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Libertad y verdad

LIBERTAD Y VERDAD
¿ Qué significa libertad?
"¡ Qué li/Jertad?
"La palabra libertad es palivalente. Adquiere su significado
"en
relación a las varias formas de coacci6n a las que podemos
"estar

sujetos. En efecto,
sabemos perfectamente

que la
doctrina
"cristiana adwte
y

defiende
la e:cistencw de la libertad en

el
hom,­
"'bre, contra los defensores de un determinismo iffteriar connatu­
"ral (bien natural, psicol6gico, bial6gico o bien consecuente a la
"naturaleza calda del hombre), y nos enseña que el hambre está
"dotado de
la facultad de escoger; la relación entre la inteligen­
" cía
vinculada

a
la verdad y la voluntad capaz de autodeter,n,i­
"narse
no

es
coactiva; tenemos el poder de esc-0ger lo

que que­
"remos hacer, sOfflos libres y

señores y por ello
responsables de
"nuestras acciones, si bien esta elección, es decir, 'esta libertad,
"puede estar sometida a diversas influencias, tanto interiores como
"exteriores. SOffl-Os
libres por un don de la naturaleza. Pero, des­
,, pués, en realidad, la naturaleza humana -según nos enseña
"nuestra doctrina.-está decaúla y viciada. La inserción de la
"inteligencia iluminan/e y de la voluntad operante se ha roto; de
"este
modo, justamente cuando
usamos nuestra voluntad, fre­
" cuentemente, erramos por

defecto de
luz, es
decir, de verdad
"sobre el bien a

escoger, ya que somos
fali/Jles; o bien, por defecto
"de energia, no sa/Jemos realizar el bien,

a
pesar de que lo cono­
"cemos,
o bien, por defecto

de
rectitud, no deseamos el verdadero
"bien,
sino

un bien incompleto y falso, es decir,
pecam-0s, ¡Jw,yl,
"pecam-0s
porque somos libres, ¡ tremenda perversión del don di­
"vino de

la libertad!"
>(cfr. Rom., 7, 15-24).
PAULO V,I : Alocución en la audiencia general
dl,1 5 de mayo de 1971. Ecclesia núm. !.542 del
22 de mayo.
La gracia nos ha sido dada gratuitamente, pero ain que sea
superfluo el ejercicio de nuestra libertad, ni que haya pre­
destinación fatal al mal.
"Cristo ha realizado una obra de salvaci6n en fa'llor de toda
"la humanidad;. y el Espíritu de Crista ha sido enviado para "re­
"novar la faz
de la tierrrl' '(Ps., 103, 30). Pero la aplicaciún de
879
Fundaci\363n Speiro

"esta gracia redentora, por sí c-ósmica, universal, está subordimr
nda a ciertas condiciones, cuyo estudio, como es evidente, es im­
"portantísimo: ¿c6mo podemos obtener esta salvación del Padre,
"por obra
de Cristo, en

el
Espíritu Santo! Una primera respuesta
"surge para nosotros

en el
misterio de ks libertad divina: "El
Es­
" píritu sopks donde

quiere" (Jn.,
3, 8); Dios salva a quien El
"quiere (Rom., 9, 18). Es el famoso e impenetrable misterio de
"la predestinación (Rom., 8, 29-30; Efes., 1, 5; 1, 11; I Cor., 2, 7);
"el misterio que ha cctnsodo ks inteligencia de

los teólogos cató­
" licos (véase S.

Agustín, De Corr., et
gr., 8, 17; P. L., 44, 925,
"y Santo Tomás, cfr.

I, 23 y 24) y
no católicos,

y del que
en mu­
"chas ocasiones se ha ocupado el magisterio de ks Iglesia (cfr. Conc.
"Trid. Denz-Sch.,

150-805, etc.)
para sostener que todo benefi,­
,, cio so/J,renatural nos ha sido dado gratuitamente por Dios, sin
"que con ello

se
afirme que

es
superfluo el ejercicio de nuestra
"libertad,
ni

que
existe en ello una

predestinación
fatal al mal
ny a la condenaci6n."
PAULO VI: Alocución en la audiencia general
del 2 de junio de 1971; traducción de Ecclesia
núm. 1.546 del 19 de junio.
La libertad cristiana no es relajación de la ley moral, sino
amor, obediencia a Dios
y participación en el sacrificio
del Señor.
"La liberación que les propone no es la relajación de ks ley
nmoral, sino, por enciwnia de todo legalismo, ella es tensión cons­
"tante hacia, la perfección cristiana - "la
santidad ,("Lumen Gentium", cap. V), hacia el absoluto amor
"de Dios
y del prójimo: "Tú amarás con todo tu corazón ... "
"(Le.,
10,

27).
"Libertad del amor que prohíbe todo formalismo anodino, ex­
,,
cluye

toda
forma de racismo, abre
totalmente el
corazón grande
"al
Espíritu,

que
"sopks donde quiere" ,(ln., 3,

8).
"Libertad del
amor, que es obediencia a Dios, aceptación hu­
"milde y

confiada de dejarse conducir
por Cristo y

por
la Igle­
"sia: "Otro te ceñirá y te llevará adonde tú no quieras" (Jn,.,
"21, 18).
"Libertad

del
amor, que, finalmente, es
participación en el
sa­
'' crificio
del

Señor, en
su misterio de muerte y

de
resurrección.
"Es
nuestra

fe
en Cristo,
Salvador
por la Cruz, ks que nos lleva
880
Fundaci\363n Speiro

"a creer posible /,a liberación de todos los hombres y su reunión
"en /,a unidad. Es nuestra fe en su Resur.-ección la que alimenta
nen nosotros} paro todos nuestros hernronos humanos} "la espe­
,, ranza
de

la
glo,rüi' ."
PAULO VI : Alocución a los Congresistas de
Paz Romana del 21 . de julio de 197'1; origi­
nal francés, traducción de Ecclesia núm. 1.552 del 31 de julio.
La libertad no es un pretexto para el incumplimiento de los
deberes,
" . . . . . .
" ... debemos sentirnos libres como llevados por el soplo del Es­
" píritu; pero, como nos advierte San

Pedro ,(I Ped.,
2, 16), sin
"hacer
de /,a libertad un pretexto para cubrir la malicia; seamos
,.. siempre siervos de Dios. El,, cristiano, precisamente por ser cris­
"tiano, está 'IJincu/,ado más que nadie a /,a voluntad de Dios, al
"respeto de /,as ley·es naturales y civiles, a /,a obediencia a quien
"en lo, Iglesia tiene una función jerárquica y pastoral. Y esta ex­
,, periencia
de

la
armonla entre
la feliz
libertad que
nos
ha obtenido
"Cristo y
la alegría de /,a fidelidad al orden establecido por El es
"de /,as más bellas, originales e irrenunciables de nuestra elección
"cristiana."
PAULO VI : Alocución en la audiencia general
del 5 de mayo de 1971, Ecclesia núm. 1.542 del 22 de
mayo. ·
La libertad debe ser guiada por la conciencia y ésta por el co­
nocimiento de las cosas divinas y humanas: la verdad ea
liberadora.
" ... es sietnpre oportuno procurar tener un concepto claro
"sobre el significado del término libertad: dicho término indica
"el
dominio de si, el poder de seleccionar, referido a la acción, /,a
"autonomla (es libre lo que es causa de si, S. Th., 1, 83, 1; cfr.
"Eccli.,
15,

14),
y se

refiere a la
voluntad: mientras el

entendi­
"miento está
determinado por el conocimiento, /,a voluntad esco•
"ge, autodetermin&ndose, pera, si quiere se-r humana y no esclava
"de los instintos y de /,as influencias externas, encuentra en /,a rlk­
"zón
el

motivo de su elección
(t-fr. Jn., 8, 32;

S. Th., I-II, 17,
'
881
Fundaci\363n Speiro

"1 a 2); y p"' ello, la libertad deberla, P "tada
al bien. El/a no es

fin
en sí misma, pero está dispuesto y
"
a
/a /Júsqueda y

a
la cansecución
"de

los
val , soluto y del verdadero bien relativo a nosotros.
"Este
an&lisis psicológico
sobre
el juego entre la razón y /a
"voluntad, las
dos

facultades
es,pirituales del

hombre, es
muy
''importante

y debería ser
estudiado profundamente para descu­
"brir.
uno

de
los defectos capi-ta/es producidos en

nosotros
por el
"pecado original: el acuerdo íntimo entre razón y voluntad no es
"siempre feliz; pensamiento y

acción no
siempre san coherentes
"en nosotros

(cfr. Rom., 7, 15). Sentimos aquí el deseo de
es-tu­
,, diar
de

qué
f "tural,
el Espíritu Santo, puede entrar

en este juego interior del
"alma humana, con sus misteriosas e incluso experimenta.bles ins­
" piraciones, bien dando a la inteligencia mayor luz, mayor cmpa­
,,
cidad cognoscitiw, o bien dwndo a

la
voluntad may "y
fuerza may
elegir y de actuar,
respetando siempre /,a lir
"bertad

del
hambre: es

uno de los
problemas más interesantes

y
"más complejos

de la
teología; San Agustm fue

uno de los
pri­
'meros

en dedicarle muchas
péiginas maravillosas.
"Pero

lo que hoy interesa a
la discusión pública no es tanto
"esta delicada e indispensable introspección

sobre
la existencia in­
"terior de la libertad, sino, más bien, el uso exterior, social, po­
"Utico de la libertad. La libertad se ha convertido en un dogma
"para
algunos y en un peligra para otros, y presupone en su ejer­
" cicio obstáculos,
Umites;

y
P"' ello, ordinariamente, la

libertad
"se p.Zantea como una lucha de liberaci"ón, es decir, de remoción de
"los obs-táculos que se oponen a su amplia y espontánea afirma­
" ción.
"Es fácil imaginar, por una parte, qué idealismo; frecuente­
"m,ente noble y valeroso, sostiene este esfuerzo p"' liberar al
"hambre de

lo que
obliga, limita,
impide
la expansión de su
"personalidad y de su actividad; se habla de liberar al hom­
"bre
de

la
esclavitud, de /a tiranía, de

la
carencia de

derechos
"civiles, o bien del
hambre, de

la
miseria, de

la
ign la
"precariedad de sus condiciones:

es ésta
una de las causas que
"más compromete hoy a hombres

sabios y valientes, aunque
al­
"gunas veces fueran intemperantes y demagogos. Por otra parte,
"se ve
que

el uso
de. la libertad

puede degenerar
fácilmente en des­
,, orden:

el
individualismo en

primer lugar,
y, por tuJnto, el egoísC
"mo,
la

confusión
social, de donde surgen /,a represión, la desinte­
JJ gración de la comunidad, y así sucesivamente: si cada uno quie-
ss2
Fundaci\363n Speiro

"re actuar a su manera, con el pretexto de la libertad, fácilmente
"tendremos la decadencia
de la sociedad civü organizada como
"Estado; y fácilmente tendremos el predominio de las fuerzas
"violentas, instintivas,
pasionales sobre el orden moral

público.
"Es en

este punto
donde se ha pla,nteado la polémica doctrinal

de
"la Iglesia con respecto al liberalismo (al que debemos reconocer
"ciertos aspectos meritorios, especiabnente en el orden práctico),
"Por' su agnosticismo en materia, de principios trascendentes, tmn­
"to religiosos como hicos; por su optimismo en el resultado de
"la lucha inevitable entre las diversas tendencias, cuya lucha se
"ha resuelto frecuentemente con el atropello del más fuerte, es­
u pecialmente en el campo económico-social,; por el natwral,ismo
"que se deriva de él en detrimento de un deontologismo hico y
"en favor de una indiferencia, al menos especulativa, hacia las ne­
" cesidades y las sufrimientos ajenos; por el fermento antinorma­
"tivo que
ha alimentado después las inquietudes sociales, favore­
" ciendo
de

este
modo sus reacciones revolucionarias y totaJitar
rias.
"
" ., la libertad es facultad extremadamente preciosa y extre­
madamente
delicada ,(cfr. I

Ped., 2, 16). A
fin de que la libertad
"sea en nosotrw aquel reflejo divino que es en sí, procuremos
"protegerla y, en primer lugar, en noso,tros mismos. Es verdad
"que la conciencia debe ser su guW., pero la conciiencia. misma debe
"estar guiada por el conocimiento de las cosas divinas y humanas;
"la verdad
es

liberadora. Es
verdad que la libertad debe poder
"actuar
sin obstlku/os, pero debe

estar orientada
al bien, y esta
"orientación imperativa se llama sentido

de
responsabilidad, se
"llama deber;

es
verdad que la libertad es una prerrogatwa per­
" sonal, pero no

puede dejar
de ser resp,etuosa de

los derechos
"ajenos, más aún, no

puede
ser separada de la caridad, la cual

no
"solamente nos

hace respetuosos con
las leyes ,(cfr. Rom., 13,
"1-7)
y obedientes al equilibrio de las convivencias colectivas
"(cfr.
Col., 3,

20), sino que
nos prohíbe

el uso incluso de
las cosas
"Ucitas,
si

éste
resu/,ta perjudicial para el prójimo (cfr. Rom., 14,
"15;
I
Cor., 10,

23), nos despoja de todo
egoísmo y convierte
"nuestra autonomía
personal

en
entrega a Dios

( con
promesas o
"votas,

por
ejempla), y con voluntario y generoso compromiso al
"servicio del pr6 jimo."
PAULO VI : .Alocución en 1a audiencia general
del 18 de agosto de 1971; traducción de Eccle­
sia núm. 1.556 del,28 de agosto,.
883
Fundaci\363n Speiro

Libertad, entendimiento y voluntad. El pecado oomo violac'.ón
de la ley divina.
"Nosotros podemos esta,r de acuerdo afirmando, y reivindi­
"cando,
si es necesario, la li/Jertad propia del hom&e. Pero; ¡qué
"libertad?, la libertad física, la libertad de la voluntad humana,
"considerada en sí misma;
es

ésta una
prerrogativa, que hace

del
nhomlwe, 1rcausa sui, dueño de sus propias preferencias, de sus
"propias acciones y que reproduce en su rostro un reflejo de la
"imagen divi.na. Pero la libertad, si obseroamos bien, tiene víncu­
"los
interiores,
que son los de
la verdad: no somos libres de vi.o­
"lar las leyes del pensamiento si no es a costa de la deformación
"de
nuestra misma persona;

es la voluntad la
que es libre, no
el
"entendimiento, el cuaJ, por su naturaleza,

ha
sido Jiecho para

la
"verdad. Ahora bien, sucede que, en el

dinamismo interior del
"obrar humano, el

entendimiento
propone a
la voluntad
una ver­
"dad,
que

de
especulativa se

hace práctica, se hace "deber", el
'' cuaJ, une moralmente, pero no físicamente; no es coacci6n, y la
"voluntad puede aceptar y puede negarse a otorga,r su asenti­
"miento al mandato del entendimiento.
"Si
ella acepta, tenemos el orden, la grandeza, la belleza del
"organismo espiritual y

vital del hombre;
si, en cambio, rechaza,
"tenemos el desorden, es decir, una discordia intrínseca al hombre,
"que lo desfigura y posteriormente lo trastorna, le afecta, lo des­
" orienta,

lo degrada, lo
impulsa a
la locura o al desprecio de

"mismo.
Prestad atención: si la verdad propuesta al libre deseo
"fuese, por ejemplo ( como
sucede ordinariamente), procedente

de
"un pensamiento impáativo extraño y superior al sujeto huma­
"no, es decir, fuese una ley, el rechazo voluntario de esta verdad
"produciría un desorden que· va más allá del sujeto humano mis­
"mo, tendríamos una tra,nsgresión, una culpa, que está dirigida
"contra el legislador. Si la ley es civil, tendremos un delito so­
" cial, que la autoridad civil juzga y, si lo cree oportuno, castiga.
"Y aquí

se
cierra, ordinariamente, el

juicio
moral de alcance
''secular.
"Pero, ;y si aquella ley fuese dwina? La ofensa producida en­
"tonces por

su
ino/Jservancia seria dirigida

hacia
el autor de la ley
"divina,· algo monstruoso, si en verdad la inobservancia es ad­
"vertida y querida y está relacionada con algo serio e impartante;
''tendremos una culpa grave, tendremos un pecado."
884
PAULO VI : Alocución en la audiencia general
del miércoles 17 de marzo de 1971 (traducción
de
Ecdesia núm. 1.535 del 'Zl de marzo).
Fundaci\363n Speiro