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1982

¿Crisis en la democracia?

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San Leandro y la unidad católica de España. Homilía en la XXI Reunión de Amigos de la Ciudad Católica

¿CRISIS EN LA DEMOCRACIA?
Se refirió, también, al viaje de Su Santidad a España; habló
de
la preparación de esta venida del Papa por un grupo de jó­
venes y cómo, a medida que se les exigía más sacrificio, aumen­
taba el número de jóvenes dispuestos a trabajar.
Concluyó dedicando unas palabras a
la Virgen, encomendán­
donos que la recibiéramos como Madre.
Se clausuró nuestra XXI Reunión con el acto lit6rgico final
en
el cual el P. Victorino Rodríguez, O. P. dio gracias a Dios
por estas jornadas, por las palabras del Vicario de Cristo en su
recorrido por España. Terminó resumiendo
que la democracia
moderna ha vivido en cri,sis, vive en crisis y terminará en muerte.
M.' .ANGELES BADfA.
Homilía en la Misa del segundo día: "SAN LEANDRO
Y LA UNIDAD CATOLICA EN ESPA:tl¡A"
POR EL
Rvdo. P. MARTIN PRIETO RlvERA
Hoy celebra la Iglesia española la fiesta de San Leandro,
Arzobispo
de Sevilla.
San Leandro tenia sangre de santo. Son cuatro los hermanos
elevados
por la Iglesia al honor de los altares: San Leandro y
sus hermanas, educados por él a la muerte de sus padres:
San Fulgencio, San Isidoro y Santa Florentina.
Indudablemente, el astro
de primera magnitud fue San Isi­
doro, quie11¡, con su saber enciclopédico, universal para su tiempo,
fue el Doctor reconocido y Maestro de la Iglesia medieval, sobre
todo
hasta el advenimiento de la gran Teologla escolástica.
Pero desde el punto de vista español, la influencia de
San Leandro fue, para nuestra naci6n, de mayor transcendencia.
A él
se debi6 la conversi6n del arrianismo al catolicismo del
rey Recaredo, y
con él de todo su pueblo godo, que hasta en­
tonces habla convivido mal can la poblaci6n hispano-romana, ya
cat6lica en su inmensa mayoría cuando la invasi6n visig6tica.
En
el III Concilio toledano (589) tuvo lugar la solemne
abiuraci6n del arrianismo y la profesi6n de fe cat6lica, no s6lo
del rey, sino también de los f!,OdtJs y suevos.
Con ello
se lleg6 a la unidad religiosa de España baio el ca­
tolicismo, que el padre del rey, Leovigildo, habla tenazmente
procurado se hiciera ba¡o el arrianismo. Desde entonces, España
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CRONICA XXI REUNION DE AMIGOS DE LA CIUDAD CATOLICA
es católica a través de catorce siglos y a pesar de las debilida­
des y veleidades humanas y aun de infidelidades de individuos
o pequeños grupos.
Es el bien inmenso
de la unidad religiosa ba¡o la verdad,
que tantos beneficios
ha traido a la nación española, que los Pa­
pas han ensalzado y otros pueblos nos han envidiado.
Y
con la unidad religiosa, la unidad polltica. Desde sus pun­
tos
de vista distintos, tanto Leovigildo como Recaredo vieron
muy bien que
nada meior podia consolidar la unidad politica
que
la .unidad religiosa del pueblo. Y que ello de hecho ha sido
aJi nadie lo ha proclamado con mayor sabiduria que nuestro in­
mortal historiador, Menéndez Pe/ayo.
No
es posible afirmar que esta simbiosós de Religión y Pa­
tria española se haya realizado siempre, en catorce siglos, de
manera ideal en buena teoria, y sin roces más o menos desagra­
dables. Ha habido muchas veces intromisión del Poder civil en
lo eclesiástico (Cesaropapismo); y del ecll!siástico en lo civil
(Clericalismo).
Pero /os beneficios para España de la unión su­
peran infinitamente los inconvenientes.
Con toda razón puede afirmarse hoy y siempre lo que afirmó
León
XII en su encíclica Inmortale Dei sobre la constitución
cristiana
de los Estados, número 9:
«Hubo un tiempo en que la filoso/la del Evangelio
gobernada los Estados. En aquella época, la eficacia pro­
pia de la sabiduria cristiana y su virtud divina había pe­
netrado en las leyes, en las instituciones, en la moral de
los pueblos, infiltrándose en todas las clases y relaciones
de la sociedad. La Religión fundada por Jesucristo se vela
colocada firmemente en el grado de honor que le corres­
ponde, y florecía en todas partes gracias a la adhesión be­
névola de los gobernantes y a la tutela de los magistrados.
El
sacerdocio y el imperio vivlan unidos en mutua concor­
dia y amistoso consorcio de voluntades. Organizados de
este modo, el Estado produ¡o bienes superiores a toda es­
peranza. Todavla subsiste la memoria de estos beneficios,
y
quedará vigente en innumerables monumentos históricos,
que ninguna corruptora habilidad
de los adversarios podrá
desvirtuar u obscurecer.
»Las palabras que Ivo de Chartres escribió al Papa
Pascual II merecen ser consideradas como formulación de
una ley imprescriptible; 'Cuando el imperio y el sacerdocio
viven en plena armonia, el mundo está bien gobernado y
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la Iglesia florece y fructifica. Pero cuando surge entre ellos
la discordia, no sólo no crecen los pequeños brotes, sino
que incluso las mismas grandes institudones perecen mise­
rablemente)».
El naturalismo radonalista que hoy invade el mundo no acep­
ta esta unión amistosa de Iglesia y Estado; quiere la total rup­
tura. Más aún, contra toda razón y evidenda, niega toda vincu­
lación de la sociedad natural con un Dios transcendente; se ex­
pulsa a Dios de las cartas fundamentales de las naciones; y se
diviniza al «pueblo»-al ¡pobre pueblo!-hadendo de él la
fuente de todo derecho y aun de la moral. As! le va al mundo ...
Por desgracia, esta mentalidad naturalista infidona a muchas
mentes
católicas: a publicistas, profesores y aun teólogos. Pero
el cristiano no puede perder de vista que el único magisterio
universal auténtico
es el oficial de la Iglesia: es dedr, el del
Vicario
de Cristo, el de los Condlios ecuménicos.
Y este magisterio, la doctrina que siempre ha enseñado es
la de la independencia en su propia esfera de los dos Poderes,
civil y eclesiástico, y la unión amistosa en las materias llamadas
mixtas o pertenecientes de alguna manera a las dos esferas de
Poder. Siempre buscando el bien total de los 'súbditos; y, en su
caso, con prevalencia del bien mayor -el espiritual y eterno
sobre los bienes menores-, los materiales y temporales ...
Oración ante el Santísimo en el ACTO LITURGICO FINAL
DE
LA XXI REUNION DE AMIGOS DE LA CIUDAD
CATOLICA (14 de noviembre de 1982).
POR BL
Rvdo. P. VICTORIANO RODlÚGUEZ, 0. P.
l. Señor, ¡qué complicada nos resulta la vida social cuando
la programamos los humanos! ¡Con lo sencillo que es el Decá­
logo del Sinal y el Sermón de la Montaña! Pero no; la superbia
vitae
se ha inoculado en la natural y legitima apetenda de co­
laboración activa en la cosa pública, y la natural democracia del
me¡or pensamiento cristiano y de las meiores realizadones de
vida cristiana, orgánicamente partidpada ( valgan como· e¡emplo
las Ordenes Religiosas), ha degenerado en democracia autártica,
voluntarista o libertaria, que terminó siendo autoritaria, opre-
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