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Declaración del Pueblo de Dios en la Merced de Barcelona

MILES DE SEGLARES BARCELONESES HACEN EN LA
MERCED LA "DECLARACION DEL PUEBLO DE DIOS".
Como estaba ya anunciado, el jueves día 26, a las 8,15 de la noche en
la. Basilica de la Merced, los seglares adheridos a la Asociación de ~ac-:r­
dotes y Religiosos de San Antonio María Claret celebraron una Hora
Santa, que resultó solemnísima y con una asistencia que hizo insuficiente
dicha Basílica. Dirigieron la palabra a los asistentes el Rvdo. Palahí, un
matrimonio joven, unos novios, unos niños, un religioso y los Rvdos. Padres
Manuel Esqué, CMF, Superior de los PP. Claretianos de Vich, y Mons. José
Ricart. El acto más emocionante fue la lectura por todos los asistentes de
la "Declaración". Para enviar adhesiones a dicha "Declaración" o adquirir
ejemplares de la misma dirigirse a estas señas: Asoc~ación de Sacerdotes y
Religiosos
de San Antonio María Claret. Apartado 2168. BARCELONA.
El texto de la. "Declaración del Pueblo de Dios" es como sigue :
DECLARACIÓN DEL PuEBLO DE Dios EN LA MERCED DE BARCELONA.
En la presencia y acatamiento del señor acogidos a la ma­
ternidad espiritual de Santa María de la Merced, Patrona de Bar­
celona y Redentora de Cautivos, nosotros, católicos seglares, he­
rederos
de tantas generaciones cristianas que por la Fe ofrecieron
sus vidas y todas sus energías, hoy, con firmeza humilde y con­
fiada, renovamos
las sagradas promesas de nuestro Bautismo, la
más filial aceptación de todas las verdades dogmáticas y morales
propuestas
por el Magisterio eclesiástico y la adhesión cordial al
CREDO de Pablo VI, que tan oportunamente ha venido a recor­
dar el
sagrado contenido de la Revelación en nuestros días.
Con igual sinceridad
de fieles seglares, queremos dar gracias
a
Dios porque sacerdotes nuestros el pasado 12 de mayo, ante el
sepulcro de
San Antonio María Claret, han proclamado en la
"Declaración de Principios y Criterios Sacerdotales" la auténtica
figura
y las virtudes permanentes del único y verdadero sacer­
docio de Cristo.
En esta solemne ocasión no podemos silenciar nuestra repulsa
y nuestro dolor ante el espectáculo de las actuaciones de sacerdotes
que oprimen
nuestras convicciones y libertad cristianas y afean el
mismo rostro
de Cristo a través de su Iglesia. Sentimos tristeza
inmensa ante las profanaciones eucarísticas,
ante los ataques a la
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devoción a la Santísima Virgen, ante enseñanzas -sacerdotales con­
trarias a la moral evangélica y católica, ante la falta de verdadera
predicación religiosa, ante doctrinas y criterios que desorientan
gravemente a nuetros hijos, dividen la vida familiar y acaban con
1a paz en muchos hogares.
Recordamos lo
que los Pontífices han dicho de los católicos
que
están entregados a consignas de. los enemigos de la Iglesia, y
por lo mismo no podemos tolerar que continúe, impune y crecien­
te, la infiltración masónica. y marxista en el seno de la Iglesia,
hasta el
extremo que parece condicionar el magisterio eclesiástico
de
tal forma que el pueblo cristiano experimenta la sensación de
hallarse
huérfano y sin la guía tutelar a que tiene derecho por la
misma constitución divina
de la Iglesia.
Daña al Pueblo de Dios y es un antitestimonio la rebelión sis­
temática que
por doquier advertimos contra los documentos pon­
tificios.
Si nuestros matrimonios quieren cumplir las enseñanzas
perennes
de la H umanae vitae, tememos con espanto que nues­
tros propios hijos el día de mañana puedan convertirse en ap6s­
tatas
por culpa de sacerdotes que los engañen y perviertan.
Pedimos,
pues, sacerdotes enamorados de la vocación sac~r­
dotal
y religiosa que enseñen el amor casto de los novios, la pu­
reza y modestia juvenil, que predique~ los verdaderos fines que
Dios mismo ha señalado al matrimonio cristiano. Queremos sacer­
dotes
que conozcan y propaguen la doctrina social de 1a Iglesia, la
soberanía
de Cristo en la sociedad, la moral de la política y de h
economía, la dignidad y los límites de la libertad cristiana, los
deberes
de la riqueza y del trabajo, sin odios y sin laicismos, que
no olviden
su misión pr.imordial de ministros de la Eucaristía, dis­
pensadores del
perdón divino y santificadores del Cuerpo místico.
A
nuestros Prelados filialmente les pedimos que continúen el
ejercicio entero de su sagrada autoridad, sin mediatizaciones de
ninguna clase. Que levanten su voz en defensa de la moral públlc;i.
hoy en crisis gravísima que lamentan aún muchos cristianos no
practicantes. Que urjan medidas de saneamiento a quienes 1-P­
cumbe velar por una moralidad que ya parece olvidada por los
que tienen la misión divina
de predicarla y pospuesta por otrc,
a lucros inconfesables.
Seglares como somos, vivimos
en el mundo del trabajo y de
la Universidad, de los negocios, de las profesiones y de las artes,
pero nunca queremos perder de vista que nuestro primer proble­
ma es la salvación de nuestra alma y también la de nuestros her­
manos. Es un deber de nuestro bautismo, como lo ha recordado el
Concilio Vaticano II (Lumen G., 14). Y pensamos que nuestra
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DECLARACIÓN de hoy responde plenamente a nuestra condi­
ción de bautizados católicos. Y por ello rechazamos la artificial
división en boga actualmente que quiere clasificar al Pueblo de
Dios en porciones "integristas" y "progresistas". No somos ni
lo uno ni lo otro. Somos sencillamente católicos. Y esto basta. En
la Iglesia Santa de Dios sólo debe haber católicos. Ni más ni
menos.
En esta hora difícil para nuestra Madre la Iglesia nos hallamos
dispuestos a cumplir como buenos hijos suyos. En el Corazón In­
maculado de María nos unimos y juramentamos con los sacerdo­
tes y religiosos que en Barcelona, en Cataluña y en toda España
van apretando sus filas en el marco de la Asociación de San An­
tonio María Ciare! u otras similares
"para la defensa de la Fe, el
mejor servicio de Dios y de su Pueblo, y la más inquebrantable
fidelidad al magisterio del
Papa y de los obispos en comunión con
El". Así trabajaremos juntos para la necesaria renovación de la
Iglesia.
Somos hijos de
una tierra de mártires y de santos. No pode­
mos permitir impasibles que no se corte el pan de 1a doctrina cris­
tiana a nosotros y a nuestros hijos, sino que ya con demasiada
frecuencia, descaradamente, se nos sirva un pan envenenado.
A María pedimos humildad y fortaleza y con Ella y por Ella
ofrecemos un compromiso, heroico si cabe y hasta la muerte, de
defender los derechos de Dios y nuestra propia vida cristiana, que
vemos hoy amenazada por los lobos vestidos con piel de cordero y
por los perros mudos de que habla la Sagrada Escritura.
Nuestra Señora de la Merced, aparecida en Barcelona a un
Rey, a un clérigo y a un seglar, te pedimos,¡ oh Madre!, la insigne
gracia de sabernos buscar y encontrar
sacerdotes dignos y santos.
Para que nos alcances para todos y para el bien de nuestra socie­
dad que nadie nos robe los tesoros divinos de la
Fe, de la gracia
santificante y de la salvación eterna
(*).
Barcelona, 26 de junio de 1969.
(*¡ Para eaviar las adhesiones a esta «Declaración»: Asociación de Sacerdotes y
Religiosos de San Antonio Maria Claret, diríjase a Aptdo. 2168. B~RCl:LONA.
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