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¿Anticlericalismo o antiprogresismo? Fortaleza y violencia. ¿Qué es la violencia estructural? La verdad ¿ayer, hoy y mañana? Lo temporal y lo eclesiástico

ILUSTRACIONJ,.S CON RECORTES DE PERIODICOS
¿ANTICLERICALISMO O ANTcLPROGRESISMO?-FORTALEZA Y
VIOLENC!A.-¿QUE ES LA VIOLENCIA ESTRUCTIJRA[,7-LA
VERDAD ¿AYER,
HOY

Y
MA:t,¡ANAl-LO TEMPORAL Y LO
ECLESIASTICO.
Ecclesia, núm. 1526, del 23 de enero, titula su editorial Brotes de a.n~
tklericalismo, y en su primer párrafo. podemos leer ,.esta frase,:
«A este hecho lamentabl~ que ha .cobrado virulencia y agresi­
vidad en las pasadas semanas. se refirió el Secretariado de la Co­
misión Episcopal del Clero en una nota en la que, entre otras
cosas,
se decía: «Lamentamos profundamente que algunos órga­
nos de prensa, apoyándose en -el :menor incidente o noticia, favo­
rezcan una campaña que empieza a aparecer como sistemática, de
desprestigio y difamación del clero
y de los obispos.»
El referido editorial insiste en culpar a "determinadas publicaciones" y
a "ciertas minorías extremistw;''. Sin embargo, tal vez convendría aclarar
si sólo

se trata de
minorías que
agitan a
sectores má.s numerosos o si, in­
versamente,
est83 minorías son las voces que expresan lo que una gran
masa de católicos, estupefactos pero silenciosos, no se atreve a proclamar
más
que

en
determinadas concerrtr~ones masivas .. ,Muy especialmente
convendría aclatllt', también,
si este anticlericalismo se refiere en general
al clero o si sólo se circunscribe a moshar su oposición a un determinado
sector
de éste, a veces extensiva a quienes .--según el criterio de esta
nueva

especie de
anticlericales,-se callan y toleran lo que aquel sector
dice, predica, esct."ibe
y

hace.
Pero aquí estimamos que es de mayor in­
terés tratar
de profundizar un poco en el examen de las posibles causas
de ese específico anticlericalismo actual, no. profesado precisamente por
agnósticos ni. por enemigos de la religión, como antaño, sino por cató­
licos de fe acendrada.
No creemos andsr descaminados al pensar que ese anticlericalismo
ha nacido y se incrementa a la vez que otro fenómeno. Concretamente, a
la par que se ha. produddo y se difunde entre nuestro clero . el llamado
progresismo. Leemos la_ explicación de •éste ·que· formula otro editorial de
'409
Fundaci\363n Speiro

una revista, publicada por sacerdotes, "DIOS LO QUIERE", que edita
la
Hermandad Sacerdotal Española, en su núm. 8, de ene•o último:
410
« ... podríamos definir e-1 Progresismo como una herejía con b
que se han hundido la Fe y la Esperanza; porque con ella se nie•
ga-la
santidád de
la
Iglesia -Sociedad
triunfalista que ha de pedir
perdón de
sus pecados--, y

se pone en duda su eficacia para
es­
tablecer

la Caridad
y aun la Justicia si no cambia y se convierte
en
la «Nueva Iglesia,, ..
»En efecto,
el Progresismo, con una especie de buena voluntad
que no hasta para aceptar su falta de principios dogmáticos
y mo·
rales-, quiere, s-í, un orden s-ocial

y humano. Pero no basado en la
doctrina tradicional de la Iglesia, a la que juzga desfasada,
sino de
carácter

eminentemente social,
y aun socialista, SIN EL CUAL no
creen posible la
evangeli~ación del
proletariado. Ven, también, el
peligro del Comunismo, y no lo desean, Pero no ven que van por el
mismo camino,.
y esp_eran ganarle una carrera contra reloj en di­
rección a
«una» Revolución
que los progresistas creen ya nece­
saria. Esto, por

decirlo así,
en lo dogmático.
»Por razones morales, atacan el Coloniali.smo. El Progresismo
parece

ignorar las palabras de Cristo:
«Id por

todo el mundo
y
predicad el Evangelio a todas las criaturas» (Marc. XVI, 15), y
toman como un atentado contra la Libertad humana la suave in­ fluencia de la civilización
y de la Religión, que, con ·1a doctrina
de
Cristo, se lleva a todos los pueblos. Naturalmente, no niegan la
realidad de los espléndidos frutos de la Redención (aunque tam­
poco combaten a los que empiezan a negarla) ; pero para ellos no
es la Iglesia la que ha acertado a dar
al Pueblo la conciencia de
la misión redentora de la Revolución social, sino Carl_os
Marx, al
dar

al Pueblo una fuerza q:ue lamentan no tenga la Iglesia Cató­
lica, anquilosada en una espiritualidad ya trasnochada. Hay que
ir, pues, a la Nueva Iglesia ... , a nuevos Dogmas más en consonan­
cia con las «necesidades» modernas y con la «mentalidad» actual...,
a una
Mural de circunstancias que, en último término, se pliegue
dócilmente al apetito de cada uno ...
, a
una
independencia a la que
hoy tiene cada uno un derecho inalienable y total, sin querer
re~
conocer

las normas éternas de Fe
y de Moral, y sin admitir la ne·
cesidad de
una verdadera furmaci6n previa para la discusión de
principios y la admisión o rechace de sus consecuencias.
»El Progresista

no es comunista; aunque admira las virtudes
(j ! ) de éste. Es más: para no caer en la aprobación de las medi­
das violentas que
el Comunismo alienta en diversos países de su
área (Hungría, Checoeslovaquia ... ), ni verse en el peligro de caer
Fundaci\363n Speiro

en las imposiciones que achaca al Colonialismo, el Progresi_smo se
opone terminantemente a las
illi?as de
Patria, de Derecho y de
Libertad si

tras ellas se
advierte el peligro de una defensa armada
que de
ninguna manera admite, por
contraria al progreso, ya que
éste
sól,o ha de derivarse del perfeccionamiento intrínseco de la
. Humanidad.
»Cómo admiten,

en cambio,
la actuación del Comunismo en los
países sometidos detrás del «telón
de acero>, en

Angola,
ei:i el
Congo, etc., etc,, es un misterio que no tratan siquiera de explicar. »Naturalmente, mientras para el Comunismo resultan los pro­
gresistas unos maravillosos «pioneros» con su etiqueta
exterior de
católicos
y con su actuación semi-consciente de predicadores _anti­
dogmáticos,
amorales y pro-comunistas, para los Católicos tradi­
cionales -¡para los
Católicos, en una palabra!-, el Progresismo
ofrece este otro aspecto tan delicado como peligroso, no por falta
de claridad de ideas acerca de ellos, sino por los apoyos que tratan
de encontrar amparados en lo que les queda de Cristianismo.»
Toda posición humana ofrece grados diversos, de más a menos y de
menos a más; por lo tanto es normal que junto a cada una puedan de-­
tectarse otras
posiciones

que
la sobrepasen o que, sin alcanz~la, quedan
próximas a ella, aunque sin entrar en la genérica calificoción que la de~
nominación aceptada significa,
Más allá del progresismo tenemos la teología -de la violencia y un poco
más acá la condena de toda violencia aunque provenga de la autoridad
legítima.
Cuestión ésta que se pl.antea en el ámbito que específicamente interesa
a

los
seglares, por referirse de modo concreto al orden temporal, aunque,
asímismo,
en el ámbito moral y en el -religioso se sitúa, entremezclándolas,
enfire

la
virtud de la fortaileza y el pec_ado de fa violencia.
En ese ámbito, moral y teológico,. nuestros. me,e.stros -religiosos siempre
nos
habían ilustrado con claridad.
La fortaleza en

el
gobernante es una virtud en tanto la emp!ea en
defensa
del
bien común, conforme al orden natural y cristiano.
La fuerza era considerada no sólo legítima, sino obligada cuando_ se
trataba de defender aquello que era nuestra deber salvaguardar, y. del
mismo modo que
para las -personas existe una legítima .defensa, se nos
mostraba que también la hay para las sociedades y, por lo tanto, para los
Estados.
Incluso la

rebelión,
según la doctrrina de Santo Tomás, puede ser le~
gítima si tiene lugar: 1.º) Contra una opresión.injusta .-tanto más cuan-­
to más elevados sean los va.kn-es oprimidos..,...-, que comprometa grave~
mente al bien común -la religión~· la justicia, la paz- _y que no pueda
411
Fundaci\363n Speiro

sal.ve.guardarse de otro modo. 2. ª) Si ese peligro público es reconocido por
el conjutd:o de las autoridades $0Ciales y de los ftonú?res prudentes que
constituyen. el pueblo en su organización natural, y sus mejores elemen-­
tos entienden que la rebelión constituye el único remedio para evitar un
mal mayo,. 3.º) Concutrierrdo fundadas probabilidades de éxito, ea decir,
de que con esa kgítima rebelión pueda remediBt'se el mal.
Así, desde los Macabeos a nuestra Cruzada., quienes habían dado su
vida luchando con las armas en la mano por la fe -verdadera., en defensa
de sus hermanos g para la libÚtad de profesar y predicar la verdadera
religión -subrayárnoslo-habían recibido toda clase de bendiciones de
la Iglesia y de su Cabeza visible, el Papa: los cruzados., los marinos de
Lepanto, los zuavos Pontificios, etc. Pío XII en su Radiomensaje al pue-­
blo español de 16 de ab,a de 1939 p<"Odamó su cony,-atulación "por el
don de · la ~ y la victoria con que Dios se ha dignado cororu.u-el heroís-­
mo ,cristiano de vuestra fe y caridad" y recordó la bendición que Pío XI "en
los afüores mismos de la contienda, enviaba a cuantos se habían .propuesto
la tarea de defender y ;restaura-r los derechos ·de Dios y de 1a religión"
y, en la carta colectiva a los Obispos del mundo entero del Episcopado
español, de

1
de julio de 1937, explicó que se habían cumplido los requi•
sitos exigidos por Santo Tomás de Aquino:
« ... estaba en la conciencia nacional qu~ agotados ya los me­
dios legales, no
había. más recurso que· el de la fuerza para sos­
tener el orden y la paz; que poderes extraños a la autoridad teni­
da por legítima decidieron subvertir el orden constituido
e implan­
tar violentamente el comunismo;
y, por fin, que por lógica fatal
de los
hechos no le quedaba a España· más que esta alternativa:
o sucumbir en la embestida definitiva del comunismo destructor,
ya planeada ·y decretada, como
ha ocurrido en las regiones donde
no triunfó
él movimiento

nacional, o intentar; en esfuerzo titánico
de resistencia, librarse ·del terrible enemigo
y salvar los principios
fundamentales de su
vida social y de sus características nacionales.»
En cambio, es injusta -nos explicaban nuestros maestros,......., toda ·re-­
belión,
por muy ·buena fe que erróneamente tu.vieran sus adalides, si ésta
pt'etendiere
establecer unas estructuras contrarias al arden natural, utó­
picas,
como lo es la de crear u.na socied"ad sin clases, de individuos iguales,
con mecan-ismos rígidos, totalitElt'ios, que ahoguen toda

la
libertad perso-­
nal, familiar
y social., que traten de abolir el derecho de· propiedad o de
reducirlo prácticamente a nada más que un nombre. Todo -el magisterio
pontificio en materia politico--social así lo había aclarado. Los rwmbres
Mi-rari vos, Graves de cammuni, Notre oharge a;postolique, Quadragésimo
anno, Mit Brennender aorge; Di.vi.ni Redemptoris, numerosísimos mensajes
412
Fundaci\363n Speiro

de Pío XII, Ad Petris Ca!:hedram, Mater et Magistra, etc. son hitos que
guían,
sin pérdida posible, por el camino del verdadero orden s0eial cris-­
tiano.
Sin embargo, hoy vemos, por una. parte, que en ciertos ámbitos ecle-­
siásticos es discutida la virtud de la fortaleza a los gobernantes cristia-­
nos, mientras en otros se ensalza la subversión violenta contra todo orden
y en pro de socialismos totalitarios o de utopías sin desenlace previsible.
También,

en
eso, observamos graduaciones. Prescindimos de la teolo­
gía de la violencia del P. Cardonnel O. P. y de la violencia verbal de la
que usa Msr. Helder Camara al -propugnar, por igual, la no violencia tan-­
to

de quienes
ostentan el poder: como de quienes propugnan un total. cam,­
bio de estructuras que proclama justo, aunque sin concretar cómo deben
ser éstas.
V
amos a contentarnos con hacer: algunos recortes de textos publica-­
dos
en España y procedentes de autoces españoles ordenados sacerdotes
o religiosos.
El
primero -que ya comentamos en VERBO 90.-, lo tomamos de
DE.sTINO, del 25 de octubre de 1970, y de él recortamos una {rases, at.i-­
buidas por la agencia Logos al P. José María Diaz Alegria S. l., que li-­
teralmente dicen:
«El principio orientador de la ética cristiana no es la colaho·
ración de las clases, sino la sociedad sin clases. En una sociedad de clases discriminatoria, la lucha de clases -por parte de
las
clases
oprimidas-

no es contraria al cristianismo; es contrario al
cristianismo la resistencia por parte de las clases
privilegiadas>>
Rogamos al lector que relea, en las págfna.s .1003 y ss. de dicho VERBO,
los comentar-íos que noo suscitó ese texto.
Y pasemos a otro texto. Está firmado por .Ruiz · Ortiz, publicado en
MUNDO SOCIAL, núm. 121, pág. 27, publicación dirigida (JO!' religio-­
sos de u.na de las Ordenes que más se habían distinguido siempre en la
defensa de

-la
fe, que fue adalid de la Contrarreforma católica. Ha sido
reproducido

en la página 17
del 36
,,. Curso de Religión que se enseña a
rruest-.os hijos, editado por un · Instituto religióso de los que más benemé~
ritos
han

sido
para la formadón de la. juventud, en ·un libro patrocinado y
realizado por

el
lnstitu-to San

Pio X
de Salamanca, y aprobado, cum laude,
por la Comisión
Episcopal para la

Doctrina de la fe. Dice
así:
«UN MUERTO INUTIL» !Mt. 14 y 15; fr. 23; Jn.18 y 19).
«Cualquier sitio, 1965:
Han condenado a muerte a un preso político.
Se le
acusa de

lo de siempre: propaganda subversiva, organi-
413
Fundaci\363n Speiro

zación de partidos clandestinos, atentado contra la seguridad de
la nación.
»Es un nialhechor nato, nos han dicho repetidas veces. No hay
mejor castigo para él que la última pena.
»Y va a morir por defender otras ideas, por luchar por estable­
cerlas. Tal v~z en el país de al lado hubiera sido un héroe, o tal
vez sólo un delincuente
al que
se le da la oportunidad de
re.ge•
neración. Ahora es un muerto inútil. Lástima que Cristo fuera
también un ajusticiado. Lástima que en su tiempo la silla eléc­
trica se llamase
cruz ... »
Es decir, a quien murió por amor, para da:. testimonio de la Verdad,
para redimirnos y abrirnos las puertas del cielo se le compara con quien
pudo
morir por odib, intoxicado de errores y por su contumacia en tratar
de destrui!r el orden existente y abrir paso ¡quién sabe a qué!
Fin-almente, tomamos

de la propia
Ecdesia núm. 1519 de 28 de no~
viembre
de

1971, pág.
14 (2158)

el comienzo
de la primera de las nomias
de conducta en la cual dos Obispos del Norte de España, declaran en una
comentadis.'ma carta conjunta:
«Reiteramos nuestra condenación a toda clase de violencias, las
cstructurales,-Ias subversivas
y las represivas .. .»
... palabras que rw distinguen al condenar, a la par, la violencia subver ....
siva y la violeno•ón represiva ¿Hay que entender que toda la violencia
que

se
ejerza para reprimir la

violencia
sub11er.:Jiva, es igualmente injus­
ta?

¿No existe ya la legítima
defensa contra la subversión? ...
•..
palabras que también condenan la que denominan v•olencia estruc­
hlral.
Pero, ¿qué quieren significar los autores de la carta con este nombre?
Meditando

a
este respecto, hallam0s dos [JOsibles significados de

la
ex­
presión
violen-da estructural:
a) El primero, que ---creemos,......., corresponde a la doctrina reiterada­
mente

expuesta
por el mag!.sterio pontificio, significaría aquella violencia
ejercida
por el poder público, y furu:lamentalmente por el Estado, contra
las personas,
la

familia
y demás cuerpos intermedios que, en contradicción
con

el
sano principio de_ subsidiariedad, no respetase las libertades civiles
y anulase o agobiara ,aunque sólo fuera con impuestos, la

propiedad
privada.
Así, recotdamos sucintamente y sin pretendet hacer un estudio com­
pleto

ni mucho. menos:
que
Juan XXIII

en
Mater et Magistra [51-53} reiteró:
«Sigue, no obstante, en. pie y firme en la filosofía social aquel
414
Fundaci\363n Speiro

grav1s11no princ1p10 inamovible e inmutable: como no se puede
quitar
a los individuos
y darle a la comunidad lo que ellos pue­
den realizar por su propio
esfuerzo e indUBtria, así
tampoco
es
justo,

constituyendo un grave perjuicio
y perturbación del recto
orde~ quitar

a las comunidades menores o inferiores
lo que ellas
pueden

hacer
y proporcionar, y dárselo a una sociedad mayor y
más elevada, ya que toda acción de la sociedad, por su propia
fuerza y

naturaleza, debe prestar
ayuda a
los
miembros del
cuer­
po social, pero no destruirlos ni ahsorverlos.»
que el Concilio Vaticano ll en Gaudium et Spes [71~2]. explicó
una vez más:
«La propiedad privada o un cierto dominio sobre bienes exter­
no8,c

asegura a cada uno una zona indispensable de autonomía per­
sonal o familiar,
y debe ser considerada como una prolongación
de la libertad humana,
y como constituye un eiitímulo para el
ejercicio del cargo y del deber, constituye una de las condiciones
d~ las

libertades
civiles.»-
.-que
Pío XI en Quadragesimo AillllO [49 ]. refiJriéndose a León XIII
en Rerum novarum [35]¡ insistía:
«Por ello, el sapientisimo Pontífice declaró ilícito que el Es­
tado gravara la propiedad privada con exceso de tribU.tos e im­
puestos.
Pues «el
derecho de poseer bienes en privado, no ha
sido dado por la Ley, sino por la naturaleza,
y, por

tanto, la auto­
ridad pública no puede abolirlo, sino solamente moderar su uso
y compaginarlo con el bien' común.»
y que Pio XII en su R.adio--mensaje de 14 de septiembre de 1952
al
Congreso de

católicos
austríacos; clamaba:
«Es preciso impedir que la persona y la familia se dejen arras­
trar

al abismo
al que tiende a arrojarlos la socialización de todas
las
cosas, al término de la cual la terrible imagen de Lenatán lle­
gará a ser una horrible
realida-d.»
b) El segundo significado es totalmente dlstinloi diríamos incluso, con-­
trapuesto. Violencia esi'lN.tctural para fos progresistas; eclesiá.sti.cos o se-­
glaresi
es

la que
ejerce toda sociedad en la que -no impere la igualdad ab­
soluta¡ en condición, riqueza e instrucción cuando el -poder público repri-­
me la rebelión de quienes se proclaman redentores de las clases menos
4U
Fundaci\363n Speiro

favorecidas para conseguir. según afinnan. igual._arlas a las más elevadas.
Es decir, que, en este otro sentido, la violencia estructural, es la que se opo­
ne a toda revuelta que pretende instaurar la sqciedad sin clases, el igua,.,
litarismo, aunque éste .......... como repasamos en el citado VERBO 90,........, haya
sido reitet-adamente condenado por el magisterio pontificio como erróneo
y contrario a la doctrina católica, y-mostrado como utópico y socialmen~
te pernicioso f'Ot' la experiencia hi.stórica y por la propia razón humana.
Este
segundo significado tiende_ a llevar a la consecuencia de que sólo la
Revolución tiene derechos,
como vimos en las pp. 1006 y ss. del mismo
número de VERBO.
¿En cuál de estos dos sentidos es empleada, pues, la expresión violen~
cia estructural
en la referida carla? Es más: ¿fue debidamente valorada al
utilizarla?
·
Hemos ·de-pensar que sí

y
que. se
usó en sentido
correcto ..• Sin embargo,
lo qu.e entonces en su contéxto exterior estaba en juego era la condena
de uno·s ter,roristas y, entre ellos, de algún s8.(Jerdote que, como la mayoria
de aquéllos, se -,,roclamó públicamente marxista leninista en pleno juicio de
Bur~ .•. ¿Se puede comprender, pues, por lo menos en parte, el malestar
de

muchos fieles?
En estos momentos está en fuego toda nuestra civilización, y no sólo
ideológicamente. Díganlo sino nuestros hermanos del otro
lado del telón
de acero, de China, de Cuba, de Chile, de muchos lugares de Africa ...
No es, pues, de exbrañar que los dedos se vu"elvan huéspedes a muchos
buenos
cristianos al leer tantos textos, por lo menos ambiguos, como lo es,
por ejemplo, el que Ecdesia, niím. 1528, del día 6 de febrero, pone en
boca de don Luis Martínez Ferná.ndez, Secretario Doctrinal de la Comi-­
sión Episcopal para la Doctrina de la Fe, y e_n el cual, despt.l'és de decir
que "la función de la Iglesia, én cuanto tal, no es la de edificar un mundo
cristiano
..

,
añade, aunque sea entv:e paréntesis,. que:
«· •• , existe 11n solo· mundo con su historia, de donde el apelativo
«cristiano» con
su contexto
c1asista y de «ghetto» podría alienar
valores en marcha, que es necesario alcanzar al
paso: democracia,
socialización,

cultura, civilización, técnica •..
»
Se nota al faltar en otros muchos textos puntualizaciones claras, acor~
des a lo que siempre nos habia sido enseñado como doctrina .social de la
lgle.sia. Sobran

expresiones
vagas y de sentido impri-eciso, .pero que pa~
recen tener
su clave, y sobran exc-itaciones sentimentales sin orientado~
nes concretas,
en las que falta la menor llamada al ·amor y a la caridad ...
¿Acaso

todo
esto no explica. la desconfianza de tantos católicos que :se
preguntan si hasta ahora no se les habían enseflado sino errores groseros,
o bien si, por el contrario, es ahora cuando se les engafi.a, o, si más
416
Fundaci\363n Speiro

bien, se pretende hacerles creer que, en cada momento, ·1a verdad no es
sino lo que proclaman quienes pasan fX}r ser portadores de la nueva men-­
talidad religiosa, por muy en contradicción que cuanto afirman esté con
lo que ayer se dijo y con lo que se dirá mafiana?
Precismnente-tenemos a la vista un artículo, titulado EL NUEVO
ATEISMO,
debido a la pluma de José Giménez Lozano, publicado en
DESTINO del 27 de febrero, del que recortamo~ su primer párrafo,
que dice:
«En una reciente entrevista concedida a la agencia norteameri­
cana N. C. New Service, el cardenal Suenens ha dicho: «¡El Va•
ticano II está ya tan lejos!
Se cuenta que durante una r_e_unión de
la Asamblea del Episcopado francés, en la que algunos obispos
evocaban
sus recuerdos conciliares, se

oyó exclamar a un joven
obispo, nombrado hacía poco:
«¡Los viejos

están hablando de
Verdón!». Y es que,
lo queramos o no, el Vaticano II ha entrado
ya
en la
historia.»
Por mucho que el articulista pretenda explicar esta anécdota con ra-­
zones de carácter pastoral, es difícil dejar de relacionai-la c-on la muy
conocida afirmación doctrinal que el propio Cardenal Suenens deslizó en
su
entrevista de 15 de ma-yo de 1969 publicada por Informaitions Catlio­
liques Internaitionales:
«Se puede hacer una impresionante lista de las tesis enseñadas
por Roma, anteayer y ayer, como
-µnicas verdaderas,
y que fueron
eliminadas por los padres conciliares.»
¿Se comprende el escepticismo y .ltt. rebeldía d,e buena parte de nue.sirn
juventud? ¿Quiénes son los principales responsables de ello? Se nos dirá
que

lo
son· los padres qu_e .aún creen. y practiqm lo. que ayer les fue en~
señado.
Que la tienen porque no estan abiertos a "los nuevos signos de
los tiempos" y se resisten a pensar que hoy la .verdad es ya otra, que
responde a
un sentimiento, a ttn espíritu que a· sus hijos traten de in_cul-­
carles
los mismos sucesores de quienes ayer explicaban exactamente lo
que hoy aseguran que sólo era "un "cristianismo" con contexto clasista
g de "ghetto".
Fundadamente creemos que la exposición pr_eseniada por 23 obispos
españoles (
a la que,. al parecer, se adhirieron posteriomente otros, hasta
alcanzar
39 firmas)' dirigida a su Xlll Asamblea Plenaria de 1 de diciem-­
bre de 1970 -que reprodujo CIO del 1 de febrero,--,., muestra, en los pá-­
rrafos que vamos a transcribir, lo que en España piensa una gran ma>­
yoria de católicos:
417
Fundaci\363n Speiro

«Nos preocupa que las cuestiones referentes al orden temporal
vayan absorbiendo, cada día
más, las mejores energías y gran parte
del tiempo de nuestras Asambleas, y que, mientras muchos
proble ....
mas

de orden eclesial apenas merecen un examen serio
y un es­
tudio

detenido, los asuntos temporales aparezcan reiteradamente
en primer plano
y con el mayor relieve.
»Pero más que la cantidad o la insistencia desproporcionada,
nos preocupa el criterio con que se pretende conducir dichos asun­
tos. Por
una parte
se ensalza el pluralismo dentro de la Iglesia;
se tolera en
cátedras y publicaciones todo relativismo e indetermi­
nación en materias dogmáticas. (Ciertamente no se podría acusar
al Episcopado de ningún integrismo doctrinal: J Dios quiera que
no merezca
ser acusado
de incumplir su oficio de salvaguardar
el
Depósito de la· Fe!). Por otra, en cambio, se intenta dogmatizar
en campos donde prevalece
lo indeterminado y lo opinable; se
presiona continuamente para llegar a acuerdos en el área socio­
política. Nos duele que podamos dar
la impresión de que, mien·
tras nos mostremos indecisos e incapaces frente a magnos proble­
mas intraeclesiales, nos presentamos
muy resolutivos ante los pro·
blemas cuya gerencia
se sale de nuestra jurisdicción, como si pose­
yésemos fórmulas mágicas.
¿No estamos
a veces a punto de caer
en un paradójico integrismo político-aocial ?»
Un "paradójico integrismo político-social" que, también paradójica ....
mente, no defiende la doctrina social de la Iglesia, manifestada en las en­
señanzas pontificias desde -la Rerom Novarum a la Mater et Magistra,
sino unas orientaciones democratizantes y socialistas que están completa ....
mente fuera del contexto admitido por aquella doctrina, cuando no en
flagrante contradi,cción con el mismo. ..
Las transcritas palabras de los Obispos firmantes coinciden con una
petición que llega de ultramar. La formulan los Círculos Sociales Católicos
de Arequipa (Perú), que agrupan a los traba¡aoores ele dicha dudad, y se
refiere a los sacerdotes que se les envíen de España.
La
reproducimos de la revista JESUÍTAS, núm. 56, 1970-4, donde apa,­
rece
con el título Opiniones del pueblo trabajador.
418
«Por querer tanto a la Iglesia y a sus sacerdotes, nosotros les
pedimos que, en primer lugar, se mantengan «sacerdotes». Les pedimos· que nos administren ante todo el Misterio de
Dios.
No es que

queramos que se aparten de nuestros problemas. Pero
nuestro principal problema es nuestra vida espiritual. Sociólogos,
obreros, mecánicos, choferes ... ya pueden serlo otros. Lo que ne-
Fundaci\363n Speiro

cesitaqios'·-es el s~cerdote q1;1e nóS, lía)Jle de IIHos; qne nos haga
sentir·la bo°:da<{: d:e nQ.~tro Padi:é._· que_. está.~-- ·,1os._Cielos.»
«Es
preferible

que
.nos falten saéerdote.8 a qq~ vengan per:sonas
que

por su desadaptación, carácter e ideas causen más mal que
bien. Sujetos que no llegan
a captar nuestra manera de ser, o que
vienen a
ennegrecer nuestros
horizontes
JOn-los-
-nubarrones de
sus problemas
personales.>
Pero, ¡qué alivio!, ¡qué .bálsamo, sedante!, resulta ofr la voz, de los
pastores hablando como padres.
¡Qué oportuno resulta reproducir, como lo ha hecho en su lnstru-cción
Pastor:al
el Obispo de Palencia, Don Anastasio ·Granados, estas· palabr:as
del

libr:o
L'.Eglise et ·son Magistere au deuxieme· Gondle du Vatkan!
que tomamos de la xer:ocopia de fa pá{j. 1-8 ·del Boletín Oficial del' Ob'is­
pado de Palencia del 15 de febrero que CIO acompaña~ su. información
núm. 50 del '2iJ de marzo:
«El gran teólogo Philips, ha escrito: «Es cierto que para la an­
tigüedad la idea de paternidad implicaba ante.
tod:o la .. autoridad,
a
veces
la tiranía, pero en el contexto cristiano la nota de solicitud
pasa a un primer plano ... La
p~ter_nidad del
Obispo en la Iglesia,
reflejo- de
·la patetnidad

divina, es· un conjunto de amor
y de
fuerza, puesto al servicio del ·bienestar de
lo~. hijos

de Dios. Mas
este amor, delicado y
viril a U:n ~"iempo, está

en los
antípodas, tanto
de

la violencia como de la debilidad;
plisionero de

su propia mez·
quindad, el
dé~il-es

incapaz de
amar.>
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