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1969

Poder y libertad

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Planificación y libertad

PLANIFICACJON Y LIBERTAD
Ponencia de
Lurs GoNZÁLEZ RooRfouxz.
Es preciso reconocer que existe un orden jurídico natural,
que
el derecho positivo no puede desconocer y que el Estado
debe respetar, bajo pena de ilegitimidad. Y este respeto debe
ser defendido de
la única manera posible: de una parte, mediante
la convicción de que ese orden natural existe y debe ser -inviola­
ble, incluso
para todos los órganos del Estado, y, de otra, me­
diante un pluralismo jurídico-político, coronado
por el Estad'o
bajo el principio de subsidiariedad, formando de abajo a arriba
por una escalonada gama de cuerpos intermedios lo más natu­
rales que sea posible.
Pierre de Calan, en su obra Renacimien1to de lms libertades
económicas
y sociales, ex.plica .la apliCación del principio de subsi­
diariedad a la vida económica, y que es como el trazo distintivo
de una economía libre.
Desde
el momento en que la finalidad de las actividades hu­
manas se sitúan al nivel del hombre, deben situarse, lo más
próximos
al hombre, los derechos y las responsabilidades. Su
transferencia al nivel de colectividades cada vez más vastas no
se justifica sino en la medida en que el hombre, en
primer lu­
gar, las colectividades primarias, en seguida, resultan
incapaces,
de satisfacer las exigencias del bien común ...
Lo esencial en todos los dominios no radica en que el Estado
no intervenga; no lo es tampoco que, en todo lugar
y en todo
tiempo, intervenga poco. Consiste en que intervenga subsidia­
riamente a la actuación, primero
de las personas, seguidamente
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LUIS GONZALEZ RODRIGUEZ
de los grupos elementales : familia, empresa, profesión, colecti­
vidades
locales (1).
Rápida y brevemente vamos a exponer sobre estas bases al­
gunas ideas acerca de la relación que debe existir entre la pla­
nificación de la economía por el Estado y la libertad de los ciu­
dadanos, integrados en dicho Estado, en el ejercicio de sus de­
rechos naturales.
El Estado está constituido por la agrupación de las personas
que en él cumplen sus necesidades naturales; corno conjunto or­
ganizado socialmente, a través de distintos cuerpos intermedios,
que designan. de
entre ellos a los individuos más idóneos para
gobernar.
La administración es el órgano, al servicio del Estado, por
el que se canaliza y ejercita la acción de gobierno. Pero el go­
bierno no es la administración; supondría una concentración de
atribucÍones que
convertirían al Estado en totalitario, en domi­
nador de todos los hilos y resortes de la nación.
Un plan debe ser un conjunto de programas dirigidos a un
doble sector: al sector público, competencia propia del Estado,
en
el que debe existir un cálcnlo perfectamente .cifrado de pro­
yectos y programas. Al sector privado, para el que el Estado sólo
¡x>drá marcar unos cauces informativos de posibilidades, orien­
tadores.
El conocimiento de las ,posibilidades y metas establecidas en
el plan permitirá al individuo y a la empresa ,preparar sus pro­
pios programas y encauzar debidamente su gestión, es decir, per­
mitirá una "acción concertada" de los cuerpos intermedios que
forman el Estado, con el poder público, que mantendrá su papel
de "experto supremo".
'~E1 error de nuestros gobiernos es confundir el gobierno con
.la administración", ha dicho ·Henri Charlier en L'Ewrope y le
Christ (2).
(1) Pierre de Calan, R'l?tUJi,ssance des libertés econom.iques et socWiles,
II, B. 2, págs .. 42 y sigs.
(2) Cfr. en VERBO, núm 55, un extracto de ese trabajo de Henri
Charlier,
con el título Error de confundir gobierno y administradón y
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PLANIFICACION Y LIBERTAD
El papel del gobierno es suscitar y proteger todas las inicia­
tivas útiles al bien
común. El papel de la administración es re­
glamentar aquella acción, buscando los caminos más sencillos
y
generales. Ciertamente son tareas .difíciles de separar, a veces, y,
cuando ello no se produce, surgen errores graves.
La .primera consecuencia de la confusión de gobierno y ad­
ministración sería la fiscalización excesiva-de la acción del ciuda­
dano,
tratando de llevarlo por el camino que el Estado de:;ea.
El Estado acabará acumulando todo el poder político y eco­
nómico
y el ciudadano quedará sojuzgado, como ocurre en los
países marxistas.
La administración tenderá a crecer en forma descomunal y
la "funcionarización" paralizará la máquina económica. El fun­
. cionario llegará a no preocuparse nada más que de hacer cum­
plir el reglamento correspondiente
y el poder decisorio quedará
en manos de unos pocos, cuya labor no podrá ser objeto de crí­
tica o corrección.
Estas serían, a no dudarlo, las consecuencias de una planifi­
cación tecnocrática a ultranza.
Es necesario tener en cuenta lo
que
Pierre Calan afirma (3): "En una economía libre, la pla­
nificación
no puede ser, ni es, la obra ni la responsabilidad del
Estado; es la obra y la responsabilidad de la Nación."
necesidad -de restG!Urar las corporaciones y los demás organismos natura­
les, pág. 361.
(3) Pierre de Calan, op. cit., ca.p. IX, A, p-ág·. 252.
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