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Cristianismo y política

CRISTIANISMO Y POLITICA
POR
Louxs SALLERON.
Las relaciones del cristianismo y de la política son uno de
los temas que ha dado lugar a nms discusiones desdre hace dos
mi1 años.
En el ámbito de los principios, todo es sencillo.
En
la práctica, tado es
complicado.
* * *
En el ámbito de •los principios, todo es sencillo, en sentido de
q11e, a primera vista, cristianismo y política ·se sitúan .en los an­
típodas.
El· cristianismo es el reino de Dios.
La política es el reino de fa tierra.
No hay confusión posible: "Dad al C har lo que es del César,
y a Dios lo que es de Dios" (Mt., 22, 21).
A -lo que hay que añadir que Jesucristo, al! anunciar el Reino
de

Dios, se niega a hacer
cu~lquier clase

de
política, Es el Mesías,
es decir, mesías religioso y no mesías po1í-tico.
Cuando el diablo fo lleva a lo alto de una montafia y, mostrán­
dole "todos los reinos del mundo
y ·sus glorias", ·le dioe: "todo
esto te daré si postrado a mis pies ·me adoras", El responde a1l
diablo: "Al Señor tu Dios adorarás, y a El sólo dará!s culto"
(Mt., 4, 8, 10).
Cuando, después de fa multiplicación de los panes, "Jesús,
pues, conociendo que iban a venir para hacerle rey, se retiró, de
nuevo al
r,;onte El
solo
" (In., 6, 15).
A

Pilato,
que le
pregunta
acerca de
su
realeza, le responde:
893
Fundaci\363n Speiro

WUIS SALLERON
"Mi reino no es de este mundo. Si mi neino fuera de este mundo,
mis ministros ,lucharían para que yo no fuera entregarlo a los
judíos. Mas ahora mi reino no es de aquí" (lo., 18, 36).
En resumen, la esfera del criistianismo es, en cuanto tal, ex­
traña a la de ,Ja política.
* * *
Unicamente que lo que es ciel'to para el cristianismo, reino
de D·ios, no lo es para el cristianismo, religión de Dios encar­
nado, salvación del hombre individual y social.
Los

cristianos viven en
el mundo, es decir, en el medio po­
lítico. La Ig1lesia, también.
La Iglesia, que es "Jesucristo distribuido y comunicado"
(Bossuet),

es también una sociedad. En
cuanto tal, se sumerge
en el medio político, obedece a ·leyes políticas y, no puede, en su
enseñanza y gobi:emo, ignorar
,Ja política.
La Constitución Gaudium et S pes dice en su artículo 42:
"Ciertamente,
la misión propia que Cristo ha confiado a su Igle­
sia no

es ni de orden político ni de orden
económico o social: el
fin

que le
ha asignado es de orden religioso. Pero, precisamente,
de esta misión religiosa derivan una función, Unas luces y unas
fuerzas que pueden servir para constituir y consolidar la comuni,.
dad

de los hombres según
la ley d,'vina."
Separación en :lo absoluto, mezcla en Ja realidad, !te aquí lo que
constituye
e1 problema de las relaciones del cristianismo con la
política.
* • *
Este problema es tan vasto que no se •sabe por qué e,ctoomo
abordarlo.
Muy

lejos
de pretender
tratarlo en su conjunto -yo no
qui­
siera
aquí

intentar más que aclarar algunos
de sus aSIJl"ci:os
actuales-,

y dando
por sentado
lo que ya
ha dicho André Roche
894
Fundaci\363n Speiro

CRISTIANISMO Y POUTICA
en su artículo de •febrero de 1971 (*) sobre "Los católicos y 1a
política".
Me parece que para compcender lo que estí pasando desde
hace

unos años, una
referencia histórica puede aportar no pocas
luces.

No puede tratarse,
evidentemente, más que

de sobrevolar
.
muy

por encima, pero, para mi
propósito, muy
suficiente.
La presente situación puede ser aplicada (parciaJlmente), por
una pante, por [a trayectoria

histórica
desde la Revolución y, más
próximamente aún,
desde el principio de siglo.
* * *
La historia del cristianismo en sus relaciones con la política
comprende tres fases:
-la primera va de la muerte de Cristo a Constantino;
-la segunda, de Constantino a la Revolución Francesa;
-la tercera, Una cuarta fase, indecisa, está actualmente esbozándose.
La primera fase, que dura tres siglos, está naturalmente carac­
terizada por !la separación completa del cristianismo y de la po­
lítica. Después de la Resurrección, los cristianos no son más que
un puñado de hombres. ¿ Cómo habría ide interesarles 1a política?
Por

de pronto, al principio, ellos
c"een en 1a proximidad de la
vuelta de Cristo, fo cual les llevaba más bieh a una indiferencia
respecto de todo
lo qne atañe a la

vida presente. Después,
la pa­
labra "política" no tiene muoho sentido. No se trata de "parti­
cipar" en la vida pública, sino El
problema político no se plantea
-,poco a poco-má:s que
desde
el ángulo

de
,la rivalidad del culto a Dios y del culto al
César, lo
cual puede crear, y efectivamente crea, dificultades a
los
cristiauos, especialmente cuaudo asumen funciones
púMicas.
En

general,
los cristianos
rechazan hacer un doble
juego y
practican Ja restricción mental.

Como su número
•se acrecienta de
(*) En Permanences. Véase su traducción en VERBO 97-98 de agosto
octubre de este año. (Nota de Spei-ro.)
895
Fundaci\363n Speiro

LOUIS SALLER.ON
día en día, y es1'l religión de esclavos conquista a muchos no­
rables, seducidos

por su
pureza moral y

su violencia intelectual,
el
problema de las relaciones entre el cristianismo y la política se
invierte. Quiero

decir que ya no es tanto
la política la que plan­
tea un problema a los católicos, sino que el cristianismo viene a
ser el problema número uno del Imperio.
La conversión de Constantino y el edicto de Milán en 31'3
zanjan

la dificultad: ell cristianismo
pasa a
ser
'1a religión oficial.
De ahí la segunda fase, que va a dar su propio colorido
at1
cristianismo católico hasta nuestros dfas.
Religión
oficial, religión del Estado,

el cristianismo se
en­
cuentra

en adelante en una situación privilegiada. Pero se trata
de un privilegio
difícil de analizar y de apreciar. De ninguna ma­
nera

se puede comparar, por ejemplo, con
el carácter
de religión
oficial del
marxismo-leninis~o en .Ja URS,S de hoy en día. El
Estado de
otros tiempos

era
poca cos_a en comparación con el
Estado contemporáneo.

Antes bien,
el Estado romano entra en
descomposición -en ,el momento mismo en que reconoce al cris­
tianismo como
la religión del Imperio; de lo cual resulrta que, en
realidad, durante

largos siglos, el cristianismo es menos
-bene­
ficiario de su reconocimiento oficial que la oportunidad de una
socieda·d a:bandonada a sí misma y a la cüal dará nueva forma
y consistencia.
El verdadero problema del cristianismo durante mil años
radica en
definir las
esferas de
competencia exactas
de
la Iglesia
y

dell
Estado, o
de
fo espiritual
y de lo
temporal Las teorías son
múltiples
y los
conflictos incesantes.

El
verda,dero peligro para la
Iglesia es 'la teocrada. Puede ceder a el, quizá, en Ios hedhos,
pero 1o rechaza resueltamente en su doctrina. En la práctica, la
sociedad es cristiana; -es decir, que 'las instituciones se empapan
de cristianismo. El ámbito pe/lítico es esenciallmente administrati­
vo, fiscal y militar y se desarrolla a medida que el
Estado se
consrtituye más fuertemente.
La ruptura protestante, en el siglo xvr es, a este respecto, me­
nos importante en fos hechos de 1o que resultará más tarde. En
efecto,
prácticamente, el protestantismo juega el
mismo papel,
896
Fundaci\363n Speiro

CRISTIANISMO Y POUTICA
poco más o menos, y ocupa el mismo lugar en los Estados pro­
testantes que el catolicismo en ios Estados cató!Jicos.
Es la Revolución Francesa
la que inicia la tercera fase al in­
dependizar totalmente
al Estado respecto del cristian;smo.
Desde 1789 hasta nuestros días, fa neutralida:d oficial del Es­
tado va
a desarrollarse muy diversamente según los países, para
desembocar en la
,secularización general de 'la sociedad que, hoy
en día, se manifiesta en todo su es,p1endor.
Durante este período, el poder social de la Iglesia retrocede
constantemente. Pierde, por

de pronto, su
Esrado temporal en
Italia.

Pierde,
después, h mayoría de sus zonas de poder de hecho
en las instituciones

(beneficencia, enseñanza). Pierde su influen­
cia sobre
la legi-slación en el ámbito

de la familia y de las costum­
bres
(matrimonio). En eesumen, vuelve

a encontrarse algo en la
situación en que estaba en e1 origen Pero para apreciar la situación presente hay que recoroar la
historia de las relaciones del
cri'Stianismo con
la
política desde el
comienzo del
siglo XX.
Esta hlstoria conlleva aspectos muy diversos según, también
aquí, los países y, más globalmente, según las zonas sociológicas,
católicas o protestantes; pero bastará aecordar los episddios de
Le Sillon y de Action Fran,aise, que atañen a Francia, para ca­
racterizar bastante bien en conjunto
la evolución genera-1 del pro­
blema.
* * *
Se tiene la costumbre de oponer la "condena"de la Acción
Francesa
con la de Le Sillon -da palabra "condena" es impropia
en los dos casos-
para explicar que

la
Iglesia se
defiende a su
Nizquierda" y a su "derecha" con el fin de guardar un "justo
medio". En realidad, se trata de otra cosa.
En la condena de
Le Sillon, Pío X quería solameute preser­
var el cristianismo de toda confusión con la política. No prohíbe a
los
sil!onistas ser demócratas y querer
la República.
Les
reprocha
"
897
Fundaci\363n Speiro

LOUIS SALLERON
el identificar, o a:simi:Iar, su política a su religión, y recíprocamen­
te. "La que

Nos
queremos afirnu,.r

una vez
más, siguiendo a nues­
tra predecesor ---.,scrlbió Pío X-, es que h,ay un er.-or y un peli­
gro

en enfeudar, por principio, el catolicismo en
una forma de
gobierno;
error y peligra que son tanto más grandes cuando se
identifica
la religión con un régimen de
democracia cuyas doctri­
nas san erróneas ... " (1).
kl no condenar, veroaderamente, más que la confusión del
cristianismo

y la política, Pío
X invitó a [os sillonistas, bien &ea
a proseguir su acción de H rregeneración cristiana y católica de1
puerno", bajo la dirección de los obispos y añadiendo el epíteto
de "católico" a su nombre de sillonista, sin perjuicio de que sus
preferencias políticas personales permanecieran '1ibres, o bien a
confinarse '~en 1a política o en la economía pura", en cuyo caso
los obispos ya no tendrían por qué ocll4"'rse más de ellos que
"del común de los. fieles".
Si se desea oponer la "condena" de la Acción Ft"ancesa a 11.a
de Le Sillon, no ha de ser como la de la "derecha" después que la
de la "izquierda", o
Ia de la monarquía después que ,Jade 1a repú­
bllca, ~ino como

la de
la separación radical del crtistianismo y ere
la política a continuación de la de su confusión total.
De

hecho, Pío
XI había ,estado mal informado en un prin­
cipio acerca de lo que creía ser un inmoralismo social absoluto
de 1a Acción P.rancesa y él mrsmo fue quien preparó después el
levantamiento de

la condena, que se efectuó
;bajo Pío XII.
P,ero ,Jo que aquí nos intecesa no 'Son las posiciones de Le
Si/Ion o de la Acci6n Francesa, es la reacción de la Igilesia que,
ante
la secularización progresiva de fa sociedad, intenta aún in­
tervenir
acerca de los sectores

católicos de
esta sociedad
como
'Si
(1) Cf. Itinermres, núm. 87 (nov. 1964), que contiene una docena de
artículos
sobre
Pio X,

entre
ellos el

de Jea.n
Ousset: "He ahf por qué no
~e aman", y el mío: "¿Tiene un sentido la carta sobre Le Sillon?" (Nota
del autor.}
lgualmente1 cf. VERBO, núm. 34--35, págs. 251 y "Sigs., el referido ar­
tículo de Salleron y el texto de la Carta de San Pío X "N otre Chlwge
Aposto'1ique". (Nota de Speiro.)
898
Fundaci\363n Speiro

CRJSTIANISMO Y POUTICA
fueran unas piezas esenciales de Ia realidad política, cuando poco
a poco se va percibiendo que ya no son en el plano político sino
renómenos marginailes.
Hoy

en día,
la situación es v;erdaderamente extraordinaria y
paradójica.
Por una parte, la
secularización se ha hecho general. L,, reali­
dad

política y sociall
está descristianizada y desacralizada en todas
sus instituciones.
Por

otra parte, esta secularización, que .se
traduce en
un ver­
dadero desierto espiritual, engendra por reacción una efervescen­
cia

religiosa
bien manifiesta a pesar de su tuabiclez.
Así, vemos a la Iglesia esforzarse, más o menos consciente­
mente, en reemplazar -su poder directo o indirecto sobre :la socie­
dad política por un poder espiritual especializado e instituciona­
lizado.
En el esquema tradicional existía: 1) entre el
poder espiritual
y el poder
temporal; 2)
autonomía
d poder temporal con

subosdinación
ele sus normas propias a las
normas superiores del
poder espiritual
; 3) multiplicidad de ins-
tituciones
sociales de

la Iglesia. ·
En el nuevo
esquema habrá que

considerar: 1)
la indepen­
dencia

recíproca de
'1os dos poderes, temporal y

espiritual;
2) nor­
mas propias

del poder temporal; 3) supresión
cle las instituciones
sociales de las Iglesias, que se transforman en instituciones so­
ciales autorizadas a
desempeñar su papel espiritual acerca cle las
conciencias individuales en un·a sociedad enteramente secularizada.
Este es el nuevo esquema en el cua:l [a Iglesia trata de mo­
verse
con dificultades
,extremas. El

Vaticano
II lo
ha avalado
más o m,enos colocándose en un -terreno pastoral, pues no hu­
biera resultado fácil plantearlo como doctrinal.
¿ Cómo podría Ia Iglesia admitir la independencia absoluta dcl
poder tempora:l? ¿ Cómo podría admitir que el poder temporal
tenga sus normas propias distintas de fas concordes con ,las nor­
mas católicas? ¿ Cómo podría admitir la ·secularización total de fa
socieda:d y un pluralismo religioso reconocido de de"echo?
En reali 899
Fundaci\363n Speiro

LOUIS SALLERON
conocimiento de Ia democracia liberal como norma suprema de la
sociedad. Esto está en evidente contradicción con lo que
siempre
ha profesado. Por eso descama todo lo posible el lenguaje doc­
trinal y prefiere e,oplorar las posibilidades del futuro a través de
actitudes
pastorales.
Prácticamenlte, se trata de insertar el catolicismo en una so­
ciedad democrática de sociologia protestante en la que fa Iglesia
ve una doble superioridad sobre nuestras sociedades
· democráti­
cas

europeas de
sociologia católica. Por una parte, en efecto, el
democratismo

liberal
protestante de

tipo americano confiesa
a
Dios.

Por otra,
respeta efectivamente

la
1H>eritad. Esos dos ca­
racteres fa:ltan entre nosotros, al menos en el mismo grado.
Un cristianismo casado con este tipo de sociedad vendría a
ser,

por tanto, algo
"sí como
una
capeUan/!J. Poniendo un ejemplo,
el sacendote de mañana sería en la sociedad, en relación con 1o que
era hasta el presente, fo que es el capellán de un Instituto con
respecto a lo que

es el claustro de profesores
y la dirección de una
escuela católica.
Toda

la política de Pablo VI
parece inspirarse
en esta con­
cepción. Sus visitas y
saludos a

la ONU, a
1a OIT, a fa FAO,
los votos que
formula constantemente por 11a unldad del mundo,
todo el ,conjunto de
\SUS discursos y de ·sus gestos tienden a ins­
tituir la Iglesia como la capellanía
principal de la democracia
organizada

mundialmente. Es
fo que el abbé de Nantes llama
el MASDU, es decir, la Iglesia concebida como el Movimiento
de
Animoción Espiritua1
de la
Democracia Universal.
Aunque

esta
política no
se someta más que a un examen pura­
mente humano y raciona-1, se eva:lúa sin esfuerzo sus riesgos con­
siderables. La ruptura con la doctrina tradicional quebranta ,la
Iglesia, que se pregunta acerca de su
"identidad". El
molde
pro­
testante

se
adapta mal "l contenido

del
catolicismo. El
"retorno a
las fuentes" que
implica .el rechazo de quince si~os de "constan­
tinismo", replantea toda
. la elaboración dogmática y estructural
realizada por la sucesión de -,Jos Concilios y los Papas. La pre­
visión
de la unidad del mundo organizado según los conceptos de
la democracia; liberal es una apuesta gratuita.
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CRJSTIANISMO Y POUTICA
Por otra parte, la historia contemporánea manifiesta de nue­
vo

lo que ya
ensefuban algunos perfiles

de
la Historia antigua.
Si la democracia,
al realizarse políticamente partiendo de un ré­
gimen anterior fundado sobre la autoridad,
,puede aportar

duran­
te cierto tiempo unas instituciones
Iibera[es, la filosofía que Ia
funda tiende a trastornar el juego de Ia libertad exasperando las
reivindicaciones, excitando 'la demagogia y sustituyendo la idea de
libertad por la de
igurudad. Se desemboca entonces
en
un nuevo
régimen
de autoridad, pero máis dura por ser más materialista.
En nuestros días el modelo marxista, con su profesión de ateíS1:rno
y su filosofía específicamente materialista, se añade a fa certi­
dumbre de la tiranía dictatori::il, que no deja níngún h1gar a,! cris­
tianismo.
Se ve, pues, 'hoy en día, :cómo el reconocimiento "pastoral"
por la Iglesia de los principios democráticos engendra dos co­
rrientes aparentemente contradictorias pero que corresponden a
las dos formas de democracia que cubren
el planeta: la corriente
libero/,
de .tipo protestante y americano, y la corriente revoluciona­
ria} de tipo marxista y soviétivo.
Si hemos vuelto, en cierto modo, a1 cristiani-smo de fos tres
primeros

siglos es en una perspectiva invertida. Porque los pri­
meros cristianos, como no pensaban más
que -en comunicar el
Evangelio, no conocían más proselitismo que el religioso, mien­
tras que los cristianos de hoy, ansiosos de sa:lvar su religión, se
lanzan a un proselitismo político-religioso de tipo neo-eonstan­
tiniano.

Abandonando las
estructuras políticas y sociales de -las
que son deshauciados, tratan de conquistar la opinión según ,las
líne:.s de fuerza de la democracia en evolución.
Hemos vuelto a fa confusión total de lo poUtico y de la reli­
gioso
y, además, en el plano más alejado del cristianismo, el de
la opinión.
Por tanto,
lo más urgente cuando se trata de las relaciones del
cristianismo y de la política, con vistas a sacar de ellas una regla
de acción, consiste en
restablecer la distinción

entre uno
y utra
y la separación relativa de actividades que debe segwi,rse.
· Sin emhárgo, una objeción ,puede venir aJ! espíritu de ailgunos.
901
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LOUIS SALLERON
Si la actua:l confusión de lo religioso y ele lo político del cristia­
nismo y de
la democracia recue,da (con un coeficiente de 100)
la. que Pío X condenaba en Le Sillon, ¿ no se correrla el riesgo,
por reacción, de imaginar una reacdón politica radicailmente ex­
traña
al cristianismo
que desembocara al peligro que Pío
XI ha­
bía creído detectar en
la Acción Francesa?
Para contestar a esta objeción, un paréntesi•s sobre la ''en pri­
mer lugar, política" de Maurras, puede. no ser inútil.
Paréntesis
sobre "Primero,
la política".
Cuando -se dice "Primero, la política" (Politique d'abord), se
olvida siempre el
contexto histórico

de
su proclamación.
Antes

de
la guerra de 1914 había aún en Francia una socie­
dad
cató'lica fueroomente constituida, lo mismo que

había
una
importante masa social flotante y disponible para formas políti­cas constitucionales muy ·diversas. Al ver
el "país real" roído por
el activismo ·democrático, Maurras pensaba que sería posihle
"volver a atrapar" ·este país real para dotarlo de instituciones
sanas, bien por un golpe de fuerza, bien por medios legales, a
condición de que una minoría tomara conciencia y se ocupara
de ello. Era a:lgo así como una concentración del puelilo francés
que
alguna ocasión
podría favorecer si se estaba preparado para
ello. En resumen,
la urgencia estaba en la política.
A partir de

aquella
época ya lejana y, por supuesto, después,
el

lema "Primero,
la política" tomó un aspecto permanente die
pura

,lógica,
significando la
prioridad del orden
político pata la
realización de tareas superiores. U no de los mejores comentarios
que
se hizo

de
él fue el de Maritain en un folleto titulado Une
opinion sur Charles
Maurras et

le
devoir des

catholiques
(Blon,
1926).
Maritain, después, cambió de opinión, pero :lo que entonces es­
cribió, permanece,
¿ Qué dijo?
"La "política en primer lugar": La misma génesis de las ideas
902
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CRISTIANISMO Y POUTICA
de Maurras, su carácter empi,rico e inductivo nos explica tam­
bién el sentido ccm que cmviene entender su fórmula: uPrimero,
la política"."
"En sí, y según el orden esencial de las cosas, la política está
subordinada a la moral. Subordinación completa e

incluso infinita,
fundada en


misma en

la subordinación de los fines:
porque el
fin

de la política no es el
mismo Dios y, por tanto, por muy ele­
vada
que esté por ot>ra parte,

está
infit>itamente p•or debajo

del fin
de
la moral, que es el propio Dios, suprema felicidad del home
bre ( ... ).
"( ... ) Pero
Maurras, por

la
misma fuerza de

su procedimiento
empírico, no habla de
la jera.-quia de las esencias ni de la subor­
dinación
de los fines, no se propone descender de los
principios
a la.S consecuencias, sino que quiere remontar de los efectos a las
causas. Dicho de otra manera, porque en un terreno práctico, el
fin es lo que juega el
papel de
principio (
aquí habría que evocar
todo el
tratado de

la
Prudencia), él

no se coloca en el orden de
la intención, sino

en el
orden de la ejecución, y

es a lo que di­
mana en

primer
lugar en

este orden
a lo

que
aplica su
atención, al
medio que humanamente condiciona la eficacia

de los otros y
que hay que presuponer
primero para

asegurar el
porvenir de la
inteligencia

y
la restauración

del orden ( ... ).
Por,ÍTICA ANTE TODO
-si "ante todo" se refiere en este caso no al fin perseguido y al
orden de la intención (lo cual
sería di'llinizar el

Estado), sino a
las condiciones presupuestas en el orden de la ejecución,--es una
verdad de sentido común.
"Si de la mistna manera se cónsideran los dos órdenes inver­
sos y complementarios de la causaJidad formal y de la causalidad
material ----,Jesde
el

punto de
vista de la causalidad for~, "ha,.
blando absolutamente en el orden de las jerarquías esenciales,
hay que
decir: inteligencia en primer lugar,

metafísica en
primer
luga.-,
teología

en
primer lugar.
La
Verdad en
primer lugar:
veritas Iiberabit vos".
Pero hay ql!e reconocer también que desde
el
punto· de vista de la causalidad material, "en el orden de las rea,­
lizaciones temporales del obrar humanO' hay un primero, 'la po-
903
Fundaci\363n Speiro

LOUIS SALLERON
lítica justificado racionalmente en completa conformidad con la
enseñanza del filósofo"
(2).
"Estas consideraciones explican, me parece, dos hechos con­
tradictorios en apariencia y que sin embargo se comprueban fre­
cuentemente. Por una parte, muchos incrédulos, convertidos en
primero a la Acción Francesa, son conducidos por ese camino hasta
la religión católica. Es porque se han dedicado, en primer lugar, a
lo que está
más cerca del hombre, y curados de ilusiones mortíferas
en

este plano
inferior, han sido llevados a

completar en ellos el
orden de abajo
arriba; y, ciertamente, les queda aún mucho por
aprender en el
ámbito divino ..•
"Otros

espíritus
convertidos en primer lugar a la fe

de
Cristo,
manifiestan

durante mucho tiempo
las más vivas repugnancias
respecto

de
la cosa polftica y luego vienen poco a poco a aprecia.­
su importancia. Es que la gracia les ha llevado, en primer lugar, a
la
vida eterna, y

deben
completar en

mismos el
orden de
arriba
abajo,

porque tienen aún
mucho que aprender en la esfera hu,.
mana
y racional -obra penitencial en la cual Maurras les puede
ayudar eficazmente, aunque yo no pretendo en
manera alguna que
deban

necesariamente
llegar por altí a tadas las conclusiones de
Maurras-(págs. 29-34).
"( ... ) Sea lo que fuere lo que se piense de este punta de
vista
de la democracia política

y del
régimen repubUcano considerados
abstractmnente y en sí mismos, hay que canfesar aquí, y es un
asunto distinto, que de hecho, in ·concreto, el movimiento hist6rico
desencadenado

por la
Revalución francesa
está
animada por
un
principio espiritual, por una
intentio profunda que es enemiga
de la
humanidad porque apunta

a
la creación
de una
humanidad
que

prescinde de Dios. Por
eso, Jo:seph de

Maistre
llamaba satá;.
nica a esta Revolución.
"Ei ··1.ayor Servicio hecho§ a mi parecer, por Maurras es lwber
-siempre gracias a sus medios empíricos I ero manejados con
vigor-desvelado ese principio espiritual. Ha limpiado la inte-
(2) Nuestra conferencia "Saint Thomas apotre des temp,s modernes".
(Nota
de Ma.ritain.)
904
Fundaci\363n Speiro

CRISTIANISMO Y POUTICA
ligencia y la ha li/Jerado de falsos dogmas lwerales (3); alú está
el primero de los beneficios que ha hecho, y la explicación de que
tantos jóvenes le miren como a su maestro" (págs. 36-37).
No añadiremos a este comentario sino esto: puesto que il1 ornen
político

no es nunca tan excelente que nos

la condena
de hacer
siempre algo de pootica, hagámosla más o

menos
.según
nuestro temperamento, según 1a naturaileza de nuestras activida­
des y según la urgencia de la situación.
En ciertas ciricunstancias es posible que el 1ema "En primer
lugar, política" se imponga objetivamente de modo pleno, es
decir, que se pueda
pensar que
son absolutamente necesarios
ail­
gunos

cambios políticos radicales
para el ejercicio normal de

ac­
tividades
fundamenrn!les no políticas.
El
19

de
abrH de 1965 se podían
leer en un periódico 1as
'líneas
siguientes:

"En muchos casas,
el problema esendal es el proble­
ma político en
el sentido más profundo de la palabra; no el pro­
blema

de los partidos políticos, sino
el prdblema de la misma es­
tructura
poUtica. Es evidente que, por ejempio, para a~nos
paÍ'ses
de

América del Sur, para los países africanos,
ahí radica
el

problema fundamental;
llegar a encoIJJl:rar unos regímenes polí-­
ticos

que sean regímenes suficientemente estables.
En este senti­
do, Ios problemas políticos no son siempre los problemas más
evident-es, pero, 1sin embargo, son !los que rigen a los otros en
la medida en que sin esta es/{I)bi/idad política es imposible hacer
nada ... "
He ahí una perfecta exégesis del lema "Politique d'abord".
Pues

bien: estas
líneas vieron
la
luz en La Croiz y eran de un
padre
jesuita que

luego
ha llegado a ser el Cardenal Danielou.
(3) Entiendo aquí las palabras liberal y liberalismo no en cuanto
pueden servir de etiqueta a tal o cual partido político, sino en el sentido
estricto

que tienen en el lenguaje de los
teólogos. (Nota
de Maritain.)
905
Fundaci\363n Speiro

LOUIS SALLERON
El cristiano y la política hoy en día.
Se
plantea el problema de las relaciones del cristianismo y de fa
polltica; y también el problema de las relaciones del cristiano y
de la política.
Nos

ba:starán
pocas línea:s para

hablar del primero,
del cuai
ya

hemos
dicho bastante.
El

mal, muy profundo, que afecta hoy en día a la Iglesía es
la creciente
confusión entre el cristianismo y fa política. Nada hay
más

antievangélico y
nada más

rtemible
para la
Iglesia.
Cuando
fa Iglesia es poderosa, esrta confusión '1a lleva a ,la teo­
cracia. Esta fue su tentación permanenrte en tiempos del constan­
tinismo.

A veces sucumbió en ella, y
solo esrapó a lo largo dd
tiempo

elaborando una doctrina muy sólida sobre
fa autona1mía
del
poder

temporal y, en lo que
concierne a

su gobierno interno,
por
la edificación de un sistema admi-rable de Hbertades garanti­
zadas por
un orden jurisdiccional

ejemplar.
Cuando
la Iglesia es débll, esta confusión ,le lleva, en el te­
rreno político, a fa revolución y, en el terreno de su régimen in­
terior, a la tiranía burocrática, conttrapeso necesario de la desin­
tegración de los principios y de la descomposición del Derecho
Canónico. Bs la situación que

hoy contemplamos. Florecen las
"teologías de la Revolución", y la "Acción Cató1ica" debería lla­
marse más
propiamente "Acción política". Bien

es
veridad que tla
Iglesia aún se mantiene, pero si rio se endereza rápidamente, ella
misma caerá en la :anarquía.
En estas condiciones ¿ qué puede haicer un cristiano?
A cada cual le toca decidir según su conciencia y su juicio.
P!ero, .sin embargo, basta el mero sentido común, si no para
resolver tal o cual problema particular, a,! menos para indicar la
línea
gener,tl de

la conducta a
·seguir.
Puesto
que,

en
los tiempos

que corren, el
ma4 está en fa con­
fusión

de
Jo es.piritua!l y de lo temporal, del Reino de Dios y del
reino de la tierra, la primera ,condición chazar esta confusión.
906
Fundaci\363n Speiro

CRJSTIANISMO Y POLITICA
Recurro otra vez a Maritain para tomar de él las lineas si­
guientes,
extraídas del ru;smo folleto

:
"¡Cómo podrá callar, ante todo, mi admiración por el propio
Maurras?
Su

grandeza, el
impulso profundo

de su
actividad es,
antes
que nada, a

mi parecer,
el sentido del bien común de la ciu­
dad.
Un magnífico amor, una
pasión lúcida de

este bien común,
eso es lo que
primero me

llama la atención
en él y me hace con,.
templar/e como un

ejemplar de virtud
cívica, uno
de esos ver­
daderos republicanos cuyo troquel fue formado en las
pequeñas
ciudades

de Grecia o en los
municipios del Renacimiento. Es
el que
nunca pierde la esperanza de
la salvación de la patria" (pági­
nas H-12).
Lo que choca a Maritain -cl Marilain de 1926---es la virtud
cívica de Maurras, es decir, su pasión por el "bien cmnún de la
ciudad".
Este "bien común" es el objeto de la p(jjítica. Pero, ¿ cuá!l es?
Abramos
para ello, una vez
más, Gaudium et Spes: "En
cuanto
al bien común, comprende el conjunto de las condiciones
de la vida sociaJ que permite a los hombres, a las familias y a
los
grupos realizar su

fin del modo
más completo y más fáx:il­
mente" (AL., 74, & 1).
Si un cristiano tiene una vocación esencialmente religiosa, se
dedicará por entero a la construcción del Reino de Dios y no
concederá a la política sino aquello que fas circunstancias le im­
pongan.
Si su temperamento le lleva a
la política, asumirá sus respon­
sabilidades, según 'la visión que tenga del bien común, a aa luz del
Evangelio y de
fa doctrina católica.
Si es un
simple ciudadano, su actividad ¡>()lítica será esencial­
mente

de orden cívico y hallará sus
puntos de apoyo norma!les
en

la búsqueda
de fas "condiciones de vida sociaJ que permitan a
los
hombres, a las familias y a los grupos realizar sus fines del
modo
más completo y más fácilmente''.
El campo es vasto para que cada cua1 pueda escoger su puesto.
Como en esto
se está
en el
ámbito de
,la
libertad por
excelen­
cia, no se puede ni siquiera decir que existe un verdadero pro-
907
Fundaci\363n Speiro

LOUIS SALLERON
blema. El cristiano sufre por d desorden que observa en la Ig.Je­
sia

de la que es miembro, pero este desorden es
demasiado evi­
dente para suscitarle

conflictos interiores de conciencia.
La litera­
tura

política que Je inunda, procedente de
persorurlidades y
mo­
vimientos católicos, ha de ser juzgada, desde el punto de vista cris­
tiano, por el Evangelio y la doctrina de 'la Iglesia; y desde el
punto de vista político se haJla sometida a sn juicio de ciudadano.
Para concluir,

podemos repetir
fo que dijimos a propósito
de

la doctrina
social de la Iglesia en el número d~ abril de 1971
de
Permanences (4}: trabajando por el establecimiento o el res­
tablecimiento de las
"condiciones de la vida social que permitan
a

los
homl,res, a

las
familias y a los grupos reaUzo;rse más com­
pleta y fácilmente", el católico francés tiene la seguridad de tra­
bajar por
el "bien común de ,la ciudad" y por el bien común de la
Iglesia; favorece la distinción y la armonía de esos dos bienes co­
munes; participa de la manera más segura en la ·construcción del
mundo en tanto que pamdpa del plan divino, ail mismo tiempo
que deja libre
el camino real que conduce al Reino de Dios.
P. S.: Este artículo estaba escrito y compuesto cuando
apa­
reció

la Carta
Apostólica de

Pablo VI al
Cardenal Roy
sobre la
cuestión sociail. Ya era tarde para que nos refiriéramos a esta
Carta. Hemos dejado, pues, intacto nuestro artículo, cuya lec­
tura, por otra
parte, pódrá eventualmente

ayudar a
algunos a
la
comprensión del nuevo documento
pontificio.--L. S.
(4) Publicado eu castellano en VERBO, núm. 97-98, de agosto-septiem­
bre-octuhre de este afio. (Nota de Speiro.)
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