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Política y religión. Su solidaridad

P0LITICA Y RELIGION. SU SOLIDARIDAD
POR
MJCHEL DE PENFENTENYO.
La herejía moderna es social.
«La herejía moderna es social» ...
Es social... no porque la sociedad sea su meta y por tanto el h
mite

ante el cual se detiene.
Es social por cuanto disuelve la socie­
dad, la corrompe, la corta de su finalidad y por ahí promueve, con
más seguridad, la corrupción de las almas, ya que las almas son
la
verdadera presa de la herejía. Dom Delatte, a quien Jean
Oussét comenta
en
Pour Qu'I! Reg­
ne ( 1), evoca el «misterio de iniquidad» que será el preludio del
advenimiento del Anticristo antes del último Advenimiento:
«El mal

no se manifiesta, escribía Don Delatte, más que en
la
medida de las salidas que se le dan creadas ( .,. ) sí, hay una fuerza
social que limita el mal, que le impide desembocar en el desorden
y
en la

nada, existe una armadura estable, unas líneas jerárquicas que
contienen y reducen el esfuerzo del maligno. Es evidente que el día
en que esta potencia de orden
y de paz ( que de las manos de la
Roma pagana ha pasado a la Roma cristiana) después de haber sido
lentamente erosionda por los legistas, y
sacudida por
la supuesta
Reforma y por la Revolución, haya sido definitivamente minada por el asalto del mal desencadenado, entonces las salidas se abrirán
y
quedarán libres los caminos para el mal. Ya nada le sujetará.
»Este poderío de orden, de paz
y de armonía no solamente tiene
por misión asegurar, en el seno de Dios,
la felicidad eterna de todos
los miembros de
la familia humana que hayan querido vincularse
(1) Pág,l.na 119 de la nueva edición.
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a ella, sino tj_ue es, repitámoslo. por parte de Dios, la única condi­
ción del orden en el hombre, en la familia, en la sociedad, en la
nación, en· toda la hwnanidad. Cuando todo se haya coaligado contra
este poderío, hasta las pasiones populares que socavau el orden y
los poderes políticos ardientes de su propia ruina, entonces nada im­
pedirá ya el advenimiento del enemigo de Cristo. Tendrá todos los
derechos, toda la autoridad, se llamará el Estado y doblará todo
aute él.»
La herejía moderna es social ... pero no se detiene en la sociedad
porque hay una solidaridad de destifio que liga la sociedad y la re­
ligión. De hecho,
la herejía es total. Pero hoy día empieza por la vida
temporal para alcauzar mejor a la vida espiritual. Propaga una mauera de pensar que hace al Evaugelio y a la vida
sobrenatural inadmisibles para un espíritu que ella ha ganado para
el «pensamiento moderno».
Está, pues, bien caracterizada por una ideología que vuelve a las
almas refractarias a la vida religiosa, pero su reino es un reino so­
cial porque está indisolublemente ligada: a) en primer lugar, a unos
aparatos de dominio, a unas redes sociológicas que aseguran su do­
minación sobre las escuelas, las universidades,
la prensa,· los sindi­
catos, los sistemas legislativos y políticos, las corrientes «culturales»;
b) en segundo lugar está ligada a la construcción de la nueva socie­
dad, según unos principios que excluyen progresivamente el funciona­
miento de las instituciones naturales
y la expansión de la vida so­
brenatural.
• * *
«La herejía moderna es social», gustamos de repetir en el Office
para explicar nuestra posición que nos parece específica del mal mo­
derno y que determina el plauo de nuestras competencias prácticas y
los límites concretos de nuestros combates. Esto nunca ha signifi­
cado que, según nosotros, la herejía moderna NO FUERA MAS
QUE SOCIAL, ni que se detuviera en lo social (2).
* * •
(2) Le Petit Robert definió así la herejía: «Doctrina opinión emitida en
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Jean Madiran ha demostrado notablemente bien, en su libro
La viel/e,se du Monde (3), que la Iglesia perseguida por el comu­
nismo:
«Puede confesar la fe de Jesucristo. No siempre. Hay trampas,
persecuciones ... que son atroces en sí mismas. No son, sin embargo,
ni lo esencial, ni lo más atroz, que radica en el silencio.
»Por muy herida, por muy engañada que esté, la Iglesia en Po­
lonia o en Hungría, puede decir que es
y sigue siendo católica, que
es fiel a
la sede romana ( ... ) . La Iglesia del silencio puede decir que
no es comunista ( ... ).
«Pero hay el silencio. »El formidable silencio ( ... ).
Lo que la Iglesia del silencio ya no
puede decir
y profesar es que ella rechaza el comunismo en cuanto
régimen

social.»
« ... El comunismo es W1 ateísmo, pero U.O ateísmo cuyo particu-·
lar

desigoio no es destruir la fe trabajando principalmente por me­
dios ideológicos (aunque
también trabaja así); su designio particu­
lar es destruir
1a fe atacándola en el terreno de la organización so­
cial y de
la civilización (Divini Redemptoris, párrafo 3) .»
Este designio particular del comunismo ( atacar la vida religiosa
por el atajo de
la vida social) es una manera propia de revelar clara­
mente la solidaridad de destino de la política y de la religión.
• * *
La revolución social -y la revolución religiosa Eon solidarias.
Otros
ejemplos de herejías ...
sociales contemporáneas de alcance
religioso, porque no sólo· el comunismo clásico amenaza la fe atacán­
dola en el ámbito de la vida social y política.
En el seno .. mismo de
nuestras
«estructuras» sociales, vemos claramente propagarse un
cier-
el seno de la Iglesia católica y condena.da por ella como corruptora de los
dogmas». La misma palabra de herejía designa bien el alcance religioso
de
los

errores modernos a los cuales nos referimos.
(3) La Vieillesse du Monde, págs. 61 a 63, N. E. L., en venta en el
C. L. C.
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to tipo de revolución social con incidencias religiosas. Por ejemplo,
en el número 101 de
Echange,, la «Revista del Centro internacional
de intercambios religiosos, culturales
y sociales, dirigido por las
Hermanas
Auxiliadoras»
y cuya «Directora-Gerente» es Sor Fran­
cisca V andermersch.
¿Dónde se podrían clasificar las «ideas» siguientes, sacadas del
número titulado «Ser jóvenes
y vivir en grupo»: en la categoría
«social» o en
la «religiosa»? ¿No corresponden más bien a esa ca­
tegoría que se llamaba de cuestiones «mixtas», porque afectan lo
mismo al orden temporal que a la vida religiosa?
-«Preparar

la Revolución ( en nota: Revolución
= transfor­
mación completá. de la sociedad) no se resuelve, a nuestro parecer,
con un solo cambio, el de las estructuras políticas y económicas de la sociedad. Formar una comuoidad de vida y de acogida es ya em­
pezar a actuar
y a iluminar esta Revolución. Si nuestra acción polí­
tica quiere cambiar la vida, creemos que cambiar la vida es un acto
político» (pág. 20). Pero, ¿qué son esas comunidades de vida
y de acogida?
-«Grupos

informales, grupos espontáneos, comunidades de
base, comunidades críticas, fraternidades, permiten comprender los lazos entre la protestación religiosa
y la protestación política que esos
grupos desarrollan» (pág. 22).
-«Esta

crítica se resuelve en un triple reproche hecho a la
Iglesia por los grupos de base.
»La Iglesia es represiva, la Iglesia está comprometida, la Iglesia
es extranjera.
»La Iglesia es represiva en razón de su misma estructura jerár­
quica, etc.» (pág. 24). - «El doble fenómeno de
serularización del

proyecto mesiáni­
co y de socialización del proyecto político, notable en ciertas comu­
nidades de base, le inviste de hecho en un proyecto único: «cambiar de vida», al realizar a escala de grupo, bajo una forma experimental,
la «reducción» a la vez de una «contra-sociedad» y de una «contra­
iglesia» (sic.)» (pág. 25). ¿Hasta dónde irá el «proyecto» de «cambiar la vida» y hasta
dónde irán las «formas experimentadas» de «contra-sociedad». y de
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POUTICA Y REUGION. SU SOUDARJDAD
«contra-iglesia»? La misma revista ha querido ponernos eo la pista
con el editorial firmado por la «D1rectora-Gerente», Sor Fr. Vander­
mersch. Este mismo editorial está consagrado a esas «comunidades
de base>), «comuna>>, «colectivo», < que, según nos dice el autor, «intentan definir unas nuevas fórmulas
de vida en sociedad».
Para empezar, Sor Vandermersch precisa que:
«La familia tradicional ( ... ) reducida, lo más a menudo, a la
pareja conyugal ( ... ) no basta para colmar la necesidad de relaciones
humanas
y fraternales a las que aspiran los jóvenes.» «Aparece ahora
eo la juveotud una necesidad esencial de «vivir juntos», de «repartir»
( ... ) «esta puesta en común de lo que se tiene, de lo que se es, va
desde el portamonedas al vestido, pasando por toda suerte de expre­
siones, libertad de palabra, lenguaje del cuerpo ( ...
)». «Reparto a
todos los niveles (por tanto) de lo más material
y de lo más es­
piritual» ( ... ) «suprimiendo las fronteras para alcanzar
lo univer­
sal» ( 4).
Y como este «reparto a todos los niveles»
y «ese lenguaje del
cuerpo» corren el riesgo de ser mal comprendidos por los -lectores, la
•Directora-Gerente» ha publicado en la página 15 de la misma re­
vista la descripción de una de esas «comunas» de las que habla.
«Ha sido en septiembre cuando han decidido vivir" juntos en
•comuna» en un piso de la región de Tarbes. Se . conocían desde
hace algo más de dos años, se habían encontrado en redes ·de inter~
cambio de droga. Daniel en l'IDHEC, Pedro en Prépa, Isa en Nan­
terre, Claudine en Termina.le, Alí, un argelino en paro forzoso, Co4
lette. En total son siete, con Yvon, el hijo de Pedro (5) y de Isa,
( 4) Decididamente, esa palabra «universal», asociada a la supuesta ne­
cesidad

de los jóvenes de «contestar»
la castidad, toma un sentido muy par­
ticular hoy en día en las
revistas «religiosas».
El P. Jean Le Du también se
pasmaba en
la revista Caiechese (núm. 45, 4.º trim., 71) ante este testimonio
de una joven
-ufaná

de haber ganado
la calidad de «la mujer universal, apta
para encontrar

a numerosos hombres
y para sacar de cada encuentro una en­
señanza particular, un nuevo placer especial en cada uno» (pág. 462).
(5) He ahí un vestigio de ·presunción por parte de ese Pedrito. Un re­
siduo aún de la vieja alienación paternalista ... porque, ¿qué sabe el tal Pedro
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que tieue dieciocho meses. De hecho, Yvon es también el hijo del
grupo ; cualquier cosa que sucediera a Pedro o a Isa ( si se hicieran
«encerrar», por ejemplo, lo cual ya ha sucedido por
una historia de
ludia contra

la droga), los miembros de
la «comuna» se han com­
prometido a tomarlo a su cargo. El nene hace lo que quiere ( ... ).
En principio las relaciones sexuales son libres, pero se han creado
unas parejas relativamente estables.»
¿Estimación o juicio de la revista de las Hermanas?
~ Ninguno.
Todo esto se describe en unos términos de amabilidad que des­
arma, de comprensión y de apertura a los otros. La única conclusión
del autor que se pregunta acerca de los motivos profundos de esos
< «A veces me pregunto si se trata de una fuga a consecuencia del
fracaso de mayo del 68, de Wla represión, o por el contrario, de un
nuevo impulso, un golpe maestro o quizá un tránsito. ¿Cómo podrán
hacerse duraderos todos esos movimientos? ¿Cómo ser revoluciona­
rio al margen? Esas son mis preguntas en estos momentos» (pág. 15).
O se está buscando o no. ¿Lo importante no es acaso hacerse
preguntas... sobre todo para evitar encontrar una respuesta que les
obligaría a ustedes a terminar con la «problematizacióo» ... ?
En cualquier caso, no se podrá reprochar al progresismo el igno­
rar la estrecha relación que une -quiérase o no--, en el mismo des­
tino histórico la suerte de lo temporal y de lo espiritual.
* * *
Todas las revoluciones que han combatido a Roma en un
solo haz.
«Me diriio, decia E. Quinet (6), a todas las creencias, a todas las
religiones
que han combatido a Roma, porque

están todas
ellas en
de si es él el padre de Yvon. si creemos las precisiones dadas a continua­
ción en el artículo de las Hermanas Auxiliadoras?
(6) E. Quinet, L'en1eignement au peup/e (los subrayados son nues­
tros).
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POLITICA Y RELIGION. SU SOLIDARIDAD
nuestras filas, quiéranlo o no, porque en el fondo, su existencia es
tan incompatible como la nuestra con la
dom~nación de
Roma.
¡ Qué
cosa hay más lógica en
el mundo que hacer un solo haz con las re­
voluciones que han pasado por el mundo desde hace tres siglos, que
reunirlas en una misma lucha, que volver a salir así a la luz para
rematar la victoria sobre la religión de la Edad Media! La desgracia
de la Revolución francesa es haberse aislado de las revoluciones que
la
han precedido. Reparemos este error ... »
Coherencia de la Revolución ...
Hay tal solidaridad entre la sociedad civil y la religión que los
enemigos de una no pueden dejar de ser enemigos de
la otra.
El profesor Marce!
de Corte lo ha descrito luminosamente (7) :
«La inteligencia no se eleva naturalmente hacia Dios y no reco­
noce su

dependencia respecto del
principio de

explicación del mundo
más que si está situada en un tipo de sociedad donde la noción de
~azo natural

está en vigor
entre los
hombres. En las
comunidades na­
turales

o seminaturales como la familia, la profesión, la
·patria, es
donde

se manifiesta la relación vertical del
hiio con
los padres, del
aprendiz con el
maestro, del

ciudadano con el
rey padre
del
pueblo,
de

cuya relaci6n extrae la confirmación de la seguridad que
tiene de
que

existe
una relación
de todas
las cosas con una causa superi(Jt', La
inteligencia encuentra conformado en ello1 en un nivel que le es más
fácilmente accesible, lo que presiente
oscuramente cuando se

eleva hacia
el Ser cuya luz le deslumbra. Las estructuras de esos mundos en mi­
niatura en los que se adentra, no son su obra. No los cambiará, por
más que haga. Nadie puede tener otro padre que el suyo propio,
salvo en la imaginación ( ...
).»
«El hombre es un animal racional y un animal social. Los dos
van parejos, y las vías naturales de la razón son paralelas a las vías
naturales que conducen a
la vida en sociedad. La inteligencia humana
necesita, para el
ejercicio de sus intuiciones (y de sus demostraciones)
más altas, de un cortejo natural cuyos órganos con su sola
presenci_a
refuerzan el impulso natural de la inteligencia hacia Dios, que corre
permanentemente el riesgo de debilitarse a medida que asciende. La
(7) Itinérafres, enero 1972, pág. 14; «La Grande Herésie».
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metafísica natural del espíritu humano comprueba humildemente la
dependencia de la inteligencia respecto de un mundo que no es obra suya sino la de un Ser trascendente. La política natural comprueba,
con la misma modestia, que el hombre nace y se perfecciona en unas
comunidades que no están sujetas a su arbitrio
y que le significan su
pertenencia a un orden que le sobrepasa. Ambas son inseparables. Se
expansionan o declinan juntas, en una simbiosis íntima. Las épocas
en las que la inteligencia ha reconocido mejor la existencia de Jo
Divino son aquellas en las cuales los fundamentos naturales de la
ciudad humana han sido los
más estables, y recíprocamente.»
El culto exclusivo de la «espontaneidad»
y de la «creatividad» in­
dividual, unido al desprecio de las herencias recibidas de lo «alto»,
ha engendrado siempre un principio de disolución política y social
así como moral y religiosa. Se le llama «desalienación», o «libera­
ción>>, tanto en religión como en filosofía, en arte como en moral
y en política.
Ha existido en la · historia la «desalienación» religiosa cuando se
ha exaltado el «libre examen». Ha existido la historia de la «des­
alienación»
en política,
cuando tuvo lugar la Revolución. Y hubo des­
alienación en el arte con el romanticismo y, después, con el surrea·
lismo.

Todo ello forma parte de las mismas corrientes. La crisis re­
ligiosa es tributaria de la crisis intelectual estética y moral. Y esta
última se debe, a su vez, nuevamente, a la crisis política y social.
Si el «progreso» de la humanidad se reduce a las aportaciones in­
dividuales de cada ser humano tomadas indistintamente, ¿qué valen
las comunidades de destino, sus leyes, sus patrimoniOS, sus r,eglas ins­
titucionales? Si todo deriva de la «libre creatividad», esas herencias
sociales no pueden ser más que malas, fundamentalmente alienad.oras.
Sus transmisiones hereditarias deben proscribirse. Es conveniente, es
justo, equitativo y saludable volver a crear el mundo cada año. Hay
que estimular la contestación, la problematización de los modos de
pensar, atacar a la familia, a la profesión
y a la patria, en primer
término porque alimentan en nosotros unos tipos hereditarios im­
puestos «desde fuera».
Y también hay que atacar a Roma, en cuanto que esta ciudad
encarna, a la vez, el poder espiritual del catolicismo y los valores
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latinos que florecen en las tierras bañadas y alimentadas por la doc­
trina católica.
Tenía razón E. Quinet: Hay que hacer un solo haz con las re­
voluciones que han sucedido en el

mundo desde hace tres siglos.
Revoluciones, contestaciones religiosas, intelectuales, morales, es­
téticas y políticas deben ser llevadas en vanguardia porque el hombre
es, a la vez, un animal racional, social y religioso.
Tenía razón E. Quinet ... , y su sueño de 1870 está hoy en día
bien próximo a encarnarse ... .ri, cuando menos, el verdadero progreJO
humano consiste en volver a partir de cero en cada generación. Si
toda herencia no es más que alienación, toda jerarquía social esclavi­
tud, y todo dogmatismo esclerosis.
Si nuestros muertos son nuestros enemigos. Nuestras patrias, unas
madrastras. Nuestras familias, hornos crematorios. La Iglesia, a su
vez, no es más que una «tradición esclerosante». Su jerarquía, repre­
siva ...
Nada más urgente que hacer tabla rasa del pasado, para liberar
la «dinámica histórica» de sus obstáculos alienantes.
* * •
El incrédulo E. Quinet convocaba «a todas las creencias, a todas
las religiones que han combatido a Roma>> porque «todas están en
nuestras filas, quiéranlo o no, porque en el fo~do su existencia es
igualmente inconciliable con
la dominación ·de Roma».
Quinet había comprendido esta solidaridad de la Roma de los
papas y de la Romanidad, que ha engendrado el catolicismo, herede­
ro de las adquisiciones de la antigua Roma y de la antigua Grecia.
Otro incrédulo que había comprendido igualmente esta solidaridad
fue Charles Maurras.
Al comprobar (8) la hostilidad ardiente, severa, implacable,
contra las obras de arte
y a las manifestaciones de belJe>a que han
mostrado los más resueltos enemigos de la organización católica,
Maurras resaltaba la lógica de la iconoclastia de Lutero, Tolstoi y
Rousseau.
(8) En 1909 en Di/eme de Ma,r Sangnier.
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«Su sueño comó-.n. es quebrantar las formas y quebrar los espíri­
tus. Es un sueño anticatólico. Por el contrario, el sueño de juntar y
de componer, la voluntad de reunir, sin ser aspiraciones necesaria­
mente católicas, lo son necesariamente de los amigos del catolicismo.
Desde todos los puntos de vista, en todos los ámbitos y desde todas
las relaciones, lo que se construye es «partD>, y Jo que destruye es
«contra»; ¿qué espíritu noble o qué espíritu justo puede dudar?»
El testimonio del incrédulo es infinitamente precioso para el ca­
tólico. Porque a fuerza de no ver en el catolicismo sino sólo la parte
más alta
y más santa, la cumbre que se encuentra con la eternidad,
son ya demasiado numerosos los hijos de la Iglesiá que ya no ven en
ella la ortodoxia humana y temporal. Para que la escala conduzca al
Cielo, ¿no es acaso necesario que se apoye en la tierra? Mas he ahí
que precisamente unos incrédulos --cuya vista no alcanza las cimas
de la eternidad-, pero cuya razón descubre las propiedades que
hacen de la Iglesia «el arca ·de salvación de las sociedades». Unos in­
crédulos, decimos, que se declaran a su modo hijos del patrimonio
católico ; y heles ahí que «se despiertan una mañana con las manos
juntas y las rodillas completamente plegadas ante la vieja y santa
figura maternal del Catolicismo histórico» (9).
Entre esos «incrédulos» arrodillados y las hermanas auxiliadoras
revolucionarias está todo el abismo que separa a los bárbaros de los
impíos que les vuelven la espalda. He
ahí una gran lección de auténtico encauzamiento católico en las
vías de un ecu.menismo realista.
(9) Es verdad que las virtudes históricas del catolicismo son poca cosa
a los ojos de quien vive la Fe sobrenatural, porque la Autoridad divina que
ha hablado
al Horeb y por los profetas y por Aquel que ha dado testimonio
Con su

sangre vertida en el Gólgota, esta Autoridad divina, decimos, tras­
ciende mucho a la autoridad de la
razón humana.
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