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  • Índice

I. Revolución, subversión, guerra, objeción de conciencia. II. Reforma o corrupción de la enseñanza. III. Descolonización y genocidios tribales. IV. Agricultura, megalópolis, regionalización por el Estado providencia, desarrollo y ecología

ILUSTRACIONES CON RECORTES DE PERIODICOS
J. R.EVOLt;ICIÓN, SUBVERSIÓN, GUBRRA, OBJECIÓN DE CONCIENCIA. ¿EXJsTE UN
ORDEN QUE NOS GlUE PARA SABER CUÁNDO ES LÍCITA Y AUN DEBIDA LA
VIOLENCIA.?
La subversión y el desorden comienzan siempre por ser mentales. Si
no sabemos lo que es bueno ni lo que es mslo, o lo entendemos al revés,
es nomurl que seamru: arras&ados poc ideas erróneas, por desencarnadas y
utópicas, o p timientos no debidamente o«lenados. Los. recortes que insertamos a con,,
tbw.ación son una muestra de esta realidad que hoy se vive. Porque el
hombre se enfrenta contra toda la sabidwi-ía acumulada por la experiencia
de siglos y quiere reirrventar un mundo· a la medida de sus ilusiones~ para
lo cual no sólo quiere destruir /lodo lo i¡ue ha sido elaborado fXN SUS S11J,,
tecesores, sino inchiso ,......,con la revolución cultura/,.......,, el propio saber frans_.
mitido. Asi, queriéndonos liberar de todo lo viejo, se crean nuevas, más
fuertes
y más profwrdas lf.gaduras, aunque de momento se nos ench.tlcen
con un creciente bienestar material.
EL FRENESÍ REVOLUCIONARIO DE CIERTOS SECTORES CATÓLICOS QUE PRETEN.­
DEN "REINVENTAR" LA IGLESIA.
Acerca del tema enunciado, la realidad y los comentarios son abundan­
tes en datos. Aquí nos circunscribimos a recortar unas cuanMs frases de la
crítica de Pierre Y smal a cinco libros, publicada en PREUVBS del se­
gundo trimestre de este alfo. En esa crítica, al referirse al libro de Jm::ques
Duquesne, LA GAUCHE DU CRIST, escribe,
«. el autor comenta y analiza el frenesí de los cris-
tianos que, después de haberse sentado a la derecha de Cristo,
tratan, ahora, con fuego revolucionario, de colocarse a su iz.
quierda~.
«. . . Ahora, los teólogos están elaborando una TEOLO-
GIA-
DE LA REVOLUCION. No obstante, en el Libro de los
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Proverbios se lee: «No desplazarás los lindes antiguos que pose­
yeron tus Padres.»
»La linde evocada por la Biblia fue desplazada y los textos
que constituyen la base del cristianismo han sido reelaborados.
¿Es necesario reiventar la Iglesia?, -se preguntan los impacientes.
La Iglesia de Jean Gittort y ·1a de los Franciscanos de Bordeaux,
que publican ETUDES DU MONDE, ¿-son la misma Iglesia?
¿Quién es el que habla en nombre de 1a Asamblea cristiana?
¿Estamos asistiendo a la explosión y desmembramiento de los
cr:i.stiano-s en comunidades múltiples? Jacques Duquesne da las
claves para comprender cómo un católico puede, sin sorpresa,
declararse
anarquista o comunista~ entrar. en el maquis o ir a
prisión después de haberse opuesto, con las armB.s en la mano,
al orden establecido.»
CóMO SE OPINA SOBRE LAS IDEOLOGiAS Y LA GUERRA DEL VIETNAM (PONGA~
MOS COMO EJEMPLO).
Con el título Trasluces y temores, con la firma de Carlos Martínez
Campos, HOJA DEL LUNES del 15 ,k mayo de 1972 publica un articu­
lo del que tomamos· los párrafos siguientes que encajan como anillo al dedo
con el
título
de este epígrafe:
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«. . Lo que ocurre e":tre hombres sucede entre colec-
tividades-·
y aun entre naciones. Estas son juzgadas desde dentro
de un modo diferente a como se comprenden estando fuera. Se
juzgan, a veces, sin conocerse. Se juzgan por su política o por
su ideología, con auxilio de la prensa o de la radio, o por lo
que unos dicen y otros callan. Son muchos los factores que in­
tervienen; mas casi siempre el bélico se antepone a los restan­
tes.»
«. Muy pocos saben si es buena o mala semejante
ideología; ni si cabe mejorarla O si es inmejorable. Desde fuera,
el
juicio es poco firme. Lo es, sobre todo, porque la propaganda
actúa intensamente. China emplea en la suya millones de obras
que están · escritas en treinta idiomas diferentes, y Rusia ensalza
su marxismo con 75.000 palabras diarias que la radio emite en
cuarentll lenguas que proceden de todas las fitmilias. ·Pero los
intercambios no son recíprocos. Occidente no hace nada, y, de re­
sultas, nuestro mundo está plagado de comunistas que intervienen
en la vida y en las ideas nacionales, al tiempo que en las zonas
comunistas
nadie r8cibe libÍ-os ni oye r~dios de Occidente. La
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simpatía y el odio se reparten malamente. El ·temor influye. En
cuanto se refiere a la contienda vietnamiia, cada uno piensa más
en los infantes que se baten y a ellos encauza sus amores o ren•
cores. Mas cada
uno olvida un poco que la lucha está llevada a
cabo
por grandes naciones que nos ayudan o se nos enfrentan y
que son las responsables de la guerra.
»Odios y afectos que cada cual despliega con arreglo a su sen­
tir. Una·s conversaciones han bastado para todo. La psicoanálisis
ha quedado incompleta. Nadie compadece por igual a los ejér­
citos de infantes que se agotan y se mueren. Nadie se queja de
los directos responsables de · 1a guerra. Mas todos saben quién
ataca y quién responde con pacioo.cia. Todos sabemos que Saigón
éstá repleto de vietcong y que en Camboya hay muchos «kmer»
que son rebeldes. Todos sabemos, igualmente, que hay propa­
gandistas distribuidos por el mundo de Occidente y que sus com­
ponentes rinden, Nos olvidamos, sin embargo, de que nuestro
derrotismo es un factor que coopera al éxito de las grandes co­
lumnas de quintacolumnistas.»
LA OBJECIÓN DE CONCIENCIA Y LA COMPETENCIA DE LOS TRIBUNALES MILI.­
TARES ITALIANOS.
El tema de la objeción de cOnciencia del que VERBO, 104, ha pu­
blicado un documentado estudio de Gonzailo Mufiiz Vega, luego ampliado
en edición separsda1 y el tema de la competencia de los Tribuneles mi­
litat'es los hallamos colocados ante la opinión públic& Su planteamiento
también está "pol.iti.zado" e "ideol.ogizado" '(X)t determinados grupos ideo,.,
lógicos de presión. Por esto es de más interés leer noticias sobre este tema
relativas
al extranjero y, en especial, de paises calificados entre los más
desarrollados.
La que sigue viene de Roma, fe.chada el 30 de mayo, y la leemos en
CORRIERE DELLA SERA de/ 31,
«Los Tribunales militares continuarán siendo competentes en
una única· instancia, Y a los acusados no se les concederá po·
rribilidad de apelación, según ha decidido esta tarde el Tribunal
Supremo Militar, ante el cual se había planteado la cuestión de
legitimidad constitucional. Después de cinco horas de delibera­
ción, los
jueces han declarado «manifiestamente infundada» la
excepción planteada. En la misma Sentencia el Tribunal Supre­
mo, rechazada la exCepción de la legitimidad, ha confirmado la
condena ya impuesta en cuatro objetores de conciencia:»
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El mismo día 31 de mayo de 19-72; IL TEMPO, al publicar esta no•
ticia, añade una ·serie de comentarios, entre los que recortamos:
«La Objeción de conciencia· es un delito de· opinión -ha sos­
tenido el ahogado Gatti-y el propio Tribunal de Roma en su
Sentencia
contra don Milani ha afirmado que los objetores de
conciencia no pueden ser considerados de modo diferente que
los delincuentes comunes.»
«El Ptocurador militar General Saverio Malizca, ha negado
que la conciencia popu'.lar fuera favorable a la objeción de con­
ciencia y ha afirma-do que, por el contrario, los italianos sien­
ten la obligación: de prestar el -servicio militar como un deber
cívico.»
Y ¡ ay del país donde deje de senti'l-así!
"VIOLENCIA BUENA Y VIOLENCIA MALA" •.
Este es el título de un artículo, con la prestigiosa firma de Manuel
de Santa Cruz, que ha pasado dos veces el Atlántico. Publicado en ROMA
de· Buenos Aires,. número 23, ha sido reproducido el 6 de julio de 1972
por EL PENSAM1ENTO NAVARRO. Como puede ayu,Jamc., a da,
luz a ·1a · temática de estas primeras ilustraciones, ieprodudmos sus pá·
.rafos esenci,a.l,es:
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t. . . No son iguales todas las violencia-s. Todavía hay
diferencia. Hay violencias buenas y violencias malas. Vamos a
verlo.
»San Agustín, et A guila de Hipo na, nos señala el camino.»
«Ciertamente,
siempre lo's malos han perseguido a los buenos,
y
los buenos han perseguido a los malos; aquéllos, para servir
a sus
pasion~ y éstos, a la caridad. El que asesina no ti-ene en
cuenta
lo que dee,garra, el que cuida, considera lo qne corta. Uno
anhela la s(l].ud, y el otro~ la corrupción. Los impíos han matado
a
los profe.tas, los profetas tamhién han matado a los impíos. Los
judíos han azotado a Cristo, y Cristo tamhién ha azotado a los
judíos. Los apóstoles han sido entregados por ciertos homhre.s al
poder de los malos; pero los Apóstoles tamhién han abandonado
a ciertos homhres al poder de Satanás. En todo esto, pues, ¿ qué
hay qne considerar sino quién actúa por 1a verdad y quién por
la iniquida~ quién con vistas a perjudicar, quién para corregir?
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»San Agustín traslada el tema de la violencia y lo centra en la
distinción entre el bien y el mal, la verdad y el error, el orden
y el desorden. Ahí está la cuestión. Establecidas estas distincio•
nes, en seguida se· ,comprende que no es lo mismo la violencia al
servicio del mal, del error y del desorden, que al servicio del
bien, de la verdad y del orden~ Son dos cosas distintas. Lo que
pasa es que esos conceptos antagónicos son ahora para algunos
menos claros que en otras épocas, y ahí está precisB,D1ente una
de las fuente& primeras de los males actuales.
»¿ Qué es el orden? La adecuación de las partes al fin del
todo.
Esta adeeuación a un mismo fin crea, _en lu paJ;"tes, en los
seres de la creación, una relación, un vínculo entre ellos. Unos
cuantos seres pueden salirse de esa adecuación y Í'omper con los
demás de · 1a serie, es decir, desordenarse; bien para quedar sin
objeto y aislados, bien p&ra servir a otro fin, para fonnar otro
orden, siquiera parcial. El orden-cristiano es el más completo
porque abarca todas las criat~s y les da el fin más alto, que es
Cristo; es el orden por antonomasia. Pero ~e ese orden pueden .
salirse algunas y apuntar al mal, a un orden contrario al orden
divino, al desorden.
»Desde este punto de vista vemos tambié11 dos violencias dis­
tintas. Una que saca las cosas de quicio, del puesto que por su
naturaleza les corresponde en el .engranaje del orden cristiano.
Es una violencia mala que pide a los buenos indignación y
protesta. Pero hay en dirección contraria otra violencia distinta,
que -es buenísima, porque se esfuerza por poner los puntos sobre
las íes, las cosas en su sitio dentro del or~en, de defender a éste.
En todo enfrentamiento hay dos violencias: una, buena, que
sirve al orden, y otra, mala, -que atenta contra él.»
11. ¿REFORMA O CORRUPCIÓN DE LA ENSEÑANZA?
La confusión de ideas, hoy creada en .todo el mundo, no puede dejm
de_ atacar al punto clave de la enseñanza. El titulo que acabamos de colocar
en este segundo epígrafe no es nuestro, lo tomamos de la valerosa re-­
vista TIZONA de Vifia del Mar ( casilla 240) de CHILE, y es del autor
del articulo,. nuestro amigo Juan Anronio WiddW. Se ha publicado en
su número 32, de junio de 1972, del que tomamos los párrafos que pueden
leerse a continuación:
«LA ENSE8ANZA básica y media ha sido reformada en
Chile. Durante el gobierno democristiano se impusieron nuevas
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normas que c8mhiaron suh.St.ancialmente la orientación y la es­
tructura de los programas educacionales.»
«. . . . finalidad última ha sido declarada: «La escuela
mediá tiene ·como última finalidad la que se ha ,sefialado para
todo el sistema: el desarrollo de la personalidad, la preparación
para el cambio social y la participación en el mundo del tra­
bajo» (Mario Leyton, alto funcionario del Ministerio de Educa­
ción
durante el gobierno de Frei y uno de los principales eje­
cutores e inspiradores de la refonna educacional, en Revista de
Educación, núm. 4, marzo de 1968, pág. 8).»
«Podría qui-záB pensarse que cuarido se habla de «formación
de la pel"Sonalidad:> se entiende lo que tradicionalmente se ha
señalado como
punto central de la educación: _ la adquisición,
por parte del educando, de las virtudes intelectuales y morales
mediante las cuales, ha de alcanzar IBU _ perfección como-persona
humana, Sin embargo, no es este ' el sentido de la expresión.
Nunca se habla de la formación de la personalidad conforme a
una finalidad objetiva y hasta cierto punto trascendente al alum­
no. Se
trata, simplemente, de desarrollar aptitudes y hábitos sin
importar el fin al cual se ordenen. Dicha formación se entiende,
en consecuencia, en un sentido puramente psicológico y subje­
tivo,
de ninguna manera moral. Esto se ve con mayor claridad
cuando se lee, en e'l mismo artículo citado, que los «contenidos
de materia» no con~tuyen un fin en sí, sino que son solamente
un instrumentl) para las «situaciones de aprendizaje». En otras
palabras,
los programas de ~tudio no están ordenados al cono­
cimiento
de lo que es verdad objetiva, sea teórica o práctica,
sino
que por el contrario, subordinan estas verdades -que ya
no son ensefíadas como tales.--a esa «situación> en la cual lo
que prima es la subjetividad del alumno.»
«. .

. ,
el criterio según el que se ha impuesto a nivel
nacional _el nuevo plan de estudios es, primero,_ el de formar
psicológicamente la personalidad del alumno atendiendo prin­
cipalmente a que este logre su autonomía con rei,pecto a normas
extrínsecas. E-ataa normas, en la práctica, se reducen a las nor­
mas moral,es, pues todo lo real, en cuanto que se impone a cada
sujeto como algo que es independiente de él, se traduce, con
respecto a
su conducta en norma moral de ella. En segundo
lugar, este plan de estudios tiene como ·fin el desarrollo econó­
mico, en relación· al cual las personas son ínstrumentos. La per-
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sona resulta según este criterio, autónoma en todo menos en lo
que dice relación con el desarrollo económico, es decir, me­
nos
en lo que implique relación con su vida material en una
sociedad. Se cambian las finalidades: se reemplaza la finalidad
moral coll respecto a la cual hay que educar en la autonomía,
por la finalidad económico•eocial.»
«. . en los programas de estudios se consideran los
«contenidos» como instrumentos y no como verdades que deben
ser conocidas.»
«. • . • Lo cual se explica, en el mismo artículo, con
estas
palabras:
». . _. • Opera aquí todo un cuadro exiológico nuevo que
ha de ir desplazando la preponderancia de ciert0'8 valores que
distorsionan las posibilidades del desarrollo, subestimando el
trabajo técnico y manual.
»Es una nueva teoría del conocimiento la que se pone en
juego. Nueva por lo menos: en lo que respecta a los fines de la
educación chilena. Porque desde que ha sido formulada en la
historia de la filosofía, por Marx y sus discípulos, ha pasado ya
bastante tiempo. Esta teoría comiste, fundamentalmente, -en la
afirmación de que no existe una verdad objetiva e independi,ente
del sujeto humano, sino que, por el contrario, es verdad lo que
éste hace y en la medida en que lo hace. La verdad es la que se
da en el enfrentamiento del hombre con la naturaleza, del cual
debe resultar el dominio de ésta por aquél mediante la técnica.
Se comprende así la razón por la cual se «elimina la barrera
entre las disciplinas académicas y las técnicas».»
«. .

. .
pues de la misma manera como el hombre ha de
enfrentarse con
la naturalf)za, también debe reconocer la lucha
de clases, extendida a todos los ámbitos de la vida social, y to­
mar parte activa en ella. Por cierto, esto último no está dicho en
la declaración de intenciones.»
«-. --.• Se ataca el «enciclopedismo» tradicional de la
enseñanza./ Es cierto . que los antiguos planes facilitaban un estn•
dio puramente erudito de. las materias fundamentales, como his•
toria, literatura, eiencias naturales, filosofía, etc, Pero es suma·
mente fácil terminar con fo enfermedad matando ,al enfermo.
Es muy socotrido el procedimiento de echar por la borda todo
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lo tradicional a causa de -sus defectos, para instaurar en seguida
«lo nuevo», annque sea monstruoso.»
«. . • . debido seguramente al «enciclopedismo» de aquel
método, se suprime en. el nuevo plan la historia de la filosofía,
programándose en él, como enseñanza de «filosofía», algunos
temas de psicología experimental y el desarrollo de expresiones,
inv~stj,gaci!)nea
o lecturas dejadas enteralllente a la libertad del
criterio
del profesor. Puedo dar fe de que, como resultado de
esta
«reforma», alumnos egresados de la enseñanzza media que
pretendían · estudiar filosofía en la Universidad, a la pregunta
sobre qué filósofos· conocía, contestaban «Marx y Marcuse», ma­
nifes1:ando Sorpresa cuando se les pedía que dijesen lo que su­
pieran lleerca de personajes tan ignotOs y anodinos como Aristó­
teles y Ilffl!ci:lrtes, pcir ejemplo... Esos mismos alumnos, en ei
curso de filosofía, realizaban investigaciones sobre «el aborto»,
manejando como bibliografía la Revista del Domingo.»
«. . • . Ahí acababa su formación «filosófica», lograda
durante dos años de estudios en los 'últimos cursos de la ense­
fianza media.
»El objetivo inmediato de la eduéación -dice el señor Leyton
en .el artículo citado-, «es el conjunto de «experiencias» que
de manera consciente debe. buscarse y es.forzarse por lograr en
los educando.s, Debe precisarse la estructura bidimensional de
todo objetivo, a saber:·
en él se destaca cierta situación concreta
de aprendizaje y cierta conducta- asociada con el propósito de
expresar, a través de los programas, la permanente relación que
existe entre ellos».»
«. • . Su enseñanza no es ya, en consecuencia, la de
un saber o de' una ciencia, determinados por la naturaleza uni­
versal de su objeto~ sino la de wia conducta concreta, cuyas nor­
~s nunca van a ser las que de una manera rmiversal y necesaria
se deriven
de la natura1eza del objeto científico o de la misma
persona.»
«Una educación -ai es que así se puede llamar-al estilo de
la que se intenta mediante la reforma actualmente vigente y que
no ha sido tocada en sus aspectos substanciales durante el actual
régimen
marxista-sólo puede dar como fruto un hombre com­
pletamente desarraigado
de todo valor permanente. La historia, la
tradición
cultui-al, todos los bienes que debe a generaciones pasa­
das, mf van a significár absolutamente nada ·para él, pues como
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tales, es decir, como tradición o como historia, es imposible que
entren a formar parte directamente de su «experiencia». Al buscar
que toda certeza la_adquiera el educando en forma directa, por la
investigación y experiencia, se eltmina de .su horizonte todo lo
que se adquiere por ese especial conocin::Liento que _es la fe: sea
en los mayores, sea en-quienes dominan mejor una_ ciencia, sea
en quienes enseñan las normas morales, sea e~ Dios. Este tipo
de conocimiento, fundamentál en toda vida civiliiada, no tiene
lugar en los· nuevos planes educacionales. Aquel que ha sido
educado en la convicción de que ilo dehe nada a nadie, ni a
sus padres ni a stis maestros· n~ a quienes históricamente han
contribuido a· formar la ·sociedad en la cual vive, no se sentirá
obligado de ninguna manera por la Sociedad en que vive ni por
la familia, _ni poi: la nación, ni por 1a civilización cristiana a fa
cual, a · pesar de todo, pertenece. Es un perfecto desarrai~do.
Por lo mismo, en su conducta no tiene por qué reconocer normas
«ajenas»:
·su_ desorientación y su indisciplina sólo serán m.ani­
festacion~ exteriores de su enorme vacío inierior. GOnstituye la
~teria prima ideal para el perfecto revolucionario,. para el re­
belde permaqente que, mientras destruye lo que se le ponga
a su _ alcance, inducir~ a los mayores a preguntarse muy seria­
mente por la~ causas de tal rebeldía y a -f~dar una sociología
desti_nada
a_ estudiarla.>
111. DEsCOLONIZACIÓN y· GENOCIDOS TRIBALES.
VERBO, número 74, publicó unos comentarios de Juan Vallet titulados
LA "RELECTIO DE INms" DEL PADRE VITORIA ·y LA DESCOLONIZACIÓN, en lo~
que destacó el contraste entre el detenmúentó, la porideraci6n ··y la riqueza
de matices, en contacto con los hechos reales, con que este -~abio dom-inico
trató el tema, con la abstracción -e idealismo desencarnado eón que hoy
se ha tratado el problema de-la descolonización y· sus consecuencias desas-­
trosss. Entre ést88 tenemos -los hechos horribles ocurridos fec'ientemente
en la antigua colonia belga de Urondi, al que .!le ,refiere la-columna· de ABC
del sábado 10 de junio* firmada po, Miguel Torres y -titulada GENOCIDIO
TRIBAL EN BURUNDI, de que entresacamos:
53
4'La matanza sistemática y en gran escala · de huttts · (tribu ori­
ginaria del Congo)
por 108' · hatutsis ó tritsis· (tribus etiopes) en
Burundi viene a ·sumarse a la 'larga serie de Operacionea triba­
les
de extermitiio que-· se han desarrollado en los últimos años
en el Afriea descolonizada. Recientes están en la memoria las
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834
masacres de Biafra, las de Ruanda, las del Sur del Sudán o las
del Congo.
Son operaciones de exterminio, a las que e'l mundo
ha asistido -impávido y ante las que las Naciones Unidas se han
encontrado la barrera paralizadora de esa denominación de «pro­
blemas interiores~ que impedía una intervención.»
«La historia es larga. Tutsis y hutus vivían en Ruanda y
Burundi desde la Edad ·Media europea. Los primeros, mejor do­
tados
física e intelectualmentfl, dominaban a los segundos, ma­
yoritarios en número.
Los tutsis eran los señores y los huntus
los esclavos. Los dos territorios formaron parte de Africa orien­
tal alemana, hasta que en 1920 pasaron a Bélgica por mandato
de la Sociedad de Naciones.>
«Cuando en 1962 obtuvieron la independencia, Ruanda y
Urundi se separaron, tomando -este último territorio el nombre
de Burundi. El problema tribal era ya ·explosivo. El Gobierno
de Ruanda, dominado por los hutus, sometió ~ implacable per-
.. secución a los tutsis, que fueron objeto de espeluznantes matan­
zas. Todavía
·se recuerda a los esbeltos tutsis con las piernas
cortadas
por sus enemigos y abandonados hasta que murieran.
Treinta mil tutsis se refugiaron en el vecino Burundi y ayudaron
a sus hermanos de raza a· mantener un férreo dominio sobre los
hutas, pese a que éstos constituyen el 85 por 100 de una pobla­
ción
de casi tres millones y medio de habitantes.»
«A finales de abril y comienzos de mayo último se produce
el gran levanta-miento hutu, y el Gobierno aprovecha la ocasión
para matar al derrocado Ntare V, que seguía viviendo en el
país, pero que se había hecho peligroso. Se detiencadena enton,
ces la gran operación de exterminio del puehlo hutu. Los tres
únicos
ministros de esta tribu mayoritaria que había en el Go­
hiern"a son asesinados, e igual suerte corren todos los funciona­
rios,
profesores, ·sacerdotes y estudiantes hutus. TCBtigos occi­
dentales
que han huido de Burundi, donde desempefiaban pues­
tos contratados, han narrado las matanzas más salvajes, y algu­
nos hacen
subir a 100.000 el número de hutus asesinados. La
operación de exterminio parece que ha sido planeada minuciosa­
mente, cuidando de
aniquilar, en primer lugar, a todos aquellos
hutus con un cierto nivel de instrucción, con el fin de conservar
en el futuro, en calidad de esclavos, a los restos de un pueblo
diezmado y aterrorizado.>
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IV. AGRICULTURA, MEGALÓPOLIS, REGIONALIZACIÓN POR EL EsTADO PROVI,..
DENTE, DESARROLLO Y ECOLOGÍA.
La falta de la contemplación serena del orden de las cosas ha llevado
a
la pérdida de su sentido, que ha sido sustituido fXYr un frenesí activista
J}Or un progreso, lleno de contradicciones difícilmente superaples, hacia
el cu,aJ las organizaciones internacionales y todos los Estados prefe.nden
llevarnos totalitatiamente, colacándonos entre
&ylle y Caribdis. Los re~
cortes que siguen son una muestra de cuanto decimos, y nos dispensan de
muchos
comentsrios.
"EL PROBLEMA DE NUESTRA SOCIEDAD RURAL".
Es el titulo bajo el cual el Archiduque Otto de Haool>uxgo ha publi­
cado en YA del 16 de mayo de 1972 el comentario en el cual leemos:
«La historia social de los siglos xvm y XIX nos muestra la
costumbre de algunos grandes pr~pi-etarios, que destruían las ex­
plotaciones agrícolas al 'inducir a los agdcriltores á adeudarse a
la ligera. Llegado el momento, les forzaban a vender y así
agrandaban sus dominios. Estos ejemplos se juzgan con severidad.
»Pero,
en realidad, ¿nosotros somos ·mejores? No olvidemos
que la injw.ticia es igual, bien sea practicada por un particular
o por la co!lectividad.
»En este contexto, el gran experto agrícola austriaco Lenz
Moser acaba de publicar un artículo muy interesante en la re­
vista europea l. D.»
«Lenz Moser demuestra que, de 1953 a 1969~ los precios de
los productos agrícolas han aumentado en rm 31 por 100, mien­
tras que la renta pel' cápita del trabajador o del empleado ha
subido en el mismo periodo en un 247 por 100. Esto ha sido
posible debido a que la agricultura ha elevado su productividad
durante el mismo periodo en un 142 por 100, contra un 131 por
100 en la industria, un 70 por 100 en el artesanado y un 8 por
100 en los servicios páhlico-S. Estaba, pues, en el se<:tor más
avanzado de la economía. Ahora, sin embargo, la mecanización
ha llegado a su punto máximo, y los agricultores no tie11en el
medio de reabsorber los aumentos de precios industriales, arte­
sanos Y; sobre todo, el costo exorbitante de la Administración
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por una productividad todavía creciente. Incluso las unidades
mayores, tan queridas por M:ansholt, no servirían apenas; no
bajarían el coste como mucho más que entre un 5 y un 10
por 100.»
«. . . . El campesino y su familia se ven ohlig!l,dOS _ a lra·
bajar eritre doce y catorce horas diarias~· no tlen.etÍ vacaciones,
mientras sll renumeración por hora es casi si'empre inferior al sa•
lario mínimo.»
«Los gobiernos se han habituado a la estabilidad de los pro­
ductos alimenticios, cuyo8 precios no cubren a menudo los autén­
ticos
costes. Los agricultores se ven forzados antes o después a
vender su tierra a un precio, generalmente,-inferior al de su va­
lor real.»
«En esta política haY varias causas: una es el hecho de que
los agricultores no son lo sufientemente numerosos para influir
decidi~amente en IBIS ~lecciones. Además, los tecnócratas de las
orga:qizacionés internacionales los juzgan únicam.~te en la pers­
pectiva deformante de la estadística. Tenemos, por tanto, en ver­
sióÍi
contemporánea, las mismas. prácticas asociales que antafio.
Pero cQmQ éstas se presentan ~etrás de una pantalla de «slogans»
populares, las víctimas_ ni siquiera encuentran una audiencia sim­
pática.
»En nombre de la colectividad se reh~a al trabajo el justo
salario. Y est~ ocurre en. una época en que 96 alardea iróni­
camente de frases humanitarias.
»Esta política que ignora la función social de la pohla·
ción rural tendrá necesariamente en un próximo futuro conse·
cue;ncias fatales· incluso, y sobre todo, · para los habitantes de las
ciudades .. Estos harán bien, en r!'cordar lo que pasa con los pro·
blema:s del medio a~iente~ una acción ,de.masiado tardía no
permite,. por lo general, enderezar una situación definitivamente
comprometida.>
"MEGALÓPOLIS. PERDIDAS".
Con este titulo,. fhnnsdo por Eduardo Tijeras, ABC del, 10 de mayo
de 1972-dice;.éntie otras cosllS:
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«Qué liberación el coche, qué l!:IÍntQma de aristocratismo, qué
extraQrdinaria autonomía. Fahrigueinoe, cQCh.et,,:>
«Vengan co.ches a la calle, Y al cabo de poco tiempo se com­
prueba con .estupor q·:ue el coche inficiona la atmósfera, conges­
tiona las calles, mata a la gente y pierde velocidad frente a los
semáforo.!!, los ala!lco-6 y la saturación. No resuelve. Ciudadanos:
abandonen el ·coche y usen los medios colectivos de transporte,
que esa es la solución de la gran ciudad.>
«. • , • ¿Me hablan de-1 Suburbano madrilefi.o, especie en
horas-punta de círculo dantesco, con fabulosas aglomeraciones
Pª1"Dc todo, pal;'a_ tom.,ar billet~, para ~mar el tren, para tomar la
escalera_ ro.d~nY, o el ascensor, ello s~~ contar ~l humillante ha­
~inamiento a que son sometidos los tj,ajeros dtirante el larg_o
trayecto? El Suburbano es un ejemplo entre muchos.»
«. . • , Cuando ~eo a l~s conductores de cÓchés sulfurados,
la ciudad podrida, el ruido taladran.do los iímpanos, la multitud
apretada en las iaulas de" hierro, la:s mujere·s escarnecidas, las
escaleras incómodas, siempre acabo preguntándome, no con amar­
, gura, sino aimplemente con fría desesperación fatalista: ¿ Y esta
es la civilización ~ue hemos creado? ¿ Este es el porvenir que a
mí. me espera?»
«El habitante de la m!;lgalópolis está perdido J)()rque el mal
ra_dica er;i la eiµdad misma, en su desmesura, ~n su crecnmento
caótico, que comporta un cúmulo de necesi~des irn¡tiles, gra­
tuitas -túneles, pistas, puentes, artilugios rodantes, sótanos, hos,
quedad ~a la-s que algunos_ tend,:-án aún la fantasía de llamar
progreso, con prob$le. ignorancia ~e que la graµ _ ciudad es el
enemigo .. número uno . Pel pobre que, por razón de su menestero­
sidad, se ve obligf!4o a comprar la casa en el extrarradio, a com­
Pfll:r
en_ .los mercados má~ caros, ~ gastar Uiás. que nadie en el
transporte,_ ~ perder má·s t~empo en sus _desplazanú.entos, a dor­
~r menos, a vivir menos y a morit:' antes.»
«La idea, del progreso es. una añ,ga.za. De nada sirve fabricar
más c.oehes para tener que construir más pasos elevados y pro­
ducir más puestos de trabajo, y tener que construir más casas
que hagan la ciudad más grande y requiera más coches y más
túneles y ... »
837
Fundaci\363n Speiro

«. , , , Determinar cuántos grados debe avanzar la civili·
zación constituye
el gran problema de nuestro tiempo. Lo peor y
más ·suicida es el progreso indiscriminado, preci.Sramente el que
se está llevando a cabo. Y ahí tenemos la destrucción del equi­
librio biológico, el repudfo de la gran ciudad, el tributo mortí·
fero de la carreta, el retroceso de la civilización del ocio, los
sueños
ahogados en gas-oH y el somnífero emanado de las pan­
tallas.»
DESARROLLO ECONÓMICO Y EMIGRACIONES IlffERlORES.
Saluatiano ,del Campo, en YA del 28 de mago de 1972, bajo el tftu/,o
MIGRACIÓN INTERJOR. y POÚTICA REGIONAL, escribió el estudio del que hace­
mos
estos cuatro recortes:
838
tra que las provincias con mayor emigración pierden población
en todos sus eatratos, ya que España está experimentando un
proceso de urbanización y simultáneamente wi intenso éxodo
rural y una concentración en la periferia o, lo que es igual, en
las zonas geográficas de mayor riqueza y mayor grado de indus­
trialización. Coexisten 1lll trruwase campo-ciudad con otro agri­
cultura-industria y servicios y un gran volumen de emigración.
Así lo dejan ver las características de los emigrantes que perma­
necen constantes a lo largo de la década 1960-19'70. Dentro del
país, la periferia y Madrid atraen a todos: muj-eres y hombres,
jóvenes y no tan jóvenes (pero no a los ancianoS), solteros y ca­
sados.:.
«Hace muy poco, el Banco de BHhao, en su estimación de la
distribución provincial de la renta nacional, de España. ha veri­
ficado
que «en los dos últimos años se ha tendido a la concen­
tración del producto y de la población en las provincias de más
alto nivel de desarrollo». La reducción de las disparidades entre
la productividad y renta por persona de las provincias más y
menos desarrolladas se debe a los movimientos migratorios.· A
su vez, «las provincias más cercanas a las más desarrolladaB-son
las que han acusado un mayor grado de crecimiento. Las más
deprimidas, como consecuencia de la emigración de parte de su
población, han obtenido niveles medios de producción y de
renta más altos, IÍun cuando su participación total en el conjwi­
to nacional haya quedado visiblemente deteriorado. En defíni•
tiva, se camina hacia una mayor concentración de la población,
Fundaci\363n Speiro

la producción y la renm desde el punto de vism global, y a una
descentralización de Ul renta personal. desde el ¡mnto de vista
relativo,»
«Naturalmente, este resultado contradice plenamente lo que
ha venido pasando por política de desarrollo regional en Es­
paña, que, desde 1964, ha usado como instrumento operativo los
polos de ·desarrollo y promoción, establecidos por el Primer
Plan de Desarrollo,>
«En suma, que la planificación indicativa, que desde luego
no es planificación coactiva para el sector privado, produce, sin
embargo, resultados que se imponen, como se hubieran impuesto
los de la planificación coactiva, sólo que no a todos, sino a los
individ.uos ¡,obres
y a las regiones pobres:»
"EL EsTADO PROVIDENTE".
El desarrollo económico, en la actual. economia al revés -expJ.icada por
Marcel de Corte en su estudio a.si titulado (véase VERBO, número 91 .. 92,
de enero--febrero de 1971)-es ¡,removido por EL EsTAoo PROVIDENTE,
que es también el titulo y el teme que, en ABC. del 10 de mayo de 1972,
deS8t't'olló Luis Moure Mariño y al. que corresponden los siguientes re,.
corles:
«.· . . , En las utopías, el Estado es concebido, a un tiem­
po, como el gran chivo expiatorio y como el omnipotente Le­
viatán ohligado a rewlverlo todo,: si las cosas marchan por mal
camino, el Estado -se dice-, es el responsable de todo lo malo
que sucede; pero aun cuando las cosas: no vayan mal, el Estado
-se desea--tiene la obligación de labrar la felicidad de sus
súbdito·s.
»La
teoría del Estado-providente, pa'lpita un poco en todo in­
dividuo y
tiene sus más árduos defensores en quienes propugnen
sistemas de seguridad social a ultranza. Acaso el ideal social
cousistiría
en que el milagro del «maná» se renovase cada maña­
na; una sociedad en la que, el alimento, la habitación, el vestido,
la educación e induso los caprichos suntuarios, estuviesen siem­
pre cubiertos. Pero si todOB tuviésemos asegurado nuestro futuro
hasta tal extremo, ¿quién trabajaría y de dónde saldrían los re­
cursos
para man.tener una Arc.q,dia s-emejante? .•• La anterior pre­
gunta nos conduce, con plenitud de lógica, a formularnos la si•
guiente: ¿Ha,sta qué punto puede un Estado afirmar su paterna­
lis-mo y
hacerse cargo de la seguridad de sus súbditos.»
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Fundaci\363n Speiro

840
«. . • . Pese a su condición de sacerdote consagrado al pró­
Jimo, desde ·SU trinehera d:e sociólogo y economista, Malthus ra·
zorió del
siguiente modo: «Mi opinión es que, incluso una con­
tribución universal de 18 chelines por cada ·libra, en lugar de
cuatro,
no alteraría la situación actual. La creación de pensiones
o
el aumento de los jornales, queda reducido a ilusorio si no va
precedido de un aumento de mercancía&.,
»A
primera vista es extraño -razona Ma'lthus-------, que yo no
pueda,
con mi dinero, sacar de la miseria a un desgraciado;
pero esta es la triste verdad: si le doy. dinero suponiendo que
la cifra de producción del país no cambie, le doy, en la práctica,
un título que le permitiría adquirir una pr-oducción de alimentos
mayor·
que la que ant~ adquiría, y que, por fuerza, será detraída
de la masa común en detrimento de otrCH!I partícipes ... A través
de un razonamiento irreprochable, Malthus desemboca en la con­
elllilión
de que las leyes para proteger a los pobres de Pitt, en
vez de mejorar la .situación de 'las clases menesterosas, la em­
peoraron en un doble sentido: porque la sensación de falsa se­
guridad generó un 8.umento de las cifras de población sin haber
aumentado las subsistencias, y porque las nuevas raciones de lo-s
menos dotados -de los que contribuían en menor medida al
desal"I'ollo social-habían· reducido y encarecido la, ración «de
los que no tienen más fortuna que su trabajo».»
«No
deja de ser curioso que, corridos casi dos .siglOB desde
los ra:1;onamientos de Malthuss, insignes economistas prácticos
hayan mostrado igual aversión hacia los sistema de seguridad
total.
Es' el caso del ex caneiller y ministro de Finanzas del Reich
L-udwing Erhard, quien nos dice: ~La aspiración del individuo
a proveer a s,u futuro, es algo que ni se· puede r.i. se debe borrar
del corazón... El 5t?guro sociit'l total condueiriá a una forma de
convivencia
en la que todo el_ mundo rehuiría responder de sí
mismo. Sería un caso de evasión de la prop~a responsabilidad,
un ~mino por el que resbalaríamos haci~ un orden social en el
que cada cual-tendría 8U mano en el bolsillo del yecino. Tal
forma de seguridad aniquilaría las. má.s auténticas virtudes hu­
manas.>
«Cierto qtte ·desde los tiempos de Malthus han corrido casi
dos &iglos. Cierto también que el Estado moderno no puede des­
entenderse de graves deberes de· -socorro hacia las clases más ne­
cesitadas.
Pero tampoco -podemos ignora!' que flota -sobre toda
esta cuestión
de la seguridad social un falso halo peligroso y
Fundaci\363n Speiro

encan:dílante como un espejismo. ·Para la -política --y también
para la ·galería expectante--los avances en materia de seguridad
social pueden apuntarse como hazas de. triunfo. Pero -no podemos
olvidar que todas estas hazas serán engañosas -puramente ficti­
cias--, cuando las dádivas legislativas vayan más Iejoe que los
recursos nacionales. Toda elevación de los salarios o· de la se­
guridad que no deriven de un aumento previo de la riqueza no
pasan de ser un fraude ilusorio.)
«. . • . Los límites de la seguridad socia'! -contes,tamo&­
se hallan fatalmente señalados por dos barreras: no se puede des­
truir, en primer lugar, la capacidad creadora del hombre. (Alli
donde se detenga el estímulo creador, donde surja la tentación
de la holganza, la seguridad social tendrá que detenerse.) Pero,
sobre todo --ello es obvio--, cada paí-s, en razón de sus recur­
sos, sólo podrá asumir un grado «equis» de seguridad para SU8
súbditos. Paraísos humanos en los que nos sintamos garantizados
contra todo, son pura entelequia para la que -no hay solar sobre
la tierra. Es cada individuo, en primer lugar, quien tiene ·que
pechar coll 1~ respoñ.sahilidad de s-u futuro. Sólo en aquel punto
en que el hombre no pueda afrontar la adver.sidad --el hombre
que luchó y trabajó antes-----, sólo aquí podrá intervenir el Es­
tado para ayudar' al menesteroso. Y esa ayuda, por fuerza, habrá
de ajustarse a laB posibilidades y recursos del Estado. Cualquier
otra idea sobre la seguridad social sería ilusoria •. .»
¿DóNDE ESTÁ EL PROGRESO? ¿A DÓNDE VA LO QUE AHORA SE NOS PRESENTA
COMO PROGRESO?
Hoy, al, Estado providente tienden a sustituirlo organizaciones infez ..
nacionales, también prouidentes. Y, a aquél, le quieren orientar ciertos orga,.,
nismos, también internacionales. Los recortes que a continuación siguen
tW3 muestran la desorientación que. sienten loo orientadores en l0s pantw
más básicos, y cómo no pueden ponerse de ocuerdo entre sí.
Pese el prometedor desarrollo, en que eufóricamente vivimos, podemos
leer, con el título LAS "GENEROSAS uroPiAs" DE S1cco MANsHOLT, un co­
mentario de Ferdimmdo Rlcaroi en MONDO ECONOMICO de abril
de 1972, del que entresacamos lo que sigue:
«Si nuestros hijos y nuestros nietos pudieran tener garantiza­
d() el mismo nivel de vida matCrial ·de que nosotros disfrutamos.,
me daría por muy satisfecho.
»Es Sicco Manshoh, quien habla de esta manera.»
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Fundaci\363n Speiro

842
«Sin duda, sería inconsciente y culposo admitir que los re­
cursos naturales de nuestro planeta puedan· continuar siendo ex­
plotados por nuestra generación como si fuesen eternos. Mansholt
declara que, hoy, la constatación científica: de la polución, del
emponzoñamiento de la atmósfera, de la degradación del am­
biente natural y del agotamiento progresivo de los recursos geo­
lógicos, debe trausformarse en una doctrina política: no sola­
mente una doctrina teórica, adecuada para cualquier estudio
sabio, de carácter universitario, s.foo en algo que pued'a trans­
formarse,
en lo concreto, en acción.>
«.
Se debe tener la valentía de abandonar la noción
de
Producto Nacional Bruto, renunciar a convertirlo en un fe.
tiche, como si se tratase del único elemento a tener en cuenta
para decidir que un afio fue favorable y que una determinada so­
ciedad está en el buen camino. Se debe sustituir la noción de
Producto Nacional por la Oe uti'lidad nacional y utilizar un sis­
tema económico
que no &e base ya sobre la expansión máxima
por habitante. Es indispensable tomar la decisión de proclamar
que el volumen de bienes materiales puestos a disposición de
cada
uno debería disminuir, en vez de aumentar, en el futuro, y
que el libre uso de estos bienes debería quedar limitado.
»Para compensar estas reducciones y estas limitaciones, será
necesario volver al principio de que los bienes-de consumo de­
ben ser duraderos, abandonando el absurdo estímulo a una ro­
tación cada vez más
veloz: «cada año un nuevo automóvil, cada
año
un nuevo Írigorifico ... » ¿A dónde nos conduce este cami­
no? ¿A cambiar de frigorífico una vez cada mes, después una
vez cada semana? ...
»La reducción del con-sumo de bienes materiales deberá re­
sultar compensada por la extensión de otros bienes: Previsión
social; desarrollo intelectual; organización de '1as actividades re­
creativas y del
tiempo libre.
»¿ Cómo provocar, en el campo concreto, una transformación
semejante? ¿ Cómo ponerla en práctica, en Europa, separadtuneu­
te del resto del mundo?: l\fansholt indica una doble respuesta
que, por otra -parte, no parece suficiente, no es convincente en
todos sus elementos::
»a) Una planificación rigurosa, lo cual parece incluso pe·
ligroso para los mismos ideales del problema; ya que tendría,
como efecto, centralizar poderes inmensos en las monos de bu­
rócratas y planificadores, reduciendo .el estímulo individual y
Fundaci\363n Speiro

la creatividad personal~ -única vía hacia una especie de felicidad
que permita, a cada uno, expresarse del mejor modo posible.»
Vemos que tanto el desarrollo, que nos dicen llev&-á a Scylla, como la
reducción del con.sumo, que tal vez nos haga chocar con Garilx:lis, quieren
centralizarse. Así no se nos da opción de escapat a la catástrofe general
que los sostenedores ck cada opinión pretenden que llegará por la otr-a
via. El respeto al principio de subsidiariedad falta totalmente. No se ad,.
mite que las cosas se dejen en su cauce normal. La \l'azón de uoos pocos
trata imponérse.nos a todos. Pero veamos lo que Gerolano Fiori, con el tí­
tulo Los "HALCONES" DEL DESARROLLO y LAS 'ºPALOMAS" DE LA ECOLOGÍA,
ha planteado en MONDO EOONOMICO de abril de 1972.
«Hay, por lo menos, dos buenos motivos para sentirse des­
orientado: en primer luga·r, por el hecho de que esta es la pri­
mera vez que un organismo político ofieial, incluso supranacio­
nal, como la Comisión Europea, se enfrenta con un problema de
esta magnitud y gravedad, constrefi.ido por diagnósticos precisos
y sugerencias
de acción.
»Debe admitirse que Mansholt, aun usando hipót-esi-s de tra­
bajo, más que concretas pil"opuestas operativas, puso, con cierto
Valor, el dedo sobre la llaga peor, o, por lo menos, ·sobre el pro·
hl-ema principal del mundo contemporáneo, pero también sobre
un tema en el que no es fáeil distinguir los contornos de lo
que parece ser más urgente, para tratar de poner un poco de
orden en las ideas.»
». . . con todas las reservas que un examen apresurado
de los métodos de análisis y de las conclusiones del estudio en­
cargado
por el Club de Roma pueda inspirar, es forzoso admitir
que las argumentaciones y las solu,ciones propuestas por Maneholt
no presuponen, necesariamente, h . ver08imi'litud de un próximo
destino apocalíptico . del mundo aun cuando conservan, igualmen­
te,
una parcial justificación, a hase de simples deducciones lógi­
cas o
de datos de hecho ya hoy plenalllente evidentes.»
«. . . . hay dos posibles actitudes, do:a opuestas filoso-fí~
que se van delineando claramente, a nivel científico y en la
opinión pública.
»La primera filosofía, que se podría definir como estoica y
cínica, a un tiempo, en términos estrictamente histórico--filosófico·s,
es la que sedujo a Manshol" y sostiene que la única vía de sa­
lida para los males presentes y futuros de la humanidad es la
que -conduce a la detención del desarrollo económico, es decir,
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Fundaci\363n Speiro

a parar la continua expansión de la producción material bruta
(pro cafiite).
»La segun® filosofía, de perfil optimista y positivista, aun
admitiendo la peligrosidad, implícita en una situación de des­
arrollo industrial incontrolado, niega la gravedad de ella y la
inevitabilidad de una catástrofe, en ausencia de drásticos reme­
dios, para llegar a la condnsión de que los males de la socieda~
industrial pueden combatirse en forma válida, sin renunciar a la
parte de valores tradicionales de la política económica: en par­
ticular, sin renunciar al principio de la maximización de la «pro­
ducción nacional bruta pro capite». _Sostiene que renunciar al
desarrollo, por miedo a sus costes negativos, no solamente repre­
senta
un sacrificio inútil, sino también un auténtico acto auto­
lesivo para la Comunidad, desde el momento en que sólo gra­
cias al continuo desarrollo podrán encontrarse los recursos nece­
sarios para resolver los problemas presentes y futuro,s de la socie­
dad industrial, mediante una masiva conversión de infraestruc­
turas, cualidades, gustos y preferencias.»
«. • • . existen posi-ciones intermedias, entre los dos ex­
tremos, según los matices personales que cada interlocutor en
singular aporta a'l debate.»
«. ;. . . una tercera filosofía: la filosofía propia de aque­
llos que, sea por diagnóstico o por estrategia de intervención
hacen recaer el acento principal sobre el aspecto demográfico del
problema a través de un oportuno contrO'l de las variables de la
población.»
«. . contraposición de fondo entre los «halcones del
desarrollo» y las «palomas de la ecología».!i>
Asombra que se nos quiera arrastrar a todos, a toda velocidad y por
la fuerzEt, haci.a una u otra de las direccione:; ,-,[a del-desarrollo y la de
la ecología,-, que, por otra parte, son tan rE«Íi.calmente consideradas
como catastróficas. Dos pequeños. grupos de mentes quieren itnponerse
a todas las demás, jtirmido en sentido oontrarioi ...
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