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Qué nos enseña la historia

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Las herejías comunistas en la historia de la Iglesia

LAS HEREJIAS COMUNISTAS EN LA HISTORIA
DE

LA
IGLFSIA
POll
GABRIEL ALFÉREZ CALLEJÓN
SUMARIO: !.-Advertencia iniciaJ..-2. Dos aclaraciones referentes a su am.
plitud.-3. Delimitación del tema.-4. Edad Antigua.-5. Edad Media.-
6. Edad Moderna.-7. Edad ·Contemporánea.-8. Doctrina de la Iglesia
sobre
el comunismo.
l. Advertencia inicial.
Este trabajo está realizado en equipo. José María Bloch, Notario
del Ilustre
Cokgio de Madrid, ha recogido la documentación básica
espigando en numerosos libros y en las Historias de la Iglesia más
conocidas. Alberto Gutiérrez Moreno, Magistrado de la Audiencia
de Madrid, ha proporcionado algunas notas tomadas de libros espe­
cializados e historias eclesiásticas. Mi labor ha consistido en redactar
la ponencia, ordenando los datos recopilados.
2. Dos aclaraciones referentes a su amplitud.
Dicho _esto,. enrramos en el tema, señalando, en -primer término,
que conviene distinguir cuidadosamente las herejías colectivistas his­
tóricas y el mCKlemo romunis:m.o marxista, pese a ser presentadas, a
veces, por algunos de sus secuaces, como precedentes del mismo. En
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GABRJEL ALFEREZ CALLEJON
efecto, las citadas herejías oonstituyen desviaciones de la ortodoxia
católica basadas
en falsos sentimientos religiosos o en una mal en­
tendida caridad evangélica o amor al prójimo, que, en ocasiones era
hipócritarnente manifestada en propio beneficio, mientras que el
moderno comunismo marxista .se basa en un ateísmo radical y un
materialismo evolucionista, dialéctico y revolucionario.
Con -frecuencia, sobre todo en herejías primitivas, se presenta
difícil, por la carencia de datos "1Cactos y fidedignos, precisar cuáles
fueron claramente comunistas. Por esto sól~ indicaremos aquellas-en
que
el citado carácter ,es más verosímii. Y como, en general, los da­
tos son escasos, en ocasiones sólo las señalaremos, haciendo unica­
mente en algunas, en que se posee mayor conocimiento, una des­
cripción más detalla Por otro lado, para evitar una monótona repetición de una in­
formación escasa, nos fijaremos particularmente en las más desta­
cadas, y la crítica que
hagamos de ellas será de general aplicación.
3. Delimitación del tema.
Las herejías oomunistas defienden fundamentalmente la comuni­
dad de bienes, pero también con Jirecuencia va unida a ella la co­
munidad de mujeres. De todos modos, la principal y a la que espe­
cialmente nos referimos es a la primera.
Como. el tema objeto ere nuestro estudio son las herejías comu­
nistas
en la historia de la Iglesia, interesa decir qué entlendernos por
Iglesia y cuál es históricamente su doctrina sobre el oomunismo, para
apreciair mejor así aquello en que se apartan de la misma las here­
j fas que señalemos.
Entendemos por Iglesia
la Católica, Apostólica, Romana, funda­
da por Jesucristo
y extendida actualmente por todo el mundo.
La doctrina de la Iglesia sobre el comunismo está contenida ori­
ginariamente en el Decálogo, síntesis
del Evangelio, que oondena
tanto el robo o sustracci6n de la propiedad ajena, lo que implica
su reconocimiento privado, como
el adulterio, lo que supone la exis­
tencia de 'la familia monógama, a la que se debe permanecer fiel.
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LAS HERJJJIAS COMUNISTAS
Dos
libros del Pentateuco se refieren a los mandamientos divi­
nos: el Exodo
y el Deuteronomio. En el primero puede leerse: "Yo,
Y ahvéh,
soy tu Dios que te ha sacado del país de Egipto, de la · casa
de servidumbre" .
. .
Después de proclamar otros mandamientos,
sigue:
"No robarás. No darás testimonio falso contra tu prójimo.
No codiciarás la casa de tu prójimo, ni su mujer, -ni su siervo, ni su
sierva, ni su buey, ni su asno, ni nada que sea suyo." En el Deute~
ronomio se dice prácticamente· lo mismo, con casi idénticas palabras,
agregándose que las dijo Y ahvéh con voz potente, en medio del
fuego,
la nube, y la densa niebla, escribiéndolas en dos rablas de
piedra que entregó a Moisés.
Entre
las maldiciones del Deuteronomio, capítulo XXVII, ver­
sículos 11 a 26, puede leerse ésta: "Maldito el que desplaza el mo•
jón en la propiedad de su prójimo." Entre las bendiciones, capítu­
lo
XXVIII, versículos 1 a 14, figuran las que recibirán quienes cum­
plan los mandamientos.
Los libros proféticos condenan el incumplimiento de los pre­
ceptos divinos.
En
el Evangclio encontramos repetidos pasajes en los que se
reiteran los Diez Mandamientos, condenándose, por lo que aquí in­
teresa, el robo
y el adulterio. Igualmente, en las Epístolas de los
Apóstoles.
El Decálogo ha sido considerado, hasra nuestros días, como la
más fiel
expresión del Derecho Natural, especialmente el que re­
gula la naturaleza racional. Recordemos, a efectos ele contraste, que
para
IBpiano era el que "narura omnia animalia docuit."
Cristo no condenó
la propiedad, ni siquiera la riqueza, sino el
robo.
Elogió la pobreza de
espfritu, es decir, el despego de los bienes
terrenales y la disposición de ánimo de desprenderse de ellos en
beneficio del prójimo necesitado. Esra pobreza afectwa es necesa­
ria;
la. pobreza efectwa. o de hecho, es sólo volunraria o de consejo.
La pobreza obligada o forzosa, sobre todo cuando origina resenti­
miento, no es virtud sino miseria. Pobre por el -espíritu es quien
veode sus bienes y entrega su importe a los pobres para seguir a
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GABRIEL ALFEREZ CALLEJON
Cristo, o quien, siendo rico, se constituye en administrador de lo que
tiene en beneficio de los pobres a los que socorre en sus n=sidades.
Al joven rico que cumple los mandamientos, le dice: "Si qtlieres
ser perfecto, vende tus bienes, da su importe a los pobres y sígueme."
Le aconseja; no le manda. Cri-sto recomienda dar, pero en ningún
caso aconseja quitnr. En el Evangelio se apremia al rico sin entra­
ñas para que se corrija y ame siendo generoso con los necesitados,
pero
nunca se ,estimula al pobre para que odie y se levante contra
el rico.
Allí donde
está tu resoro, allí está tu corazón. Corno dijo San
Juan Crisóstorno en su Homilía 20: "quien está pend'iente de su ri­
queza aquí en la tierra,
está sujeto a una servidumbre m.ís penosa
que la más dura esclavitud. Es corno un perro atado a un sepulcro.
Su
cadena .será la pasión por el dinero. Aullará para alejar a los que
se ·acercan, pero hará un trabajo_ inútil pues guardará para otros.
Desnudo saliste del vientre de tu madre y desnudo volverás a la
tierra al final
de tu:s días".
4. Edad Antigua.
Comunidad cristúma de Jerusalén. La primera comunidad cristi­
na de bienes de que se tiene noticia, es la de Jerusalén en tiempo
de los Apóstoles. Era una comunidad voluntaria, constituida por es­
píritu de perkcción en seguimiento de los oonsejos evangélicos, oorno
lo demuestra el
elogio que se hace de Bernabé, quien vendió un
campo y puso el precio a disposición de los Apóstoles. Se sabe que
María, madre de Marcos, conservó la propiedad de una casa, prueba
evidente
de que la puesta en común no era obligada.
Esta comunidad ha sido señalada por algunos sectarios corno un
antecedente comunista, pero es fácil apreciar que se trata de una
comunidad voluntaria, muy
al conmirio del comunismo socialista
moderno, impuesto por la fuerza. a todos los ciudadanos y basado
en la negación de la propiedad privada.
Pri,m,eras sect,:,s colectivist,as. Quizá la primera secta con mani­
festaciones colectivistas al comienzo de la era cristiana fue la de
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LAS HEREfIAS COMUNISTAS
los Ebionitas. Según Cullman son esenios oonvertidos al cristianis­
mo después del año 70. Sostenían doc,,rinas esotéricas como la trans­
migración y practicaban la comunidad de bienes.
Otras herejías colectivistas primitivas son:
El Milenarismo, frecuente entre los primeros cristianos, que creían
en la próxima venida del Mesías, o Parusía, anunciada en el Apoca­
lipsis. La inminencia del esperado acontecimiento hacía que fuesen
desprendidos, ocupándose poco de los bienes terrenales, que a veces
abandonaban o ponían en común.
El Montanismo, difundido por Montano y sus profetisas Prisci­
la y Maximila, quienes fundaron ,en Frigia, a finales del siglo. n,
una especie de Jerusalén terrena de tipo ascético y comunista.
Los Apast6lioo,. En el siglo III, un grupo así denominado, de
tendencias
milenat'istas, ptattica:ba también una especie de oomu­
nismo de bienes.
Refiriéndose a ellos, San Agustín dice que "se llaman de ese
mcxlo, ron arrogancia, quiienes oo reciben en su comunión a los que
se
casan y poseen bienes" y oontinúa: "En la Iglesia Católica hay
gente
que vive así, como igualmente muchos monjes y clérigos.
Pero esos Apo,t6licas son he,,ejes porque separándose de la Iglesia,
piensan que esrán perdidos para siempre los que tienen esas cosas
de las que ellos ,,e privan. Se par:ecen a los encratitas (continentes,
dueños
de sí mismos) y a los ,,¡,otactitas (renunciadores), pero tam­
bién ensefian otras herejías propias suyas que no son del caso." (San
Agustín, De H""'esibus, párrafo 40, tomo 42 de la Patrología La­
tina de Migné).
Los Gnósticos. Otro grupo de loorejl"" de la Iglesia primitiva
está
constituido por la Gnosis que abru:ca un gran número de doc­
trinas, algunas
de las cuales, como las sostenidas por Carpócrates,
tuvieron aspectos mlectivistas.
Los carpocracianos practicaban descaradamente la magia, reci­
bida
de Simón el Mago y sus seguidores. Por lo que respecta al tema
objeto
de nuestro estudio, las doctrinas profesadas por esta secta
agnóstica '50ll sumamente interesantes en cuanto preanuncian el co­
munismo y el inmoralismo de los · Hermanos del Espíritu Libre de
la Edad Media. En su T,atado sob,e la Justicú,, atribuido a un tal
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GABRJEL ALFEREZ CALLEfON
Epifanio, hijo de Carpócrates, se enseña un igualitarismo abooluto,
utilizando
como ejemplo el imparcial sol, que luce para todos, ricos
o
robres, ignorant!es o sabios, libres o esclavos. Igualmente propone
uua completa libertad sexual "Epifanio enseñaba también ---eicribe
Clemente
de Alejandría-que Dios ha puesto en todos los seres del
sexo
masculino un deseo potente e imperativo de propagar la es­
pecie y, por tanto, ninguna ley, ninguna costwnbre, pueden coartar
o prohibir tal inclinación." (Swomata III, 2, 9. Cf. Leisegang, H.
La Grwse, París, 1971, pág¡,. 181-189.)
Maniqueísmo. Fundado pür Manes, en el ~iglo III, constituye una
especie de ascetismo. El perf.ecto maniqueo renuncia a este mundo;
no quiete nada de él y combate en sí mismo todos> los deseos desor­
denados o
concupiscencias. Predican la continencia abooluta y con­
denan
el matrimonio. Igualmente repudian la propiedad privada y
con
mayor motivo Ias riquezas. El maniqueísmo se extendi6 bastante
y dur6 tiempo. San Agu.stln figur6, en su juventud, 'entre sm adeptas.
Una manifestación del maniqueísmo, en E,¡paña, fue el Prisci­
lianismo, siendo sn
fundador una figura muy discutida, pues mien­
tras para algunos, como Juan Descolá, basado en documenraci6n re­
cientemente
encontrada, apenas puede ser considerado hereje, ya que
las ideas
comunistsas que se le atribuyen s6lo eran despreodimienro
de las riquezas y amor a los pühtes, para otros, como el P. Llora,.,
las doctrinas de Prisciliano ronstituían una mezcla de gnosticismo y
maniqueísmo~
Dontttirmo. Esra herej fa toma el nombre de Donato, que había
sido elegido obispo de Carrago a principios del siglo rv (312). Do­
nato foe uu activista, partidario de la acci6n directa para la im­
plantación de sns ideas apostólicas que propugnaban el reparto de
bienes. Estimulaba a unos agitadores que merodeaban por la regi6n,
llamados "circunscelliones",
que saqueaban las granjas, secuestraban
a los viajeros (San Agustín esmvo varias veoes a punto de caer en
sns manos), atacaban a los acreedores obligándoles a destruir sus do­
cumentos
crediticios y cometían otras fechorías semejantes. En su
acroadórt existe un elato fermento revolucionario, si no claramente
colectivista, ¡;or lo menos enemigo de la propiedad privada basado
en un falso concepto de redención social.
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LAS HEREJIAS COMUNISTAS
En resumen, podemos decir que los herejes mencionados de los
primeros
siglos de la era cristiana suelen at=r a la familia defen­
diendo a
veces la promiscuidad sexual, y desprecian las riquezas, al
rontrario que los modernos romunistas que no son enemigos de las
riquezas sino de
que las posean los que ellos llaman capitalistas.
Los padres Apost6licos de los prhneros siglos de :la Iglesia, igual
que
los Santos Padres que les siguieron, a quienes con frecuencia se
les ronsidem comuo.istas, no oon tales, sino que simplemenre atacau
ron dureza a los que hacen mal uso de sus riquezas olvidando la
miseria de los necesitados. Seg6n su vivo lenguaje, más que dueños
de las cosas somos administradores de las mismas en beneficio de
rodas, pues para utilidad general fueron creadas por Dios, verdadero
y único dueño eterno
de los bienes, ya que los hombres nada se
pueden llevar de esre mundo, al que desnudos llegan al nacer y
desnudos vuelven, al morir, a la tierra.
Estos criterios no condenan la propiedad privada, sino rodo lo
rontrario.
Cotno dice expresivamenre San Juan Crisósromo, "¿Quién
es más dueño de Jo que posee: el que Jo gasta y reparre ron g¡:an
liberalidad, o el que por mezquindad no se atreve a tocarlo y Jo
entierra y guarda como si fuese ajeno?" (Disc. III, pas. 16).
5_ Edad Media.
En la Edad Media surgieron también algunas herejías romunis­
tas
o manifestaciones sociales consideradas participantes de dicho
matiz. Las principales fueron:
Bogomilas: Esta secta apareció en Bulgaria a mediados del si­
glo
X. Su iniciador fue el sacerdote rural Bogomilo. Predicaban una
gran
austeridad, evitar el matrimonio, abstenerse de la came y del
vino, orar, ayunar y peregrinar. Atacaban resueltamente la pompa
eclesiástica, la
riqueza y el poder mundanos. Se extendieron por to­
dos los Balcanes y llegaron a Constantinopla.
Petrobrusianos: Toman el nambre de Pedro de Bruys, que murió
el viernes santo de II24 al ser arrojado por los indignados fieles
a una
pira de cruces en las que pretendía asar carne para su romida.
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GABRJEL ALFEREZ CALLE/ON
Igual que los anreriores, rechazaban el matrimonio y la propiedad
privada.
Enriqueñ,,s: El nombre les vien,, de Enrique de Lausana, que fue
w, hereje revolucionario que extendió las ideas de los petrobrusia­
nos. Vivían en comunidades de hombres y mujeres.
Arnalditas, o seguidores de Arnaldo de Brescia, discípulo de Abe­
lardo. Fue
cl más radical de los herejes de esta época. Medianre un
levantamiento popular expulsó de Roma al Papa Eugenio III. Pre­
dicó
la más ausrera pobreza y atacó violenoamente el poder remporal
del Pontificado. Los eclesiásticos, según él, no podían poseer bienes
de este mundo. Todos los bienes terrenos pertenecen a los laicos,
especialmente al príncipe o poder público de quien aquellos derivan
su
derecho.
Hermanos dél Esptritu Libre. "Donde está el espíritu de Dios,
allí está la libertad". Basados en esta máxima predicaban que el Es­
píritu Santo bastaba para todo y justificaba todo. Así pues, no se
precisan sacramentos
ni precepto alguno. Para los creyentes todo
está permitido.
Practicaban una comunidad de mujeres y de bienes.
Derivan de
Amaury o Amailrico de Benes. Y de ellos surgieron va­
rias
sectas menores como la de los Adamitas de Austria, precursores
de los aaua!es desnudistas, y los Herejes de Dur,,ngo, de quienes
habla Menéndez y
Pclayo en su Historia de los Heterodoxos Espa­
ñoles. (BAC, Madrid, 1956, pág. 637).
Valdenses. Esta herejía fue fundada por el comerciante lyonés
Pe dé combatir, al principio, a !os citaros o albigenses, cayeron luego
bajo su influencia. Desde entonces comenzaron a oponie.rse a la au­
toridad de la Iglesia e impugnar la tradición, los sacramentos, etc.
Negaban las
indulgencias, el juramento, el servicio militar y la pena
de muerre. Su puritanismo desembocó en !a anarquía. Se extendie­
ron por países vecinos, como Esp por lo que acudieron a Roma solicitando permiso para una funda­
ción
en que ninguno tendría nada propio sino que todo sería común.
Pobres de Lombardia. Son muy semejantes a los valdenses.
Patarinos. Tienen su origen en el paso de los bogomilos por el
norte de Imlia.
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LAS HEREJIAS COMUNISTAS
Cátaros o Albigenses, El grupo más importanre de los citaros se
estableció
en la ciudad de Afbi, de donde procede el segundo nom­
bre. Esta herejía tiene
curiosamente raíces orientales y sin embargo
alcanzó
en Occidente una gtan difusión. Daniel Rops la califica de
"anarquismo transcendente". Los petfectos o puros practican el des­
precio
absoluto de los bienes de la tierra, de la propiedad, del ma­
trimonio y de toda satisfacción carnal. Algunos vivían como los
fakires indios, sumidos en un ensueño permanente, insensibles a
cuanto les rodeaba, suspirando por la muerte que les proporcionaba
la felicidad de identificarse coo. el espíritu sagtado, y que al­
gunos se procuraban mediante el suicidio ritua:l por envenenamien­
to, ayuno ilimitado o exposición al frío. La moral maniquea de los
cátaros
o albigenses se sinteriza, según Aguado Bleye, en tres pun­
tos: l. Distinción de los hombrts en dos grupos: los capaces de
redención y los que no pueden santificarse; 2. La negación de toda
autoridad, tanto eclesiástica como civil; y 3. Corulenación y rechazo
de todo lo que de cualquiet modo se relaciona ron la materia: loo
alimentos de origen animal, la propiedad privada, el matrimonio, la
venetación de imágenes, etc. (Aguado Bleye y Alcázar, Historia de
España, tomo !, pág& 670-671.) Esta hetejía fue duramente com­
batida mediante una Cruzada. La desaparición de los citaros taroa­
ría no obstante años en producirse.
San Betnardo combatió sin descanso a. todos los anteriores grupos
de herejes, reprocharulo especialmente a 1os enriqueños su gran
hipocresía al seguir yendo a la Iglesia en la que aparentaban cum­
plir escrupulosamente todas las normas establecidas. Pero, decía San
Bernardo, por sus. frutos se coo.oce el árbol y por el daño el mal Las
comunidades cristianas parecen seguir existiendo lo mismo, pero las
mujetes abandonan a sus maridos, la piedad languidece y el respeto
a
la propiedad disminuye. Loo herejes son como raposas, que hacen
el daño y rescapan, pero por el destrozo podemos deducir que por
allí pasó la alimaña. Siempre que pudo puso en guardia a las Igle­
sias locales sobre
la presencia de cualquiet heteje de que tuviese
noticia, sobre todo cuarulo iba precedido de fama de piadoso.
Refiriéndooe a estos mismos herejes, el que fue Obispo de Vich
doctor
José Tortas y Bagés, en un trabajo sobre La Tradición cata-
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GABRJEL ALFEREZ CALLE/ON
lana, dice que en la Edad Media, la línea de los Pirineos era un
hormiguero de herejes, entre
Jo., que menciona a los valdenses lla­
mados
allí vulgarmente sabatistas o pobres de Lión, que fueron
desterrados en 1197
por el rey D. Pedro, corno consecuencia de
una petición
de Obispos reunidos en Gerona.
En
el mismo estudio narra cómo un rey prudente como don
Jaime,
por consejo de San Raimundo de Peñafort, solicit6 del Papa
el establecimiento de
la lnquisici6n para luchar contra la herejía.
"En la bula pontificia, accediendo a la petici6n dirigida en 1232
ál Arwbispo de Tarragona, tío del rey, se ,ecomienda un trato hu­
mano a los
encausados y se indica que la finalidad del procedimiento
no es el castigo en sí, sino la correcci6n del hereje, y que, en caso
de duda no
se dicte sentencia condenatoria. Las reglas de procedi­
miento, redactadas por San Raimundo, ofrecen muchas más garantlas
que las de los .mod!ernos Consejos de Guetra, constimidos contra los
enemigos del Estado, como e,an considerados en aquel tiempo los
váldenses, cámros, etc.". Por rodo ello, loo perseguidoo por cuálquier
delito prelierían en rodo caso ser enjuiciados por Tribunales ecle­
siásticos y permanecer en sus cárceles, que 01et en manos de 9enle­
jantes instituciones secwMes, cuyo brazo era el encargado de ajus­
ticiar
ál reo cuando_ recaía pena capitál y debía ser ejecutado.
El rigor
en la lucha contra las hejerías se comprende, porque
era
producto de la dureza propia de los tiempos antiguos, que no
podían establecer excepci6n en el castigo del desorden social que
amenazaba destruir la civilización.
Comentando esta materia, sienta el Obispo de Vich .la siguiente
conclusión:
"Algunos modernos consideran a los antiguos herejes
como
héroes y mártires de la libertad de pensamiento, pero la his­
toria
enseña, de modo casi general, que fueron hombres más de
concupiscencia que
de especulación, e incluso en sus delirios y fa­
natismos de ilwninados veían siempre la consecuencia práctica. Re-­
sulta cla.ro romo la luz del día que aquellas sectas que se revestían
de apariencias místicas y simulaban un gran puritanismo evangélico,
eran sectas antisociales; no errores intelecruales de calenturientas
cabezas, ·sino apetitos de una desenfrenada concupiscencia que DD
soportaba las ttabas que naturálmente imponía la organización so-
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LAS HEREJIAS COMUNISTAS
cial. Sabido es que la herejía, en Occidente, aunque fuese importada
del Oriente, tuvo siempre un caráctrer práaim, germen de las ac­
tuales sectas comunistas y nihilistas."
Los Joaqumistas o milendristas medievales, Joaquín de Fiore
fue un monje calabrés de finales del siglo XII. Dio una nueva ver­
sión del milenarismo. Dividía la historia del mundo en tres etapas:
la del Padre, la del Hijo y la del Espíritu Santo. Su doctrina fue una
mezcla de pensamiento
apocalípciro y una humilde roncepción de
la
vida. Murió en 1202. Sus ideas· influyeron en el franciscanismo y
sobte todo en las desviaciones heréticas del mismo romo es la de
los
Espirituales o Fracicelli, según veremos seguidamente. Sus ideas
son éstas: El mundo está completamente rorrompido, los
poderosos
abusan de los necesitados, se acerca una época que setá la edad de
los pobres,
de los oprimJdos, de la propiedad rolectiva, de la liber­
tad
y de la paz. Su obta, El Evange!Jr, eterno, fue condenada y pro­
hibida.
El frandscamsmo y los Espirituales o Fraticelli. Como ha sido
expuesto
anteriormente, bastantes herejías comunistas romenzaton
propugnando una pobreza absoluta como el ideal de humildad y
vida sencilla, a la
que siguieron la defensa de la igua:ldad y el esta­
blecimiento de la comunidad
de bienes como consecuencias inev'i­
tables.
Aunque
ron características propias, el problema de la pobteza
fue típico de la Orden franciscana, especialmente en las deformacio­
nes de la misma pot el ala más e,ctremista de los Fraticelli que in­
currieron en cla:ra herejía.
Analiza=os ron algún detenimiento esta cuestión, dado que
las ronclusiones que puedan derivarse setán aplicables, ron las con­
venientes adaptaciones, a otros supuestos semejantes.
Seguimos en esta materia las e,cplicaciones del profeso< de Fi­
losofía del
Derecho -pata el Doctorado en la Universidad de la
Sorbona
de París, Michel Villey.
San Francisco de Asís es una de las más claras expresiones his­
tóricas de alma sencilla y de humildad cristiana. Su ideal es la po­
breza, la inocencia y el espíritu del Evangelio: vende lo que cienes,
dáselo
a los pobres y sígueme. Francisro es un místico que hace la
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revolución sin saberlo, por la fuena del amor, que es la única ma­
nera de haicer las revoluciones. Pero no e.ra un organizador.-En la
Regla dada a la Orden en 1221 puede leerse: "Los frailes no ten­
gan entre sí autoridad ni dominación alguna, sino que deben servirse
y obedecerse mutuamenre por espíritu de caridad." En otro lugar
se dice:
"Nadie será llamado Prior, sino que todos serán hermanos
menores". Y entre éstos, el que desee ser el. mayor será el servidor
de los demás.
San
Francisco renuncia al goce de privilegios o de excepciones
que
tanto abwndaban en el derecho canónico medieval y eran prác­
tica corriente ,en Monasterios y otras Asociaciones de Clérigos, sin
alegar nwx:a, en su favor, el derecho, ni siquiera para evitar per­
secuciones. Se instalaron en el "no derecho", pero no en forma
anárquica
como había ocurrido en distintas sectas, sino sólo en el
sentido de no exigencia para s~ renunciando a las facultades que
podrían
redundar en propio beneficio. Reconocen la propiedad del
prójimo aunque rechacen la ptopia, y no abrigan ningón proyecto
de reforma social.
Al morir San Francisco, su sucesor, Fray Elías, inicia la construc­
ción de un gran templo en su memoria, a:! que afluyen las limosnas.
Comienun a aceptar Iglesias donde predican para convertir a los
infieles y reciben prlvilegios de la Santa Sede (por ejemplo, de Ale­
jandro IV). La Orden aumenta su influencia y se va eatabl como necesaria una estructura jurídica.
Hubo descont1enros y oe ptoduce la escisión de los Espiritua:les,
que prolifetaron especia:lmenoe en el sur de Italia. Estos Espitituales
o Fraticelli
no se encuadraron en ningón tipo de organización y si­
goieron
su vida pobre y errante predicando la pobreza absoluta. No
querían tener nada, ni privada ni siquiera comunitariamente. Se
consideraban la Orden redentora anunciada por Joaquín de Fiore.
Segón
escritos de los fraticelli, la riqueza, más aún, el simple dere­
cho de
propi de goerras y de rodas las cormpciones humanas. Asimismo, para
ellos, el Poverello de Asís había sido el Angel del séptimo sello del
Apocalipsis yoánico, el restautador de la vida evangélica que había
inaugurado la Edad del Espíritu Santo. Huelga decir que en esta
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LAS HERE/IAS COMUNISTAS
nueva Eclad, que ya esmba a las puertas, los bienes particulares se­
rían puestos al servicio común.
La fórmula utilizada por los franciscanos para annonizar la po­
breza absoluta con la posesión estable de bienes, es disfrutar sólo el
uso de las cosas sin derentar la propiedad. Este es el régimen esta­
blecido en una serie de bulas que atribuían la propiedad de los
bienes
que tenían a la Sanm Sede.
Esta situación originó una gran polémica, coino era frecuente
ocurriese en aquella época. La discusión gro.viraba sobre los ronceptos
de uso, disfrute, dominio o propiedad, etc., que sólo los técnicos en
derecho saben distinguir con rigor.
El
desarrollo de esm cuestión fue el siguiente: Hada 1223, el
Papa Juan XXII obligó a
los fraocis.canos a ostentar la prcpredad de
los bienes que
disfrutaban, acabando ron la ficción de asignar su
dominio
al Papado.
El
cimdo Papa, aunque en otras materias no fuese una figura
destacada, era indudablemente un gran jurista formado en el derecho
romano y rodeado, por añadidura, de eminentes dominiros versados
en derecho, sobre
todo a raíz de la canonización de Santo Tomás
de Aquino.
· Precisamente una de las enseñanzas de Santo Tomás de Aquino,
seguida
por los frailes de la Orden a que perteneció, es que la pro­
piedad privada es de derecho natural. Al tratar en la Suma (2.2-q.66-
a.2) de exageradas expresiones verbales
contra la propiedad pro­
nunciadas por algunoo Santos Padres como S. Basilio y S. Ambrosio,
afirma que
"es lícito que el hombre posea rosas como propias, las
administre y disponga de ellas", agregando que "es también necesario
a la vida humana por tres motivos: primero, porque cada uno es
más solícito en la gestión de aquello que con exclusividad le per­
tenece que en lo
que es común a todos o a muchos, pues cada cual,
huyendo del
trabajo, deja a otro el cuidado de lo que mnviene al
bien común, como sucede cuando hay muchedumbre
de servidores;
segundo, porque se administran más ordenadamente las cosas hu­
manas cuando a cada uno incumbe el cuidado de sus propios inte­
reses, mientras que reinaría: confusión si cada cual se cuidaira de todo
indistinmmente; y tercero, porque el estado de paz entre los hom-
721
Fundaci\363n Speiro

GABRIEL ALFEREZ CALLEJON
bres se con:serva mejor si cada uno está contento con lo suyo, por lo
cual vemos que entre aquellos que, en común y proindiviso poseen
alguna cosa, surgen más frecuentemente contiendas."
Como puede
aprteciarse, lo anterior constituye una sólida argu­
memaci6n contra el comooismo, bosada en la lógica y el buen sen­
tido, prescindiendo totalmente de su
carácter ateo y materialista
que por añadidura suele acompañarle en su versión moderna o mar­
xista.
El reconocimiento y ventajas de la propiedad privada no obstan
para que,
en su disfrute, deban tenerse las cosas como si fueran
comunes, según
advi=e el mismo Santo Tomás, recordando al Após­
tol que manda a los ricos
"dar y repartir con generosidad sus bienes."
Los dominicos que asistían al Pontífice Juan XXII sustentaban
la
doctrina de Santo Tomás sobre la propiedad, sin que compren­
diesen su
rechazo por los franciscanos, sobre todo del sector más
e,,rrernista o Espirituales. Y aunque la Orden dominicana fue ini­
cialmenre mendicante, sus miembros nunca renunciaron a la pose­
sión colectiva de riquezas, ya que la propiedad aparece como el
medio
más adecuado para el desarrollo natural del hombre sobte
la tierra.
Juan XXII se negó a ver en la ausencia de propiedad la virtud
suprema,
y por ello procutó su difusión, eottendiendo este régimen
incluso a
las comunidades franciscanas. Al imponer dicho estatuto
a
la citada Orden, e1 Papa afirma que no rompe con ello ninguna
tradición, sino que únicamente da un sentido propio al lenguaje
adulterado, devolviendo a las palabras su significación adecuada.
Los franciscanos, especialmente los extremistas Espirituales, ale­
gaban
en favor de su criterio las bulas de sus protectores, preten­
diendo no tener sobre los
bienes que poseían, la p,-o,¡,;edad o el
disfrute ni ninguna otra clase de derecho, sino el simple uso de
hecho, lo cual, según el Papa, es técnicamente inadmisible y cons­
tituye una pura ficción, pues, ¿acaso no disfrutan ooas cosas y con­
sumen otras? Y, ¿esto no es un derecho? Por otro lado, en el de­
rtecho romano el usufructo es sierupre temporal y no puede afectat
a las cosas consumibles; sin embargo, los franciscanos usan a per­
petuidad
las cosas y consumen las perecederas. Por eso entiende el
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LAS HEREJIAS COMUNISTAS
Papa que los franciscanos deben ser consideradoo dueños de los
bienes que poseen. De no ser así, aceptando el criterio franciscano,
el Papado se enconrraría cargado con un extraño tipo de dominio
1Jerba/,, carente de todo contenido sustantivo, desnudo y enigroÁrico.
¿Cómo puede decirse -se pregunta el Papa-que la comida o be­
bida u otras cosas coo.sumibles sólo se usan de hecho, sin tener
sobre las
mismas derecho alguno? Las facultades y las. ventajas o
beneficos que nos
producen las cosas constituyen auténticos dere­
chos, de los ruales gozan, igual que otros dueños, los monjes fran­
ciscanos. Si no tuviesen el derecho-de usair, el uso no· sería justo,
y no es esto lo que ocutre cuando los franciscanos disfrutan sus
jardines, cogen !rutos
de la tierra o consumen lo que éomen o be­
ben. ¿Podría
afirmarse que San Ftancisco no ten,~ derecho a comer
un trozo de queso que le dieron? La palabra uso e incluso usa de
hecho significaba indudablemente un uso justo, un uso jurídico, un
derecho. Y oo cabe decir que el uso se atribuye a la Orden en vez
de
a los monjes, alegando que ésta no come, ni bebe, ni disfruta de
las cosas sino que rales actos son propios· de los individuos, pues en
definitiva, la Orden está integrada por personas físicas.
La posición del Papa Juan XXII es firme: San Francisco no
entró en disquisiciones jurídicas; sólo ordenó a sus monjes la po­
breza sin meterse en otras consideraciones como las que posterior­
mente adujeron Miguel de Cesena, superior de la Orden destituido el
6 de junio de 1328, y Guillermo de Occan.
La descripción, conexiones, extensión y ramificaciones de los
numerosos grupos
sefurlados que proliferaron en la Edad Media, es
difícil de estaB!ecer. Los historiadores de orientación marxista han
pretendido ver en estos. movimientos, anteeedentes de su preconi~
zada lucha de clases. Sin embargo, es evidente que loo documentos
llegados hasta nosotros oo favorecen ra1 interpretación. Su inspira­
ción fundamental es de tipo religioso, aunque deformado, reclutan­
do sus adeptos entre miembros de cualquier estamento social En
ocasiones se
trataba de ricos que v,endían sus bienes para repartir
su importe entre los necesitados
y así se hacen pobres, como es el
caso de Pedro de Valdés, Prisciliano. y el mismo San Francisco. Al
contrario de lo que sucede con algunos líderes prolera.rios de la
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GABRIEL AU'EREZ CALLE/ON
actualidad, que comenzando sus actividades revolucionarias siendo
pobres, a V'ECeS han terminado siendo ricos.
La
existencia predominante del citado fermento religioso no
quiere decir que las motivaciones socio-económicas permanecieran
totalmente ajenas a los impulsos motores de algunos de los citados
movimientos, o que no se derivasen casi si'empre de los mismos
consecuencias de tal índole.
6. Edad Moderna.
SMJOn"7"ola. Savonarola fue un fraile dominico que se puede de­
cir que está a
caballo entre la :Edad Media y la Moderna. Su vida
apostólica
se desarrolla durante el pontificado de Alejandro VI. Cri­
ticó
ferozmente el deterioro de las costumbres y la vida de la Iglesia,
en sus días.
Predicó una gran austeridad personal y de la sociedad
tanto
eclesiástica como civil. Era partidario de una constitución de­
mocrática y de un gobierno universal con un Gran Consejo al modo
de Venecia.
Mezclaba con frecuencia los problemas
sobrenaturales con los
negocios de este mundo. Le gustaba contemplar la mano del Omni­
potente
interviniendo en los menudos detalles de la vida cotidiana,
lo que produce una
gran confusión e implica hacer a Dios partí­
cipe de nuestras pas!iones, sentimientos e iras. Más que sobrenamra­
lizat la vida humana supone mundanizar a Dios.
En medio de guem-as, intrigas políticas y enfrenwnientos con el
Papa, bajo _su influencia y ardiente predicación se estableció en
Florencia una
exmiña dictadura popular que él mismo interpretaba
como la Parusía. Cristo reinaría por medio de él, su profeta. Sus
partidarios invadían los domiciHos particu1ares recomendando la aus­
teridad.
Los niños apedreaban a los pecadores públiros. Un gran
espectáculo consistía en· la quema en calles y plazas de objetos de
vanidad
y lujo. Se dice que en algunas de estas piras se nonsumie­
roi cuadros de Boticelli, Bartolomé de la Porta y Lorenzo ele Credi,
tres ilustres pintores influidos por
el fogoso tribuno. Restableció la
pobreza en común de los conventos que controlaba, imponiendo
el
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LAS HEREJIAS COMUNISTAS
trabajo manual de los religiosos ya que la mendicidad no bastaba
para subvenir a las
oocesidades de las comunidades numerosas. Sa­
vonarola hace profecías apoodípticas, amenaza con castigos inmi­
nentes y con
guerras si no se ponen en práctica las m€didas que
propugna.
Pr,dica una r-eforma individual y social, ordenada a "cui­
dar del bien común con preferencia •l particular". Lo espiritual
debe prevalecer sobre lo político; así abundarán las riquezas y "en­
tonces, quien sea rico podrá atender y ayuda< a los pobres·. Apre­
sado por sus enemigos, fue sometido a juicio, condenado a muerte
y ejecutado el 23 de mayo de 1498.
Herejú,s revolucionarias al c les del siglo
XV y comienzos del XVI, se suceden aJgunas subleva­
ciones 'Ca.IIlpesinas o artesanas en diversos lugares de .Alemania. La
principal es seguramente la de 1476, acaudillada por el timbalero
pastor de Nildhausen, Hans Bohm, que influido por un cura de
a:ldea husita, exclaustrado, quemó su tamborll junto al pequeño
santuario del pueblo y
se puso a predicar el "verdadero evangelio"'
cuyos puntos principales
eran: igualdad fraternal de todos sin dife­
rencia alguna de
clases sociales ni entre ricos y pobres; supresión
de toda autoridad civil o eclesiástica, abolición de tributos, diezmos
y cualquier otro impuesto; reparro de los bienes del clero entre la
comunidad; obligación del trabajo manual pata todos los ciudadanos,
como medio
de vida. Fue apresado, acusado de hrohi.cería y que­
mado el 19 de julio del citado año 1476.
Los An,,b,;ptistr,s. Después de la Reforma protestante, el comu­
nismo aparece
claramente en la secta de los anabaptistas, fundada por
Nicolás Stork, discípulo de Lutero, como una derivación del prin­
cipio del libre examen,
el estlmulo de la rebeldía y el desenfreno
de las bajas pasiones.
No sin razón, Lutero suele ser considerado como el padre mo­
derno del
libe,alismo subjetivista y del comMlismo igualitflÑo, que
no es otra cosa que una consecuencia lógica del mismo.
Los anabaptistas niegan vaJor aJ bautismo de los niños. Su ca­
racterística principal es la defensa de un comunismo bíblico inspi­
rado en la primitiva comumdad cristiana y en les consejos evangé­
licos..
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GABRJEL ALFEREZ CALLEfON
Dentro de los grupos protestantes, la nobleza germaruca apa­
rece más vinculada a Lutero; las clases burguesas y capimlistas se
aproximan preferentemente a
CaJvino; y ¡,,. d=s marginadas o
desemparadas se sienten más· identificadas con agitadares revolu­
cionarios como Jorge Metzler,
Thomas Münzer o Juan Leyden, que
en una
clara prolongación del milenarismo medieval quieren im­
planw, por las buenas o por las malas, mediante la sul:ilevación. de
los campesinos, el "reino de Dios sobre la tierra". Por supuesto,
este nuevo reino implicaba
la abolición de la propiedad privada, 1a
instauración de un igualitarismo absdluto, la supresión de cualquier
autoridad
y la máxima libertad sexual, presidido todo por una pro­
clamada fraternidad universal
Thomas Münzer,
oriundo de Stolberg, en la región de Harz, de­
bió
nacer hacia 1498. En 1523 fue nombrado párroco de San Juan
de Allstedt y comenzó a prevenir contra el bautismo externo, cuando
el esencial era el interior. Por eso, Lutero y Mela.chthon le consi­
deran fundador
de los. anabaptistas, pero de Jo que no cabe duda es
de. su ·espíritu revolucionario. Sú actividad más intensa en este sen­
tido tiene lugar cuando en agosto de 1524 se dirige a Mulliausen,
en Turingia, y en las mismas calles inflama a las turbas en odio
contra los Obispos,
curas y frailes. En 1525, con la ayuda de Pfeiffer,
Stork y
Metzler, logró apoderarse ele la ciudad, donde puso en prác­
tica sus doctrinas,
erigiéndose en supremo repartidor de los bienes
ante
el aplauso genera:l de los más desheredados, que dejaban de
trabajar para vivir a costa
de la propiedad colectivizada. Queriendo
llevar a cabo
una guerra de expansión, fue vencidp el 15 de mayo
de. 1525 en la batalla de Franhausen, siendo ejecutado el 27 ante la
ci~ad que le había servido de base de operaciones. El marxista
Bloch
ha dedicado un esrudio a la sublevación por él acaudillada,
con
el título de Tomas Münzer, teólogo de la revolución.
En 1524 y 1525, los campesinos de .Suabia y otras regiones de
Alemania se sublevaron contra las autoridades establecidas. Sus pe­
ticiones eran moderadas y se recogieron en 12 puntos, pero sus
pretensiones, · segón las inspirociones de Mün.zer que seguían, eran
las
de "volver al estado primitivo en que todos los bienes eran co-
Fundaci\363n Speiro

LAS HEREJIAS COMUNISTAS
munes". La represión de estos levantamientos causó unas 150.000
ví«imas.
Stork, el compañeco de Münzet, huyó a Silesia, y el comunismo
anabaptista se extendió como doctrina solrunente moral y religiosa
por Suiza, Alemania y Polonia. Años más tarde quiso tenet de nue­
vo influencia política.
Esto se propusieton los anabaptistas refugia­
dos
en Zalicona, cecea de Zutich, en donde predicaton la comuni­
dad de
bienes y de mujeres, diciendo que esto supone la perfección
recomendada
por el Apóstol San Pablo cuando aconseja "tener a
las mujetes como si no se tuviesen"'. También abogaron por la su­
presión de los castigos
coq,ora:les, así como la disolución del Ejér­
cito
y los Tribunales. Algunas de estas ideas fnecon recogidas más
tarde
por los socia!listas Saint-Simon, Owen y Foutrier. El resultado
de estas doctrinas fueron las mayores aberraciones y ttasromos. Ha­
biendo intentado
apoderatse de Zurich y Basilea, las ciudades suizas
dictaron contra ellos edictos de proscripción, pereciendo en grupos
y ernigtando los restantes (1528-29).
Stork mutió en
Munich en 1527. Por esta época, unos discípulos
suyos, Hunte, y Sche,r/,ing, fundaron en Moravia nuevas colonias ana­
baptistas,
en tetrenos acotados en los que instalaron chozas para
cultivar fa cierra en común. Para las un.iones sexuaies se formaban
parejas de hombres y mujetes según listas de edad. Todo el mundo
vestía igual y el producto
del trabajo se entregaba al &ónomo o
Administrador, que luego distribuía los bienes según las oocesida­
des. Por disensiones entre Hutrer y Scherding, el primero huyó a
Austria, en donde fue ejecutado. Scherding fundó nuevas colonias,
que
subsistieron mientras se mantuvo una rígida disciplina. Debi­
litada ésta y relajadas las costumbres, las comunidades se fueton
disolviendo. Estalló un motín y Scherding tuvo que huir a Polonia,
donde murió pobre
y desamparado. A Scherding sucedió Miguel
Feldhalet
en el supremo gobierno de las comunidades anabaptistas
de Moravia,
que después de su muerte enttaron en una rápida deca­
dencia. M poco tiempo de 'SU fundación no quedaba rastro de las
mismas. Corno escribe Sudre, aquel régimen de trabajo continuo, el
silencio, la uniformidad en todo y la obediencia pasiva, sólo podían
mantenerse
mrentras imperase un hondo sentido religioso. Estaba
727
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GABRJEL ALFEREZ CALLEJON
además prohibida la e,rpresión artística, lo que originaba un mundo
de hielo
en el que el hombre quedaba reducido a una cifra, un au­
tómata laborioso y mudo, cuya
inteligencia tenía que embrutecerse
y secarse su cora,ón.
Un teocero y último intento para establecer el comunismo ana­
baptista tuvo lugar en
Mihlster, ditigido por un discípulo de Hoff­
man, llamado ¡,,,.,. Mathias, quien ayudado por Juan Boc:old o de
Leyden, se apoderaron de la ciudad aprovechando quetellas intesti­
nas,
imponiendo en aa misma el nuevo bautismo bajo la pena de
muerte.
Predk:ando la igualdad absoluta, la comunidad de bienes y
de mujeres, así corno la mayor libertad teórica, Mathias se impuso
por el terror. Sitiada la ciudad en la que se había constituido la
comunidad
denominada Nueva Sión, Mathias pterendió extenderla y
murió en una salida guerrera. Se apodero entonces dd poder Juan de
Leyden, que se proclamó rey y ejetció una tiranía que supetó a la
del antetiot.
Fracasados los intentos de ayuda de los anabaptistas
holandeses capitaneados
por Gelen, que planearon apoderarse de
Amsterdam
para disminuit la presión sobre aquéllos, el ceroo contra
los mismos
se hizo cada vez más estrecho y, gulado el ejército epis­
copal que
asediaba 'la ciudad, por un desertor, entraron ·en ella, sien­
do Leyden aptesado y decapitado, a los 26 años de edad y dos de
reinado,
en 1536.
Contra
las trorías sustenmdas por Leyden y sus secuaces defen­
sores del oolectivismo,
Juan Luis Vives escribió un pequeño tratado
impreso por ptimera vez en Basilea el año 1538 bajo el título De
Comumone Rerum. En esta obra comienza Vives por distinguir tres
clases de romunistas: l. Los malvados que por afán de riquezas re­
volucionan a la humanidad y no que por desidia, prodigalidad o moa. suerte petdieron su patrimo­
nio y quieten vivir
sin trabajar a costa de lo ajeno; y 3. Los que por
ignorancia o nocedad sacan a,:gumentos a su favor, de las Sagradas
escrituras o de algunas situaciones de la Iglesia primitiva. "Los pri­
meros - nes; la oodicia de los segundos es bastante fácil de enmendar; los
terceros no distan mucho d,, la ingenuidad e inocencia."
Y continúa: "Dime ahora, ¿por qué propugnáis el
comunismo?
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LAS HERB/IAS COMUNISTAS
Aducís en seguida el ejemplo de los Apóstoles y el de la O>munidad
de Jerusalén. Mas la primitiva comunidad de Jerusalén no fue pre­
dicada
por los Apóstoles, sino fruto del ardor y magnanimidad de
los
neófitos."
Dice
el Señor: quien tenga dos túnia,s, que dé una a1 que no
tiene. Ahora dime:
¿Crees tú que entre esos miserables a quien
Dios nos ordena
dar la túnica está el que la tenía y la perdió por
sus derroches y maldades y luego pudiéndola recupetar ron su tra­
bajo e
indll6tria prefiete por su desidia andar desoudo? No te creo
tan estúpido como para pensar que el Señor me manda alimentar
ron mi benignidad aquella flojedad y pereza. Peto, analicemos sus
palabras mismas: "quien tenga dos túnicas, que dé una al que no
tiene". ¿Oyes que dice
dt,,-y no ,robar? Tú no quieres movetle a
compasión ni peditle; tú quieres obtenetla violentamente, aun por
la fuecza, aun incendiando y matando. Dice que de sus dos túnicas

una, con lo cual a nadie se le ordena que haga comunes todas
sus co.,as, sino que dé lo superfluo reteniendo lo =io. Tú en
cambio, sin examinar ni considerar, ni distinguir entre lo necesario
y lo superfluo de cada uno, le pides y le arrebatas todo sin tener
tampoco en cuenta si es viejo o joven,· sano o enfermo, casado o
célibe, cargado o
no de lujos, rudo o instruido.
"Aquel ve y vende cuanto tienes, haiy que interpretarlo con vistas
al individuo y como signo de perfección; no miraodo a la comuni­
dad
y como norma ordinaria. ¡Qué caprichosa y cómica interpreta­
ción de las palabras de Cristo! El te dice: da a los pobres cuanto
tienes, y
tú te vuelves al prójimo diciéndole: ¿No oyes como ordena
que
yo reciba Jo ruyo? Si aquellos tiempos apostólicos tanto os
encantan, ¿por qué no imitáis su fe, su paciencia y mansedumbre,
su clemencia y denuedo de espíriru? ¿Por qué no os lanzáis al
Africa o al Asia a predicar el evangelio, a buscar una muerte glo­
riosa por el nombre de Cristo?"
"Podemos
ronsiderar en el hombre el alma y el cuetpo y los bie­
nes
exteriores. ¿PosruJas el comunismo en las virtudes y dones? ¿En
la sutileza o en la ciencia, en la destreza, en fa prudencia, juicio y
memoria? ¿O en el vigor y en la salud, en la figura, en la integri-
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GABRIEL ALFEREZ CALLETON
dad, en la edad, en la agudeza sensitiva?. Todo esto le pertenece a
cada
cual y no puede repa.rcirlo cou los 01lr0S.'"
"¿ Y los bienes externos? ¿Cuáles son ai cabo las rosas que pro­
pugnas comunes? Muchas sólo pueden ser individuales.'"
En conclusión, para Vives, no cabe propugnar el comunismo ni
mirando a las cosas ni mirando al hombre. Entre aquéllas las hay co-­
munes. por naturaleza y las hay que piden la apropiación. Por lo
que mira al hombre,
las desigualdades individuales forrosamente han
de repercutir en la propiedad, y bien fáciies son de prever, aparte de
algunos ejemplos históricoo, las coosecuencias del comunismo econó­
mico, sexual, etc. Bntre otras cosas, el comunismo elimina la noción
misma. de libertad y hace desaparecer el estimulo.
Sin
embargo, Vives fuscig¡,. con dureza que hace recotdat los so­
noros rextos de los Santos Padres a los maloo ricoo catentes de espí­
ritu cristiano que no se preocupan de los pobres.
7. Edad Contemporánea_
En Francia, a raíz de la revolución de 1789, varios políticos so­
ciales se proclamaron al mismo tiempo católicos y colectivistas. En­
tre ellos, Leroux, Budhez y Caber,
En el siglo siguiente, Lammenais ejerció mateada influencia en
la Liga
de los Proscritos, después llamada Liga de los Justos y fi­
nalmente Liga 0,munista, por encatgo de la cual fue escrito el Ma­
nifiesto de 1848, redactado por Marx y Engels. En los citados cír­
culos era frecuente
la lectura del libro Pak,bras de un Creyente de
Lammenais.
Pero Lammenais más que un católico social fue un católico de­
mócrata
y liberal que defendía la sepatación de la Iglesia y el Es­
tado, no en el sentido económico, sino en el de set el Estado inde­
pendiente
en su actuat de toda idea religiosa, debiendo acomodarse
solamente a lo que acuerde la mayoría de 1os ciudadanos. Sin em­
bargo, es sus defensores, es la puerta que conduce lógicamente al igualitaris­
mo social en que consiste el comunismo.
730
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LAS HEREJIAS COMUNISTAS
Así no es de extrañar que de la democracia cristiana hayan sur­
gido
modernamente movimientos como el de los Cristianos por el
socialismo, que pretenden armonizar el rn.tolicismo con el comunismo,
incluso de tipo marxista, claramente materialista y ateo.
8. Magisterio de la Iglesia sobre el oomunismo.
El magisterio de la Iglesia sobre el comunismo es constante e
invariable
desde antes de aparecer el Manifiesto de Marx ·y Engels
en 1848, con las naturales matizaciones según las circunstancias de
cada momento, que los Pontífices han tenido en cuenta en sus docu­
mentos.
Los textos modemos más impo,:-tantes a este respecto son: la
Encíclica
Divini Redemptoris de Pío XI (19 de marzo de 1937).
El Decreto de la Sagrada Congregación del Santo Oficio, de fecha
1 de julio de 1949, promulgado por Pío XII, que expresamente
prohibe "afiliarse a los partidos comunistas o favorocet'los; editar,
propagar o
leer libros, ~evistas, diarios u hojas que patrocinen la
doetrina o acción de los comunistas, o escribir en ellos". Quienes
realicen tales actos incurren en excomunión especia1mmte reservada
a 1a Sede Apostólica y no pueden ser admitidos a los sacramentos.
(Acta Aposrólica Sedis, tomo XLI, pág. 334). Y otra Resolución del
Santo Oficio,
de fecha 4 de abril de 1959, expresamente aprobada
pot Juan XXIII, conforme a la cual está prohibido a los católicos
"dar su voto a
los partidos o candidatos que, aunque no profesen
principios en oposición con la doctrina. 01t61ica o incluso se arri~
huyan 1a condición de cristianos, se unan sin embargo de hecho a
los comunistas o los favorezcan en su acción".
Pablo VI, en la misma línea que sus antecesores, ha condenado
igualmente el comunismo en diferentes documentos y manifestaciones
desde el comieozo de su pontificado, condena que se extiende al
movimiento "Cristianos por ·el Socialismo", al que concretamente se ha
referido, considerándolo inadmisible, en su Alocución a la Audiencia
General del día
10 de noviembre de 1976.
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