius», encontramos a Dios para bus­
"carlo más ávidamenite (De Trin., XV, 1; P. L., 42, 1058). La fe "no es un, éztasis
1 es un camino hacia las verdades divinas. El '' creyente es wn, peregrino que avanza por el buen camino hacia
"Dios."
PAULO VI: Alocución en la Audiencia Gene­
ral del
10 de julio. (Texto italiano en I.:Osser­vatore Romano del 11 de julio de 1968; texto
en castellano: Ecclesia núm. 1.399, sábado 20 de julio de 1968).
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Fundaci\363n Speiro

ttCuando hablmnos de esto conviene recordar que en esa qran
"pregunta la Palabra «fe» la entendemos e,, sw primer significa­
,, do de coniocimiento nafluraJ, de Dios, es decir, ese conocimien·to
"qwe
podemos tener sobre la divinidad c01V las fuerzas ordinarfos
"de nuestro pen~amienlo; pues, hablando de «fe» como verda­
''dero conocimiento sobrenatural de Dios, derivado de su reve­
"lación, en,tonices las fu,erzas ordinarias de nwestro pensamienito
"son necesarias y sirven desde luego, pero nJo son suficíewtes;
''deben
recibir el apoyo de un especial auxilio de Dios, llamado
"gracia; la fe es entonces wni. don que Dios mismo n1os concede; es
1
' esa virtud teologal qwe, a pesar de la oscwridad de misterio que
"siempre rodea a Dios, nos da la certeza y el gozo de mu,chas
"verdades relativas a El.
"Para llegar a la certeza de esa inefable y soberana existencia
"decíam1os que es su.ficien:te pen,sar bien,. Nos lo ga:rantiza la doc­
"trina categórica del Concilio Vaticon,o I, el cual, haciendo suc;a
"la doctrina secular de la Iglesia, y podemos añadir que también
"de la filosofía humana, afirma que: «Dios, principio y fin de
"de todas las Cosas, puede ser conocido con segwridad mediante 1
'la luz natural de la razón a través de las cosas creadas» (Denz.
"S. 3.,004). ¿"Por qué entonces tantos hombres, induso mUy doc­
"tos_. dicent lo con1trario? Respondemos: porque no emplean-su en-
1'tendimiento segíi.n
las leyes auténticas del pensamiento qu:e busca
"la verdad.
"S amos conscientes de que estamos dicien1do una cosa grave.
)J Pero es así. Podríamos discu.tir horas y horas sobre el deber
"y el arte del bien pensar, según las exigencias 'V los criterios de
"la a;uténtica sabiduría humana y según la lóg,ca que e:cige la
"mismia cienkia y el discurrir honrado y cOr'reC'to del sentido co­
"mún1. Esta lín1ea del pensamiento religioso, que parece tan evi·­
" dente e in'Scrita en1 la mente sana del hombre y en la relación
"de verdades qwe ésta C'D'l'l'Sigif!e establecer coni las cosas conocí­
" das, es hoy rechazada como una pretensión ingewua y anticuada,
n sienido así que es y será siempre el camino maestra que conduce
"indefectiblemenite al espíritu humanto desde el mwndo sensible y
"científico hasta las Puertas del -mtUndo dimlvo."
524
PAULO VI : Alocución en la Audiencia Gene­
ral. (12 de junio de 1968; texto italiano en
L'Osservatore Romano del 13; texto en caste­
llano:
Ecclesia. núm. 1.395 del 22 de junio de
1968).
Fundaci\363n Speiro

III
Fe y respeto humano ante el ambiente de moda.
"«Resp1eto humano», esto es, la reticencia o la vergüenza, o el
"miedo, cuando se trata de la profesión de la propia fe. No ha­
"blamos ahora de la discreción o de la m1oderación· que, en una
"sociedad pluralística y profana como la nuestra, piden modera­
,, ción justamenite cuando se trata de ma:n"rifestacicmies de índole
"religiüsa delante de otros. Hablamos de la cobard/,a al süenciar
"las
propias ideas religiosas por temor a1 ridic1do, a la crítica o a
"la reacción de los otros. Es la caída triste y célebre de San Pe­
"dro en la noche del prendimien1to de Jesús. Es wn, defecto fre­
"cuente en los
mruchachós, en los jóve1ties, en los oportunistas7
"en las personas sin1 carácter y sin valor. Esta es la causa, tal vez
"la principal, del abaooono de la fe para quien se conforma con
"el ambiente wuevo en el qu-e empieza a vivir.
"Deberíamos hablar, a este respecto, de la fuerza del ambien­
"te en el que uno se integra y que impone a masas enteras de
"gente el pensar y obrar según la miada, según: la C'orrien1te do­
"minante de la opinión pública, según formas ideológicas opre­
"soras, que se difuntlen a veces como epidemias irresistibles .. El
nambien1teJ factor importan:tísimo para la formación de la perso­
nnalidad,
se impone con frecuencia como una exigencia confor­
"mista
quie la dominia . .E,l conformismo social, es una de las fuer­
nzas
que sostienen, _en ciertos casos, que sofoca, en otros, el sen-
1)timien1to y la práctica religiosa."
Fe muerta.
PAULO VI: Alocución en 1a Audiencia Ge­
neral del 19 de junio de 1968; texto italiano
en L'Osservatore Romano del 20; texto en
castellano: Ecclesia núm. 1.398, sábado 13 de
julio de
1968).
n¿Pu1ede acaso existir una· fe muerta? Desgraciadamente, sí;
"puede haber unt, fe muerta. Y es claro que la negaci6n de la fe,
"tan,to objetivamenita, cuando se niegan o deliberadamente se cam­
"bian las verdades que por fe debemos admitir, como subjetiva­
J'mente,
cuando conscienite y voluntariamente se retira nuestra ad­
"hesión a nu1estro credo, se apaga la fe, y con ella la luz vital y
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Fundaci\363n Speiro

'' sobrenatural de la divina revelación en nuestra alma. Existe otro
"grado negativo
respecto a la vitalidad de la fe~ y éste priva a la
"misma fe de su desarrollo congénito, la caridad, la gracia: el
"pecado, que
qwita la gracia del alma, puede dejar sobrevivir la
"fe, pero in1eficien,te con respecto a la verdadera comunión con
"Dios, dejándola como en
leta~go. Recordad las palabras de San
"Pablo: «Fides
quae per caritafem; operatwr, la fe que actúa por
"medio de la caridad» (Gal., 5, 6).
"Dicen los teólogos q"e la caridad es el complemento de la fe,
"es decir, su plena cu'alificacióni, que la determinia y la dirige efi­
" cazmente a su fin, que es Dios buscado, querido, amado, poseído
"mediante
el amor,· de suerte que «la caridad es llamada alma de
"la fe, por coonto mediante la caridad el acto de fe se integra y
"perfecciona» (S. T. h. II-II, 4, 3). Y existe aún un tercer gra­
"do negativo
que paraliza y esteriliza la fe, y es frustrada expre-
11sión mioral, su profesión operativa, el desarrollo en, las obras. El
"apóstol San,tiago nos lo recwerda nw,ntetmen'do como una tácita
"polémica con1 la tesis de la suficiencia de la fe sola para nuestra
"salvación:
«La fe sin las obras está m,werta» (Sant., 2, 20)."
PAULO VI: Alocución en la Audiencia Ge­
neral del 19 de junio de 1968; texto italiano
en L'Osservatore Romano del 20; texto en
castellano: Ecclesia núm. 1.398, sábado 13 de
julio
de 1968).
Fe viva, en caridad y en obras.
nN unca daremos suficiente importancia a esta coherencia en­
"tre la fe y la vida. No basta conocer la palabra de-Dios, es ne­
"
cesario vivirla. C011Jocer la fe y no aplicarla a la vida sería una
"grave falta de 16gica, seria wna seria responsab-ilidad. La fe es
"un principio de vida sobrenatural y a la vez 11,n1 priwc#io de vida
"moral.
La vida cristiana nace de la fe, participa. de la incipiente
"comunión que ésta establece entre Dios 'V nosotros, hace circu­
"lar su infinito y misterioso pensamiento fror el nu:estro, nos dis­
,, pone
para aquella comunión vital que un•e wuestra existencia
"creada con el Ser in1creado e infinito, qUJe es Dios, y al misma
"tiempo in1trodu1ce en nuestro pensar y en nxuestro actuar un com­
" promiso,
un criterio espiritU"al y moral, un elemento que califica
"nuestra conducta: nos haC'e cristianos. Debemos recordar siem­
"pre la conocida fórmula del apóstol: El Justo vive de la fe, el
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Fundaci\363n Speiro

"cristiano, podemos tradwcir, vive de fe (Rom., 1, 17; Gal., 3, 11;
"Ebr., 10, 38)."
"
vTodos recordarem-os cómo el reciente C oncitio ha proclamado
"que «todos los fieles de cualquier e~tado o condición estáni Ua­
"mados a la plenitud de la vida cristiana y a la Per'fecci6n, de la.
"caridad», y añade: «También en la sociedad terrena esta. stm­
)'tidad
promueve urni tewor de vida más humtano» ( «Lumen gen>­
"tium:», n. 40). Esta ajirmaci6n conciliar sobre la vocación, d;e to­
.,, dos y cada uino a la sootidad, correspon1dien1te «a los varios gé­
"neros de vida y a las diversas profesi,ones de cada uno, es de
)'capital importancia: «Cada uino -prosigue el Concilio~, según
J'los propios dones y oficios, debe avanzar sin1 demora p-or las
"vias de la fe viva, que enciende la es,P·eranza y actúa p-or medio
"de la caridad» (lb., ni. 41). Por eso debería desaparecer el cris­
·"tiano quie descuida los deberes de su elevación a hijo de Dios y
''hermano de Cristo, a miembro de la Iglesia. La mediocridad, la
"inifidelidad, la inc1m~tancia, la incoheren,cia, la hipocresía deberían
"desaparecer de la figura, de la tipología del creyente moderno.
"Una generación empapada de santidad debería caracterizar wues­
"tro tiem.p·o. No sólo debernos buscar el santo singular y excepcio­
''nal, sino que debemos crear y promover uina san1tidad de pueblo,
"exactamente como, desde los prinreros albores del cristianismo,
"'quería San Ped:ro, escribiendo sus conocidas palabras: «Vosotros
"sois wna raza escogida, wni sacerdocio real, una gente santa, un
"pu-eblo redimAdo ... Vosotros, que en un tiempo no érais wn· pue­
"blo, pero ahora sois pueblo de Dios» (1 Pedro, 2, 9-10)."
PAULO VI : Discurso en la Audiencia Gene­
ral del 3 de julio de 1968. (Texto italiano en
L'Osservatore Romanu del 4 de julio; texto
en castellano: Ecclesia núm. 1.400, sábado 27
de julio de 1968).
Irrompible armonía de las virtudes teologales.
"Por ello la p-rofesi6n de fe que brota hoy de esta asamblea
''toma el aspecto de wna afirmación decisiva: w.asotros creem1os en
"Dios, creemos en Cristo, creemos, o mejor, m cierto sentido,
"sentimos al Espíritu Santo, que nos hace awdaces y dichosos al
,, pronunciar nuestro ac'to de je, quie llegando U'111ániime a los pies
"de este altar, termina en el abandono conifiado en esa Santa
"Iglesia,
que tiene su fundamento aquí eni la piedra apostólica; y
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Fundaci\363n Speiro

"sin sombra de triumfalism.a, pero con la sinceridad de wn test·i­
"mowio vivido, experimenta la verdad de las palabras del evan­
"gelista Juan:
«NwesPra fe es la victoria que ha vencido al mun­
"do»
(1, ]UJan, 5, 4).
"Si se nos p·ermite dedicar unos instantes al sentido de p1len-i­
"tud de este acto de fe, qwe parece sugerido por el mismio Pedro,
"'que hoy ven1eramos, cuando escribe «permaneced fuertes en, la
"fe» (1 Pedro, 5, 9), os exhortaremos, venerables hermanos y
"queridos hijos, a sec'U'rJ'iidar. en el acto mismo su movimiento teo­
"logal, es decir, a traducirlo en la plen,itud de la es¡,era;n,za, her ..
"mana fiel de esa je que ha recibido la última revelación del
"mundo divino: «Dios es caridad» (1 Juw,, 4, 16); «y nosotros
"hemos creído en la caridad» (ibíd.). Sí, «Dios es amor. La es­
"peranza es la respuesta espan1tánea del alma a esta certeza cuan ..
"do se acep·ta y calibra. Salta en el momiento preciso, en el ins­
"tante preciso en que la fe en Dios nos revela como uina fe eni la
"caridad» (Cardemd Garrone, «Que faut-il croire?», pá_q. 284).
"Por lo demás, ningu1'o de nosotros ha olvidado la definición bí­
"blica de la fe, coesenicial con la esperanvza: «La fe es el núcleo
"de las cosas qUJe se han de esperar» (Hebreos, 11, 1); «fe es el
"contenido de las cosas esperadas» (Dante, p•ar. 24, 64)."
528
PAULO VI : Homilía al Episcopado y Laicado
Italiano en la Festividad de· la Cátedra de San
Pedro.
(22 de febrero de 1968; texto italiano
en L'Osservatore Romano del 23; texto en
castellano: Ecclesia núm. 1.380, sábado 2 de
marzo).
33
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Profesión
de fe.
Recemos el Credo con Paulo VI.
"Creemos en un solo Dios, Padre, Hijo y Espíritu
"Santo, creador de las cosas visibles como es este mrundo
"en eJ, que transcurre nuestra vida pasafera, de las cosas
"invisibles com.o los espíritus puros que reciben también.
"el nombre de ángeles (1) y creador en cada hombre de
"su alma espiritual e inm1ortal.
''Creemos que este Dios único es absolwtamente uno
"en sw esencia in1finitam-ente soota al igual, qwe en todas
nsus perfecciones, en su omnipotencia, en su ciencia infi­
nnita, en SU1 providen,cia, en su voluntad y en su amor.
"El es «el quie es», como lo ha reVelado a Moisés (2); y
"Fo! es «Amor». como el apóslol Juan nos lo enseña (3);
"de forma que estos dos nom1bres, Ser y Anwr, expresan
"inefablemen,te la misma reaHdad divina de Aquél que ha
"qu1erido darse" a tonocer a nosotros y, que «habitando en
"una luz inaccesible» -( 4) está en sí. mismo por encima
"de todo nombre, de todas las cosas y de toda inteligencia
"creada. S olamen!te Dios nos puede dar ese conocimiento
"juisto y pleno revelándose como Padre, Hijo y Espíritu
"Santo, de cuya vida eterntJ estamos llamados por gracia
"a participar, aq,m, abajo en la oscwridad de la fe y más
JJ allá de la muerte en la luz eterna. Los lazos mutuos que
"conistituyen eternamente las Tres Personas, siendo cada
nu:na el solo y el mismo ser divino} son la bienaventurada
"vida íntima del Dios tres peces santo, inifinli-tamente su­
n perior a lo que podemios co'WCebir conl la capacidad huma­
"na (5). Damos con todo gracias a la bondad divina por
n el hecho de que gran número de creyentes pwedan ates­
"tigu·ar juntamente con nosotros (lelanf}e de los hombres la
"Unidad de Dios, aunque no conozcan el Misterio de la
PSantísima Trinidad.
"Creemos, pues, en, el Padre que engendra al Hijo
"desde la eternidad; en1 el Hijo, Verbo de Dios1 que es
n eternamente engendrado; en el Espíritu Santo, Persona
J'increáda, que procede del Padre y del Hijo, como eterno
}}amor de ellos. De este modo en las Tres Personas divi-
(!) Cfr. "Dz.-Sch.'º .J-002.
(2) Cfr. Ex., 3, 14.
(3) Cfr. 1 Io., 4, 8.
(4) 1 Tim., 6, 16.
(5) Cfr. "Dz.-Sch.'' 804.
529
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Creemos en
Jesucristo.
Creemos
en el Espí­
ritu Sa-nto.
530
"nas, «coaternae sibi et coaequales» (6) sobreabundan y
"se conswmun enJ la eminenJcia y la gloria, propias del Ser
"increado, la vida y la bienaventuranza de Dios perfec­
"tamente urno, y siempre «se debe venerar la Unidad en la
"Trinidad y la Trinidad en la Umdad» (7).
"Creemos en nuestro Señor JeSUJcristo, que es el Hijo
"de Dios. El es el Verbo eternal, nJacido del Padre antes
"de todos los siglos
y con,sustan1cial al Padre, «hom.oausios
"to Patri» (8) y por quien todo ha sido hecho. Se en~arnó
"por obra del Espíritu, Santo en el seno de la Virgen
"María y se hizo homrbre: igual por tanto al Padre, segwn
"la
divinidad, e inferior al Padre, según la humamdad (9),
"y uno enl sí mismo, no por una imposible conifu:si6n• de
"las natucralezas, sino por la unidad de la persona (10).
"Habitó
entre nosotros, con plenitud de gracia y de
"verdad. Anunció e instauró el Reino de Dios y nos hizo
,,toniocer en El al, Padre. Nos dio un mamlamien1to nuevo:
namarnos los unos a los otros cómo El nos ha amado. Nos
"enseñó el camino de las bienJcDVenturcmzas del Evangelio:
"la pobreza de espíritu, la mansedU!mlbre, el dolor sopor­
"tado conl paciencia, la sed de justicia, la misericordia,
"la
pureza de corazón, la voluntad de paz, la persecwción
"soportada por la justicia. Padeció en tiempos de P oncio
"Pila/o,
como Cardero de Dios, que lleva sobre sí los pe­
" cadas·
del mwwdo, Y' -m~ió por nosotros en la Cruz, sal­
"vándonos con su: sangre redentO'Ya. Fu1e sepidtado y por
"su propio poder resucitó al tercer dia, elevándonos por
"su Resurrección a la participaciów de la vida divina que
"es la vida de la gracia. Subió al Ciclo y vendrá de nuevo
"esta
vez c01V gloria para jU'zgar a vivos y muertos, a cada
"uwo según sws méritas: quienes correspondieron al amor
"y a la piedad de Dios irán a la vi.da eterna; quierves lo
"rechazaron, hasta el fin, al fuego iniextinguible.
ny su reino no tendrá fin.
"Creemos ew erl, Esp,í,ritu S{J11).to, q-u1e es señor y da la
"vida, qwe con el Padre y el Hij_o recibe una misma ado­
"ración y gloria. El nos ha hablado por los profetas y ha
"sido enviado a nosotros par Cristo desp1-1Jés de su Resu-
(6) "Dz,-Sch." 75.
(7) "Dz.-Sch." 75.
(8} "Dz.-Sch." 150.
(9) Cfr. "Dz.-Sch." 76.
(10) Cfr. "Dz.-Sch." 76.
Fundaci\363n Speiro

El pecado
origirwl.
"rrección y su Ascensión -al Padre). El üumina, vivifica,
"protege
y guía la Iglesia, purificando sus mieml,ros si
"éstos
no se sustraen a la gracia. S-u1 accióni, que penetra
nhasta lo más í,n1tim10 del a/,nia, tiene el poder de hacer al
"hombre capaz de corresponder a la llamada de Jesús:
"«Sed perfectos como vuestro Padre celestial es perfecto»
"(Mt., 5, 48).
"Creemros que .lvlaría es la Madre, siempre Virgen, del
nv erbo Encarnado, nuestro Dios y Salvador J esucris­
"to (11), Y que en virtud de esta elección singular, Ella
"ha sido, en1 atención a los méritos de SU1 Hijo, redimida
"de modo eminente (12), preservada de toda mancha de
"pecado original (13) y colmada del don de la gracia más
"que todas las demás criaturas (14).
n Asociada por un vínculo estrecho e indisoluble a los
"Misterios de la Encarnación y de la Redención• (15), la
"Santísima Virgen, la Inmaculada, ha sido elevada al final
"de sur vida terrena en cuerpo y almia a la gloria celes­
"tial (16) y eonfigu-rada con su Hijo resucitado en, la
"anticipación del destino futuro de -todos los justos. Cree­
"mos que la Santísima Madre de Dios, nueva, Eva, Madre
"de la Iglesia (17), c-ontinúa en el Cielo su misión mater­
"nal para con los miembros de Cristo,· cooperando al na­
n cimÁento y al desarrollo de la vida divina en las almas
"de los redimidos (18). ·
ncreemos qU"e en Adán todos pecaron:, lo cual quiere
"decir
qu1e la fal.ta original, cometida por él hizo caer t1
,'la rvaturoleza hwmana, C'omún a todos los h01n.bres, en un
,, estado en que ezperimenta las consecuencias de esta falta
!' y que no es aquél en el qu:.e se hallaba la t1V1turaleza al
}}principia en wu1estros padres, creados en santidad' y justicia
,,y en, el que el hombre n!O conocía ni el mal ni la muerte.
"Esta naturaleza humana caída, despojada de la vestidura
(11) Cfr. "Dz.-Sch." 251-252.
(12} Cfr. "Lumen Gentium" 53.
(13) Cfr. "Dz.-Sch." 2803.
(14) Cfr. "Lumen Gentium" 53.
(15) Cfr. "Lumen Gentium" 53, 58, 61.
(16) Cfr. "Dz.-Sch." 3903.
(17) Cfr. "Lumen Gentium" 53, 56, 61, 63; Pablo VI, "Aloe. en
ta
c;.'ausura de la III Sesión del Concilio Vat. II": AAS LVI
[1964] 1016; F...xhort. Apost. "Signum Magnum, Introd.
(18) Cfr. "Lumen Gentium" 62; Pablo VI, Exhort. A post.
"Signum
Magnum", P. 1, n. l.
531
Fundaci\363n Speiro

Creemos en
la lgksm.
532
"de la gracia, herida en sus propias fuerzas naturales y
'' sometida al imperio de la mu·erte se transmite a todos
"los hombres, y en este sentido todo hombre nace en pe­
"cado.
'' S osteniemos, pu;es, con el C oncüio de Trento que el
"pecado original se transmite con la mtwraleza humana,
"«n10 por imitación, sino pvr propagación», y que por
"tan/o «es propio de cada uno» (19).
"Creemos que Nuestro Señor Jesu.cristo, por el Sa­
"crificio de la Cruz nos rescató del pecado original y de
"todos los pecados personales cometidos por cada un~ de
J)n:osotros, de modo qu.e, según afirma el Apóstol, «donde
"haln.a abundado el pecado, sobreabundó la gracia» (20).
"Creemos en un, solo BautismlO, instituido por niuestro
"Señor Jesucristo para el perdón de los pecados. El Bau­
l'fismo se debe administrar también. a los niños que toda·
"vía
no son culpables de p·ecados personales, para que na­
,,
ciendo privados de la gracia sobrenatural., renazcan «del
"agwa y del Espíritu Santo» a la vida divina en Cristo
"Jesús (21).
"Creemios en la Iglesia, que es Una, Santa Católica
"y Apostólicri, edificada por Jesucristo sobre la piedra que
"es. Pedro. Ella es el Cuerpo Místico de Cristo, al mismo
"tiempo sociedad visibie imtituida con organismos jerár-
· "quic'os y comwnidad espiritual, ia Iglesia terrestre, el
"pueblo de Dios peregrino aquí abajo y la Iglesia colmada
"de 'bienes celestial.es, el germen y las primicias: del Reino
"de Dios, por el que se contiwúa a lo largo de la historia
"de la humanidad la obra y los dolores de la Redención
"y que tiende a su realización perfecta más allá del tiempo
"en la gloria (22). En el correr de los siglo·s, Jesús, Señor,
"va formrindo su Iglesia por los S<>Cramentos, que emanan
"de su p•lenitud (23). Por ellos hace particip~r a sus miem­
"bros enl los misterios de la Muerte y de la Resiorrecció'n
"de Cristo, m la gracia di,/, Espíritu Santo, fuente de vida
"y de actividad (24). Ella es, pues, santa, aun albergando
(19) Cfr. "Dz.-Sch." 1513.
(20) Cfr. Rom., 5, 20.
(21) Cfr. "Dz.-Sch." 1514.
(22) Cfr. "Lumen Gentium" 8 y S.
(23) Cfr. "Lumen Gentium" 7, 11.
(24) Cfr. "Sacrosanctum Concilium" S, 6; "Lumen Gentium"
7, 12, 50.
Fundaci\363n Speiro

Esperanza
de unidad.
"en su seno a los pecadores, porque no tiene otra vida que
"la
de la gracia: es, viviendo esta vida, como sus.miembros
"se santifican,·
y es sustrayéndose a esta misma vida, como
"caen en el pecado y en los desórdenies que obstaculizan
"la irradiación de su, santidad. Y es por esto que la Iglesia
"sufre y hace
pen "poder de curar en1 sus hijos en virtud de la Sangre de
Cristo y el Don del Espíritu Santo:
"Heredera
de las promesas divinas e hija de A brahán,
"según el Espíritu, por este Israel cuyas escrituras guarda
"con amor y cuyos patriarcas y profetas venera,· fundada
"sobre los apóstoles y transmitiendo de gen:eración en ge­
''neración
sul palabra siempre viva y sus poderes de pas­
"tores
en el sucesor de Pedro y los ol:Jispos en comunión
"coo
él; asistida perennemente por el Espíritu Santo, tiene
"el encargo de guMdar, enseñar, explicar y difundir la
"verdad que Dios ha revela.do de una manera todavía ve­
"lada por los profetas y plenam.:nle por Cristo Jesús.
"Creemos todo lo qwe está con,tmido en la palabra de
"Dios escrita o transm,itida y que la Iglesia propone para
"creer, com10 divinamente revelado, sea por una definición
"solemne, sea por el magisterio ordinario y u1Viversal (25). 1'Creemos en la infal1biJidad de qwe goza el sucesor de
"Pedro, cuando emeña «ex cathedra» como Pastor y
"Maestro de todos los fieles (26), y de la qu,e está asistido
"también el
cu,:rpo de los obisP'os cuando ejerce el ma­
"gisterio supremo
en unión ton él (27).
"Creemos que la Iglesia fundada por Cristo Jesús, y
"por la cual El oró, es indefectiblemente nna en la fe, en
"el culto
y en el vínculo de la comunióni_ferárquica. Dentro
JJde esta Iglesia, la rica variedad de ritos litúrgicas y la
"legítima diversidad de patrimonios teológicos· y espiri­
"tuales, y de disciplinus particulares, lefos d'e perjudicar
"a su unidad, la manifiesta ventajosamente (28).
"Reconociendo también, fuera deforganismlo de la Igle­
nsia
de Cristo, la existencia de wuimi.erosos elementos de
"verdad y de santificación que le pertenecen en propiedad
(25) Cfr. "Dz.-Sch." 3011.
(26) Cfr. "Dz.-Sch." 3074.
(27) Cfr. "Lumen Gentium" 25. (28) Cfr. "Lumen Gentium" 23; "Orientalium Ecclesiarum"
2, 3, 5, 6.
533
Fundaci\363n Speiro

La transus­
tanciación.
534
"y que tie1'den a la unidad católica (29), y creyendo en la
"aaió'Hi del Espíritu Santo, que suscita en el corazón de
"los discíp,ulos de Cristo el amor a esta unidad ( 30). Nos
"abrigamos la esperanza de que los cristianos que no están.
,,todavía en plena comunión con la Iglesia única se reuni­
)}rán un día en un solo rebaño con un solo Pastor.
"Creemos que la Iglesia es n-ecesaria para salvarseT
Nporque
Cristo, el solo Mediador Y Catnino de salvación,.
"se hace presewte para nosotros en su. Cuerpo que ·es la
"Iglesia ,(31).
Pero el designio divino de la salvación
"abarca a todos los hombres; y los que sin culpa por su
"parte ignoran, el Evangelio de Cristo y su Iglesia, pero
"buscan a
Dios con sinceridad y, bajo el influjo de la 1
' gracia, se esfuerzan por cwm,plir su voluntad conocida
))mediante la voz de la conciencia, éstos, cuyo número sólo­
"Dios conoce, pueden obtener la salvación, (32).
ncreemos que la misa celebrada por el sacerdote, re­
" presentan/e de la p,ersona de Cristo en virtud del poder
"recibido por
el sacramento del Orden y ofrecida por él
"en,
nom,bre de Cristo y de los miembros de su Citerpo
"místico,
es el Sacrificio del Calvario, hecho presente sa­
n cram,entalmenite en nu,estros altares. Creemos que del mis­
"mo modo qu,e el pan y el vino consagrados por el Señor
"en la santa Cena se convirtieron en1 su, Cuerpo 'V en su
))Sa:ngre,. qUie iban a ser ofrecidos por nosotros en la Cruz,.
"así también el pan y el vino consagrados por el sacerdote
"se convierten en el Cuerpo y en la Sangre de Cristo glo­
nrioso,. sentado en eJ Cielo, y creemos que la misteriosa 11 presenicia del Señor, bajo lo que sigue apareciendo a 11nuestros sentidos igual que antes, es una presencia ver­
"dadera, real y sustanicial (33).
"Cristo no puede estar así presente en este Sacramenta
"más qite por la conversión de la realidad misma del pan
"en su Cuerp-o 'V por la conversión de la realidad misma del
JJvino én su Sañgre, qu1edando solamente inmutadas las
"propiedades del pan y del vino percibidas por nuestros
"sen:tidos. Este cam'bio misterioso es llamado por la Iglesia,
nde wna manera muy apropiada, «transwstanciación». Toda
(29) Cfr. "Lumen Gentium" 8.
(30) Cfr. "Lumen Gentium" 15.
(31) Cfr. "Lumen Gentium" 14.
(32) Cfr. "Lumen Gentium" 16.
(33) Cfr. "Dz.-Sch." 1651.
Fundaci\363n Speiro

El reino ,J,,
Dios no es
de este
mundo.
n explicación teológica que inrtenlte bwscM alguna inteli­
n gencia de este misterio debe mantener, para estar de
"acuerdo can la fe católica, que en la realidad misma,
"indeptndiente de """siro espírirw, el pán y eJ vino han
"dejcu/.o de existir después de la consagración'i de suerte
"que el Cuerpo y la Sangre adorables de Cristo Jesús son "los que están desde ese mmnento realmente delan1te de "nosotros, bajo las especies sacramentales del pan y del "vino (34), como el Señor ha querido, po;ra darse a nos­
)) otros en alimento y para saciarnos en la Unidad de su
"Cuerpo Místico (35).
"La e::r:istencia única e indivisible del Señor en el ciela "n10 se multiplica, sino que se hace presente por el Sacra­
,,m1ento en los nwmerosos lugares de la tierra donde se
"celebra la misa. Y sigue presente, después del s_acrificio,
nen el Santísimo Sacramento que está en el tabernáculo,
"corazón vivien'te de cada -wnia de 'WUestras iglesias. Es "para nosotros urn dulcísimo deber honrar y adorar en la
)'San.ita Hostia que ven nuestros ojos al Verbo Encarnada
')a quien no pueden ver y que sin abandonar el Cielo se
''ha hecho presente ante nosotros.
"Confesamos que el ReinlO de Dios iniciado aquí abajo
"en la Iglesia de Cristo no es de este mundo, cuya figura
)) pasa, y qw.e sw crecimiento propio no puede confundir se
"con el progreso de la civilización, de la ciencia o de la )}técnica hU'manas; sino que consiste en conocer cada viz
"más profundamente las riquezas insondables de Cristo,
J)eni esperar cada vez C01'1J más fuerza los bienes eternos, en
n corresponider cada vez más ardientemente al amor de
') Dios, eni dispensar cada vez más abundantemente la gra­
,, éia y la santidad entre los hombres.
))Es este mismo amor el que impulsa a la Iglesia a
"preocuparse constantemente del verdadero bien temporal
"de los hombres. Sin cesar de. recordar a sus hijos que
nellos no tienen una morada permanente en· este mundo,
"los alienta tam,bién,
en conformidad con la vocación, :V los
"medios de cada un10, a contribuir al bien· de sw ciuda·d te­
"rrenaJ, a promover la justicia, la paz y la fraternidad n entre los hombres., a prodigar ay,uida a sus hermanos, en
(34) ,Cfr. "Dz.-Sch.'' 1642, 1651-1654; Pablo VI, Ene. "Myste­rium Fidei".
{35) Cfr. S. Th., III, 73, 3.
S35
Fundaci\363n Speiro

536
"particidai a los más pobres y desgraciados. La inter,sa
"solicitud
de la Iglesia, Esposa de Cristo, por las necesi­
"dades
de los hombres, por sws alegrias y esperanzas, poi
"sus penas y esfuerzos, nace del gran deseo que tiene de
"estar presente entre ellos para iluminarlos con la luz de
"Cristo y fwn1tar a todos en Et su único Salvador. Pero
"esta actitud nunca podrá comportar que la Iglesia se con­
'1forme con las cosas de este muindo ni que disminuya el
"ardor de la espera de su Señor y del Reino eterno.
"Creemos en la vida eterna. Creemos que las almas de
"cuantos mWeren en la gracia de Cristo, ya las que todavi.a
"deben ser pwrificadas en el Purgatorio, ya los que desde
"el instante
en que dejoo los cuerpos por Jesús son1 lle­
nvados
al Paraíso com.o hizo con el Buen Ladrón, cons­
"tituyen el pueblo de Dios más allá de la muerte, la cual
"será
definitivamente vencida en el día de la Resurrec­
" ció-n, cuando esas almas se unirán de. nu.evo a sus cuerpos.
"Creemos
que la mtultitud de aquellos que se encu;en­
"troo reuwidos en torn-o a Jesús v a María en el Parafso
·"form11n la Iglesia del Cielo donde, en eterna bienaventu­
uranza,
ven a Dios tal como es (36) y donde se encuentran
"asociados,
en grados diversos, conJ los sawtos ángeles al
''gobierno divino ejercido por Cristo en la gloria, ínter­
" cediendo
por nosotros y ayux!,ando nuestra flaqueza me­
" dianie su solicitud fraternal (37).
"Creemos es
la comu-nrión de todos los fieles de Cristo,
"de los que aún peregrinan en la tierra, de los difuntos
"que
cwm,plen su purificación, de los bienaventurrados del
"Cielo, formando todos juntos una sola Iglesia; y creemos
"que en1 esta com,u.inión-el amor miserfrordioso de Dios v de
"los Santos escwcha siempre n,uestras plegarias, comO el
"mismo Jesús t1os ha dicho: pedid y recibiréis (38). De
"esta
form~, con esta fe y esperanza, esperamos la resu­
"rrección
de los muertos y la vida del mMndo futuro.
"¡Bendito Sea Dios, tres veces santo! Amén.
Desde la Basílica Vaticana, 30 de junio de 1968.
PAULUS PP. VI.
(Texto castellano de la Oficina de Prensa del Vaticano). Ecclesia
número 1.397, sábado 6 de julio de 1968-.
(36) Cfr. 1 lo., 3. 2; "Dz.-Sch." 1000.
(37) Cfr. "Lumen Gentium" 49.
(38) Cfr. Le., 10, 9-10; lo., 16, 24.
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