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La «contestación» en la Iglesia

LA "CONTESTACION" EN LA IGLESIA
Las novedades subversivas de quienes quieren cambiar las es­
tructuras.
"Otra úlea dinámica, y también ésta es laudable en su origen)
"pero -frecuentemente intemperante et?, su formulación y explasiiva
"en sit problemática aplicación, es la de las /lama,las «eslrltl:turas».
"No
se
acaba de ver cuál es el significado que se atribuye a
esta
"palabra

en el lengua.je eclesiástico
I especifllmente cuando se quie­
"re guardar el debido respeto a la obra de Cristo, a
la Iglesia
''tal cual es, en su diseiio constitucional, en su patrimonio doctriJ..
"nat
en
su elaboración tradicional,
instrU'mento y sacramento de
"la
sa.lvac-ión. Pero una fórmula

prevalece:
es necesatrio cambiar
"las estructuras. ¡Es eso posible? ¡Es lícito? ¿Es útü? Nos
"parece que tal vez el sue1io irreal de u.na l glesia invisible, o la
··insensata esperanza de poder eliminar las dificultades y la ma­
"terialida.d de la Iglesia-Institución, para conservar un cristianis­
"mo puro,

de vaga
y libre concepción, o la temeraria utopía, de
"crear

una
Iglesia de propia invención, no dejan reflexionar sabre
"la
superficialidad de

semejante
ambición, especia1niente si el
"cambio de las estructuras se plantea de suerte que empiece por
"destruir, no por reformar las que existen, _y si la iniciatiw ca­
"rece

de autoridad y de
exper-iencia para

una operación tan
gra­"1K. Bajo el velo transparente de un abstracto nominalismo se
"adivinan, a
veces, novedades subversifl,1as, sin tener

en cuenta
"dos cosas,
que debería.n recomendarnos sabiduría y prudencia:
"la

primera, q·ue
la modernización de

las estructuras, mejor
di­
"gamos,

de la legislación eclesiástica,
ya. está

en
curso;_ pero
"para ser sana y vital, y promm;ida por la corresponsabilidad de
"quien sabe y de quien puede, exige estudio y paciencia, y Nos
"somos los primeros que
intentan,ios impulsarla., especialmente
"con la revisión del

Código de Derecho
Canónico;. la segunda,
"qiie
las

estructuras, convertidas en objeto
de contestación,

están
"frecuentemente
muy lejos

de ser contrarias a los efectos que su
"cambio quisiera cansegwir. Quien

conoce la
Iglesia por

dentro,
"lo sabe; y aun lam.entando 1.-·iertos defectos innegables, ve c6nw
"el amor, la

obediencia,
la confianza y el celo pueden muy bien
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Fundaci\363n Speiro

nrecminiar el tronco) cmno el de im oliva añoso, de la,s viejas es­
"tructura,s por una nueva vegetación de genuina vitalidad cris­
ntiana.
)'Pero, por encima
de todo, se qui.rieran carn'binrr las estruc­
"turas ).
y, al decir esto, son muchas las que piensan en el estorbo
"de la autoridad de la Iglesia, Se /,a quiere supr/,mi,r, y no se
"puede; se

la
quiere hacer derill!ar de

la
comunidad, y se topa
"con

una nota
constiJucionai de

la Iglesia, que Cristo
ha querido
"apostólica)· se qwiere que sea un servicio, y está men, con ta/,
"que este servicio sea el propio de la potestad pastoral; se la quie­
"re ignorar)· ¡p-ero cómo seguirá siendo auténtico un cristianismo
"sin magisterio, sin ministerio, sin unidad y potestad derivan/e de
"Cristo? (cfr. Gat., 1, 8; 2 Cor., II, 24; 2 Cor., 10, 5, ePc.; San
"Ignaeio de Antioquia a

los
1vlagnesios, c.

IV). ¡La
autoridad
"en la Iglesia, para quien experimenta
su grave peso y no am­
"biciono su honor, no

es
fácil hacer su af!'Ologia! Sea ahora su­
"ficiente
que N o•s haywnos hecho w!zora esta modesta defensa."
PAULO VI : Discurso a los Cuaresmeros y
Párrocos de Roma (17 de febrero de 1969;
texto .italiano

en
L'Osservatore Romano del 17-
18 ¡ texto en castellano: Ecclesia, núm. 1.430,
sábado 1 de marzo de 1969).
La corrosión por la "contestación" y por el olvido de la estruc­
tura jerárquica de la Iglesia.
"Se hobla de una renowción en la. doctrina y en la concien­
"
cia

de la
Iglesia de

Dios;
mas, ¿cómo podrá ser auténtica y
"persistente la Iglesia viva y verdadera, si la trabazón que la
"forma y define como «cuerpo misti '"hoy
con
Panta frecuencia y tan grwoemente corro/da por la con­
"testaeión y por el olvido de su estructura jerá!Yquica, maltrecha
"en
su divino e vndispensable caris,na constiturivo, que es la
"autorida4 pastura/? ¡Cómo podrá arrogarse el ser Iglesia, o
"sea pueblo unido, bien que localmente fraecionado e histórica
"y legítimamente
diversificado,

cuando un fermento
prácticamen­
"te cismático la dwide, la subdi,zdde, la despedaza en grupo•s ce­
"losos más que

de otra cosa
de arbitraria y en el fondo egoísta
"autonomía, enmascarada

de
pluralismo cristiano o de

libertad
"de
candencia? ; Cómo

podrá
constituirse con una actividad, que
"querría llamarse
apostólica,

cuando ésta se
halla intencionada-
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Fundaci\363n Speiro

"mente qwiada p,or tendencias centrífugas, y cuando desarrolla
"no
la mentalidaxl de! amor comunitario, sino las más de las ve­
" ces

la de
la poléffllica particularista, o cuando prefiere peligrosos
"y equívocas simpatías, necesitadas de 11Yreducibles reservas, a
"las amistades fundadas sobre los principios fundamentales e in­
"dulgentes con los comunes defectos, y que han menester de con­
"verg(mtes colaboraciones?')
PAULO VI : En su homiHa de la misa del
Jueves Santo (3 de abril de 1969; texto ita­
liano en L'Osserva.tore Romano del día 5; texto
en castellano:
Ecclesia, núm. 1.435, sábado 12
de abril de 1969).
La actitud revolucionaria contra la economía del Evangelio
en la cual
la acción de Dios es combinada con la del hom­
bre "in patientia".
"La impaciencia se expresa. a veces en intolercvncia, cuando
"considera que es necesario llegar a aplicaciones inmediatas, más
"revolucio1w-rias
que reformadoras, sin

tener en cuenta la
cohe­
"rencia
histórica y lógica de las innovaciones que ha,y qwe imtro­
,, ducir en

la
'Vida católica:, y esta actitud llega, a, veces, a la i:mr
"prudencia, a la superficiolidaá, a lm obsesión de la novedad por
"la novedad, al mimetismo de moda de la «contes-tación» y al
"arbitrio de la desobediencio,. Es necesario a este propé,sito refle­
"xio-nar sobre la economía cronológica del Evangelio, la cual no
"es la fulgurante y, en el fondo, cómoda del fuego del cielo (Cfr.
'ºLuc ..

9, 54},
que aniquila
toda
resistencia, sino
la de
la sem'.ila
"qi produce

fruto «in
patientia» en la paciencia (Luc., 8 15;
"cfr.
i!Iarc., 4, 27-28;

Marc., 13,
291, y que frecuentemente en
"la gradación

de
su crecimiento

contiene el respeto
a la libertad,
"el método

de la caridad y
la confianza, no fatalista, sino sabia y
"de amplitud de miras, en la acción de Dios combinada con la
.. acción humana."
PAUJ.,O VI: En la Audiencia general (texto
italiano en L'Osservabore Romano del 30 de
enero; texto en castellano: Ecclesia, núm. 1.427,
sábado 8 de febrero de 1969).
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Fundaci\363n Speiro

El "aggiornamento" ha llevado a algunos a una crítica corro­siva, autodestructora.
"Quizá esta palabra mágica de «aggiorna111,ento» ha lle1Jado
"a
algunos más allá
de
/,o justo. Una urgente necesidad de revi­
"sión, honesta y justa, se ha transformado en una au.tocrítica co­
"rrosiva
y hasta en una autodestrucción que iza hecho pader a
"algunos
el sentido
y el gusta de la milicia cristiana y del apos­
"tolado católico. Son las «estructuras» de la Iglesia o_ficial, se Iza
"dicho, 'las que deben cambiar? antes que las ideas malsanas y las
"costu-mbres

decadentes de nuestro siglo; de suerte
qu.e el tejido
,,conju,ntivo, que

hace de la Iglesia
una comimión orgánica. y
"responsable, el tejido de la caridad eclesial y de la obediencia,
"jerárquica
se

ha deteriorado
no poco

en algunos
ambientes:"
PAULO VI : En la Audiencia general del 22
de octubre de
1969 (texto italiano en L'Osser­
vatore
Romano del 23 de octubre; texto en cas­
tellano:
Ecclesia, núm. 1.464, del 1 de noYiem­
bre).
La fraseología superficial e imprudente, como hablar de edad
constantiniana para descalificar la Historia de la Iglesia,
produce confusión
y desintegración en la comunidad ecle­
sial.
"Una fraseologla superficia,l y bastante imprudente ha entrado
"tl1fmbién a

formar parte del
común lenguaje eclesial:

se habla
"de
edad constantiniana para

descalificar toda
la secular historia
"de
la Iglesia hasta nuestros dias, o tanibién, de mentaUdad pre­
"conciliar prara desvalorizar
arbitrariamente un patrinwnio ca.tó­
"lico de pensamiento y de costumbres, que todavúz conserva mu­
"chos valo,res di;gnos de tenerse en cu.en ta.

Se_ llega
a-expresiones
"y conductas a veces tan negc,tivas que producen confusión y
"desintegración en la comunidad eclesial, hasta el punto de hacer
"creer que la norma vigente y la costumbre adquirida ya no
"sirven."
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P AUI,O VI : En la Audiencia general del 5
de noviembre d-e 1%9 (texto italiano en L'Os­
servartore
Romano del 6 de noviembre; texto
en
castellano: Ecclcsia, núm. 1.466, del 15 de
noviembre).
Fundaci\363n Speiro

Adónde puede llevar un llamado "cristianismo libre y carismá­
tico, pero en realidad amorfo,
difuminado y expuesto «al
soplo de todo viento», de la pasión o de la moda, o del
interés temporal

o político".
"Esta tendencia a liberarse gradual y übstma.damzenle de la
"autoridad v de la comunión de la Iglesia, desgraciadmnente,
"puede conducir lejos. Nü, como ha sidü dicho por algunos, a
"las catacumbas, SÍnü fuera de la Iglesia. Puede, al fin, producir
"una fuga, una rotura y, por ello, un escándalo, una ruina. No
··construye, destruye."
PAUW VI : Audiencia general del miérco­
les
3 de

septiembre de 1969 (texto italiano en
rosservatore Romano del 4; texto en caste­
llano:
Ecclesia, núm. 1.457, del 13).
La crítica derrotista y "contestataria'' que colma de progresismo
audaz instintos

rebeldes.
. está fuera de
.. lugar, al menos a

este
respecto, el

derrotismo hoy de moda
·• contra

la
sociedad_\' su, configuración y, en general,

contra la vida
"moderna. Este derrotismo sedu.ce hoy hasta alguna p·arte

de
la
''ju.ventud, )' a muchos hombres de pensani·iento y de acción/ los
''colma.
de
progresis»w audaz y parece conferirles una personali­
" dad superi.or cuando los

llena de instintos rebeldes
y de des­
··prccio absoluto hacia
nuestra.

época
y hacia su esfuerzo creador.
"La t·.:da. en cambio., es

seria;
J' nos lo ense·ñ.a el cúmulo inmenso
"de estudios. de

gastos, de
fatigas, de dispr>síciones, de tentati­
·-·vas,

de riesgos, de sacrificios,
qu.e una emp_resa e_'t'traordinaria,
··como
la espacútJ, ha exigido.

Criticar,
«contestar» es fáC'Dl; no
' 1igualmcutc
C()nstruir"
juzgamos
indigno
de los jóvenes el de­
"cadent is1110 ico11-oclasta y carente de amor de los «contestadores»
"de oficio"
PAULO VI: _--\udiencia general del miérco­
les 23 de julio de 1969 (texto italiano en L'Os­
serv..'afore Romano del 24 y texto en castellano:
Eccfesia, núm. 1.451, del 2 de agosto).
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Fundaci\363n Speiro

No es servir a la Iglesia hacerse eco complaciente de 1a opo·
sición.
" . ¿es ser;,:1r
"a la
iglesia poner de relieve1 ante todo, las tendencias o em¡,re­
"sas de
mayor oposic.ión, las -menos conformes a las sanas tradi­
"ciones y a una fidelidad real a los textos del reciente Concilio
"y a la verdad misma del Evangelio? ;Es servir a la Iglesia
"ha'cerse con

insistencia eco
cotnplaciente de
la
«contestación.», con
"peligro de turbar y desorientar a la inmensa 111asa de fieles bue­
"nosrJ
"Es más fácüJ en ·verdad, y más atrayente acaso) exaltar las
"nO'lledades, aplaudir /,as experiencias más audaces, presentar

los
"puntos de

vista
«no conformistas» sobre muchos asuntos. Pera
"refiriéndose

a puntos tan
graves como

la naturaleza
y el
ejer­
"cicia de la autoridad en la Iglesia, la significación del sacerdo­
"cio, la castidad de los presbíteros,

la
indisohtlnlidad del 111atri­
"monioJ
la fortaleza y el verdadero sentido católico, ¡no estarán
"entonces,

sobre todo, del
lado de
quienes resisten a la
corriente
"en

lugar de seguirla, aunqu.e tengan que afrontar, si
fuera ,pre­
,, ciso,
P·or amor a /,a Iglesia -una c-ierta bnpopnlaridad?"
"La
verdad

no es siempre agradable decirla,
especialmente al
"trata:rse de

juicios que van contra
la. corriente
de los órganos
"de
opinión más

poderosos."
160
PAULO VI: Discurso a la Vnión Católica
Lnternacional de Prensa
(23 de noviembre de
1968; texto francés en L'Osservatore Romano
del 24; texto en castellano: Ecclesia, núm. 1.418.
sábado 30 de noviembre de 1968).
Fundaci\363n Speiro