Volver
  • Índice

Crisis y defensa del sentido moral

CRISIS Y DEFENSA DEL SENTIDO MORAL
La decadencia de la fe trae consigo la pérdida del sentido
moral.
«Si decae la fe, decae simultáneamente el sentido del pecado y de
ntodas sus consecuencias desastro.sas. Prácticamente podemos decir
"que se destruye todo el castillo moral del cristianismo, pero la rea­
"/idad permanece.
La falta de fe no destruye el plan divino en el
"cual .se desaffolla nuestra vida; ésta podrá al-ter ar las repercusiones
"que este plan establece para nuestro! destinos, agravándolas, si la
"fe es
rechazada o
extinguida por responsabilidad deseada;
tras/a­
" dándola

al misterio de la bondad de Dios, si ella es
ignfJ'l'ada sin
"culpa; pero,

repetimos, el plan real
divino1 que envuelve nuestro
"1er, permanece; y constituye algo absoluto1 y algo necesario, al que
"no podemos escaparnos, No lo podemos, en cierta medida, incluso
"como hombres sencillo11 porque la ley divina, en algunas de JUJ
"exigencias necesarias, habla en el corazón de todo hombre consciente,
"con la

lógica del
derecho natural,
con el imperativo de
14 obligación
"moral.
No lo podemos rehuir _nosotros¡ cristianos) a los cuales ha
"sido dada la
luz de
la doctrina del Evangelio, en el
que pecado
y
'!redención forman una trama que no

podemos olvidar jamás.»
PABLO VI: Alocución en la audiencia general
del miércoles 17 de marzo de 1971 (Traducción
de Ecc/e.sia núm. 1.535 del 27).
Hay que integrar los principios de honestidad natural con la
doctrina de la fe sobrenatural.
< npodemos construir al hombre-,bueno, al hombre auténtico, al cris­
ntiano¡
en

definitiva, sin integrar los principios de la honestidad
na­
"tural
con

la doctrina de la fe sobrenatural.>>
PAULO VI: Alocuci6n en la audiencia general
del 12 de mayo de 1971: Bcclesia núm. 1.543 dei 29 de mayo.
Fundaci\363n Speiro

La crisis del sentido moral, eonsecuencia de un presunto culto
al
hombre.
«Aludimos especitP.mente a la crisis de sentido moral, que parece
11 ceder a una indiferCncia complaciente, cómplice y favorecedora de
"costumbres licenciosas
y de delincuencia creciente y crrganizada; pa­
"rece olvidar los deberes supremos de la justicia y de la paz, ¡,ara
"permitir resurgir los criterios peligrosos de los intereses egoístas y
'-~ de los equilibrio.r de las fuerzas mortíferas, y parece prescindir cada
"vez más de las exigencias absolutas y objetivas de una norma di­
"vina.
"Y esto, por un presunto culto al hombre como es y como quiere
"ser en la

expresión más espontánea de sus instintos, trastrocados por
"su conciencia.
"Nos todavía pensamos en el hombre no sólo como es, sino como
"debe
ser.
De nuestra fe se
deriva el
sentido del deber, que es, al
"mismo tiempo,

fuente de un progreso dinámico
y de un orden per­
"ceptivo
y global. De un deber, que es siempre consciente de sus
nexigencias imperativas y perfectas (ser hombres de verdad es algo
"grande e

irrenunciable),
y con1ciente al mismo tiempo de la insu­
"ficiencia de las propias fuerzas ¡,ara actuar dignamente, que no
"'rehúye, sino más bien desea recurrir a la ayuda de aquel Dios que,
"imponiéndonos el deber,
escucha nuestra orad6n para tl'}t1darnos a
"c11mplirlo en comunión de amor

con El.»
PAULO VI: En el Angelu.r del 31 de octubre
de 1971: traducción de Ecclesia núm. 1.568 del
20
de noviembre.
Olvido de que el hombre está compuesto de alma y cuerpo con
su unidad turbada por el pecado
original y consecuencias
en orden a la moral de este olvido.
« ... no olvidamos dos cosas: que el hombre es un ser compuesto
"de alma
y cuerpo, y que esta composición1 esta unidad resultante de
"una perfecta complementariedad de la una y del otro, está turbada
"en no.rotros por el pecado original, complicando desgraciadamente
"la funcionalidad moral del hombre y desluciendo la estética, la 11 belleza espiritual e incluso física de nuestro ser. Por eso estamos
"siempre a la búsqueda de esta personal recomposici6n que debería
4
Fundaci\363n Speiro

"dar al alma el dominio sobre el cuerpo, y a éste la capacidad de
"reflejar en
sí la
transparencia del
alma.
"Esta

reflexión nos hace sufrir
y esperar. Sufrir porque vemos
"prevalecer hoy en
las manifestaciones
más despreocupadas la ten­
"tativa de

hacer del cuerpo el principio
prioritario, unificador
de la
"armonía psicológica y estética de la vida, llegando en esto.r días con
"ostentaciones naturalistas y obscenas hasta la exaltación del nudi.r­
"mo,
del

erotismo, del
pensexuaJismo ( quien sigue
los
diarios sabe
"a qué manifestaciones sin pudor nos referimos): el hombre animal
"se degrada y sin límites. ¿Por qué maravillarse si luego el placer, el
"egoísmo, la delincuencia, la droga se difunden como epidemia 10-
n cial-, y vuelven tan ba¡a y tan triste la vida?
"Pero nuestra reflexión, derivada de la glorificación de .i\farla,
"nos hace también esperar, Espe"Yar que el sentido de la dignidad y
"de
la pureza se afirme también
en nuestra generaci6n, en sus hijos
"jóvenes especialmente, desdeñosa de la hipócrita,
así se

dice, libe­
"ración del «tabú», de

la decencia
y de la honestidad de las cost11m­
n bres y sensible a la vocación cristiana que quiere al cuerpo sujeto
"al alma, no sin un esfuerzo ascético, y el alma ·unida a Dios, no
,, sin

una experiencia anticipada de la
mística bienaventuranza y de
,, la

interior belleza.>>
PAULO VI:. Alocución durante el Angelus del
16 de agosto de 1970 (texto
italiano en L'Ouerva­
tofe Romano del 17-18 de agosto, texto en cas­
tellano:
Ecclesia núm. 1.506 del 29 de agosto).
Olvido de aspectos objetivos de la realidad humana al hablar
de
la educación sexnaL
«Se habla también de educación sexual, con laudable fin pedagó­
" gico,

pero se olvidan a veces
algunos aspectos
de la realidad huma­
"na, no menos objetivos que los

ofrecidos por la inmediata observa­
" ción naturalista,

.como la exigencia del pudor, la consideración de­
"bida a

la diferenciación de los dos
sexos1 masculino y femenino, y,
"sobre todo, la delicadeza requerida por la función pasional, mtro­
"ducida
en
el complejo ético-psicológico de todo
ser humano por el 11pecado original; hechos todos queJ al tiempo que reclaman, cterta­
"mente,
una

educación sexual,
sugieren muchas y delicadas precau­
"ciones, especialmente

en la
educación juvenil,

e imponen a padres
"y maeJtros una intervención sabia y oportuna, con un lenguaje gra~
"dual, limpio y
casto

(cfr. Conc. Vat. II.
Declar, Gravissimun educ.,
'
Fundaci\363n Speiro

"n. l ,' Pío Xlli Discursos! XIII! p. 257,' Ratio Fund. Inst. sacerdotalisi 11n. 48 ,-las obras de San Ambrosio sobre la virginidad, sobre ta pe­
"nitencia, etc.).»
PAULO VI: Alocución en la audiencia gene.tal
del

miércoles
31 de mar::zo de
1971 ( traducción
de
Ecclesia núm. 1.537 del 17 de abril).
Nuestra dignidad está en el dominio del hombre-espiritual
sobre el hombre-animal.
«Nadie como San Pablo, heraldo de la libertad del cristiano ( cfr.
"Gal., 4,

31), ha insistido tanto sobre este punto dramático de la
''vida del

hombre:
< tendencias contrarias a
las
"del espíritu,
y el espíritu tendencias contrarias a las de la carne» 11(Gal.1 5, 17 ss.,-cfr. Rom., B, 1 etc.),-estamos poseídos! dentro de
"nosotros mismos, por una permanente tentación.
Continuamente te­
"nemos
necesidad

de tomar
corno punto
de referencia la conciencia
nde nuestra

dignidad de seres elevados a la conversación
y a la
"comunión con

Dios,· necesidad, pues, de dominio del hombre es­
"pirit11al sobre

el hombre animal (1 Cor., 2, 14}; tenemos siempre
"necesidad de

implorar
a/, Padre que nos preserve de la tentación y
n que nos dé la fuerza y el gozo de nuestra transfiguración cristtana.
"Debemos
vincular a

Cristo resucitado nuestra
purificación física y
"espiritual, nuestra intransigente pero humt1na moralidad: de mente,
"de corazón! de

obras. En El, también nuestra corporeidad ha sido
"redimida y hecha digna del
más alto

respeto y del cuidado
más
"solícito.
"Prestemos

atención a la agresividad del libertinaje, que nos ro­
" dea, que querría persuadirnos de

que no existe ningún mal en el
"desenfreno que hoy lo
invade todo:

el vestido, el
libro, el
espectácu­
"lo, la educación
1 las costumbres.}>
PAULO VI: Alocución en la audiencia general
del 12 de mayo de 1971;
Ecclesia núm. 1.~43 del
29 de mayo.
No es norma moral comportarse "como los demás", sino de
conformidad con las normas irrenunciables y principios ló­
gicamente válidos e imperativos.
«¿Se ha perdido el sentido
moral? Esperamos
que no. Acaso en
"algunas de

estas manifestaciones anormales
y desconcertantes se ocul­
"ta
una

reacción a
falsas condicione.r de

vida
asociadas! a
hipocresías
6
Fundaci\363n Speiro

"farisaicas de rm pseudo-orden social y moral, al vac/o pedagógico
,, de

escuelas materialistas
y agnósticas,· reacciones de las que todos
"nosotros debemos tratar de descubrir la íntima e inconsciente ne­
,, cúidad de una sinceridad humana más

auténtica y más fundada
"sobre principios lógicamente válidos e imperativos.
"Pero, nosotros

cristianos, nosotros católicos, debemos corregir la
"fácil condescendencia al conformismo ideológico y práctico de la
"cultura ambientali y a. -la cobarde sugerencia de que para ser mo­
"dernos es necesario comportarse «como los
demás», es decir, libera­
"dos no sólo de fórmulas contingentes e históricamente caducas de 11/a costumbre práctica, sino también de exigencias irrenunciables de
"la fe y de la comunión eclesial.»
PAULO VI: Alo~ción en 1~ audiencia general
del 14
de julio de 1971; traducción de Bcclesz"t,
núm. 1.551 del 24 de julio.
El ambiente actual, estímulo de la tentación de la oarne, que
siempre es posible superar.
« .. , si toda tentación resulta de dos estímulos, uno interno y otro
,,externo, debemos

observar que el estímulo interno se hace más
ur­
"gente,

si no viene moderado por un deseo concreto, con el desarro­
"llo de

la psicología personal,·
y el estímulo externo, el ambiental,
"se
ha

hecho
más que nunca insistente, seductor, excitante, invasor,·
"pensad en

la prensa licenciosa
y pornográfica, difundida con todas
"las astucias de

la exhibición
y del comercio; pensad en los espec­
"táculos dudosos y mundanos, en las diversiones licenciosas, en cier­
"tas costumbres públicas y privadas, carentes de normas moderadoras,
11en las tendencias q1,e se van divulgando de la así llamada «morali­
,, dad»
(

o inmoralidad) permisiva,
y que consiente toda ba;eza y de­
"pravación.
"El
ambiente,

si
uno no

trata
de inmunizarse

con propósito re­
"flejo, ofrece por todas partes excitaciones a la fragilidad de la
"carne ... , especialmente si es joven e inexperta. Qué se entiende por
"«carne» en

el
lenguaje moral se

sabe perfectamente: se entiende todo
"lo que se

refiere a
la indisciplina
de la sensualidad; es decir, a
aquel
"peligroso ;uego
interior de la

sensibilidad
física en
contraste-o en
"complicidad con lá sensibilidad espiritual, al placer animal, a la
"voluntad, al cuerpo pasional que atrae a sí el al-m-a -y la reba¡a a
"los propios instintos, la

prende
y la ciega, de suerte ·que, como dice
7
Fundaci\363n Speiro

"San Pablo: «El hombre animal no percibe las cosas del Espíritu
"de Dios» (l
Cor., 2, 14).
"No creemos q_ue 'tengáis necesidad de

explicaciones
a/, respecto.
"Hoy se habla mucho de ella, quizá demasiado. Es raro que un es­
" critor

narrativo no
rinda hoy su triste tributo) con

alguna
página
"al menos, a alguna locitra sensual1 o algntia 'embriaguez dionisiaca, 11 de las ·que eStá invadido el mundo de la cultura literaria, o del li­
~' bertinaje sibarita, J al mismo tiempo angustioso.
"Los· eitudios psicoanalíticos sobre los instintos humanos, y es­
"pecialmente
sobre

la neuropatologia
y sobre la sensualidad han pres­
"tado lenguaje científico a la común experiencia empírica de las pa­
"siónes eróticas; algunos los han e:'(a/tado como nuevo.r y verdaderos
''descubrimientos del hombre.
"
" Es persuasión corriente1 que encuentra como favo­
"recedora
y c6rhplice la naturaleza misma de esta tentaci6n, consi­
"derar imp_osible superarla, considerar

la castidad como utopía, ser
"tolerable, y más bien acaso instr1tctiva, la experiencia de su dominio
"sobre
nuestro
espíritu, sobre
nuestro equilibrio moral, honesto
y
"puro. No es así, hermanos e hijos. queridísimos. Si se quiere, se
"pueden conservar castos el
propio cuerpo y el propio espíritu. No
"propone cosas

imposibles el Maestro Divino,
que se
pronuncia con
"extrema
severidad en eJta materia (cfr.

Mt.,
5, 8). Para nosotros,
"cristianos,
regenerados por

el bautismo,
si no noJ ha sido dada la
"liberación de esta
e,pecie de

debilidad humana, nos
h.a sido
dada
"la gracia

de superarla con relativa facilidad; el
Espiritu Santo pue­
,,
de

actuar
en nosotros,

justamente en orden
al dominio de nosotros
"mismoJ, en

orden a la
continencia, en

orden a la
castidad (Gal., 5,
"23 ,' Fil., 2, 3, etc.).»
PAULO VI: Alocución en la audiencia general
del miércoles
31 de marzo de
1971 ( traducción
de
Ecclesia núm. 1.537 del 17 de abril).
La ofensa a la pureza se ha hecho normal.
· «En otras épocas se sentía respeto por ciertas figuras, por ciertas
"palabras, por

ciertas
situacione,s. Ahora,
en cambio, la
ofen1a a
la
,,pureza parece

el tema ordinario de los discursos, de las
narraciones,
"'de
las

novelas, de los
espectáculo1, de/, llamado

arte,
que parece
"trabaja a·
fondo

intencionadamente
.a fin
de oscurecer esta
virtud,
"para presentarla
bajo una falsa luz a quien vive en la Jociedad mo-
s
Fundaci\363n Speiro

11 derna. Todo.r sabemos que el ·hombre, el joven es impresionable:
"los ojos,

los sentidos, todo
aquetlo, en .ruma, que lo

pone en
con~
11tacto con el exterior, lleva en sí fuerzas, estímulos, provocaciones,
"lo que con la palabra clásica se llaman tentaciar¡.es, a las cucdes estd
"dispuesto
y que pueden llegar a ser habituales. ¿Qué será de nues­
"tros
jóvenes,
de nuestros
niños, de nuestras niñas, de

nuestra gene-
11ración? Ellos

están destinados
a vivir bajo

la
pre1ión1 la insidia con-
11tinua,
la

tentación sistemática
que se preJentan con
excesiva fre-
11 cuencia con Ju gestión de formas, de imágenes, con procaz de1en­
"voltura,
con
insinuante habilidad, propiamente
para atrapar la

de­
"bilidad humana y hacerla abdicar a la propia resistencia y a la propia
''virtud irreprochable.»
PAULO VI: en la. inauguración del nuevo San~
tu.ario de Neptuno (texto italiano en L'Osservalore
Romano
del 15-16 de septiembre de 1969; texto
en castellano: Ecclesia J:!ÚDl. 1.459, del 27).
Amenaza del erotismo, la droga, el libertinaje, la aberración
del instinto, llamada liberación de los
escrúpulos conven­
cionales.
«Tendríamos muchas cosas que decir a este ·respecto. Contenté-
11mono.r con una sola, que

nos parece ahora la
más grave y ta más 11engañosa para aquella dignidad humana y cri.rtiana, a la que de-
11 hemos 'defen.ra y afecto como a un valor supremo,' y es ta amenaza,
"que se
ha

hecho epidémica y agresiva, del
eroti!mo que

ha
llegado
"a
manifestaciones desenfrenadas y repugnantes, públicas y publici­
"taria.r.
También en este

triste fenómeno encontramos la
teoria que
"abre

el camino
al libertinaje, disfrazado de libertad, y a la aberra­
"ci6n
del

instinto, llamada
liberación de

los
e.rcrúpulos convencionale.r
"(cfr.

Freud,
Marcuse, etc.).

El
erotismo, mediante la promiscuidad,
"la imagen

pornográfica,
y después la droga, la exaltación y el em­
,, brutecimiento-·

de los
sentidos! hasta llegar a expresiones

abyectas
1
"malditas de la palabra de Dios, invade incluJO 101 ambienteJ már
"sanos y
más reservados, como la familia, la escuela, la diver.rión.
"Toda defensa parece debilitarse y caer; la

legalidad ( como al pare­
,, cer ocurre

ahora
en ciertos países) viene
a cohonestar toda
9fensa
"al pudor público
y al sacrosanto derecho de la inocencia a la propia
"incolumidad,
y de la honestidad al público respeto; y como un sen­
"tido de fatalidad inhibe

a los responsables
y a

los
buenos de
cual­
,, quier

re.acción
iegltima y eficaz.
9
Fundaci\363n Speiro

"¡Hijos queridísimos! No permitáis que se ofusque en vosotros
"la conciencia

de los valores morales .. No-
perdáis la
conciencia del
"pecado, es decir, el juicio del bien
y del mal,· no permitáis que se
"adormezca e/ doble
sentido de

la libertad
y de la responsabilidad
"propio del

cristiano, así como, igualmente, del hombre
civil,' no
"creáis que se

esconde un pretendido comple¡o de inferioridad en la
"noble y franca defensa de la honestidad de la prensa, de los es­
"pectáculos, de

las
costumbres,-no

penséis
que el
conocimiento del
"mal se

debe
adquirir por

el camino de la experiencia
personal,' no
"llaméis ignorancia :V debilidad- a la pureza y al dominio de sí mis­
"mo;
no

sospechéis
que os

faltarán el amor
y la felicidad si los
"buscáis por

los caminos
amplios y serenos

de la auténtica vida cris­
"tiana.»
PAULO VI: en la audiencia general del miércoles
1.2 de octubre de 1969 (texto italiano en L'Osser­
vatore Romano del 2 de octubre, texto en caste­
llano: ·Bcclesia núm. 1.461, del 11 de octubre).
La prensa pornográfica adormece, embota y estropea las con­
ciencias.
«Sabemos que entre las cuestiones qtie os ocupan está la de la
"responsabilidad frente a la prensa pornográfica. Esta
delicadísima y
"grave

cuestión
afecta no solamente a
la dignidad espiritual
y moral
"de
vuestras

conciencias ante Dios, así como a toda vuestra clase
"-tan sacrificada

para el servicio de la opinión
pública-, sino
tam­
,, bién a

la defensa de los valores
más sagrados

del hombre frente a
"la actual

propagación de una !ibet·tad desenfrenada,
que no encuen­
"tra semejanza
en la historia, ciertamente tan honorable,

del ·Perio­
,, dismo.

El fenómeno es como de
una droga

corruptora,
que se
in­
"filtra sutilmente

adormeciendo, embotando
y estropeando las con­
"ciencias, especialmente

de la
juventud y de las personas menos pro­
"vistas de fuerza de

voluntad:
es como un dique_ que, debilitado poco
"a poco,

puede romperse
y arrollar los fundamentos de la honesti­
"dad individual, de la familia, de la moralidad
pública; es
una pe­
"ligrosisima ewentura, ¡ugada por

gentes sin escrúpulos
e innoble­
"mente

dominadas pot el dinero,
que corre
el riesgo de privar a la
"sociedad de sus defensas
natut'ales, de Sus ideales puros1 de sus re­
,, cursos

espirituales.»
10
PAULO VI: Alocución a los agentes difusores de
publicaciones y de prensa periódica del 13 de
septiembre
de 1970; textos italiano
y francés, en
L'Osset'vatore Romano, del 14~1'.5, texto en caste­
llano: Ecclesia núm. 1.510 del 26 de septiembre).
Fundaci\363n Speiro

Límites de la libertad de expresión y de la libertad de ideas,
para

proteger la moralidad pública.
«Corresponde a las autoridades políticas buscar el bien común
,, de

la
sociedad,' es
decir, constituye
su cometido
promover y
man~
"tener
condiciones

externas tales
que puedan
ofrecer a
los dudada~
"nos y a sus familias orden y felicidad, basados sobre aquellos va,.
"lores huma:nos que forman

el contenido mismo de la
civilizaci6n.
''Lds
autoridades políticas tienen1 por tanto, el deber y el poder de
"defender a los individuos, las familias y toda la sociedad de los
"peligros inherentes a la difusión y penetración de la pornografía.
'' ¿Es

acaso necesario recordar
que la libertad de expresi6n y la
"libertad de

ideas encuentran
un límite no solamente en

los derechos
"de los

demás
-entre los tual-es está

incluido el de
ser protegido
de
"la exhif?ición del sexo--1 sino también en la nece.ridad de proteger
"la

moralidad pública? En una época en la
que se
realizan
tan Jau­
,,
dables

esfuerzos
en favor
de la instrucción
y de
la educación, la
"salud física y moral, y la dignidad y la seguridad de los ciudadanos
,, ¿qué otra

cosa se puede y
se debe

hacer si no es oponerse firme­
"mente a

lo que está en contraste
radical oon estos erfuerzos?
"Existen,
afortunadamente,

leyes que regulan la prensa y los
"espectáculos para

los menores, Pero, a pesar de todo esto,
¿quién
"puede
afirmar

con seguridad
que tales
sectores no están contami­
"nados por

las tendencias de la sociedad de hoy? ¿Quién puede decir
"que los
jóvenes de

nuestra sociedad no
e.rtán heridos
por la divul­
n gación

de la obscenidad?
Además1 ¿no es acaso verdad que expertos
"y organizaciones internaciona/,es reconocen

la existencia de un pro-
11blema educativo1 incluso para los adultos, de suerte que solamente
"una reducida

minoría
enl}re ellos puede

afrontar
las actuales ten­
"dencias con

poco o ningtín
peligro?})
Carta del Secretario de Estado, en nombre del
Papa, a
fa Presidenta Honoraria de la "Unión In­
ternacional para la acción moral y social del Va­ ticano, 25 de octubre de 1971 (O.
R. ·

de 2-3 de
noviembre de 1971; original inglés
y traducción
de
EccleJia núm. 1.569 del 27 de noviembre.
11
Fundaci\363n Speiro

Necesidad de defendernos de la contaminación ambiental de
los corazones.
«¿Cómo mantenernos crtstzanos, habitados por la presencia inte­
"rior del Esp!ritu Santo en medio de nuestro mundo, casi totalmente
11 secularizado; y que .se ha vuelto tan agresivo a manera de total, pa­
" ganismo tentador y, como ahora se dice, permisivo1 es decir, que
npermite
las más reprobables aberraciones morales? ¿Cómo inmuni­
"zarnos de los excesivos contagios del ambiente en que se vive? Se
"habla hoy de ecología, es decir, de higiene y de purificación del
nambiente natural fisico, lo cual es excelente, ¿Por qué no hablar
"también, y con mayor motivo, de la honestidad, de la dignidad mo­
"ral del

ambiente humano? Hacemos votos a fin de
que también
"la ecologia moral preocupe a todos los que tienen cora%6n, 1 a los
"que
también tienen la responsabilidad
del
bien público.
Pero, entre
''tanto, nosotros, creyentes, deseosos de coherencia, tratemos de de­
"fender de la contaminación ambiental los corazones
y procuremos
"acordarnos del bautismo pascual, que nos

ha regenerado
como hom­
,,
bres

y como cristianos.»
PABLO VI: Alocución durante el REGINA
COELI del domingo 18 de abril de 1971 (traduc­
ción de Ecclesia núm. 1.540 del 8 de mayo).
Para defensa de la dignidad humana, la salvación de las COS•
tumhres civiles, sinceridad del amor, honestidad y felicidad
de la familia
y fuerza de la juventud.
« ... una intención especial: la de dar también Nos nuestro tes­
"timonio en

favor de las
virtudes, que el martirio, de

la jovencísima
"Santa (tenia doce años) a ilustrado; una virtud que hoy se tiene
"casi temor a nombrar, la inocencia, la pureza. .
"Nos parece, en

efecto,
que hay
gran necesidad de ello. Ne­
"cesidad para el

honor del nombre cristiano, para la defensa de la
,, dignidad

humana, para la
salvación de las costumbres civiles,

para
"la sinceridad del amor, para la honestidad y la felicidad de la fa­
,, mili a, para la fuerza moral de la juventud.
"Todos, desgraciadamente,

conocemos en este campo
cosas des­
"agradables. Sabemos, por ejemplo, que la inmodestia de los ves-
12
Fundaci\363n Speiro

"tidos se justifica con la exigencia de la moda, y ·Cómo la procaci­
"dad
y hasta la pornografía de los grabados de cierta prensa, la pu­
,, blicidad y la

exhibición de
machos espectáculos
tienden intenciona­
,:, damente

a excitar bajas pasiones
y a profanar la vida, no solamente
''en
sus

vicisitudes exteriores y en sus vínculos más sagrados, sino
"también en su psicología

interior,
en su corazón,

que de este modo
11se vuelve, no ciertamente manantial de sentimientos limpios, sino
''de inmundas
fantasías
y de pensamientos viciosos y torpes, y a ve·ces,
"por ello,

de delitos
desventurados.
"Es
doloroso

observar esta autodegradación del hombre, y ver
"cómo la
salud física y por

la
higiene pública se dan

tan
estupendas
'.'y severas intervenciones de la sociedad, mientras que sobre la salud 11moral, en cambio, existe una tolerancia tan excesiva, como si la 11 salud moral no

fuese
un bien necesario para
la misma sociedad, y-
11no fuese un coeficiente

indispensable para una educación
fr,erte,· 11libre y responsable da las jóvenes generaciones.»
PAULO VI: en el Ange/11.r del domingo 14 de
-septiembre de

1969 (texto italiano
en L'OJ"Jerva­
tore Romano
del 15-16; texto castellano: Eccle.ria
núm. 1.459 del 27).
Necesidad de restaurar en la sociedad contemporánea la ho,
nestidad

de las costumbres.
«... purificados como estamos por el bautismo debemo-s tener 11casi como connatural en noso-tros el sentido de la dignidad de la
"persona humana, al-ma y cuerpo,-y debemos defender y restaurar en
"la
sociedad contemporánea, proclive hacia un neopaganismo,

el res-
11peto y el

gusto por la honestidad en las
costumbres1 ahora asediada
"y ofendida por la decadencia edonística y licenciosa de tantas ma­
"nifestaciones de la vida moderna.»
PAULO VI: Discurso en la Oración del Angelu.r
del 2 de febrero 3-4; texto en castellano: Ecdesía
núm. 1.428, sábado 15 de febrero de 196?),
13
Fundaci\363n Speiro