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  • Índice

I. La libertad civil religiosa y el divorcio civil. II. La alineación de la sociedad de consumo capitalista. III. Sociedad de consumo y erotismo. IV. La fiebre tecnocrática por las planificaciones

ILUSTRACIONES CON RECORTES DE PERIODICOS
f. LA LIBERTAD CIVIL RELIGIOSA Y EL DIVORCIO cIVIL. DocTRINA DE LA IGI.E-­
SIA Y ORDEN SOCIAL,
La prensa diaria ha publicado la noticia de que tres profesores de
la
Facultad de Ciencias Social.es de la Universidad Gregoriana, con oca.­
sión de la octuaJ polémica que, en el orden político jurídico, se. sigue en
Italia acerca del divorci.D, han sostenido que, habida cuenta _de la ·doclt:ina
del Concilio Vaticano
II sobre libertad relig'.osa, e.5 defendible desde el
campo católico
que la legislación dvil italiana debe admitil' el divorcio,
aunque
en

el
fuero de la conciencia

éste no
debe ser utilizado pcJr los
católicos.
Este hecho ha dado ocasión a que Antonio Segura Ferns fYUbJicara en
EL PENSAMIENTO NAVARRO del domingo 22 de marzo un artículo del que
tenemos el gusto de reproducir sus comentarios en torno a los fundamen~
tos doctrinales aducidos por dichos profeoores:
"
Pensar que se puede interpretar la «Dignitatis Humanae» en
un restrictivo sentido -sólo internista del individuo- de la in­
fluencia de lo religioso en la institutionalización
social es
acabar
con cualquier fundamento moral trascendente para ésta. Y ne­ gar la validez de la Doctrina Social de la Iglesia, incluida,
naturalmente, la conciliar, antes citada. Aún más extremas son las consecuencias sociológicas de la
tesis; siguiendo esa
filosafía habría

que
admitir no
sólo la le­
galización social del divorcio, sino
también de la poligamia, · la
poliandria, el matrimonio homooexu.al, el aborto, el suicidio y
la eutanasia, etc., ya que, efectivamente, todas esas prácticas,
para nosotros moralmente inaceptables, sí lo ·son para otras con­
cepciones
vita1ea.
Pero

no queda aquí todo, y unos profesores de sociología
bien deben saberlo. Además de estas formas de relación inter­
personal individual, el nuevo concepto afecta indudablemente a
las
relacionas sociales

en su doble aspecto del individuo con la
Sociedad y de ésta con
aquél
Al
privar

a la institucionalización política de una base
mo­
ral

trascendente, la que sea, -se libera al individuo de la
«ulti-
337
Fundaci\363n Speiro

ma ratio» de obligatoriedad respecto a aquellas reglas socia­
les que
-suhjeti_vamente no
crea necesarias. Por eso el intentar
reducir el conflicto italiano a una
lllera cuestión jurídica

es
irrelevante: no hay fuerza moral -y menos en la Iglesia-· que
pueda exigir en estos temas
nna norma

jurídica rechazada por
la propia conciencia, si no se admite la exigencia trascendente de- la moral social.
El nuevo enfoque afecta también a la inversa relación
so­
ciedad-individuo:

si la normatividad
ill'otitucionalizada só-lo se
considera

como resultado
de un mero pacto, sin fnndamento
moral trascendent~ es

obvio que lo importante es conseguir el
pacto para imponerlo a todos, Sería abrir las puertas a
nn to­
talitarismo.

sin freno. El renacido liberalismo conduce inevitable­
mente a
nn dominio de

los
fuertes sobre
los débiles. Sea por la
atracción magnética de la fuerza personal
~caso de

Hitler, que
indudablemente arrastra tras él una generación-, sea por la
ti­
ranía

de la
fuerza del

número.
Lo cierto es que el poder quedaría fundado exclusivamente
en sí mismo, sin obligación hacia normas sociales que lo
tras,­
ciendan

en
el terreno

moral. No podría,
pues, hablarse
de
rma
·
aplicación

del Magisterio de lalglesia en el terreno social, ni aun
por los católicos: educación -relaciones--, trabajo capital, orga­
nización social
-Sindicatos-------, moralidad pública,

etc.
O~ como

alternativa,
el «cisma
en el
alma» que
Toynbee pone
como origen del
fin de las civilizaciones.
Todo esto, de una u
otra forma,
va implícito en la tesis
del. P.

Diez Alegría y
sus compafiéros. Si

se siguen, antes o des­
pués, hemos de llegar a esta problemática, si es que no estamos
llegando ya, incluso en
España. En

la reciente polémica de pren­
sa sobre

la
Ley de Educación y la Sindical, ya aparecen posi­
ciones que niegan la validez de
rma apelación
a la Doctrina de
la Iglesia en el terreno de la ino;stitucionalización política.
La
necesaria participación de todos en
el queha,cer público
exige
que
la opinión social esté informada de loo posibles de­
rroteros
que potencialmente encierran ciertas ideas cuya pre­
sentación puede aparecer como restrictiva y
circnnstancial.
11, LA "ALIENACIÓN" EN LA. SOCIEDAD DE CONSUMO CAPITALISTA "MADB IN
U. S. A." Y EN LOS PAÍSES COMUNISTAS.
Recientemente ha tenido lugac en Zurich un Congt"eso que se ocupó
de la "mBmpulación del hombre", que ha dado lugar a un viv.o colo­
quio enfre el profesor de la Universidad de HBJward, John Kenneth GaJ-
338
Fundaci\363n Speiro

braith, que fue embajedor de U. S. A. en Nueva Delhi en tiempos de fohn Kennedy y presidente del Comité demócrata por la -paz. y el fN'O-' fesor Ota Sik, ex viceprimeT ministro de Checoeslovaquia y cerebro de la reforma económica que intentó llevar a cabo el gobierno de Dubcek. Recogiendo la ini!ormación de LE NotIVRL ÜBSERVATEUR, el semanario
barcelonés DEsTINO, nada sospechoso de integrismo, la comenta en su nú~
mero J.964, del 23
de
marzo, en

los
pWrafos que

a
continuación trans~
cribimos:
Galhraith trató de demostrar que el hombre, en la sociedad de

la abundancia, según el título de uno de sus
famosw;¡ libros,
es
manipulado

sin piedad por
las fuerzas
que dominan
el siste·
ma. Según
e1 profesor

norteamericano, la alienación es mayor en
los
países capitalistas

«porque los monopolios .se- mofan de los
consumidores, imponen los precios y crean
necesidades tácticas
por

medio
de una especie de persuasión oculta». A lo que Ota Sik
replicó:
«La situación-
no es mejor en los países
comunistas, don­
de la planificación es tan centralizada y hurocrati.zada que cons­
tituye actualmente el mayor monopolio de la historia. En cuan­
to al ciudadano, no tiene la
posihilidlld de

elegir lo que compra
ni de discutir los
pret':ios.»
A

continuación, Ota Sik hizo una exposición detallada
del stalinismo

económico tal
y como había sido practicado en su
país durante la época de Novotny. La planificación centralizada y burocratizada, así como la
elimi~ación de

la competencia con­
ducen, en opinión del profesor Sik
y otros revisionistas checos­
lovacos a la parálisis económica. La misma demostración que
ha hecho

el profesor Rados-lav Selucky, de la Universidad de Pra­
ga, en un libro recientemente publicado en castellano con
el título de El modelo checoslovaco de socialismo. Lo que no que­da claro, sin embargo, es si los checoslovacos ahora exillados di­
rigen sus críticas simplemente contra el stalinismo o consideran,
por el contrario, que
las «perversiones» son

inherentes al
sis­tema

socialista en cuanto tal.
Esta misma duda vino
a expresar

el profesor Galhraith cuando,
ante los
ataques de

su interlocutor, dijo que
«'ile sentía
un poco
más marxista que Ota Sik».
«Las diferencias

entre las oligar­
quías dominantes en los Estados Unidos y
la Unión Soviética
-prosiguió el
profer¿¡or de

Harvard- son únicamente formales,
y la manipulación del ciudadano en los Estados Unidos es cada
vez más grave.» Ota Sik le increpó:
«Comprelldo por

qué los propagandistas- so­
viéticos .citan con frecuencia sus opiniones con tanto entusiasmo.
339
Fundaci\363n Speiro

Pero usted no conoce los países comunistas ni siquiera existe la
posibilidad de
cl'iticar el trabajo de los dirigentes».
La información comentada no dice
ai el profesor Galbraith
hizo alguna crítica a
esta acusación

de «compañero de
viaje»
que

está implícita en las palabras del ex viceprimer ministro che­
coslovaco. Lo que sí
sahemoo es que

los participantes en el co•
loquio, en
•.m mayoría

occidentales, aplaudieron mucho más a
Ota Sik que a Galbraith.
Alguien podrá

pensar en ese refrán
que asegura que cada uno habla de la profesión según le va en ella. Cuando dos
ilustres profesores

discuten sobre el grado de
manipulación a que estamos
sometidoo, l!>s ciudadanos

corrientes
tienen razones más que suficientes, si es que
todaVía pueden

dis­
cernir, para sentirse aterrados ante la ini.posihilidad de
escapar
a

la
,¡.;uperchería mundial

que amenaza con destruir todos los
reductos de nuestra libertad.
La lectura de este comentario nos ha traído a la memoria dos pát't'a,.,
fos

de
la brillante pluma de Mercel CJément en su editorial "LE NoUVEAU
RACISME", publicado en el número 520 de L'HoMME NoUVEAu, del 15
de febr-ero:
«El capitalismo por todas partes está en trance de naufragio, pero
es porque
la voluntad de sus hombres se ha inclinado hacia la ido­
latría del oro, de la carne y del poder. La idolatría del oro
ha en­
gendrado una sociedad de consumo. La idolatría de la carne, una
sociedad erótica. La idolatría del poder, una sociedad de
conteata­
ción.

Estamos lejos,
mÚy lejos,

del
espíritu evangélico

de pobreza,
de la castidad,
de la obediencia ...
El socialismo no se halla menos condenado por la historia. Por
doquier, donde se ha
insta-lado, la

libertad religiosa ha
desapareci­
do.

El derecho a la huelga ha sido abolido; la libertad de pensa­
miento y de expresión
se ha

evaporado. El modelo
soviétir,o pro­
duce

horror; es una potencia ocupante que si hubiere algo
me­
nos
hipocresía

internacional sería denunciada como
era debido.
El

modelo chino es peor.
El modelo
cubano carece de seriedad.»
llf. SOCIEDAD DE CONSUMO Y EROTISMO.
Mientras Marcuse seña/,a en el erotismo un remedio para la actual
sociedad
ináustri.al, unidimensional, de consumo, a la vez, es denunciada. la
explotación
del erotismo por esa misma sociedad. Explotación que SIC rea-­
liza como cebo ,puesto en la p11blicidad1 como negocio ,:entable ,....,.,diga/o
340
Fundaci\363n Speiro

el "Play boy",......,. y como "terapéutica compensatoria". Terapéutica impe,r-­
tante "pat'a intentar hacer tolerable una vida aséptica, de relativo bien-­
estar muteriat con la única ideología de que han muei-to las ideologias, y
dWigida paternaJ. y sonrientemente a través de los televisores". Transcri-­
biirnos
lo enkecomitlado de un artículo publicado par José Luis Pérez
Cebrián en NUESTRA 0UDAD, fk. marzo, año ll, número ·11, del que a co,ri-­
tinuación reproducimos el epigrafe que titula UNA TERRIBLE PROFECÍA
PARA 1986",
Niquel Kneade, en un telefilm trnns,mitido por la BBC, ha
impresionado a los espectadores
ingleses al

profetizarles cómo
será
nuestra «sociedad

de consumo» en 1986. Un futuro, repito,
no demasiado lejano.
Kneade imagina en su ficción, titulada «El año de la olimpie­
da del
sexo», una

Humanidad completamente sojuzgada por la
televisión, hasta el punto de que pueda prescindirse de la Poli­
cía. Las preocupaciones actuales -frustraciones,
injusticia'S, con­
flictos

sentimentales, .. -,
si sobrevivimos

en 1986 y se cumplen las
predicciones de Kneade, desaparecerán de
nuestras mentes,

me·
dianto intensos

tratamientos erótico-televisivos-, como desapare­
cen las manchas de un lápiz de dibujo bajo el efecto de una
buena goma de horrar.
Por ejemplo, la actual psicosis en
tomo a

la «píldora» ape­
nas se recordará

como lejano y
pueril En

el 1986 de Kneade
no hará falta la
«píldora» para

controlar la natalidad.
La TV di·
rigirá

también la sexualidad de la población. Durante
las veinti­
cuatro

horas del día se proyectarán, sobre
gigantescas pantallas
instaladas en

las viviendas, espectáculos
pornográ:fi.Cos, muy
bien
planeados y dosificados,
«liberadores» de

las tensiones de la se·
xualidad, que
en esa

alucinante época «consistirá no en el
hacer,
sino

en el mirar». Alucinante, digo yo. Alucinante de alucinó­
geno. Porque viviremos o vivirán,
si no

lo remediamos
a tiem·
po,

en un constante «viaje» colectivo, aunque sin
los efectos se­
cundarios

que ahora sufren los organismos de los adictos
al LSD,
la heroína y otras drogas.
Una minoría, los «High
Orives», dirigirá ese «pacífico» mun­
do».

Desde sus especiales pantallas,
estos nuevos

oligarcas con­
templarán henchidos de poder a las
masas inertes

ante los te•
levisores.
341
Fundaci\363n Speiro

IV. LA FIEBRE TECNOCRÁTICA POR LAS PLANIFICACIONES: CRÍTICA DE BÉI.,.
GICA Y ALEMANIA FEDERAL AL "PLAN MANSHOLT" PARA LA AGRICULTURA
DEL MERCADO
CoMÚN,
A Sper,t'o ha preocupado siemPre el peligro tecnocrático. Muestra de
ello ha sido la publicación en VERBO, númerOs 28--29 y 50, en fofletos se-­
parados de La tecnocracia y las libertades, obra, su primera parte, del Club
Jean Louis Richard y la segunda de Louis-Mati.e Ferri.er e !ves Le Pen-­
.quer; la del importante estudie, de· Michel de Perfentenyo. El socialismo
ruina o chafallo, en VERBO, 67--68, del que también hemos hecho edición_
separada, y el estudio de Louis Da.ujarques, aparecido en VERBO, 65-66,
El neodirigismo tecnocrático. Reeomendamos, BSimismo, la lectura del ca­
pítulo La tecnocracia y el plan, del librro de Juan V allet de. Goytisolo
DERECHO Y SOCIEDAD DE MASAS.
También nos hemos ocupado repe.tidamente de los problemas de la agri.­
cultura, y, concretamente, acerca del Plan Mansholt hemos reproducído en
VERBO, 71--72, el planteamiento de Richard de al Croix "¿Un cultivad.ar cada
dos

debe desaparecer?,
y en el número 73, el examen de José María Gil
Moreno
de Mora titulado precisamente Plan Mansholt.
Nos parece muy oportuno, para la mejor üustración de nuestros lecto­
res, transcribir
el informe que con, el título Los antiplanes Mansholt ha
publicado Georges Kletch en su númetio de marzo de 1970, de Deusto, del
INSTITUTO AGRÍCOLA CATALÁN DE SAN ISIDRO:
342
El único resultado positivo, hast':l la fecha, de la publicación
del Plan
Manshoh, ha 1t1ido el de suscitar, en los países del Mer·
cado Común, una
serie de
reacciones que se han traducido, a
su
vez, en la

publicación de un cierto número de «anti-planes». Los
dos más
recientes son

el de la Federación belga de Agricultores
(BOERENBOND)
y el del Ministerio de Agricultura de Ale­
mania Federal, llamado plan H0cherl, por el nombre del minis­
tro titular.
EN BELGICA
El anti-plan del Boerenhond lleva por título: «Objetivo de
1980:· el

hombre, no las estadísticas». Concebido y editado por
la organización profesional agrícola de
Bélgica que

cuenta con la
mayoría, este documento no podía evidentemente
suscribir el

«sa­
neamiento» de la agricultura
europea realizado a

costa de
redu­
cir
un

número importante de explotaciones, y por
consiguiente
de

eliminar
Wl número equivalente de agricultores. Sin pretender
Fundaci\363n Speiro

dudar de las limitaciones de las explotaciones familiares, los au­
tores
del anti-plan
no piensan que la solución resida en su
su­
presión

y la sustitución por unas «estructuras impuestas por el
Estado.»
La posición del Boerenbond
aparece, a la vez, como «-social»
y

como
«liberal». Ello

le conduce a rechazar, por
ser una
concep­
ción demasiado «·tecnócrata», la especialización absoluta de las
empresas agrícolas y a dar preferencia a la explotación «modera­
damente selectiva», es
decir, limitada

a un reducido número de
ramas de la producción.
Respecto a los
problema~ planteado-a-por

los
excedentes, los
autores

del anti-plan
estiman que

sería
más fácil
llegar
al fondo
si

los productores compartiesen la responsabilidad .financiera de ta­
les excedentes. En tal
caso se

inclinarían, tal vez y de una forma
voluntaria, por las producciones no excedentarias en
el seno

del
Mercado Común, renunciando a los beneficios, a
menudo iluso­
rios

y
siempre efímeros,

que ellos obtienen a costa de los de­
mál!I. ¿De qué les serviría el aumentar· como sea sus ingresos con
los excedentes
si, faltos de tiempo, no podrían aprovecharlos?
Como se ve, las
preocupaciones. de
los dirigentes -del Boerenbond
no se hallan exentas de una cierta «filosofía de la vida».
. . . Y EN ALEMANIA FEDERAL
El «anti-plan del Sr. HOcherl», como lo llama la prensa ale­
mana, hace
suyos muchos
de los puntos
que se habían

señala­
do en las críticas formuladas por las organizaciones profesiona­
les agrícolas

alemanas, ya desde un principio, ante la aparición
del Plan Mansholt.
En
lo sucesivo, las objecionea del Gobierno y de los profesio­
nales (agricultores) van a
ser, pues,
muy semejantes y se resu­
men en los siguientes puntos:
l. No se debe presionar a los agricultores para ·que abando­
nen la tierra; de hacerlo, se corre el riesgo de aumentar el paro
en el campo. Aquellos que encuentren mejores empleos en la in­
dustria abandonarán

sus explotaciones, por sí mismos, sin
que se
les incite.
(Este será

sobre todo
el caso

de_ las «regiones críticas»,
el equivalente alemán de las zonas de «renovación
rural» en

Fran­
cia
que precisan

de la creación
de 20.000 nuevos puestos de tra­
bajo en la industria, cada año.)
2. No
es conveniente

señalar en Agricultura unos tamaños
343
Fundaci\363n Speiro

344
de explotación «arbitrariamente fijados». La concentración de em­
presas
agrícolas no
haría, en definitiva, más que aumentar los ex­
cedentes.
(Se encuentra aquí la constante preocupación del Gobier­
no alemán, existente desde que se instauró, hace unos veinte años,
la «SOZIALMARKTWIRTSCHAFT» o economía
~ocial de

merca­
do, en el sentido de salvaguardar las explotaciones agrícolas
fami­
res, en las que se ve, incluso cuando toman la forma de una agri­
cultura estacional, un factor de equilibrio en la colectividad na­
cional a pesar de no
ser el

medio de producción más racional.)
3. No sería -conveniente estimular a los agricultores a efec­
tuar unas inversiones sin la garantía de una rentabilidad a largo
plazo.
4. Los principios del dirigismo económico no se deherín apli­
car a la Agricultura. En esta última cuestión
el anti-plan alemán coincide con la
opinión del Boerenhond belga. No obstante, en este cwao, se trata
de una oposición contra el dirigismo «comunitario» ya que el Go­
hierno federal no
exduye la
posibilidad de
recurrir a
1ma or­
denación de la producción a escala nacional a
fin de evitar el au­
mento de los excedentes
y el envilecimiento de los precios de los
productos

excedentarios (hipótesis
ba'3tante gratuita,
ciertamente,
porque
Alemania occidental, por

su parte, continúa realizando
importaciones para cubrir sus
necesidades alimeitticias). Además,
el

Gobierno alemán rehusa ·conceder a la Comisión europea atri­
buciones en materia de
estructuras y

de política social agrícola,
a menos, precisa
el anti-Proyecto, que no se realice un progreso
real en la vía
dé integración
económica y política de la CEE.
Alemania no quiere admitir que la unión
económic·a de los Seis
se

limita a la Agricultura cuando en cuestiones tan importantes
como los impuestos, la seguridad
,gocial, los

transportes, los sala­
rios, la política monetaria, cada cual sigue su propio camino. Aquí
la
c~ítica del

Plan desemboca en otra, más general
y extensa: la
del principio mismo de la política agrícola común, combatida ya
desde hace tiempo por los organismos
profe.3ionales de

los agri­
cultores alemanes. Suscribe un punto de los recomendados por el Plan Mansholt:
el estimular
la movilidad de la'S tierras med,iante arrendamientos
a largo plazo. Se rechaza, no obstante, la
disposición que
prevé
que las superficies afectadas
se reserven

como «unidades de pro­
ducción» o
bien se

pongan a disposición del programa de supre­
sión de cultivos.
Fundaci\363n Speiro