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En el año de la fe

EN EL M Fe y Credo.
"Fe no es Jólo el acto con el que creemos; es también la doc­
''trina en la que creemos; es lo que habitualmente llamtamos el
"«credo.», lo que cantaremos dentro de unos mo'l'nentos, al final de
"esta audiencia."
PAULO VI, Alocución en la Audiencia General
del 19 de abril de 1%7 (texto italiano en L'Os­
srevatore Romti.no del 20; texto en castellano:
Ecclesia núm. 1.344, 17 de junio).
"No creáis tener fe sin adheriros al contenido de la fe, al «Cre­
"do», al símbolo de la fe (es decir, a la síntesis esquemática de
"las verdades de fe). No penséis revitalizar la vida religiosa, o
"atraer a los alejados, minimizando o deformando la doctrina
"precisa de la 1 glesia. No creáis que la d6cü adhesi6n a esta doc­
·"trina mortifica el pensamiento, paraliza la investigación, cierra
''los caminos del saber y del progreso cristiano."
P AUW VI, en una alocución en la Audiencia
General de 1 de junio de
1967 {texto en italiano
en L'Osservatore Romano del 2· de junio de
1967; texto en castellar.o: Ecclesia núm. 1.'345,
24 de junio).
La fe necesita un maestro: El magisterio autorizado por Cristo
a los Apóstoles y a la Iglesia docente.
HLa fe necesita un m,aestro. Es decir, enseñanza y estudio. Si
_,,no se consigue establecer una relación normal y ·suficiente entre
"el maestro de la fe y el discípulo, la fe no nace o no perdura en
"el corazón y en la vida del discipitlo. «Fides ex audito», la fe
"procede de la audición, dice el Apóstol (Rom.10, 17). La ense­
"ñanza religiosa es indispensable.; se repite muchas veces este prin­
"cipio, es necesario tomarlo en serio.
"Ahora es bueno recordar el doble significado de la palabra
"«fe»; puede indicar
el sentimiento religioso, subjetivo, interior,
"es decir, la actitud del espíritu para aceptar pensamientos, prin­
'-'cipios,
verdades religiosas,· para nosotros es ésta la virtud de la
"fe, qu_e recibimos inicialmente con el bautismo,· y en segundo lu­
" gar, la fe puede indicar las doctrinas religiosas, las cosas a las
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Fundaci\363n Speiro

"que se presta ta fe, los artículos del «Credo», por ejemplo. Existe,
''pues, una fe personal, «creyente», y una fe objetiva -«creída».
'' Dice muy bien, con su acostum.'órada claridad de penetración,.
"Santo Tomás: «La fe nace principalmente por vía de infusión;
-''3-1 esto se da mediante el bautismo; pero por cuanto se refiere a
"su determinación, procede de. la audición; por ello el hombre se
"instruye en /,a, fe P'or miedio del catecismo» ( In 4, Sent. 4, 2 sol. 3,
"ad 1; cfr. Rousselot, «Les yeux de la foi», Recherches de Ss.
''Rel. 1910). A la fe contribuyen dos factores muy di:versos y que
"actúan de diverso ffl{).dO', p·ero amibos necesari.os: el Espíritu San­
''to, es de'Cir, la acc~ón1 det Espiritu Santo en el al-ma, la gracia con
"/,as virtudes infusas, entre ellas la fe; y el magisterio a-utorizad<>
"p,or Cristo y encomiendado a los Apóstoles, a los mGestros de la
"fe, al Papa y a los obispos, como reafirma el C<>ncüio, y, com "decía, a la Iglesia docente, cuyo eco es, como testimonio inspira­
"do, todo el pueblo de Dios ( cfr. ·«Lumen Gentium», nn. 12, 25).
"Es fácil encontrar personas que dicen tener fe porque tienen
"algunos buenos
sentimienlos espirituales o porque ellos solos
" ( como muchos hermanos cristianos separados de nosotros) bus­
" can en la Sagrada Escritura la Palabra de Dios, pero con una
"interpretación personal} con frecuencia libre y arbitraria, y a la.
"postre con significados distintos y opuestos; no se trata de la
"«una fides» (Efs., 4, 5), la única fe querida p<>r Cristo y p.-e­
ndicada
por los apóstoles. Y, por desgracia} es fácil encontrar
'' personas doctas y siempre celosas de profesarse católicas que:r
"teniendo poco en cuenta la función indispensable del magisterio
"de la Iglesia, tratan incautamente de adaptar las doctrinas de la
"fe a la mentalidad del mundo moderno no sólo con el esfuerzo
''laudable de
hacer aceptar, y en cierto modo comprender, estas
)"'d_octrinas, sino con la reticencia, con la alteración y también con
"la negación de estas
mismas doctrinas, según las teorías o los
"gustos de las opiniones hoy corrientes. La fe es libre en el acto
,_·que la expresa; no es libre en la formulación de la doctrina que
n expresa cuando ésta ha sido autorizadamente definida."
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PAULO VI, en una. alocución en la Audiencia
General de 1 de junio de 1967 (texto en italiano
en L'Osservatore Romano· del 2 de junio de
1967; texto en castellano:
Ecclesia núm. l.345~
24 de junio).
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La fe y la obediencia al magisterio de la Iglesia.
"En lo que a Nos se refiere, aguardamos con: esP,eranza, como "resultado de las delib-eraóoones que vais a emprender, una pro­,, e/amación clara y firme de esta fe, proclamación que no deje "mnguna duda sobre la siwcer;dad de sw formulación y que "co,r,fi,rmie en, el esp,í:n~ y en el corazón, rkl clero y de los fieles, JJ el asentimiento com-pleto y espontán1eo dado a !,a doctrina ya "propuesta con autoridad por el magi "tu;ras
e inexactas, que han oscurei:ido estos últimos tiRmpos, como ,i se sabe, la pureza dlJ la fe' en ciertos puntos, y que han alterado '1el
equilibrio y la constancia de mrwchos fieles católicos. Que el "frwto de vuestras deliberaciones sea la formación sólida de. las n conciencias, manifestándose· por med~o de, una erntrega cordial y . "espontánea a la Iglesia y wm ubedienicia füiial, actitoa y alegre. '1 Esperamos de vosatros un(l. dredicación ca11,stante y generosa a "la cauisa de Cristo y un1 testimonio
awténtico en favor de s-u 1)Iglesia".
PAULO VI, en un Mensaje a los Católicos de" Holanda con ocasión del Concilio Pastoral (texto francés en La Croix del 1 de diciembre
de 1966; texto en castellano: Ecclesia núm. 1.321 del 17 de diciembre).
Magisterio de la Iglesia. Prioridad de la función docente del Episcopado y del Pontificado romano y error de atribuirla a la comunidad de los fieles en la fomulación normativa
de las verdades de fe.
"Se sabe, por desgracia, que hoy algunas corrientes del peni­nsamienit'o, que sei sigue dicie'11Jdo católico, trata:ni de atribuir "una prioridad en la formulacifm normativa de /,as verdades de "la fe a la comunidad de los fieles sobre la función docente del
"Episcopado
y del Pontificado romano, contrariamente a las
"enc,eñanizas escr#wisti!cas
y a la doct-rma de la Iglesia, abierta­
"m,en,te confi,rmdtia
en el reciente Concilio, y con grave pe¡;gro "para la geniuina cam~epción de la misma Iglesia, para su sagiv­"ridad interior y para su mi.sión evangelizadora de,Z mun&o.
,, N ueistro único ni.aestro es Cristo, quien reimindicó ·mu,chas "veces para sí este título (Mal., 23, 8; Jw.n, 13, 14); so/,amente "de El nos llega la palabra reveladora del Padre (Mat.; 11, 27);
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"solamen,te d,e El la vNdad l/.beradora (Juan, 8, 32), que wos
"abre los camrnnos de /a salvación; solamewte de El nos viene
"el Espíritu; paráclito (Juan, 15, 26), que alimenta la fe y el
"amor· en suJ Iglesia. Pero tá.mbién fue El quien quiro instituir u.n
"instru:'Jne'1'llto transmisor y garantia de sus enseñan,zas, invis­
"tien,do a. Pedro y" a los apóstoles can el mandato de transmitir
"con autoridad y seguridad sw pem,vmiento y voluntad. Por
"ello, honrando el magisterio jerárquico de la Iglesia honramas
"a Cristo Maestro y reconocemos ese maravilloso equilibrio de
"funciawes qwe El estableció para que su Iglesia pudiera peren­
"nemerite
goczar de la certeza de la verdad revelada, de la unidad
"de la. misma fe, de la conciencia de su -auténtica vocación, de
"la
hwmilda.d de saber,e siempre discípula del Dl:vin,a Maestro,
:n de la caridad que' la, compagina en un solo cuerpo místico ar­
" ganizado y la dispune para testimonio segwro del Evangelio".
PAULO VI, Alocución en la Audiencia General
del 22 de febrero de 1967 (texto italiano en
L'Osserwtore Romano del 23· de febrero de
1967; texto en castellano: Ecclesia núm. 1.332
del 11 de marzo).
Dados los límites de la mente humana, la fe resulta oscura
para el hombre razonador.
"La revelación cristiana no se presenta con aspectos perfec­
"tamiente co-gnoscibles
y directamente prop,orcionados a nuestros
"sentidos y a nuestra razón; se presenta, en un grado superior,
"en liJJ persona de Cristo, en su palabra, y hay que acep·tarfa por
"fe, hay que creerla1; no sólo hay que conocerla, sino aceptarla
''con
un acto vital y total de la m~nte y del corazón, porque es
"Et, Cr~to, quien la anuncia, porque sóto El, como exclam6 San
''Pedro trais el incorn¡p-rensíble discurso de Cafarnaún, en donde
"se anunció la Eucaristía, sólo Et tiene «palabras de vida eterna»
"(lo., 6, 68), Lo cual significa que la fe para el que se p,one en
-" plan de razonarrniento lógico, de ciencia demiostrada, resulta os­
"' cura. Nosotros los modernos debenros darnos cuenta de este
"aspecto de
la fe, del que nacen tantos probiemas. Se comiprende
"por qué la fe tiene que presentar al hombre razonador la ob­
" je'Cióri de la oscuridad; a la fe le falta evidencia; presmta
"verdade'S veladas y ocultas, conzo las ím,á,genes sagradas en este
"tiem1po litúrgico. «Nosotros ahora vem'Os -áic'e San Pablo-­
"venws ahora «a través áe' un espejo ent enigma.» (1 Cor., 13.
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Fundaci\363n Speiro

"21); y San Agustín "º duda en afvrmar que la fe consiste
"en «creer
lo que no ves» (In. lo., tr. 40, 9; P. L., 35, 1690).
"Y esto se explíca bien por los Umites de la mente humana (Cfr.
"S. Th., I, II, 47, 3), bien por el modo con que las verdad ~'de fe se nos presentan, no directa-mente ni bajo la luz de la evi­
" dencia, o también par la profundidad inaccesi!Jle de las reali­
" dades divinas a que no,s permúe llegar la fe. Y tenemos que
nrecorda,,y qu;e entre la venuia de Cristo a la escena e·vangélic_a
"y la última al fin del mundo nuestra vida religiosa se realiza por
"vía sacramiental, no por vía de exp-eriencia dire'Cta".
PAULO VI, Alocución en la Audiencia general
del 15 de marzo de 1967 (texto italianú ·en
L'Osservato,re Romano del 16 de marzo de
1%7; texto en castellano: Ecclesia núm. 1.334,
1 y 8 de abril).
Peligros del relativismo y el subjetivismo en la fe.
"La enseñanza eclesiástica tiene ante sí una ardua tarea: for­
"mular la fe cristiana en térnvinos adecuados y comprensibles para
"la mentalidad moderna y responder a tantos problemas que le
n plantea el avance de la exégesis y de los estudios religiosos, así
'··como el desarrollo del pensamiento científico. Pero no debe caer
'J en el relati'V'Ísmo y subjetivismo propios de cierta mentalidad
"moderna,· no debe ceder a cuanto el pensamiento humano o no
JJ comprende o no quiere aceptar; no debe intentar una deforma­
n ción de la fe, sino iluminarla, hacerla resplandecer con nuevo
''brillo para que sea «luz 11erdadera que ilumina a todo hombre»
"(cf. Jo. 1, 9); finalmente, no debe sustituir con una arbitraria y
"subjetiva tarea, la verdadera y auténtica asignada por nuestro vé­
''nerable predecesor,
Juan XXIII, al Concilio: « ... ut iterum. ma­
"
gisterium ecclesiasticum afirmetur», para que de nuevo se "afirme
"el
magisterio eclesiástico."
PAULO VI, en una Alocución en el día de su
onomástica
al Sacro Colegio Cardenalicio (24 de
junio; texto _italiano en L'Osservatore Romano
del 25; texto en castellano: Ecclesia núm. 1.347,
8 de julio).
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Fundaci\363n Speiro

:Necesidad del Magisterio Eclesiástico frente a los subjetivis­
mos modernos.
"Hoy algunos, dentro de la Iglesia, muchos, que son· sí v
nn,o fiele'S y mu1chos que están en su derredor, pero-extraños,
·"m.iran
con reserrva, con desconfianza al magisterio eclesiástico.
"Algunos quisie"ran reconocer al magisterio eclesiástico, más qu.e
"otra cosa el ofi,cio de' confir,mr «la creencia ,1n,falible de la
"comunidad de los fieks»; y otros, partidarios de doctrinus ne­
)) gadoiras de-l magisterio · eclesiástico-, quisieran reconocer en estos
"fieles .la capacidad ,rJe interpretar libremente la Sagrada Escri­
"turaJ según su -in-twici:émJ que fácilmente se pretmvde inspirada.
"La fe así resulta; a,parentemente fácil, por<]1'e cada uno se la
"mvdela convo quiere, p-ero pierde su. autenticidad, su segwriáad,
"su1 v&da:dcra verdad y) por ello, su urgencia de ser com'Unicad'a
na los demás; se convierte en opinión p-ersonal.
"«El subjetivismo de los modernos -escribe uni teólogo con:­
"temporáneo--. ha obligadü a insisti,y en e·l hecho de que la ob­
" jetividad del dalo revek,dor y tradicional se encontraría reducida
"a la n'adaJ si estuviera en p10-der de cualquiera, para atribuirle
"el sen:tido que le pareciera 1,,u,eno, y no en poder del cuerpo
"mismo (la Iglesw), al cwal, y por el cual, ha sido dada la pa­
"labra, dvvirnu yJ especialmente) en el mterior del mismo, a los
nm.iembros resp·onsables del todo, en virtud de su mandato apo.s­
"tóUco»
(Bouyer).
"El C ondJ/)()· Ecuménico ha proferido nul!'Vamente a;ul/orizadas
"palabras, an,tiguas wmo, la I g/esia, a este respecto: «El oficio
"de interpretar auMniticamrnte la palabra-de Dios escrita, o
"transmiiti'da, es-M confiado ú-wicamen1te al magisterio vivo de la
Iglesia,
cuya autoridad es ejercida en el nombre de Cristo»".
404
PAULO VI en una Alocución en la Audiencia
General de 12 de enero de 1967 (texto italiano
en L'Osset"V 1%7; texto castellano: Ecclesia núm. 1.3-28 del
11 de febrero).
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Peligro de interpretar arbitrariamente el Concilio de modo
disolvente de su trabazón tradicional, sustituyéndola por
ideologías encaminadas a quitar de las normas de -la fe todo
]o que el pensamiento moderno no comprende o no le
agrada.
"El Concilio Ecuménico ha despertado muchas energías en
"el sena de la Ig"!esio, ha abkrlo visiones más amp/ias en el campo
''de su. doctrina, ha llanvado a todos sus hijos a uwa conciencia
"más clatra, a. wna colaboració-n mds íntima, a wn: apostolado más
"activo. Ten;e,,nos el mayor vnterés eni que .un tal benefiicio y wna
''tal reniovación se conserven1 y se, awmenten. Qué daño sería el
:1) que una iinterpreteación arbitraria :Y no autorizada P·or el magis­
"terio de la Iglesia hiciese de este despertar una inquie'lud di­
n solven1te de su trabazón tradiicional y constitucional-, pon,iendo
"en lugar de la teología de· los verdaderos y grandes maestros
~'unas id'eologWJS nuevas y particulares, encaminadas a quitar de
"las normas de la fe todo aquello que el pen,samiento níodern,o,
"carente muchas veces de luiz racional, no comprende o· 1'liO le
"agrada, transformando el ansío apostólica de la caridad reden­
ntora e~ la conformidad_ cont las n1ormas negativas de la m,e,iita­
"lidaá prof01na y e/ modo de ser moderno. Qué áesih "para nuestra esfuerzo de afrroxima.ció'n. umiversal ri no pudié­
"ram:os ofrecer a los hermanos cristianos todavía ditvidi,dos de
"nosotros y a, la human/,dad falta de nuestra fe en si, clara au­
c'tentieidad
y en su original belwza, el patrimonio de verdad y
de caridad, del que· la Iglesia es depositaria y áispenisadoni'.
PAULO VI, Discurso en la jornada del 13 de
mayo (texto
en castellano: Ecclesia núm. 1.340
del 20 de mayo).
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