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Deber y condiciones de eficacia. [La acción] (X)

Deber y condiciones de eficacia
Tercera parte
Instrumentos y métodos
Capítulo V
Encontrarse
.oor
JEAN ÜUSSET
Fundaci\363n Speiro

OEBER Y COM>ICIONES DE EFICACIA
TERCERA PARTE
INSTRUMENTOS Y METODOS
. CAPÍTULO V.
ENCONTRARSE
Bajo .este título pretendemos clasificar todas las fórmulas de
influencia
y de acción, en las que se puede, por supuesto, VER y
O IR, pero en las que asimismo se pueden establecer contactos,
intercambios, alianzas, ''DIALOG-0S'',,, ··
Fónnulas diversificadas- al máximo, cuyos ·méritos son-im­
posible de indicar con exactitud, dependiendo su utilidad de la
forma variabilísima en -que ·se organicen.
Pues si hay "congresos" que son sólo "fachada~', en Jos que
se
reúne la gente sin relacionarse mutuamente, sin encontrarse,
hay otros en-los que se realizan miles .de encuentros, alianzas,
amistades.
Hay que poner el mayor cuidado. pa:ra .. conseguir ese
objetivo.
Fórmulas, pues, que no se pueden juzgar. con pocas. pala­
bras. Aunque es posible hacer un cierto número de observaciones
sobre ellas.
Reuniones, mítines, congresos, concentraciones.
El principal interés y, por lo mismo, el provecho, frecuente­
mente indispensable, de estas
reurüones, mítines, congresos, con­
centraciones, etc
... está en que tienen una influencia considerable,
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aunque de poca duración, sobre la moral de los que asisten a es­
tos actos
... o de los que de ellos oyen hablar.
Fórmulas que inyectan de nuevo el entusiasmo. Allí se vuelven
a encontrar antiguos compañeros. Se puede contar su número,
adquirir conciencia más viva de su propia fuerza, de sus progre­
sos. ¡ Manifestar su fe ! A condición, claro está, de que sea un
éxito la reunión. Sin lo ctiá.Í la fórmula puede acabar en desastre
y desanimar a los que _ se proporúa revigorizar. Con respecto a la
nodón 4 (1) (consuelo, sostén mutuo), estas fórmulas parecen,
pues, excelentes, a costa de algunos riesgos.
A esto se limita no ciertamente
su utilidad, pero sí su aplas­
tante superioridad.
Este entusiasmo, este
H inflamiento", en efecto, por excelentes
que sean,
s~:m lo más a menudo pasionales, sentimentales, psico·
lógicos. Aun cuando discursos o informes sean sólidamente cons­
truidos, sería vano creer que una acción doctrinal profunda pue­
da ser réalizada por estas solas reuniones.
Parecen, pues, mediocres con respecto a las
nociones 1 y 2
(de unidad real, de.armonía profunda).
En cuanto a la noción de frecnencia y de continuidad ( noción
3), es evidente que estas fórmulas están lejos de ser satisfactorias.
Los gastos ( noción 6), las molestias que estas retlfliones irripli­
can, las dificultades de
sµ organización (locales que hay que al­
quilar, oradores que
hay. qué encontrar, servicio de orden que
movilizar,
nuni~rosos auditorios que asegurar cada vez) necesi­
tan nn espaciamientto ~tqnte grande de estas reuniones. Ahora
bien, esas
reuni ficial, como
es el caso, no pueden ser fórmulas de labor seria, du­
radera, profunda.
En lo que concierne a la noción 5 (facilidad de funcionamiento)
es claro que estas reuniones suponen oradores de cierta catego­
ría, cosa que no
es fácil conseguir,
'" Fórmulas inconcebibles, además, o más vulnerables en casos
(1} Para, una explicación más completa de estas nociones, referirse
al número 35 de Permanences, pág. 20, '1Neuf formules tests".
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de persecución (noción 7, de seguridad y de supervivencia). A
la menor carencia de la cabeza directora la
ruina es inmediata.
En cuanto a la noción de perfeccionamiento continuado ( no­
ción 8) la característica de estas reuniones numerosas es enorme­
mente compacta, demasiado difícil de transformar y de mover
para que
el margen de las mejoras posibles sea importante. La
euforia cuantitativa, que es la meta de esas reuniones, es demasia­
do frágil para soportar sin daño el efecto de una autocrítica vi­
·gorosa. Se tienden a disimular.en ella las lagunas o las faltas,
en
vez de denunciarlas para corregirlas. Y en cuanto a las resolucio­
nes prácticas, ya se sabe lo que valen las-conclusiones, las decla­
raciones y los votos que en ellas habitualmente se formulan. Su
carácter es demasiado general para que cada cual se sienta real­
mente "concernido". Se aplaude. Se está contento. Y ya es mu­
cho. Conviene saber que no se puede conseguir mucho más de ese
tipo de reuniones.
Finalmente, con respecto a la noción 9 ( de dominio moral),
hay que anotar que la fórmula es particularmente inflamable, que
si concurren grandes masas, y el encuadre es insuficiente, podría
prevalecer una mentalidad gregaria a pesar de la buena voluntad
de los organizadores. Podrían producirse escenas deplorables,
y
el clima general llegar a ser odioso. Las pasion€s humanas corren
el riesgo de hallar en ellas un alimento peligroso. Interesa, pues,
que reine una disciplina estricta
en estas asambleas y que el
auditorio esté encuadrado por elementos rigurosamente formados.
Para lograrlo se precisan no solamente fórmulas de acción
complementarias, sino preparaciones· más serias y más fecundas
que en las fórmulas estudiadas más arriba.
Sesiones, escuelas de cuadros dirigentes, retiros.
Entendemos por esto todo ciclo de formación que reúna a
un pequeño número de personas por un determinado tiempo en un
lugar previsto: hotel-pensión, abadía, casa de ejercicios, etc.
Forma
de reunión preciosa, pues permite conoCerse bien, sím-
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patizar, realizar un trabajo más serio. Fórmula-cristiana por. ex:..
celencia; de donde _ha salido la misma Ig_lesia, intrépida y radian­
te, en la mañana
de Pentecostés, después, de diez días pasados en
el Cenáculo. -Fórmula, cuyo elogio no es necesario hacer bajo su
verdadero nombre: de "retiro cerrado", y que los mismos comu­
nistas
han estimado indispensable plagiar en su provecho.
"Nadie, si no ha realizado la experiencia, escribe Alberto
"de Mun (2), puede saber lo que valen varios días así pasados
"en· la ·meditación, arrancados al ruido, á 'la agitación, a las ·pre­
'' ocupaciones de los negocios,-y dados a la-reflexión y· al ·examen
''leal de sí mismo. Me atrevo a afirmar que·no hay nada para la
"vida .privada, como para la Vida pública, para los,' deberes de
"familia, como para las funciones sociales, para los' hombres· de
''Estado, .. como para los simples particulares, de más fuerte, de más
"saludable preparación.
"El retiro es para nosotros como una verdadera escuela de
"aplicación. Todos los que ocuparon en nuestros cuadros
.un pues­
"to verdaderamente activo, ora ·en· nuestro -secretariado general,
'!ora como agentes abnegados de nuestra propaganda, se formaron
''en es.tos retiros.· Allí fueron forjados, en la robusta.educación del
"alma y del espíritu, caracteres que nada pudo jamás quebrantar;
"allí, en el impulso de una piedad caballeresca, generosas resolu­
" clones -cambiaron a cristianos tímidos
en apóstoles ardorosos.
"Allí se fraguaron, en la intimidad de largas· charlas, amistades
"fecundas, en las que
la apretada comunidad de ideas fue el lazo
''indestructible.
"El reglamento era severo. Lo seguíamos con una puntuali­
" dad militar
... , se veían hombres de todas las edades, militares,
''magistrados, industriales, propietarios rurales
... , etc.''
Lo que evoca bastante bien la cualidad de este tipo de en­
cuentros con respecto a la
noción 1 ( de unidad intelectual y espi­
ritual) ; con

respecto a las
nociones 4 y 9 ( de consuelo, de sostén
mutuo, de seguridad-moral).
Los puntos débiles se deben al aparato bastante pesado, a
la
(2) Ma vocation social.e, pág_ 165.
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organización difícil que la fórmula supone,_ s.in -olvidar_ el ritmo
lento de su frecuencia de empleo (nociones 3, 5 y 6).
Casi perfecta mientras sea cuestión de intensidad, de ahondas
miento espiri tu.al o voluntario, la fórmula "retiro" está menos
adaptada a los desarrollos de una enseñanza en debida forma, mi­
nuciosa y larga.
El recogimiento, el silencio, dejan de ser en ella
como las condiciones indispensables al pleno éxito del trabajo.
Será bueno, ciertamente, conservar un cierto recogimiento. Pero
¿ cómo negar el interés. de _ los intercambios de ideas, incluso ...
de lo que en la Edad Media se designaba con el término significa­
tivo de "disputa" c'll:ando se persigue una -formación 9,octrinal;
viva y matizada? Interesa e~ este supuesto hablar, confrontar lo
que se ha creído comprender .c;on lo que importa captar en efecto.
Exigencia_s harto diferentes y que trastornan las leyes funda­
mentales del retiro clásico, sin suprimirle totalmente su virtud.
De ahí que la sesión, la escuela de_ 'Cuadros aparezcan en el
plano intelectual, doctrinal, político
y social, como cosa inferior
de lo que son los retiros en el plano espiritual. Pero también aquí
el defecto consistirá en que la fórmula cuesta cara. Sobre todo
cuando se. trata, como seda de desear, de escuelas permanentes,
suficientemente equipadas. La movilización que. supone de pro­
fesores, de oradores o de conferenciantes cualificados, .acrecienta
la. suma de estas dificultades. (Debilidad, pues, con referencia a
las
nociones 5 y 6, de economía y de simplicidad de funciona­
miento.)
Las sesiones temporales o estancias intermitentes permiten, es
verdad, evitar algunos de estos obstáculos. :Y a se sabe hasta qué
punto la hospitalidad de algunas comunidades religiosas permite
reducir considerablemente los gastos de estas escuelas provincia­
les de cuadros. Pero
.el espaciamiento de las sesiones es el inevi­
table precio de esta solución improvisada
y provisional ( noción
3, de frecuencia y de continuidad).
A
fin de cuentas: importante pérdida de rendimiento. Precio­
sa forma de contactos, sin
embargo, ya que sería muy fácil ha­
cerla irreprochable respecto a las dos primeras nociones, tan im­
portantes, de unidad intelectual
y armorúa, de intereses, de -preocu-
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paciones comunes. ¿ Acaso no implica, por añadidura, la fórmula
"curso"? Gracias a los contactos más estrechos que
ella permite
establecer
· entre el maestro y sus alumnos, favorece una asimi-
1ación más armoniosa de la enseñanza ( noción 5).
Buena fórmula también con respecto a la noción 8 ( del per­
feccionamiento continuo). Ya que es el cuadro soñado para las
mejores autocríticas. Por ello los comunistas la emplean ... , es­
tancias múltiples, campos diversos, de donde vuelven, ganados
para
la Revolución, muchos "afiliados", tímidos la víspera.
A esto se limitan sus ventajas. Si la escuela de cuadros, si
las estancias intermitentes, si las
sesiotles no son los engranajes
de una obra más vasta que explote sus buenos resultados, su in­
fluencia será breve en
el espacio y en el tiempo. El hecho mismo
de haber vivido aislados durante algunos días se torna, para los
que no quedan encuadrados a la salida, en motivo de más rápida
desilusión. Piensan que han sido "dopados" y como engañados
por un ambiente anormal.
Este tipo
de reunión no puede ser, por consecuencia, satisfac­
torio con respecto a las
nociones 3 y 4 ( frecuencia sostén mutuo) :
ni tampoco con respecto a la noción 7 (seguridad y supervivencia).
La noción 6 ( de economía) hace correr el riesgo de prohibir hasta
la
esperan~á de poseer algún día una escuela permanente de cua­
dros al servicio del derecho natural y cristiano.
El comunismo
sobreabunda en escuelas de todo orden: federales, nacionales, in­
ternacionales. Por nuestro lado, sería vano hacerse ilusiones.
Durante mucho tiempo seremos demasiado pobres para poder es­
perar otra cosa que la santa, pero siempre precaria, hospitalidad
de institutos religiosos.
Círculos, células, etc.
La fórriiula carece de atractivo. Sin embargo, es la de los "en­
cuentros" más auténticos, más personales, más flexibles, más po­
livalentes.
Fórmula del verdadero diálogo; el cual es, ante todo y sobre
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todo, "un coloquio, una conversación entre dos o más personas".
Algunas comunicaciones sucesivas desde la ~isma tribuna, una
serie de artículos redactados por diversos autores, aunque esos ar­
tículos fueran complementarios, no bastarían a constituir un diá­
logo Y por ello no deja de ser abusivo que se denominen "diálo­
gos" tales relaciones, tales contactos de grupos de partidos, de
pueblos o de naciones. Porque a ese grado el diálogo no es (ni
puede ser) más que un encuentro, una conversación entre dele­
gados o jefes: Es sólo en imagen que se habla hoy de un diálogo
entre América y Asia, eutre el Este y el Oeste, etc.
La realidad del diálogo es muy diferente, en efecto, según se
trate de una conversación entre algunas personas, o según se trate
pena de perder su prestigio) cada uno debe probar que tiene ra­
zón antes de que termine la serie de artículos o el último s~gundo
de la emisión.
Diálogos publicitarios y de propaganda. Diálogos de come­
dia ... que lejos
de estar cimcebidos para el interlocutor aparen­
te, tienen
por objeto impresionar a la multitud de los que han .de
oír o leer lo expuesto.
El verdadero diálogo no puede ser esto ... , porque por esen­
cia es
"una conversación entre dos . o más personas'·'.
Personas:
es decir, cosa muy distinta que seres reducidos a la
realidad de un simple atributo, sonsiderados bajo una sola faceta:
la de la etiqueta que se les pega, la de la sigla que sirve para cla­
sificarlos. Personas que pueden estar en desacuerdo sobre mil
puntos, pero en profunda unión sobre otros mil. Vecinos desagra­
dables entre sí, pero cuyas esposas simpatizan y cuyos hijos son
inseparables. Lo que hace que siempre sea posible el diálogo en­
tre tales seres, porque llegados a ese grado y en esas condiciones
el cristiano y
el judío, el comunista y el apasionado por las Encí­
clicas, se conocen bajp otros aspectos diferentes a los que los
oponen. Pueden, pues, conversar de una forma a la vez más am­
plia y más flexible, sin hallarse como inmediatamente reducidos
al "campo de batalla" de oposiciones o separaciones Sugeridas por
una somera clasificación.
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Concebido de esta forma, el diálogo parece tan natural, tan
espontáneo, como el encuentro ordinario de los hombres o sus re­
laciones de vecindad.
Lo cual permite comprender hasta dónde las estructuras gre­
garias de nuestras sociedades de masas pueden ser contrarias a
las condiciones de
un verdadero diálogo. Ya que, bajo el yugo
de un totalitarismo invasor, las instituciones pierden su dimen­
sión humana. Si, pues, como se pretende, la Ciudad,
para des­
arrollarse felizmente, debiera ser una "ciudad del diálogo" es in­
dispensable que esa Ciudad fuera rica en cuerpos intermedios.
Porque no hay diálogo plenamente humano, sino en estos mi­
crogrupos. Porque es en esos grupos donde los hombres se co­
nocen verdaderamente, "personalmente", y en los que hablan me­
jor de lo que son así como de lo que saben.
Sobre todo, es en esas condiciones como se realiza y puede
observarse normalmente lo que Pablo VI ha dicho en Ecclesú:vmi
suaim1~ ..• que-"el clima del diálogo es la amistad". Y esto sin
que ese diálogo tenga que llegar a ser "una debilidad con res­
pecto -a las obligaciones de nuestra fe"; sin que tenga que "tran­
sigir y transformarse en -compromiso ambiguo respecto de los
principio
d~ pensamiento y de acción ... ". Puesto que todo eso,
esta "unión de la verdad y la caridad", sigue diciendo el Papa,
esta alianza "de inteligencia y de amor" ... no es concebible, no
es psicológicamente posible, más que en ese grado de familiari­
dad, de estima, de confianza personales, que ofrecen las institu­
ciones no masificadas por el totalitarismo, cuerpos intermedios,
microgrupos sociales, círculos, células
en los que, según palabra
de Pío XII, "los hombres profundamente penetrados del sentido de
su responsabilidad" se sienten "en más estrecha solidaridad con
el medio en que viven".
* * *
Con este espíritu deben ser concebidos, ayudados, orgamza­
dos los círculos, las células y los grupos.
Número pequeño de personas, que se reúnen como conse­
cuencia de las simpatías de vecindad o de ambiente, o
de las re-
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ladones de intereses o de profesiones, o de las relaciones ideoló­
gicas
y culturales, y que aceptan dar a su respecto un cierto
orden, un sentido, una orientación precisa, en lugar de abando­
narse al capricho anárquico de los charloteos habituales.
En el fondo, un círculo, una célula, son precisamente eso.
Y ¿ cómo progresa el mal? ¿ No lo es, en primer lugar, por
eso por·lo que se llaman malas frecuentaciones, malas entrevistas,
amistades peligrosas?
Las células y los círculos de que tratamos
no pretenden ser sino una cierta- sistematización de lo contrario.
Cultivo metódico de buenas frecuentaciones, de buenas relaciones.
i Son muchos los que -de este modo forman círculos, incluso sin
darse cuenta de ello, -en los que un poco de sistematización bas­
taría
para decuplicar su irradiación beneficiosa.
La dificultad no depende, pues, del principio de grupo o círcu­
lo; sólo puede proceder del trabajo que en él se propongan reali­
zar, del estudio que se le exija.
Pero, sinceramente, ¿ puede ad­
mitirse que sea posible, sin estudio, sin trabajo, sin un esfuerzo
de formación, dirigir rectamente el combate de que se trata en
esta
obra?
La Revolución ha sabido y sabe siempre hacer trabajar a los
suyos.
¿ Estamos convencidos de la necesidad de imitarla, al me­
nos,
en eso?
Sí, pues, es necesario
trabajar, ¿cómo no admitir que el círculo
de estudios sea ciertamente
1a mejor forma, la más viva, de de­
dicarse a
la labor que es absolutamente necesario realizar?
Recuérdense los
"salones" del siglo xvn1, aquellas "academias',
de provincia, incluso aquellas "logias", en las que toda una ge­
ner-ación, particularmente frívola por otra parte, no dejó de estar
muy seriamente iniciada en las ideas, incluso en los métodos re­
volucionarios. ¡ Allí había círculos, sin género de duda! Y si se
dudase en calificarlos de
"estudio", es que nadie osa cubrir con
un término tan honroso a las criminales estupideces que fueron
difundidas por ese medio.
De ahí, como ha escrito Carlota Jullien (3): "Que los círculos
(3) Les cercles d'études féminins (Desclée de Brower, 1936),
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"de estudio son organizaciones bastante atrayentes para respon­
" der a la imperiosa necesidad de formación que cada cual siente
"hoy en día; bastante flexibles par.t ~daptarse a todas circuns­
"tancias, a todos los caracteres, a todos los
grados de cultura;
"bastante podero_sas asimü~mo. No puede decirse que el círculo
"de estudios, .aplicado exclusivq.111ente a la formación de una élite,
"sea el_ remate del conjunto de nuestras obras y les suministrará
"cuadros y jefes ... En él está la fuerza escondida, el principio de
"cohesión, de actividad, de fecundidad; en una palabra, el alma ...
"Gracias a su método lleno de vida, el círculo de estudios
"responde a los deseos de los maestros de la pedagogía, que piden
"se haga un llamamiento frecuente a las facultades del alumno,
~'a su experiencia. La clase ideal, al parecer, es aquella en la que
"el maestro habla
lo menos posible y en la que los alumnos
"tengan la mayor actividad personal... Es fácil de comprobar
"que el esfuerzo de la investigación graba profundamente la
"verdad en
el espíritu, que la alegría que proporciona su des­
"cubrimiento
la hace amar. Y a esto tiende el método de los
"círculos ... Hace un llamamiento constante
al trabajo personal
''de todos los miembros, todos activos... Se dirige a todas las
"facultades, utiliza todas
las capacidades ... En esas íntimas y fre­
"cuentes reuniones se
traban amistades sólidas ... Si se reúnen
"con bastante frecuencia, la actividad que suscitan no es intermi­
"tente, sino constante.
El trabajo personal que exigen, mantienen,
~, entre una y otra reunión, al espíritu en estado de trabajar ... ".
Estas pocas notas permiten comprender la riqueza de la
fórmula.
Posibilidad de hacer
reunir a gentes según una buena ar­
monía psicológica, según sus intereses o sus preocupaciones co­
munes (
noción 2). Pósibilidad de una buena frecuencia, y por
eso mismo de una excelente continuidad de influencia ( noción 3).
Sostén
mutuo_ casi espontáneo ( noción 4). Con la casi única sal­
vedad, sin embargo, de que el carácter de intimidad de la fórmula
reduce su fuerza expansiva.
El hecho de volverse a encontrar
siempre poco numerosos podría ser una ocasión de cansancio
si no
se inventase nada, por otro lado, para eliminarlo.
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Mayor facilidad de entendimiento de la doctrina (noción 5).
Modo de reunión menos oneroso .(noción 6} de economía). En
cuanto a la seguridad ( noción 7), si se comprende bien la extrema
flexibilidad de la fórmula, puede
ser invulnerable; porque uo hay
encuentro más cercano a la espontaneidad de las relaciones que
los hombres no pueden dejar de tener entre sí.
En cuanto a la noción 8 ( de perfeccionamiento continuo), la
fórmula
¿ no tiene acaso en su favor el testimonio de todo lo que,
en el curso de la historia, se ha hecho de más duradero y pro­
fundo?
Es el modo de reunión en que la autocrítica puede ser a
la vez muy eficaz y amistosa. El círculo, además, no de~rraiga.
Cada cual puede mostrarse Hal natural", sin cambiar su manera
de presentarse, con su modo de hablar familiar. Nada de esas
transformaciones
de actitud o de tono, que son el producto ha­
bitual de reuniones más numerosas.
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