Índice de contenidos
Número 107-108
Serie XI
- Textos Pontificios
- Actas
- Estudios
- Ilustraciones con recortes de periódicos
- Jornadas
- Congresos
Autores
1972
El Concilio Vaticano II: Errores corrientes en su interpretación
EL CONCILIO VATICANO II: ERRORES CORRIENTES
EN SU INTERPRETAC10N
¿ Qué ha ocurrido después del Concilio?
«Se ere/a que después del Concilio vendría un dia de sol para
"la hiJtoria de la Iglesia. Por el contrario, ha venido un día de nubes1
11
de tempestad, de oscuridad, de búsqueda, de incertidumbre 1 se
"siente fatigada en
dar la
alegría·de la
fe. Predicámós el
ecumenis
,,mo
y nos alejamos cada vez más de los otros, Procuramos excavar
"abismos en vez de colmarlos.
"
"¿"Cómo ha ocurrido todo esto? No11 os confiaremos nueitro pen
,, samiento: ha habido fin poder, un poder adverso. Digamos su nom
" bre:
el. Demonio. Este
misterioso ser que está en la
propia
carta de
"San Pedro -que estamos comentando-y al que se hace alusión
"tantas y cuantas veces en el Evangelio -en .los labios de Cristo-
"vuelve la mención de este enemigo del hombre.»
PAULO VI: Discurso del día de los Santos
Pedro y Pablo del 29 de julio de. 1972 (traduc
ción de Agencia C. l. O.).
Impulsos múltiples y vivaces del Concilio no orientados en su
buena direcciÓL
« ... las dificultades son muchas, como todos ven. El Concilio ha
"impreso en la Iglesia impulsos múltiples
y vivaces, pero no siem
"pre
.son aprovechados
en
su buena dirección, e.s decir1 para edifica
nción
de
la Iglesia de Dios. Y
así .son no
pocos los síntomas
que
"parecen
presagiar
graves daños para la Iglesia. Nos mismo hemos
"señalado ya a/.gtmos, como cierta flexión
en el sentido de
la ortodo
"xia doctrinal
en algunas escuelas
y en algunos investigadores. Y
"no hay quien no vea, el
peligro
que para
la verdad religiosa
y para
"la eficacia
salvadora de nuestra religión ·constituye el considerar
.so-
631
Fundaci\363n Speiro
/J lamente su aspecto humctno y social, en perjuicio del aspecto pri
/Jmordia/,,
sacro y divino, como es el de la fe y la oración.»
PAULO VI: Alocución en la audiencia general
del 17 de septiembre de 1969 ( texto italiano
en
L'O.rservdtore Romano del 18; texto en castella:
no: Ecclesia núm. 1.459 del 27).
Peligro de la desviación consistente en creer que el Concilio
Vaticano II significa una rn,ptura con el pasado.
«La priftl.era des-viación es la de creer que el Concilio ha abierto
"una época
tan nueva
que autorice
una desvalorización, un
al-ejamiento,
nuna
intolerancia·
hacia la tradición de la Iglesia. Existe en muchos
,, un
estado de ánimo de radical intolerancia hacia el
«ayer>> de
la
"Iglesia:
hombres, instituciones,
costumbres, doctrinas, todo está, sin
nmás, desfasado,
si lleva la impronta del
pasado. De
este modo
un
"espíritu
crítico
implacable condena en esto! irrefrenables
innovadores
ntodo el
«sistema» eclesiástico de_
ayer,' ellos no
ven otra cosa
que
"culpas y defectos, ineptitud e ineficacia en las expreiiones de la vida
"católica de los años
pasados,-consecuencias que se
prestarían a mu
" chas y graves consideraciones y que oscurecen aquel sentido histórico
nde la vida de
la
Iglesia, que constituye, ciertamente,
una
caracterís
ntica
preciosa
de nuestra cultura.
"Tal sentido
histórico es
sustituido por una fácil simpatía
hacia
ntodo lo que está
fuera de la Iglesia, el enemigo resulta simpático
y
"ejemplar, mientras el amigo, por el contrario, se hace antipático e
"intolerable.
"Si no
se
mo'dera este
proceso, da lugar
irJcluso a
la persuasión de
"que es
lícito plantear la hipótesis de una Iglesia totalmente diversa
"de la
nuestra de hoy,
una Iglesia
-suele decirse-
inventada para
nlos tiempos nuevos, donde quede
abolido todo vínculo de obedien
"cia molesta,
todo límite a la libertad personal, toda forma de-
sacra
nlidad
obligatoria-.»
632
PAULO
VI:
Alocución en la audiencia general
del 7 de enero de 1970 (texto italiano en
L'Os
servatore Romano del 7-8 de enero, texto en
castellano:
Ecclesia núm. 1.475, del 17 de ene
ro).
Fundaci\363n Speiro
Falsa y abusiva interpretación del Vaticano II que pretende
una ruptura con la tradición
y el libertinaje de una Iglesia
"nueva", casi ''reinventada".'
<
"no podemos ni debem.os .o,;ultarnos: En primer lugar, una falsa y
"abusiva interpretación del Concilio, que querría una ruptura con la 11tradición, incluso doctrinal, llegando al rechazo de la Iglesia pre
"conciliar y al libertinaje de concebir una Igle.ria «nuevtl'J>, casi «rein
nventada» en su interior, en la conJtitución1 en el dogma, en las cos
"tumbres,
en
el derecho.»
PAULO VI: Alocución al Sacro Colegio Car
denalicio que _ acudió a felicitarle con motivo . de
su onomástica (23-VI-72) (textó italiano en L'Os
servaJor-e Romano, 24 de junio; traducción de
Eccle.ria núm. 1.599, del sábado 8 de julio de
1972).
El Concilio no ha autorizado un cristianismo fácil, sin dogmas,
sin
autoridad
y sin sacrificios virtuosos.
<
"más directas
y fraternales con el mundo contemporáneo, ha autori-
11zadO una
ambigua y acomodaticia interpretación del Evangelio, un
,,cristianismo fácil,
sin dogmas, sin
autoridad y
sin
sacrificios vir
"tuosos.
La voz de Cristo res11ena sobre nosotros: «Si vuestra justicia
"(es decir,
vuestra
perfección mara/), no
es mayor
que la
de los es
,, cribas y de los fariseos ( de la gente «bien», se diría hoy), no en
"traréis en
el reino de los cielos» (Mt.,
5, 20).
Cristo no
disminuye
"la
exigencia
de la ley
moral,-la aumenta más
bien
y la sustrae a la
"pseudo-eficacia de
una pura observancia legal y formal, haciéndola
"más interior,
más
personal, más
obligatoria:
leamos nuevamente
el
"discurso de la montaña,
y veremos en qué dirección la norma de. la
"vida cristiana
se
perfecciona con
exigencias más humanas, más
pro-
11/undas y más religiosas, que encontrarán en el supremo y doble
"mandato del amor soberano a Dios
y del amor igual al prójimo la
"síntesis-clave de todo el ordenamiento ético cristiano.
La escala
"moral de Cristo no baja, sino
que sube;
es la escala del
«más», no
"del
«menos».»
PAULO VI: Alocución en la audiencia general
del 14 de
julio de 1971; traducción de Erclesia
núm. 1.551, del 24 de julio.
633
Fundaci\363n Speiro
El Concilio no pretendió una "liberación" de los deberes que la costumbre cristiana
h_ahía considerado sie~pre como
graves
y obligatorios.
«La santidad, presuponiendo el don divino de la gracia, que -nos
>}consagra
santos,
se convierte
en una obligación, se
convierte en el
,, ejercicio
más comprometido de nuestra libertad. Los cristianos, dice
"el Concilio, «deben, con
la ayuda de Dios, mantener
y perfeccionar,
"al tiempo que la viven, la santidad que han recibido» ( «Lumen
11Gentium», núm. 40). La santidad no es pasiva,' ella no exime al
"hombre de un esfuerzo moral continuo (cfr. Denz. Sch.1 núms. 2.3.51
"(1.327) y sigs.), sino que brota como una vocación impelente del
"hecho de la elevación del
hombre a la categoría
de
hi¡o de Dios:
"<
perfectos,
enseña
/esús, al
igual
que es
perfecto vuestro
Padre
"celestial»
(Mt., 5, 48}; <
"Pablo
(Efes., 5,
3).
"Como se explica, entonces, la tendencia, tan acusada en nuestros
"días, a
interpretar el Concilio como una «liberación» de las
obliga~
n ciones morales que la costumbre cristiana había considerado siCmpre
"
( aunque, desgraciadamente,
no siempre había conservado
J como
"graves
y obligaorios? ¿Cómo se tiende a descalificar como normas
"puramente
jurídicas,
y, por tanto, exteriores y mudables, las leyes
"de
la Iglesia?
¿Cómo se
excede
al declarar «tabtt» especialmente en
"materia de
decoro moral, ciertas exigencias
y ciertas reglas, que la
"educación
cristiana
y civil había conseguido inscribir en el sentido
"de la
vida noble
y co"ecta? Noi encontramos en un período de
"laxismo moral,
verdaderamente grave,
y en modo-alguno conforme
"a la
recta interpretación del verdadero sentido cristiano
y humano.
"El sentido
de
la honestidad
y del deber er sustituido frecuentemente
"por el
del instinto
y el del todo lícito. Pansexualismo degradante,
"hedonismo frívolo y pasional, culto de la violencia y de la rebelión
"en el
ámbito de la convivencia
social, arte
superlativo del hurto
y
"del chantaje de la ma/,vfrsación _y del fraude, y después la droga,
"con su
comercio criminal
y con su fatal desintegración psíquica y
"moral amenazan de verdad con envilecer el nivel moral de nuestra
"generación, que-parece olvidar las. enseñanzas saludables de
las te
"rribles
experiencias de las
guerras reciC!Jtes.»
PAULO VI: Alocución en la audiencia general
del' 14
de julio de 1971; traducción de
BccJesia
núm.
U51, del 24 de julio.
Fundaci\363n Speiro
El "aggiornamento" no es una piqueta demoledora.
«... se manifiestan en las discusiones posconciliares1 utilizando
"muchos una
palabra, el famoso <
c
"terio
de renovación coherente
y constructivo, sino como de una pi
" queta
demoledora, armada abusivamente con la fuerza de la libertad
"«con la
cual Cristo nos ha liberado» {Gál.,
5, 1).»
PAULO VI: Alocución en la audiencia general
del 28 de octubre de 1970. Original italiano.
Traducción de
Eccle.ria, texto en castellano: Ec
cle.ria núm. 1.;16, del 7 de noviembre).
Ahuso del "aggiornamento", que no es volver a lo muelle y
mundano.
<<. ..
el reciente Concilio (Lum. Genth., 40), del que muchos abu-
11san
interpretando
su «aggiornamento»
como el
permiso, casi la in
"vitación1 a
volver
secular, y hasta muelle y mrmdano, tanto el e'rtilo
"exterior
cuanto la
mentalidad interior de
la
vida cristiana! sin
ex
" cluir
alguna que otra vez la vida religiosa.»
PAULO VI: Alocución en la audiencia general
del 7 de septiembre de 1972
(0. R., 7 de septiem
bre de _1972; original italiano; traducción de
Ecde
.ria,
núm. 1.606 del 26 del mismo mes.
El "aggiornamento", no consiste en camhios queri~os por sí
mismos o como condescendencia con el transformismo del
mundo moderno y eón los canibios incoherentes con la
tradición eclesiástica.
«La renovación religiosa puede concebirse como un proceso con
"tinuo de
perfeccionamiento
1 o como un proceso expeditivo de di
"soluci6n, o también como ·una tentativa
de
interpretación nuevai se
,, gtín determinados crierios.
"El
tema
es
actiual. Todos
hemos acogido la palabra
prestigiosa
"«aggiornamento»
como un programa; programa del Concilio
y
"Posconcilio i' programa personal y comunitario. Señal evidente .de
"que en
el corazón. mismo
d:e la
ortodoxia debe actuar como
un fer
"mento vital "(cfr. Mt.i 13,33),
el impulso de la vida nueva, el aire
!!animador de
la
conciencia! la
tensión moral, la expresión actual
Yi
"como
el amor, siempre
original.
La religión
es
vidai y, como nuestra
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Fundaci\363n Speiro
"vida biológica, debe encontrarse subjetivamente en una continua mu
"taci6n, en
una continua purificación, en
un crecimiento
continuo.
"Toda la disciplina del espíritu nos lo recuerda; San Pablo no cesa de
}/repetirlo: «El hombre interior se renueva de día en día» {2 Cor.,
"4,16}; <
del hombre viejo, el cual
se. corrompe
.por
la.s
"pasiones
mentirosas;
y renovaos en el espíritu de vuestra mentali
"dad ;,
y vestíos del hombre nuevo» (Ef., 4,22-23}; más aún, «pro
"curemos crecer en todo hacia El (Cristo)» (Efes.,
4,15}, siempre
"«avanzando en
el conocimiento de Dios» (Col.,
1,10, etc.). n . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
"Por eso, de buen grado, aceptamos el <
"tentamos
interpretar su significado
y acoger sus consecuencias reno
"vadoras. Primero,
en el interior de
las almas (Efes.,
4,23);
y des
"puésJ
si
es necesario, en
las leyes
exteriores.
"Pero esta
renovación no
carece de
peligro, o más
bien de
peli
" gros.
El primer peligro es el de los cambios, queridos por sí mis
"mos, o como condescendencia_ con el
transformismo del mundo mo
" derno;
de los cambios incoherentes con la tradición irrenunciable
"de la Iglesia.
" . . .
"No se puede inventatr un cri1tianismo nuevo .para renovar el cris
"tianismo; es
necesario serle tenazmente fieles;
y esta estabilidad en
n el Ser1 con esta su continuidad
en el movimiento y en el desarrollo,;
"esta
coherencia
existencial 1 propia de todo
Jer viviente, no puede
"ser calificada
de reaccionaria 1 oscurantista, arcaica, esclerótica
1
bur
" guesa1
clerical,
o con cualquier otro título despectivo, como la define 1
"por desgracia,
cierta literatura moderna, por la fobia a
_cu'cmto perte
"nece al
pasado o por la desconfianza en todo aquello que el magis
''terio de la Iglesia_ hace objeto de fe; la verdad
e.r así: «permanece>>; 11 la Realidad Divina que contiene en sí no puede modelar.re arbitra-
11riamente1 se
impone. Este es el misterio: quien tiene la suerte de
11 entrar en él mediante la fe y la caridad1 goza indeciblemente; tiene
"alguna experiencia
inefable de la efusión del Espíritu Santo.»
PAULO VI: Alocución en fa audiencia general
del 12 de agosto de 1970 (texto italiano en L'Os
servatore Romano de
13 de agosto, texto en cas
tellano:
Ecclesia núm. 1.505, del
22 de agosto).
El "aggiornamento" no puede ser relativismo de la historia, ni
adaptación a la moda del siglo, ni a la mentalidad transi
toria del mundo.
«... el «aggiornamento» ha sido uno de los objetivos inspirado-
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Fundaci\363n Speiro
"res del Concilio, una de sus ideas dinámicas que es válida todavía
''y que se
aplica principalmente a las leyes
y a las estructuras ·de la
n Iglesia con la intención y el deseo de reavivar en su seno. la genuina
,, conciencia
de su propio ser
y de su propia misión; y también para
fJinfundir en
sus tradiciones, bien la
fuerza que a ellas
se debe por
"determinados valores inalienables
que poseen,
bien la
reforma que
"haga
reflorecer
con una
nueva vitalidad
la
continuidad de
las
tra
"
diciones
válidas.
"Todos ven. la.-necesidad y la connaturalidad de un tal proceso re·
"formador
en
la Iglesia, la
cual, como
sociedad compuesta de hom
,, bres
defectuosos
y pecadores, debe estar en continua fase de auto
,, crítica
y
de conversión constante, y, como portadora de tesoros
jamás
"agotados,
debe
mantenerse en tensión con un trabajo de difusión
fe·
"cunda
de
las
riquezas de
las verdades y de
sus carismas. Todos
verán
"también el peligro de esta
actitud reformadora
de la Iglesia cuando
,,no esté
vigilada
y cuando esté sugerida no por el Espíritu Santo,
"sino
por el relativismo de la historia
que pasa, de
la moda del siglo,
"de la
mentalidad transitoria del mundo, es decir, de
valores que no
"están avalados
por razones compatibles con la verdad divina y con
"la auténtica
dignidad humana. Todos
saben hasta qué punto
rodea
,, hoy
a las llamadas
esructuras de
la Iglesia
una cierta intolerancia
"reformadora,
como si fuese permitido a todos
bosquejar, según
el
"propio tal-enlo; un nuevo modelo
histórico, social, espiritual de la
"Iglesia misma.
Será necesario vigilar (cfr. Efes., 4, 14).
PAULO VI: Alocución en la audiencia general~
del
miércoles 21 de abril de 1971 (traducción
de
Bcclesia núm. 15.40, de 8 de mayo).
El "aggiornamento" no debe ceder a la deehordante oleada de
transformismo,
ambigüedades, abdicaciones
e infidelidad.
« ... el <
"en
un transformismo
que altera
no solamente
las características
ex
"teriores de la vida eclesiástica: lengua, hábito, rito, actividad ... , sino
"también los conceptos interiores
en los que se
funda, la
fe1 él culto,
"la
unión
de caridad y de disciplina? Todos
advertimos, por una
,,parte, que
algo
puede
y acaso debe ser cambiado, pero, al mismo tiem
"po,
y, por otra parte, JabemoJ que alguna otra cosa .es muy importan
"te
(
aunque no
fuese por otra
cau.ra, sino
por
su valor
propio, como
"el arte,
la historia, el tesoro de instituciones
y de civilizadón acumu
"lado
a
lo largo de siglos ... ), y es muy esencial, como la verdad di-
637
Fundaci\363n Speiro
"vina y la constitución eclesiásica que se ha derivado de ella autori· 1'zada y legítimamente; que no debe ceder a esta.-desbO'rdante oleada 11de transformismo1 de abdicaciones1 de infidelidad, sino que debe
nsl!t' defendido, conserVado, reafirmado, renovr:zdo en
el sentimiento
ninterior y en l4S formas exterio"res1 absolutamente.»
PAULO VI: Alocución en la audiencia general
del
S de
julio de 1972 («O.
R.», 6-VII-72; ori
ginal italiano, traducción de
Ecílesia núm. 1.601,
del
sábado 22
de julio).
Adaptación de la enseñanza de la religión a la capacidad inte
lectual y espiritual de aquellos a quienes se enseña, pero
sin caer en relativismo doctrinal, ni perder la seguridad
y la fidelidad de la verdad.
«¿Cómo presentar hoy la religión católica a nuestra generación? 11Es la cuestión primordial de la relación entre la fe y el hombre,
"considerada principalmente bajo ,el ángulo visual pedagógico: ¿Cómo
nanunciarla? c.'Cómo hacerla comprensible, aceptable, agradable, efi-
11caz y
moderna? ¿No
deberá imputarse
a la forma, una forma vieja1
"abstrusa, desconectada
de la vida, contraria a las
tende'ncias y
a los
11 gustos de la época, a la /orina, decimos, de enseñar y de predicar la
nfe, si
ésta no encuentra oyentes y files? ¿No será necesario acaso
n,enovar el «kérygma>>, es decir, el
anuncio del mensaje cristiano1 si
ndeseamos
que encuentre
oyentes.y seguidores?
" . . . . .
n ... nos limitanws a subrayar la sabiduría y el pelig~o que supone
n el
esfuerzo de adaptar la enseñanza religiosa a la capacidad recep
"tiva del
discípulo, bien· sea persona o pueblo. La
sabiduría: Aquí
"está
todo
el genio apostólico de la Iglesia, es decir, el ·arte de
di
n¡undir1
de explicar, ·de hacer en cierta medida comprender, de pre
nsentar
la
doctrina del Señor a la inteligencia
y a la mentalidad del
naJumno, es decir, del
hombre necesitado de instrucción religiosa.
,, ¿No
ha sido éste·
·uno de
los propósitos del Concilio, uno de los
npropósitos de
la reforma lutúrgica; hacer
comprenJible el
rito?
n¿Acaso no sQ h4YI inlroducido con
este fin las
lenguas vivas en el
nculto y
en
el estudio
teológico? ¿No ·es acaso el aguijón constante
1 'de la
enseñanza de la
religión; presentarla
en formas
y en términos
"accesibles y gratis; adaptarla a la edad, a la cultura de aquellos a
n los que se orienta la exposición de la doctrina? Hasta tal punto es 1
' gránde este deber de· tener en cuenta la capacidad intelectual y es-
638
Fundaci\363n Speiro
npiritual de cuantos se, asoman a los umbrales de la fe, que-jamás se ha
nrealizado en
medida suficiente;
y es precisamente en.este deseo cons
"tante de transmisión
útil de
la doctrina religiosa, donde· se
manifies
nta
aquella ·«caritatem veritátis», «caridad de
la
verdad» (JI Tes., 2,
"10},
propia
de la
Iglesia. Pero esta impaciencia por m11ltiplicar los
"medios y las formas de expresión de la enseñanza católica obedece
"a una ley fundamental: que no
sea violada la integridad de la doc
"trina.
La verdad religiosa, revestida de expresiones lingüísticas dis
"tintas,
contenidas en breves fórmulas catequísticas, o difundida en
"tratados teológicos,
interpretada
según uno ti otro sistema filosófico,
"con tal
de
que siempre
sea conforme a la sana
razón (
cfr.
<
"mum>>,
ed.
núm.
7, núm. 10; etc.), debe ser siempre auténtica y,
"virtualmente
al menos, completa;
aunque se
adapte a
las más di
"versas
condiciones
de la vida humana.
nPero este
esfuerzo,
muy laudable
en
sí, de
hacer aceptar la doc
"trina religiosa
a los hombres de nuestro tiempo esconde,
más bien
"manifiesta,
hoy un peligro, una tentación múltiple
que podemos
lla
"mar aquí relativismo
doctrinal.
,, . . . . . . . . . . . . . . . . . 11 ••• nuestra fe todavía hoy está hecha para la salvación humana;
"pero no
porque tome como
criterio de
la fe las opiniones de los
"hombres, sino
porque camina, 1egún el
Concilio, con su cruz
para
"dójica,
escándalo y necedad para el mundo, fuerza y sabiduría de
"Dios (cfr.
I Cor. 1, 20
y sigs.); que humilde y valerosamente 1/e
"vada por 101 creyentes
tendrá
todavía hoy
la virtud de convertir _a los
"hombres a la salvación de Cristo. Es precisamente lo
que se -espera
"de
los
Pastores
y de los Fieles del Pueblo de Dios1 de todos nosotros,
"persuadidos de que sin esta característica de la verdad, la seguridad
11 de la vida religiosa, la fidelidad, Jerá vano y absurdo todo intento
"de
llamar a los
demás para escuchar a Cristo.»
PAULO VI: Alocuci6n en la audiencia general
del 16 de septiembre de 1970 (te_xto italiano en
L'Osservatore Romano del 17 de septiembre, tex
to en castellano:
Eoclesía núm. 1.~10, del 26 de
septiembre).
Vaticano I y Vaticano 11.
<<. .. nos parece que las enseñanza.r .del Concilio Vaticano I conser
"van n·o
solamente
la actualidad perenne de su
verdad objetiva,
sino
"que conservan también
la actualidad contingente de su oportunidad
"relativa
a nuestra
época. Podrla alguno pensar
que el Concilio Va-
639
Fundaci\363n Speiro
nticano JI ha confinado en la historia-pasada, en los archivos de la
nerudición eclesiástica, al
Vaticano I;
y que aquel Concilio de Pío IX
nno tenga
nada
que decir, sobre temas de actualidad subjetiva, de
"oportunidad
contingente, a nuestra sensibilidad espiritual
y a nuestra
"madurez
cultural. En
cambio, no es así.
nNo es
así, porque como
se ha
explicado, los dos
Concilios Va
nticanos,
I y II, son complementarios; El primero debía ser comple
ºtado; y fue inte"umpido bruscamente; y lógica e históricamente .re
nconsidera
como
la
base del .regundo; las
relacione.r, con
las que este
n.regundo se
une
al primero, lo demue.rtran claramente. Por ello, si
"es actual
el segundo, como de hecho lo es, actual es
y debe ser igual
"mente
el
primero,
aun cuando
el uno difiera no poco del otro por
nmuchos motivos.»
PAULO VI: Alocución en la audiencia general
del
11 de diciembre de 1969 ( texto italiano en
L'Osservatore· Romano del 11 de diciembre, tex.
to en castellano:
Brclesia núm. 1.471, del 20 de
diciembre).
La finalidad del Vaticano II fue, en la adhesión y fidelidad a
todas las enseñanzas de la Iglesia transmitida particular•
mente por loa-Concilios de Trentó y Vaticano I, su expre
sión conforme
los métodos y expresión literaria modernos.
<
" ce
sor cuando convocó el Concilio:
« ... de la adhesión renovada, .re
"rena y tranquila a todas las en.reñanzas de la Iglesia, en .ru integridad
"transmitidas con la precisión de
término.r y conceptos que es gloria
"particularmente ·de lo.r Concilios
de Trento
y del Vaticano I, el
"espíritu_cristiano, católico
y apostólico de todos espera que se dé un
"paso adelante hacia
una penetración
doctrinal
y una formación de
"fas conciencias que esté en co"espondencia má.r perfecta con la fide
"lidad a la auténtica doctrina, estudiando ésta
y poniéndola en .con
"formidad con los métodos de la investigación
'Y con
la
expresi6n
"literaria que
exigen
el pensamiento moderno» ( AAS, 1962, pá
"gina 792). Por este motivo,
el Concilio
ha
querido tener
el carác
"ter de un magisterio prevalentemente pastoral.»
640
PAULO VI: Alocución en la audiencia general
del
30 de septiembre de 1970 (texto italiano en
L'Osservalore Romano del 1 de octubre, texto en
castellano: Ecclesia núm. 1.512, del 10 de octu-bre). ·
Fundaci\363n Speiro
EN SU INTERPRETAC10N
¿ Qué ha ocurrido después del Concilio?
«Se ere/a que después del Concilio vendría un dia de sol para
"la hiJtoria de la Iglesia. Por el contrario, ha venido un día de nubes1
11
de tempestad, de oscuridad, de búsqueda, de incertidumbre 1 se
"siente fatigada en
dar la
alegría·de la
fe. Predicámós el
ecumenis
,,mo
y nos alejamos cada vez más de los otros, Procuramos excavar
"abismos en vez de colmarlos.
"
"¿"Cómo ha ocurrido todo esto? No11 os confiaremos nueitro pen
,, samiento: ha habido fin poder, un poder adverso. Digamos su nom
" bre:
el. Demonio. Este
misterioso ser que está en la
propia
carta de
"San Pedro -que estamos comentando-y al que se hace alusión
"tantas y cuantas veces en el Evangelio -en .los labios de Cristo-
"vuelve la mención de este enemigo del hombre.»
PAULO VI: Discurso del día de los Santos
Pedro y Pablo del 29 de julio de. 1972 (traduc
ción de Agencia C. l. O.).
Impulsos múltiples y vivaces del Concilio no orientados en su
buena direcciÓL
« ... las dificultades son muchas, como todos ven. El Concilio ha
"impreso en la Iglesia impulsos múltiples
y vivaces, pero no siem
"pre
.son aprovechados
en
su buena dirección, e.s decir1 para edifica
nción
de
la Iglesia de Dios. Y
así .son no
pocos los síntomas
que
"parecen
presagiar
graves daños para la Iglesia. Nos mismo hemos
"señalado ya a/.gtmos, como cierta flexión
en el sentido de
la ortodo
"xia doctrinal
en algunas escuelas
y en algunos investigadores. Y
"no hay quien no vea, el
peligro
que para
la verdad religiosa
y para
"la eficacia
salvadora de nuestra religión ·constituye el considerar
.so-
631
Fundaci\363n Speiro
/J lamente su aspecto humctno y social, en perjuicio del aspecto pri
/Jmordia/,,
sacro y divino, como es el de la fe y la oración.»
PAULO VI: Alocución en la audiencia general
del 17 de septiembre de 1969 ( texto italiano
en
L'O.rservdtore Romano del 18; texto en castella:
no: Ecclesia núm. 1.459 del 27).
Peligro de la desviación consistente en creer que el Concilio
Vaticano II significa una rn,ptura con el pasado.
«La priftl.era des-viación es la de creer que el Concilio ha abierto
"una época
tan nueva
que autorice
una desvalorización, un
al-ejamiento,
nuna
intolerancia·
hacia la tradición de la Iglesia. Existe en muchos
,, un
estado de ánimo de radical intolerancia hacia el
«ayer>> de
la
"Iglesia:
hombres, instituciones,
costumbres, doctrinas, todo está, sin
nmás, desfasado,
si lleva la impronta del
pasado. De
este modo
un
"espíritu
crítico
implacable condena en esto! irrefrenables
innovadores
ntodo el
«sistema» eclesiástico de_
ayer,' ellos no
ven otra cosa
que
"culpas y defectos, ineptitud e ineficacia en las expreiiones de la vida
"católica de los años
pasados,-consecuencias que se
prestarían a mu
" chas y graves consideraciones y que oscurecen aquel sentido histórico
nde la vida de
la
Iglesia, que constituye, ciertamente,
una
caracterís
ntica
preciosa
de nuestra cultura.
"Tal sentido
histórico es
sustituido por una fácil simpatía
hacia
ntodo lo que está
fuera de la Iglesia, el enemigo resulta simpático
y
"ejemplar, mientras el amigo, por el contrario, se hace antipático e
"intolerable.
"Si no
se
mo'dera este
proceso, da lugar
irJcluso a
la persuasión de
"que es
lícito plantear la hipótesis de una Iglesia totalmente diversa
"de la
nuestra de hoy,
una Iglesia
-suele decirse-
inventada para
nlos tiempos nuevos, donde quede
abolido todo vínculo de obedien
"cia molesta,
todo límite a la libertad personal, toda forma de-
sacra
nlidad
obligatoria-.»
632
PAULO
VI:
Alocución en la audiencia general
del 7 de enero de 1970 (texto italiano en
L'Os
servatore Romano del 7-8 de enero, texto en
castellano:
Ecclesia núm. 1.475, del 17 de ene
ro).
Fundaci\363n Speiro
Falsa y abusiva interpretación del Vaticano II que pretende
una ruptura con la tradición
y el libertinaje de una Iglesia
"nueva", casi ''reinventada".'
<
"abusiva interpretación del Concilio, que querría una ruptura con la 11tradición, incluso doctrinal, llegando al rechazo de la Iglesia pre
"conciliar y al libertinaje de concebir una Igle.ria «nuevtl'J>, casi «rein
nventada» en su interior, en la conJtitución1 en el dogma, en las cos
"tumbres,
en
el derecho.»
PAULO VI: Alocución al Sacro Colegio Car
denalicio que _ acudió a felicitarle con motivo . de
su onomástica (23-VI-72) (textó italiano en L'Os
servaJor-e Romano, 24 de junio; traducción de
Eccle.ria núm. 1.599, del sábado 8 de julio de
1972).
El Concilio no ha autorizado un cristianismo fácil, sin dogmas,
sin
autoridad
y sin sacrificios virtuosos.
<
y fraternales con el mundo contemporáneo, ha autori-
11zadO una
ambigua y acomodaticia interpretación del Evangelio, un
,,cristianismo fácil,
sin dogmas, sin
autoridad y
sin
sacrificios vir
"tuosos.
La voz de Cristo res11ena sobre nosotros: «Si vuestra justicia
"(es decir,
vuestra
perfección mara/), no
es mayor
que la
de los es
,, cribas y de los fariseos ( de la gente «bien», se diría hoy), no en
"traréis en
el reino de los cielos» (Mt.,
5, 20).
Cristo no
disminuye
"la
exigencia
de la ley
moral,-la aumenta más
bien
y la sustrae a la
"pseudo-eficacia de
una pura observancia legal y formal, haciéndola
"más interior,
más
personal, más
obligatoria:
leamos nuevamente
el
"discurso de la montaña,
y veremos en qué dirección la norma de. la
"vida cristiana
se
perfecciona con
exigencias más humanas, más
pro-
11/undas y más religiosas, que encontrarán en el supremo y doble
"mandato del amor soberano a Dios
y del amor igual al prójimo la
"síntesis-clave de todo el ordenamiento ético cristiano.
La escala
"moral de Cristo no baja, sino
que sube;
es la escala del
«más», no
"del
«menos».»
PAULO VI: Alocución en la audiencia general
del 14 de
julio de 1971; traducción de Erclesia
núm. 1.551, del 24 de julio.
633
Fundaci\363n Speiro
El Concilio no pretendió una "liberación" de los deberes que la costumbre cristiana
h_ahía considerado sie~pre como
graves
y obligatorios.
«La santidad, presuponiendo el don divino de la gracia, que -nos
>}consagra
santos,
se convierte
en una obligación, se
convierte en el
,, ejercicio
más comprometido de nuestra libertad. Los cristianos, dice
"el Concilio, «deben, con
la ayuda de Dios, mantener
y perfeccionar,
"al tiempo que la viven, la santidad que han recibido» ( «Lumen
11Gentium», núm. 40). La santidad no es pasiva,' ella no exime al
"hombre de un esfuerzo moral continuo (cfr. Denz. Sch.1 núms. 2.3.51
"(1.327) y sigs.), sino que brota como una vocación impelente del
"hecho de la elevación del
hombre a la categoría
de
hi¡o de Dios:
"<
enseña
/esús, al
igual
que es
perfecto vuestro
Padre
"celestial»
(Mt., 5, 48}; <
(Efes., 5,
3).
"Como se explica, entonces, la tendencia, tan acusada en nuestros
"días, a
interpretar el Concilio como una «liberación» de las
obliga~
n ciones morales que la costumbre cristiana había considerado siCmpre
"
( aunque, desgraciadamente,
no siempre había conservado
J como
"graves
y obligaorios? ¿Cómo se tiende a descalificar como normas
"puramente
jurídicas,
y, por tanto, exteriores y mudables, las leyes
"de
la Iglesia?
¿Cómo se
excede
al declarar «tabtt» especialmente en
"materia de
decoro moral, ciertas exigencias
y ciertas reglas, que la
"educación
cristiana
y civil había conseguido inscribir en el sentido
"de la
vida noble
y co"ecta? Noi encontramos en un período de
"laxismo moral,
verdaderamente grave,
y en modo-alguno conforme
"a la
recta interpretación del verdadero sentido cristiano
y humano.
"El sentido
de
la honestidad
y del deber er sustituido frecuentemente
"por el
del instinto
y el del todo lícito. Pansexualismo degradante,
"hedonismo frívolo y pasional, culto de la violencia y de la rebelión
"en el
ámbito de la convivencia
social, arte
superlativo del hurto
y
"del chantaje de la ma/,vfrsación _y del fraude, y después la droga,
"con su
comercio criminal
y con su fatal desintegración psíquica y
"moral amenazan de verdad con envilecer el nivel moral de nuestra
"generación, que-parece olvidar las. enseñanzas saludables de
las te
"rribles
experiencias de las
guerras reciC!Jtes.»
PAULO VI: Alocución en la audiencia general
del' 14
de julio de 1971; traducción de
BccJesia
núm.
U51, del 24 de julio.
Fundaci\363n Speiro
El "aggiornamento" no es una piqueta demoledora.
«... se manifiestan en las discusiones posconciliares1 utilizando
"muchos una
palabra, el famoso <
de renovación coherente
y constructivo, sino como de una pi
" queta
demoledora, armada abusivamente con la fuerza de la libertad
"«con la
cual Cristo nos ha liberado» {Gál.,
5, 1).»
PAULO VI: Alocución en la audiencia general
del 28 de octubre de 1970. Original italiano.
Traducción de
Eccle.ria, texto en castellano: Ec
cle.ria núm. 1.;16, del 7 de noviembre).
Ahuso del "aggiornamento", que no es volver a lo muelle y
mundano.
<<. ..
el reciente Concilio (Lum. Genth., 40), del que muchos abu-
11san
interpretando
su «aggiornamento»
como el
permiso, casi la in
"vitación1 a
volver
secular, y hasta muelle y mrmdano, tanto el e'rtilo
"exterior
cuanto la
mentalidad interior de
la
vida cristiana! sin
ex
" cluir
alguna que otra vez la vida religiosa.»
PAULO VI: Alocución en la audiencia general
del 7 de septiembre de 1972
(0. R., 7 de septiem
bre de _1972; original italiano; traducción de
Ecde
.ria,
núm. 1.606 del 26 del mismo mes.
El "aggiornamento", no consiste en camhios queri~os por sí
mismos o como condescendencia con el transformismo del
mundo moderno y eón los canibios incoherentes con la
tradición eclesiástica.
«La renovación religiosa puede concebirse como un proceso con
"tinuo de
perfeccionamiento
1 o como un proceso expeditivo de di
"soluci6n, o también como ·una tentativa
de
interpretación nuevai se
,, gtín determinados crierios.
"El
tema
es
actiual. Todos
hemos acogido la palabra
prestigiosa
"«aggiornamento»
como un programa; programa del Concilio
y
"Posconcilio i' programa personal y comunitario. Señal evidente .de
"que en
el corazón. mismo
d:e la
ortodoxia debe actuar como
un fer
"mento vital "(cfr. Mt.i 13,33),
el impulso de la vida nueva, el aire
!!animador de
la
conciencia! la
tensión moral, la expresión actual
Yi
"como
el amor, siempre
original.
La religión
es
vidai y, como nuestra
635
Fundaci\363n Speiro
"vida biológica, debe encontrarse subjetivamente en una continua mu
"taci6n, en
una continua purificación, en
un crecimiento
continuo.
"Toda la disciplina del espíritu nos lo recuerda; San Pablo no cesa de
}/repetirlo: «El hombre interior se renueva de día en día» {2 Cor.,
"4,16}; <
del hombre viejo, el cual
se. corrompe
.por
la.s
"pasiones
mentirosas;
y renovaos en el espíritu de vuestra mentali
"dad ;,
y vestíos del hombre nuevo» (Ef., 4,22-23}; más aún, «pro
"curemos crecer en todo hacia El (Cristo)» (Efes.,
4,15}, siempre
"«avanzando en
el conocimiento de Dios» (Col.,
1,10, etc.). n . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
"Por eso, de buen grado, aceptamos el <
interpretar su significado
y acoger sus consecuencias reno
"vadoras. Primero,
en el interior de
las almas (Efes.,
4,23);
y des
"puésJ
si
es necesario, en
las leyes
exteriores.
"Pero esta
renovación no
carece de
peligro, o más
bien de
peli
" gros.
El primer peligro es el de los cambios, queridos por sí mis
"mos, o como condescendencia_ con el
transformismo del mundo mo
" derno;
de los cambios incoherentes con la tradición irrenunciable
"de la Iglesia.
" . . .
"No se puede inventatr un cri1tianismo nuevo .para renovar el cris
"tianismo; es
necesario serle tenazmente fieles;
y esta estabilidad en
n el Ser1 con esta su continuidad
en el movimiento y en el desarrollo,;
"esta
coherencia
existencial 1 propia de todo
Jer viviente, no puede
"ser calificada
de reaccionaria 1 oscurantista, arcaica, esclerótica
1
bur
" guesa1
clerical,
o con cualquier otro título despectivo, como la define 1
"por desgracia,
cierta literatura moderna, por la fobia a
_cu'cmto perte
"nece al
pasado o por la desconfianza en todo aquello que el magis
''terio de la Iglesia_ hace objeto de fe; la verdad
e.r así: «permanece>>; 11 la Realidad Divina que contiene en sí no puede modelar.re arbitra-
11riamente1 se
impone. Este es el misterio: quien tiene la suerte de
11 entrar en él mediante la fe y la caridad1 goza indeciblemente; tiene
"alguna experiencia
inefable de la efusión del Espíritu Santo.»
PAULO VI: Alocución en fa audiencia general
del 12 de agosto de 1970 (texto italiano en L'Os
servatore Romano de
13 de agosto, texto en cas
tellano:
Ecclesia núm. 1.505, del
22 de agosto).
El "aggiornamento" no puede ser relativismo de la historia, ni
adaptación a la moda del siglo, ni a la mentalidad transi
toria del mundo.
«... el «aggiornamento» ha sido uno de los objetivos inspirado-
636
Fundaci\363n Speiro
"res del Concilio, una de sus ideas dinámicas que es válida todavía
''y que se
aplica principalmente a las leyes
y a las estructuras ·de la
n Iglesia con la intención y el deseo de reavivar en su seno. la genuina
,, conciencia
de su propio ser
y de su propia misión; y también para
fJinfundir en
sus tradiciones, bien la
fuerza que a ellas
se debe por
"determinados valores inalienables
que poseen,
bien la
reforma que
"haga
reflorecer
con una
nueva vitalidad
la
continuidad de
las
tra
"
diciones
válidas.
"Todos ven. la.-necesidad y la connaturalidad de un tal proceso re·
"formador
en
la Iglesia, la
cual, como
sociedad compuesta de hom
,, bres
defectuosos
y pecadores, debe estar en continua fase de auto
,, crítica
y
de conversión constante, y, como portadora de tesoros
jamás
"agotados,
debe
mantenerse en tensión con un trabajo de difusión
fe·
"cunda
de
las
riquezas de
las verdades y de
sus carismas. Todos
verán
"también el peligro de esta
actitud reformadora
de la Iglesia cuando
,,no esté
vigilada
y cuando esté sugerida no por el Espíritu Santo,
"sino
por el relativismo de la historia
que pasa, de
la moda del siglo,
"de la
mentalidad transitoria del mundo, es decir, de
valores que no
"están avalados
por razones compatibles con la verdad divina y con
"la auténtica
dignidad humana. Todos
saben hasta qué punto
rodea
,, hoy
a las llamadas
esructuras de
la Iglesia
una cierta intolerancia
"reformadora,
como si fuese permitido a todos
bosquejar, según
el
"propio tal-enlo; un nuevo modelo
histórico, social, espiritual de la
"Iglesia misma.
Será necesario vigilar (cfr. Efes., 4, 14).
PAULO VI: Alocución en la audiencia general~
del
miércoles 21 de abril de 1971 (traducción
de
Bcclesia núm. 15.40, de 8 de mayo).
El "aggiornamento" no debe ceder a la deehordante oleada de
transformismo,
ambigüedades, abdicaciones
e infidelidad.
« ... el <
un transformismo
que altera
no solamente
las características
ex
"teriores de la vida eclesiástica: lengua, hábito, rito, actividad ... , sino
"también los conceptos interiores
en los que se
funda, la
fe1 él culto,
"la
unión
de caridad y de disciplina? Todos
advertimos, por una
,,parte, que
algo
puede
y acaso debe ser cambiado, pero, al mismo tiem
"po,
y, por otra parte, JabemoJ que alguna otra cosa .es muy importan
"te
(
aunque no
fuese por otra
cau.ra, sino
por
su valor
propio, como
"el arte,
la historia, el tesoro de instituciones
y de civilizadón acumu
"lado
a
lo largo de siglos ... ), y es muy esencial, como la verdad di-
637
Fundaci\363n Speiro
"vina y la constitución eclesiásica que se ha derivado de ella autori· 1'zada y legítimamente; que no debe ceder a esta.-desbO'rdante oleada 11de transformismo1 de abdicaciones1 de infidelidad, sino que debe
nsl!t' defendido, conserVado, reafirmado, renovr:zdo en
el sentimiento
ninterior y en l4S formas exterio"res1 absolutamente.»
PAULO VI: Alocución en la audiencia general
del
S de
julio de 1972 («O.
R.», 6-VII-72; ori
ginal italiano, traducción de
Ecílesia núm. 1.601,
del
sábado 22
de julio).
Adaptación de la enseñanza de la religión a la capacidad inte
lectual y espiritual de aquellos a quienes se enseña, pero
sin caer en relativismo doctrinal, ni perder la seguridad
y la fidelidad de la verdad.
«¿Cómo presentar hoy la religión católica a nuestra generación? 11Es la cuestión primordial de la relación entre la fe y el hombre,
"considerada principalmente bajo ,el ángulo visual pedagógico: ¿Cómo
nanunciarla? c.'Cómo hacerla comprensible, aceptable, agradable, efi-
11caz y
moderna? ¿No
deberá imputarse
a la forma, una forma vieja1
"abstrusa, desconectada
de la vida, contraria a las
tende'ncias y
a los
11 gustos de la época, a la /orina, decimos, de enseñar y de predicar la
nfe, si
ésta no encuentra oyentes y files? ¿No será necesario acaso
n,enovar el «kérygma>>, es decir, el
anuncio del mensaje cristiano1 si
ndeseamos
que encuentre
oyentes.y seguidores?
" . . . . .
n ... nos limitanws a subrayar la sabiduría y el pelig~o que supone
n el
esfuerzo de adaptar la enseñanza religiosa a la capacidad recep
"tiva del
discípulo, bien· sea persona o pueblo. La
sabiduría: Aquí
"está
todo
el genio apostólico de la Iglesia, es decir, el ·arte de
di
n¡undir1
de explicar, ·de hacer en cierta medida comprender, de pre
nsentar
la
doctrina del Señor a la inteligencia
y a la mentalidad del
naJumno, es decir, del
hombre necesitado de instrucción religiosa.
,, ¿No
ha sido éste·
·uno de
los propósitos del Concilio, uno de los
npropósitos de
la reforma lutúrgica; hacer
comprenJible el
rito?
n¿Acaso no sQ h4YI inlroducido con
este fin las
lenguas vivas en el
nculto y
en
el estudio
teológico? ¿No ·es acaso el aguijón constante
1 'de la
enseñanza de la
religión; presentarla
en formas
y en términos
"accesibles y gratis; adaptarla a la edad, a la cultura de aquellos a
n los que se orienta la exposición de la doctrina? Hasta tal punto es 1
' gránde este deber de· tener en cuenta la capacidad intelectual y es-
638
Fundaci\363n Speiro
npiritual de cuantos se, asoman a los umbrales de la fe, que-jamás se ha
nrealizado en
medida suficiente;
y es precisamente en.este deseo cons
"tante de transmisión
útil de
la doctrina religiosa, donde· se
manifies
nta
aquella ·«caritatem veritátis», «caridad de
la
verdad» (JI Tes., 2,
"10},
propia
de la
Iglesia. Pero esta impaciencia por m11ltiplicar los
"medios y las formas de expresión de la enseñanza católica obedece
"a una ley fundamental: que no
sea violada la integridad de la doc
"trina.
La verdad religiosa, revestida de expresiones lingüísticas dis
"tintas,
contenidas en breves fórmulas catequísticas, o difundida en
"tratados teológicos,
interpretada
según uno ti otro sistema filosófico,
"con tal
de
que siempre
sea conforme a la sana
razón (
cfr.
<
ed.
núm.
7, núm. 10; etc.), debe ser siempre auténtica y,
"virtualmente
al menos, completa;
aunque se
adapte a
las más di
"versas
condiciones
de la vida humana.
nPero este
esfuerzo,
muy laudable
en
sí, de
hacer aceptar la doc
"trina religiosa
a los hombres de nuestro tiempo esconde,
más bien
"manifiesta,
hoy un peligro, una tentación múltiple
que podemos
lla
"mar aquí relativismo
doctrinal.
,, . . . . . . . . . . . . . . . . . 11 ••• nuestra fe todavía hoy está hecha para la salvación humana;
"pero no
porque tome como
criterio de
la fe las opiniones de los
"hombres, sino
porque camina, 1egún el
Concilio, con su cruz
para
"dójica,
escándalo y necedad para el mundo, fuerza y sabiduría de
"Dios (cfr.
I Cor. 1, 20
y sigs.); que humilde y valerosamente 1/e
"vada por 101 creyentes
tendrá
todavía hoy
la virtud de convertir _a los
"hombres a la salvación de Cristo. Es precisamente lo
que se -espera
"de
los
Pastores
y de los Fieles del Pueblo de Dios1 de todos nosotros,
"persuadidos de que sin esta característica de la verdad, la seguridad
11 de la vida religiosa, la fidelidad, Jerá vano y absurdo todo intento
"de
llamar a los
demás para escuchar a Cristo.»
PAULO VI: Alocuci6n en la audiencia general
del 16 de septiembre de 1970 (te_xto italiano en
L'Osservatore Romano del 17 de septiembre, tex
to en castellano:
Eoclesía núm. 1.~10, del 26 de
septiembre).
Vaticano I y Vaticano 11.
<<. .. nos parece que las enseñanza.r .del Concilio Vaticano I conser
"van n·o
solamente
la actualidad perenne de su
verdad objetiva,
sino
"que conservan también
la actualidad contingente de su oportunidad
"relativa
a nuestra
época. Podrla alguno pensar
que el Concilio Va-
639
Fundaci\363n Speiro
nticano JI ha confinado en la historia-pasada, en los archivos de la
nerudición eclesiástica, al
Vaticano I;
y que aquel Concilio de Pío IX
nno tenga
nada
que decir, sobre temas de actualidad subjetiva, de
"oportunidad
contingente, a nuestra sensibilidad espiritual
y a nuestra
"madurez
cultural. En
cambio, no es así.
nNo es
así, porque como
se ha
explicado, los dos
Concilios Va
nticanos,
I y II, son complementarios; El primero debía ser comple
ºtado; y fue inte"umpido bruscamente; y lógica e históricamente .re
nconsidera
como
la
base del .regundo; las
relacione.r, con
las que este
n.regundo se
une
al primero, lo demue.rtran claramente. Por ello, si
"es actual
el segundo, como de hecho lo es, actual es
y debe ser igual
"mente
el
primero,
aun cuando
el uno difiera no poco del otro por
nmuchos motivos.»
PAULO VI: Alocución en la audiencia general
del
11 de diciembre de 1969 ( texto italiano en
L'Osservatore· Romano del 11 de diciembre, tex.
to en castellano:
Brclesia núm. 1.471, del 20 de
diciembre).
La finalidad del Vaticano II fue, en la adhesión y fidelidad a
todas las enseñanzas de la Iglesia transmitida particular•
mente por loa-Concilios de Trentó y Vaticano I, su expre
sión conforme
los métodos y expresión literaria modernos.
<
sor cuando convocó el Concilio:
« ... de la adhesión renovada, .re
"rena y tranquila a todas las en.reñanzas de la Iglesia, en .ru integridad
"transmitidas con la precisión de
término.r y conceptos que es gloria
"particularmente ·de lo.r Concilios
de Trento
y del Vaticano I, el
"espíritu_cristiano, católico
y apostólico de todos espera que se dé un
"paso adelante hacia
una penetración
doctrinal
y una formación de
"fas conciencias que esté en co"espondencia má.r perfecta con la fide
"lidad a la auténtica doctrina, estudiando ésta
y poniéndola en .con
"formidad con los métodos de la investigación
'Y con
la
expresi6n
"literaria que
exigen
el pensamiento moderno» ( AAS, 1962, pá
"gina 792). Por este motivo,
el Concilio
ha
querido tener
el carác
"ter de un magisterio prevalentemente pastoral.»
640
PAULO VI: Alocución en la audiencia general
del
30 de septiembre de 1970 (texto italiano en
L'Osservalore Romano del 1 de octubre, texto en
castellano: Ecclesia núm. 1.512, del 10 de octu-bre). ·
Fundaci\363n Speiro