Índice de contenidos
Número 83
Serie IX
- Textos Pontificios
- Estudios
- Actas
- Información bibliográfica
Autores
1970
Eustaquio Guerrero, S.I., Teilhard de Chardin: Aspectos fundamentales de su obra
INFORMACION BIBLIOGRAFICA
Eustaquio Guerrero, S. l.: "TEILHARD DE CHARDIN.
ASPECTOS FUNDAMENTALES DE SU OBRA"
(*)
El veterano escritor P. Eustaquio Guerrero, S. I., nos ha
regalado recientemente con un libro sobre Teilhard de Chardin.
En él recoge, completándolas, unas conferencias pronunciadas
en Barcelona a invitación del Instituto filosófico de Balmesiana.
Pero,
¿ un libro más sobre Teilhard de Chardin? ¿ Qué se pue
de añadir a la "'biblioteca" teilhardiana?
Pues sí, uno más. Y uno que estaba haciendo falta urgente
mente. Más aún, yo diría que es urgente toda una serie de libros
sobre Teilhard, de los cuales el del P. Guerrero es
el primero o
uno de los primeros.
Sería la serie del estudio desapasionado y objetivo. Teilhard
ha tenido el no leve mérito de levantar en vilo a la opinión mun
dial. Muchos han escrito sobre él mitificándolo: Cuenot, por
ejemplo. Otros, demasiado inclinados a su favor por razones no
científicas ni objetivas. Entre éstos se encuentran una serie de
obras, por otra parte respetables : nos referimos a las de Lubac,
Smulders, Rideau
y Solages. Estos y otros autores, con matices
diversqs, forman
la legión de los entusiastas de Teilhárd, que o
no ven sus ambig,üedades y errores o les quitan importancia. Con
el resultado de empujar a la lectura de Teilhard sin prevenir
suficientemente de sus peligros.
Frente a ellos está la serie de los adversarios de Teilhard: sí,
adversarios, enemigos de Teilhard, incapaces de reconocer sus
méritos reales, fáciles en ver errores
donde· tal
vez no existen,
agresivos incluso contra la persona del sacerdote
y religioso je
suita que fue Teilhard de Chardin. Para algunos de estos señores,
Teilhard fue un cínico inmoral
y un redomado enemigo del Cris
tianismo, que quiso destruir desde dentro.
Evidentemente, hace falta un estudio serio de Teilhard. Su
audiencia universal y su influencia en el pensamiento y en la
actitud mental de muchos lo hacen necesario. Pero ese estudio
no puede ser como muchos de los anteriores : tiene que ser des
apasionado, sereno, objetivo. Esto es lo que ha logrado el P. Eus
taquio Guerr~ro en su libi-o. Y es el primero de sus méritos.
Y dentro de esa objetividad,
urta tendencia
hacia la compren
sión benévola, como pide la convivencia humana y, sobre todo,
la caridad cristiana. San Ignacio de Loyola sufrió
:persecuciones
(*) Ed. Studium, Madrid, 1969; 180 págs.
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INFORMACION BIBLIOGRAFICA
por interpretaciones torcidas de sus Ejercicios Espirituales. Por
eso aquel "PROSUPUESTO" del inmortal librito: "Se ha de
presuponer que todo buen cristiano ha de ser más pronto a sal
var
la proposición del prójimo que a condenarla ... " Así hace
el P. Guerrero con Teilhard de Chardin. Trata de salvar, por
de pronto, su persona de toda acusación infundada. Y también
su obra, no admitiendo sino aquellas acusaciones que efectiva
mente estén demostradas.
Otro de los méritos de esta obra es el conocimiento que pu
diéramos decir exhaustivo del tema. El P.· Guerrero ha leído y
estudiado todo Teilhard y, prácticamente, todo lo escrito sobre
Teilhard. Por lo menos, lo que tiene valor científico. Pero la erudición no basta para juzgar debidamente una ideo
logía como la del autor estudiado, que tiene implicaciones en todo
el saber humano. Hace falta el talento. Y, ya que se limita el
estudio a los aspectos filosóficos y teológicos del teilhardisrno,
es necesario el cultivo prolongado y amoroso de las ciencias ecle
siásticas. De ambas cosas da testimonio favorable al autor del
libro que
comentamos toda una larga vida dedicada a la docen
cia y a la alta divulgación de ternas filosóficos y teológicos. El
P. Guerrero está equipado como pocos para ejercer esa crítica
sana de Teilhard que echamos de menos.
Es el deseo que este libro ha despertado en nosotros. Porque
si bien es cierto que en él casi todos los temas teilhardianos están
rozados y de alguna manera juzgados, el P. Guerrero podia dar
nos mucho más. El mismo reconoce que no nos lo da. No podía
dárnoslo, dado el carácter de conferencias para el gran público,
que son la base de este libro. El P. Guerrero ha contraído una
denda con los profesionales de la ciencia cristiana: la de darles
la obra definitiva sobre Teilhard de Chardin. Un estudio siste
mático Y completo de su pensamiento evolucionista, desde la ma
teria primitiva hasta el Omega Dios. Pero un estudio que, den
tro de la objetividad y aun benevolencia recomendables, fuera una
rigurosa crítica filosófica y teológica del sistema de Teilhard. Así
se verían los
méritos y deméritos del discutido autor.
No se puede negar que la autoridad del Santo Oficio (hoy
Congregación para la Doctrina de la Fe), la primera de las Con
gregaciones Rqmanas, con su invitación a retirar las obras de
Teilhard de las bibliotecas a que tienen acceso los aspirantes al sa
cerdocio, y su "Monitum" para que los formadores inmunicen a los
jóvenes, previene en contra de la doctrina de Teilhard. Porque,
además, es que le achaca "ambigüedades y aun... tan graves
error.es que ofenden la doctrina católica".
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Por su parte, L'Osseroatore Romano concreta estos errores,
como muy bien resume el P. Guerrero.
"Tergiversa o niega el concepto de creación que precisa la doctrina católica, y da a entender que esa creación es necesaria
y no libre; afirma muchas veces que Dios nos incorpora a Sí y que, al incorporarse el Mundo, Él mismo se perfecciona y cam
bia; que el Cristo de la Revelación es el Omega de la evolución,
su término; Él salva, pero es salvado también, conswnado mediante la unión con las mónadas santas pensantes, y según la naturaleza "cósmica" que le compete, además de la divina y de la humana. Naturaleza "cósmica" que Teilhard no precisa nunca.
"Propone también una conexión necesaria
y natural de la
Creación, Encarnación, Redención que, al parecer de muchos,
se opone a la total gratuidad y libertad del orden sobrenatural y
a la esencial distinción que ha proclamado siempre la teología
católica entre el orden natural y el sobrenatural.
"Parece confundir también
--se dice allí- en
mayor o menor
grado el espíritu_ -Y-1ª materia. No sólo UQ _ é!:Cl!S_ sino que
las atenúa y da a entender o que el espíritu es consti
tutivo de la materia misma, o que, cuando menos,
la_ acompaña
siempre como fuerza promotora
y directora de la evolución ... "Tiene una idea muy chocante, y hasta escandalosa, del pecado original, y está tan cierto de la cosmogénesis, o sea del mun
do en continua formación y en sentido teilhardiano, que uo dejaría de tener fe en ella, aunque, por un cataclismo psicológico,
perdiera la
fe en Dios y en Jesucristo, pese a que_ la evolución,
como él la concebía, ni él ni nadie la ha demostrado, según él
mismo confiesa.
"Habla de cierta identificación de
la energía del reino inorgánico con la del mundo de la biología en todos sus grados, tam
bién con la energía específica del hombre: la intelectual y la
moral : se trataría de cierta univocidad de la energía cósmica y de la misma libertad con los determinismos de la naturaleza ... "
¿ No cree el P._ Guerrero que haría un gran servicio a la ver
dad y al Pueblo de Dios depurando científicamente las ideas
teilhardianas en materias tan fundamentales y de tanto interés
para el Cristianismo?
· Mis conocimientos personales de Teilhard y de su obra me
llevan a la persuasión de que su persona quedaría inmune de las
gravísimas objeciones
qué algunos
acumulan contra
él. Pero no
estoy tan seguro de que sus ideas,
tal como aparecen m sus
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obras, sean conciliables no ya con la doctrina católica1 pero ni
aun siquiera con las verdades de la fe católica. Su concepto de la
creación,
¿ es el concepto católico de la creación ex nihilo sui et
suml!Cto? Su idea de la Encarnación y de la Redención, ¿ son la
Encarnación y la Redención del pecado que nos enseñó el Cris
tianismo? El pecado en Teilhard, ¿ es lo mismo que el pecado
en la Religión cristiana? La perfección y coronamiento del Mun
do con la superconcentración en Omega,
¿ son la felicidad sobre
natural de la visión de Dios, a la que nos enseña la Revelación
que estamos
per sooolnwnte destinados?
El Cardenal
J ournet ha escrito estas palabras severas: "Si
aceptamos la visión teilhardiana del mundo, ya desde el principio
sabemos -se nos ha advertido debidamente-· cuáles son las no
ciones cristianas que habrá que trasponer y a las que tendremos
que decir adiós: Creación, Espíritu, Mal, Dios (y más especial
mente, Pecado original, Cruz, Resurección, Parusia, Caridad ... ).
(Ver Maritain, Le Paysan de la Garonne, pág. 387.)
Por su
parte;--K-GilsQn,_hablanch del
Cristo de
Teillíard
dice:
"No es que a la nueva función de Cristo (Evolutor) le
falte grandeza y nobleza; pero no es la tradicional. Nos parece
estar ante un sepulcro vacío : 'nos han quitado a nuestro Señor
y no sabemos dónde lo han puesto"' (lb., pág. 180).
Dietrich von Hildebrand cuenta: ''Conocí personalmente a
Teilhard de Chardin el año 1951, en una comida organizada
por el Padre Robert Gannon, S.
l., que por aquel entonces era
Rector de
la Fordham University. Con anterioridad, dos perso
nas muy doctas y famosas
--el P.
Henri de Lubac y Monseñor
Bruno de Solages--me lo habían recomendado calurosamente,
Por tanto, me hallaba lleno de expectación. De sobremesa, el
P. Teilhard hizo una detallada exposición de sus puntos de
vista. Las exposiciones ·de Teilhard me desilusionaron grande
mente, porque
dio muestras
de una extraordinaria confusión de
ideas filosóficas, especialmente en su concepción acerca de la
persona humana. Pero me impresionó más su primitivismo teoló
gico: ignoraba por completo la diferencia entre la naturaleza y
la sobrenaturaleza. Después de una animada discusión, en la que
me aventuré a hacer una crítica de sus ideas, tuve la oportunidad de hablar privadamente con Teilhard. Cuando nuestra conversa
ción tocó el tema de San Agustín, exclamó violentamente:
'¡ No
mencione a
eSe hombre
funesto!
¡ Lo echó a perder todo al intro
ducir lo sobrenatural
! ' Esta observación confirmó la impresión
que yo había recibido del naturalismo craso de sus ideas"
( El
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Caballo de Troya en la ci.udad de Dios, pág. 25,7. Fax, Madrid,
1969).
Los mismos Tresmontant, Lubac, Smulders y Rideau no tie
nen
más remedio que reconocer no pocas incompatibilidades de
Teilhard con la doctrina de la fe, aunque tratan de paliarlas todo
lo posible.
Teilhard confiesa que a veces se siente impresionado
por el
esfuerzo
que
tíene que
hacer para interpretar los dogmas cris
tianos
y hacer su transposición a su lenguaje evolucionístico. En
carta a un amigo declara con humor:
"Me paseo
como un ele
fante por los arriates de la Escolástica".
Prensando todas estas manifestaciones,
¿ qué destilarían de
ortodoxia o de heterodoxia en las obras de Teilhard de Chardin? Sería muy interesante que alguien tan preparado como el P. Gue
rrero nos lo expusiera.
Es claro que en una presentación del libro del P. Guerrero
no podemos aludir a todos aquellos aspectos, no pocos ni poco
interesantes, que nos invitan
al diálogo, bien con Teilhard, bien
con el mismo P. Guerrero. Pero no me privaré de insinuar al
gunas consideraciones.
Una sobre el valor científico de la Apologética teilhardiana.
Nuestro escritor la encuentra falta de originalidad, como no sea
en el hecho de constituir a la evolución como base de sus elucu
braciones filosófico-religiosas, puesto que los principios metafísi cos con que intenta legitimar la escatología de su evolución son
los mismos tradicionales de la teología católica
y rJe la filosofía
perenne... Además, no es más fácil argüir la existencia de Dios
del hecho de la evolución que del hecho de la creación sin evo
lución.
Es verdad; pero yo añadiría que una eficaz Apologética cris
tiana debería concluir no sólo a la existencia de Dios, sino tam
bién a la credibilidad
y credendidad del Cristianismo; y más en
concreto, de Cristo. Y es lo que quiere Teilhard, ya que Cristo
es para él prácticamente el Dios-Omega, Motor
y Fin de la Evo
lución. Pero,
¿ cómo persuade Teilhard de esta misión de Cristo
a sus amigos no creyentes? Ya su camino a través de la homi
nización y de la socialización hasta
el éxtasis en el Omega tras
cendente
y personal está lleno de escollos, que no
5é si
hace fal
ta mucha benignidad para aceptar que los ha salvado Teilhard. Pero, ¿cómo
a'.dmitirán los
incrédulos que el personaje histórico
que se llamó Jesús es el Dios Omega?
¿ Incorpora Teilhard,
sin más, un dato revelado, complaciéndose en que el Omega que
la razón descubre, la Fe nos lo da en Cristo : un Omega tras-
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cendente e inmanente al mismo tiempo? Los incrédulos le pedirán
pruebas de que Cristo sea Dios. La Apologética lo prueba; pero
no se puede suponer lo que se quiere probar. O es más bien que
la presencia intramundana de Dios en Cristo se deduce de la
conexión inevitable entre Creación necesaria, Encarnación y Re
dención? Esto, aparte de otros errores que implica,
parece con
trariar la gratuidad del don divino de lo sobrenatural.
Uno de los capítulos del libro del P. Guerrero es sobre la
doctrina de Teilhard acerca del trato de hombre y mujer como
factor indispensable de madurez. En este punto, tengo la per
suasión
-¡ ojalá equivocada!- de que Teilhard fue víctima de
la lógica inflexible de su sistema.
Si el Mundo es evolución, es cosmogénesis; si entonces, cual
quier momento de la evolución contiene en germen y es razón
suficiente del que le sigue ; se comprende que sea una tarea tan
noble como ineludible el procurar desarrollar las virtualidades
implícitas en cada momento de la evolución.
¿ Y por qué hacer una excepción ilógica cuando la materia
ha evolucionado hasta llegar a ser carne humana, carne femeni
na? La potencia de espiritualización o progreso del Mundo en
cerrada en el sexo es quizá la más formidable de todas. ¿ Por qué
no explotarla en toda su intensidad? "Por muy fundamental que
sea (sola), la maternidad de la mujer es casi nada en compara
ción de su fecundidad espiritual. La mujer desarrolla, sensibiliza
y revela a sí mismo al hombre que la ama" (Teilhard de Char
din,
L'evolutjon de la chasteté (divulgado en multicopista), pá
gina 6).
"La fecundidad espiritual se yuxtapone cada vez más a
la fecundidad material, hasta justificar, POR SI SOLA (es
Teilhard quien subraya) la unión. Unión para el hijo.
¿ También
para la obra, para la idea?
¿ Por qué no?" (Ibid., pág. 12). Teil
hard reprocha a las Religiones, especialmente al Cristianismo, su
actitud de inhibición
y de repulsa de lo sexual, esta potencia de
progreso comparable a la del éter, de las mareas, de los vientos
y de la gravitación (pág. 16), o al descubrimiento del fuego por
la humanidad (Ib.).
Tal actitud de las Religiones la encuentra, sin embargo, Teil
hard justificada en el caso en que el don completo del cuerpo,
fuera del matrimonio, produjera un cortocircuito que hiciera de
rivar la energía sexual no al progreso, sino_
al estancamiento o
retroceso de la humanidad: caso que estima será
el ordinario.
Pero no niega la posibilidad de que la mutua total entrega ex
tramatrimonial sea a veces un factor eficaz de progreso y esté,
por tanto, justificada. Tal es, según Teilhard, el caso de "mu-
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INFORMACION BIBUOGR.AFICA
chas genios verdaderamente creadores" (pág. 12), quienes "de
estas fuentes llamadas impuras" (Ib.)
"han hecho aparecer sobre
la Tierra grandes verdades
y grandes bellezas" (pág. 14).
No sé si el P. Guerrero estará de acuerdo conmigo. Pero me
parece ver expresada con toda claridad en esta Evolució,. de la castidad, de Teilhard de Chardin, la tolerancia teórica y aun a veces práctica de la libre unión sexual, con tal de que sea un
factor de progreso. Es claro que no sólo las Religiones, sino
también el buen sentido moral humano han considerado siempre
y seguirán, sin duda, considerando inadmisible tal doctrina.
Terminamos recomendando calurosamente este magnífico libro
del P. Guerrero. Lo leerán con gran fruto toda clase de perso
nas, aun las de cultura mediana: la claridad de la exposición se
lo hará asequible.
Es muy de suponer que para muchos jovencitos, aun eclesiás
ticos, religiosos y religiosas, la lectura de este libro será de un
impacto tremendo. "Es que me derriba usted un ídolo", decía un · seminarista a un profesor que le hablaba en términos parecidos
a los del P. Guerrero. Pero
el derribar ídolos creo es tarea meritoria para el autor y liberadora para los lectores.
MAR'l'ÍN PRIETO, S. l.
Michele Federico Sciacca: "LA IGLESIA
Y
LA CIVILJZACION MODERNA"
(*)
"No hay obstáculos para el pensamiento humano, ni barre
ras que no puedan saltarse, cuando uno camina
y discurre sostenido por la fe en la verdad de Cristo."
Así se interpreta
la lámina con que el pintor florentino Conti
ilustra el frontis de este nuevo libro del doctor Sciacca acerca
de la Iglesia y la civilización moderna. Un
libro donde
la más
ardua problemática actual sobre temas que rozan o caen de lleno
en el hemisferio espiritual y religioso del hombre es afrontada
con la mayor valentía y claridad, sometiéndola a un análisis ri
guroso, para dar luego orientaciones firmes y equilibradas que
están por encima de todo extremismo superficial y confuso, ora venga de la "derecha", ora de la
"izquierda", y también de todo
conformismo interesado
y parasitario.
No es un libro nacido bajo el signo de una unidad preesta-
(*) "Chiesa e civiltá moderia". Marzorati, Editare. Milán, 1969.
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ASPECTOS FUNDAMENTALES DE SU OBRA"
(*)
El veterano escritor P. Eustaquio Guerrero, S. I., nos ha
regalado recientemente con un libro sobre Teilhard de Chardin.
En él recoge, completándolas, unas conferencias pronunciadas
en Barcelona a invitación del Instituto filosófico de Balmesiana.
Pero,
¿ un libro más sobre Teilhard de Chardin? ¿ Qué se pue
de añadir a la "'biblioteca" teilhardiana?
Pues sí, uno más. Y uno que estaba haciendo falta urgente
mente. Más aún, yo diría que es urgente toda una serie de libros
sobre Teilhard, de los cuales el del P. Guerrero es
el primero o
uno de los primeros.
Sería la serie del estudio desapasionado y objetivo. Teilhard
ha tenido el no leve mérito de levantar en vilo a la opinión mun
dial. Muchos han escrito sobre él mitificándolo: Cuenot, por
ejemplo. Otros, demasiado inclinados a su favor por razones no
científicas ni objetivas. Entre éstos se encuentran una serie de
obras, por otra parte respetables : nos referimos a las de Lubac,
Smulders, Rideau
y Solages. Estos y otros autores, con matices
diversqs, forman
la legión de los entusiastas de Teilhárd, que o
no ven sus ambig,üedades y errores o les quitan importancia. Con
el resultado de empujar a la lectura de Teilhard sin prevenir
suficientemente de sus peligros.
Frente a ellos está la serie de los adversarios de Teilhard: sí,
adversarios, enemigos de Teilhard, incapaces de reconocer sus
méritos reales, fáciles en ver errores
donde· tal
vez no existen,
agresivos incluso contra la persona del sacerdote
y religioso je
suita que fue Teilhard de Chardin. Para algunos de estos señores,
Teilhard fue un cínico inmoral
y un redomado enemigo del Cris
tianismo, que quiso destruir desde dentro.
Evidentemente, hace falta un estudio serio de Teilhard. Su
audiencia universal y su influencia en el pensamiento y en la
actitud mental de muchos lo hacen necesario. Pero ese estudio
no puede ser como muchos de los anteriores : tiene que ser des
apasionado, sereno, objetivo. Esto es lo que ha logrado el P. Eus
taquio Guerr~ro en su libi-o. Y es el primero de sus méritos.
Y dentro de esa objetividad,
urta tendencia
hacia la compren
sión benévola, como pide la convivencia humana y, sobre todo,
la caridad cristiana. San Ignacio de Loyola sufrió
:persecuciones
(*) Ed. Studium, Madrid, 1969; 180 págs.
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por interpretaciones torcidas de sus Ejercicios Espirituales. Por
eso aquel "PROSUPUESTO" del inmortal librito: "Se ha de
presuponer que todo buen cristiano ha de ser más pronto a sal
var
la proposición del prójimo que a condenarla ... " Así hace
el P. Guerrero con Teilhard de Chardin. Trata de salvar, por
de pronto, su persona de toda acusación infundada. Y también
su obra, no admitiendo sino aquellas acusaciones que efectiva
mente estén demostradas.
Otro de los méritos de esta obra es el conocimiento que pu
diéramos decir exhaustivo del tema. El P.· Guerrero ha leído y
estudiado todo Teilhard y, prácticamente, todo lo escrito sobre
Teilhard. Por lo menos, lo que tiene valor científico. Pero la erudición no basta para juzgar debidamente una ideo
logía como la del autor estudiado, que tiene implicaciones en todo
el saber humano. Hace falta el talento. Y, ya que se limita el
estudio a los aspectos filosóficos y teológicos del teilhardisrno,
es necesario el cultivo prolongado y amoroso de las ciencias ecle
siásticas. De ambas cosas da testimonio favorable al autor del
libro que
comentamos toda una larga vida dedicada a la docen
cia y a la alta divulgación de ternas filosóficos y teológicos. El
P. Guerrero está equipado como pocos para ejercer esa crítica
sana de Teilhard que echamos de menos.
Es el deseo que este libro ha despertado en nosotros. Porque
si bien es cierto que en él casi todos los temas teilhardianos están
rozados y de alguna manera juzgados, el P. Guerrero podia dar
nos mucho más. El mismo reconoce que no nos lo da. No podía
dárnoslo, dado el carácter de conferencias para el gran público,
que son la base de este libro. El P. Guerrero ha contraído una
denda con los profesionales de la ciencia cristiana: la de darles
la obra definitiva sobre Teilhard de Chardin. Un estudio siste
mático Y completo de su pensamiento evolucionista, desde la ma
teria primitiva hasta el Omega Dios. Pero un estudio que, den
tro de la objetividad y aun benevolencia recomendables, fuera una
rigurosa crítica filosófica y teológica del sistema de Teilhard. Así
se verían los
méritos y deméritos del discutido autor.
No se puede negar que la autoridad del Santo Oficio (hoy
Congregación para la Doctrina de la Fe), la primera de las Con
gregaciones Rqmanas, con su invitación a retirar las obras de
Teilhard de las bibliotecas a que tienen acceso los aspirantes al sa
cerdocio, y su "Monitum" para que los formadores inmunicen a los
jóvenes, previene en contra de la doctrina de Teilhard. Porque,
además, es que le achaca "ambigüedades y aun... tan graves
error.es que ofenden la doctrina católica".
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Por su parte, L'Osseroatore Romano concreta estos errores,
como muy bien resume el P. Guerrero.
"Tergiversa o niega el concepto de creación que precisa la doctrina católica, y da a entender que esa creación es necesaria
y no libre; afirma muchas veces que Dios nos incorpora a Sí y que, al incorporarse el Mundo, Él mismo se perfecciona y cam
bia; que el Cristo de la Revelación es el Omega de la evolución,
su término; Él salva, pero es salvado también, conswnado mediante la unión con las mónadas santas pensantes, y según la naturaleza "cósmica" que le compete, además de la divina y de la humana. Naturaleza "cósmica" que Teilhard no precisa nunca.
"Propone también una conexión necesaria
y natural de la
Creación, Encarnación, Redención que, al parecer de muchos,
se opone a la total gratuidad y libertad del orden sobrenatural y
a la esencial distinción que ha proclamado siempre la teología
católica entre el orden natural y el sobrenatural.
"Parece confundir también
--se dice allí- en
mayor o menor
grado el espíritu_ -Y-1ª materia. No sólo UQ _ é!:Cl!S_ sino que
las atenúa y da a entender o que el espíritu es consti
tutivo de la materia misma, o que, cuando menos,
la_ acompaña
siempre como fuerza promotora
y directora de la evolución ... "Tiene una idea muy chocante, y hasta escandalosa, del pecado original, y está tan cierto de la cosmogénesis, o sea del mun
do en continua formación y en sentido teilhardiano, que uo dejaría de tener fe en ella, aunque, por un cataclismo psicológico,
perdiera la
fe en Dios y en Jesucristo, pese a que_ la evolución,
como él la concebía, ni él ni nadie la ha demostrado, según él
mismo confiesa.
"Habla de cierta identificación de
la energía del reino inorgánico con la del mundo de la biología en todos sus grados, tam
bién con la energía específica del hombre: la intelectual y la
moral : se trataría de cierta univocidad de la energía cósmica y de la misma libertad con los determinismos de la naturaleza ... "
¿ No cree el P._ Guerrero que haría un gran servicio a la ver
dad y al Pueblo de Dios depurando científicamente las ideas
teilhardianas en materias tan fundamentales y de tanto interés
para el Cristianismo?
· Mis conocimientos personales de Teilhard y de su obra me
llevan a la persuasión de que su persona quedaría inmune de las
gravísimas objeciones
qué algunos
acumulan contra
él. Pero no
estoy tan seguro de que sus ideas,
tal como aparecen m sus
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obras, sean conciliables no ya con la doctrina católica1 pero ni
aun siquiera con las verdades de la fe católica. Su concepto de la
creación,
¿ es el concepto católico de la creación ex nihilo sui et
suml!Cto? Su idea de la Encarnación y de la Redención, ¿ son la
Encarnación y la Redención del pecado que nos enseñó el Cris
tianismo? El pecado en Teilhard, ¿ es lo mismo que el pecado
en la Religión cristiana? La perfección y coronamiento del Mun
do con la superconcentración en Omega,
¿ son la felicidad sobre
natural de la visión de Dios, a la que nos enseña la Revelación
que estamos
per sooolnwnte destinados?
El Cardenal
J ournet ha escrito estas palabras severas: "Si
aceptamos la visión teilhardiana del mundo, ya desde el principio
sabemos -se nos ha advertido debidamente-· cuáles son las no
ciones cristianas que habrá que trasponer y a las que tendremos
que decir adiós: Creación, Espíritu, Mal, Dios (y más especial
mente, Pecado original, Cruz, Resurección, Parusia, Caridad ... ).
(Ver Maritain, Le Paysan de la Garonne, pág. 387.)
Por su
parte;--K-GilsQn,_hablanch del
Cristo de
Teillíard
dice:
"No es que a la nueva función de Cristo (Evolutor) le
falte grandeza y nobleza; pero no es la tradicional. Nos parece
estar ante un sepulcro vacío : 'nos han quitado a nuestro Señor
y no sabemos dónde lo han puesto"' (lb., pág. 180).
Dietrich von Hildebrand cuenta: ''Conocí personalmente a
Teilhard de Chardin el año 1951, en una comida organizada
por el Padre Robert Gannon, S.
l., que por aquel entonces era
Rector de
la Fordham University. Con anterioridad, dos perso
nas muy doctas y famosas
--el P.
Henri de Lubac y Monseñor
Bruno de Solages--me lo habían recomendado calurosamente,
Por tanto, me hallaba lleno de expectación. De sobremesa, el
P. Teilhard hizo una detallada exposición de sus puntos de
vista. Las exposiciones ·de Teilhard me desilusionaron grande
mente, porque
dio muestras
de una extraordinaria confusión de
ideas filosóficas, especialmente en su concepción acerca de la
persona humana. Pero me impresionó más su primitivismo teoló
gico: ignoraba por completo la diferencia entre la naturaleza y
la sobrenaturaleza. Después de una animada discusión, en la que
me aventuré a hacer una crítica de sus ideas, tuve la oportunidad de hablar privadamente con Teilhard. Cuando nuestra conversa
ción tocó el tema de San Agustín, exclamó violentamente:
'¡ No
mencione a
eSe hombre
funesto!
¡ Lo echó a perder todo al intro
ducir lo sobrenatural
! ' Esta observación confirmó la impresión
que yo había recibido del naturalismo craso de sus ideas"
( El
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Caballo de Troya en la ci.udad de Dios, pág. 25,7. Fax, Madrid,
1969).
Los mismos Tresmontant, Lubac, Smulders y Rideau no tie
nen
más remedio que reconocer no pocas incompatibilidades de
Teilhard con la doctrina de la fe, aunque tratan de paliarlas todo
lo posible.
Teilhard confiesa que a veces se siente impresionado
por el
esfuerzo
que
tíene que
hacer para interpretar los dogmas cris
tianos
y hacer su transposición a su lenguaje evolucionístico. En
carta a un amigo declara con humor:
"Me paseo
como un ele
fante por los arriates de la Escolástica".
Prensando todas estas manifestaciones,
¿ qué destilarían de
ortodoxia o de heterodoxia en las obras de Teilhard de Chardin? Sería muy interesante que alguien tan preparado como el P. Gue
rrero nos lo expusiera.
Es claro que en una presentación del libro del P. Guerrero
no podemos aludir a todos aquellos aspectos, no pocos ni poco
interesantes, que nos invitan
al diálogo, bien con Teilhard, bien
con el mismo P. Guerrero. Pero no me privaré de insinuar al
gunas consideraciones.
Una sobre el valor científico de la Apologética teilhardiana.
Nuestro escritor la encuentra falta de originalidad, como no sea
en el hecho de constituir a la evolución como base de sus elucu
braciones filosófico-religiosas, puesto que los principios metafísi cos con que intenta legitimar la escatología de su evolución son
los mismos tradicionales de la teología católica
y rJe la filosofía
perenne... Además, no es más fácil argüir la existencia de Dios
del hecho de la evolución que del hecho de la creación sin evo
lución.
Es verdad; pero yo añadiría que una eficaz Apologética cris
tiana debería concluir no sólo a la existencia de Dios, sino tam
bién a la credibilidad
y credendidad del Cristianismo; y más en
concreto, de Cristo. Y es lo que quiere Teilhard, ya que Cristo
es para él prácticamente el Dios-Omega, Motor
y Fin de la Evo
lución. Pero,
¿ cómo persuade Teilhard de esta misión de Cristo
a sus amigos no creyentes? Ya su camino a través de la homi
nización y de la socialización hasta
el éxtasis en el Omega tras
cendente
y personal está lleno de escollos, que no
5é si
hace fal
ta mucha benignidad para aceptar que los ha salvado Teilhard. Pero, ¿cómo
a'.dmitirán los
incrédulos que el personaje histórico
que se llamó Jesús es el Dios Omega?
¿ Incorpora Teilhard,
sin más, un dato revelado, complaciéndose en que el Omega que
la razón descubre, la Fe nos lo da en Cristo : un Omega tras-
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INFORMACION BIBLIOGRAFICA
cendente e inmanente al mismo tiempo? Los incrédulos le pedirán
pruebas de que Cristo sea Dios. La Apologética lo prueba; pero
no se puede suponer lo que se quiere probar. O es más bien que
la presencia intramundana de Dios en Cristo se deduce de la
conexión inevitable entre Creación necesaria, Encarnación y Re
dención? Esto, aparte de otros errores que implica,
parece con
trariar la gratuidad del don divino de lo sobrenatural.
Uno de los capítulos del libro del P. Guerrero es sobre la
doctrina de Teilhard acerca del trato de hombre y mujer como
factor indispensable de madurez. En este punto, tengo la per
suasión
-¡ ojalá equivocada!- de que Teilhard fue víctima de
la lógica inflexible de su sistema.
Si el Mundo es evolución, es cosmogénesis; si entonces, cual
quier momento de la evolución contiene en germen y es razón
suficiente del que le sigue ; se comprende que sea una tarea tan
noble como ineludible el procurar desarrollar las virtualidades
implícitas en cada momento de la evolución.
¿ Y por qué hacer una excepción ilógica cuando la materia
ha evolucionado hasta llegar a ser carne humana, carne femeni
na? La potencia de espiritualización o progreso del Mundo en
cerrada en el sexo es quizá la más formidable de todas. ¿ Por qué
no explotarla en toda su intensidad? "Por muy fundamental que
sea (sola), la maternidad de la mujer es casi nada en compara
ción de su fecundidad espiritual. La mujer desarrolla, sensibiliza
y revela a sí mismo al hombre que la ama" (Teilhard de Char
din,
L'evolutjon de la chasteté (divulgado en multicopista), pá
gina 6).
"La fecundidad espiritual se yuxtapone cada vez más a
la fecundidad material, hasta justificar, POR SI SOLA (es
Teilhard quien subraya) la unión. Unión para el hijo.
¿ También
para la obra, para la idea?
¿ Por qué no?" (Ibid., pág. 12). Teil
hard reprocha a las Religiones, especialmente al Cristianismo, su
actitud de inhibición
y de repulsa de lo sexual, esta potencia de
progreso comparable a la del éter, de las mareas, de los vientos
y de la gravitación (pág. 16), o al descubrimiento del fuego por
la humanidad (Ib.).
Tal actitud de las Religiones la encuentra, sin embargo, Teil
hard justificada en el caso en que el don completo del cuerpo,
fuera del matrimonio, produjera un cortocircuito que hiciera de
rivar la energía sexual no al progreso, sino_
al estancamiento o
retroceso de la humanidad: caso que estima será
el ordinario.
Pero no niega la posibilidad de que la mutua total entrega ex
tramatrimonial sea a veces un factor eficaz de progreso y esté,
por tanto, justificada. Tal es, según Teilhard, el caso de "mu-
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INFORMACION BIBUOGR.AFICA
chas genios verdaderamente creadores" (pág. 12), quienes "de
estas fuentes llamadas impuras" (Ib.)
"han hecho aparecer sobre
la Tierra grandes verdades
y grandes bellezas" (pág. 14).
No sé si el P. Guerrero estará de acuerdo conmigo. Pero me
parece ver expresada con toda claridad en esta Evolució,. de la castidad, de Teilhard de Chardin, la tolerancia teórica y aun a veces práctica de la libre unión sexual, con tal de que sea un
factor de progreso. Es claro que no sólo las Religiones, sino
también el buen sentido moral humano han considerado siempre
y seguirán, sin duda, considerando inadmisible tal doctrina.
Terminamos recomendando calurosamente este magnífico libro
del P. Guerrero. Lo leerán con gran fruto toda clase de perso
nas, aun las de cultura mediana: la claridad de la exposición se
lo hará asequible.
Es muy de suponer que para muchos jovencitos, aun eclesiás
ticos, religiosos y religiosas, la lectura de este libro será de un
impacto tremendo. "Es que me derriba usted un ídolo", decía un · seminarista a un profesor que le hablaba en términos parecidos
a los del P. Guerrero. Pero
el derribar ídolos creo es tarea meritoria para el autor y liberadora para los lectores.
MAR'l'ÍN PRIETO, S. l.
Michele Federico Sciacca: "LA IGLESIA
Y
LA CIVILJZACION MODERNA"
(*)
"No hay obstáculos para el pensamiento humano, ni barre
ras que no puedan saltarse, cuando uno camina
y discurre sostenido por la fe en la verdad de Cristo."
Así se interpreta
la lámina con que el pintor florentino Conti
ilustra el frontis de este nuevo libro del doctor Sciacca acerca
de la Iglesia y la civilización moderna. Un
libro donde
la más
ardua problemática actual sobre temas que rozan o caen de lleno
en el hemisferio espiritual y religioso del hombre es afrontada
con la mayor valentía y claridad, sometiéndola a un análisis ri
guroso, para dar luego orientaciones firmes y equilibradas que
están por encima de todo extremismo superficial y confuso, ora venga de la "derecha", ora de la
"izquierda", y también de todo
conformismo interesado
y parasitario.
No es un libro nacido bajo el signo de una unidad preesta-
(*) "Chiesa e civiltá moderia". Marzorati, Editare. Milán, 1969.
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