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1974

Santo Tomás de Aquino, hoy

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La inflación y su salvaguardia por el control de la moneda y el crédito

LA INFLACION Y SU SALVAGUARDIA POR EL CONTROL
DE LA MONEDA Y EL CREDITO
POR
LUIS GONZÁLEZ RODRÍGUEZ
Ingeniero de_ Caminos "
La inflación que padece el mUJldo occidental hoy, y a juicio de
los
más expertos en la materia, difiere en bastantes aspectos de lo
que hasta ahora han sido los fenómenos inflacioriarios.
En esta ocasión
es mucho más aguda de lo que ha sido por coin'.
cidir con problemas
de tipo económico, tal COlllP el desequilibrio
entre la
oferta y la demanda provocados por la escasez de materias
primas y alimentos,
la subida de precios de los. productos energéti­
cos y los problemas roo.o.etario$ internacionales que se -vieneA arras­
trando desde bace tiempo y floreciendo evenrualmente acá y allá.
Pero es que, -además, en esta oportunidad, y como· siempre, hay
fenómenos políticos, sociales y morales que aparecen tras ella.
Tratemos de ver, si es-posible, algunas características que diferen­
cian el momento inflacionista actual de otros ocurridos anterior­
mente y que creernos lo hacen por esa peculiaridad más dif!cilmente
controlable de lo que lo han sido los otros que respondieron a un
tratamiento correcror · clásico.
Por primera vez,. creemos, en la Historia se trata de un fenómeno
a escala mundial que ha afectado hasta a las economías socialistas.
En segundo lugar, entre los facrores provocadores de la inflación
tienen mucha mayor importancia los facrores sociopolítioos que los
puramente económicos; es decir, se han invertido las tendencias y lo
que antes era secundario ha pasado a ser principal.
El afán de lucro ha
quedado pospuesto ante las presiones sindicales y
· políticas y lo que
parece hacer aún
más difícil la recuperación es que estas presiones
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parecen no tener límite al menos dentro del marco de la cultura ac­
tual
Ha coincidido en esta tesitun un conjunto de circunstancias ad­
versas no sólo de carácter económico, escaseces y desequilibrios, sino
también de
carácter político, rivalidades entre los poderosos y el
'·tercer mundo"
y de aquellos entre sí que agravan el impacto in­
flacionario.
Todos estos factores inciden adversamente
en el imperativo prin­
cipal de la vida económica, es decir, esrán afectando a
la conrra el
potencial productivo o
productividad, desalentando dicha productivi­
dad
en perjuicio de las generaciones futuras. Se crea al tiempo un
dima antiempresarial que mata la iniciativa de inversión o de crea­
ción de los jóvenes
que nos han de seguir.
La inflación tradicional se podía producir principalmente por
dos
razones:
1) Escasez (natutal o pto' ocada) de los bienes que demanda
et mercado.
2) Aumento de costos de producción por subidas de salarios,
intereses, impuestos, rentas y demás factores del costo.
Hasta ahora se correglan los efectos frecuentemente por sí solos.
Bastaba que funcionaran las leyes de oferta y· demanda, así como las
reacciones espontáneas del mercado, para que normalmente se res­
tsbleciera el

equilibrio. Esta corrección espontánea se
podía comple­
mentar con medidas
que ayudaban a ello.
El procedimiento
más antiguo consistía en neutralizar o contra­
pesar las alzas de costos debidos a un faetor inflacionario mediante
bajas o medidas coercitivas, donde cupieran,
en otro de los factores
del costo.
Otro sistema consistía en innovaciones tecnológicas o ad­
minisrrativas que permitieran mejorar e incrementar la producción
sin tener
que tocar los costos.
Cabía
finalmente la intervención gubernamental con medidas res­
trictivas de orden fiscal, presupuestario o monetario y también por
simple intervención para reducir la demanda.
El caso
más agudo de inflación de ámbito internacional fue el
de Alemania
y Austria a raíz de la Primera Guerra Mundial, donde a la
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escasez de bienes se sumaron las "repar8!Ciones" exigidas por los
aliados, y cuya solución
no creyeron enconrrar más que a base de
imprimir moneda sin parar. Este caso dio lugar a la teoría moneta­
rista
de la inflación que arribuye al circulante monetario la sola
c,msa de la inflación, lo cual sólo es válido cuando el circulante crea
una sobredemanda sin que se pueda remediar la escasez. El circu­
lante, ciertamente, acelera el proceso. inflacionario cuando hay rigidez
en la oferta previamente, sea por falta de capital, de tecnología o de
ambas cosas.
En la actualidad, la inflación no ha surgido de repente aunque
a1gnoos acontecimientos la han 8!Celerado.
Podemos ver los casos de Uruguay, Argentina, Chile y Brasil, y
enconrramos que
ya hace años vienen debatiéndose enrre las dificul­
tades de una inflación acelerada.
En todos ellos vemos claramente la influencia, común a los cua­
tro países, del exceso de presión provocado por las corrientes justi­
cialistas y los errores de política económica que se han producido
ante el
fantasma de la política social o el socialismo.
Hechas
estas consideraciones generales sobre la inflación y sus
causas, pasemos a considerar algunos de sus efectos.
Los efectos los podemos dividir en directos e indirectos. Enrre
Jos primeros enumeraremos:
l.º) Alienta el consumo y el gasto para rratar de buscar .el man-
tener
el valor del dinero que hoy tenemos. Mañana valdrá menos.
2.º) Como corolario, subida de precios y de salarios.
3.º) Desrruye el ahorro y lo desalienta.
4.º) Fomenta la especulación, paso que sigue al citado en pri­
mer lugar.
5.º) Deja desampatados a los pensionistas y jubilados que que­
dan a merced del
Estado.
Resumiendo: desalienta el espíritu emprendedor, fomenta la es­
peculación y el despilfarro, el hombre se desmoraliza y el Estado
aumenta su poder a
costa del individuo, y de ahí se deducen efectos
indirectos a la inflación.
El Estado quiere entonces luchar conrra ella y echa mano de
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medidas fiscales, de economías presupuestarias y de reducción de
créditos, medios
clásioos de querer frenar la inflación. Pero estos re'
medios a veces resultan contraproducenteS.
La subida de impuestos directos, a partir de ciertos 1/miws, pro­
duce inflación. El propio Keynes en 1923 ya lo hizo notar.
La agravación de impuestos a las sociedades disminuye a estas
sus posibilidades de autofinanciación y con ello se ciegan fuentes
disponibles de inversiones además de desalentar a los promotores.
Las
empresas que pudieran obtener fuertes beneficios pueden verse in'
clinadas a fomentar la inflación si pata evitar pagar más impuestos
distribuyen entre sus asalariados
y sus accionistas más moneda, ha­
ciendo aumentar la demanda del· mercado o aumentando los gastos de
representación que también
incrementan la demanda.
La restricción de créditos dará lugar a desigualdades y grandes
perjuicios a la
pequelía y mediana empresa, especialmente a aquella
en la que
no tengan participación quienes dominen el crédito y lle­
garán a su desaparición provocando paros y conflictos laborales.
Los inversores en valores del Estado y de renta fija se sentirán
defraudados por los. especuladores que se les llevaron sus capitales.
El Estado
necesitará cada vez más, tomo citaba en el caso tan
claro de Alemania y Austria, aumentar la circulací6iI fiduciaria y
progresivamente
aumentará su poder económico a costa .. de la ruina
de los ciudadanos. Las fuentes de riqueza se secarán y se habrá cons­
tituido el estado socialista.
¿Cuál
es, pues, el camino posible para combatir la inflación que
lleva
al mundo al caos?
Encadenat la demanda, es decir, suprimir las condiciones que la
han desencadenado, o sea, es preciso poner al derecho lo que Marce!
de Corte ha
llamado "Economía al revés".
Este exceso de demanda
es creado hoy principalmente, por dos
caminos. Exceso de gastos públicos en relación con las
exacciones
del Estado y creación de moneda por el mecanismo de los euromer­
cados o indirectamente a través de la multiplicación del crédito por
las entidades bancarias.
En el primero se encajan los factores socio­
políticos a que hice referencia al principio.
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En definitiva, este encadenamiento tiende a contenet la expansión
desbordante a que el mundo occidental
se ha lanzado, problema muy
difícil pues
es lógico que los políticos no se atrevan a frenar el desa­
rrollo, Jo que les haría inmediatamente impopulares ya que ello lle­
varía consigo alejarse del pleno empleo, paros· laborales y baja del
nivel de vida a
límites soportables por los ingresos reales de los
países. Todo esto se rectificaría más adelante al alcanzarse un ritmo
normal de desarrollo, peto
es difícil hacérselo vet a los profanos.
¿Cuál es pues el único remedio preventivo contra la inflación?
Tratar de que la moneda no pietda su valor. ¿Forma de lograrlo?
Crear una organización de la Sociedad que debidamente estructurada
no deje
el podet económico y el político sólo en manos de un grupo
que anule la organización
del Estado, y hacet que frente a una má­
quina del Estado haya fuerzas · independientes y estructuradas que
puedan frenar la ambición
de podet de quienes estén dispuestos a
sacrificar a
los ciudadanos por mantenetSí, ellos en el poder. El poder
económico debe
estar en manos de cuerpos intermedios que no estén
directamente ligados al poder político. Es decir que la etnisión de
moneda
y de crédito no debe dependet exclusivamente del poder
ejecutor.
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