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1968

Los mitos actuales

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El mito tecnetrónico: la automación como encrucijada

EL MITO.TECNETRONICO:
LA AUTOMACION
COMO ENCRUCIJADA
POR
I. HoMBRES, MÁQUINAS Y OTRAS COSAS.-1) Crónica.-2) Generadones
y obsolescencia.-3) De lo lógico a lo estético.
II. DEL PENSAR Y LA IN:FORMÁTICA.-1) Estructuras del pensar.-2) Un
arte de dominar.
III. SERVIDUMBRES Y ESPERANZAS,-1) De los augures a los futurólo­
gos.-2) Agonía crepuscular.
l. Máquinas frente a hombres.
"El poder de la técnica es la última meta­
morfosis del reino del César."
(NICOLAS BERDIAJWF.)
1) Robert Ramey, físico de la Westinghouse, aludió al hecho
de que, a diferencia de la primera revolución industrial, en la
que las máquinas se limitaron a aumentar la potencia de trabajo,
los computadores actuales han incrementado la capacidad inte­
lectiva.
Ya en una conferencia anterior, que tuve ocasión de exponer
ante la IV Convención Nacional de Usuarios de la Mecanización,
en el mes de abril próximo pasado, aibordé el tema del reto de
la electrónica que, al contribuir a
llevar a la sociedad al estado
calificado
por Brzezinski como tecnetrónico, plantea al hombre
el gravísimo problema
de su vicariedad por las máquinas, en
aquel aspecto que hasta
ahora se había considerado como su campo
privativo,
la tarea mental.
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/OSE MARIA CARJ3ALLO FERNANDEZ
Lo que ha acontecido en el mundo, desde el decenio de los
cuarenta, ha llevado, en efecto, a lo que ha dado en denominarse
tercera fase de
la revolución industrial, apoyada en la energía
nuclear
y la electrónica. Y ha significado un énfasis especial de
las tareas intelectivas, impulsando la creciente concentración
y
la DIRECCION POR OBJETIVOS, a través de trabajos en
equipo, en los que Chris
Argyris cree posible se base una reforma
humanizadora de las empresas.
Shannon, matemático del
MIT, al afirmar que todavía no se
había producido un pensamiento original
por una máquina, aña­
día: "pero, naturalmente, esto sucederá".
Las características de estos nuevos instrumentos, capaces de
procesos que en
gran medida parecen suplantar al hombre, han
dado lugar a una confusión y asombro que nada refleja mejor
que aquel título de De Finetti a una de sus obras "Máquinas que
piensan
y hacen pensar''.
El desarrollo de los computadores fue espectacular. Na­
cidos anteayer, en el curso de la decena de los cuarenta, comercia­
lizados sólo desde los años cincuenta,
65.000 equipos sirven ya
actualmente en Norteamérica, según datos recientemente hechos
públicos
por Pierre et Renée G-Osset (Europa cuenta con menos
de 5.000).
Las llamadas generaciones aparecen ligadas a la velocidad
de proceso:
el milisegundo en la primera; el microsegundo en
la segunda;
el nanosegundo en la tercera. Difícil es averiguar
el mañana ...
Nada más elocuente, para poner de relieve la explosión
tecnetrónica que
el caso de ese gigante "regido en pequeño" que
es la IBM, cuyo volumen de negocio aumentó en 17 veces, en
quince años, cuyos beneficios lo hicieron en veinte, en
el mismo
periodo de tiempo,
y que, en 1966 parecía monopolizar el 70 por
100 de las ventas mundiales de computadores.
La tercera generación, que puede considerarse nacida con el
computador 360 de la IBM, presentado por Watson el día 7 de
abril de 1964, aparece orientada a la universalidad, la
potencia,
la seguridad, la compatibilidad, apta para el Real Tvme, el Tele-
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EL MITO TECNETRONICO
processing y el Time Sharin,g, características que la definen, según
Demarne y Rouqueroll.
Análogas son las características
de que dotan a sus modelos
todas
las_ casas constructoras: RCA, HONEYWEL, NCR, ...
Los síntomas de una cuarta generación son ya advertibles
con la orientación a la
FIRMWARE, término en '!Xlralelo al
HARDWARE y al SOFTWARE, que alude a microprogramas
capaces de responder a las opciones de los usuarios, en memorias
rápidas a las que el programador no tiene acceso. El mejoramien­
to,
ya difícil, de los circuitos y el uso de los satélites artificiales
en
teleprocessing, a millares de kilómetros, abren perspectivas
insospechadas.
Si la primera revolución industrial dio lugar a procesos de
miseria e implicó una honda transformación social que llevó a
acciones
de explotación humana, a éxodos, a la extensión de las
áreas de dominio político
y social y a la masificación del hombre,
como recordaba en uno de sus estudios
Bertrand Rusell, es na­
tural que, en mucho espíritus, ante la profunda conmoción que
sin duda ha de provocarse con estos nuevos elementos. de acción,
haya surgido la intranquilidad y desconfianza.
Es cierto que, según el profesor Samuel, el comrputador es un
idiota ultra-rápido, aunque dota-do de una memoria fabulosa ...
Es cierto que, aun cuando resuelva problemas mucho mejor
que el hombre, pnede afirmarse que no los ha entendido.
Pero también es cierto que su seguridad y rapidez son prodi­
giosas (el 360/91, por ejemplo, es ca,praz de realizar, en minutos,
cálculos que exigirían cuatro mil afios de.
trabajo a un matemático
o cien años de labor
con calculadoras de teclado).
El hombre, advertía hace poco tiempo Schiirling, comentando
los inconvenientes surgidos en las
experiencias del Apolo VII, es
menos seguro que las máquinas.
Es el hombre lo que parece fallar.
La consigna parece ser: "e]ectronizarse o morir" ...
Y, sin embargo, el telón de fondo de las obras de N. Wiener,
especialista
y maestro en estos dominios, reflejaba una neurótica
inquietud
ante la suerte de la Humanidad.
Antes de abandonar el Pentágono, Mac
Namara advirtió, al
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limitar el uso de equipos automáticos, que, cuanto más complejo
es un sistema, tanto más fácil es que escape al control del hombre.
Refirió un cuento que escuchó de Wiener, poco tiempo antes de
su muerte: "El último Robot de la última guerra, después de
haber enviado al enemigo
la última salva de cohetes con carga
nuclear, escribió: «Misión cumplida,
guerra ganada». Cayó des­
pués en el silencio eterno, porque ya no había hombres capaces
de hacerlo
funcionar ... "
Puede afirmarse con toda seguridad, que la era de la automa­
tización se encuentra todavía en sus comienzos y que, de las
múltiples posibilidades de los computadores, sólo unas cuantas
son utilizadas, usándose en la mayoría de los casos como máquinas
de aritmetizar. Observación de Dodd sobre la que ha insistido
Paul Lambert, al preguntarse recientemente en
Le Monde, si
las empresas francesas emplean los computadores en forma ra­
cional y completa.
Cuando se habla de mecanización, dijo Dodd,
se puede estar
seguro, no obstante las espectaculares noticias sobre ella, que
el grado de automatización en realidad proyectado, en cualquier
entidad, es
más bien débil.
La subpreparación de los managers induce el subempleo de
los equipos y la difícil adaptación a las nuevas circunstancias
provoca una evidente confusión de ideas, que hace considerar
equivalente, según BaUvin, el hecho de instalar un equipo electró­
nico y la gestión automatizada.
Es de esperar, en el futuro, que sea cada vez más importante
el uso de computadores. en función activa,
y, en consecuencia,
todavía no es fácil advertir el impacto latente de la automática,
en toda su importancia.
2) La situación actual es sólo un V orspiel de los probables
desarrollos del porvenir. No obstante, son ya notables los efectos
de
la nueva tecnología sobre la ocupación y las estructuras la­
borales y directivas,
problema que llevó a la Comisión Nacional
de los Estados Unidos para la Tecr,ologfa, la Automación y
el Progreso Tecnológico a la publicación de un documentado in­
forme, que tiene varios tomos, en el que se hacen predicciones
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para los diez años consecutivos al de 1964. El informe contiene el
criterio optimista de atribuir a defectos de política económica del
Gobierno el
desempleo, por la actitnd pasiva de la acción pública,
en los
Estados Unidos, afirmando que estas causas han tenido
más influencia que los cambios tecnológicos.
No obstante, la redimensionalización de las empresas y la
reeducación profesional parecen acompañar al proceso de automa­
ción, por imponerse un cambio de estructura mental, no sólo al
escalón ejecutivo sino también,
y es lo más grave, al nivel del
managemient.
La readaptación impone el esfuerzo constante de renovación,
a cortos intervalos de tiempo, exigiendo asimilar y comprender
las dinámicas y cambiantes mutaciones técnicas. Sirva como
ejemplo la experiencia de la triple reeducación del personal de
la
IBM, en la planta de ESSONNE, en el curso de quince aííos.
Lo más grave procede, sin embargo, del proceso humano de en­
vejecimiento, que
torna rígidas las fluyentes corrientes del pen­
samiento e impone dramáticas servidumbres mentales.
Las nuevas técnicas han dado origen a nuevas profesiones que
constituyen
en sí mismas una especialización difícil de superar,
provocando cambios movedizos en la organización laboral. Y lo
peor es que la vía de acceso pasa a través de esas técnicas de
traducción del lenguaje externo al lenguaje interno de las má­
quinas y de los procesos analíticos, escalones indispensables
para
entender realmente el tratamiento electrónico de la información.
Snyder,
en uno de sus discursos, afirmó que la automación
reduce, directa o indirectamente, los puestos de
trabajo sin crear
otros; que muchos de los desempleados son incapaces de cambiar
de
tipo de trabajo y que las dificultades aumentan cuando, ade­
más de imponerse un cambio cualitativo, se exige un traslado de
residencia.
Rusakoff Hoos estima que por cada cinco puestos de trabajo
eliminados por el E. D. P. sólo se crea uno, en los Estados Unidos.
Fenómenos análogos tienen lugar en Rusia, según Sazonov. Por
el contrario, Burk y los redactores de la revista F ortune, creen
que la automación contribuirá a la creación de nuevos puestos
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JOSE MARIA CARBALLO FERNANDEZ
de trabajo, como ya sucedió con procesos anteriores de meca­
nización.
De los datos, no obstante, que maneja el propio Burck, se
deduce que las nuevas instalaciones electrónicas permitieron al
Ejército del
Aire Americano reducir sus efectivos de 212'.000 a
146.000 hombres.
A la obsolescencia del material, hay que añadir la obsolescencia
humana, problema que, además y por encima de su carácter
económico, encierra el ingrediente dramático de lo vital.
Las consecuencias en el orden laboral, cada vez más innega­
bles
y, hasta cierto punto angustiosas, han movido a estudios
sobre el desempleo de los mayores de cuarenta y cinco años, como
por ejemplo, el de los ,profesores Sobe! y Wilcok, consejeros de
la
OCDE, desempleo que arroja a una especie de muerte civil a
hombres que, en aguda frase del profesor Caffé, son demasiado
viejos
para trabajar y demasiado jóvenes para morir.
¿ Pueden fácilmente destinarse a trabajos degradados personas
todavía en pleno vigor (máxime ante el alargamiento incesante de
la vida media humana
y el mejoramiento de las condiciones de
envejecimiento)?
Se trata de una eliminación de la actividad, que obliga a
pasar, dice Charpentier, los últimos- quince o veinte años de la
vida en
una forzada inacción envilecedora, degradante y ofensiva.
La Sociedad, en su conjunto, no puede excluir de su seno a
los considerados viejos,
en·la forma usada por las empresas pri­
vadas
para rejuvenecer-sus cuadros laborales, a través de des­
pidos.
Pero la automación no sólo actúa por eliminación de
puestos de trabajo, sino también aminorando la creación de otros
nuevos.
En esta forma, los jóvenes y los ancianos, en colisión
entre sí y
con la clase madura que ocupa los puestos y tiene en
sus manos
las riendas del ,poder económico y político, está trans­
formando
las antiguas luchas de clases en luchas de generaciones,
de cuya virulencia
no es momento de hablar, pero cuya existencia
aquí y allí, a lo
largo y a lo ancho del mundo, en forma a veces
sangrienta
y beligerante, no podemos ignorar.
En noviembre de 1967, en el seno de la Asociación Lombarda,
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EL MITO TECNETR.ONICO
se celebró una reunión, bajo los auspicios del ISEO, para tratar
de los problemas de la em,P<"esa y de la Sociedad ante el impacto
de la automación y de los computadores de la tercera generación.
A través de diferentes exposiciones, optimistas unas, pesimistas
otras, resaltó, sin embargo, la necesidad de adquirir conciencia
cabal de la gravedad del reto socio-económico, diríamos, además,
h1U11ano, de la automación.
Aurel David hizo la observación de que todo trabajo, deter­
minado
por un objetivo dado desde fuera podrá ser, más pronto
o
más tarde, confiado a una máquina. Pues bien, la mayor parte
de los trabajos encomendados a los asalariados reúnen las ca­
racterísticas que los hacen adecuados paia los computadores.
3) Si los equipos electrónicos, nacidos en los campos uni­
versitarios (Harvard y Pensylvania) se hubieran limitado a faci­
litar la interpretación del mundo,
por la facilidad de su estructura
lógico-matemática,· a la que es tentador suponer soporte de lo
real, su colisión con el hombre se hubiera reducido al ámbito de
los laboratorios y cuartos de estudio.
Ya la terrible capacidad, rapidez y eficacia de los computa­
dores
eran características de por sí bastante graves, al penetrar
estos nuevos elementos en ~1 campo administrativo, por la facilidad
para suplantar al hombre en la mayoría de sus rutinarios y
mecánicos cometidos.
Pero, con la nota de sus esotéricas claves para traducir el
lenguaje prelógico y mítico externo al lógico-matemático interno,
con sus sorprendentes
posibilidades casi de ciencia-ficción, origi­
nadas por las misteriosas entrañas de un complejo de circuitos
incorn,p1°ensibles para el público, los computadores han ocupado,
con su taumaturgia, el mundo operativo,
en aparente competencia
con el managemen1t superior, provocando JX>Siblemente una revi­
sión inevitable de los hábitos de la Sociedad.
La Opera/ion Research, lo que hoy se vino a llamar Praxeo­
logía, encuentra en los computadores y en el sentido bélico-eco­
nómico
de conflicto y defensa el arma de abordaje para enseño­
rearse de eso que los ingleses denominan Business Administration
y para la adop:ión de decisiones, en general.
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Una encuesta llevada a cabo en los Estados Unidos y pu­
blicada en el A. of M. J. en 1965 respecto de las consecuencias
de la electrónica, dio como resultado: la seguridad de que los
computadores modificarán, sin duda, en amplia medida el contorno
de gran ,parte del mundo industrial; que el número de las tareas
de supervisión se reducirán; que la mayor
parte de las empresas
se
verán sometidas, durante prolongados períodos, a la readap­
tación
y al drenaje de sus equipos humanos; que será difícil el
sostenimiento
de la moral del 'Persoual y encontrar los Sta//
adecuados para las nuevas instalaciones automáticas ; que la sen­
sación de aislamiento y despersonalización en el trabajo dará
origen a numerosas neurosis y estados psicopáticos, que pueden
llegar a producir daños hasta
en las propias máquinas; que, en fin,
el
M anagerial C onitrol tenderá a una alta centralización endémica.
El cambio mental que puede exigir de los dirigentes, acaso
llegue hasta a
im¡xmer, en caso de fracasar sti flexibilidad adap­
tativa,
la sustitución de los dirigentes mismos, dijo Pasquale
Saraceno.
La facilidad del Real Time llevará a un w:magement en tiem'Po
real, del que no podrán liberarse las empresas. Hay quien dice
que, para 1970, todos los equipos habrán de trabajar en acceso
directo
y en tiempo real.
A las técnicas estructuradas han venido a añadirse las deno­
minadas heurísticas que, según Simon, dan a los computadores
la capacidad
de decidir en lo aleatorio. Estas nuevas técnicas,
unidas al
trabajo en tÍethiJX) real pueden, sin duda, cambiar 1a
faz del mundo.
Los trabajos de Simon, Newell y Shaw permitirán el razo­
namiento en función de medios y de fines.
Diebold afirmó, en uno de sus discursos ante la Universidad
de Columbia, que los cambios potenciales a que dará origen la
automación son mucho mayores de lo que se supone y acaso
exijan de la Sociedad y del hombre el replanteamiento de sí
mismos. En el mismo sentido se pronunció recientemente Le
Franc.
Un sfogan de la IBM dice que la máquiua está hecha para
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EL MITO TECNETRONICO
trabajar y el hombre para reflexionar, pero parece que el mundo
reflexivo comienza a ser invadido por las máquinas, que llegan
a muchas funciones incluso
tan aparentemente creadoras como
la poesía.
Los versos siguientes :
Sombríamente, los árboles pacíficos se
hunden
en la tarde serena. Mientras mi corazón espera,
la luna, apremiada, se detiene en silencio,
no proceden de
un poeta, sino de un corn¡putador IBM 700.
Por algo, irónicamente, un estudiante colocó en uno de los
computadores del MIT, parodiando deformada la recomendación
de las fichas perforadas, el siguiente
letrero:
"No me dobléis, no me rompáis, no me mutiléis, SOY UN
SER HUMANO."
11. Del Pensar y la Informática.
·'La Información es un nombre para el con­
tenido de
lo que se cambia en el mundo exterior
al acomodarnos a él y al hacer sentir nuestra
adaptación sobre él."
(NORBERT WIÉNER.)
1). Nadie podría soportar, dijo Devaux, de la Shell francesa,
vivir
en un U~iverso de Kafka, sin entender lo que le rodea.
Pero la organización cognoscitiva del mundo no se ha apoyado,
según la ciencia actual, a
lo largo de la Historia, en una estructura
única y de hecho ha pasado, al parecer, por diversas formas de
ejercer la grave misión de pensar y de adquirir certidWTibre.
Se han subrayado las esenciales y radicales diferencias entre
la cultura griego-apolínea; la mágica de los hebreos y los árabes;
la taoísta de China; la de los horizontes indefinidos, de Rusia ..
y la fáustica del Mundo Occidental.
Hay quien cree, como Katz, que la verdadera cultura vivió
larvada y embrionaria
durante siglos y que solamente ahora está
a
punto de manifestarse.
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JOSE MARIA CARBAUO FERNANDEZ
La forma que el llamado Mundo Occidental usó, en su in­
terpretación del mundo, partió de la fe en que el Universo
puede ser ordenado y de que existe una clasificación objetiva,
un criterio de ordenación que teduce el problema a lograr la
clasificación
''más fina posible'¡.
Claro que la organización lógico-clasificacional del Universo
dista mucho de ser
la única respuesta posible al grave menester
de preteni:ler entender el mundo.
Al lado de la pretensión de "comprensividad" lógico-clasifi­
cacional hay tipos de interpretación relacional, como la de la
cultura china, cuyo objetivo es comprender la forma de conducirse
las cosas en vez de captar su esencia y su ser. El llamado Universo
relevante se oTienta a interrogantes que incluyen al intérprete
mismo como centro y exige respuestas de orden vital.
Kaufmann aludió a las alternativas de la civilización de lo
irrisorio y la civilización promocional.
Pues bien, la COMBINA­
TORICA constituye hoy el instrumento en que se basan las cien­
cias de comportamiento, a través de las "matemáticas explicativas",
cuya aplicación praxeológica
aumenta sin cesar, gracias precisa­
mente a las capacidades de
los computadores electrónicos, que
parecen imponer, en lo que
se ha dado en denominar "segunda
Cibernética", un pensamiento relacional inevitable, con un trán­
sito de la forma lineal a las formas matricial y secuencial, que
sin duda resultan fortalecidas
por estos equipos.
No faltan opiniones que, considerando la forma matemática
del
pensar como una pura sutileza, preconizan la necesidad de
superar la dicotomía que separa el mundo cognoscivo del emo­
cional sintetizándolos en una comprensión ambivalente, a través
de "descomprometerse" de
nuestra cultura occidental.
Katz habló de la superación de la presencia de culturas alter­
nativas en una CULTURA CIENTIFICA, en la que culmine la
lógica, la matemática, la sintáctica, la semántica ...
La superación propuesta por I(atz, que exigiría adquirir cons­
ciencia del abanico de alternativas culturales posibles, a través
de la máxima información y la máxima singularidad significativa,
puede
-ser la consecuencia del reto actual de la Informática.
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EL MITO TECNETRONICO
Claro es que el pensamiento analítico no ha sido jamás sufi­
ciente
y el pensar sintético existió siempre, imponiéndose, al lado
de
1a impEcación, la "complicación" husserliana, lo que autoriza
a suponer, según algunos autores, que falta mucho camino todavía
para que las máquinas puedan vicariar al hombre en el aprendizaje
y el conocimiento.
No obstante, las posibilidades del método heurístico, el uso
del Tria! and Error y los programas inductivos en procesos beha­
voriales, parecen indicar que, en cierto sentido, las máquinas son
capaces
ya de imitar, en cierta forma, las vías del aprendizaje
humano. Estos procesos de aprendizaje podrían
un día ser com­
pletados con
una especie de horizonte de· ultimidades, de "estados
deseados".
Y, no obstante los límites que se deducen para la capacidad
de los procesos desarrollables por los computadores,, como con­
secuencia de los trabajos de Turing, Godel, Tarski, Roa Wang,
etc., la cuestión más im¡portante es
la posible modificación de
la propia forma de pensar que ,pueden inducir en el hombre los
nuevos instrumentos tecnológicos, al tender
una cortina infor­
mático-electrónica entre
él y su mundo.
Marce! de Corte habló del nacimiento de una mística de la
técnica, técnica que constituye, según Zubiri, la manera concreta
de existir entre las cosas el hombre de hoy.
Es evidente que nada comprenderemos del drama actual, si
no nos percatamos de que, ante nosotros, se desarrolla una re­
volución mental que sólo está
en sus comienws. Las formas
inéditas del pensar
y de organizar el mundo, que mañana pueden
constituir
la clave del hombre, son difíciles de prever si tenemos
en cuenta que los medios de información
soñ más influyentes en
la sociedad que el contenido mismo de los mensajes. o comunica­
ciones, como advirtió
McLuhan con clarividencia.
2).
Los medios electrónicos, unidos a las técnicas y métodos
de
la praxeologia, ponen en manos de los que dominen estos nuevos
instrumentos la
postbilidad de convertirse en dueños de la socie­
dad y del hombre.
A través de los métodos de adopción
de decisiones y las es-
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/OSE MARIA CARJJALLO FERNANDEZ
trategias de dominio, desde el nacimiento de la llamada investi­
gación operativa, ,potenciada por los computadores, se viene esti­
mulando, como advirtió Karl Deutsch,
en el prólogo a una
conocida obra de Rapoport, la inhumanidad del hombre.
Es natural que la transformación progresiva de los métodos
y de los conceptos, en esta explosión tecnológica, produzcan un
impacto notable en los mismos niveles mentales de nuestra cultura,
y que, según Raymond Aron, "el desgarramiento actual lleve en
sí, en el plano histórico, más peligros que esperanzas".
El dominio de la electrónica puede crear desequilibrios de
poder, que lleven a modificar
la estructura geopolítica y mental
del mundo. Y, precisamente en este camino, Europa parece en­
contrarse en un estado de retardo, casi, según algunos, de abdi­
cación.
Se ha hablado, así, de un gap tecnológico, al que sin duda,
habría que añadir
el gap mental y el gap social conexos a aquél.
Y sobre esto se ha escrito, desde hace tiempo: recordemos a
Alessandro Silj, a Pierre Cognard, a J. Brian, Quinn, Louis
Armand,
etc. Y sobre este tema también escribió J. J. Servan
Schreiber
el libro que todos conocéis y que constituyó un Best­
seller
el año 1967.
Pero no basta considerar la especie del chal/erige que pueda
significar una mejor preparación americana frente a Europa,
problema local de nuestro continente, porque la fundamental aporía
está en poner de manifiesto el verdadero desafío, el auténtico reto
que la nueva forma de enfocar la vida significa para el hombre
actual,
de aquí y de allá~ en resumen, del mundo. "
En un estudio sobre la obra de Schreiber, Jacques Gascuel
escribió, en Perspe~tives del día 9 de marzo del corriente año,
que la próxima
obra de dicho autor no cantaría al predominio
americano, sino su declinar. El título
que siguió no fue éste, pero
sí el de "Despertar de Francia'".
El problema del atraso tecnológico ha preocupado, evidente­
mente, a Europa, no sólo. en los escalones técnicos, sino también
en los pOlíticos.
El Almirante Rickover, al regresar de un viaje a la URSS.
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EL MITO TECNETRONICO
declaró que la carrera de mayor trascendencia estaba constituida
por la instrucción.
Que la victoria se inclinaría a aquel que pudiera
ganar este aspecto de la competencia. Y esto supondrá, sin duda,
la organización en torno a la informática, porque ésta permite un
uso más avanzado de las informaciones, extendiendo las posibili­
dades cerebrales y nerviosas del hombre.
Claro que a las afirmaciones de conquista
de Europa por Amé­
rica, para convertir sus inversiones en ella en tercera potencia
mundial, así como a la forma de plantear Schreiber el problema,
se
han opuesto políticos, técnicos y profesores universitarios,
subrayando
el peligro y la fragilidad de los diagnóstico&, basados
en
la excesiva generalización de los argumentos, del libro francés.
El salto de América, comentó Samuelson, que denominó a
Schreiber
el Galbraith francés, es menos espectacular que el mila­
groso progreso de las naciones menos que opulentas, progreso que
na-die hubiera podido esperar, dice, ni siquiera Marx, S-pencer,
Toynbee o Schumpeter ...
El .problema no reside sólo en la imitación de las tecnologías
americanas.
La peligrosidad para nuestra cultura y organización,
acaso
para el futuro del hombre en general, consisten en el pro­
blema de encontrar nuevas formas de convivencia
en una escala
armónica de valores.
Por esto el profesor Olariaga, en un reciente discurso en 1a
Academia de Ciencias Morales y Políticas, al comentar la obra de
Galbraith sobre
el Nuevo Estado Industrial, puso, de manifiesto
que
"el verdadero desafío a Europa", el verdadero encuentro con
América reside en
el asalto· a nuestra cultura, a nuestra concep­
ción de la vida social, puesta en peligro
por la oleada materialista
de las tecnoestructuras.
La salvación de Europa podrá intentarse en la unión y cola­
boración preconizadas
por Schreiber y otros autores, siguiendo
la recomendación de
Pío XII en los primeros días de la post­
guerra, que manifestaba su esperanza en que "las grandes naciones
del continente sepan hacer abstracción de sus grandezas de otros
tiempos
para alinearse en una unidad económica y política su­
perior".
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]OSE MARIA CARBAUO FEKNANDEZ
Pero el reto es más profundo. Nuevos ingredientes han apa­
recido
en el horizonte, con posterioridad a esta declaración, y
hacen nacer la inquietud ante una crisis generalizada de la civi­
lización hasta ahora vigente, que es consciente, sin duda, de que,
como advertía Paul Valery, y como todas, es mortal.
La filosofía de los valores ha dejado su puesto a la de la
felicidad primero
y, ahora, a la de la cantidad. El hombre se
enfrenta ante la imposibilidad de dedicarse al
arte de vivir y de
entender su mundo, sacrificado en
el altar material de la produc­
ción,
bajo el látigo de Cómitre de la presión del consumo.
Renée Gosset se preguntaba si no habríamos vendido, como
Fausto, el alma, y Ortega afirmaba que toda crisis se inició
con una
etapa de cinismo. Cinismo al que se refería Rapoport al
criticar la forma superficial y frívola del pensamiento contem­
poráneo, centrada en la pretensión de victoria y de dominio, orien­
tada a suplantar la convivencia
por el estímulo a la violación, el
engaño y la mentira.
La electrónica ha hecho posible el nacimiento de un arte de
someter, de métodos estratégicos
de dominar, -poseídos por tecnó­
cratas, programistas
y estrelleros de la socio-economía, expertos
en el arte de la MODELO-FIOCION.
Y, no obstante, como recordaba Julián Marías en sus Nuevos
ensayos de Filosofía:
"Hay países enteros, como la India, que siendo sin duda en
muchos sentidos desdichados, teniendo condiciones penosas que
lindan a veces con la más
opresiva miseria, tienen un fondo de
felicidad. Los rostros de la India son rostros plácidos, serenos,
mucho más felices en conjunto que los de países incomparable­
mente más prósperos y en los que la vida parece más favorable.
Lo mismo ocurre con ciertas formas de vida de nuestros países de
Occidente, que nos parecen
y son injustas, opresivas, miserables,
que proclaman una transformación radical.
Pero yo sie:m¡pre pienso
que habría que hacer esa transformación de manera que no se
pierda
el fondo último de felicidad que las impregna, porque el
hombre a veces tiene la extraña habilidad de aderezar su forma
de vida inferior, triste
y penosa, de manera que conserva un re-
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EL MITO TECNETRONICO
manso de felicidad que fácilmente se puede perturbar, se puede
destruir y
DEJAR ESA VIDA HUMANA A UNA TRISTE
INTEMPERIE CON MAS RECURSOS ... "
III. Servidumbres y esperanzas.
"Y el hombre o mujer en quienes hubiere
espíritu pithónico o de
adivinia.ción han de
ser muertos ; los apedrearán con piedras, su
sangre sobre ellos."
(L1;vfrrco, cap. 20, vers. 27.)
!). El profesor Olariaga, en la conferencia que antes hemos
aludido, dibujó
el camino que puede llevar de la técnica a la
servidumbre. Srpranger, en un artículo recogido en el libro ¿Dónde
estamos hoy! editado por "La Revista de Occidente", advertía que
los hombres tienen ya la sensación de que el timón se les ha
escapado de las manos desde hace tiempo. Jaspers habló de un
es­
tado de perplejidad del hombre actual, que no sabe a qué rumbo
debe dirigirse.
En un clima de curiosidad, a veces de ingenuo optimismo y
otras de angustioso temor, pero siempre de radical incertidumbTe,
es natural que se haya iniciado la búsqueda de métodos de cienti­
ficar el pálpito del futuro, con la pretensión de constituir en dis­
óplina aparentemente rigurosa lo ·que en los viejos tiempos
constituía tarea de augures, de chamanes
y adivinos.
En 1949 nació en la mente de Flechthein una etiqueta, la
FUTUROLOGIA, nombre que está llamado a agrupar a todo un
conjunto de métodos encaminados a avizorar el ponrenir. El lla­
mado DEL.PHI METHOD de Gordon y Helmer, que persigue
el consenso en la encuesta, alude al viejo oráculo, que superó
la prueba de Creso y una de cuyas pitonisas nos refiere Heródoto
que murió en trance.
Ciapek, Huxley, Orwell, Hoyle, Rachel, Carson ... preveían
visiones de Íncubo para el futuro del hombre. Perspectivas más
recientes
presentan, como sucede con la del Hudson lnstitute, de
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Kahn y sus colaboradores, visiones más rosadas. No obstante,
el
propio Kahn sentía el pesimismo del futuro, en trabajos an­
teriores, en los que
expuso su temor de una guerra nuclear, en su
Thinking about the Unthinkable.
Elgozy, hace poco tiempo, trataba en nna interesante publi­
cación del espinoso tema de la posibilidad
de que el hombre supere
y domine las fuerzas satánicas. que las máquinas y la tecnología
han contribuido a desencadenar.
No es necesario advertir los riesgos de cualquier predicción,
en un mundo como el tecnológico, tan dinámico, cambiante y lleno
de sorpresas impr-evisibles. Baste recordar la argumentación de
N ewcomb sobre la imposibilidad de que llegasen a volar artefactos
más pesados
que el aire, evocar la figura del Secretario de la
Academia de Ciencias de
París, perdidos sus nervios, agarrando
por el cuello a los gritos de impostor a1 presentador del fonógrafo
o, en
fin, la fragilidad de la afirmación de N orbert Wiener y
de Weaver de que jamás habría máquinas de traducir. ..
Si predecir en lo tecnológico es difícil,
¿ cómo no va a serlo
en lo social o en lo humano?
No obstante¡ la corriente futurológica lleva a celebrar fre­
cuentes reuniones internacionales, como la
de Oslo en septiembre
de 1967, o del año pasado en octubre, en
Roma que cerró Tochetti
con
el slogan: "el futuro ha comenzado ya".
De las aportaciones presentadas por los más preclaros com­
ponentes
de la futurnlogía (Behrendt, Baade, J ouvenel, Hirsch,
etc.) la
más importante, para el tema que estamos tratando fue
la de Denis
Gabor, que expuso las dificultades del trasplante de
la tecnología moderna a las
masas letárgicas del tercer mundo y
la desocupación que sigue como natural consecuencia a la auto­
mación, en los países industrialmente avanzados.
El mundo, se­
gún Gabor, se enfrenta ante la alternativa de una
ERA DEL OCIO
o de la caída inexorable bajo la tiranía de la Ley Parkinson.
La exposición de Emilio Gatti, en Roma, aludió a la dificultad
de prever las consecuencias a que dará lugar la informática, con
su alta capacidad operativa, consecuencias que resultarán agra­
vadas
por el uso cada vez más generalizado de los computadores.
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Se han propw,sto incluso Sociedades Internacionales y la crea­
ción de entidades dedicadas al
arte de futurir y se redactó un
proyecto
por un grupo americano: PROSPECTUS FOR AN
INSTITUTE OF THE FUTURE. Se trata de elerninar la des­
confianza con que se reciben por el público algunas de las futuri­
ciones realizadas
por entidades privadas, que trabajan con ánimo
de lucro.
Hermann Kahn, cabecera de los
trabajos del Hudson Institute,
nos dibuja un
cuadro maravilloso del futuro, por haber tenido el
mundo la suerte, según él, de haberse librado de los horrores de
una
guerra termo-nuclear, ahora ya poco probable, a su juicio.
No cree que se produzca la polarización de los países en pobres
y ricos y tamipoco en la permanencia de un gap cada vez más
profundo.
Cada
et114lresa en estado competitivo dispondrá del servicio
de computadores, propios o arrendados. Los computadores per­
mitirán un uso generalizado con infonnación instantánea e incluso
el servicio doméstico será electrónico. La Humanidad, declaró
Kahn en un seminario privado, en mayo de 1967, se verá liberada
de todos los trabajos rutinarios; los países disfrutarán de culturas
de base sensorial-empfrica, en vez de base trascendente ; predo­
minarán las formas de vida de las clases medias; la urbanización
social
será creciente; será mayor el nivel de instrucción y el goce
del ocio, con
una tendencia expansiva en todos los aspectos.
Claro que,
al lado de un cuadro tan paradisíaco, el propio
Kahn menciona, entre los inventos futuros, las técnicas de dominio
electrónico directo del cerebro, a
través de la localización de los
centros fundamentales del
p~acer. E,s decir, una felicidad de ar­
tificio, en un hombre degradado al nivel de un simp~e receptor
electrónico.
Sus palabras fueron: "Puede suceder que, a fines
de siglo, hayamos hecho posible llevar aparatos en el cuello,
mediante los cuales podamos lograr jugar con las sensaciones
como con
un juguete dotado de teclados de mando."
No es necesario comentar esta posibilidad de placer ... y tam­
bién, aunque Kahn no lo diga, de dominio y servidumbre a otras
voluntades, en un mundo en que acaso lo que está fallando en
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el hombre es la concepción humana del semejante y en el que
tantos acontecimientos del
próximo pasado han permitido avizorar
a qué extrañas vías ipuede llevar el primitivismo político, la
ambición económica y la paradoja ideológica.
Baade no creía posible
otro optimismo que el fundado en la
coexistencia pacífica Este-Oeste y en la afirmación del espíritu
del Sermón de la Montaña. Su pesimismo en .cuanto al porvenir
de la
Humanidad y la victoria de la locura, radicaba en la ex­
traordinaria potencia de los instrumentos, los vicios morales cantados por la Historia y la locura de los políticos.
Las limitaciones de la pretensión científica de futurir, según
expuso Richard Kaufmann en Fabricantes de Hombres, se de­
riva de que las ciencias sólo tratan detalles y no avizoran las
consecuencias de sus declaraciones, hablan sólo de lo por ellas
dominable y, en consecuencia, nada pueden decir del futuro, que
es, en sí mismo, indominable.
Aun aceptando la posible coexistencia del pasado, presente y
futuro de que habla Charon en su obra De la Física al Hombre,
¿ no seguirá siendo extraño todavía al dominio de las ciencias,
tal como hoy las conocemos, el menester del augur
?
2). Due refirió el cuento'caricaturesco de un solicitante de
empleo que, para lograr el puesto, debía tratar no con un hombre,
sino con
un robot, que dio al pretendiente el siguiente aliento:
Animo muchacho, hace dos años yo era solamente un montón de
chatarra
y ya me ves ahora, de Jefe de Personal.
Acaso esta
humorística' broma hace destacar, en forma extrema
el proceso de deshuma.nización del trabajo que se origina en la
concepción tecnocrática del presente.
Existe toda una nutrida literatura orientada a poner de relieve
la limitación de los hombres
por las máquinas, al condicio­
namiento tecnológico de
la personalidad: Mumford, Packard,
Galbraith, Fromm, White, Fred, Cooks, Riesmann, W right Milis,
Marcuse, McLuhan, etc
...
Huxley, en su BIG EAR, que constituye en cierto modo su
testamento espiritual, nos expuso su tesis de que
el mundo debe
resistir al control de las fuerzas ciegas que dirigen ya su vida.
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La omnipresencia. de las máquinas pone al hombre en situación
de angustiosa agonía (en su estricta semántica de lucha) para
construir, entre las sombras crepusculares de una civilización que
periclita, una nueva forma de insertarse en el mundo.
La clase de los robots, dij o Ducrocq, que puede abarcar repre­
sentantes
muy diferentes, provistos de órganos sensoriales de los
tipos más diversos, podrían dar origen a una cuarta especie a
inscribir mañana al lado de los mundos mineral, vegetal y animal.
Con todo
el aparente poder de que hoy dispone, en medio de
todas las riquezas de una sociedad opulenta, el hombre se siente
desorientado, perdido, superado. Como advirtió Duchet, resulta,
ahora, que
el HOMBRE DEMIURGO TIENE MIEDO.
Norbert Wiener temía que ·la apoteosis técnica de la revolu~
ción industrial moderna llevase a la desvalorización del cerebro
humano. Pues bien, la marea informática de la actualidad sumerge
ya al hombre en una avalancha de datos, que no son manejables o
reducibles a
una forma "civil" más que por las máquinas. Hasta
los "sentidos" con que se percibe e] mundo pásan hoy a través de
elementos de máquinas que exigen unos procesos de elaboraci_ón
ajenos en absoluto a la semántica humana natural, porque las
técnicas, como había advertido
Ortega y Gasset, son asesinas de
las vivencias.
Fue Forster quien dibujó el cuadro de una humanidad en­
tregada a la automación y abatida
por el peso de su complejidad,
que acaso exige
ya, como demandaba Saltzman, una intervención
pública de defensa, que evite
la destrucción de nuestro ambiente
vital.
El hombre no enlaza ya con la tlaturaleza como el amante con
su amada, sino que la viola como a
una desconocida, según la
frase
tajante y rotunda de Marce! de Corte. Hemos olido al
diablo de la máquina, se lee
en la Decadencia de Occidente de
Sepngler, porque la máquina representa
el ído~o que vicaria a
Dios destronado.
También los especialistas del
tipo de Minsky, del MIT, temen
una era dominada por máquinas inteligentes, por máquinas que
podrán, acaso, antes de diez años, conversar
con nosotros en
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forma razonable. Lo más grave de éste temor de Minsky no sería
sólo que las máquinas
pudieran sustituir nuestro pensamiento, lo
más grave sería el nacimiento de una nueva especie y forma de
pensar: fría, desapasionélda, rigorosa, inflexible, sin imaginación
pero vertiginosa, segura, sin servidumbres afectivas, sin odios,
pero sin caridad ... , en resumen, monstruosa.
Teilhard de Chardin habló de una revolución mental, reempla­
zando a la física, y Gosset llegó a temer que un día se produzca
una revolución de las máquinas, capitaneadas por un ROBOT
ESPARTACO.
Es cierto que Butler ironizó, en su EREWOHN la reproduc­
ción
autónoma de las máquinas, en crítica humorística de la obra
de Darwin sobre el desarrollo de las especies. Pero también lo
es que la
moderna BIONICA llega a resultados desconcertantes
y que nada menos que un cerebro tan científico, tan rigoroso y
tan fértil como el de von Neumann llegó a considerar en serio la
posibilidad
de que una máquina construya con elementos tomados
del contorno
otra máquina aún más complicada que ella misma.
Pero no es este el aspecto con que deseamos poner punto a
est.a
larga divagación sino llamando nuestra atención sobt"e la
problemática
que puede surgir del condicionamiento y masifica­
ción mental derivada del
uso de instrumentos que, sin duda,
más ,potentes que el hombre en general, y menos comprometidos,
acaso lleguen a crear una invisible red coactiva que someta a la
Humanidad a su imperceptible tiranía, aherrojándola en un estado
de servidumbre.
El grado de endurecimiento de los controles que se ponen en
las manos del poder con el nuevo ars~nal de instrumentos tecno­
lógicos, hace posible la
extensión del poder por el poder mismo,
convirtiendo al
hombre en objeto de todas las venturas, en víc­
tima de todos los abusos de los grupos dominantes y, en algo
todavía peor,
en una mente pasiva que soporta con alegría artifi­
cial,
ªelectrónicamente drogada" toda clase de vilezas y sumisiones.
¿ Qué dificultades se habría visto obligado a superar, en lo humano,
el Cristianismo, si medios
tan poderosos hubieran obstaculizado
la victoria de Constantino?
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Ortega advirtió que al hombre, puesto a vivir de fe en la
técnica, se le vacía la vida
y, al final de su ensimismamiento y
alteración, se preguntaba qué cuadro podría oponer nuestro mnn­
do de occidente como repertorio del alma y si no sería en este
aspecto superior el Asia profunda.
Este es el verdadero núcleo del problema, la colisión y enfren­
tamiento del humanismo y la técnica,
ya que si bien prescindir
de ésta puede significar
el estancamiento, la ausencia del primero
puede llevar al hombre al abismo de la más temible de las bar­
baries, agigantada por la potencia de los medios a límites in­
concebibles.
Es necesario volver la vista al hombre, porque las técnicas
subliminares, unidas a los instrumentos electrónicos predichos
por Kahn, podrían llevar al hombre al infierno de la estupidez
lúcida.
Por encima de todos los poderes materiales, ·más allá de todos
los logros y conquistas, hay que gritar a todos los vientos que
el hombre está por encima de sus obras, que vale más que aquello
que realiza, que
es un soporte de algo que prima sobre lo imne­
diatamente perceptible, que, a
-pesar de contradecir. en absoluto
la concepción de nuestro mundo economizante,
pagado de su ele­
vado
standard de vida, el disparate económico del voto de pobreza
y de renuncia tienen una genial grandeza, que el Padrecito de
Asís a pesar de su humana aparente insignificancia, constituye una
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