Índice de contenidos
1974
Santo Tomás de Aquino, hoy
- Programas
- Pláticas
-
Ponencias
-
Actual Santo Tomás
-
Santo Tomás y los problemas filosóficos de hoy
-
La idea de la «pietas» en Santo Tomás de Aquino
-
Las «leyes de la historia» ante la ciencia
-
Paulo Freire y la educación liberadora
-
La empresa, célula del orden social
-
La ley natural según Santo Tomás de Aquino
-
El método del Derecho en Santo Tomás
-
La propiedad y los planes urbanísticos
-
La inflación y su salvaguardia por el control de la moneda y el crédito
-
Municipios rurales
-
Realismo filosófico en Santo Tomás (Realismo ontológico, gnoseológico y ético-jurídico)
-
La organización municipal
-
Los principios de la política según Santo Tomás de Aquino
-
La organización de la economía y el trabajo
-
Actualidad teológica de Santo Tomás
-
Lo superfluo según Santo Tomás de Aquino
-
- Crónicas
Autores
1974
Santo Tomás y los problemas filosóficos de hoy
S&VI'O TOMAS Y LOS PROBLEMAS FILOSOFICOS
DE HOY
POR
MICHBLB FEDEBICO· SCIACCA.
l. Preámbulo.
Hace ya tiempo que para el laicismo, sobre todo para aquél que
se mantiene aún en posiciones ilumitiísticas y neoilwninísticas, se da
por cosa sabida que el medievo, a pesar de la: peoettación crírica
que ha sido
hecha para poner eo evideocia su gran fuerza trans
formadora conforme al espíritu cristiano,
·es la noche obscura ima
ginada por el Reoacimiento y el iluminismo. Es consecuente con
esto que para el Aquinatense no hay lugar en el pensamieoto mo
derno y contemporáneo. Para la
cultlltl .laicista,. Santo Tomás, teó
logo y filósofo,
es• "asunto" de curas· y frailes, de sus comeotaristas
y repetidores, asunto de seminarios; en resumen, de una rultura
muerta que la cultura .viva se siente autorizada ¡,ara ignorarla. Esta úl
tima, cuanto : más, puede interesarse y se interesa. por ~l, como uno
de tantos "productos" culturales del Medievo, como uo "documen
to" insigne
y significativo pata aquel tiempo, pero que casi nada
puede decir al hombre moderno y
de hoy. En otras palabras, el
Aquinateose puede interesar
únicamente desde uo. puoto de vista
esttictameote filológico e histórico dentro del contexto. socio-cultu
ral de su época:
uo Santo Tomás "fechado" eo su tiempo.
Esta obra de
desvalorización del Aquinatense, propia ·de los ejér
citos laicistas, han venido a. apoyarla en los últimos deceoios las
fuerzas del progresismo más o menos ·marxista ~ue en el taci
turno
fraile dominico ve un recalcitrante exponeote del feudalis
mo
y del autoritarismo intelecntal y cultural de la Iglesia, que ab·
cesttalmente esclaviza a sus miembros--y los guerrilleros de un
deterior progresismo sedicente
"católico>', los. cuales, no queri~ndo
soportar
su autoridad que les obliga ·ª peosar, con los pretextos del
"aggiornamieoto" obedieote a las variaciones. de los tiempos
(una
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especie de meteorología cultural) y del "diálogo abierto", tratan de
disminuirle
el prestigio a fin de liberarse, relegándolo al desván, del
monumento embarazoso y
sohre todo incómodo. En efecto, remen
que el Aquinatense los invite a no gritar y a disponerse más bien
humildemente a recibir y a dar la necesaria ayuda "recíproca", "para
la conquista de la verdad" nunca del todo conseguida, que se ob
tiene "de modo directo" cuando uno es "ayudado por quienes han
descubierto la verdad" -las verdades, aportadas por cada uno y
reunidas, introducen a los posteriores en el alvéolo de la gran ver
dad-y "de modo indirecto", a través de las discusiones provoca
das por los errores, que hacen brillar mejor "el esplendor de lo ver
dadero" (1). Temen también que Santo
Tomás les recuerde que para
el hombre la verdad
es una ronquista muy difíci~ que no existen
verdades fáciles sino para
los diletantes y que, por lo tanto, sólo pocas
inteligencias, y no sin errores,
alcan,an la verdad profunda, pero
nunca exhaustivamente.
No seré yo quien defienda ciertas fatigosas repeticiones de un
tomismo de tercera o cuarta mano, que por -muchos nos han afliji
do, ni ciertas maneras de presentar el pensamiento de Santo Tomás,
ni tampoco su imposición "por decreto", y sobre todo, el uso gas
tado que se ha hecho. Aquel que justamente ha sido llamado "pa
leotomismo" o "tomismo de estricta observancia" (2) de
los fieles
a
la letra de la docttina del "dux studiorum'" está muerto, y los muer
tos entierren a los muertos. Pero afirmaré, con mi pequeñez, que el
Aquinatense es una "presencia" altísima, pero hay otras, de la filo
sofía del ser,
la única verdadera filosofía; presencia siempre actual
en el sistema de la verdad, siempre enriquecida y profundizada ron
nuevas verdades, como, por otra parte, · enseña el mismo Aquina
tense, que nunca pretendió, precisamente por ser filósofo y teólogo
entre
los grandísimos, ser infalible y, menos aún, haber dado a la
humanidad la revelación filosófica definitiva, convencido romo es
taba, el que juzgó "paja" lo que habla escrito, de la debilidad, de
( 1) In Metaph., l. 11, Ject. !, c. !, núm. 287.
(2) Cfr. F. Van Steenberghen, Le reto/Ir á Saint Thoma.r a--t-il ewtore
Nn sens aujo11rd' h11l?, MoD.treal, 1967.
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SANTO TOMAS Y WS PROBLEMAS FIWSOFICOS DE HOY
la imperfección, de las lagunas de su pensamiento; y seré yo quien
sostenga que ·no es serio querer renovar todo ab imi.s para comen
zar todo desde el principio; que no es propio de filósofos ni de teó
logos considerat la verdad como algo que esclaviza y alinea y, por
ende, como la tiranía de la que es necesatio liberatse. Posiciones
como estas no tienen derecho de ciudadanía ni siquiera en el sedi
cente "pluralismo" filosófico y teológico.
No
creernos que pueda conttaponerse a esta posición -
cual se halla implícito un problema de tan atdiente actualidad como
el de las relaciones entte ttadición y progreso-la de un "retorno a
las fuentes", en el sentido de una vuelta pura y simple a Santo To
más, que es como proyectarlo fuera de su tiempo. No se ttata, en
este ni en otros casos, de "volver hacia atrás", sino de hacer, como
hizo el Aquinatense con respecto a su tiempo, que el pasado vuel
va a nosotros, que penetre en nuestra situación histórica, de tal
modo que lo hagamos "presente", "actual" y "contemporáneo" en
nosottos; y, como tal, siempre proyectado al futuro. Por Jo tanto,
no retorno al pasado, ni olvido del pasado, sino Su presencia, esti
mulante y fecunda, en el presente. Quienes sostienen -
sición muy cómoda que dispensa de todo estudio
serio-que el
pasado no sirve para aclarar, comprender y resolver nuestros pro
blemas proyectados en el futuro, eatecen del auténtico sentido his
tórico del "hoy" y del "mañana"; y ttatan de ocultar tal eatencia
disttibuyendo etiquetas de conservaduristas y de reaccionatios, fácil
ocupación que dispensa
del cansancio de pensar y de la seriedad de
un método crítico. El tiempo no es ninguno de sus tres momentos
por separado; ni tiene sentido histórico ni humano, la exaltación de
uno sólo de ellos -.a del pasado, del presente o del futuro-; es
conceder privilegios que no Jo potencian, que Jo empequeñecen; es
una patcialidad que lo "reduce" a la momentaneidad contingente o
al recuerdo en lejanía o a la espera utópica; considerat cada uno en
sí mismo como momento privilegiado, resulta inconsistente. Un pre
sente orientado
al futuro sin ¡,asado no se tiene en pie. De ahí la
fuer,:a innovadora y renovadora de la ttadición, de la cual Santo
Tomás es uno de los elementos fundamentales que la integra hacien
do que sea nuestro presente; y, como tal, es un momento vivo y
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MICHEI..E FEDERICO SCIACCA
operante de éste. Nada más infecundo de comenzarlo todo de la
nada, ex novo: en la cultura sólo la tradición es, en sí misma, pro
greso; sólo., ella tiene un futuro. Santo Tomás es la prueba de lo
que afirmo: el Aquinatense a fuerza
de manteuerse fiel a la tradi
ción
y de hacerse discípulo de todos -
los neoplatónicos, de los Padres, de los pensadores árabes y he
breos-ha sido un gran y, a veces, audaz innovador y, por eso,
más incluso que Aristóteles, de quien más que de ningón otro se
consideraba alumno en filosofía. Santo Tomás puede enseñar aún
lo que significan tradición y progreso en su siguificado auténtico,
en su relación inescindible.
Puede enseñar también lo que significa instaurar un diálogo;
en efecto, lo instauró con Aristóteles y los averroístas no para ren
dirse a la "moda"' o a la "novedad" y granjearse así la benevolencia
de los adversarios, sino para aconalarlos poniéndoles ante el muro;
a fin de recuperar todo cuanto del patriroonio aristotélico era re
cuperable para la tradición que, renovada, innovaba con es.ta nueva
aportación
cultural, haciéndose heredero para una nueva cultura sin
ceder nada
de lo esencial, ni en sus confrontaciones con el Estagiri
ta ni con
sus secuaces árabes y latinos, y con fidelidad a la Revela
ción
y a la Iglesia, depositaria infalible del mensaje. Santo Tomás es
el modelo de lo que debe ser el "diálogo", del modo como se debe
plantear
y conducir; si se quiere -"absit iniuria verbo" -del modo
como se hace "política cultural" en el sentido
más elevado de
la expresión. Pero la tradición que renueva es la platónica-neoplató
nica, que tiene como iniciador a San Agustín; por lo --tanto, Aris
tóteles y aristotelismo dentro del platonismo y de la tradición agus
tiniana, que renovada en eso, lo innova y se innova. El no haberse
tenido en cuenta hasta hace algunos decenios el fundamental com
ponente "platónico" y haber hecho del Aquinatense un filósofo aris
totélico, aunque con versión personal, ha perjudicado no poco la
vi-·
sión de la originalidad de su síntesis, la comprensión de su pensa
miento integral e incluso su actualidad; concluyendo por contrapo
nerlo a pensadores que en lo esencial no
se le oponen. Ahora las
cosas han ounbiado y siguen cambiando y, en este cambio, estí el
tomismo vivo.
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SANTO TOMAS Y WS PROBLEMAS FILOSOFICOS DE HOY
Hoy se hace la guerra a la metafísica, a la filosofía eo general
hasta amenazar la propia
integrida,d personal y el propio honor de
quieo se atreve a
hablat de ser, de verdad y de bien. Ahora bien, la
síntesis original de Santo Tomás está caracterizada por tres "pasio
nes", eo el mejor de los sentidos, que el propio Aquinareose asigna
a este término: por el ser, por la verdad, que es el mismo ser lle
vado al intelecto y por el b;en, que también es el ser llevado a · la
voluntad; por consiguiente, primado del ser y filosofía del ser por
que
sin ser no se puede háber verdad ni bieo: las tres pasiones son
una sola. De ahí la primera consecuencia, que desearíamos fuese re
cibida, hoy, como una "buena" lección de "verdad" que responde
al "ser" del hombre de siempre.
La lección es ésta: por muy vivos
y acuciantes que puedan ser, como
Jo son eo los tiempos preseores
los problemas sociales, económicos, jurídicos y políticos, no son fun.
dameotales, oo están eo la raíz. En cambio, son "radicales" los pro
blemas metafísicos y ontológicos, morales y religiosos, aquellos que
plaorean el del ser del hombre, que del mismo hombre es la verdad
y el bien, y que no puedeo recibir una respuesta exhaustiva de la
economía
oi de la política, sino de la ontología y de la metafísica,
es
decir, de una indagación sobre el ser y del ser: de una anrropo
logía filosófica que, precisamente por serlo, oo puede =rarse en sí
misma en forma
tal que redujera a sf misma incluso el problema teo
lógico, sino que por sí misma, corno búsqueda sobre el ser y del ser,
está abierta al Ser. Con este fundameom, diríamos sobre la base del
"peso"
(la densidad) de los problemas radicales y primeros, puedeo
ser afrontados con el mismo empeño los demás problemas
"segun
dos" (respecto de los primeros), de tal modo que la/~
dad de aquellos problemas primeros no juegue eo perjuicio de la
total,idad de los problemas que interesan a la compleja e 'integral
existencia del hombre eo relación con el ambieote que le circun
da, a mdo lo real,, y a Quien es el primer Principio y el Fin último
de lo creado.
Corno filósofo del ser, metafísico, Sanm
Tomás es filósofo de
la verdad, "fin último del universo"; "Primus aurem aucmr et momr
universi est
intellectus •
. . Opottet igitur ultimum finem universi esse
booum
inrellectus. Hoc aurem est veritas. Opottet igirur veritarem
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esse_ ultimum finem. rotius universi; et circa eius considerationem
principaliter sapientiam insistere"; y la sabiduría del hombre con
siste
«en un incesante estudio de la verdad". Y sdentia ver#a#s es
la metafísica, que es ciencia no de una verdad cualquiera, sino "eius
veritatis quae est origo omnis veritatis", es decir, de aquélla que
vi_erte en el "primum prin_cipium essendi omnibus", que por eso es
"dispositio rerurn in veritate sicut in esse" (3). Pero la búsqueda
del Primer Principio
es también búsqueda del Fin último, y el
fi9.-es "bonum", por eso el nombre de "'sapiente" puede -reservarse
a. quien medita acerca del fin del universo: "sapientis est causar
ultimas considerare" (4). Y sólo al hombre compete buscar la ver
d,¡d: no a Dios, que es la Verdad; no a los ángeles, que la intuyen
por_ iluminación; no a los animales incapaces puesto que carecen de
fotelecto. Por lo tanto, si el bombre renuncia a buscar la verdad re
nuncia a sí mismo, dimite de ser inteligente y racional, se niega a
sí mismo.
Sjendo esto así, querer socavar el intelecto, "auctor et motor uni
versis" para sustituirlo con la. "eficiencia", como hoy se pretende,
_equi,vale a acechar .al hombre: su "facere" no será ya un "agere",
sino una "tormenta de pedrisco que caerá dando palos de ciego··.
Sin verdad, por otra parte, el hombre se identifica con las situaciones;
pierde su ser y se ilusiona creyendo que llena el vacío con el lastre
de lo "particular", que no es
lo "concreto" porque no hay concreto
si no hay ser
y, por tanto, sin la verd,¡d y sin el bien. Negados el
ser, la verdad
y el bien, nada ni nadie puede defender al hombre
de todas las manipulaciones
y alienaciones a que se halla expuesto y,
por añ,¡didura, ninguna raz6n válida le queda para poder revelarse.
Por sí sola de nada sirve a nadie la conciencia crítica de su condición
social, pues resulta sin sentido hablar de "liberación"
... ¡ después
de haber negado la liberrad!
La contemplación no es una huida, y
el "agere"' es el fundamento del "facere" libre y constructivo, Marta
sin María no se tiene en pie.
La libertad sólo lo es en la verdad,
donde tiene su "raíz"
y en el bien que se identifica con el fin, que
es
el desarrollo del bombre integral.
50
(3) C. Gent., l. I, c. l.
(4) Ibld,
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SANTO TOMAS Y WS PROBLEMAS PIWSOFICOS DE HOY
Dicho brevemente, búsqueda de la verdad: quiere tanto amor
cuanto merece conforme
la verdad misma. De ahí la necesidad de
una
gran humildad que consiste en la conciencia constante . de lo
que se hace, que es muy difícil de
conseguir la verdad, pues es muy
fácil incurrir en errores;
en la disposición de prestar atención a toda
verdad donde quiera se halle, y en saber "escuchar" a los otros do
tados como nosotros, por don de Dios, de la luz de la inteligencia;
en
la conciencia vigilante de que la verdad no la creamos nosotros,
. sino que es participada por Dios, que es la Verdad, puesto que nos
es participado por Dios, que es el Ser, nuestro ser. En resumen, tener
presentes nuestros límites inevitables, lo que equivale a tener pre
sente al hombre en sí mismo;
la constante confrontación de nuestra
pequeñez -que, sin embargo, es todo el ser debido, y que, por esto,
es nuestra grandeza frente a la
naturaleza-con respécto a Jo in
finito del ser
y de la verdad. Por lo tanto es necesario "praesump
tionis repressio, quae est mater erroris", de tal modo que ·no per~
tenezcamos a la tropa de los "praesumentes", que creen poder "mi
surare" con el propio intelecto '"totam. rerum naturam"; de los
"aestimantes"· que es verdadero o· falso todo aquello que "eis vi
detur", sin preocuparse de cuanto "eccede" de la inteligencia hu
mana y
"totum statum praesentis vitae", excedencia que debe acep
tarse por fé y debe · aprenderse a desear. La contemplación de · los
misterios revelados aprovecha
para liberar el ánimo humano de la
presunción de los sábelotodos, de móclo tal que "ad modestam in
quisitionem veritatis perveniat" (S).
El sentido del misterio, la certeza experimentada de que
la Ver
dad escapa a
la inteligencia humana y hacia la cual, no obstante,
ésta ontológicamente tiende por
un deseo radicado en el ser del
hombre: esto
es el constante y profundo sentimiento religioso de
toda
la obra del A quina tense. La "dificultad" de ser hombre se hace
aún
más humana, cuanto más la razón se aproxima a aquellas ver
dades que le interesan en mayor grado porque conciernen al sig
nificado último de
la existencia; pero precisamente estas verdades
le escapan, aunque en cierro modo e imperfectamente puede conse-
( 5) C. Gent., l. I, c. 5.
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guir cierto conocimiento. Por eso es imposible que la última "homi
nis felicitas...
sit in hac vita"; y al Aquinatense le "duelen" los
"praeclara ingenia" que, careciendo de la fé en la revelación, han
sufrido una gran angustia (6).
2. Santo Tomás en diálogo con su tiempo.
Es ya hoy un hecho aceptado que el siglo XIII representa una
situación crucial,
tanto para la cristiandad como para la cultura cris
tiana: surge
en Occidente un nuevo modo de vivir, de pensar, de
hacer arte o poesía,
un nuevo modelo de sociedad: muere el feudo,
y la Iglesia era feudal; nacen nuevas formas de vida política y nue
vas órdenes
populares de frailes, diversas del monaquismo preceden
te
y concordes con las corporaciones y municipios; entra Aristóteles
en la Universidad de París. La Iglesia se desconcierta. Surge el pro
blema de cómo informar a lo nuevo de
espíritu cristiano, problema
en el cual innovadores, como Santo Tomás, se enfrentan con los
sostenedores b.ererodoxos de lo "nuevo", temerosos de que éste se
escape de la
mano, y con los conservadores, que creían exorcisarlo
con condenas. Santo Tomás se encuentra entre dos fuegos: la
"iz
quierda" y la "derecha". El Aquinatense no se limita a seguir al
Estagirita
ni a parafrasearlo: lo repiensa y edifica una nueva cul
tura cristial)a en una síntesis original en la cnal metafísica, ontolo
gía, antropología
y teología . forman una sólida unidad. Se puede
decir que se halla
en el centro de una crisis institucional, doctrinal
y cultural de extenso y profundo alcance. Filósofo y teólogo de ra>a,
hace suyos los problemas de su tiempo que no pierde nunca de vista
-quien le acusa de abstracción no sabe lo que es la verdadera con
creción-, sino que lo medita y resuelve dentro de los problemas
del hombre de siempre;
por lo cnal son los de aquel tiempo, pero
también de hoy
y de mañana, como son de siempre algunas de sus
profundas indicaciones
para las soluciones más adecuadas y profun
dizadas.
El filósofo "nuevo", Aristóteles, hasta que Alberto se interesó
por él seriamente, era el maestro de los infieles, entrado, hasta prin-
( 6) C. Genl., l. III, c. 48.
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SANTO TOMAS Y LOS PR.OBLEMAS PJLOSOPICOS DE HOY
cipios del siglo, en la Facultad. de Artes de París: el maestro de los
mahometanos a través del
"Comentario de Averroes", empezaba a
resultar el maestro de los herejes, incluso del propio Federico 11.
La reacción de los teólogos había provocado en 1210, en 1215 y en
1230
s61o desórdenes y huelgas en la Universidad; pero no bastaba:
era necesario no sólo que la "ciencia" no fuese abandonada en ma
nos de los adversarios de la fé, sino. que, asimiiada, se adueñase para
la ortodoxia, fuese puesta al servicio de la sabiduría divina para
vencer.ª
herejes e infieles. Esra fue la "operación cultural" en la cual,
en compañía de Alberro, se empeñó Santa Tomás, operación de apro
piación para la Iglesia, y con ella para Occidente, de la descubierta
ciencia antigua, la más elevada que hasta entonces había alcanzado la
razón humana, y a la vez de renovación de lo tradicional; en una
palabra,
operación de creación de una nueva cultura que constitu
yese una nueva fuerza para . el mundo latino y católico.
No era empresa pequeña: por una parte era preciso superar una
crisis cultural que
"históricamente" ponía a prueba el porvenir del
cristianismo
y de la Iglesia -la Facultad de las Artes de París pro
fesaba un aristorelismo radical,
un verdadero neopaganismo-; por
otra parre, al no acabarse de ayudar a los .heterodoxos y a los infie
les,
era necesario que la apropiación fuese "reoréticamente"' tal, que,
salvando los derechos de
la razón, de la cual el pensamiento aristo
télico era fruto exclusivo, no sólo no fuese contaminada la Revela
ción sino que ésra recibiera
un nuevo sostén para una teología re
novada en su integridad y confirmada dentro de la tradición de los ·
Padres. 1ln otras palabras, era preciso innovar en filosofía y en teo
logía;
pero de tal modo que la nueva filosofía no resultara en con
traste con la
teología y que la nueva teología estuviera perfectamen
re en conformidad con la Revelación y la tradición .. Santo Tomás
de Aquino, que ante
la crisis del siglo XIII s.entía estallar dentro de
(7) CTr. M. D. Chenu: lnt,-oduction 4. l'é¡ude de St. T,homas d'A-quin,
París, 1950, págs. 34 y sigs.; Moine1, Clercs, Laics. Au ca"efo11r de la vie
évangélique, en La théologie au XIII siJcle, París, 1957, J>ágs. 225 y sigs.;
St. Thomas innova/eur dans .la _creativité d'un monde nouveau, en Tommaso
d1Aq11ino ne/ 1110 VII cenlenario, Congresso. inlernazionaJe Roma.Napo/i,
17-24 abril 1974, págs. 28·31.
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sí su vocación intelectual, advirtió que su papel como pensador y
como sacerdote, era el de ponerse a la vez al servicio del saber, dig
nidad del hombre,
y al servicio de Cristo y de su Iglesia o Innovador,
sí, en roda la línea y con una· tenacidad y solidez de intención pa
rejos a
su piedad y a su humildad, "contestatatio" también, pero en
uno
y otro aspecto al servicio de la verdad de la que el hombre
es capaz, con una fidelidad incondicional a las enseñanzas de la
Revelación
y al magisterio infalible de la Iglesia (8). Con esta base
--y sólo con ésta-fue ·"aristotélico", mejor dicho, "tomó posi
ción" respecto de Aristóteles y· del Aristóteles árabe; Jo repensó, le
quitó el veneno para neutralizarlo, Jo interpretó siempre en el sen
tido más favorable a sus finalidades, aprovechando todas sus apor
taciones, hizo
"' Aristóteles en contra de aquel de Averroes y de
Sigiere; en suma, creó una filosofía nueva, que no era aristotélica,
o platónica, o neoplatónica ;o avicenizante, sino simplemente "to~
mista", sobre cuyo fundamento y con su ayuda repensó la teología.
Por
eso ni siquiera diremos que Santo Tomás sea aristotélico en
gnoseología
y no aristotélico en ética, y platónico en metafísica, y
así sucesivamente.
Si bien repito también yo que "Aristóteles descubre y Santo To
más comenta", advierto que "comenta" a partir del principio de la
creación; el cual modifica· radicalmente la metafísica aristotélica y
la concepción del ser correspondiente; el mismo principio no lo hace
depender demasiado,
como su maestro Alberto Magno, de Avicena,
Je hace profundizar la ética aristotélica, utilizar originariamente a
Platón
y a los neoplatónicos griegos, además de la tradición patrís
tica; asumir en teología
las grandes tesis de San Agustín y de Dio
nisia
purificándoles del neoplatonismo disforme de la ortodoxia, como
purificó
las tesis aristotélicas y platónicas en filosofía. "Comentador"
de Aristóteles, pero no "corruptor", según él mismo escribe, como
Averroes;
y "comentador" al mismo título de Platón frente a Par
méoides,
de Arist6teles respecto al mismo Platón, de Agustín res
pecto de Plotino.
Se puede expresar con una paradoja, que en Santo
(8) CTr. F. Van Steenberghen, Thomas d'Aquin devant. la trise d11
XIII siCcle, en Tommaso d'Aqui110 nel VII Centenario, cit., págs. 35 y si
guientes; y del mismo autor, La philosophie ,11, XIII siede, Louvain, 1966.
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SANTO TOMAS Y LOS PROBLEMAS FILOSOFICOS DE HOY
Tomás nada hay que no sea de otro, pero nada de ello hay que no
haya sido dicho de un modo original.
Por otra parte, ni siquiera son comentaristas sin ser tampoco pen
sadores originales quienes adu!terándolo se han afanado o apañado
en "reducir"
al Aquinatense a esta o aquella posición historicista o
inmanentista
-
el sombrero de tal o cual "novedad" o "moda" fuese el mejor modo
· de actuali2arlo,. una tentativa de apropiarse lo nuevo dándole una
impronta de espíritu
cristiano. No tiene sentido servirse de Santo
Tomás para adaptarlo a Kant, • Hegel, a Hussérl, etc., tratando de
conciliar
su ontología o su metafísica con la ontología moderna;
en cambio, sí que tiene sentido situarse primero en
el interior de
su pensamiento, profundi2arlo y repensarlo y después, partiendo de
esa posición que puede ser una nueva perspectiva dentro de la me
tafísica delser, concorde, pero no idéntica con la del Aquinatense, re
cuperar
instancias o exigencias de este o de aquel filósofo moderno
y dar respuestas no contrarias, ni siquiera yuxtapuestas o sobrepues
tas o superficialmente conciliadoras con respecto a la misma meta
física del ser, sino convenientes y adecuadas a ésta. El "compromi
so metafísico" es una hipótesis prohibida en filosofía. Los sincretis
mos, los eclecticismos, los irenismos son cataeterísticos de las cul
tutas decadentes que nunca son creadoras. Se "ponen al día" ("ag
giornano")
los manuales, no las grandes concepciones de la vida:
éstas se repiensan en síntesis nuevas.
3. La esencia como compuesto de materia y forma y el actu.s
essendi.
No es posible tratar en una sola comunicación de la compleja
problemática
de Santo Tomás en relación con la .de hoy. A cuanto
ya hemos dicho, añadiremos algunas consideraciones, siempre· refe
ridas a
hoy, en tomo a los conceptos de esencia y de "actus essen
di ", o de existencia.
Como es sabido, para Santo Tomás, materia y forma, separada
mente,
no son entes; el ente que existe es el compuesto de ambos
y el ser que recibe; es la. sust:;mcia o individuo o el -ente per se,. es
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decir, la forma realizada en la materia. La forma determina la ma
teria,
pero siendo universal (especie) es individualizada por aquélla.
Materia y forma, las dos primarias determinaciones del ser como
ser en -acto, no se suman ni se yuxtaponen, constituyen un compuesto
como suyos coprincipios, compuesto en el cual el acto es el prin
cipio determinante. Y, dado que el acto
es lo perfecto, resulta, de
una parte, que donde falta absolutamente la potencia, es la perfec
ción absoluta o el Acto puro que llamamos Dios,
y, de otra parte,
que la misma composición del ente concebido de potencia y acto,
que implica el movimiento
y el paso del uno al otro, incluye la limi
taeión del acto por parte de la potencia y la multiplicidad de los
entes
y, por esto mismo, la imperfección de todos los entes com
puestos (9). •
Hemos enunciado dos tesis fundamentales del pensamiento to
mista, que
para nosotros son ambas originales y de profundo siir,
nificado. ·
La primera es la de la esencia que nunca es sólo la materia ni
sólo la forma, sino el compuesto de una y de Otra: la esencia sus
tancial del hombre no es sólo cuerpo ni sólo alma, sino compuesto
de
alma y cuerpo. De ahí que cuando un hombre se halla ante otro
(9) C. Gent,, l. I, c. 28: «Unumquod.que perfectum est in quantum
est actu; quod nullo modo est potentia sed est actus purus, oportet perfec
tissimum esse. Tale autem
Dew est. Est igitur perfectissimus». CTr. tam
bién De ente et essentia, c. '.5, a. 30; De V eritalae, q. 2, aa. 1-2.
Como
es sabido, para el Aquinatense, la composición de ser y esencia
es diversa de aquella de materia
y forma, «en cuanto una. y otra resultan
de potencia y acto»: 1.2) porque la materia no es la esencia de la, cosa (con
trariamente todas las formas resultan accidentales). sino sólo una par~ de
la esencia;
2.2) porque el ser mismo no es el acto propio de la materia,
sino de
la sustancia eOtera propiamente el ser es el acto de lo que puede
dedrse existente, lo que no se puede decir sólo de la materia, sino del Com
puesto; por eso no puede decirse de la materia que existe sino de la sus
tancia; 3.2) porque ni siquiera la forma es el mismo ser, sino que la forma
es al ser en un cierto orden, en cuanto la forma se proyecta al ser como la
luz al resplandor y, por .otra parte, el ser se proyecta a la propia forma como
acto; en efecto, en el ser compuesto de materia y forma se dice, aclarán
dolo, que la forma es principió del ser porque ·es el complemento de la sus
tancia, cuyo acto es el ser mismo (C. Gent., l 11, c. 54).
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SANTO TOMAS Y WS PROBLEMAS FILOSOFICOS DE HOY
hombre, su semejante o su prójimo, no debe -por necesidad on
tológica, lógica
y moral-considerado como si sólo fuese alma o
espíritu, o sólo cuerpo
y vida II!aterial; debe reconocerlo, según di0
ría Rosmini, como lo conoce, es _decir, según su, esencia, que es a la
vez alma y cuerpo. Si sólo se preocupase del cuerpo y de las nece
sidades que le conciernen, desentendiéndose u olvidando o
negando
su alma, al mismo tiempo en que así Se comportase, estaría ".pecan
do", blasfemando contra la esencia de su semejante, le esta.ría des
conociendo;
no se estarla· dirigiendo al otro como semejante. " si
mismo, sino como a su perro o a su caballo, Del ·mismo modo, si
sólo se preocupa de su alma y de las exigencias que le son propias
desentendiéndose totalmente de
su. cuerpo, realiza un desconocimien
to contrario:
no se está dirigiendo " otro hombre, su prójimo, sino
a su ángel custodio.
En el priI!ler caso le trata como a una. bestia,
en el segundo como a un ángel, pero la esencia del hombre no es la
de la bestia, pues está dotado de un alma intelectiva, ni la de una
sustaocia espiritual separada porque su espíritu está encarnado en
un cuerpo. En el primer caso se proocupa de "engordarlo bien" con
olvido del espíritu
-riqueza e incluso "opulencia" material, en la
miseria
y en la escualidez espiritual-; en el segundo, se. olvida la
lección del buen
samaritano, se limita a "predicar" la bondad de la
perfección interior, con olvido del cuerpo que grita
en el desierto:
falsa riqueza espiritual
en la indigencia .envilecedora del cuerpo; a
nadie se le puede
pedir que sea virtuoso si primero no se le ha
colmado el hambre, escribió Dostoievsky.
La primera posición es la
del materialismo, o sea de quien niega el espíritu; la segunda es
la del espiritualismo, o sea de quien niega la. materia o el cuerpo:
dos abstractismos que dejan escapar la esencia del hombre.
Santo
Tomás enseíía -y con él todos los grandes pensadores
y escritores cristianos, auténticos intérpretes del mensaje de Cris,
to-que el hombre ha de ser reconocido y tratado por la esencia
que
es, por su quod est: como. un ente que es alma y cuerpo, sin
olvidar nunca uno de lo.s dos elementos del compuesto,, de tal modo
que siempre se entre
en relación con él teniendo presente la "pre
sencia'" concreta que es. Sólo así se le ayuda a formarse, a desarro
llarse,
a perfeccionarse en su integridad, a ser hombre en la pleni-
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tud de su dignidad, que no consiste sólo en la del alma -,muque
sea el alma intelectiva lo que nos. pone en· el vértice de la jerarquía
de
la naturaleza creada-, sino también de la del cuerpo. Si el con
cepto tomista de esencia, desarrollado
hasta el fondo, fuese siempre
aplicado,
se terminarían muchas tribunas de asamblea para la satis
facción de
todas las necesidades del cuerpo, cualesquiera que sean,
y muchas predicaciones de púlpito acerca de la miseria que se debe
ofrecer a Dios a cambio de una
buena recompensa: ni quedaría foe
ra de lugar uua doctrina social acerca del fundamento ontológico
y moral, que siempre que concurriese la buena voluntad de los
hombres, barrería afuera todos los amantamientos racionales del
hombre-cuerpo
y todos los seráficos invernaderos del hombre-espíritu.
1a;· otra tesis es 1á que distingue entre esencia y ser, con una pro
funda elaboración de textos de Avicena, que acaso sea la más ori
ginal de las especulaciones del Aquioatense y aquella que la ca
racteriza como metafísica del ser acro supremo, el primero y el úl
timo
de todo ente, en sentido ontologico y en sentido gnoseológico.
Propongamos de nuevo el concepto de sustancia
y de ente per
se, ·es decir, el· que es toda la esencia que le compete y #ene la exis
tencia recibida; es todo el ser que es, no le falta nada; en su fini
tud se halla cumplido por el ser que es, es suficiente, no depende
de algún otro ente, aunque
se halle en relación con todos. Pero es
de por sí desde el momento en que recibe su ser, <¡ue de por sí como
finito no puede
darse, ya que en 'el ente finito la esencia no es causa
de
la existencia, ni en el concepto de quidditas re halla comprendida
la existencia, sino que se le añade desde fuera componiéndose con
la esencia· misma --se puede entender lo que es el hombre e igno
rar si realmente existe-(10). Por consiguiente,· la sustancia es ente
per se no de si; es independiente por sí; es dependiente en cuanto
no es de sf: es ser autónomo por el ser que es, pero es en relación
a Dios que le da ·el ser, es de una· suficiencia no autosuficiente. Como
tal
es ser "dialéctico", es decir, por estatuto ontológico, en relación
a los otros
entes y en relación al Ser, pero owo que el Ser, principio
de· su actus essend;,·y, como otro,)es por-sí. Por lo tanto la sustancia,
(10) De Subst. ,epa,., c. 3 y 4.
,s
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SANTO TOMAS Y LOS PR.OBLEMAS PILOSOFICOS DE HOY
suficiente a sí misma por exi,stir y en ese sentido existente en ra
zón de sí, precisamente porque es inescindible por sí y no de sí, es
un ser a la vez por sí y por el Ser que le da el ser. Al ser no de
s~ sino del Ser que es otro que él, resulta que su ser totalmente por
sí
le vincula a ser absolutamente por el Ser, por el cual su ser, fiel
al orden del ser, si actúa perfectamente por sí solo si, en relación
a
sus semejantes y a las cosas, se actúa por el Ser. Esta es la SUS·
rancia en la estática de su ser por sí, o en su estruetura ontológica
y en su dinámica. Tal proceso, en el ámbito de la naturaleza, s6lo
en el hombre se eleva al grado superior de la conciencia refleja.
El dinamismo comporta el tránsito o el devenir, y, por eso, es
propio del ente finito · e inherente a sus límites, el tránsito de la
potencia o del poder-ser al acto, de la "capacidad de acto" a su rea·
.
Iización, o a lo que es; la potencia es en relación al acto, y el
último acto es el mismo ser o el e,, perfección del ente finito (11).
Pero
si el acto es la perfección o el cumplimiento en su orden, la
composición potencia-acto es signo de imperfección (12), no en el
sentido de que el ente finito sea imperfecto en su estructura onto·
lógica, sino en
el otro sentido de qne, no siendo acto en acto, va
haciéndose
el ser que es en potencia; hecho ya el ser que es, es
perfecto por sí, pero es imperfecto con respecto· al Ser que no de
viene, que es el Acto puro. La misma composición del ente finito,
si nos referimos al hombre, implica por consiguiente el movimiento
o
el hacerse a sí mismo en el mundo según el orden de su ser, y
de ahí su empeño, en el orden del. conocimiento y de la acción, no
por
el éxito o la riqueza o el poder, sino por la perfección o plena
actuación de sí
mismo y por la de sus semejantes; pero como ente
que no es de sí está llamado en el mismo · interior de su dinamis
mo a hacerse en el mundo, pero no para el mundo, sino para el
Ser del que ha recibido y recibe el acto de ser.
Esm exposición responde a la exigencia humanística y la satis·
face, rechazando al mismo tiempo toda forma de humanismo abso·
(11) In Mel., l. V, lect. 14, 9,4 y sigs.
(12) Contra Gent., l. I, c. 28: «Unumquodque perfectum est inquan·
tum in actu·; imperfectum autem secu.ndu.m quod est pote:Otia cum 'privátion,e
actus».
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luto (laicismo), como aquel que, negando el Ser como principio de
los seres,
naturaliza al hombre; desde el momento en que se ilusio
na elevarlo, con
es(!) mismo, lo consigna a la nada, a la desespera
ción.
En cambio, segón el humanismo tomista, corresponde al hom
bre,
junto con su prójimo, hacerse en el mundo todo el ser que es
como ente finito autónomo, asumir toda la responsabilidad de ente
pensante, cognosciente, agente segón el orden del ser, pero advirtien
do que,
al mismo tiempo que se realiza y se cumple como ser por s~
tiene su cumplimiento, en cuanto ser no de sí, en · Dios como fin
último.
El pensamiento moderno y contemporáneo, en forma de "lai
cismo" o de Jmmaoismo absoluta, lo -reduce todo a antropología;
es el propio hombre quien responde --y el saber universal en su
progreso ¡ tiene o tendrá una respuesta para todo!-a la pregunta
acerca del ser del
hombre.' En realidad, el ser del hombre es nega
do en cuanto
es negada la ontología por esta antropología, que sólo
es antropología del hamo faber; que tiene temor de encontrarse
con el ser, que siente repugnancia, rematada de terror, al hamo me
taphysicus; que por eso se halla condenada a ilusionarse, so pena
de desesperación, con la idea de que el hombre es el fundamento y
el fin de sí mismo, y no por participación del
Ser, confiando el
resultado de tal fin a la obra científica y técnica del hombre mismo
mediante una perfecta
organización sociopolítica. Así resulta arrin
conado el problema
·del hombre en cuanto hombre o ente finito por
participación, del hombre de
todos los tiempos, que no lo es fuera
del tiempo, que no lo
es sin el tiempo y al que sólo la participa·
ción del
Ser sustrae al tiempo y le hace emerger de la historia. Por
esto Dios está ausente de una mera antropología, pero precisamen
te por esto también está ausente de ella el hombre real, como dice
Santo Tomás, integral, como decimos nosotros. Fundamento de la
antropología
y de la ontología, y objeto de la teología es sólo Dios
y no el hombre, en cuanto ésta estudia todo bajo el ángulo de Dios,
de "El que es", que testimonia de sí en Cristo, el Verbo su Hijo
unigénito, que llama al hombre a su fin, a su auténtico conocimien
to escatológico, pero si Dios no es la razón del mundo: la razón de
Dios
es Dios mismo.
60
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SANTO TOMAS Y WS PROBLEMAS FIWSOFICOS DE HOY
No hablo ya del "primado del acro de existir" sobre la esen
cia, como afirma un tomismo más reciente en conttaposición a un
tomismo precedente -pero que también es de hoy-, que conce
día el primado a la esencia sobre la existencia; no hablo de pri
macía ni de la una ni de .la otta en relación al ente finito o creado,
dado que es (existe) aquéllo que es
por la unión de los dos términos
que lo constituyen en ser.
La primacía existe si el acro de ser es
referido a Dios,
eso es a Quien da el ser, pero no hay tal primacía
respecro de la esencia en cuanto en la mente de Dios ésta está desde
siempre, ni tampoco en relación a
la esencia pensada que sólo· es
plenamente ·un ente real recibiendo la existencia; primacía, si se
quiere, en el sentido de que la existencia es mi a.la de 1'dcimiemo,
mi d1'dg,afe omol6gica, obtenida del registto de la creación.
Precisado
esto, el punto más original de · la metafísica tomista
del ser es verdaderamente el concepto de esse fll aclus, del ser como
actualilas omms fMmae, es decir, como acto de la ésencia. Pero eso
perdería toda su fuerza ontológica y metafísica
si el actu.r con el
que Dios da la existencia a la-esencia no fuese un acto creativo. En
efecto, sin la creatio ex nihüo, el compuesto estaría destinado a la
desttucción, destino al cual no escapa el pensamiento griego desde
Parménides a Plotino, incluidos Platón y
AJ:istóteles. Ciertamente,
como se
ha sostenido, el principio de Parménides se apoya en el pen·
samiento como prioridad fundante del ser
-no del pensamiento en
el
ser-según la fórmula "potentiae specificantur per actus, actus
autem per obiecta" (13); pero el ser en la metafísica de Santo To
más como en la de San Agustín y de Rosmini, ya se ttate del ser
(13) S. Th., I, q. 77, a. 3: « ... potentia, secundum illud quod est po
tentia, ordinatur .ad actum. Unde oportet rationem potentiae accipi ex actu
ad quem ordinatur: et per consequens oportet quod ratio potentiae diver
sificetur ratio actus. Ratio
autem actos diversificetu.r secundum diversam
rationem obie'cti. Omnis enim actio vel est potentiae activae, vel passivae. Obiec
twn autem comparatur ad actum potentiae passivae, sicut principium et causa
movens: color enim inquantum movet visum, est principium visionis. Ad
actum autem potentiae activae comparatur obiectum ut tenninus et finis:
sicut augmentativae virtutis obiectum est
quan~um.-perfectutn, quod est finis
augmenti. Ex his autem duobus actio
speciein recipit, scilicet ex principio,
ve!
ex fine seu termino ... ». CTr. también De anima, a. 13.
61
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del ente finito o del ser de Dios, es concebido de una manera nue
va, propiamente sobre la base del principio de la creación. La fór
mula de Parménides -"el ser no puede no ser"-, que es inoon
tradecible partiendo del principio de no contradicción es asumido
dentro
de la creatiQ ex nihilo, principio con el que resulta califica
da
como otta la metafísica del ser en el sentido agustiniano-tomista·
rosminiano.
Parece aquí oportuno insistir en una consideración ya aludida:
esencia y existencia, $eparadame·nte, no .ron ente1; ente es el hombre
-o cualquier otro-que tiene esencia y existencia; por eso esencia
y existencia no son independientes una de
la otra, son principios -
(y QO entes) unidos en el ente finito que constiruyen como ente:
el ente finito es "esse inhaerens'in potencia essendi" (14). Mas esto
es como decir que el ente finito antes del acto de existir no era;
este "non esse" es la raíz de la-criatura; por eso, antes de la crea
ción nada era, que es Jo mismo "quod nullum ens", por oonsiguien
te, la creación .. quae est emanatio_ totius esse, est ex non ente quod
est nihil" (15). Y así la estrucrura entitativa de esencia y existencia
nos remite al principio de la creación.
Una vez más resultan superadas las abstracciones del materialis
mo y del espiritualismo: el hombre no es sólo materia eo devenir
-con lo que no podría ser sino cuantitativo--ni puro espíritu
desarraigadQ del mundo. El hombre es, oomo dijo Pascal, miseria y
grandeza, pero las posibilidades de su grandeza no son escindibles
de la realidad de su miseria; aún siendo superior
el destino de su
alma, sin embargo la vida escatológica pasa por todas las deyeccio
nes de las cuales ninguna criatura puede sustraerse; Y los dos prin
cipios eseociales que constituyen el ente finito se compenetran soli
dariamente, ni el uno es causa ni el otro es efecto; la materia es
causa de la forma en cuanto es su objeto, la forma Jo es de la ma
teria en cuanto le da el set: "anima est aliquid oorporis scilicet
forma".
62
(14) In VII Physic., 21.
(15) S. Th., 1, q. 45, a. 1.
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DE HOY
POR
MICHBLB FEDEBICO· SCIACCA.
l. Preámbulo.
Hace ya tiempo que para el laicismo, sobre todo para aquél que
se mantiene aún en posiciones ilumitiísticas y neoilwninísticas, se da
por cosa sabida que el medievo, a pesar de la: peoettación crírica
que ha sido
hecha para poner eo evideocia su gran fuerza trans
formadora conforme al espíritu cristiano,
·es la noche obscura ima
ginada por el Reoacimiento y el iluminismo. Es consecuente con
esto que para el Aquinatense no hay lugar en el pensamieoto mo
derno y contemporáneo. Para la
cultlltl .laicista,. Santo Tomás, teó
logo y filósofo,
es• "asunto" de curas· y frailes, de sus comeotaristas
y repetidores, asunto de seminarios; en resumen, de una rultura
muerta que la cultura .viva se siente autorizada ¡,ara ignorarla. Esta úl
tima, cuanto : más, puede interesarse y se interesa. por ~l, como uno
de tantos "productos" culturales del Medievo, como uo "documen
to" insigne
y significativo pata aquel tiempo, pero que casi nada
puede decir al hombre moderno y
de hoy. En otras palabras, el
Aquinateose puede interesar
únicamente desde uo. puoto de vista
esttictameote filológico e histórico dentro del contexto. socio-cultu
ral de su época:
uo Santo Tomás "fechado" eo su tiempo.
Esta obra de
desvalorización del Aquinatense, propia ·de los ejér
citos laicistas, han venido a. apoyarla en los últimos deceoios las
fuerzas del progresismo más o menos ·marxista ~ue en el taci
turno
fraile dominico ve un recalcitrante exponeote del feudalis
mo
y del autoritarismo intelecntal y cultural de la Iglesia, que ab·
cesttalmente esclaviza a sus miembros--y los guerrilleros de un
deterior progresismo sedicente
"católico>', los. cuales, no queri~ndo
soportar
su autoridad que les obliga ·ª peosar, con los pretextos del
"aggiornamieoto" obedieote a las variaciones. de los tiempos
(una
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especie de meteorología cultural) y del "diálogo abierto", tratan de
disminuirle
el prestigio a fin de liberarse, relegándolo al desván, del
monumento embarazoso y
sohre todo incómodo. En efecto, remen
que el Aquinatense los invite a no gritar y a disponerse más bien
humildemente a recibir y a dar la necesaria ayuda "recíproca", "para
la conquista de la verdad" nunca del todo conseguida, que se ob
tiene "de modo directo" cuando uno es "ayudado por quienes han
descubierto la verdad" -las verdades, aportadas por cada uno y
reunidas, introducen a los posteriores en el alvéolo de la gran ver
dad-y "de modo indirecto", a través de las discusiones provoca
das por los errores, que hacen brillar mejor "el esplendor de lo ver
dadero" (1). Temen también que Santo
Tomás les recuerde que para
el hombre la verdad
es una ronquista muy difíci~ que no existen
verdades fáciles sino para
los diletantes y que, por lo tanto, sólo pocas
inteligencias, y no sin errores,
alcan,an la verdad profunda, pero
nunca exhaustivamente.
No seré yo quien defienda ciertas fatigosas repeticiones de un
tomismo de tercera o cuarta mano, que por -muchos nos han afliji
do, ni ciertas maneras de presentar el pensamiento de Santo Tomás,
ni tampoco su imposición "por decreto", y sobre todo, el uso gas
tado que se ha hecho. Aquel que justamente ha sido llamado "pa
leotomismo" o "tomismo de estricta observancia" (2) de
los fieles
a
la letra de la docttina del "dux studiorum'" está muerto, y los muer
tos entierren a los muertos. Pero afirmaré, con mi pequeñez, que el
Aquinatense es una "presencia" altísima, pero hay otras, de la filo
sofía del ser,
la única verdadera filosofía; presencia siempre actual
en el sistema de la verdad, siempre enriquecida y profundizada ron
nuevas verdades, como, por otra parte, · enseña el mismo Aquina
tense, que nunca pretendió, precisamente por ser filósofo y teólogo
entre
los grandísimos, ser infalible y, menos aún, haber dado a la
humanidad la revelación filosófica definitiva, convencido romo es
taba, el que juzgó "paja" lo que habla escrito, de la debilidad, de
( 1) In Metaph., l. 11, Ject. !, c. !, núm. 287.
(2) Cfr. F. Van Steenberghen, Le reto/Ir á Saint Thoma.r a--t-il ewtore
Nn sens aujo11rd' h11l?, MoD.treal, 1967.
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SANTO TOMAS Y WS PROBLEMAS FIWSOFICOS DE HOY
la imperfección, de las lagunas de su pensamiento; y seré yo quien
sostenga que ·no es serio querer renovar todo ab imi.s para comen
zar todo desde el principio; que no es propio de filósofos ni de teó
logos considerat la verdad como algo que esclaviza y alinea y, por
ende, como la tiranía de la que es necesatio liberatse. Posiciones
como estas no tienen derecho de ciudadanía ni siquiera en el sedi
cente "pluralismo" filosófico y teológico.
No
creernos que pueda conttaponerse a esta posición -
el de las relaciones entte ttadición y progreso-la de un "retorno a
las fuentes", en el sentido de una vuelta pura y simple a Santo To
más, que es como proyectarlo fuera de su tiempo. No se ttata, en
este ni en otros casos, de "volver hacia atrás", sino de hacer, como
hizo el Aquinatense con respecto a su tiempo, que el pasado vuel
va a nosotros, que penetre en nuestra situación histórica, de tal
modo que lo hagamos "presente", "actual" y "contemporáneo" en
nosottos; y, como tal, siempre proyectado al futuro. Por Jo tanto,
no retorno al pasado, ni olvido del pasado, sino Su presencia, esti
mulante y fecunda, en el presente. Quienes sostienen -
serio-que el
pasado no sirve para aclarar, comprender y resolver nuestros pro
blemas proyectados en el futuro, eatecen del auténtico sentido his
tórico del "hoy" y del "mañana"; y ttatan de ocultar tal eatencia
disttibuyendo etiquetas de conservaduristas y de reaccionatios, fácil
ocupación que dispensa
del cansancio de pensar y de la seriedad de
un método crítico. El tiempo no es ninguno de sus tres momentos
por separado; ni tiene sentido histórico ni humano, la exaltación de
uno sólo de ellos -.a del pasado, del presente o del futuro-; es
conceder privilegios que no Jo potencian, que Jo empequeñecen; es
una patcialidad que lo "reduce" a la momentaneidad contingente o
al recuerdo en lejanía o a la espera utópica; considerat cada uno en
sí mismo como momento privilegiado, resulta inconsistente. Un pre
sente orientado
al futuro sin ¡,asado no se tiene en pie. De ahí la
fuer,:a innovadora y renovadora de la ttadición, de la cual Santo
Tomás es uno de los elementos fundamentales que la integra hacien
do que sea nuestro presente; y, como tal, es un momento vivo y
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operante de éste. Nada más infecundo de comenzarlo todo de la
nada, ex novo: en la cultura sólo la tradición es, en sí misma, pro
greso; sólo., ella tiene un futuro. Santo Tomás es la prueba de lo
que afirmo: el Aquinatense a fuerza
de manteuerse fiel a la tradi
ción
y de hacerse discípulo de todos -
breos-ha sido un gran y, a veces, audaz innovador y, por eso,
más incluso que Aristóteles, de quien más que de ningón otro se
consideraba alumno en filosofía. Santo Tomás puede enseñar aún
lo que significan tradición y progreso en su siguificado auténtico,
en su relación inescindible.
Puede enseñar también lo que significa instaurar un diálogo;
en efecto, lo instauró con Aristóteles y los averroístas no para ren
dirse a la "moda"' o a la "novedad" y granjearse así la benevolencia
de los adversarios, sino para aconalarlos poniéndoles ante el muro;
a fin de recuperar todo cuanto del patriroonio aristotélico era re
cuperable para la tradición que, renovada, innovaba con es.ta nueva
aportación
cultural, haciéndose heredero para una nueva cultura sin
ceder nada
de lo esencial, ni en sus confrontaciones con el Estagiri
ta ni con
sus secuaces árabes y latinos, y con fidelidad a la Revela
ción
y a la Iglesia, depositaria infalible del mensaje. Santo Tomás es
el modelo de lo que debe ser el "diálogo", del modo como se debe
plantear
y conducir; si se quiere -"absit iniuria verbo" -del modo
como se hace "política cultural" en el sentido
más elevado de
la expresión. Pero la tradición que renueva es la platónica-neoplató
nica, que tiene como iniciador a San Agustín; por lo --tanto, Aris
tóteles y aristotelismo dentro del platonismo y de la tradición agus
tiniana, que renovada en eso, lo innova y se innova. El no haberse
tenido en cuenta hasta hace algunos decenios el fundamental com
ponente "platónico" y haber hecho del Aquinatense un filósofo aris
totélico, aunque con versión personal, ha perjudicado no poco la
vi-·
sión de la originalidad de su síntesis, la comprensión de su pensa
miento integral e incluso su actualidad; concluyendo por contrapo
nerlo a pensadores que en lo esencial no
se le oponen. Ahora las
cosas han ounbiado y siguen cambiando y, en este cambio, estí el
tomismo vivo.
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SANTO TOMAS Y WS PROBLEMAS FILOSOFICOS DE HOY
Hoy se hace la guerra a la metafísica, a la filosofía eo general
hasta amenazar la propia
integrida,d personal y el propio honor de
quieo se atreve a
hablat de ser, de verdad y de bien. Ahora bien, la
síntesis original de Santo Tomás está caracterizada por tres "pasio
nes", eo el mejor de los sentidos, que el propio Aquinareose asigna
a este término: por el ser, por la verdad, que es el mismo ser lle
vado al intelecto y por el b;en, que también es el ser llevado a · la
voluntad; por consiguiente, primado del ser y filosofía del ser por
que
sin ser no se puede háber verdad ni bieo: las tres pasiones son
una sola. De ahí la primera consecuencia, que desearíamos fuese re
cibida, hoy, como una "buena" lección de "verdad" que responde
al "ser" del hombre de siempre.
La lección es ésta: por muy vivos
y acuciantes que puedan ser, como
Jo son eo los tiempos preseores
los problemas sociales, económicos, jurídicos y políticos, no son fun.
dameotales, oo están eo la raíz. En cambio, son "radicales" los pro
blemas metafísicos y ontológicos, morales y religiosos, aquellos que
plaorean el del ser del hombre, que del mismo hombre es la verdad
y el bien, y que no puedeo recibir una respuesta exhaustiva de la
economía
oi de la política, sino de la ontología y de la metafísica,
es
decir, de una indagación sobre el ser y del ser: de una anrropo
logía filosófica que, precisamente por serlo, oo puede =rarse en sí
misma en forma
tal que redujera a sf misma incluso el problema teo
lógico, sino que por sí misma, corno búsqueda sobre el ser y del ser,
está abierta al Ser. Con este fundameom, diríamos sobre la base del
"peso"
(la densidad) de los problemas radicales y primeros, puedeo
ser afrontados con el mismo empeño los demás problemas
"segun
dos" (respecto de los primeros), de tal modo que la/~
dad de aquellos problemas primeros no juegue eo perjuicio de la
total,idad de los problemas que interesan a la compleja e 'integral
existencia del hombre eo relación con el ambieote que le circun
da, a mdo lo real,, y a Quien es el primer Principio y el Fin último
de lo creado.
Corno filósofo del ser, metafísico, Sanm
Tomás es filósofo de
la verdad, "fin último del universo"; "Primus aurem aucmr et momr
universi est
intellectus •
. . Opottet igitur ultimum finem universi esse
booum
inrellectus. Hoc aurem est veritas. Opottet igirur veritarem
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esse_ ultimum finem. rotius universi; et circa eius considerationem
principaliter sapientiam insistere"; y la sabiduría del hombre con
siste
«en un incesante estudio de la verdad". Y sdentia ver#a#s es
la metafísica, que es ciencia no de una verdad cualquiera, sino "eius
veritatis quae est origo omnis veritatis", es decir, de aquélla que
vi_erte en el "primum prin_cipium essendi omnibus", que por eso es
"dispositio rerurn in veritate sicut in esse" (3). Pero la búsqueda
del Primer Principio
es también búsqueda del Fin último, y el
fi9.-es "bonum", por eso el nombre de "'sapiente" puede -reservarse
a. quien medita acerca del fin del universo: "sapientis est causar
ultimas considerare" (4). Y sólo al hombre compete buscar la ver
d,¡d: no a Dios, que es la Verdad; no a los ángeles, que la intuyen
por_ iluminación; no a los animales incapaces puesto que carecen de
fotelecto. Por lo tanto, si el bombre renuncia a buscar la verdad re
nuncia a sí mismo, dimite de ser inteligente y racional, se niega a
sí mismo.
Sjendo esto así, querer socavar el intelecto, "auctor et motor uni
versis" para sustituirlo con la. "eficiencia", como hoy se pretende,
_equi,vale a acechar .al hombre: su "facere" no será ya un "agere",
sino una "tormenta de pedrisco que caerá dando palos de ciego··.
Sin verdad, por otra parte, el hombre se identifica con las situaciones;
pierde su ser y se ilusiona creyendo que llena el vacío con el lastre
de lo "particular", que no es
lo "concreto" porque no hay concreto
si no hay ser
y, por tanto, sin la verd,¡d y sin el bien. Negados el
ser, la verdad
y el bien, nada ni nadie puede defender al hombre
de todas las manipulaciones
y alienaciones a que se halla expuesto y,
por añ,¡didura, ninguna raz6n válida le queda para poder revelarse.
Por sí sola de nada sirve a nadie la conciencia crítica de su condición
social, pues resulta sin sentido hablar de "liberación"
... ¡ después
de haber negado la liberrad!
La contemplación no es una huida, y
el "agere"' es el fundamento del "facere" libre y constructivo, Marta
sin María no se tiene en pie.
La libertad sólo lo es en la verdad,
donde tiene su "raíz"
y en el bien que se identifica con el fin, que
es
el desarrollo del bombre integral.
50
(3) C. Gent., l. I, c. l.
(4) Ibld,
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Dicho brevemente, búsqueda de la verdad: quiere tanto amor
cuanto merece conforme
la verdad misma. De ahí la necesidad de
una
gran humildad que consiste en la conciencia constante . de lo
que se hace, que es muy difícil de
conseguir la verdad, pues es muy
fácil incurrir en errores;
en la disposición de prestar atención a toda
verdad donde quiera se halle, y en saber "escuchar" a los otros do
tados como nosotros, por don de Dios, de la luz de la inteligencia;
en
la conciencia vigilante de que la verdad no la creamos nosotros,
. sino que es participada por Dios, que es la Verdad, puesto que nos
es participado por Dios, que es el Ser, nuestro ser. En resumen, tener
presentes nuestros límites inevitables, lo que equivale a tener pre
sente al hombre en sí mismo;
la constante confrontación de nuestra
pequeñez -que, sin embargo, es todo el ser debido, y que, por esto,
es nuestra grandeza frente a la
naturaleza-con respécto a Jo in
finito del ser
y de la verdad. Por lo tanto es necesario "praesump
tionis repressio, quae est mater erroris", de tal modo que ·no per~
tenezcamos a la tropa de los "praesumentes", que creen poder "mi
surare" con el propio intelecto '"totam. rerum naturam"; de los
"aestimantes"· que es verdadero o· falso todo aquello que "eis vi
detur", sin preocuparse de cuanto "eccede" de la inteligencia hu
mana y
"totum statum praesentis vitae", excedencia que debe acep
tarse por fé y debe · aprenderse a desear. La contemplación de · los
misterios revelados aprovecha
para liberar el ánimo humano de la
presunción de los sábelotodos, de móclo tal que "ad modestam in
quisitionem veritatis perveniat" (S).
El sentido del misterio, la certeza experimentada de que
la Ver
dad escapa a
la inteligencia humana y hacia la cual, no obstante,
ésta ontológicamente tiende por
un deseo radicado en el ser del
hombre: esto
es el constante y profundo sentimiento religioso de
toda
la obra del A quina tense. La "dificultad" de ser hombre se hace
aún
más humana, cuanto más la razón se aproxima a aquellas ver
dades que le interesan en mayor grado porque conciernen al sig
nificado último de
la existencia; pero precisamente estas verdades
le escapan, aunque en cierro modo e imperfectamente puede conse-
( 5) C. Gent., l. I, c. 5.
51
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guir cierto conocimiento. Por eso es imposible que la última "homi
nis felicitas...
sit in hac vita"; y al Aquinatense le "duelen" los
"praeclara ingenia" que, careciendo de la fé en la revelación, han
sufrido una gran angustia (6).
2. Santo Tomás en diálogo con su tiempo.
Es ya hoy un hecho aceptado que el siglo XIII representa una
situación crucial,
tanto para la cristiandad como para la cultura cris
tiana: surge
en Occidente un nuevo modo de vivir, de pensar, de
hacer arte o poesía,
un nuevo modelo de sociedad: muere el feudo,
y la Iglesia era feudal; nacen nuevas formas de vida política y nue
vas órdenes
populares de frailes, diversas del monaquismo preceden
te
y concordes con las corporaciones y municipios; entra Aristóteles
en la Universidad de París. La Iglesia se desconcierta. Surge el pro
blema de cómo informar a lo nuevo de
espíritu cristiano, problema
en el cual innovadores, como Santo Tomás, se enfrentan con los
sostenedores b.ererodoxos de lo "nuevo", temerosos de que éste se
escape de la
mano, y con los conservadores, que creían exorcisarlo
con condenas. Santo Tomás se encuentra entre dos fuegos: la
"iz
quierda" y la "derecha". El Aquinatense no se limita a seguir al
Estagirita
ni a parafrasearlo: lo repiensa y edifica una nueva cul
tura cristial)a en una síntesis original en la cnal metafísica, ontolo
gía, antropología
y teología . forman una sólida unidad. Se puede
decir que se halla
en el centro de una crisis institucional, doctrinal
y cultural de extenso y profundo alcance. Filósofo y teólogo de ra>a,
hace suyos los problemas de su tiempo que no pierde nunca de vista
-quien le acusa de abstracción no sabe lo que es la verdadera con
creción-, sino que lo medita y resuelve dentro de los problemas
del hombre de siempre;
por lo cnal son los de aquel tiempo, pero
también de hoy
y de mañana, como son de siempre algunas de sus
profundas indicaciones
para las soluciones más adecuadas y profun
dizadas.
El filósofo "nuevo", Aristóteles, hasta que Alberto se interesó
por él seriamente, era el maestro de los infieles, entrado, hasta prin-
( 6) C. Genl., l. III, c. 48.
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cipios del siglo, en la Facultad. de Artes de París: el maestro de los
mahometanos a través del
"Comentario de Averroes", empezaba a
resultar el maestro de los herejes, incluso del propio Federico 11.
La reacción de los teólogos había provocado en 1210, en 1215 y en
1230
s61o desórdenes y huelgas en la Universidad; pero no bastaba:
era necesario no sólo que la "ciencia" no fuese abandonada en ma
nos de los adversarios de la fé, sino. que, asimiiada, se adueñase para
la ortodoxia, fuese puesta al servicio de la sabiduría divina para
vencer.ª
herejes e infieles. Esra fue la "operación cultural" en la cual,
en compañía de Alberro, se empeñó Santa Tomás, operación de apro
piación para la Iglesia, y con ella para Occidente, de la descubierta
ciencia antigua, la más elevada que hasta entonces había alcanzado la
razón humana, y a la vez de renovación de lo tradicional; en una
palabra,
operación de creación de una nueva cultura que constitu
yese una nueva fuerza para . el mundo latino y católico.
No era empresa pequeña: por una parte era preciso superar una
crisis cultural que
"históricamente" ponía a prueba el porvenir del
cristianismo
y de la Iglesia -la Facultad de las Artes de París pro
fesaba un aristorelismo radical,
un verdadero neopaganismo-; por
otra parre, al no acabarse de ayudar a los .heterodoxos y a los infie
les,
era necesario que la apropiación fuese "reoréticamente"' tal, que,
salvando los derechos de
la razón, de la cual el pensamiento aristo
télico era fruto exclusivo, no sólo no fuese contaminada la Revela
ción sino que ésra recibiera
un nuevo sostén para una teología re
novada en su integridad y confirmada dentro de la tradición de los ·
Padres. 1ln otras palabras, era preciso innovar en filosofía y en teo
logía;
pero de tal modo que la nueva filosofía no resultara en con
traste con la
teología y que la nueva teología estuviera perfectamen
re en conformidad con la Revelación y la tradición .. Santo Tomás
de Aquino, que ante
la crisis del siglo XIII s.entía estallar dentro de
(7) CTr. M. D. Chenu: lnt,-oduction 4. l'é¡ude de St. T,homas d'A-quin,
París, 1950, págs. 34 y sigs.; Moine1, Clercs, Laics. Au ca"efo11r de la vie
évangélique, en La théologie au XIII siJcle, París, 1957, J>ágs. 225 y sigs.;
St. Thomas innova/eur dans .la _creativité d'un monde nouveau, en Tommaso
d1Aq11ino ne/ 1110 VII cenlenario, Congresso. inlernazionaJe Roma.Napo/i,
17-24 abril 1974, págs. 28·31.
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sí su vocación intelectual, advirtió que su papel como pensador y
como sacerdote, era el de ponerse a la vez al servicio del saber, dig
nidad del hombre,
y al servicio de Cristo y de su Iglesia o Innovador,
sí, en roda la línea y con una· tenacidad y solidez de intención pa
rejos a
su piedad y a su humildad, "contestatatio" también, pero en
uno
y otro aspecto al servicio de la verdad de la que el hombre
es capaz, con una fidelidad incondicional a las enseñanzas de la
Revelación
y al magisterio infalible de la Iglesia (8). Con esta base
--y sólo con ésta-fue ·"aristotélico", mejor dicho, "tomó posi
ción" respecto de Aristóteles y· del Aristóteles árabe; Jo repensó, le
quitó el veneno para neutralizarlo, Jo interpretó siempre en el sen
tido más favorable a sus finalidades, aprovechando todas sus apor
taciones, hizo
"' Aristóteles en contra de aquel de Averroes y de
Sigiere; en suma, creó una filosofía nueva, que no era aristotélica,
o platónica, o neoplatónica ;o avicenizante, sino simplemente "to~
mista", sobre cuyo fundamento y con su ayuda repensó la teología.
Por
eso ni siquiera diremos que Santo Tomás sea aristotélico en
gnoseología
y no aristotélico en ética, y platónico en metafísica, y
así sucesivamente.
Si bien repito también yo que "Aristóteles descubre y Santo To
más comenta", advierto que "comenta" a partir del principio de la
creación; el cual modifica· radicalmente la metafísica aristotélica y
la concepción del ser correspondiente; el mismo principio no lo hace
depender demasiado,
como su maestro Alberto Magno, de Avicena,
Je hace profundizar la ética aristotélica, utilizar originariamente a
Platón
y a los neoplatónicos griegos, además de la tradición patrís
tica; asumir en teología
las grandes tesis de San Agustín y de Dio
nisia
purificándoles del neoplatonismo disforme de la ortodoxia, como
purificó
las tesis aristotélicas y platónicas en filosofía. "Comentador"
de Aristóteles, pero no "corruptor", según él mismo escribe, como
Averroes;
y "comentador" al mismo título de Platón frente a Par
méoides,
de Arist6teles respecto al mismo Platón, de Agustín res
pecto de Plotino.
Se puede expresar con una paradoja, que en Santo
(8) CTr. F. Van Steenberghen, Thomas d'Aquin devant. la trise d11
XIII siCcle, en Tommaso d'Aqui110 nel VII Centenario, cit., págs. 35 y si
guientes; y del mismo autor, La philosophie ,11, XIII siede, Louvain, 1966.
54
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Tomás nada hay que no sea de otro, pero nada de ello hay que no
haya sido dicho de un modo original.
Por otra parte, ni siquiera son comentaristas sin ser tampoco pen
sadores originales quienes adu!terándolo se han afanado o apañado
en "reducir"
al Aquinatense a esta o aquella posición historicista o
inmanentista
-
· de actuali2arlo,. una tentativa de apropiarse lo nuevo dándole una
impronta de espíritu
cristiano. No tiene sentido servirse de Santo
Tomás para adaptarlo a Kant, • Hegel, a Hussérl, etc., tratando de
conciliar
su ontología o su metafísica con la ontología moderna;
en cambio, sí que tiene sentido situarse primero en
el interior de
su pensamiento, profundi2arlo y repensarlo y después, partiendo de
esa posición que puede ser una nueva perspectiva dentro de la me
tafísica delser, concorde, pero no idéntica con la del Aquinatense, re
cuperar
instancias o exigencias de este o de aquel filósofo moderno
y dar respuestas no contrarias, ni siquiera yuxtapuestas o sobrepues
tas o superficialmente conciliadoras con respecto a la misma meta
física del ser, sino convenientes y adecuadas a ésta. El "compromi
so metafísico" es una hipótesis prohibida en filosofía. Los sincretis
mos, los eclecticismos, los irenismos son cataeterísticos de las cul
tutas decadentes que nunca son creadoras. Se "ponen al día" ("ag
giornano")
los manuales, no las grandes concepciones de la vida:
éstas se repiensan en síntesis nuevas.
3. La esencia como compuesto de materia y forma y el actu.s
essendi.
No es posible tratar en una sola comunicación de la compleja
problemática
de Santo Tomás en relación con la .de hoy. A cuanto
ya hemos dicho, añadiremos algunas consideraciones, siempre· refe
ridas a
hoy, en tomo a los conceptos de esencia y de "actus essen
di ", o de existencia.
Como es sabido, para Santo Tomás, materia y forma, separada
mente,
no son entes; el ente que existe es el compuesto de ambos
y el ser que recibe; es la. sust:;mcia o individuo o el -ente per se,. es
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decir, la forma realizada en la materia. La forma determina la ma
teria,
pero siendo universal (especie) es individualizada por aquélla.
Materia y forma, las dos primarias determinaciones del ser como
ser en -acto, no se suman ni se yuxtaponen, constituyen un compuesto
como suyos coprincipios, compuesto en el cual el acto es el prin
cipio determinante. Y, dado que el acto
es lo perfecto, resulta, de
una parte, que donde falta absolutamente la potencia, es la perfec
ción absoluta o el Acto puro que llamamos Dios,
y, de otra parte,
que la misma composición del ente concebido de potencia y acto,
que implica el movimiento
y el paso del uno al otro, incluye la limi
taeión del acto por parte de la potencia y la multiplicidad de los
entes
y, por esto mismo, la imperfección de todos los entes com
puestos (9). •
Hemos enunciado dos tesis fundamentales del pensamiento to
mista, que
para nosotros son ambas originales y de profundo siir,
nificado. ·
La primera es la de la esencia que nunca es sólo la materia ni
sólo la forma, sino el compuesto de una y de Otra: la esencia sus
tancial del hombre no es sólo cuerpo ni sólo alma, sino compuesto
de
alma y cuerpo. De ahí que cuando un hombre se halla ante otro
(9) C. Gent,, l. I, c. 28: «Unumquod.que perfectum est in quantum
est actu; quod nullo modo est potentia sed est actus purus, oportet perfec
tissimum esse. Tale autem
Dew est. Est igitur perfectissimus». CTr. tam
bién De ente et essentia, c. '.5, a. 30; De V eritalae, q. 2, aa. 1-2.
Como
es sabido, para el Aquinatense, la composición de ser y esencia
es diversa de aquella de materia
y forma, «en cuanto una. y otra resultan
de potencia y acto»: 1.2) porque la materia no es la esencia de la, cosa (con
trariamente todas las formas resultan accidentales). sino sólo una par~ de
la esencia;
2.2) porque el ser mismo no es el acto propio de la materia,
sino de
la sustancia eOtera propiamente el ser es el acto de lo que puede
dedrse existente, lo que no se puede decir sólo de la materia, sino del Com
puesto; por eso no puede decirse de la materia que existe sino de la sus
tancia; 3.2) porque ni siquiera la forma es el mismo ser, sino que la forma
es al ser en un cierto orden, en cuanto la forma se proyecta al ser como la
luz al resplandor y, por .otra parte, el ser se proyecta a la propia forma como
acto; en efecto, en el ser compuesto de materia y forma se dice, aclarán
dolo, que la forma es principió del ser porque ·es el complemento de la sus
tancia, cuyo acto es el ser mismo (C. Gent., l 11, c. 54).
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hombre, su semejante o su prójimo, no debe -por necesidad on
tológica, lógica
y moral-considerado como si sólo fuese alma o
espíritu, o sólo cuerpo
y vida II!aterial; debe reconocerlo, según di0
ría Rosmini, como lo conoce, es _decir, según su, esencia, que es a la
vez alma y cuerpo. Si sólo se preocupase del cuerpo y de las nece
sidades que le conciernen, desentendiéndose u olvidando o
negando
su alma, al mismo tiempo en que así Se comportase, estaría ".pecan
do", blasfemando contra la esencia de su semejante, le esta.ría des
conociendo;
no se estarla· dirigiendo al otro como semejante. " si
mismo, sino como a su perro o a su caballo, Del ·mismo modo, si
sólo se preocupa de su alma y de las exigencias que le son propias
desentendiéndose totalmente de
su. cuerpo, realiza un desconocimien
to contrario:
no se está dirigiendo " otro hombre, su prójimo, sino
a su ángel custodio.
En el priI!ler caso le trata como a una. bestia,
en el segundo como a un ángel, pero la esencia del hombre no es la
de la bestia, pues está dotado de un alma intelectiva, ni la de una
sustaocia espiritual separada porque su espíritu está encarnado en
un cuerpo. En el primer caso se proocupa de "engordarlo bien" con
olvido del espíritu
-riqueza e incluso "opulencia" material, en la
miseria
y en la escualidez espiritual-; en el segundo, se. olvida la
lección del buen
samaritano, se limita a "predicar" la bondad de la
perfección interior, con olvido del cuerpo que grita
en el desierto:
falsa riqueza espiritual
en la indigencia .envilecedora del cuerpo; a
nadie se le puede
pedir que sea virtuoso si primero no se le ha
colmado el hambre, escribió Dostoievsky.
La primera posición es la
del materialismo, o sea de quien niega el espíritu; la segunda es
la del espiritualismo, o sea de quien niega la. materia o el cuerpo:
dos abstractismos que dejan escapar la esencia del hombre.
Santo
Tomás enseíía -y con él todos los grandes pensadores
y escritores cristianos, auténticos intérpretes del mensaje de Cris,
to-que el hombre ha de ser reconocido y tratado por la esencia
que
es, por su quod est: como. un ente que es alma y cuerpo, sin
olvidar nunca uno de lo.s dos elementos del compuesto,, de tal modo
que siempre se entre
en relación con él teniendo presente la "pre
sencia'" concreta que es. Sólo así se le ayuda a formarse, a desarro
llarse,
a perfeccionarse en su integridad, a ser hombre en la pleni-
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tud de su dignidad, que no consiste sólo en la del alma -,muque
sea el alma intelectiva lo que nos. pone en· el vértice de la jerarquía
de
la naturaleza creada-, sino también de la del cuerpo. Si el con
cepto tomista de esencia, desarrollado
hasta el fondo, fuese siempre
aplicado,
se terminarían muchas tribunas de asamblea para la satis
facción de
todas las necesidades del cuerpo, cualesquiera que sean,
y muchas predicaciones de púlpito acerca de la miseria que se debe
ofrecer a Dios a cambio de una
buena recompensa: ni quedaría foe
ra de lugar uua doctrina social acerca del fundamento ontológico
y moral, que siempre que concurriese la buena voluntad de los
hombres, barrería afuera todos los amantamientos racionales del
hombre-cuerpo
y todos los seráficos invernaderos del hombre-espíritu.
1a;· otra tesis es 1á que distingue entre esencia y ser, con una pro
funda elaboración de textos de Avicena, que acaso sea la más ori
ginal de las especulaciones del Aquioatense y aquella que la ca
racteriza como metafísica del ser acro supremo, el primero y el úl
timo
de todo ente, en sentido ontologico y en sentido gnoseológico.
Propongamos de nuevo el concepto de sustancia
y de ente per
se, ·es decir, el· que es toda la esencia que le compete y #ene la exis
tencia recibida; es todo el ser que es, no le falta nada; en su fini
tud se halla cumplido por el ser que es, es suficiente, no depende
de algún otro ente, aunque
se halle en relación con todos. Pero es
de por sí desde el momento en que recibe su ser, <¡ue de por sí como
finito no puede
darse, ya que en 'el ente finito la esencia no es causa
de
la existencia, ni en el concepto de quidditas re halla comprendida
la existencia, sino que se le añade desde fuera componiéndose con
la esencia· misma --se puede entender lo que es el hombre e igno
rar si realmente existe-(10). Por consiguiente,· la sustancia es ente
per se no de si; es independiente por sí; es dependiente en cuanto
no es de sf: es ser autónomo por el ser que es, pero es en relación
a Dios que le da ·el ser, es de una· suficiencia no autosuficiente. Como
tal
es ser "dialéctico", es decir, por estatuto ontológico, en relación
a los otros
entes y en relación al Ser, pero owo que el Ser, principio
de· su actus essend;,·y, como otro,)es por-sí. Por lo tanto la sustancia,
(10) De Subst. ,epa,., c. 3 y 4.
,s
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suficiente a sí misma por exi,stir y en ese sentido existente en ra
zón de sí, precisamente porque es inescindible por sí y no de sí, es
un ser a la vez por sí y por el Ser que le da el ser. Al ser no de
s~ sino del Ser que es otro que él, resulta que su ser totalmente por
sí
le vincula a ser absolutamente por el Ser, por el cual su ser, fiel
al orden del ser, si actúa perfectamente por sí solo si, en relación
a
sus semejantes y a las cosas, se actúa por el Ser. Esta es la SUS·
rancia en la estática de su ser por sí, o en su estruetura ontológica
y en su dinámica. Tal proceso, en el ámbito de la naturaleza, s6lo
en el hombre se eleva al grado superior de la conciencia refleja.
El dinamismo comporta el tránsito o el devenir, y, por eso, es
propio del ente finito · e inherente a sus límites, el tránsito de la
potencia o del poder-ser al acto, de la "capacidad de acto" a su rea·
.
Iización, o a lo que es; la potencia es en relación al acto, y el
último acto es el mismo ser o el e,, perfección del ente finito (11).
Pero
si el acto es la perfección o el cumplimiento en su orden, la
composición potencia-acto es signo de imperfección (12), no en el
sentido de que el ente finito sea imperfecto en su estructura onto·
lógica, sino en
el otro sentido de qne, no siendo acto en acto, va
haciéndose
el ser que es en potencia; hecho ya el ser que es, es
perfecto por sí, pero es imperfecto con respecto· al Ser que no de
viene, que es el Acto puro. La misma composición del ente finito,
si nos referimos al hombre, implica por consiguiente el movimiento
o
el hacerse a sí mismo en el mundo según el orden de su ser, y
de ahí su empeño, en el orden del. conocimiento y de la acción, no
por
el éxito o la riqueza o el poder, sino por la perfección o plena
actuación de sí
mismo y por la de sus semejantes; pero como ente
que no es de sí está llamado en el mismo · interior de su dinamis
mo a hacerse en el mundo, pero no para el mundo, sino para el
Ser del que ha recibido y recibe el acto de ser.
Esm exposición responde a la exigencia humanística y la satis·
face, rechazando al mismo tiempo toda forma de humanismo abso·
(11) In Mel., l. V, lect. 14, 9,4 y sigs.
(12) Contra Gent., l. I, c. 28: «Unumquodque perfectum est inquan·
tum in actu·; imperfectum autem secu.ndu.m quod est pote:Otia cum 'privátion,e
actus».
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luto (laicismo), como aquel que, negando el Ser como principio de
los seres,
naturaliza al hombre; desde el momento en que se ilusio
na elevarlo, con
es(!) mismo, lo consigna a la nada, a la desespera
ción.
En cambio, segón el humanismo tomista, corresponde al hom
bre,
junto con su prójimo, hacerse en el mundo todo el ser que es
como ente finito autónomo, asumir toda la responsabilidad de ente
pensante, cognosciente, agente segón el orden del ser, pero advirtien
do que,
al mismo tiempo que se realiza y se cumple como ser por s~
tiene su cumplimiento, en cuanto ser no de sí, en · Dios como fin
último.
El pensamiento moderno y contemporáneo, en forma de "lai
cismo" o de Jmmaoismo absoluta, lo -reduce todo a antropología;
es el propio hombre quien responde --y el saber universal en su
progreso ¡ tiene o tendrá una respuesta para todo!-a la pregunta
acerca del ser del
hombre.' En realidad, el ser del hombre es nega
do en cuanto
es negada la ontología por esta antropología, que sólo
es antropología del hamo faber; que tiene temor de encontrarse
con el ser, que siente repugnancia, rematada de terror, al hamo me
taphysicus; que por eso se halla condenada a ilusionarse, so pena
de desesperación, con la idea de que el hombre es el fundamento y
el fin de sí mismo, y no por participación del
Ser, confiando el
resultado de tal fin a la obra científica y técnica del hombre mismo
mediante una perfecta
organización sociopolítica. Así resulta arrin
conado el problema
·del hombre en cuanto hombre o ente finito por
participación, del hombre de
todos los tiempos, que no lo es fuera
del tiempo, que no lo
es sin el tiempo y al que sólo la participa·
ción del
Ser sustrae al tiempo y le hace emerger de la historia. Por
esto Dios está ausente de una mera antropología, pero precisamen
te por esto también está ausente de ella el hombre real, como dice
Santo Tomás, integral, como decimos nosotros. Fundamento de la
antropología
y de la ontología, y objeto de la teología es sólo Dios
y no el hombre, en cuanto ésta estudia todo bajo el ángulo de Dios,
de "El que es", que testimonia de sí en Cristo, el Verbo su Hijo
unigénito, que llama al hombre a su fin, a su auténtico conocimien
to escatológico, pero si Dios no es la razón del mundo: la razón de
Dios
es Dios mismo.
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No hablo ya del "primado del acro de existir" sobre la esen
cia, como afirma un tomismo más reciente en conttaposición a un
tomismo precedente -pero que también es de hoy-, que conce
día el primado a la esencia sobre la existencia; no hablo de pri
macía ni de la una ni de .la otta en relación al ente finito o creado,
dado que es (existe) aquéllo que es
por la unión de los dos términos
que lo constituyen en ser.
La primacía existe si el acro de ser es
referido a Dios,
eso es a Quien da el ser, pero no hay tal primacía
respecro de la esencia en cuanto en la mente de Dios ésta está desde
siempre, ni tampoco en relación a
la esencia pensada que sólo· es
plenamente ·un ente real recibiendo la existencia; primacía, si se
quiere, en el sentido de que la existencia es mi a.la de 1'dcimiemo,
mi d1'dg,afe omol6gica, obtenida del registto de la creación.
Precisado
esto, el punto más original de · la metafísica tomista
del ser es verdaderamente el concepto de esse fll aclus, del ser como
actualilas omms fMmae, es decir, como acto de la ésencia. Pero eso
perdería toda su fuerza ontológica y metafísica
si el actu.r con el
que Dios da la existencia a la-esencia no fuese un acto creativo. En
efecto, sin la creatio ex nihüo, el compuesto estaría destinado a la
desttucción, destino al cual no escapa el pensamiento griego desde
Parménides a Plotino, incluidos Platón y
AJ:istóteles. Ciertamente,
como se
ha sostenido, el principio de Parménides se apoya en el pen·
samiento como prioridad fundante del ser
-no del pensamiento en
el
ser-según la fórmula "potentiae specificantur per actus, actus
autem per obiecta" (13); pero el ser en la metafísica de Santo To
más como en la de San Agustín y de Rosmini, ya se ttate del ser
(13) S. Th., I, q. 77, a. 3: « ... potentia, secundum illud quod est po
tentia, ordinatur .ad actum. Unde oportet rationem potentiae accipi ex actu
ad quem ordinatur: et per consequens oportet quod ratio potentiae diver
sificetur ratio actus. Ratio
autem actos diversificetu.r secundum diversam
rationem obie'cti. Omnis enim actio vel est potentiae activae, vel passivae. Obiec
twn autem comparatur ad actum potentiae passivae, sicut principium et causa
movens: color enim inquantum movet visum, est principium visionis. Ad
actum autem potentiae activae comparatur obiectum ut tenninus et finis:
sicut augmentativae virtutis obiectum est
quan~um.-perfectutn, quod est finis
augmenti. Ex his autem duobus actio
speciein recipit, scilicet ex principio,
ve!
ex fine seu termino ... ». CTr. también De anima, a. 13.
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MJCHELE FEDERICO SCIACCA
del ente finito o del ser de Dios, es concebido de una manera nue
va, propiamente sobre la base del principio de la creación. La fór
mula de Parménides -"el ser no puede no ser"-, que es inoon
tradecible partiendo del principio de no contradicción es asumido
dentro
de la creatiQ ex nihilo, principio con el que resulta califica
da
como otta la metafísica del ser en el sentido agustiniano-tomista·
rosminiano.
Parece aquí oportuno insistir en una consideración ya aludida:
esencia y existencia, $eparadame·nte, no .ron ente1; ente es el hombre
-o cualquier otro-que tiene esencia y existencia; por eso esencia
y existencia no son independientes una de
la otra, son principios -
(y QO entes) unidos en el ente finito que constiruyen como ente:
el ente finito es "esse inhaerens'in potencia essendi" (14). Mas esto
es como decir que el ente finito antes del acto de existir no era;
este "non esse" es la raíz de la-criatura; por eso, antes de la crea
ción nada era, que es Jo mismo "quod nullum ens", por oonsiguien
te, la creación .. quae est emanatio_ totius esse, est ex non ente quod
est nihil" (15). Y así la estrucrura entitativa de esencia y existencia
nos remite al principio de la creación.
Una vez más resultan superadas las abstracciones del materialis
mo y del espiritualismo: el hombre no es sólo materia eo devenir
-con lo que no podría ser sino cuantitativo--ni puro espíritu
desarraigadQ del mundo. El hombre es, oomo dijo Pascal, miseria y
grandeza, pero las posibilidades de su grandeza no son escindibles
de la realidad de su miseria; aún siendo superior
el destino de su
alma, sin embargo la vida escatológica pasa por todas las deyeccio
nes de las cuales ninguna criatura puede sustraerse; Y los dos prin
cipios eseociales que constituyen el ente finito se compenetran soli
dariamente, ni el uno es causa ni el otro es efecto; la materia es
causa de la forma en cuanto es su objeto, la forma Jo es de la ma
teria en cuanto le da el set: "anima est aliquid oorporis scilicet
forma".
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(14) In VII Physic., 21.
(15) S. Th., 1, q. 45, a. 1.
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