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1969

Poder y libertad

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Comercialización en la agricultura. Entre el liberalismo y la tecnocracia

COMERCI.A.LIZACJON EN LA AGRICULTURA.
ENTRE EL
LIBERALISMO Y LA TECNOCRACIA
PTE. Jost. M.• Gn. iMORENO DE MORA.
El problema tiene demasiadas facetas para que todas puedan
ser examinadas. Tratamos de una línea general.
Cada día el éxito y la subststencia de la explotación agraria
depende menos de su productividad cuanto
de la capacidad de co­
mercialización que alcance.
Antaño la ruralidad, disponiendo de mayor autonomía, tenía
cierta independencia frente a,l mercado. Gran parte de los ense­
res necesarios a la vida campesina eran producidos por artesa­
nos rurales en el m.ismo lugar: calzado, ropa, muebles, herra­
mientas, etc. Lo cual permitía el ejercicio del canje y de nna ac­
tividad crediticia interna por pago en cosechas sin intervención
bancaria. Forzábase con ello lo que Spengler define como verda­
dera función
del dinero: el facilitar la comparación de los valores
de las cosas entre sí.
Hoy no es así. La gran industria ha hecho desaparecer el ar­
tesano local. Los suministros del campesino llegan de fuera. Se
le exige para
la compra exclusivamente dinero. El canje ha des­
aparecido, y con
el crédito se ha vuelto exclusivamente bancario
y, en muchas ocasiones, estatal. Esto ha liberado al dinero de su
función característica y ha posibilitado que acapare una nueva
función definiendo el valor
de las co.sas, no por comparación entre
ellas, sino por comparación con el mismo dinero.
Es lo que Spen­
gler
da como una de las características de los últimos momentos
de las civilizaciones antes de su desmoronamiento final.
Así, el campesino se ve apremiado a vender sus cosechas,
y
quien n.o disponga de buenos medios para vender se ve im¡xmer
precios que bajan muy por debajo del va-lar real del producto.
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Este proceso, que arranca del Iiberarlismo, con la revoludón
industrial produce entonces la reacción campesina de la coope­
rativa, que logra poner un parche durante unos decenios, defen­
diendo al agricultor del especulador, agrupando al
gran número
de los dispersos para resistir la presión del pequeño número de
compradores fácilmente reunidos.
Pero, tras el liberalismo -económico, surge el dirigismo esta­
tal,
el -cual crea la tecnocracia, que controla y dirige los precios y
los ,mercados, haciendo intervenir factores directos, como los pre­
cios de tasa (hace pocos días aplicados al pollo), e indirectos, como
importaciones
de choque y estatales (peras y manzanas de Fran­
cia), primas, aranceles, etc., que alteran el mercado por fuera de
la ley de la oferta
y de la demanda y por fuera de la misma ac­
tividad agrícola.
La oposición natural vendedor-GQmprador se convierte así en
lucha. "Se d1alectiza"; el Est.ado -juez omnipotente-arbitra, y
sólo la gestión política acaba decidiendo.
Carrera de pasillos ministeriales, sindicales y de influencias,
en la que
el sector agrario, disperso sobre un amplio territorio y
fijado a la tierra, es perdedor frente al sector comercial, que lo
expolia tranquilamente con la bendición y complicidad del Estado,
que, en
la cooperación con el comercio, logra jugosas contribucio­
nes, directas e indirectas, siempre repercutidas, en su
casi. totali~
dad, sobre la economía del ag:D~ultor. L1.. distancia entre precios
de
prü?ucción y de consumo crece vertiginosamente.
Dos reacciones surgen
en el catnJX): la primera, negativa,
abandonando las producciones excesivamente dirigidas
y expolia-
9as, buscando otras menos controladas; intervienen entonces los
precios de protección y
se produce la situación de pendulazo, por
la que se pasa bruscamente de carestía a supreproducciones,
y vi­
ceversa.
La segunda reacción es positiva, pero peligrosa: el agri­
cultor busca
el medio de ampliar su frente económico y su capa­
cidad política mediante la unión de cooperativas
y de asociaciones
agrarias; pero
el Estado, controlando la legislación de la asocia­
bilidad, pronto dicta normas
para nuclear conveninentemente es-
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COMERCIALIZACION EN LA AGRICULTURA
tas asociaciones, introduciéndose en ellas (FORPPA), o para im­
posibilitar la acción eficaz a las asociaciones libres ( casos de la
Ley de Cooperativas, que coloca en inferioridad a las uniones de
cooperativas que no tengan participación u obediencia estatal),
jugando a
,la vez con la presión que le posibilita la acaparación del
Crédito Agrícola.
En los sindicatos, la fuerza que podrían tener
los verdaderos sindicatos gremiales es anulada mediante la in­
corporación en cada sindicato de
prDductores de frutos, de comer­
ciantes, industriales
y exportadores, que anulan así la opinión del
productor (ver
el caso del Sindicato de la Vid, donde participan
los perfumistas
y cosméticos).
¿ Qué cabe pensar? El hecho del dirigismo es creciente, y lejos
de atenuarse, impondrá
la técnica del docto,-Sangrado. La Ley,
aun la redactáda en Cortes, queda lue"go, en su interpretación,
libremente al albedrío de la tecnocracia de la Administración, que
llega a aplicaciones exactamente contrarias
al espíritu de la Ley.
El fruto ya tangibJe es la creciente frecuencia de súbitas caren­
cias,
· que obligan a importaciones, y la aparición de excedentes,
que fuerzan exportaciones ruinosas,-
y, en suma, la aparición de
terroríficos déficits en nuestra balanza
.de pagos exclusivamente
agrícola, con la neta, aunque ocultada, presencia de autodesabas­
tecimiento
en productos vitales, como el azúcar, los piensos y la
carne. Y este círculo vicioso
no puede romperse fácilmente.
¿Esperanzas? Tres alternativas :
O los tecnócratas se asustan y se hacen atrás, .Jo. cual es psi­
cológicamente imposible.
O el
Estado se pone a subvencionar el campo con cantida de dinero ingentes, lo cual es económicamente imposible.
O se subsistirá continuando
el proceso y agravando paulati­
namente las situaciones, hasta que
un día, bruscamente, aparezca
una causa exterior que descubra la realidad, con una situación
de carestía grave
y, su consecuencia, el Hambre. Ese día será
previsiblemente
el que Spengler pone en paralelo con el dia de la
caída final del Impe,-io Romano.
Mientras tanto, ¡parece que se intensifioarán los esfuerzos de
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JOSE MARIA GIL MORENO DE MORA
unión económica del campo, que al presentar mayor bulto llama­
rá más la atención de los poderes centrales y, con ello, el esfuerw
del Estado por controlar y dirigir cuanto luzca bajo el sol, o sea
que estas agrupaciones
se volverán más vulnerables y sufrirán
una nacionalización socialista indirecta. Por otra parte,_ se inten­
sificará la dialectización ¡política de la oposición cllfm¡pa-la de­
más, que según Spengler, es aquélla frente a la cual todas las
demás
palidecen.
Nuestro trabajo en dos vertientes:
Inmediato: fortalecer todas las estructuras naturales dándo­
les los medios de pensamiento y de acción que quepan en la situa­
ción de cada momento.
A largo plazo: preparar las ideas claras para aplicar cuando
se consume el fracaso de la situación agrícola actual. Preparar
hombres, preparar herramientas y no desperdiciar la circunstancia
cuando llegue.
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