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Los acontecimientos de mayo-junio 68

LOS ACONTECIMIENTOS DE MAYO-JUNIO 68
POR
]EAN ÜUSSE'I'.
No podernos menos que hacer nuestro --totalmente-este
principio del suplemento del número 124 de J tineraires, escrito
por J ean Madiran :
"Hemos visto la Revolución. No ya a distancia histórica, en
"los libros o en e( otro extremo del mundo. Hemos visto su
"rostro cara a cara
y hemos olido su aliento. Para quienes
"habían estudiado sus métodos y Su maquinaria dialéctica, o la
"habían ya vivido hace un cuarto de siglo, se ha presentado
"como una cosa monótona, mortalmente aburrida, mecánica sin
"imprevistos, esperada. Siempre es parecida a sí misma. Y está
"descrita de antemano. La fingida comedia de la anarquía espon­
"tánea, la total
intern.t¡pción de las actividades normales, la sa­
"lida de tocio el mundo fuera de su domicilio y fuera de sí
"mismo, aunque fuera en su casa por la ubicuidad radiofónica
"o televisiva, Cada ·uno convertido sociológicamente en disponi­
"ble para cualquier cosa, el establecimiento en todos los lugares
"(los soviets en todas partes) de asambleas, comités, comisio­
"nes, la movilización en el engranaje de una intensa actividad
"verbal de discusiones y de mociones, en las que ·cada individuo
"es sacado fuera de su ser, fuera de sus lazt:is sociales naturales,
"y fuera de sus estructuras mentales, el lavado de cerebro así
"instituido, al principio sin violencia física, pero no sin coac­
" ción psico-sociológica, todo eso es el primer estadio, y se es­
"taba en trance de pasar al segundo indisociable, que es la
"constitución en tod9-s los niveles de poderes revolucionarios
"designados
por sí mismos, anóninios y tiránié:os, que es en
"todas partes la función coo~dinada de los soviets. Hemos vi-
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"'vido lo que se puede leer en Cochin y en Gaxotte, en Anton
"Ciliga y en David J. Dallin, en todos los que han hablado
"seriamente de
la Revolución de 1879 o de la Revolución de
"1917. Hemos vivido su fase inicial".
"Desde el primer momento hemos dado
"invariablemente la siguiente opinión: Esto es una revolución.
"Y añadíamos: Nadie sabe si abortará, porque hay muchedum­
''bre de revoluciones que han abortado. Precisábamos aún más:
"Que aborte o no mañana, hoy por hoy es una auténtica re­
"volución; y esta revolución es la Revolución".
* * *
N_o, nos equivoquemos. No nos ha sido concedida sino una
tregua. Debemos aprovecharla para reconstruir aquello cuya
falta hace tan frágil el orden social.
Puesto que, como nos promete D. Cohen-Bendit: "Habrán
otras explosiones. Lo importante es que ha quedado demostrada
la eficacia de los métodos revolucionarios".
La "máquina para romper la sociedad" queda. Ha retroce­
dido. Podrá incluso retroceder aún más. Pero el proceso revo­
lucionario
está desde ahora listo para lo sucesivo.
Por poco que se pase lista a las operaciones aparentemente
aisladas, queda uno
imp[esionado por la extensión y la coherencia
de este ensayo general, por la asombrosa complementariedad de
estas experiencias.
Peajes, "controles" de carretera. Anotación de los números
burante supervisada
por "piquetes" revolucionarios. Bloqueo de
las entradas y salida'.s de una población (Caen), durante varios
días.
Creación de comités revolucionarios de barrio, etc. Y tantos
otros hechos menos destacados, sin duda, que· las barricadas o
el incendio de los vehículos, pero no menos sintomáticos del
dispositivo ensayado en
el transcurso de esas semanas.
* * *
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Desde luego no ha de sorprendernos que, poco antes de este
período, algunos nos hayan escrito para mostrarnos su
· extra­
ñeza de cómo empleábamos la palabra "revolución". "Palabra
de la cual sólo las personas que hubiesen trabajado con nos­
otros", sabrían, al parecer, "la significación exacta".
Siendo así que la palabra y la idea nunca habían sido tan
difundidas. E, íncluso, por la
. pluma de clérigos que, en perió­
dicos vendidos en las iglesia~,-no. tenían reparo en evocar una
uteología de la revolución", esto es "la presencia de la revo­
lución en la Iglesia".
Emplear la palabra revolución era denunciado como ambiguo.
Pero
el Secretariado General del Episcopado-Oficina para los
no creyentes, no vacilaba
en publicar la reseña de un texto (1)
del P. Girardi en el que se dice, de la manera más natural del
mundo, que ... "la paz pasa por la Revolución" ... que "la re­
volución integral tiende a lograr una humanidad nueva" ..
Resulta,
¡pues, penoso constatar cómo incluso ciertos amigos
tienden a admitir
más fácilmente lo que viene del adversario
que lo secularmente profesado por la Iglesia.
Lo que Francia acaba de sufrir esperamos que baste para
que esos perpetuos reticentes admitan que existen fuerzas sub­
versivas que trabajan en el curso de la historia y que sus ac­
tividades constituyen un verdadero complot contra la sociedad.
* * *
Reflexiones análogas nos suscita lo que concierne a la even­
tual autononúa de las Universidades. Noción que nuru:a hemos
dejado de sostener, pese al escepticismo de ciertos amigos.
Y, sin embargo, no deja de resultar desolador observar que
ha sido preciso que tal noción vuelva a ser recogida con fines
subversivos por la Revolución para que esos mismos
amiios
por fin se hayan decidido a considerar razonable el principio
de esa autonomía y susceptible de ser aplicada con buenos re-
(1) Cfr. Permanences, núm. 48.
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sultados. Es decir, aplirable, de modo totalmente independiente
de las tesis anarquistas que
la han orquestado en estos últimos
tiempos.
* * *
No es nada sorprendente que los tecnócratas y los espíritus
con concepciones sinárquicas se nieguen o se resistan hasta
eI
extremo ·a reconocer el carácter revolucionario de los últimos
acontecimientos.
Ya que ello corresponde a la lógica... nos
atreveríamos incluso a decir : al determinismo de su mente.
Espíritu, sistema, que conducen siempre a una cuestión técnica,
a problemas de organización.
Ciertamente es normal que los acontecimientos de mayo
y junio hayan conducido a Una "dislocación política". A un
"hundimiento de la economía, la moneda y el trabajo ... ".
Lo cual nos permite sostener que J ean Madiran (2) no se
ha equivocado al afirmar que en Francia, donde
10:s dirigentes
políticos y sociales son todos de esta especie...
"un partido co­
munista que tuviera solamente quinientos militantes no nece­
sitaría ni siquiera una semana
ipara apoderarse de la totalidad
del
poder".
* * *
También parece que la gran novedad haya sido la apancion,
a la izquierda de lo que se ha acostumbrado a llamar "la ex­
trema izquierda", de una fuerza revolucionaria bastante más
poderosa de lo que se creía hasta
ahora: grupos troskistas y
anarquistas bastante disparatados y desordenados.
Esta novedad no es realmente sino una progresión norma!
de
la Revolución. Progresión que siempre se opera por una
renovación, un desbordamiento
por la izquierda, como lo pi'Ueban
(2) Op . .supra.
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las sucesiones muy conocidas de: Girondinos, Jacobinos, -Libe­
rales, Radicales, Socialistas, Comunistas ...
Es posible, pues, que hoy el fenómeno sea análogo al pro­
ducido, en la izquierda de la I y
II Internacionales, por la
aparición del comunismo moscovita.
¿ Quiere esto decir que esté condenado de ahora en adelante
a ser sobrepasado por los recién venidos?
Para contestar con certeza sería preciso un conocimiento
más profundo de lo que estos últimos son, de lo que representan,
de lo que aportan. Pero ese inventario es difícil.
Sin embargo, son posibles algunas observaciones.
* * *
La primera se refiere a algo demasiado olvidado, a que
existe cierta fuerza, cierta "intelligentsia" revolucionaria que ha
sido (en especial desde Stalin) metódicamente descartada de
los puestos influyentes y dirigentes del inmenso
aparato mos­
covita.
Fuerza e "intelligentsia" que, en una proporción aplastante,
había partici¡pado en el advenimiento del bolchevismo. Fuerza
e "intelligentsia" que es la más intensivamente subversiva, la
más eficazmente sostenida por los banqueros usuales y más co­
nocidos de la Revolución. Fuerza e "intelligentsia" que no por
eso dejó de ser separada, "désembrayés" de la gigantesca masa
de maniobra agrupada y organizada por esta III Internacional, a
la que ella había contribuido tan poderosamente a hacer triunfar.
No es, pues, inverosímil suponer que esta fuerza, esta "inte­
lligentsia se haya desde entonces esforzado en reunir, reedu­
car, revigorizar, multiplicar todo cuanto en el mundo pudiera
constiutir
un elemento revolucionario no incondicionalmente so­
metido
a Moscú.
Bastantes se han asombrado del encarnizamiento de un Stalin
todopoderoso contra
Trotzki aparentemente vencido. Stalin era
un realista.
Por consiguiente, es normal que esta fuerza, esta inteligencia,
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separada por él, se empeñe en reconquistar la dirección de una
tropa revolucionaria
más importante que el conjunto de los
crepúsculos
troskistas de los años 30. Castristas, rnaoístas, che­
guevaristas, marcusistas, sin olvidar los anarquistas
y otros re­
volucionarios, tantos elementos subversivos que no podían, que
no pueden,
dejar de interesar a la "intelligentsia" en cuestión
para su arreglo de cuentas con Moscú. _
Que la Francia degolista sea parte en la querella también
es comprensible. Posición anti-israelita tanto en Moscú como en
el Elíseo, completada por De Gaulle con su posición anti-dollar,
he ahí, sin explicarlo todo ciertamente, algo que basta para
justificar esta observación de R. Bourgine: "hay que contar ac­
tualmente
al Irgoum israelita entre los enemigos de nuestro
Presidente"
(3).
* * *
Agitaciones que es normal se produzcan a uno y otro lado
del telón de acero.
Agitaciones que, en las democracias populares del
Este de
Europa, pasan
¡por anticomunistas, bajo pretexto de que amena­
zan la autoridad de Moscú.
Agitaciones que, en los
países aún no bokhevizados, pasan
por comunistas; a pesar de que los últimos acontecimientos hayan
mostrado qué
desp,recio tenía ¡x.>r Moscú 1a "i~telligentsia" en
cuestión.
De ahí la vacuidad de la eJ cual
asistimos sencillamente a una crisis espontánea de la Ju­
ventud. Juventud que, entre nosotros por reacción contra nues­
tras estructuras, llamadas "burguesas", sería comunista, en tanto
que,
por reacción siempre espontánea, sería anticomunista detrás
del telón de acero.
Para qtiien sepa ver, contrariamente, resulta que tanto acá
como allá del telón
de acero, la revolución de esa juventud es
(3) Cfr. "Valeurs Actuelles", núm. J.646 (13 a 19 junio), pág. 10.
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singularmente UN A por su conc"ll'ión del marxismo. Concep•
ción que se burla de las disciplinas admitidas a partir de su fun­
dación por la
III Internacional.
Es por eso que la "alienación" vinculada hasta aquí por
los moscovitas a los únicos tabús tradicionales calificados de
Hburgueses es invocada desde ahora por los "enragés" contra
las
opciones, consignas, precauciones o criterios impuestos por
el Kremlin en nombre de la ·mayor y más segura eficacia re­
volucionaria (4).
Lo cual puede representar una revolución considerable en la
Revolución.
El esfuerzo de la III Internacional no tiende, efectivamente,
sino a la creación de un aparato mundial a la vez lo más sub­
versivo y lo más duradero posible. Lo que parece paradójico.
* * *
Este nihilismo doctrinal de Mafx inequívocamente anarqui­
zante fue corregido por Lenin y Stalin con esa disciplina de
hierro, ese sentido de la eficacia material que fueron y siguen
siendo característicos del comunismo soviético.
Medio siglo de progreso, violento o insidioso, ha
permitido
por lo demás a Moscú poner a punto el temible dispositivo que
es sabido.
¿ Quién sé extrañará de que el peso de la disciplina, implícita
al funcionamiento de ese dispositivo, pueda parecer demasiado
pesado a las nuevas generaciones de revolucionarios?
Queda por saber si la nueva fuerza, la nueva "intelligentsia"
revolucionaria
es capaz de sacudir, ahora o en un próximo fu­
turo, el aparato moscovita.
No seria la primera vez en la Historia de la Revolución que
una crisis violenta,
el sobresalto de algunos "enragés" se viera
(4) Nos parece muy significativo a este respecto que los criterios de
ma,yor rendimiento económico sean también netamente rechazadas
por
los chinos.
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aplastada, por algún elemento más "prudente", más verdade­
ramente eficaz, pero no menos revolucionario,
y no sería la
primera vez, que después de una fase de anarquía destinada a
dejar plaza limpia espantando al "aristócrata" o al "burgués",
la Revolución llegara a organizarse, a estabilizarse bajo apa­
riencias más tranquilizadoras.
Jugando varias cartas a la vez, se ha visto triunfar a la
Revolución en el mismo momento en que se la creyó vencida
por
el fracaso de su más burda tentativa.
Hay que fijarse, ¡pues, menos en sus proclamaciones y eti­
quetas
para comprender su juego.
Nuestros muros pueden cubrirse de banderas tricolores
y
ciertos discut sos denunciar el totalitarismo comunista; esto im­
porta poco
si, como es el caso, resulta que los hombres nuevos
introducidos en el Gobierno, las decisiones tomadas en el plano
institucional, son otros tantos avances hacia un mayor dispo­
sitivo revolucionario.
Es ésta una de las cuestiones de actualidad.
La otra pretende conocer si, detrás de los "enragés" que han
puesto en marcha
el tren, existe una organización capaz de diri­
gir la acción
después del golpe de fuerza anarquizante de estos
energúmenos encargados de despejarles el carriino.
* * *
Al llamar a la acción para realizar la unidad de la nueva
ola subversiva, Cohn-Bendit, al mismo tiempo que señala la
fórmula revolucionaria ( clásica en semejantes casos), reconoce
que esta unidad se halla por hacer.
Igual como estaba
(POr hacer en 1789.
Del mismo modo como se hallaba por hacer la víspera de
la revolución de octubre.
* *
*
Si el elemento revolucionario nuevo más resaltado es el ele-
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mento chino, el elemento revolucionario católico, incluso ecle­
siástico, no
es el menos significativo.
E)llo confirma con penosa sobreabundancia lo que uo hemos
cesado de combatir desde have veinte años: las infiltraciones
revolucionarias en la Iglesia.
Y guardamos
el recuerdo de una amonestación ep;scopal por
haber denunciado, bastante antes
de la escisión de la C. F. T. C.,
la presencia en sus filas de elementos tan roj_os corno los más
rojos.
Sin embargo, ¿ cómo negar que éste fue ciertamente el
color de la C. F. D. T. en el transcurso de esas semanas? Nueva
confirmación,
el célebre apóstrofe del comunista Florimond
Bonte, en
Lille, el 10 de abril de 1927: "En cuanto a vosotros,
demócratas cristianos, no os combatiremos. Nos sois demasiado
útiles. Si queréis ver cuál es la misión que
cwnplís, miradme.
Yo he salido de vuestras
filas. Antes de la guerra, yo era uno
de los vuestros. Después, he llegado hasta la conclusión lógica
de los
principios que me habéis enseñado. Gracias a vosotros,
el comunismo penetra donde vosotros no permitiríais entt:ar a
sus hombres: en vuestras escuelas, vuestros patronatos, vuestros
círculos de estudio y
VUESTROS SINDICATOS. Esforzaos
un poco. Todo lo que hagáis ¡para vosotros, demócratas cristia­
nos,
¡ es para la revolución que lo haréis!"
Desde entonces
1 ¿ acaso los resultados no constituyen una
prueba cierta?
Incluso
¡ han sobrepasado lo que Florimond Bonte parecía
prever
l Puesto que nada dejaba adivinar en sus frases que
incluso clérigos, curas, religiosos, desfilarían detrás de las ban­
deras rojas y negras y darían la señal de la réplica revolucio­
naria. Nada permitía adivinar
en sus frases que entre los
"cathos" de
Paris y de Angers serían las facultades de Teolo­
gía y de catequesis, no las facultades profanas con mayoría de
seglares, las que lanzarían el movimiento. Y cómo negar que el
primero en haber saludado la huelga general como una opera­
ción
de progreso casi evangélica fue el Padre dominico Car­
donnel, en su "Cuaresma" de la
Mutualité. "Cuaresma" ri.oto­
riamente autorizada por sus superiores.
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En cuanto a la J. O. C., creo que bastará transcribir aquí
uno
de los cantos propuestos en Nantes el 9 de junio de 1968
("Rassemblement de la
JOC ¡pour tout l'Ouest").
Marchons au feu, camarades. !
Marchons au feu hardiment.
Hardiment!
Par dela les barrícades
La liberté nous attend
Camarades.
Par dela les barricades
La liberté nous attend.
Brisons enfin l'insolence.
Des,
profiteurs, des richards
Des richards !
En ter.ré plantons la lance
· De notre riche étandard
Camarades.
En !erre plantons la lance.
De notre riche étandard.
Et si demain le ,peuple bouge
Aux quatre coins de la terre,
De la terre !
Flottera le drapeau rouge
· Le drapeau des prolétaires
Camarades! Flotteta le drapeau rouge
Le drapeau des prolétaires.
Así;
por lo que se puede ver, la doctrina social de la Iglesia
se expresa aquí en toda su pureza, con unos escr1ÍtP1,11os ~n la
expresión que emóciona· y sin sombra de "opciones políticas par­
ticulares"
...
A decir verdad, es preferible así.
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Hace ya tiempo que conocíamos la clase de "filete de caballo"
que nos cuelan "bajo el hielo", como lo subrayó no hace mucho,
Monseñor Webier. ¿ Cuántos lo creían? ¿ Nuestro capítulo de
"Para que El reine" sobre "La quinta columna", tan púdica-:­
mente detenido en los p~imeros años de este siglo, no lo denun­
ciaba acaso como
una odiosa perfidia?
* * *
La Revolución existe.
No obstante, muchos entre nosotros se negaban a creerlo.
Por tanto, ¡ qué bueno ha sido Dios al haberlo "dejado eii
camisa" ante nuest,ros ojos!
Lejos de lamentarnos, agradezcámosle que haya permitido
que
en el fondo de los corazones haya así quedado tan clara­
mente revelado.
Había llegado a resultar casi imposible vivir con tales cadá­
veres
en las alacenas.
Venga lo que venga, ha quedado a plena luz, de ahora en
adelante, cuál es el valor santificante de cierto conformismo ele-­
rica!.
Sin duda, no hay que rebelarse ni siquiera faltar al respeto.
Pero la negativa ha de ser rotunda, -sonriente irradiante de una
fe sin desfallecimiento aunque sin ilusiones ... ; negativa rotunda
a tomar como directriz del E,spíritu y enseñanza de la Iglesia las
consignas de "maffias" modernistas y revolucionarias que, con
o sin mandato, se
"camuflan" a la sombra del santuario.
* * *
¿ La aceleración dé la historia nos ofrece acaso desde ahora ..
la ventaja de asociar en los recuerdos de una sola memoria, lo
que antes habría habido que deducir trabajoSamente de los tes­
timonios de varias generaciones
?
Así nos ha sido dado, a cada uno de nosotros, la posibilidad
de evocar
1o que se había enseñado hace sólo unOs diez años ... y-
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por quien ... , qué catecismo fue entonces condenado ... , qué per-
sonajes están en situación ... , lo que callaron de lo que decían
ayer ... , lo que dicen hoy ... , cómo explican y justifican su com-
portamiento
...
Y desde luego, queda claro que nunca, tal vez, en la Iglesia
la desobediencia, una desobediencia decidida, paciente, insidiosa,
hábilmente calculada, haya estado más pujante, más extendida,
más honrada. Puesto que éstos, hoy, no son alabados, sino por­
que han sabido hábilmente desobedecer
durante, diez, quince,
-veinte años... ¡ Es el tono de la nueva hagiografía!
Y
estos clérigos querrían que se aplaudiese por la razón de
que ellos triunfan por doquier.
Bendigamos, pues, las jornadas, de mayo y de junio, que han
permitido ver claro en tantos puntos.
* * *
Si para batirse bien, y, por supuesto, será preciso batirse,
lo importante es
conocer bien al enemigo, hay que reconocer que
acabamos de ser colmados por la Providencia.
Queda por saber cómo han ido las cosas por nuestra parte.
Ya que si se está en el derecho de pensar que ese ensayo gene­
ral no puede dejar de ser útil a la Revolución, nada impide que
nosotros también saquemos provecho de su experiencia.
Y puesto que hemos tenido la satisfacción de constatar que
nuestras células, nuestras
"redes", tan frecuentemente mostradas
como demasiado exclusivamente
preOCL1padas por la doctrina, han
reaccionado tan bien sino mejor que tantos grupos que preten­
dían estar más orientados a "la acción".
Incluso ¡para varios amigos, la noción de "redes" ha dejado
de ser tan oscura como teórica. Ha resultado espontáneamente
vitalizada por los hechos. A la luz de la doctrina aprendida, la
dialéctica
del enemigo pronto ha sido reconocida y denunciada.
En los hechos han podido ser señalados los elementos que nues­
tros amigos no habían hecho sino estudiar hasta ahora en el
''M arxiS'ffl'i()-Leninismo".
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Es natural, por lo tanto, que las células no sólo hayan visto
desarrollarse sus "redes", sino que hayan tomado conciencia de
cuanto era posible hacer en los ámbitos más variados con esos
recursos humanos de los que se hallaban rodeadas, frecuentemente
sin saberlo.
Papel auxiliar de omnipresencia en todo
cuanto merecía ser
.-ayudado, corregido, reconfortado.
Escritos repetidos, multicopiados por millares.
Ha quedado hecha la prueba de las inmensas posibilidades
de los grupos ínfimos por poco que se haya comprendido lo
esencial de la doctrina y lo esencial del método
de acción.
En algunos días, en algunas horas, los recursos en hombres
pueden ser decuplicados y empleados. A condición de que un mí­
nimo necesario de
p,eparación garantice los buenos reflejos y la
presencia de ánimo necesaria.
Y no obstante, i cuál ha sido la estremecedora distancia entre
lo que hubiese hecho falta y lo que fue realmente posible !
En semejantes momentos es cuando los remordimientos opri­
men por no haber hecho más; por haber malgastado tiempo y
energías hasta entonces. ·
Se admira al adversario que ha sabido prepararse. Y. uno se
siente impulsado a decir, como aquél estudiante: "Si yo hubiese
sabido que un día
me encontraría ante esto, yo os aseguro que
mis «célulaS>> habrían funcionadÓ mejor" ..
Poco importan esas lamentaciones.
Lo importante es ponerse a trabajar sin demora. Trabajo
que psicológicamente se ha hecho más fácil al fulgor de los días
y las noches de mayo-junio.
¡ Bastantes se han despertado! ¡ Y algunos no han vuelto a
dormirse, aun cuando los surtidores de gasolina han vuelto a
funcionar!
Dios nos ha concedido la gracia de una seria advertencia y
de una prórroga.
¿ Tendremos el valor de aprovecharlas?
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