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Una nueva revista católica alemana: «Nunc et Semper»

UNA NUEVA REVISTA CATOLICA ALEMANA
"NUNC ET SEMPER"
Una revista católica.para la Iglesia y el Papado
Editor: Dr. Fritz van Haniel-Niethammer
8311 Tunzenberg (Alemania).
Editorial del número l.0 (*).
El nacimiento de esta revista se debe a la comprens10n de
que vivimos en un tiempo extraordinario, no tanto por las cir­
cunstancias
externas -toda vía la vida transcurre generalmente
por sus vías ordinarias~, sino por las circunstancias internas,
por la situación espiritual en que nos hallamos. Los antiguos
principios ordenadores, que
han regido la humanidad durante
milenios; se están disolviendo en el mundo entero. No sólo las
viejas religiones "paganas" son arrastradas a este vacío, sino
también las religiones monoteístas, más vecinas a la nuestra, como
el Judaísmo y el Islam.
Pero lo que nos toca de más cerca, es la influencia de estas:
corrientes modernas sobre el Cristianismo y, dentro de él, sobre
el Catolicismo ----0, hablando más concretamente-- sobre la Igle­
sia Católica Romana.
La toma de posición en este sentido es la
finalidad de nuestra revista.
No tenemos la pretensión de querer
"renovar" a la Iglesia, como bastantes progresistas, en su eufo­
rismo conciliar, creían poder hacer. Esto sólo lo lograría un santo.
A tal respecto, somos bastante prosaicos y escépticos. Y a du­
rante
el Concilio han actuado fuerzas, que se habían entregado
a
un modernismo ponzoñoso. Es a los Padres conciliares con­
servadores, a las intervenciones del Santo
Padre Pablo VI, y
ciertamente a la acción del Espíritu Santo, que h::mos de agra­
decer que, a pesar de los pesares, todo haya acabado bien.
No
(*) Del número 443 de CRISTIANDAD, de Barcelona, abril 1965r
tenemos la, satisfacción de reproducir la traducción del Editorial del
primer
número de la nueva revista alemana NUNC ET SEMPER. Una
revista católica para la Iglesia y e1 Papa, como la mejor presenta.ción dir
la misma y dándole la más cordial bienvenida.
so:¡
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UNA NUEVA REVISTA CATOLICA ALEMANA
decimos nada nuevo para los iniciados, sólo que raramente se ha
dicho de modo tan claro. Por lo tanto, ya es hora qne esto de
una vez se haga aquí.
No queremos decir, que el Concilio sólo ha sido un compro­
miso enojoso. En el Concilio se han planteado problemas flotan­
tes, corno, por ejemplo, el ecuménico, que sin duda corresponde
a nuestra situación mundial "avanzada,,,
y que hasta ahora no
siempre se ha tenido bastante en cuenta. Se ha introducido un
mo:v:imiento en todo el mundo católico -si para bien o para
mal, lo ignoramos todavía, perb que flotaba en el aire-y que,
por lo tanto, se debe tener en cuenta. La lucha hace parte de la
vida y de la historia, sobre todo cuando se trata
de defender las
cosas básicas y más santas. Aqui es aplicable la palabra del
Señor: "He venido a traer el fuego sobre la tierra, y quiero
que arda'''.
Y esta lucha sigue. N'o ha acabado con el Concilio. Para los
progresistas
-qué remedio que llamarlos por este nombre-el
Concilio sólo es un "comienzo", un-"primer paso" dirigido hacia
un desarrollo que prácticamente finalizaría
en una maceración
de la fe. Las primeras encíclicas post-conciliares del Papa Pa­
blo VI hablan un lenguaje claro en este sentido.
Si queremos ser absolutamente sinceros, bien tenemos que
hacernos
cargo-de que lo que está sucediendo dentro de nuestra
Iglesia, es de una profundidad y envergadura tal, que lo debe-
1UOS considerar como-su crisis más grave desde el confusionismo
arriano. Pues el Protestantismo se había limitado a determinados
países --más bien los nórdicos-y no ha atacado ( excepción
hecha del Sacramento del Altar)
a los misterios básicos d• nues­
tra fe cristiana, mientras .que lo que sucede ahora, lo desborda
ampliamente. Tiene lugar en la catolicidad entera, desde la Amé­
rica latina hasta las Filipinas; no ataca abiertamente la Iglesia
Católica, como lo hizo Lutero de un modo honrado, sino milita
en sus propias filas, lenta y cautamente, pero de un modo refi­
nado y dirigido. La idea de apertura al mundo y a los tiempos
presentes se recalca tanto, que lo que se refiere a Dios, pasa a
un plano secundario.
A ello se añade una ruptura tan radical y sistemática con la
tradición, qué la referencia a la misma ya no es válida como
argumentación. Ahora bien, para evitar malentendidos·,
no ca-
11aremos lo siguiente: no hay nada, que no encierre su granito
de verdad. No vamos tan lejos como para afirmar, que todo
lo pasado ha sido espléndido y estupendo. Sabemos que la es­
trechez de mente, la severidad y una autoridad oprimente han
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gobernado de modo duro y a veces in justo. Algo de este es­
píritu autoritario se hallaba también en la Iglesia, en su disci­
plina y su vida de devoción, de modo que se consideraba a las
revoluciones -sin tener en cuenta lo que han destruido ("ni
Dieu, ni maitre")-como un progreso liberador. Pero nos re­
. belamos con toda:S nuestras fuerzas contra el concepto, propuesto
hoy por los apóstoles superficiales de lo "eternamente nuevo",
de que todo lo anterior, todo el camino recorrido por nuestra
santa Iglesia a través de los siglos, ha sido un camino ensom­
brecido
por una densa superstición, car_ente de libertad, gober­
nado por la violencia y la estrechez de mente-y que es sólo
después del Concilio que la Iglesia
ha recibido la iluminación
del Espíritu Santo, que nos capacita para ver todo en "una
luz del todo nueva" y con un discernimiento completamente
nuevo. A quien tiene una ligera idea de la intensidad y del
fervor
religioso de los tiempos pasados y de la profundidad y mag­
nitud de su fe, tales conceptos le causarían risa, si no fuesen para"
echarse a llorar.
Es verdad que no sólo de la tradición se vive, pero el que
cree poder prescindir completamente de ella, es decir, de toda
ligazón interior
con el pasado, el que cree poder vivir sólo a
base de la situación del momento, vive sin cohesión y carece,
-por lo tanto, también de porvenir. Esto es, en gran escala, la
situación actual.
Ya no hay ni cima, ni base, ni en el cielo ni en
1a tierra. Pero, ¿ qué es_ lo que permanece, si el hombre ya no
reconoce autoridad superior alguna?
No le queda más remedio,
que considerarse como el centro a sí mismo y a sus semejantes.
Es lo que el Obispo Graber (Regensburg, Alemania) llama
el "hominismo" en nuestra Iglesia, el cual amenaza con un des­
arrollo tal, que acabaría
por convertir el servicio divino en· ser­
vicio humano (es decir, al hombre). Esta idea es tan espantosa,
que casi tenemos reparo en pronunciarla. Pero creo que se de­
ben señalar los peligros y
q~e no· es lícito callarlos, precisamente
porque son
tan horribles. Si además se tiene en cuenta que no
se centra de este .modo al hombre individual, sino a los herma­
nos, a todos, a
la coinunidad, a la colectividad, se plantea la
pregunta angustiada, si no están en marcha cosas siniestras, si
aquí no se
van construyendo puentes espirituales hacia el co-:­
munismo, voluntariamente o no, conscientemente o no ..
De pareja con esta humanización y secularización del Cris­
tianismo, que atraviesa como un hilo rojo todo el modernismo,
va,
por añadidura, una socavación de la fe cristiana, de su gra­
vedad formidable y de su profundidad, debida a la postergación
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actual del pecado, del sacrificio y de la Cruz -y por lo tanto,
de la misma redención, y esto en presencia del mal insospechado
que el comunismo sigue acarreando a la humanidad-y sin te­
ner ~n cuenta la última guerra mundial y la crueldad satánica
del "Tercer Reich".
Aquí entra en escena,
para acabar de completar el desastre
y la confusión -como en una estrategia inferna1-Teilhard de
Chardin, deus ex nwchina oportuno con su autorredención evo­
lucionista-sin la Cruz. ¡ Desintegración de todas las vías!
El modernismo rechaza la redención por la Cruz -des~a y
cree en la redención por la ciencia; y aunque el Evangelio entero
sea un Cantar de los Cantares de la entrega y de la renuncia,
parece haberse olvidado que todo lo grande se engendra por las
fuerzas de la renuncia y del _sacrificio. Esta huida hedonística
del sufrimiento, del sacrificio, del servicio
y de la renuncia es
la característica más fundamental de nuestro tiempo, en con­
traste,
y en contraste craso, con la idea de sacrificio secularizado­
del comunismo.
E;n su lugar, una fe fanática en una especie de redención
por los progresos llamativos de la ciencia. La idea de la existen­
cia de
álgo superior a la ciencia y, a priori~ de las posibilidades
de su cognición, es insoportable a la mayoría de los hombres
modernos. Creo que nada dificulta más al hombre moderno el
acceso a la religión que este racionalismo vulgar.
Para completar la confusión -y según el modelo de la su­
pertécnica que nos rodea-hemos hecho nuestra una manera
de pensar metafísica adversa al ser, para la cual sólo existe el
movimiento, la actividad y el dinamismo. Una manera de pensar,.
que influye de modo catastrófico en la concepción modernista
de
los sacramentos y que ha suscitado una encíclica papal rectifica­
dora ("Mysterium fidei").
Si
un autor dogmático cat6lico, comentando el antagonismo
entre conservadores
y progresistas en la pugna teológica actual,.
emplea la imagen de
un automóvil, para ilustrar el juego de las
fuerzas, atribuyendo a los conservadores
el papel del freno y
a los progresistas
el del motor, es una prueba palpable del nivel
espiritual al cual, hoy en día, ha bajado más de
una vez el
pensamiento teológico.
Creo que lo expuesto
bastará para hacer comprender lo que
está en juego, y lo que constituye la finalidad de esta revista.
Será, en la titánica lucha espiritual que se está librando dentro
de la Iglesia, una tribuna
para los que quieren discutir :,eria-
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1nente y que no tien~n acceso a las publicaciones católicas actua­
les.
Pues opinamos que no se trata sencillamente de una crisis
pasajera, sino de una controversia de dimensión -secular.
Va de sí qu::: nuestra contribución no dejará de ser modesta;
sólo puede ser un inicio de la gran lucha. Pues es patente que,
hasta la fecha, casi todo el que se atrevía a oponerse pública­
mente al prepotente espíritu moderno del progresismo, ha sido
oprimido o silenciado, no sólo por la gran prensa, sino también;
y
por desgracia, con muy pocas excepciones, por 1a prensa ca­
tólica. Si se-considera que por cierto no es a los peores católi­
eos ni a los intelectualmente perezosos --como se ha pretendi­
do---------a quienes lo que está sucediendo causa grave preocupación,
es lícito hablar de una cierta desazón, que se está extendiendo
precisamente
entre los hijos fieles de la Iglesia.
Es el méTito de Una Voce (Berlín), que sabemos tiene re­
presentantes en diversos países europeos, el haber luchado, en la
-cuestión
de la lengua litúrgica, por la conservación del antiguo
y ven :rable latín y del canto gregoriano, obedeciencio a las pres­
cripciones conciliares, las cuales debían ser barridas --en opo­
sición al
Concili-o--------, por cierta tendencia progresista. Una V oce
se ha enfrentado con dicha tendencia, a pesar del ghetto espiri­
tual en que nos hallábamos
y en que todavía nos hallamos. Es el
mérito del "Thomas-Verlag" de Z ürich, el haber iniciado, con
una serie de publicaciones, la resistencia en una forma más am­
plia.
También la revista "Der Grosse Ruf'', del editor HOcht,
muerto mientras tanto, ha conservado de un modo prudente, su
buena, antigua línea católica. Asimismo, no olvidemos que algu­
nos órganos de la prensa diaria han tenido en cuenta más de
una vez nuestro propósito. La conocida revista mensual "Hoch_­
land '·' acaba de abrir una parte de sus columnas a 1a crítica.
En esta lucha, queremos crear con nuestra revista una tri­
buna a la disposición de todos los que comparten nuestro punto
d~ vista. Quiere brindar a los -católicos que piensan y sienten
·como nosotros
-así como a los no católicos simpatizantes-la
-posibilidad de informarse, de fortalecer y ahondar sus convicciones
y de expresarlas mediante cartas al Director.
Se dividirá en tres partes :
Una parte informadora con noticias correspondientes a nues­
tro propósito, ante todo publicaciones de la alta jerarquía ecle­
siástica, especialmente del
Papa, que nos puedan servir de re­
ferencias. Además, acontecimientos y publicaciones de índole
opuesta, procedentes del campo progresista,
en contradicción con
nuestra postura.
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Comunicaciones originales y referatas:
Una tribuna para los lectores qu.e admitirá cartas en uno y
otro sentido.
Nuestro título
NUNC ET SEMPER qui,re expresar tanto
el carácter actual como el eterno de la Iglesia, del cual se deriva
tanto su ligazón con la tradición como su orientación hacia el
porvenir.
Con el subtítulo Una revista cat6liw para la Iglesia y el
Papado queremos hacer patente nuestra fe católica en la Iglesia,
con la mención del Papado queremos recordar el carácter divino·
de la base de nuestra Iglesia, según las palabras pronunciadas
en Cesarea de Filipo: "TU ES PETRUS ET SUPER HANC
PETRAN AEDIFICABO ECCLESIAM MEAM".
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