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¿Cristianismo marxista?

¿ CRISTIANISMO MARXISTA?
POR
JUAN V ALLBT DE GOYTISOLO.
El n.2 105-106 de VERBO publicó la ponencia, escrita hace ya
un año, que eA--pusimos en uno de los «forum>> de la X REUNIÓN
DE AMIGOS DE LA CIUDAD CATÓLICA, intitulada Socialismo católico
o con rostro humano, En ella nos ocupamos de examinar la postura
más atenuada de un socialismo que, siendo «verdadero
socialismo>>,
pretende, a la vez, tener un «rostro humano» y ser cristiano. Hici­
mos notar, aperias comenzada nuestra exposición, que de exprofeso
queríamos circunscribimos a esas formulaciones más atenuadas-· para
poder confrontarlas ·con las afirmaciones de Pío
XI, en la E. Quadra­
gesimo anno, de que nadie puede ser al mismo tiempo buen ca!ólico
y verdadero sociálista.
A partir de entonces los hechos han seguido produciéndose . con
la acelerada dinámica actual. Y
las opiniones y formulaciones, en
creciente apresuramiento y progresión hacia las formas socialistas
más avanzadas ·y hacia la acción revolucionaria, han tenido como
altavoces encuestas, asambleas, comunicaciones de secretariados} en­
cuentros realizados o promovidos por organizaciones clericales, etc. Por eso estimamos preciso completar el panorama de
la actual
colusión entre católicos y
socialistas, examinando

las fórmulas de
aproximación que, arrancando de· Ía posibilidad de establecer una
colaboraci6n entré católicos y marxistas -primero sólo táct~ca y
después también esttatégica-concluyen por aceptar que es conse­
cuente con la llamada evangélica la necesidad de adoptar el rigor
de los métodos marxistas para alcanzar el logro de sns aspiraciones
mesiánicas. que constituyen la ui:opía d~l progresismo católico. De
ello, posiblemente, el PRIMER ENCUENTRO LATINOAMl!RJCANO DE
661

Fundaci\363n Speiro

JUAN V ALLET DE GOYTISOW
CRISTIANOS PARA EL SOCIALISMO nos podrá mostrar la perspectiva
más diáfana. Pero antes de oteado, primero,
y descender luego a analizar
su método
y sus dtrectrices, creemos de interés detenernos lo pre­
ciso para atender: a lo que se
ba. explicado .desde el lado comunista,
acerca de las relaciones, mantenidas desde hace ya bastantes años en
Francia, entre marxistas
y católic;:os; de las raíces dentro de ciertas
corrientes, condenadas
Q no, producidas_ en ciertos sectores del cato­
licismo que han conducido paso a paso a esas conclusiones procla­
ma.das sin ambages a los cuatro vientos,
y a la postura clara y de­
cidida reflejada en las enseñanzas pontificias, contraponiéndole con
1.as concesiOfies y a~bigüedades de importantes sectores de la -jerarquía.
I. El punto de vista del Partido Comunista Francés.
La imagen fotográfica de esta visión nos la ofrece el libro Les
mar-xiites et l' évolution du monde catholique., pµblicado este mismo
año de 1972 por «Editions Sociales»
y en el cual han colaborado
Roland Leroy, Antoine Casanova
y André Moine, en sendos estudios
los dos primeros
y en una recopilación de textos el tercero ( l).
Los textos del Partido Comunista Fi;-ancés relativos a sus rela­
ciones con los cristianos
se inician con-el
comunicado
d~ una
confe­
rencia naciooal del Partido celebrada en
Ivry en junio de 1934. En
ella
Maurice Thorez,
entoru:es .Secretario

General, lo planteó
y abordó
«d'une fafon nouvelle» que poco después, en vísperas de las elec­
ciones legislativas de 1936, desarrolló en un discurso radiado
d-17
de

abril. Según Moine (págs. 125
y sigs.), en este discurso «dio
pruebas de_ una clarividencia
y ~a audacia de pensamiento notables,
al anunciar la que se
ha llamado politica de la ma,zo, tendida que
ha continuado siendo una constante de la política del Partido
co·
mu.nis

ta
f ranoés».
(1) Les marxismes et l'évolution du monde catho/ique, París, 1972,
comprende los siguientes estudios: _Rol_and ;Leroy, Materérialisme dia/e4ique
et

unité
d'action; Antoine Casanova, Aspects de /'évolution actuelle de l'Bgli­
se, y André Moine, DO'ssier.
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Fundaci\363n Speiro

¿CRJSTMNISMO MARXISTA?
El mismo Thorez, <;lirigiéndose a-los cuadros dirigentes comunis­
tas, en
la Mutualité de París-el 26 de n~viembre de 1937, les
explicó m.ás ampliamente esta política. Conviene repasar algunos
de los párrafos más salientes (págs. 131 y sigs.) ;
«Recordemos, ante todo,
la declaración hecha en el «micro»
el

año pasado ;
«Nosotros te tendemos la mano, católico1 obrero, em­
pleado,
campesino,' nosotros que somos laicos, porque

eres nuestro hermano
y. tú estás, como nosotros, abruma­
do
por los
mismos problemas.»
>>Esta proposición contiene dos, afirmaciones:
»Lº Los comunistas son laicos, materialistas.
»2.2 Existe una splidaridad de. hecho, rµaterial, ecqnómi­
ca y social, entre trabajadores católicos y comunistas.
»Somos, en efecto, nosotro~ los comµqistas, discípulos de
Marx y Engels, d~ Lep.in y Stalin: Somo.s; marxistas, leninistas,
partidarios
convencidos del materialismo dialéctico, teoría de
. vanguardia

del proletariado revolucionario.
»Somos, por ello, los
autéfiticos ,here1eros y )os conti­
nuadores del pensamiento_
revolucionarió., de

los materialistas
franceses del
siglo XVIII, ,de ]os grandes enciclopedistas, a SU
vez hijos espirituales de ·este otro filósofo francés Descartes
a quien recientem,ente hemos conmemorado. »El propio
Marx ha puesto en claro esta filiaéión doctrinal
én La. Santa Familia: '
»Del miJmo
modo

que el materialismo cartesiano
alcanza su realización_ ·en la

ciencia de la
naturaleza pro­
piament;

dicha, la otra tendencia
dél ·materialisrt'to fran-­
cés desemboca
directamente

en el
social-isnio, ! el comu­
ntsmo.
»Cuando

se estudian
1as enseñanzas

del materialismo
acerca de la bondad original
y !Os dohes intelectuales
iguales de-los hombres sobre

el
absolutü poder
de la
ex­
periencia,
del

hábito, de
la educación,-sobre la-influencia
de

las circunstancias exteriores en el hombre, sobre la
alta
significación de la industria

sobre la legitimidad
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JUAN V ALLBT DE GOYTJSOLO
para descubrir aquello que'· le aproxima necesariamente
al comunismo y al socialismo ... ,
»Los comunistas dan una explicación racional, científica
del mundo
y de su evolucióti.»
(Es

de notar que mientras están de acuerdo los marxistas con
la llamada filosofía moderna en estos puntos de partida, el desacuer­ do es pleno en los corolarios que
proclaman ~stos. Nosotros,

en cam­
bio, creemos que esos corolarios ---correctos o
no-:-eran

dinámica­
mente inevitable, partiendo de las premisas que aquéllos _establecieron.
Pero, por el contrario, negamos
la verdad

del punto de partida de
estas premisas, que consideramos claves de los grandes errores mo­
dernos.) Hecha por Thorez esa declaración a sus cuadros de mando,
proseguía:
. <
en el valor de nuestra doctrina; de ahí que no
queramos emplear en la propaganda de nuestras
concepcion.es
sino

armas pura
y exclusivamente ideológicas.
»En especial, en lo concerniente
_a la
religión: seguimos los
consejos
de Engels,

de Lenin
y de Guesde ...
»Lenin
escribió que «proclamar la guerra a la religión como
tarea polftica del Partido obrero no es sino una frase anar­ quista».
»Es más, Lenin acepta la posibilidad de admitir la en­
trada en el Partido no sólo
de «todos los o.breros que conservan
su
fe en f)ios»i sino, i.11-cluso, de sacerdotes, con la única con­
dición evidente de que.
< entregarse a
un trabajo político

común
y que Je circunscriba
en
conciencia
a su

tarea, sin empeñarse _contra el programa
del Partido».
Sin ambag~. Tho~ez _ reconoció la evidente oposición de ambas
convicciones doctrinales :
664
«El materialismo filosófico de los comunistas está lejos de
la fe
·religiosa de
los católicos.»
Pero observó

....
<<. •• , en unos y-ell' otros, un mistno ardor generoso en
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¿CRJSTIANISMO MARXISTA?
querer dar satisfacción a las aspiraciones milenarias de los
hombres de una vida mejor».
Al efecto recogió unos párrafos de Engels, en su
Contribución
a

la historia del
cristianiJmo, publicado en 1895, en los cuales, sin
embargo, no falta el reconocimiento de una diferencia, que para
nosotros es fundamental:
·
« ... Ambos, el cristianiJmo cómo el socialismo obrero,
predican una liberación próxima

de la
.servidumbre y de
la miseria; el cristianismo transporta esta liberación al
más aUá en 1111a vida después de la muerte en el rielo,'
el .socialismo la

coloca
en este mundo, en una 'tranrfor­
mación de la .sociedad.»
El canto de sirena es el mismo que luego se ha ido repitiendo
como un eco inacabable.
Se llama a los cristianos . ¡ en nombre de
la caridad!
« ... ¿se puede rechazar la colaboración entre creyentes y
ateos, cuando se trata de salvar a tantos pobres inocentes, niños,
mujeres, enfermos, desheredados, ... ?»
El Comité Central del .Partido Comunista francés, reunido en
marzo de 1966 en Argenteuil, concluyó sus
~jos el
día 12 con
un discurso
del entonces

Secretario general del Partido, W aldeck
Rochet, que insistió en la misma polltica explicada por Thorez, que
hizo extensiva a todas las religiones (pág. 165):
« ... Las recom~dac_iones contenidas en los Libros Sagrados
de todas las religiones son susceptibles de ser interpretadas de
diversas formas, de tal modo que las creencias religiosas pueden
ser finalmente

utilizadas para causas diferentes, incluso opuestas,
y generalmente por las clases dominantes.»
Reproducimos estas

palabras para destacar la importancia que su
expresión significa. Indica una
v!a importante · para la penetración
de. las ideas marxistas en el catolicismo. Se trata de una. vía que ha
sido explotada con. especial habilidad práctica por Garaudy, que uti­
liza hábilmente
.slo gans del progresismo cátólico para trasvasar en
ellos ideas. ma.rxistas.
As!, la
expresión «Iglesia constantiniana»
la
aprovecha para darle una interpretación consecuente con el materia-
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fUAN VALLET DE. GOYTISOLO
lismo histórico, ·presentando la Iglesia católica «preconciliar» insta­
lada en las estructuras sociopolític;as impulsar
los sentimientos de rel>eldía contra· et orden establecido al
proclamar;
sin. ningún respeto

a la verdad
histótica:
«son- .muchos los cristianos de hoy que· se· esfuerzan .por
redescubrir la tradición apocalíptica del .cristianismo primitivo,
· tradiciófr de' una época en qtie el. cristianismo, religión de los
esclavos, significó lá protesta, bien ·que impotente contra el
oorden establecid?, la esperá.nza -del Reinó en: -la tierra como en
el cielo, sin que hubiera aparecido ·aún la ideología de la jus-
· tificatión ,de la

tiranía del Imperio
y de la resignación».
¡ Qué pensar de tantos clérigos· ignorantes C:l semicultos que
prestan
más-audiencia ·a estas-
burdas
falsificaciones históricas que a
las reiteradas. declaraciones· Pontificias: en sus Encíclicas sociales!
Con su política de la mano tendida, Thorez confió en la 'éficacia
de la praxis de esa· atción común 'Conducida exclusivamente-de aruer­
do con las directrices del Partido comunista. Rochet, prosiguiendo
una labor ya muy preparaaa, insiste en-irídica:r-tanto.a.los cristianos
como
a los miembros de otras religiones entregados a esa tarea común,
que . sus libros . sag~os pueden interpretarse de. diversas maneras y
les
insinúa~ lo mismo que Garau~y venía repitie!ldo .a. los cristianos
con quienes dialogaba:
«es un
hecho que. c\urante muchos

siglos
1~ clases. donú­
nantes y privilegiadas se han apropiado de la idea cristiana
de ;Dios ;para ·éonfiguratl.~ s~gún-su-imagén, es .ded;, con vis~
· tas a ~~tener ·y' pe~petuar su d?minación».
Es decir, después de realizada la praxis común, se insinúa que las
clases
dominantes hari

desfigurado la
teÍigíón y así, implícitamente,
se

invita a los
católicos · ,ripie, · desde deritió di, la Iglesia; éambien
su sentido
ConforrÍi.e lá idea 'más próxiril:i a la· mentalidád c¡ue esa
praxis común ies ha ido conformando. ' · · ·
En
.. el XIX (:~~g~ese1 del Par\i\lo Cpniunista Francés, ~ féb~ero
de 1970, se planteó,..b~jo el punt? de vi~timarxista Úna P!?lfmica
en .tor.rio. a lA frase_pro¡,iiesfa.pará ~r1sa¡: ~1 l?~~l c¡ue tien,e la: fe
en el hecho de
q,:.e· uoa parte. de

los
cris,tlarios rechacen acomodarse
a
«la injusti,éia y a ·¡,; opr~sióri de 'úu réginíeri. cóndetiacl.c»>. Álgunas
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_ ¿CRJSTIANISJ\1O MARXJST A?
propos1oones tendían a negar el hecho mismo de que los cristianos
poseyesen fe y que ésta pudiese ser determinante de su comporta­
miento. Por fin, se reiteró la fórmula pragmática
de 1966: de que
«se niegan a aceptar en. nombre de -su fe la i.µjusticia y la
opresión de un régimen condenado» (pág. 175)
El último documeoto del lado marxista del
«do,si, r» publicado
por A. Moine en una eritreyista con Georges Marchais, · Secretario Ge-_
neral ad junto del Partido Comunista de Francia, publicada en el
periódico católico
La Croix de 19 de noviembre de 1970. Entre sus
respuestas ( cfr. págs. 177
y sigs.) hay algunas frases que merecen
ser meditadas
y, por ello, vamos a transáibirlas:
-«NosotrOs, los comuriistas, profe5at:Ílos Wia 'filosofía ma­
terialista y dialéctica. No querem_os creár ilusiones en este pun­
to: entre el marxismo y_ el cristianismo no es posible concilia­
ci6n:-teórica alguna, rii cabe ninguna convergeÍlcia ideológica ... »
-« ... _ Sin embargo, podemos perfectameote trabajar juntos
_en la ~onstrucción del socialismo, a pesar de ~uestras divergen­
cias filooóficas. La construcción de la sociedad soci_alista ¡no
presupone la
adh~sión de todos-Jos

ciudadanos-al materialismo!
Supone algo distinto:
la transfereocia a la nación de la pro­
piedad de los grandes medios de producción e intercambio
y
el ejercido del poder por loo trabajadores, por las masas po­
pulares ... »
(Lo que no dijo es. que
e~ todos los. países comunistas los traba­
jadores
han sido
sustituid()s por 11n todopoderoso aparato bm-ocrático
que ha ahogado toda, la.r libertades.)
~ sus anchas, que. hao aceptado lo~ estatutos del Partido comunista
y su programa, y llegado a ser miembro del mismo, no para di­
fundir su concepción religiosa· en su seno, sino para trabajar
en la realización_ de s¡¡s, obj.etivos ... »
»Es. verdad que· consideramos que nuestro Partido nb podría
desempeñar su papel si .no fundara su acción -en el materialismo
dialéctico.
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Fundaci\363n Speiro

JUAN V ALLET DE GOYTISOLO
»Pero nunca hemos hecho, ni hacemos de este reconoci­
miento una condición previa para
lá. adhesión
al Partido.
»Por lo demás, es la fe 1a que debe probarse a sí misma
al fuego de la acción realizada en el Partido
y con él.»
(Nótese que
se exige

la adhesión a la
praxis, marcada por el
Partido. ¡En ella -se dice- deberá ponerse a prueba la fe! ... Fe de
que sólo mediante la acción dirigida por aquél puede realizarse la
idea mesiánica, y que así sirve como motor impulsivo de aquella. ac­
ción. Es decir, al realizarse ha de impulsarla
y supeditarse a ella.)
-<<. .. ¿Los derechos de la minoría?. Serán plenamente -res­
petadps
en

cuanto se ejerzan en el marco de la legalidad.
»En
lo que concierne a las libertades religiosas, permitidme
deciros, ante todo, que no abriremos paso a diVisiones filosó­
ficas acerca de los intereses comunes al conjunto de
la pobla­
ción trabajadora. Sería tanto como volver la espalda a nuestros
principios, debilitar la adhesión del movimiento popular al
socialismo. En
el plano filosófico, somos resueltamente parti­
darios del respeto a las convicciones de cada uno, de
la liber­
tad de confrontadón entre vision~s del rp.undo y corrientes cul­
turales ... »
(Es decir,
¡libertad para
todo menos para discutir el socialismo!,
mientras los católicos pon:en entre paiéntesis sus dogmas de fe, para
entregarse a la «praxis» marxista.)
-« ... Consi~amos legítimo que los sacerdotes enseñen eJ
catecismo a la5 Iglesias. ConsideranÍos igualmente legítimo que
la Iglesia asegure la formación religiosa de los sacerdotes. Na­
turalmente, la escuela pública sólo puede ser laica.»
(Nótese la advertencia de que el catecismo sólo podría enseñarse
en las Iglesias. No fuera de ellas. La libre propaganda religiosa que
los progresistas estiman que, en los países católicos, es .una conse­
cúencia frieludible de la libertad religiosa, en cambio, al menos algu­
nos de ellos que
militan en el Partido, aceptan que no es preciso
exigirla en los países socialistas. ¿Por qué esos católicos, alheridos a
su
praxif, dejan supeditada aquella libertad a esta praxis? La razón
está clara para los marxistas, como expresa la frase siguiente.)
-« ... Para nosotros la verdadera frontera no pasa entre
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¿CRJSTIANISMO MARXISTA?
creyentes y no creyentes y ateos, sino entre explotadores y ex­
plotados. Toda actitud de persecución, de hostigamiento o de
sectarismo antirreligioso es, para nosotros, científicamente ab­
surda.»
(Lo único importante es aceptar
el socialism9.)
Es lo mismo que ha expresado Santiago Carrillo con absoluta
claridad:
«Si en la marcha hacia la supresión de la explotación, con
la hoz y el martillo por emblema, otros nos acompañan con
la
cruz, nosotros
les damos
la bienvenida.>>
Los textos de la Iglesia católica que recopila Moine son conocidos.
Pero nos interesa recoger unas frases del comentario que previamen­
te hace:
«La encíclica Pacem in terris de Juan XXIII, el con­
cilioc
Vaticano

II, han levantado en
la, Iglesia
las esclusas a
una corriente novadora, que no deja de inquietar a la jerarquía, pero cuya irreversibilidad está comprobada.
»Finalmente, la participación, cada vez más masiva, de los
trabajadores cristiános manuales

e intelectuales en
la vida so­
cial en un sentido progresista, revolucionario, al diálogo y a la
acción común con los marxistas, constituye· un hecho histórico
nuevo que hoy nadie puede desconocer: ni subestimar.»
En la primera parte del libro que repasamos, titulada Materialismo
dialéctico y
unidad de acción y que está escrita por el miembro del
Comité Permanente del Partido Comunista Francés, Roland Leroy,
podemos hallar algunas aclaraciones de los textos que hemos referido.
En especial, de la discutida frase alusiva a la fe de los cristianos que
colaboran con
el Partido (pág. 22).
«El materialismo histórico nos permite elaborar una:. ex­
plicación
científica tanto de las razones de
la evolución de las
aspiraciones
r.éligiosas como de los motivos por los cuales son
realmente vividas por los creyentes como una fe. El análisis
materialista no provoca la desaparición de los hechos ideológi­
cos, en ese caso la' fe, que estudia y explica. Más bien permite
comprender en virtud de qué
procesos objetivos la fe se consti-
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JUAN V ALLET DE GOYTISOLO
tuye, evoluciona y es Vivida con10 realidad subjetiva por millo­
,nes de hombres ... »
-; Así, teóricamente, la fe de. qui.enes colaboran con los marxistas
resbala a éstos, en tanto la miran como un reflejo subjetivo, residuo
de una fase
atrasa fico e· inferior ·a--su materialismo histórico. En cambio, Ja. importan­
cia, la ,.razón pr~tica de esa colaboración, les resulta evidente, y así
lo -reconocen explícitamente (págs. 34 y sigs.).
«No se debe pretender que
los trabajadores
se
dividan po­
líticamente en nombre de la fe en una hora eti la cual, más que
nunca, irreductibles diferencias entre opciones políticas y socia­
les atraviesan la Iglesia y oponen entre -sí a los cristianos; y en
la cual, según dicen ellos mismos, el gran problema es el de las
relaciones entre
''fe y politicd'.»
Resulta natural, pues, que Leroy razone así (págs. 24 y sigs.) :
Por consiguiente,
· en
virtud de los mismos
p!'incipios del
materialismo histórico, afirmamos -que la verdadera frontera no
pasa entre creyentes y ateos, sino entre explotadores y explo­
ta t:Cuá/, es et resultado de esta coope,:aÚón prd+tica?
En la segunda parte del libro, titulada Aspectos de la evolución
actual' de

la Iglesia,
Antaine Casanova observa que hoy «el rostro de
Dios se
modifica» (págs.
33 y sigs.). Cierto que, como
buen man t~ lo atribuye .a los cambios sociológicos :
670
De una parte.:
«Desarrollo gigantesco de las
fuerzas productivas, expan:
·sión

del capitalismo
~onopolista y destrucción

irremediable
1 a
esc3:la mundial, . de las antiguas relaciones sociales ( en el cam•
po especialmente).»
Y
«Extensión. y organizac;ióff de la clase ~rera. que,_ con los
parti~ .marxis~as leninistas, _ forjan vanguardias esclarecedoras
y reúnen las

múltiples luchas de
.los pueblos
en un combate que
pone en cuestión sistemas de la propiedad privada de los me­
dios ·de. producción, condición universal de la jerarquización de
los hombres en clases sociales.»
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¿CRJSTIANISMO MARX1ST A?
Notemos que, aquí, Jo ideológico -marxista invade lo sociológico,
según propia confesión. Cla¡,o que, para ellos, aquello vi¡,ne predeter­
minado por

_esto. Sin
.emba_rgo, .en, realidad -no resulta tan-claro.
Recordemos que el marxismo surge precisamente de una mente. but~
guesa, como la de Karl , Marx,. como recientemente ha obser,,ádo
Salvador

de Madariaga.
A juicio de Casanova, hoy nace
y se difunde un .. ateísmo prole­
tario y revolucionario, debido a que, con. la gran industria;
«Los hombres ~según frase de. Engels- por primera vez
se convierten en dueños reales y conscientes de -,la ·naturaleza,
porque y en tanto son duefios de su propia socialización:»
(Pero, ¿no es esto una mera ilusión, comg·muestran tantos desen­
gaños de la nueva ideología?)
Es cierto, en cambio, qtie, aun en las ·masas q'.ue contin~n cre­
yentes:
«El contenido de la fe se transforma. Si alltes el servicio
del hombre no tellfa sentido Sino en tanto era Servicio a Dios,
actualmente el ª servicio a Dios no se concibe sin.O· ·co.i:rió servi­
cio a · las necesidades de los hotribres entrégado; a i~ acción
práctica.»
(Lo cual
principalmente es

un fruto de
·la praxis por ellos'pre­
conizada; Hay que reconocerlo.)
Precisamente, en este terreno, coincide con el nuevo planteamiento,
en la Iglesia, de la pastotal a través del diálogo. Acepta d · autor la
opinión expresada por el
pastor L. -Visher de la «doble cara» de los
documentos del

Vaticano II (pág.
38). En este aspecto, y a su favor,
cita Casanova

el
texto··de la Gandium et Spes (I, L 21 ), que a él le
recuerda (pág.
:;o)° la llamada a la colaboración
hecha por el Partido
Comunista -francés, ·de_,: «qUe todos los hombres, creyentes o no cre­
yentes,
·deben· apliCarse a I~ ·coh'Strucción ·de éste mnndo en· el que vi­
ven juntos».
Es de especial interés el capitulo V de esta . parte, en. él cual
Casanova
muestra algunos
aspéctos de 1~ actual evolución del mundo
rntólico en

Francia
(págs. 78 y sigs.).
De este _·estucijo n_os .. ~nteresan, _,en-, ~pecial) · .algunas ref ~encias .que
hace: al «capitalismo monopolista del Estado», c¡;mo de¡iominan l!}s
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JUAN V ALLET DE GOYTISOLO
matxistas al actual Estado- intervencionista y socializant~ en materia
económica, que convive con grandes empresas capitalistas ( 2) ; a la
actitud de las masas creyentes,
y a la posición de la Iglesia institu­
cion¡¡l.
a) lll Estado moderno contribuye a crear la infraestructura que
facilita
la superestructura socialista:
«La puesta en acción de las fuerzas científicas y técnicas
modernas en el marco del capitalismo monopolista de Estado
conduce a cambios profundos en las relaciones de clase: de
modo general Je pasa de la Francia artesana de antes a -una
Francia asalariada. La clase obrera mantiene un peso esencial;
a su lado, las capas de pequeños productores autónomos, los
intelectuales artesanos de ayer (médicos, abogados, profesio­ nales liberales)
se reducen o pasan a asalariarse, en tanto que
se amplían las capas asalariadas no proletarias (
de fon;nación
inteleotual

especialmente) , desprovistas de toda propiedad de
med,ios de producción destinadas a tarea.5 ( investigación, ense­
ñanza, salud, cultura} indispensables para la renovación actual
de
la fuerza de trabajo, annque su labor es externa a la esfera
de producción material» (pág. 80).
b)
lln cnanto
a la evolución de las masas creyentes, observa:
«El salariado

que pone en acción las
fuerzas técriicas y cien,
tíficas modernas ( constituidas por vastos aparatOS exteriores a
las realidades subj~vas y que no pueden ser utilizadas sino
por medios colectivos socialmente organizados) está, por otra
parte, desprovisto de toda propiedad sobre los instrumentos
de producción; cada vez se inclina menos a ver en el uni­
verso una

cascada de
~es ordenados
a las Realidades sobrena-
. turales. Esta experiencia (y las explicaciones esenciales apor­
tadas

por las vanguardias comunistas de
la clase obrera) da
cuenta c;le la expansión de una visión del mundo más racional,
más lúcida y en la cual el .contenido anticapitalista va creeien­
do

incluso fuera del mismo proletariado.»
(2) - CTr. ~uestro estudio-Capilali.Jm~; socialismo y técnocracia, en VERBO
101-102, págs. 75 y sigs. -' -
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¿CRJSTIANISMO MARXISTA?
Digamos que lo que está puesto eotre paréntesis es del mismo
Casanova, no nuestro. Por eso merece ser más especialmente destacado
lo que figura en el segundo paréntesis. Y prosigue el autor, párrafos
después: «Esta teodencia
lo mismo puede fundameotar un ateísmo
(inconsciente) teológico, que
.dar lugar
a la expansión de
teologías (inconscieotemeote) eo
. marcha

con nuevos temas
y
modos de razonar próximos· al ateísmo» ...
« ... se nota que surgen cada vez más temas ateos, incluso entre
las coriciencias teológic~ más inquietas».
Dios pasa de vertical a horizontal :
< como ligado a las necesklades y a las <1,5piraciones humanas ;
ya no poseerá fuera de ellas ll1 el cielo, ni trascendencia sobre­
natural ... »
«La pretensión de la jerarquía de definir ella sola la Vo­
luntad divina,
de establecer la Doctrina ( teológica, moral, so­
cial)
resulta al mismo tiempo cada vez más discutida (implícita
o expícitamente) en favor de una. visión comW1itaria y demo­
crática de la Iglesia>> (págs. 81, 82 y 83).
«Transmutados, por lo demás, en exigencias teológicas de­
mocráticas o en nuevas lecturas revolucionarias de los textos
evangélicos.» ···;,
«Los

temas religiosos o teológicos son cada vez menos
de­
batidos en SUf aspectos sobrenaturales. La Revolución francesa,
las luchas. ,lel siglo XIX, la puesta eo marcha· desde finales
del siglo pasado de un laicismo público ignorado en otra
par­
te en Europa, la antigüedad de la in vimiento hacia el socialismo; han. contribuido a racionalizar y
secularizar más que en otros catolicismos eutopeás la ideología
religiosa.» «Preocupan correlativamente
los temas teológicos

que giran
en torno de la encamación
y de la fe y de la visión_ de Dios,
aprehendido como el sentido de una práctica histórica de la
cual la humanidad es la única responsable» (pág. 86),
e) En cambio, reconoce Casanova que la Iglesia jerárquica:
·673
"
Fundaci\363n Speiro

JUAN VALLET DE GOYTISOW
«nó quiere ni la muerte del Dios de lo Alto ( en provecho de
una
Visióri. más
«horizontab> de Cristo), ni siquiera
el aban­
dono de la doctrina de
fa colaboración armoniosa de las cla­
ses»

(pág. 87).
Al enfrentarse la J~rarq~a con las. nuevas tendenci~s religiosas
de laS masas católicas, según explici el-autor:
« ... no trata, por lo demás, de adoptar íntegramente. las repre­
sentaciones
teológicas
eclesial-es, polítiúts, venidas

de la base.
Sino más bien de· conducir ún examen preciso de las menta­
lidades colectivas al lado o dentro de la Iglesia» ...
«En. gene­
ral,

trata al episcopado
dé integrar
las interregantes en las
ca·
tegorías

ideológicas de las masas, pero corrigiéndolas en sus
a~pectos más ~terialistas y revolucionarios. Dando, por el con­
trario, prioridad a los
elementos ideológicos
( utópicos, por
ejemplo) más aptos para suministrar nuevas bases para una
viSión· (reMVád1t, por ºuna parte, y, en· parte, menOs alienada)
que mantiene la irasceitdencia vertical y la jerarquía" en la
Iglesia y en la sociedad. A este precio, piensa que lá doctrina
tradicional será salvaguardada: por la misma adjunción de
te­
mas

nuevos que le
darán un eco Y' rina eficacia , máximas en
las más amplias masas»
(págs. 91 y sigs.).
Dice que, sin embargo ( o tal
vez paralelamente)' ha sido obser•
vada por el último Sínodo una «crisis de identidad en los sacerdotes»,
que
·el mismo casanova comenta:
674
«A escala mundial, estos últimos, saben cada vez menos
( en la Iglesia latina)
cuál es

el sentido
de• su. vida y dé su es­
tatuto

-<(permanente» eclesiástico.
-Ligados· a· las masas, partici­
pan en la fransfórniación· de las ·aspiraciones que manifiestan.
La vida coffio cristiano les patece cada vez más sin sentido,
valor
ni utilidad1 sinO para una asistencia orientada enteramente
al

trabajo social, a las luchas sociales, sindicales, políticas.
Vi­
vida

en
términos idealistas, incluso"gauchistas".» (pág. 104).
De otra parte, aún observa «... cuidado en adaptarse-al i:riovimiento de las masas: para cana~
lizarlO
se transparenta· en

las diversas
actitudes del
episcopado.
Atentos
· a

las evoluciones
y reiVindicaciones de las fuerzas po-
Fundaci\363n Speiro

¿CRISTIANISMO MARXISTA<
pulares cuando éstas son masivas,.se inclinan los obispos a ha­
blar de
socialismo, incluso de «lucha de clases» ( como hizo
Mgr. Mazieres al dirigirse al Congreso de
la Acción católica
obrera),
y a guardar más distancias respecto del poder. Para
ello, se esfuerzan sin cesar en dar como contenido lncluido
e} «socialismo» y la «lucha de clases») esta «tercera .vía», apa­
rentemente
alejada del
capitalismo liberal y del socialismo bu­
rocrático», pero próxima
p.ai'iente de

la «nueva sociedad>)
y que
es presentada como solución
humana de

conjunto para los males
de las «Sociedades industriales», en trance
de una «crisis de ci­
vilización» (págs. 105
y sigs.).
«Pero ---0bserva Casanova (pág. 113 )- nada es aquí sim­
ple o inmóvil, sino .que en sentido inverso, como hemos visto
antes, el movimiento hacia_ adelante d~ las masas populares
católicas hace, a su vez, inestables las síntesis ideológicas ope­
radas en un momento dado por la Jerarquía.»
Hay
que reconocer que estos resultados se muestran, prácticamen­
te, muy favorables al juego marxista,
y creemos que ·son una con-se:-­
cuencia

obligada del envite aceptado :
- De preferir la encuesta a la enseñanza.
- De dar primada a lo pastoral respecto de
la· proclamación
esclarecedora de la verda.d.
·
-

De no condenar
de modo

rotundo · la colaboración
-práctica
preconizada

por el Partido comunista francés
y seguida por muchos
líderes católicos.
11. Perspectiva de la posición de la Iglesia Católica, según
la-s enseñanzas pontificias.
La condena del comunismo por la E. Divini Redemptoris (3) no
_constituyó una novedad.
·El mismo

Pío XI nos . lo recuerda :
(3) Cfr. en VERBO 55 extractos de la E_. Divini Redemptoris1 así como
los estudios
acerca de

la misma, de
L. Salieron, Una encíclic,a llena de luz,·
Jean Ousset, Un movimiento de acogida al colnuniJmo, y de Marcel de Corte,
lntri1'Zsecamente perverso, págs. 319 y ·sigs.
67)
Fundaci\363n Speiro

JUAN VALLET DE GOYTISOLO
«Ya desde 1846 nuestro venerado Predecesor Pío XI, de
s. m:, pronunció una solemne condenación, confirmada después
en el Syllabus, contra la nefanda doctrina del llamado comu­
númo, tan contraria al derecho natural; la cual- una vez admi­
ti~a, llevarla a la -radical subversión de los derecho!, bienes y
propieddes de todos y aun de la misma sociedad humana.
Más tarde, otro Predecesor Nuestro, de i. m., León XIII, en
la encíclica Quod Aposto/id muneris, lo definía como mortal
pestilencia que serpentea por las más íntimas entrañas de la
.rociedad humana y condnce al peligro extremo de la ruina;
y con claridad indicaba que el ateísmo de las masas popula­
res en la época del tecnicismo traía su origen de aquella filo­
sofía que siglos atrás se afanaba por lograr que la es~cia y
la vida se sepatasen de la fe y de la Iglesia» ( n. 4).
Pío XI se refirió específicamente al bolchevismo, al que conde­
nó no sólo por ser ateo, sino también por propagar nn falso ideal
«que parte de un concepto erróneo de la sociedad, que de imponerse
llevaría· a consecuencias
desastrosas», por el engaño de sus «prome­
sas deslumbradoras>> difundidas por una «propaganda astuta y vas­
tísima»:
< comunismo
de hoy, de
modo más acentuado que otros
movimientos

similares del pasado, contiene
en sí una idea
de
falsa redención. Un pseudo ideal de justicia, de igualdad y de
fraternidad en

el trabajo
impregna toda
doctrina y toda su
actividád con cierto fal'so misticismo que comunica a las masas,
halagadas

con falaces promesas,
un ímpetu y entusiasmo -conta­
giosos,

especialmente en tiempos como
lo~ nuestros, en los que
a lq defectuosa

distribución de los bienes de este mundo ha se­
guido una miseria1 que no es la normal ... » (n. 8).
Por todas las razones expuestas, advirtió contra toda colaboración
con
el comunismo: ·
« ... Al principio, el Comunismo se mostró cual era en toda
su perversidad; pero pronto cayó en la cuenta de
que con tal,
proceder alejaba de si a los pueblos, y por esto ha cambiado
d,e táctica y procura atraerse las muchedumbres con diversos en­
gaños, ocultando sus designios
baio ideas que en sí mismas
Fundaci\363n Speiro

¿CRJSTIANISMO MARXISTA?
son buenas y atrayentes. Asi, ante el deseo general de pazi
los jefes del comunismo fingen ser los más celosos fautores y
propagandistas del movimiento por la paz mundial; pero al
mismo tiempo excitan a una lucha de clases que hace correr
ríos de sangre) y sintiendo que no tienen garantías internas
de paz, recu"en a

armamentos ilimitados. Así,
bajo diversos
nombres y sin alu1ión alguna al comunismo, fundan asociado~
nes y periódicos que luego no sirven .rino para lograr que sus
ideas vayan penetrando en medios que de otro modo no les
serian fácilmente

accesibles;
y pérfidamente procuran infiltrar­
se hasta en asociaciones abiertamente católicas y religiosas. Así,
en otras partes, sin renunciar en lo más mínimo a sus per~
versos

principios, invitan a los católicos
a colaborar
con ellos
en el campo llamado
humanitario y caritativo, a veces propo­
niendo
cosas completamente

conformes
aÍ espiritu cristiano y
a la doctrina de la Iglesia. En otras partes llevan su hipocresla
hasta

hacer creer
que el
comunismo en
lo.r países
de mayor fe
o de mayor cultura
tomará un aspecto más sua:ve y no im­
pedirá el
culto religioso y respetará la libertad de conciencia.
Y hasta hay
quienes, refiriéndose a ciertos cambios

introdu­
cidos recientemente

en la legislación
soviética, deducen que el
comunismo está ya para abandonar su programa de lucha con­
tra Dion> (n. 57).
«Procurad, Venerables Hermanos, que los fieles no se de­
;en engañar. El comunismo es intrínsecamente· perver.ro; y no
se puede admitir que colaboren con él, en ningún terreno,
quienes
deseen

salvar la
civilización cristiana. _y si algunos,
inducido!
al error, cooperasen a la victoria del comunismó en
sus palses, serían los

primeros
en ser
víctimas de
su ceguera;
y cuanto las regiones donde el comunismo con.riga penetrar
más se distingan por la antigüedad y la grandeza de su civi­
lizaci6n cristiana, tanto más devastador se manifestará a/U el
odio de los sin Dion> (n. 58).
Fueron reiteradas las condenas de Pío XII al comunismo marxista
y de toda colaboración de los católicos con éste, como en el Decreto
de la Congregación del Santo Oficio de 13 de julio de 1949.
677

Fundaci\363n Speiro

fUAN V ALLET DE GOYTISOLO
Paulo VI, en lo esencial, no ha cambiado de postura. Recordt:­
mos

lo que dijo en su alocución a los trabajadores de 22 de
mllyo
de 1966 en el LXXV aniversario de la Rerum Novarum:
< y no puede adherirse a movimientos sociales, ideológicos y po­
líticos que, trayendo su origen y su fuerza del marxismo, han
conservado sus principios y sus métodos negativos para la concep­
ción incompleta, propia del marxismo radical. y por lo misfno
falsa,

del hombre, de la _historia
y del mundo. El ateísmo que
aquél

profesa
y promueve no favorece la concepción científica
del cosmos
y de la civilización, sino _que es una ceguera que
el

hombre
y la sociedad pagan al fin con las más graves con­
secuencias.
El material.iJmo, que se deriva de aquél, expone a/.
hombre a experiencias y a tentacione.r sumamente nocivas, apa­
ga su auténtica espirituaUdad y su trascendente esperanza. La
lucha de clases, erigida en sistema, vulnera e impide la paz
social y desemboca fatalmente en la violencia y en el atropello,
llevando a la abolición de la libertad
y conduciendo después
a la instauración de un sistema pesadamente autoritario y ten­
dencia/mente
total-!tario. Con

esto la Iglesia no deja caer
ningu­
na

de las instancias referentes a la
justicia y al progreso de la
clase obrera,
y quede afrrmado otra vez que la Iglesia, rectifi­
cando estos errores
y estas desviaciones, no excluye JU amor a
ningún hombre

ni a
ningún obrero.»
Al conmemorar el LXXX aniversario de la misma E. Rerum
Novarum
en su carta al Cardenal Roy, Octogésima adveniens ( 4),
repasó los sistemas ideológicos a los cuales el cristiano «que quiere
vivir
su fe

en una acción política concebida como servicio», «tampoco
puede
adherirse sin

contradicción»
porque «se oponen radicalmente,
o en puntos sustanciales, a
su fe

y a
su concepción
del
hombre»1 y
entre éstos señaló en primer lugar, por orden· de exposición, en el
número 26:
«La ideología -marxista1 su materiali.smo ateo, JU dialéctica
(4) Cfr. en VERBO 97-98 nuestro comentario La «Octogésima adveniens»1
¿ha derogado la doctrina social católica?, VI, págs. 701 y sigs.
678
Fundaci\363n Speiro

¿CRISTIANISMO MARXISTA?
de la violencia y la manera como ella entiende la libertad. in­
dividual
dentro de la colectividad, negando al
mismo tiempo
toda

trascendencia. al hombre
y a su historia personal y colec­
tiva»
(n. 26).
Ante 1a evolución histórica del marxismo, agrega en sus núme­
ros
32 a 34:
< histórica del marxismo no c111torizaria ciertos acercamientos con­
cretos. Notan, en efecto, un cierto estallido del marxismo, que
hast~ ahora. se presentaba como una ideología unitaria, explica­
tiva de la totalidad del hombre y del mundo en su proceso de
desarrollo
y, por tanto, atea. Fuera del enfrentamiento ideol6-
gico que separa oficialmente las diversas tendencias

del
marxis­
mo-leninismo

en
su respectiva
interpretación del pensamiento
de los
fundadores, y fuera de las oposiciones abiertas entre
los
sistemas polfticos que hoy

día
se inspiran en él,

algunos
establecen distinciones ent~e diversos niveles de expresión del
marxismo» (n. 32).
< práctica activa de la lucha de clases. Experimentado el vigor,
siempre presente y que renace Jin cesar, de las relaciones de
dominio y de explotación entre los hombres, reducen al mar­
xismo a una lucha, a veces sin
otra

perspectiva, lucha
que hay
que proseguir y aun suscitar de mt11?era permanente. Para otros,
será el primer lugar el eiercicio colectivo de 1111 poder político
y económico bajo la dirección de un partido rínico que se
con1idera -el

solo- expresión
y garantía del bien de todo1,
arrebatando a los individuos y a los otros grupos toda posibi­
lidad de iniciativa y de elección. En un tercer nivel, el marxis­
mo, esté o no en el poder, se refiere a 1111a ideologfa socialista
a base de
materialismo histórico y

de ne
gaci6n de
toda
trascen­
dencia ... » (n. 33) [sigue una referencia a la presentación del
marxismo «como actividad científica» J. ·
... «Si a-través del marxismo, tal como es concretamente vi­
vido,

pueden
disting11ir1e estos diver1os aspecto! y los interro-
. gantes que ellos plantean a los cristianos para la rtflexi6n y
679
Fundaci\363n Speiro

JUAN V AUET DE GOYTISOLO
para la acción, serla ilusorio y peligroso el llegar a olvidar
el lazo íntimo
que los une radicalmente,
el aceptar los
elemen­
to.r
del

análisis marxista
1in reconocer sus relaciones con la
ideologia, el entrar en la
práctica de
la lucha de clases
y de
su interpretación marxista

dejando de
percibir el tipo de
sociedad

totalitaria
y violenta a la que conduce este proce­
so»
(n. 34).
También parece que se refiere principalmente al marxismo en
el núm. 36, cuando insta:
« ... para evitar el dejarse seducir, y despuéJ encerrar en un
sistema

cuyos
límites y totalitarismos corren el riesgo de apa­
recer ante
él demasiado tarde si no los percibe en sus raíces».
As! como el núm. 28:
«El peligro estaría, además1 en adherirse a una ideología
que no repose sobre una doctrina verdadera y orgánica, refu­
giarse en ella, como una explicación última y suficiente de
todo1 y construirse así un nuevo ídolo del cual se acepta, a
veces sin darse cuenta, el
carácter totalitario y obligatorio. Y
se piensa encontrar en él
una justificación

para la acción,
aun
violenta, una ddecuación a

un deseo generoso de servicio; éste
permanece, pero se

deja absorber por
una ideología,
la cual
-aunque propone ciertos caminos para la

liberación del hom­
bre- desemboca finalmente en
hacerlo esclavo.»
III. La apertura al pensamiento y acción marxistas en cierto~
sectores eclesiásticos europeos.
Frente a la clara posición de la Santa Sede, hallamos en ciertos
sectores católicos, incluso eclesiásticos, una franca adhesi6n
al mar­
xismo en
mezcol¡µiza con un pseudo

cristianismo temporalista
y ho­
rizontal,
y, difundidas con mucha mayor extensión, una serie de
tendencias, ideas, criterios
y slogans que facilitan aquella mezcolanza
y tienden a su difusión. Sus ralees no son de hoy, ni
todas del

ayer inmediato (5). Con­
viene analizarlas con cuidado. Entre ellas hallamos
las siguientes:
(5) Cfr. Jacques Marteau, VBgli.re de France devant le Révolu#on mar­
xiste, 2 volúmenes, París, La Table Ronde, 1958 y 1959,. que contiene una
amplia documentaci6n al respecto.
680
Fundaci\363n Speiro

¿CRJSTIANISMO MARXISTA?
1.g La sustitución de la fe y del conocimiento de Dios apoyados
en la revelación histórica, por un sentimiento religioso «que Je ro­
bustece a la par del progreso de la vida humand>>. Error básico del
modernismo, condenado como «un con¡unto de todas las here¡ias>>
por San Pío X, en la E. Pascendi Dominici gregiJ el 8 de septiem­
bre de 1907 (6).
Según el modernismo, este sentimiento se afirma
a través de dicho «progreso de la vida humantt>>, y con las «nuevas
experienciás»
lleva a una evolución en virtud de la cual «en toda
religión que viva, nada existe que no sea variable
y que, por lo tan­
to, no deba variarse». Así,
la fe se «naturaliza»,' y el hombre, con
su conciencia pers.onal, y la humanidad, en su «conciencia colectiva>>,
se hacen árbitros de todas las verdades de fe, que así se adaptan a
los
< los tiempos».
¿Qué distancia media entre la admisión de estos principios
y la
aceptación de que la in.fraestructura económica determina la canden­
cia política, moral y religiosa, y que de ésta, en cada momento lús­
tórko, se hace dueña la clase dominante?
¿No se observa cómo se está abriendo la puerta a la ideología
marxista
y se pone en duda todo cuanto ha declarado y declara la
Iglesia en contra de ella?
2.g El «sueño de cambiar las bases naturales y tradicionales de
la
sociedad y de prometer una ciudad futura edificada sobre otros
principios», para

la realización del cual fueron convocados todos los
obreros de todas las religiones por Le Sillon, condenando por el
mismo San Pío X, en su
Carta Notre Charge apostholique de

25 de
agosto de 1910 (7). El sillonismo, a través de este camino, preten­
día lograr lo que dicho movimiento llamaba:
emancipación política,
emancipaci6n económica y emancipación intelectual, con las cuales se
( 6) Cfr. eh VERBO 65-66, págs. 426 y sigs. el texto íntegro de la
E.-Pascendi Domini.i Gregis, así como el estudio de Eugenio Vegas Lata.pie,
El modernismo después de la Pascendi, págs. 351 y sigs.
(7) Cfr. en VERBO 34-35 el texto de
1a -Carta Notre Charge Apostho­
lii:¡ue y el estudio de L. Salieron ¿Tiene aún sentido la carta sohre Le Sillon?,
págs. 251 y sigs.
681
Fundaci\363n Speiro

JUAN V ALLET DE GOYTISOLO
obtendría la «nivelación de las condiciones» que establecería «la
igualdad», que sería «la verdadera justicia», en «la libertad»
y «la
participación más grande posible de todos en el gobierno de la cosa
pública».
Pero,

como explicó San Pío
X, en su Carta ( núms. 20 y sigs.),
estas teorías sociales de Le Sillon falseaban las naciones sociales y
políticas fundamentales de autoridad
y obediencia, justicia e igual­
dad, fraternidad y tolerancia, y de la dignidad de la persona huma­
na, llevando a
la carencia de toda jerarquía, a una defensa exclu­
sivista de la democracia política, a llamar para la construcción de la
ciudad futura a todos los obreros de todas las religiones y de todas
las sectas.
682
«He aquí -decía San Pío X-, funddda por católícos, una
asociación interconfesional
para trabajar en

la
reforma de
la
civilización, cobra religiosa de primera, clase, porque no hay
verdadera _civilización moral sin la verdadera religión. Esta e1
una verddd demostrdda, un hecho hist(Jl'ÍCO. Y los nuevos si//o­
nistas no podrán pretextar que ellos trabajan solamente
«en el
terreno

de las
realidddes prácticas»,
en
el que
la
diversiddd de
creencias

no importa.
Su jefe
siente tan claramente esta in­
fluencia de

las convicciones del espíritu sobre el resultado de
la acción, que les invita, sea la que
fuere la

religión a
que
pertenezcan,

a
«hacer ,.en el

terreno de las realidades prácticas
la prueba de la excélencia de
s1u convicciones

personales», Y
con razón
1 porque las realizaciones prácticas revisten el carácter
de las ~onvicciones religiosas1 de la misma manera que los
miembros de un cuerpo hasta en sus últimas extremidades re­
ciben su

forma del principio vital que los
anima.»
Y añadía, al final del núm. ,;s :
« ... ¿Qué es lo que va a sa/,ir de esta colaboración? Una
instrucción puramente
verbal y quimérica1 en la que veremos
reflejarse desordenadamente
y en una confusión seductora las
palabras

de
libertdd, justicia, fraterniddd y amor, igualddd y
exaltación humarJa, todo basado sobre una dignidad humana
mal entendida. Será una agitación tumultuosa,
estéril para
el
fin pretendido
y que aprovecharán los agitddores de las masas
Fundaci\363n Speiro

¿CRJSTIANISMO MARXISTA/
menos utópicos. Si, verdaderamente, se puede afirmar que el
Sillon se ha hecho compañero de viaje del socialismo, puesta
la mirada sobre una quimera.»
También por ese camino, Le Sillón deformó el Evangelio según
explica la misma Carta (n. 42). Así, San Pío X observa que Jesucristo,
« ... a la realización de es/a felicidad temporal y eterna le ha
puesto, con una autoridad soberana, la condición de que se
forme parte de su rebaño,
que se acepte su
doctrina,
que se
predique su virtud y que se deje uno enseñar y guiar por Pedro
y sus sucesores»; que «no ha anunciado para la sociedad futura
el reino de una felicidad ideal, de la cual el sufrimiento que­
dara desterrado, sino que con sus lecciones y con sus ejemplos
ha trazado el camino de la felicidad posible en la tierra y de
la felicidad perfecta en el cielo: el camino de la
cruz».
Obsérvese que, con la sola diferencia de o~orgar prevalencia a la
democracia económica sobre la democracia política y a la igualdad
económica sobre toda libertad, los criterios entonces condenados vuel­
ven hoy a propugnarse en amplios sectores del progresismo católico.
3.2 «L' affrontement chrétien», preconizado por ·Enmanuel Mou­
nier y que corresponde al título de una de sus obras, contra el
«morali.rmo burgué.r», el espíritu blandengue y acomodaticio del ca­
tolicismo burgués, por estimar que cristianismo es sinónimo de in­
conformismo permanente con los bien avenidos del presente siglo,
contra lo que él denominó
«el desorden e.rtablecido», por considerar
que la Encarnación significa un imperativo insoslayable para esta­
blecer las estructuras sociale$ a tenor de las exigencias evangélicas
(según él mismo entendía,
¡es claro!).
Para ello, estimaba que
se
debía educar la juventud en un cri~tianismo viril y as_í oponer al
superhombre ateo de Nietzsche el «hombre nuevo» de San Pablo, bien pertrechado para la lucha en este mundo vacío de sentido divino.
Así, en Esprit,
al proclamar la ruptura del Orden cristiano con el
orden establecido, formuló: «No se puede ser cristiano sin ser un
rebelde.»
Recomendamos, acerca de este tema, la lectura del libro del
683
Fundaci\363n Speiro

JUAN V ALLET DE GOYTISOLO
P. Zurdo Piorno, De Mounier a la Teología de la violencia (B), al
que ~ este punto venimos siguiendo.
Mounier estaba personalmente inmunizado contra el marxismo.
Su «personaUsmo» se lo impedía. Pero éste era un «personalismo
comunitario», según propia calificación.
Muchos años después, Jacques Maritain, en «Le Paysan de la
Garonne»
(9), lo comentó:
«Gracias, sobre todo, pienso, a Enmanuel Mounier, la ex­
presión

«personalista
y comunitaria>> se ha vuelto una tarta de
crema
para el

pensamiento católico
y 1a retórica católica fran­
cesa. Y o mismo no dejo de sentirme en parte también res­
ponsable. En una época en la que era importa,nte oponer a
los slogans totalitarios otro slogan, pero verdadero, empleé
gentilmente mis células grises y finalmente adelanté en uno
de mis libros de aquel tiempo la expresión de
la que hablamos;
y es de mí de quieo creo Mounier la sacó. Es justa; pero
viendo el uso que de ella se· hace ahora, ya no me siento tan or­
gulloso. Ya que, después de haber pagado un lip service al
«personalismo», está claro. que es lo «comunitario» lo que
gana» ( 10).
No podría ser, prácticamente, de otro modo ea una sociedad for­
mada por hombres aislados e iguales, no agrupados en cuerpos so­
ciales básicos, sino democráticamente eocuadrados en el Estado (11 ).
Ni ideológicamente podría llegarse a otro resultado al propugnar­
se, tan radicalmente, «la igualdad total en una sociedad sin clases»,
porque resulta necesario aglutinar ésta en lo
«colectivo», precisamente
(8) Manuel Zurdo Piorno (claretiano), De Mounier a la teología de la
violencia,
Madrid, 1960.
(9) Jasques Maritain, Le Paysan ~e la Garonne, París, 1966, cap. III, 4,
págs. 81 y sigs., o en vers. al castellano, Bilbao, 1967, págs. 86 y sigs.
(10)
Cfr. en VERBO 78·79 el estudio de L. Salieron, M.aritain, Mounier
y la continuación, págs. 775 y sigs.
(11) Cfr. nuestro volumen Sociedad de masas y Derecho, núm. 72, Ma­
drid, 1969, págs. 298 y sigs.
684
Fundaci\363n Speiro

¿CRISTIANISMO MARXISTA?
porque carece de sustancia orgánica propia que sólo la complementa­riedad
y la natural jerarquía pueden proporcionar (12).
Pero hay más, «Mounier, inmunizado contra la ideología mar­
xista por su formación filosófico-teológica, no lo estuvo contra la
atracción

funesta
del realismo y praxis marxista», como explica el
P. Zurdo Piorno. Así, escribía Monnier (13) :
«Ante el hecho incontrovertible
de la
imantación de las
masas obreras por el movimiento liberador del marxismo no
cabe otra opción que la ruptura total sin distingos ni reservas,
en el terreno de los principios como en el de las actitudes
prácticas, contra las fuerzas de
la opresión y del dinero.»
Porque entendía que «la cristiandad moderna está peligrosamen­
te vinculada con el liberalismo capitalista burgués», por lo demás
-también a su juicio--, en trance de muerte y con sus días muy
contados. Opinaba que
el marxismo había sabido «mordre sur l'histoire».
La interpretación de la historia formulada por Marx le sedujo, pese
a que, como observó el P. Fessard (14), una filosofía de
la His­
toria para un cristiano cop. fe se convierte, naturalmente, en una
Teología de la Historia guiada por la Revelación.
Además introdujo una prosa ámbigua, con términos ambivalentes
y la literatura que hoy se · llama «profétic"», con párrafos como el
siguiente:
«El comunismo lleva elementos anticristo como el propio
mundo cristiano, pero lleva también, he aquí su carga
miste­
riosa, nna parte del Reino de Dios» ( 15).
En su actuación práctica se adhirió a los Frentes Populares de
Francia y de la España Roja y, aún en 1950, poco antes de morir
hacía votos, en Esprit, para que no se rompier~ la unión entre co-
(12) Cfr. Eugenio Vegas Lata.pie, El mito del igualitarismo, en VERBO
75-76, págs. 379 y sigs., y nuestro ensayo La igualdad, en «Algo sobre temas
de hoy», Madrid, 1972, págs. 49 y sigs.
(13) Cfr.
Zurdo Piorno, op. ót., págs. 30 y sigs.
(14) Gaston Fessard,
De l'act11alité historique, vol. II, «Prog.ressime chré­
tien et apostholat ouvrier», París, 1959, págs. 34 y sigs.
(15) Citado por el P.
Fessard, op.

y vol. cits., pág.
5~.
68~
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JUAN V ALLET DE GOYXISOW
munistas y personalistas, «ya que el comunismo sigue controlando
una buena parte del proletariado». Naturalmente, para
sostener su posición, tuvo que rechazar la
doctrina social católica contenida en las enseñanzas pontificias, a la
que
acusó de llevar cincuenta

años de retraso.
Atraído irresistiblemente por la «fuerza creadora y redentora del
proletariado», que a su juicio significó el marxismo
y que, para él,
era una empresa: santa a la que debía asociarse la Cristiandad, tras
la ruptura con el mundo capitalista, es evidente que, según concluye
el P. Zurdo (16):
< xismo-la posición equívoca de Mounier, instalada, de hecho,
ea el movimieato
marxista de

la lucha de clases, ea la empresa
común de la destrucción de la unidad capitalista para levantar sobre sus ruinas «la ciudad
fraternab>, la

sociedad sin clases
del futuro, la < sociólogo norteamericano Joseph Fischter.»
4.2 La

visión cosmológica de Teilhard de Chardin,
----<1unque,
según

el biólogo Rostand, no es sino «una fresca lírica de la evolución»
y según el Premio Nobel P. B. Médawar no es sino un «confuso ama­
sijo metafísico conceptual»,
mezcolanza de «lo absurdo

con una
im­
postura»,

en
la que el autor se empeña, «antes de hacer la mistifi­
cación, en engañarse a sí mismo»-.
Lo cierto es que Teilhard adamó con un ropaje pseudo cientí­
fico
la conciencia universal del modernismo y ofreció al materialismo
histórico
y a la evolución por éste preconizada un ropaje teológico,
aunque fuera de una «teología ficción», según frase de Gilson re­
petida por Maritain.
«Para
nuestros ojos

abiertos -dice Teilhard (17)- el
universo desde ahora no es ya un orden, sino un proceso.»
Así:
-el

< ha. mudado en cosmogénesis».
(16) Zurdo Piorno, op. cit., págs. 61 y sigs.
(17) Pierre Teilhard de Chardin, Esquisse de l'Univers Personnel, V,
en «L'Enérgie humaine», París, 1962, págs. 89 y sigs.
686
Fundaci\363n Speiro

¿CRJSTIANISMO MARXISTA?
-el sentido moral se identifica con el «sentido cósmico» ;
no hay ley moral, aparte de las leyes físicas, sino sólo una ley
del progreso inseparablemente física
y moral; es bueno «todo
lo que segrega una fuerza ascensional de conciencia»: lo bueno
y lo justo es lo conforme al proceso cosmogénico (18).
-la fe nueva de Teilhard se despliega «hacia adelante», en
la noosfera, hacia «el Cristo Omega de la Evolucióm>: «Y o creo
-proclama-

que el universo es una evolución.
Y o creo que
la evolución va hacia el espíritu>> (19).
- los fenómenos totalitarios de socialización son procesos
de crecimiento de la «cosmogénesis»; po.r eso, acerca de comunis­
mo, fascismo, nazismo, etc., escribió: «La vida nunca ha conoci­
do, no podía aún haber conocido nada comparable a esos movi­
mientos masivos que, para producirse, necesitan una masa homo­
génea de conciencia y una extrema rapidez de comunicaciones» ...
«Hoy, por primera
vez en
la historia del mundo, se manifiesta
la posibilidad de masas con reflexión.» «Ya el fenómeno hu­
mano ha dejado la escala
del individuo para

propagarse en la
jnmensidad. No es, pues, la repulsión, sino más bien la atrac­
ción mutua
lo que domina la noosfera. Y ninguna fuerza de
cohesión conocida por la física es, sin duda, tan poderosa como
ésta» (20).
- . . . «Ensayarlo todo e impulsar todo al máximo en
la
dirección de la mayor conciencia, tal es, en un universo reco~
nocidamente en estado de .transformación espiritual, la ley ge­
neral
y suprema de la moralidad; limitar la fuerza ( a menos
que sea para obtener mayor fuerza aún),
he ah/ el peca­
do» (21).
-<<... La humanidad se está transformando. ¿Cómo el
(18) Teilhard, Le phenomene .rpirituel, III, a, en «L'Enérgie hwnaine»,
págs. 131 y sigs.
(19) Teilhard,
Ce que ;e crois, cfr. su referencia y comentario por Marce!
de Corte, en-La religión teilhardienne, en ITINBRAIRES, núm. 91, marzo 1965,
págs. 147 y sigs.
(20) Teilhard, Esquisse d'un ... , V, b, loe. cit., págs; 98 y sigs.
(21) Teilhard,
Le phenomene spiritue/, loe. cit., pág. 134.
687
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JUAN V ALLET DE GOYTISOW
Cristianismo no habría de hacerlo? Más precisamente considero
que la Reforma en cuestión ( mucho más profunda que la del
siglo
XVI) no es una simple cuestión de instituciones y de cos­
tumbres, sino de Fe.»
... «Se trata para el hombre de volver a pensar [ «repenser»}
en Dios en términos, no ya de cosmos, sino de Cosmogénesis:
Un Dios que no se adora ni se alcanza, sino por el acabamiento
de un universo que El llena de luz y de amor ( e irreversible
desde dentro). Si,
el En - lo - Alto [l'En-Haub>} y el En -
adelante [l'En-Avant) se sintetiza en un Por - Dentro [«Au­
Dedans»)» (22).
Interesa que veamos cómo Garaudy, en su obra Marxisme du
XX Siécle, ha traducido el Dios que Teilhard explicaba:
«Teilhard de Chardin ha
plantea su Iglesia
y, más
allá
de ella, a todos los hombres de nuestro tiempo un pro­
blema fundamental, el problema fundamental de nuestro siglo, el mismo que
Marx planteó

por primera
vez hace
cien años
y
al cual aportó los primeros elementos para su respuesta : ¿cómo
pensar el porvenir y hacerse dueño de él?
»Este descubrimiento de
Marx ha sido el origen de la más
profnnda transformación del mundo que
la historia ha cono­
cido. Esta cuestión planteada por el P. Teilhard a los cristianos
exigía de ellos nada menos que una inversión de su actitud
con respecto al mundo. Recordaba un aspecto fundamental del
cristianismo frecuentemente oculto por un platonismo latente ;
que el ir hacia Dios no exige volverse de espaldas al mundo,
sino, al contrario, que cada uno participe plenamente en su
transformación y en su construcción, con la mayor y más apa·
sionada.

entrega. En tal perspectiva
_Dios no es ya un ser1 ni
siquiera la totalidad del ser, porque una totalidad tal no existe
y porque el ser está enteramente abierto sobre el devenir1 por
crear ... » (23).
(22) 'Teilhard, Carta de 12 de agosto de 1950 al Padre G., dr. en el
apéndice del estatuto de Alexis Courvers, Teilhard y la subversión en la Igle­
sia,
en VERVO 49, págs .. 574 y sigs.
(23) Cfr. en VERBO 60, págs. 762 y sigs.: Un curioso efecto en el
comunista Ga,audy de la apoologética Teilhardiana ...
688
Fundaci\363n Speiro

¿CRJS-TIANISMO MARXISTA?
5.2 El intento del progresismo social-religioso, después de la se­
gunda guerra mundial, de
«prendre la maÍn tendue».
El grupo progresista «Jeunesse de L'Eglise», dirigido teológica­
mente por
el P. Montuclard, publicó en marzo de 1949 el décimo
cuaderno titulado
L'Evangile captif, en el cual Althusser proclamó
estas conclusiones :
«a) Que en la situación presente únicamente el proleta­
riado organizado (y sus aliados) están en condiciones de lu­
char y luchar de veras contra la organización feudal
y capita­
lista esclavizadora de la Iglesia.
»b) Que la lucha por la liberación social de la Iglesia
viene a confundirse con la lucha actual de proletariado por
la
liberación del hombre.
»e) Que el cristianismo que sinceramente desea acabar
con la esclavitud social de la Iglesia, debe tomar parte en el
frente del proletariado, ya que sólo él puede
dar batalla
de­
cisiva al capitalismo en el terreno político, social e ideológico.»
Abogó este grupo, como todo el progresismo, por el abandono
de
la doctrina social de la Iglesia que elaboró el magisterio pontificio
y por la «vuelta al Evangelio» sin adherencias filosófico-sociales, al
cristianismo primitivo, al «Evangelio de los pobres». A. Mandouze, director que fue de
la «Unión de los cristianos
progresistas» que formó un frente único de colaboración con los
comunistas, afirmó que con esa colaboración franca
y resuelta del
mundo cristiano con el comunismo, en su lucha con el régimen ca­
pitalista, alumbrará el gran día de la fusión, en un solo pueblo, del
pueblo de los hijos de Dios y
el pueblo de los hijos del hombre, el
pueblo cristiano
y las muchedumbres seguidoras de Marx (24).
El P. Montuclard trató de integrar en la historia de la salvación
el ideario naturalista
y materialista del marxismo, afirmando que la
liberación del hombre está vinculada al sentido o movimiento de la Historia,
y enlazando en «la conciencia colectiva», la fe del hombre
en su liberación, la esperanza y el ardor mesiánico «en la salvación
(24) Cfr. en Zurdo Piorno, op. cit., págs. 36 y sigs., las citas que hace­
mos de P. Montu.clard y de Mandouze.
689
••
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TUAN V ALLET DE GOYTISOLO
del hombre por el hombre», con la praxis marxista y su sentido de
la historia. Cierto que para
el P.

Montuclard la misión del comunismo se
limitará· al derribo y desescombro del mundo capitalista, a limpiar
los obstáculos
para la insta,uración de
la «Iglesia auténtica». Pero:
«En espera

de la futura irradiación del Evangelio, el após­
tol debe resignarse, aun con dolor de su alma, a llevar el
Evangelio dentro de su corazón (a «tenir en son coeur l'Evan­
gile captif», es decir, a no predicarlo, a renunciar hasta la
~tendón misma de convertir y de buscar el menor resultado
apostólico inmediato que podría confirmar, en el ánimo de los
militantes solventes del movimiento obrero, la objeción de­
masiado extendida de que la religión sólo puede existir en las
conciencias alienadas .
... «Haciendo caso omiso del ateísmo explícito o implícito de
las masas, el apóstol debe bajar a la arena política, en el
plan sugerido por
la realidad del proletarido; esto es, por las
razones objetivas puestas al día por esa «ciencia de la sociedad»
que es el marxismo. De esta suerte probará que la fe no le
impide al creyente la participación en la lucha obrera y, al
mismo tiempo, someterá su fe a una purificación que la desco­
nectará de todas las posiciones temporales que en el pasado la
mantuvieron aferrada.>> ...
Así se hace depender necesariamente la renovación espiritual de
la
Iglesia del trinnfo del marxismo sobre el capitalismo,
y por lo
tanto se pospone, subordinando la teología católica al «profetismo
marxista», la escatología cristiana, que espera a la victoria del mar­
xismo cerrado en los horizontes terrenos.
Al subrayar que los teólogos progresistas han olvidado las ad­
vertencias de la
Divini Redemptoris, glosa el P. Zurdo (25) :
690
«El comunismo es el peor de los demonios con que ha lu­
chado la Iglesia en sus veinte siglos de existencia, porque es la
subversión de todos los valores espirituales; y a semejante de­
monio no se le vence unciendo la Iglesia
al carro triunfador
(25) Zurdo Piorno, loe. cit., pág. 51.
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¿CRJSTIANISMO MARXISTA?
de la Bestia apocalíptica, sino proyectando sobre ella el hálito
divino del Cordero, el fuego de caridad que Cristo
prendió en
la tierra, semiapagado ahora en tantos corazones católicos.»
6.Q La teologia de la violencia, sostenida teórica y prácticamen­
te en la guerrilla por el Sacerdote Camilo Torres en Colombia, pre­
dicada
en París en la Cuaresma de 1968 por el dominico P. Car­
donnel
y practicada en los sucesos universitarios de la primavera del
-mismo año, en los que progresistas, marxistas y maonístas lucha­
ron «codo
á codo>> contra ese «desorden establecido», años atrás
denunciado por Mounier. Por toda América latina, animando las
guerrillas,
ha cirrulado una estampa, con la imagen de un «Cristo
guerrillero», con el fusil al hombro, y aquí, entre nosotros, vemos a
Camilo Torres y al Che Guevara «santificados» en publicaciones de
eclesiásticos que los proclaman «mártires de nuestro tiempo».
El viernes 5 de abril de 1969 en París, en la sala grande de la
Mutualité, ante dos
0
mil personas, el P. Tomás ( en religión, y Juan
por nombre de pila) Cardonnel
(26), pasaba del tema «Evangelio y
Revolución» al tema «El evangelio de
la revolución», y explicaba,
entre otras cosas, que:
«... el Evangelio espiritual, el evangelio intemporal ha de­
jado de ser nuevo. El Evangelio que no toca, que no percute
en las situaciones contemporáneas
es antiguo, es viejo, y al
mismo tiempo no es ya Evangelio ... « ... la buena Nueva significa hoy la abolición del régimen
de clases ...
«... Puesto que el Evangelio es la buena Nueva para los
pobres y la mala para los ricos, no hay duda de que tiene una
faz revolucionaria ...
<< ••• es necesario operar en el mundo las expropiaciones ne­
cesarias, haciendo pasara a todos los hombres del reflejo del viejo
hombre, de los reflejos del propietario, al genio, al arte evan­ gélico, al arte divino
de la puesta en común ... »
(26) Cfr. los referidos textos del P. Cardonnel, en PERMANENCES, nú­
mero 51, junio-julio 1968, Les «ambiguités» du Pe1'e Cardonnel: un caréme
revolulionnaire, por A. R. Damange.
691
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JUAN VALLET DE GOYTISOLO
«... Predicar la Cuaresma ... es llegar a un resultado defi­
nitivo: quiero decir, una huelga general que paralice los meca­
nismos de muerte de una sociedad fundada sobre el provecho,
no vacilo en afirmarlo, he ahí la cuaresma que place a Dios, he
ah.( la gran liturgia contemporánea de la cuaresma.
« ... lo digo con la convicción de obedecer el Evangelio ; sin
una lucha revolucionaria no hay verdadera cuaresma ... ».
Y en la tribuna de los Intelectuales Católicos proclamó y repi­
tió que:
«Para que una Revolución no se quede corta, para que una
Revolución no se pare, para que no pierda su aliento, su .mor­ diente, su hálito, para que una Revolución sea permanente,
y no
pasajera
y para que sea totalizante, es necesario, no dudo en
decirlo, la fe.»
Pero ¿QUÉ FE? El propio Cardonnel es autor de un libro titulado
Dieu est mort en Jésu.r Crist. Tema acerca del cual ha escrito:
«Y ese Dios arbitral y que es fiador del desarrollo auto­
mático del mundo, este Dios autócrata,
arbitrario del
Ser Su­
premo, lo he dicho
y lo afirmo aquí, ha muerto: está bien
muerto en Jesucristo.» ·
¿Dónde

queda, pues,
la ~tísima Trinidad? ... Pero Cardonnel
no se para .. .
692
« ... Dios, el Dios vivo _no es un autócrata, Jesucristo no es
el hijo del ser supremo, no es el hijo de Dios todopoderoso, de
Zeus, de Júpiter altaneramente pintado de colores pseudo cris· tianos que raspándolos dejan transparentar los trazos del viejo
monarca opresor de los hombres, pero Jesucristo es el hijo del
liberador profético de los pueblos aplastados y Dios no se
presenta en la historia como dominador de los mundos, sino
el animador, es quien despierta el maquis de los pueblos opri­
midos.»
Pero veamos su «profesión de fe» :
<<... Para que una Revolución sea permanente, y no sólo
pasajera, para que sea totalizante, es preciso, no vacilo et¡ de­
círoslo, la fe. Pero no una fe cualquiera. No, especialmente,
la fe en un ser Supremo, no la fe en· un potentado, que sería
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¿CRISTIÁNISMO MARXISTA?
simplemente la proyección sobre un cielo imaginario -de las
realidades dominadoras
de la historia, sino la fe, la fe en
la
transformación del hombre, la fe _en la transformación
de todo
hombre con el espíritu de Jesucristo al trabajo en la Historia,
fe en la transformación de todo hombre en
la totalidad, en la
radicalidad de

sí mismo ... »
« ... Digo que en el Siglo XX, ideológicamente, mental­
mente aún no hemos asimilado la Revolución de 1789, la Re­
volución de Octubre de 1917 aún nos hace temblar, cuando
Jesucristo nos invita a la conversión radical, Jes~isto, en el
pleno sentido de la palabra, nos invita a la revolución cultural.»
«Lo contrario de Wl compromiso temporal es un compro­
.miso eiemo o un compromiso· espiritual, lo que apenas quiere
.decir nada,

porque uno
_se comprometería con su espíritu ...
»No, no, no, no. No existe sino compromiso temporal, no
existe sino

compromiso histórico. Es decir, la inserción plena en
:su tiempo·, en su· época, en su Historia. Y añadiría que, a mi
entender, yo no conozco compromiso que sea más temporal,
más histórico
que la
Encamación ( a condición de ser vivida en
.su totalidad) ...
» ... voy a ensayar una explicación de lo que es la Praxis:
,es la

unión íntima de
la teoría y de la práctica, es decir, que
nada existe que sea puramente teórico. En nuestra vida intelec­
tual, nuestra vida espiritual incluso, nuestras modalidades de
expresión religiosa

son
tri_l)utarias de la situación histórica en
Ia que nos hallamos ...
» ... es preciso transformar-las críticas del interior en críti:.
cas
exteriores,

es decir, asegurar
la triple crítica nietzschiana,
marxista y freudiana para llegar a vivir mejor el núcleo fun­
damental de
la fe.»
Cambiemos de página ... Hoy,
y aquí, en las mismas iglesias, en alguriM pláticas domini­
cales,

oimos repetir que la acción revolucionaria
Ilo es violencia

en
693

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JUAN VALLET DE GOYTISOW
cuanto con ella se. pretende la instauración de la verdadera justicia
'----Claro está
¡ según ellos la entienden y sueñan!, ciegos a todas las
consecuencias reales--, sino que es la actual «sociedad represiva» quien
practica, a través de su fuerza pública al rechazar aquella subversión.
¡ La revolución es, pues, la justicia; y el orden establecido es la vio­
lencia
t
Ahí, en esta denuncia, tenemos el reverso complementario de la
teología de la violencia. Esta justifica la acción de los revoluciona­
rioo que pretendan ser católicos. Con el criterio que juzga la violencia
del modo antes indicado,
y afirma que está establecida por el orden
constituido, se crea además un complejo social de culpabilidad que
hace más

fácil el triunfo de
1a Revolución.
Ahí aparece. un nuevo maquiavelismo que, en nombre del Evan­
gelio y de la Revolución, decreta que son buenos todos los medios
que lleven a ésta, mientras los medios que se oponen a ella son siem­
pre malos por ese solo hecho. La vieja moral debe seguir impuesta
a los contrarrevolucionarios, mientras que los revolucionarios están
liberados de ella en cuanto actúan en favor de la Revolución.
Paso a paso, por el trayecto que brevísimamente hemos repasado,
se ha llegado hasta donde acabamos de ver. Cada peldaño deseen·
dente ha sido indispensable para que se bajara el siguiente. A pesar
de que quien construyó el primero lo hubiera colocado como suelo
definitivo, y luego
se asombre

indignado de cada siguiente paso dado
por quienes se llaman, o al menos se habían llamado, sus discípulos.
IV. · Obispos que se interrogan y hacen encuestas.
Hemos
visto antes,
en el
libro encabezado
por el miembro del
Comité Permanente del Partido Comunista Francés, R. Leroy, que
sus autores interpretan la actitud de los Obispos franceses como un
intento de conducir las masas populares a una «tercera vía>>, pro­
ducto de la síntesis por ellos operada, que resulta «próxima parien­
te de la nueva sociedad». Pero --añade-, que estas «síntesis ideo­
lógicas» siguen .resultando inestables «por el movimiento hacia adelante
de las masas populares».
·
694
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¿CRJSTIANISMO MARXISTA?
Jean Madiran, en L'Herésie d11 XX• Siecle (27), y Marce! de
Corte, en
La grande herésie (28}, bajo estos duros títulos, han ana­
lizado esa posición ambigua.
Para De Corte se han llevado al extremo los errores condenados
por
San Pío X en la E. Pascendi y en su carta Notre charge aposto­
tique contra Le Sillón. El subjetivismo y el voluntarismo del hombre,
con su individualidad exacerbada, en virtud del cual él mismo quiere
ser
y quiere que la sociedad sea tal como él se imagina y desea, se
rebela: rompe con el depósito revdado
y con el orden de la natura­
leza, en ella ínsito por Dios. El clero, con su «volonté de puissan­
ce» (29), pretende dirigir estos trabajos sociológico-políticos, que
condenan al hombre a un continuo tejer
y destejer, y pretende dar
a esta acción un hálito pseudo religioso que trata de imponer con
un clericalismo de nuevo cuño.
Madirán ha denunciado, designándola con el nombre de «Religión
de San Avold» o de «herejía del Mosela», siete proposiciones ex­
traídas de textos de Mgr. Sahmitt, Obispo de Metz:
«J. La transformación del mundo (mutación de civiliza­
ción) enseña e impone un camino en la misma concepción de
la salvación traída por Jesucristo.» «II. La transformación del mundo nos revela que
el pen­
samiento de la Iglesia sobre el
designio de

Dios era insufi­
cientemente evangélico antes
de la actual :mutación.»
«III. La fe escucha al mundo.»
«IV.
La socialización no es solamente un hecho ineluctable
de la historia del mundo. Es una gracia.»
«V. Ninguna época tanto como la muestra se ha hallado
en condiciones de comprender el ideal evangélico de vida
fraternal.»
(27) Jean Madiran, L'HéreJie de xxe SiJcle, París; 1968, en especial
V parte, págs. 215 y sigs.
(28) Marcel de Corte, La grande heréJie, en ITINÉRAIRES, núms. 159 y
160; enero-febrero 1972, págs. 10 y sigs y 103 y sigs., y traducida al caste­
llano en TIZONA, núms. 30, 31, 32 y 33, de abril, mayo, junio. y juliQ 1972.
(29)
Cfr. De Corte,
ProgreJiJme et volonté de puúancei en ITINÉRAIRES,
núm. 110, febrero 1967, págs. 55 y sigs.
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JUAN V ALLET DE GOYTISOLO
«VI. , En un mundo vuelto hacia la prospectiva, la espe­
ranza cristiana reviste su plena significación.»
«VII. El derecho natural es la expresión de la conciencia
colectiva de la humanidad.»
Estas proposiciones, formuladas en una u otra forma. más o me~
nos

clara o ambiguamente expresadas, reforzadas o atenuadas, las
hallamos en múltiples declaraciones episcopales. Sin duda, quienes las emiten deben estimar derogada
la doctrina pontificia contenida
en la E. Pascendi y en tantas otras encíclicas, radiomensajes y cartas ...
El P. Sorge (30) y Marce/ Clément (31) han reproducido contra­
poniéndolas algunas de las frases más salientes de las intervenciones
en el Sínodo de dos Arzobispos, Cardenales ambos :
Una del Cardenal Tarancón, Arzobispo de Madrid-Alcalá:
«La salvación descrita por la Escritura no es una salvación
fuera de la historia, a la cual seguidamente habrá de añadir la
justicia .como algo que viene antes o después ... Entre las formas
actuales del pecado, hay que enumerar ciertos hechos sociales
como el colonialismo, Ja dominación cultural o económica, la
opresión, etc. La gracia de Dios, por la cual el hombre es
liberado del pecado no le es
dada sólo
individualmente, sino
socialmente a través de la comunidad éclesial, con el fin de
que ella impregne toda · la realidad social, No se resuelven los
problemas planteados por la

acción liberadora de
la Iglesia en
el ámbito social haciendo abstracción de
la realidad del mundo,
ni introduciendo una separación entre salvación y justicia.»
Otra del Cardenal Hoeffner, Arzobispo de Colonia:
«En el nuevo Testamento, «justicia>> significa la vida justa
del hombre por Cristo, y la libertad evangélica no consiste en
la liberación del hombre de
la esclavitud de otros hombres, sino
(30) P. Sorge, ·en «ÚVILTA "CATOLICA» de diciembre 1971, quien, des­
pués de transcribirlas, comenta que el problema que esta contraposición plan­
tea debe ser examinada a fondo para ponerlo en claro.
(31) Marce! Oement, Los Evangelios ¿contienen un mensaje social?, en
«L'homme nouveau», 566, de 16 enetó 1972. CTr. ambos textos en VERBO 104,
en
los
extractos del

artículo de Marcel Clément contenidos
en las
«Ilustra­
ciones con recortes de periódicos», págs. 450 y sigs.
696
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¿CRISTIANISMO MARXISTA?
en la liberación del hombre de sus propios pecados por Jesucris­
to. Dudo que se pueda decir que la liberación y el desarrollo de
los pueblos son parte integrante de la Redención.»
Marce! Clément (32) ha comentado la contraposición de ambas
opiniones:
«Apenas hace falta subrayar cuán grande es nuestra in­
quietud
-y nuestro sufrimiento--al ver dos cardenales en­
frentados en un punto tan fundamental como el de la signi­
ficación del Evangelio en su conjunto.»
Pensamos, además, que sería conveniente y· aconsejable cotejar el
primer~ de estos textos con el que antes hemos transcrito del nú­
mero 42 de la Carta
Notre cha,ge apostholique.
Las ambigüedades en esta materia no sólo las hallamos en algunas
declaraciones de miembros de la jerarquía francesa. Una ·muestra de
ello las tenemos en las denuncias que ha hecho el Documento de la
Sagrada Congregación _ del Clero acerca de las ponencias y conclusio·
nes de Asamblea Conjunta de obispos y sacerdotes españoles de 1972.
En
VERBO 105-106 podemos hallarlas, explicadas por el P. Monse­
gú, C. P. (33), quien resume, refiriéndose a la primera ponencia, que:
<< •.• nos da una teología que no es teología católica, porque
antepone las luces de la razón a la luz de
la revelación, da
tanto o más a los signos de los tiempos que a los postulados
dogmáticos, a los criterios naturalistas
y temporalistas que a
los sobrenaturales y de transcendencia.
»Hay un afán de conformismo con la figura del mundo que
pasa y con las ideologías socio-políticas en boga, más que de
adhesión·
y predicación firme de las verdades de la fe, tal
como constan en la Escritura y vienen interpretadas _l?Ot la
Tradición y el Magisterio.
»La acción pastoral queda erigida no sólo en vehículo y
blanco de una doctrina que es vida y para vivir fue predicada,
(32) Marce! Oément, loe. ult. cit. y en Le .Crist et la Révolution1 París,
1972, págs. 19 y sigs.
(33) Bernardo Monsegú, C. P., Igleria y liher&ici6n socio-política, en
VERBO 105-106, págs. 472 y slgs.
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JUAN V ALLI!.T DE GOYTISOW
698
sino también que ella, por sí misma, se constituye en doctrina,
condicionando no s6lo la aplicación, sino hasta la significación
misma de los principios revelados. Con lo que los datos de la
fe
quedan prácticamente

comprometidos
a_nte las
exigencias o
señales de los tiempos.
»Parecé como

si estos signos adquirieran el carácter de fuen­
te de la re'Velación. Tan en el mismo nivel se ponen en cada
paso con el contenido de la Revelación transmitido por la Es­
critura y la Tradición y enseñando infaliblemente por el Ma­
gisterio ,«en orden al
descubrimiento de la verdad

de la fe
y de la manifestación de la voluntad salvífica de Dios» (Do­
cumento,
I, a).
»Siempre en esta misma línea de ambigüedad
y equiparación
entre lo que piden las
fueñtes de la revelación y exigen las
circunstancias de los tiempos está el esfuerzo por poner casi a un mismo nivel la exigencia de «fidelidad a Cristo» y la de
«fidelidad al mundo».
» Más aún.

Las interpelaciones del mundo moderno a la
Iglesia, sobre todo en lo político-social, se consideran como un
juicio de Dios y se hacen como un test divino, comprobativo
de la autenticidad de la fe cristiana. Y ello porque el concepto
dinámico de la
fe se entiende de manera errada: como simple
adhesión a Dios
y al mundo, pero sin que ello implique adhe­
sión a contenidos
ni fórmulas inmutables de verdad, porque
todo

es
. cambiante, y la verdad e indefectibilidad de la Iglesia
no consiste.·en otra cosa que en su capacidad de adaptación a
las circunstancias cambiantes de
cada tiempo,

para decirle al
horribre lo que aquí
y ahora le conviene, y que, prácticamente,
viene exigido por el hombre mismo, obediente al < de las
señales de

los
tiem·pos, aunque ello

esté en contradic­
ción con lo que le dijo ayer. »Nace esta tremenda desvirtuación de la fe
y de sus Conte­
nidos

dogmáticos de una concepción excesiva
y preponderan­
ternente antropológica de la teología, que lleva,
)ógicamente,
a

Ja socialización y
politizadón del

mensaje, invirtiendo el plan
salvador. En v,¿z de atender primordialmente a la liberación del
Fundaci\363n Speiro

¿CRJSTIANISMO MARXISTA?
hombre de su pecado, poniéndole en comunión con Dios me­diante la aceptación de la palabra revelada en Cristo, lo que
hace es ocuparse casi exclusivamente o poner en primer plano
la liberación social, acabando con situaciones de injusticia
y
estructuras injustas, sobre las que casi únicamente se hace re­
caer la condición pecadora del hombre. Es decir, se pasa a las
cosas
y a las instituciones lo que el Evangelio pide ante todo
a las candencias.
»La misma

revelación de· Dios· se interpreta a modo de
una experiencia íntima de
lo divino en el hombre. Se diviniza,
como quería Feuerbach, lo
que no
es más que proyección o
aspiración del hombre
mismo. De

ahí . la instrumentación de
la religión y de la Iglesia para fines temporales o de simple
promoción humana.»
¡ Cómo nos traen a la memoria estos comentarios unas palabras
que Paulo VI pronunció en su Audiencia General de 16 de junio
último!:
«Las confusiones y laJ revoluciones, por las que sufre nues­
tra vida moderna, se deben principalmente a esto: que ella no
tiene principios verdaderos, sólidos,_ fecundos. O los tiene equi­
vocados y mudables, o miticos, gratuitos y utópicos. Artificiales
y arbitrarios. Admitidos por la ocasión, por comodidad y ne­
ces;dad de

acción;
pef'o sin

verdadera
raíz en la real.idad. Y,
desgraciadamente, nuestra época

se ha resignado a este escep­
ticismo de pensamiento
y de mora/,. No sabemos afirmar la
verdad

objetiva
y estable; se juega con las teorías y las opinio­
nes. No teniendo ya
un p4.frimonio seguro y válido de_ ideas,
necesarió
para

dar a la vida
su expresión idea/., coherente y
orgánica, lo susiituimos con sistemas provisionales de volunta­
rismos1
teóricos
o personales, en un
.,esfuerzo por
salvarnos del
caos de

la anarquía especulativa
y práctica. Necesitamos una
filosofía verdadera y humtina. Recórdemos una vez más a Pas­
cal:
''Esforcémonos en
pensar
bien,' este
es el principio de la
moral".»
Esa inseguridad acerca del propio patrimonio y un afán pastoral
699
Fundaci\363n Speiro

fUAN VALLET DE GOYTISOLO
que, al parecer, trata de seguir al rebaño en lugar de guiarlo, parecen
reflejarse en la nota publicada en La Croix del pasado 5 de mayo
intitulada
«Primera etapa de una reflexión de la Comisión episcopal
del. mundo obrero en su -diáfogo con. lo.s militantes cristianos que han
optado por el socialismo», presentada dos días antes por el Obispo
de Burdeos, Mons. Meziers, a los representantes de la prensa, subra­
yándoles que no se trataba de una reflexión doctrinal, sino de una
reflexión pastoral. Los primeros párrafos de la .propia comunicación
advierten:
«Nuestra intención no es la de presentar un documento
exhaustivo. acerca de una argumentación importante de la cual
nosotros hayamos comprendido mejor su complejidad, sino dar
cuenta de los primeros resultados de nuestra reflexión apostó­
lica con ellos [los militantes obreros cristianos que han optado
por el socialismo] ...
»
<<. .. No se _trata para .nosotros solamente de. sostener e ilumi­
nar a los militantes en una labor difícil, sino también· de ·re­
coger a través
de su testimonio las necesidades y. las aspira­
ciones de los trabajadores que luchan por ~u promoción colec­
tiva y de descubrir en esto la lib~ación en Jesucristo con to­
das sus exigencias individuales y
colec;tivas.»
Des_taquemos

que estos encuentros no
-han sido
efectuados con
todos los dirigentes obreros cristianos, sino únicamente con aquellos
que han optado por_ el socialismo, «ya se trate del comunismo o bien
de otras formas del socialismo». Así
lo declara la comunicación, que
reconoce:
700
«Sin duda no todos los trabajadores aceptan la orientación
socialista. Algunos lo refutan por motivos religiosos ; otros
por miedo al marxismo, pensando que la orientación socialista
conduce necesariamente al marxismo y que el marxismo no
puede ser instaurado sin dictadura ; otros porque están impre­
sionados por el nivel de vida de los países capitalistas ; otros aún
y tal
vez más numerosos, porque

prefieren la relativa seguridad
económica actual a los riesgos de una-revolución; otros, en fin,
porque buscan decididamente su promoci6n individual en el
seno del régimen capitalista. No pretendemos olvidarnos de
Fundaci\363n Speiro

¿CRISTIANISMO MARXISTA?
todos éstos y somos conscientes de los riesgos de una amalga­
ma ( blocaje) entre la opinión política
y la fe.»
No obstante, la encnesta sólo se preocupa por lo que piensan los
obreros que se
han decidido por el socialismo, y recoge sus quejas
de la acción social católica derivada de
la. doctrina

pontificia. Marce!
Clément (34) que se ocupa de esta encuesta en dos artículos titula­
dos Los obispos se interrogan ~cerca. del socialismo, en el primero
de ellos ante las indicadas quejas contra la acción social de la Iglesia,
formuladas por
los militantes
encuestados, observa:
«No es un buen medio para determinar que se puede ser
al mismo tiempo «buen católico y verdadero socialista». Pío XI~
en 1931, negaba esa posibilidad. Cuarenta años má¡¡ tarde, la
experiencia parece mostrar que un católico que es verdadera­
mente socialista no puede ser verdaderamente equitativo res­
pecto de la acción social de la Iglesia.»
El mismo Marce! Clément,
.en el
segundo de estos artículos, ha
observado, por otra
parte, que:
.. . «cierto número de sindicalistas cristianos, fieles a las
enseñanzas

de las encíclicas sociales., se sienten inclinados a
reivindicar para ellos el privilegio que los obispos de la Co­
misión obrera h;m. reservado hasta ahora solamente a los mi -
litantes cristianos socialistas. Uno de ellos, M. Maurice Roy,
escribe a este respecto : '1 Puesto que una primera etapa de re­
flexión
ha .rido realizada,

según el «documento», con
'tos mi­
litantes

obreros
cris~ianos ~ MO», ¿puedo permitirme sugerir que en una segunda etapa se
efectúe con militantes
obreros cristianos «QUE HAN REALIZADO
UNA OPCIÓN CRISTIANA», según los principios de moral social
cristiana de lo, que Pio XII .decia que es «clara en todos ,u,
a,pecto,»,
que
es
«OBLIGATORIA>> y que «nadie puede apartarse
de ella sin peligro
para la

fe
y la.r costumbre,»?".
»"Estos militantes cristianos que han efectuado «una opci6n
criJ/ian,r,> o, dirán cuántos de quienes han optado por el so-
(34) M. Oément, Des eveques s'interragent sur le socialisme, en L'HOM·
ME NOUVEAU, núm. 584 y 57', de 21 mayo 'y 4 junio 1972.
701
Fundaci\363n Speiro

JUAN V ALLET DE GOYTISOLO
cialismo se hallan lejos del mundo obrero, de su lenguaje, de
su cultura, de sus reacciones espontáneas y de sus aspiraciones
fundamentales".»
»Maurice Roy ---cuya carta ha sido ampliamente reprodu­
cida por la prensa, y que es secretario general de la C. F. T. C.
en la Baja Normandía- recuerda en efecto que "una encues:a
de la F. O. C. publicada en abril de 1970 muestra que el
66 % de los asalariados se pronuncian en Francia a favor de
la «economía de mercado» con preferencia
a «una economía
socialista
enteramente planificadd>>, por

la elaboración de los
programas de producción y equipo por las empresas privadas
preferentemente
al Estado ... ¡He
ahí algo que merece TAMBIÉN
buena parte de las reflexiones [de los obispos}! ¡Un 66 %
de los asalariados no es despreciable!".»
También

alude
M. Clément a la actitud intelectual que la en­
cuesta significa, remitiéndose a la opinión emitida por
M. Albert
Garand, miembro del Consejo económico,· en el coloquio organizado
por el Centre d' études de la doctrine sociales de I' Eglise, celebrado
el
6 de mayo:
702
«Subrayruido que el "primer objetiva·· de esta reflexión es
ºla evangelización, es decir, el anuncio de la buena nueva de
fesucristo en el dinafnismo del movimiento obrero", M. Albert
· Garand constata que "la problemática de la nota reposa sobre
una grave confusión entre la pastoral
y la doctrina. Los sobe­
ranos pontífices, cuando
han promulgado
la
doctrina social de
ltt Iglesia, no escogieron las directrices, por ellos dadas, porque
pudieran facilitar la evangelización de ciertos medios". Muy al
contrario, se han opuesto a los errores, al individualismo y al
colectivismo, al racismo
y al nacionalismo, al laicismo y al ma­
terialismo, asumiendo íntegramente el riesgo de no apoyarse
.
sino en la fe teologal, y, consiguientemente, de sei- criticados
y atacados por qnienes profesaran esos errores. La problemática
de la nota, de haber sido generalizada, habría conducido a
preguntar a los nazis cómo vivían a Jesucristo en su compro­
miso nazi; a preguntar a los racistas cómo viven a Jesucristo, en
sus compromisos -racistas, etc., pues el socialismo, ya sea el del
Fundaci\363n Speiro

¿CRISTIANISMO MARXISTA?
Plan o el de la autogestión, no ha cometido menos crímenes
que aquéll06.»
Lo cierto es, que, circunscrita la encuesta a militantes cristianos
que hablan optado por el socialismo, el esfuerzo de los obispos
franceses que la realizaron fue efectuado para entender las razones de
aquéllos en lugar de hacerlo para ilustrarles en la doctrina social ca­
tólica. Este hecho, observado aquí como en Francia, u.nido a que
« ... la predicación para la justicia social se amalgama sistemática
y progresivamente con una llamada expl!cita a la ideología
socialista, que se afirma a la vez «clara y necesaria», plantea una
situación de incertidumbre entre los católicos que fvorece la
confusión y, con ella, el avance de la ideología marxista».
Para comprender el alcance de estas ambigüedades y confusiones
recomendamos, a quienes siguen estas. reflexiones, la lectura de los
artículos del propio Marce! Clément (35), «Los EVANGELIOS ¿coN­
TIENEN UN MENSAJE
SOCIAL?» y «AMALGAMA EVANGELio-REvo~u­
CIÓN»
(36),

de
J05 que VERBO 104
ha recogido sus párrafos
más
salientes y que el autor ha incluido en su libro «LE CruST ET LA
RÉVOLUTION», y, asimismo, la lectura detenida del artículo del P. Ber­
nado Monsegú, c. P., «IGLESIA y LIBERACIÓN SOCIO-POÚTICA»~ pu­
blicado en VERJlO 105-106.
El Documento de la Congregación del Clero, acerca de la Asam­
blea Conjunta, también merece ser leído. Limitémonos aquí a re­
producir uno solo de sus párraf05:
«En todas las ponencias, y especialmen.' e en la primera,
hay una continua tendencia a disolver la misión de la Iglesia
en una
acción socio.políJica, condicionante

de las otras
acti­
vidades pastorales ... Pdrtiendo de la consideración explícita de
que
nta Buena
Nueva traída por Cristo es
la liberación integral
del
hombre" (

en la que se incluye como
. elemento esenciql y
constitutivo la liberación político·económica), se postula, como
esencial, el compromiso del
ministrQ sagrado -y de la.Iglesia
en

cuanto
tal- para aqpella liberación político.econóTnica, ad-
.(35) Cfr. supra nota 31.
(36) Marcel Clément,
Le Blocage Evangile-Revolution, en L'HOMME
NOUVEAU, 568, 20 febrero 1972.
703
Fundaci\363n Speiro

JUAN V ALLET DE GOYTISOLO
mitiéndose1 en algunos casos, la acción política de -partido para
los
sacerdotes1 acción que a veces podría tener un carácter
violento» (I, e).
El P. Moinsegué (3 7), comentándolo, añade:
«Del primado otorgado a esta concepción socio-política de
la liberación traída por Cristo, proviene también ''u.na concep­
ción colectivista de
la moral y de la salvación", y un no ver
más pecado que el social o de injusticia; o, por lo menos, des­
cargar sobre la sociedad la responsabilidad principal de todo
pecado.
Lo espiritual, relígioso y eclesiológico queda subordi­
nado e _instrumentalizado al servicio de lo temporal, lo esen­
cial, lo económico y lo político. Todo al revés de como nos lo
presenta la Escritura, lo declara el Magisterio
y lo dicta hasta
la
razón quia res dominatur a potiori .. En esta perspectiva
-dice muy bien el Documento--- se arruin:;i.n los puntos capi­
tales de la fe, de la moral y de la disciplina de la Iglesia (I, f) .»
En síntesÍs, en la postura q~e comentamos se observa:
~-º Se amalgama la salvaci6n, la liberación del hombre de la
esclavitud del pecado,
para •brirle las puertas del cielo, con la libe­
ración o desalienación marxista.
2.2 Se funden el reino de Dios en este mundo, en nuestras almas
y en nuestras instituciones1 para la mejor difusión y realización de
la Buena Nueva, tal como tradicionalmente la ha entendido la Igle­
sia, con un ju mundo fraternal .que, después de abolida la propiedad privada de
los bienes de producción
y desaparecidos por innecesarios el Estado
y el Derecho, sitúan los marxistas ortodoxos la etapa final comunista.
3.2 La beatitud de los pobres de espíritu de las Bienaventuran­
zas se trata de realizarla con· la destrucción de todas las es:ructuras
de la actual sociedad de clases diferenciadas.
4.Q Al mensaje social del Evangelio de amor al pró¡imo, de la
caridad tal como la explic6 San Pablo a los Corintos XIII, 4-8, y a
Filemón 14-17, se le superpone
la predicación de un mensa¡e político
económico de cariz socialista.
(37) B. Monsegú, !oc. cit., pág. 478.
704
Fundaci\363n Speiro

¿CRISTIANISMO MARXISTA?
5.Q De la respuesta de Jesús, «Dad al César lo que es del César
y a Dios lo que es de Dios», que en la Cristiandad no excluía loo
deberes

del César como tal para con Dios, entre ellos el de acomodar
las instituciones a su doctrina, se ha pasado: desde declarar la in­
competencia del César, como tal, para servir así a
Dios, hasta con­
cluir después que el verdadero César ya no es sino la Revolución
que quiere derribarlo,
y a la cual no sólo debe darse lo que es del
César, sino, incluso, lo que es de Dios,
pue¡¡: con
ella se.cumplirá el
mensaje del Evangelio.
Así éste se pone al servido de la Pqlítica y,
concretamente, de cierta Política que las enseñanzas pontificias han
condenado reiteradamente.
6,Q El «hombre nuevo>> de San Pablo, surgido de una conversión
del corazón, se hace depender del «cambio _de estructuras», al cargar
la culpa del pecado ya no en
el hombre, sino en la sociedad. De ese
modo,
al menos tácitamente, se soslaya el pecado original. Y ningún
pecado individual se puede imputar a un hombre que está totalmente
predeterminado por las estructuras sociales. Así, no cabe sino el «pe­
cado social», del
cual sólo

el «cambio de estructura» podrá liberamos,
y, por eso, luchar por conseguirlo es santificarse.
7 .2 La fe en Dios, en Cristo, la esperanza en nuestra salvación
eterna, tienden a ser confundidas, o al menos mezcladas, con la fe
en el mito del mundo fraternal, al que habrá de llevarnos el marxismo, y con la esperanza de alcanzarlo después del triunfo de la Revolución
política, económica y cultural.
¿No se está dando así
al cristianismo un giro copernicano?
¿Qué tiene, pues, de extraño que de este confusionismo se brin­
que
muy a men~do a

las espectaculares afirmaciones que a tantos
llenan de asombro? Así ocurre con ·las que vamos a examinar segui­
damente:
V. El "Primer Encuentro Latinoamericano de Cristianos por
el Socialismo".
Del 23 al 30 de abril de 1972 tuvo lugar en Santiago de Chile
el denominado «Primer Encuentro Latino.americano de Cristianos por
705
Fundaci\363n Speiro

JUAN V ALLET DE GOYTISOLO
el Socialismo», al cual, según l. C. l., núms. 408 y 409, asistieron
unos

cuatrocientos cristianos llegados de todos los países de América,
bastantes de
ellos sacerdotes.
Tenemos

a
la vista los textos del Documento de Trabajo, redac­
ta nos ha sido facilitado por la Agencia C.
l. O. También pueden con­
frontarse

en
l. C. I. 409, de 1 de junio de 1972, que reunió un am­
plio «dossier», donde también recogió unas_ declaraciones _de P. Girar­
di a las que haremos luego algunas referencias.
. 706
Ei documento de trabajo se inicia con esta explicación:
-~ «Fidel

Castro, en su reciente visita a Chile, se reunió con
unos 120 sacerdotes y religiosos de izquierda. Afirmó en re­
petidas ocasiones que los cristianos < tácticos, sino estratégicos» de la revolución latinoamericana.
Sin duda, estos hechos son signos de nuevos tiempos para
la
Iglesia, que sociológicamente ha sido con frecuencia calificada
de conservadora. La
afirmación de
Fidel corresponde, efecti­
vamente, a una situación nueva dentro del continente. En efec­ to, existen
cada vez

más cristianos comprometidos en
la lucha
que libra el pueblo latinoamericano para liberarse del impe· tialismo capitalista generador de subdesarrollo y explotación,
y este compromiso pollrico es exigido por su propia fe.
»Sacerdotes de

Argentina, Brasil, Bolivia, Colombia, Perú,
de paso por Santiago; junto con
miembros del

Secretariado
«Cristianos por
el socialismo» d-e Chile, se reunieron a co­
mienzos de diciembre para planificar
y organizar el 1. er En­
cuentro
1Latinoa'mericano de

Cristianos por el
socialismo. Todos
ellos percibían la imperiosa
necesidad., en

este momento de la
historia, de detenerse un instante en
el trabajo para intercam­
biar experiencias, reflexionar teológicamente, darse apoyo mutuo
y coordinar una acción comprometida junto a trabajadores, obre-­
ros,
campesinos
y estudiantes. Esta acción puede ser decisiva
para volcar sectores cristianos significativos hacia el progreso
de la liberación de nuestros pueblos.»
En el mismo, sus redactotes señalaron cuáles
debían ser

los ob-
Fundaci\363n Speiro

¿CRISTIANISMO MARXISTA?
jetivos de la reunión, de cuya explicación se ocupan los siguientes
párrafos:
«El objetivo central es el de intercambiar, analizar y pro­
fundizar las experiencias de compromiso efectivo de cristianos en la Revolución liberadora de América Latina.
Ese objeto
central se desdoblaría en la simultaneidad de un objetivo ex­
terno y un objetivo interno del Encuentro.
»El objetivo externo: expresar públicamente, a través de las
características del mismo Encuentro, la efectividad, amplitud y
representatividad de la opción revolucionaria de cristianos en
nuestro continente. Ser, por tanto, el testimonio de
la manifes­
tación clara de un hecho de proporciones latinoamericanas.
»Et objetivo interno: hacer ~ esfuerzo de fecundo inter­
cambio, análisis de profundización de las experiencias pecu­
liares de los distintos países y ahondar en los puntos comunes.
Se trata, por lo tanto, de estudio y reflexión en relación directa
con las experiencias de praxis revolucionaria. Como base común
y punto de partida de ese análisis profundizador debe estar la
efectiva opción de los participantes del Encuentro, por la libe­
ración que se concretiza
en un camino n:alistá. hacia el so­
cialismo. El proceso revolucionario
se establece así como el
marco de referencias y punto desde el cual se buscará ahondar
en el análisis
y la reflexión que debe asumir, retrospectiva y
prospectativarnente, el proceso global y único de la lucha libe­
radora
de nuestros pueblos. La Revolución es una sola. Es el
carácter global
y unitaf'io de la única Revolución -y no, como
es
obvio, el paralelismo de un presunto «camino cristiano» to­
talizador- que debe servir de constante referencia de fondo
para plantear la importancia del aporte significativo de los
cristianos revolucionarios» ...
«Et objeto práctico del Encuentro es fortalecer la acción de
los cristianos en la lucha liberadora del pueblo latinoamericano
y buscar formas de coordinar
y dar un apoyo logístico adecuado
a los grupos cristianos comprometidos en esa lucha.»
El trabajo que se preparaba
debía realizarse

en tres fases o mo­
mentos:
707
Fundaci\363n Speiro

JUAN VALLET DE GOYTISOhO
708
«a) Primer momento. Análisis de la fase en que se en­
cuentra actualmente el proceso revolucionario en los distin­
tos países -tomando en consideración la posición clave de
algunos países en la estrategia continental del imperialismo y
de la revolución -sobre todo bajo el aspecto de la emergen­
cia

del proletariado
y la movilización popular. Este análisis,
ahondado en detalles significativos, como son la agudización
de crisis económicas, «momentos políticos» y fases típicas de
la
lucha, crearía el trasfondo y el horizonte de referencias de
toda reflexión posterior. Sobre este telón de fondo del proceso
revolucionario en marcha se pasaría a analizar el papel de los
cristianos y la función de «lo cristiano» ( en el sentido socio­
cultural e ideológico-político) como bloque y/o empuje en el
avance de la lucha revolucionaria.»
«b) Segundo momento. El análisis anterior desembocaría,
naturalmente, en un segundo paso teórica y prácticamente más
exigente: la búsqueda teórica y dé-terminación práctica de las
causas estructurales, de los porqué ocultos, de las claves pro­
fundas del papel que juega de hecho y que puede jugar «lo
cristiano» en el proceso revolucionario. Hay que romper analí­
ticamente, en un esfuerzo científico de lectura profunda de
la
realidad, la doble apariencia: la de la superficie de los hechos
y la de la superficie de las ideologías; Para eso la postura del
materialismo histórico, y vale decir: el situarse en el terreno
material
'e intramiJ.ndano de la historia, y el recurso al instru­
mental de análisis del marxismo ( con tal que se tenga con­
ciencia de que también el marxismo es parte de un proceso
histórico en marcha y no una dogmática) parecen imprescin­
dibles.
»También en este segundo momento de búsqueda de una
lectura profunda de
la realidad, las claves de interpretación
que
se procuran

tienen
que referirse
al proceso global de la
emergencia del pueblo en la lucha.
La lectúra profunda de la
vigencia de «lo cristiano>> sólo es posible cuando se la hace
referida a ese proceso global. No será en el seno de la teología,
Fundaci\363n Speiro


¿CRJSTIANISMO. MARXISTA?
tomada como campo ideológico aislable, que se encuentran Ias
daves

interpretativas
· profundas
para detectar el papel que
juega históricamente «lo cristiano» -aunque se puedan encon­
trar-en este ca.mino elementos aproximativos importantes-, sino
que serán más bien las funciones estruct11rales que desempeña
de hecho «lo -cristiano» en· ¡as formaciones económico-sociales
que nos conducen a desenmascarar las criptoteologías y leer,
en ú.na Segunda lectura, las «teologías expresas». El carácter
radicalmente histórico de la reflexión sobre la fe exige la me­
diación ( el «pasar por») de
lo «no teológico» -en el sentido
tradicional- para poder volver a hacer significativamente teolo­
gía encauzadora de la efectivadón del amor. Dicho de otra
manera : el carácter ideológico
-en el

sentido peyorativo del
término- de las manifestaciones del «cristianismo sociológico»,
sólo puede ser develado mediante el
análisis de

las funciones
que ejercen en el
seno de modos de producción y formaciones
económico-sociales. Sólo así se podrá entender la frecuente cas­
tración de la dinámica
liberidora originaria

del cristianismo,
analizando históricamente los
mecanismos de

captación e
in­
troyección

de los sistemas sociales. Sólo así se hace posible ir
más allá de una simple utilización táctica de
elementos cris­
tianos

en la lucha
revohicionatia>) ...
«e) Tért:er momen'to. En él tercer momento trataremos de
visualizar la
·vigencia de

«lo cristiano» en el proceso tevolu­
cionario.
·
»No
queremos

situarnos sólo
a un nivel-táctico y· sacar al·
gu.nas «conclusiones».,
de éarácter-operacional inmediatista.
»Po·r e!"tonttario, se .. trata de que nuestra praxis revOluciO·
naria conStantemente reffexíonadá en el -contexto global del
proteso
revé>ltlcionario -~e Constituya

en un ··componente
enri·
quCX:edor de la míS:ma. teoría· revofucion-aria. -Lo CU:a1 supone que
tenemos
coino Opéión básica la pdrtiCipación ·efectiVa al proceso
revoluciónário
Y es·o a largO J,fazO, vale· decir: estratégicamente.
Sólo nuestra participación efeétiVa, ·n~ra }?raiis revolucionaria,
Verificará

la
cOnsistericia del

aporte cristiano al proceso de la
r~olución, y ilo .. los planteaffiientOS superficiales y ap!'esurados
709
Fundaci\363n Speiro

JUAN VALLET DE GOYTISOLO
sobre el < sentarse en el diálogo entre cristianos y marxistas.
»Cuando decimos que no queremos situamos sólo a un
nivel táctico, no queremos objetar el uso «táctico» de lo cris­
tiano o el peso que culturalmente tiene el sacerdote en nuestras
sociedades. Para la aceptación del nivel «táctico» de lo cristiano
basta tener una noción suficientemente histórica de la fe y su
ineludible dimensión política. Sin embargo, este nivel táctico
es a menudo ambiguo. Un aliado táctico puede transformarse
en enemigo estratégico .. Dados los lazos existentes entre el
< grupos que parecen progresistas o de izquierda lleguen a con­
vertirse a largo plazo, estratégicamente, en enemigos de un
auténtico producto revolucionario. En esta línea habr!a, tal vez,
que analizar
el progresismo postconciliar, en particular Mede­
Illn, los

acomodos de personeros de la jerarquía, y la actitud
de aquellos cristianos de «izquierda», cuya capacidad y genero­
sidad en prestar un servicio tácticamente valioso en el proceso
revolucionario
tiende, con

todo, a agotarse·
y hasta convertirse
en un freno para el mismo proceso.»
¡ He ahí una lección de praxis marxista con utilización del ma­
terialismo

histórico como método de acción
!
En el Documento de trabajo se observa la misma preocupación
que al principio de este estudio nuestro hemos visto sentida por los
miembros del Partido Comunista de Francia, de explicar los cambios
de modo de pensar a través del
materialismo hist6rico. Así, antes
de proponer las preguntas, en él
redactadas u

otras por el
estilo, que
se estimaba conveniente-formular, se hace esta indicación:
710
<<... No es aquí el lugar de analizar, ni siquiera esquemá­
ticamente, por qué este proceso de cambio de la Iglesia y de
_ compromiso creciente de sectores de ella con la Revolución, no
está generado sólo internamente por su propio aggionarmento
---Concilio Vaticano II, Medellín que ha dado lugar a una
nueva teología de liberación-, sino está condicionado por los
acontecimientos económicos
y políticos brevemente. señalados
más
arriba. Su convulsiva dinámica de deterioro social da lugar
Fundaci\363n Speiro

¿CRISTIANISMO MARXISTA?
a una serie de crisis internas de la Iglesia, divisiones entre
cristianos de posiciones políticas opuestas, y a la vez crea con­
diciones de acercamiento de cristianos católicos y evangélicos
antes con
escasa r.elación entre

sí. La
lucha de

clases parece
marcar una nueva linea divisoria entre cristianos
y, a la vez,
parecen borrarse o al menos atenuarse otras líneas divisorias que separaban a los católicos de los protestantes, a los cristianos
de los
marxistas.» ·
El

documento final está dividido en : una introducción, una pri­
mera parte dividida en tres epígrafes:
1.2, < cana;
un desaf-ío para

los cristianos»;
2.2, «Intentos de liberación en
América latina>>, y 3.2, «Los cristianos y el proceso de liberación en
América latin@>; una segunda parte, «Los cristianos deben optar por
el compromiso re110!11cionario», con tres epígrafes: «J. Algunos as­
pectos de nuest't'o compromiso revolucionario», «IJ. El cristianismo y
la lucha ideológica» y «Ill. La fe y el ·compromiso revolucionario>>,
y su < Comenzaremos por transcribir algunos párrafos de la lntro­
ducéión:
<<... Queremos identificamos claramente como cristianos que
a partir del proceso de liberación que viven nuestros pueblos
latinoamericanos
y de nuestro compromiso práctico y real en
la construcción de una sociedad socialista, pensamos nuestra fe
y revisamos nuestra actitud de amor a los oprimidos.»
<<. ••. Y lo que más hiere la conciencia de los pueblos ex­
plotados es ver que su precaria economía no es sino
1a conse­
cuencia de la riqueza
y el bienestar creciente de las grandes
potencias.
Nuestra pobreza es la otra cara del enriquecimiento
de

las clases explotadoras
internaciona/,es.»
«... los pueblos dominados por el capitalismo imperialista
deben unirse para romper con la situación de opresión
y de
despojo a la que están sometidas. Pero esta unión que
pa,ece
tan

lógica no es algo
fácil, ya que la dependencia externa fa­
vorece 1a desunión ; que, por otra parte, es fomentada, clara
o

sutilmente por el imperialismo. Por eso, al reunirnos aquí,
711
Fundaci\363n Speiro

JUAN V ALI.ET DE GOYTISOLO
cristianos de todos los países de A, L. queremos, frente la
reunión
mundial de la UNCTAD, harer un llamado a las cla­
ses sociales explotadas
y a los países dominados a unirse para
defender sus derechos
y no para mendigar una ayuda.
>>Las estructuras económicas y sociales de nuestros países
latinoamericanos están cimentadas en
la opresión y la injusticia
consecuente de una situación de capitalismo dependiente de los
grari.4es centros de poder. Al interior de cada uno de nuestros
páíses, pequeñas minorías cómplices y servidoras del capitalis·
mo internacional, mantienen, por todos· los medios posibles,
una sitll3.;eión creada para su propio beneficio. Esta injusticia
estructural es, de hecho, violencia, abierta o disfrazada. »Los que secularmente han explotado
y quieten seguir ex­
plotando a los más débiles ejercen, de hecho, una violencia
contra éstos. Esta violencia se oculta ·muchas veces en un falso
orden y falsa legalidad, pero no por eso -es menos Violencia
o

injusticia. Esto
no es
humano
y, por lo· mismo, no es cris­
tiano» ... «Nuestro compromiso revolucionario nos ha hecho
redes·
cubrir

la significación de la obra liberadora de Cristo. Ella
da a la historia humana su uni comprender el sentido de
la liberación política, a situarlo en
un contexto más amplio
y radical. La liberación de Cristo está
necesariamente en hechos
histó~cos liberadores,
pero no se
reduce a ellos; señala sus límites, pero, sobre todo, lo_s lleva a su pleno cumplimiento. Los que operan una reducción de la
obra de Cristo son más bien aquellos que quieren sacarla de donde late
el pulso de .la historia, de donde unos hombres y
unas clases sociales luchan por liberarse de la opresión a que
les tienen sometidos otros hombres
y clases sociales; son aque·
llos

que
no quieren

ver que·
la liberación de . Cristo es una libe·
ración

radical de toda explotación, de todo despojo, de toda
alineación.
»Al comprometemos

en la construcción del socialismo, lo
hacemos
porque, objetivamente,

fundados· en la experiencia
his·
tórica y trátando de analizar en forma rigurosa y científica los
Fundaci\363n Speiro

¿CRISTIANISMO MARXISTA?
hechos, concluimos que es la única manera eficaz de combatir
el imperialismo
y de romper nuestra situación de dependencia.
»La constitución
del socialismo no
se hace con vagas de­
nuncias o llamadas a la buena voluntad, sino que supone un
análisis que ~rmite revelar los mecanismos que mueven real­
mente a
la sociedad, un análisis que haga patente la opresión
y sea capaz de desenmascarar y llamar por sus nombres a los
que oprimen abierta o sutilmente a
la clase trabajadora, supone,
ante todo, una participación en la lucha que opone la clase
explotada a sus. opresores. La caridad efectiva no puede acallar
esta lucha que desencadenan los que, por defender o acrecentar
sus privilegios, explotan al pueblo.»
Notemos que la «liberación», en su sentido marxista, es deno­
minada en el Documento chileno
-«Liberación de Cristo», de

la que
se dice que
<
radical de toda explotación de todo
despojo, de toda alienación»,
y-se añade -que debe realizarse de la
«única manera eficaz>>, utilizando el método de «análisis» que se
des~ribe en

términos marxistas,
y mediante «una participación en la
lucha
r¡ue opone

la clase explotada a
sus explotadores».
Reproducimos también algunos párrafos del epígrafe I de la
Primera parte:
«1.3. Esa «voluntad» es
la de una minoría de privilegiados .
que han hecho posible la construcción y el mantenimiento de
una sociedad injusta,
la sociedad capitalista, basada en la ex­
plotación, el lucro
y la competencia.
» 1.4.

Esta sociedad injusta. tiene su fundamento objetivo
en las relaciones capitalistas de producción que generan, ne­
cesariamente, una sociedad clasista.
>> 1.5. El capitalismo colonialista o neo-colonialista como
estructura económica conforma la realidad de los países latino­
americanos.
En su fase superior, conforme la realidad de los
países capitalistas, conduce al imperialismo
y sub-imperialismo
que actúa a través de múltiples mecanismos como agresiones
militares y ecori6micas, alianzas de gobiernos represivos, em­
presas multinacionales, dominación cultural, presencia de
la CIA,
el Departamento de Estados, etc.
713
Fundaci\363n Speiro

JUAN V ALI.ET DE GOYTISOW
»1.6. Al interior de cada país el imperialismo actúa en
complicidad con las capas dominantes dependientes o burgue­
sía nacional.

Capas dominantes que aparecen en alianza con la
Iglesia institucional.
»1.7. Uno de los últimos recursos del imperialismo son
las dictaduras y regímenes de tipo fascista que generan la ra­
presión, la tortura, la persecución, los crímenes políticos, etc.»
«1.9. El imperialismo busca desunir el pueblo, oponien­
do a cristianos y marxistas, con la intención de paralizar el
proceso revolucionario de América Latina.»
Así, la unidad de los cristianos no importa ante la precisión de
unidad en el proceso revolucionario. Ni, como vamos a ver, se admite
otra solució.µ par-a lograr la «liberación total» que el socialismo, por
la dinámica histórica de la lucha de clases, ante la cual no cabe neutra~
lidad, por el compromiso revolucionario y con el análisis marxista
de los hechos sociales. Así dice:
714
«1.13. A través de la creciente agudización de la lucha de
clases, se hace claro que hoy día en América Latina existen
sólo dos alternativas posibles: capitalismo dependiente y sub­
desarrollo, o socialismo. Por otro lado, al interior -mismo de
los diferentes países, se manifiesta el fracaso histórico
y la
imposibilidad de composiciones internas entre el capitalismo y el
socialismo, así como de todo tipo de reformismo.»
«1.15. La posición actual de todos los hombres del con­
tinente y, por ende, de los cristianos, consciente o inconsciente­
mente, está determinada por la dinámica histórica de la lucha
de clases en el proceso de liberación.
»1.16.
Los cristianos
comprometidos con
el proceso revo­
lucionario reconocen el fracaso final del tercerismo social cris­
tiano y procuran ins·ertarse en la únita historia de la liberación
del continente.
» 1.17. La agudización de la lucha de clases significa una
nueva etapa de la lucha ideológica política y excluye toda for­
ma de presunta _neutralidad o apoliticismo. Esta agudización
d.e la lucha da al proceso revolucionario de América Latina su
verdadera dimensión de totalidad.
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¿CRISTIANISMO MARXISTA?
»1.18. Del análisis científico y del compromiso revolucio­
nario con la lucha de los explotados surgen, · necesariamente, los
elementos reales de la situación : relaciones de producción, apro­
piación
capitalista de

la plusvalía, lucha de clases, lucha ideoló­
gica,
etc.» ...
«1.20. El pueblo, a través de todos los elementos eficaces
de análisis que proporciona, sobre todo, el marxismo está to­
mando conciencia de la necesidad de ponerse en marcha hacia
la verdadera toma del poder por la clase trabajadora. Sólo ésta hará posible la construcción
de un
auténtico socialismo, única
forma hasta el presente de lograr una liberación total.»
En los epígrafes 2 y 3 de la Primera parte, con referencia a la
acción revolucionaria de los cristianos, hallamos, entre oti:as, las si­
guientes afirmaciones:
«2.6. Los cristianos, urgidos por el Espíritu del Evangelio,
se van integrando, sin más derechOs y deberes que cualquier
revolucionario, a los grupos
y partidos proletarios. Los cris­
tianos
comprometido~ con el socialismo reconocen en el pro­
letariado -nacional y continental lá vanguardia del proceso de
liberación de América Latina.» ...
«3. 5. La praxis junto al proletariado destruyen en los cris­
tianos bloqueos éticos-afectivos para comprometerse en la lucha
de clases. Estos bloqueos constituyen, por su pase histórico, un
as,Pecto importante, especialmente de l_a revolución cultural.
»3.6. · Sacerdotes y pástores en un compromiso creciente con
los pobres, los oprimidos y la clase trabajadora, iluminados' por
un nuevo tipo de reflexión teológica, descubren nuevas dimen­
siones de su misión específica. Este rni_smo compromiso les lleva
a asumir una responsabilidad
política necesaria
para hacer efec­
tivo el amor a los oprimidos exigido por
el Evangelio y los
reubica en la vertiente profética inscrita en el proceso de la
Revolución.-Nucleados a veces
cOn movimientos y Organizacio­
nes propias, constituyen un aporte positivo al proceso latino­
americano de liberación.»
El primer epígrafe de la Segunda parte insiste en la necesidad de
que el compromiso revolucionario «exige un análisis científico de la
715
Fundaci\363n Speiro

JUAN V ALLET DE GOYTISOLO
realidad», que coincide pleoamente con el efectuado por el marxismo, como lo muestran los siguientes párrafos:
2) ... «La acción revolucionaria revela, en efecto, que
para· ser objetiva y científica una intervención de esté orden debe
tomar el análisis de las clases como base de la interpretación.»
«3) El socialismo es
la única alternativa aceptable para
remontar la sociedad de clases» ... «Esta dejará de existir sus­
tituyendo la propiedad privada por
la propiedad colectiva de
los medios de producción que crean condidones objetivas para
la supresión del antagonismo de las clases.»
«4) La

edificación del
socialismo exige
la reelaboración
de una teoría crítica de la sociedad capitalista. Mostrando las
contradicciones de la sociedad latino-americana, esta teoría de­
mostrará también el potencial revolucionario, objetivo de las
clases trabajadoras ... »
Pero también se precisa, conforme el. Documento, la «praxis» re-­
volucionaria y la formación de · la «conciencia>> de los trabajadores
que, según indica, requiere la
existencia de

partidos
y organizaciones
populares:
716
«5) Para llegar al socialismo es necesario no sólo una
teoría crítica, sino también que el proletariado tenga una prác­
tica revolucionaria. Esto supone un
cambio en
las conciencias : es
necesario reducir las distancias que existen actualmente entre
la realidad social y la concieocia de los trabajadores. Esto será
posible si se denuncia y se desenmascara las mitificaciones
ideológicas de la burguesía. El pueblo identifica ya las causas
estructurales de su miseria
y concibe las posibilidades de su·
primirlas. Pero el cambio. de las conciencias sólo se realizará si
existen también partidos y organizaciones populares, ya que
ellos tienen una estrategia que conduce a
la toma del poder.
»6) La construcción del socialismo es un proceso creador
que no tiene nada que ver con los esquemas dogmáticos
y las
posiciones no críticas. El socialismo no es un conjunto de dog­
mas fuera de la historia, sino una teoría crítica, un desarrollo
permanente de las condiciones de la explotación y una práctica
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¿CRJSTIANISMO MARXISTA?
revolucionaria que, pasando por la toma del poder político
por las masas explotadas, se llega a la propiedad
colectiva de
los

medios
de producción y financiación y a una planificación
económica global
y nacional.»
El epígrafe II de la segunda parte comienza explicando, al modo
marxista, la ideología de la clase dominante:
«1) La lucha de clases no es solamente socio-económica:
se extiende también al terreno ideológico. La clase dominante
elabora una serie de justificaciones ideológicas que impiden
sea reconocida la existencia de esta lucha. Aún más, la ideolo­
gía de las clases dominantes vulgarizadas por la educación y
los medios de comunicación social, da una mala conciencia a
algunos que pertenecen a las clases explotadas, lo que frena la
acción revolucionaria.
»2) Es por esto por lo que la acción revolucionaria-lleva
un valor esencial a la lucha ideológica. Su objeto es liberar la
conciencia de los oprimidos.»
Al situar el cristianismo en este contexto, se trata de «desmitifi­
car>> todo el contenido de la doctrina social católica, a la que se de­
nomina < «5) La rultura dominante impone la imagen de un hom­
bre llamado a aceptar un sistema preestablecido, presentado
como el orden objetivo
y como fundado sobre la naturaleza
humana. Este sistema estaría conforme al derecho natural. Las
desigualdades y las dependencias, la divisi6n del trabajo, la
separación entre el pueblo
y el poder, se dan como contratos
naturales de la sociedad.
Se busca así que se acepte el hech<>
del sistema capitalista y al mismo tiempo se elimina la perspec­
tiva de 1;1n cambio global radical.
»6) La -cultura domiriante impone también una concep­
ción individualista del hombre, sus capacidades, sus tareas
y
sus finalidades, están presentadas como exclusivamente indivi­
duales. Esta cultura bajo sus diversas formas -liberalismo,
humanismo, p'ersonalismo-pretende ser la defensora de la.
libertad individual, de la libertad de la persona, de 1a pro­
piedad privada, de la libertad de conciencia, del amor
limitad<>
717
Fundaci\363n Speiro

JUAN VAUET DE GOYTISOLO
718
a las relaciones interpersonales, etc. Así es como ella tapa los
aspectos estructurales d_e las relaciones sociales y las contradic~
ciones que el sistema eilgendra.
»7) La cultura dominante impone una idea «espiritualista»
del hombre explicando que su comportamiento
y su historia
están basadas principalmente sobre las ideas
y sobre las actitu­
des morales: como si los males del mundo estuvieran fundados
únicamente sobre las desviaciones ideológicas o morales de tipo
puramente individual. Sin
negar la

creatividad
y el valor moral
de la persona, estimamos que la cultura dominante desvía la
atención de un estudio científico de los mecanismos económicos
y sociales que rigen fundamentalmente la marcha de la historia :
que tapa el papel fundamental jugado por las estructuras en la opresi6n
de los

hombres
y de los pueblos y disimula el im­
pacto fundamental de la econom!a
(y en particular de la lucha
de clases) sobre la vida política, cultural
y religiosa. Así es
como ella descarta la idea de una búsqueda, de un cambio que
entraña la transformación del sistema económico.
»8) La cultura dominante que se sirve del Evangelio de
una manera parcial
y deformada, impone una idea pacifista de
la sociedad, desc_ribiendo las diversidades, las dependencias, la
división del trabajo, los privilegios como una forma de plu­
ralismo
y de complementaridad exigidas por el orden y el bien
común : Ella propone la
«mlaboracióru> y el «diálogo» entre las
clases
y los pueblos. Tapa así el carácter conflictivo de la lucha
de clases
y de los pueblos y de todo el proceso auténtico de
liberación. Tapa la violencia institucionalizada del sistema acM
tual y reserva el término· de violencia a la lucha contra la clase
dominante
y a la lucha revolucionaria. De esta manera, ella re~
tarda finalmente una
auténtica comunión entre los hombres.»
Por eso se afirma :
» 1 O) La alianza entre el cristianismo y las clases domi­
nantes explica en gran parte las formas históricas
tomadas por
la

conciencia cristiana.
Es necesario que· los· cristia:flos1 tomen
posición al lado de los explotados para
borrar esta alianza. Una
fe

verificada por la praxis, este
·compromiso· permitirá volver
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¿CRJSTIANISMO MARXISTA?
a un cristianismo renovado que en un esfuerzo para ser fiel al
Evangelio hará reaparecer el carácter conflictivo y resolucionario
de su inspiración original.»
El epígrafe III de la segunda parte estudia el efecto de la praxis
de la colaboración de los cristianos con los. comW1istas, preconizada
hoy
por el marxismo -como al principio hemos visto en los textos
del Partido comunista francés-, proyectada en «la convergencia en­
tre el
carácter radical de su fe y el

de
su compromiso politico». Así
explica:
«2) Esta vitalidad de la
fe en el corazón mismo de la
praxis revolucionaria hace nacer una interacción fecunda. La
fe cristiana se transforma en fermento revolucionario crítico y
dinámico. La fe intensifica la exigencia de nna lucha de cla­
ses firmemente orientada hacia la liberación de todos los hom­
bres, en particular de los que más sufren la opresión. Ella
acentúa también
la orientación hacia una transformación glo­
bal de la sociedad y no solamente de las estructuras económicas.
La
fe aporta as_í su contribución en
y por los cristianos com·
prometidos en
la construcción de una sociedad cualititavimente
diferente y en el nacimiento de un hombre nuevo. Pero no
es necesario creer que lo específico de la aportación cristiana es
anterior a la praxis revolucionaria, ya que el cristianismo lo aporta con él comprometiéndose en
la lucha revolucionaria. En
realidad, es en
el rurso de esta lucha como su fe se revela
creadora de aportaciones que ni él ni nadie hubieran podido
prever desde el exterior.
»3) Pero el compromiso revolucionario tiene también una
función crítica y portadora de dinamismo .de la fe cristiana.
Hace, por ejemplo,
la crítica de sus complicidades históricas
flagrantes y ocultas con la
cultura dominante.
Al mismo tiem­
po obliga la fe cristiana, si ella es viviente, a emprender ca­
minos inéditos y nuevos.
Los cristianos comprometidos en el
proceso de liberación descubren, en efecto, que en ellos
en­
cuentr~n
los

temas centrales del mensaje evangélico, al fin libe­
rados de sus deformaciones ideológicas, por medio de las exi-
719
Fundaci\363n Speiro

JUAN V A1LET DE GOYTISOLO
720
gencias de la acción revolucionaria y por los cambios de men­
talidad
y de disciplina que ésta exige.
»4. Hoy,

para tener una fe viva, debe integrarse en el
contexto de la historia de
la opresión y de la lucha liberadora
contra esta opresión. Pero esto supone una participación efec­
tiva de los cristianos en el proceso de liberación por medio del
compromiso en las organizaciones y los partidos que sean autén­
ticos instrumentos de la lucha de la clase obrera.
»5. El cristiano comprometido en la acción revoluciona­
ria descubre la fuerza liberadora del amor de Dios, de la
muerte y Re•urrección de Cristo. Descubre que su fe no es
la aceptación de un mundo ya hecho
y de una historia prede­
terminada, sino que ella es creadora de un mundo nuevo y so­
lidario y, también, una iniciativa histórica fecunda por la es­
peranza cristiana.
»6) En el compromiso revolucionario el cristiano aprende
a vivir y a pensar en términos conflictiyos e históricos. Descubre
que
el amor transfigurador se . vive en el antagonismo y el
afrontamiento, que es lo que se encuentra, en definitiva, y se
construye en la historia. El _c,ristiano comienza así a compren­
der que, en la lucha por una sociedad diferente, no hay neutra­
lidad posible y que
la unidad de la humanidad de mañana se
construye con las luchas de hoy. Descubre, finalmente, que
la
unidad de la Iglesia pasa por la de la humanidad y que, por
consiguiente, la lucha revolucionaria, que ¡evela que la unidad
de la Iglesia de hoy no es más que aparente, prepara la ver­
dadera unidad de
la Iglesia de Mañana.
»7)
La reflexión sobre la fe deja de ser una especulación
separada del compromiso histórico. La praxis revolucionaria
constituye el medio generador de una nueva creatividad teoló­
gica. El pensamiento teológico toma a su lado el instrumento adecuado de análisis social para comprender de manera crítica
la naturaleza conflictiva de la realidad histórica porque es una
exigencia indispensable para su tarea propia.
»8) Esto conduce, en un espíritu de auténtica fe, a una
nueva - lectura de
la Biblia y de. la tradición cristiana, a una
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¿C!/JSTIANISMO MARXISTA?
lucha que reemplace los conceptos y los símbolos fundamen­
tales del cristianismo, de tal manera que no estorben a los cris­
tianos en su compromiso revolucionario, sino al contrario, les
ayude a asumirlo de un modo creador.»
Es el paso de la praxis a la apostasía de la verdadera fe.
La CONCLUSIÓN es ésta:
«Nosotros dejamos este Encuentro para volver a nuestra tarea
con espíritu renovado de compromisó
y-hacemos nuestras las
palabras bien conocidas de Che Guevara que hemos tenido de
alguna manera presentes durante estos -días :
«Los cristianos· deben optar definitivamente por la
revolución,
especialmente en nues;'ro coniinente1 donde
la fe cristiana ·es· tan importan'e entre las masas popula­
res¡ pero

los cristianos no pueden pretender imponer sus
propios dogmas en la
la.cha revolucionaria,

ni hacer
pro·
selitismo en favor de sus igle,ias; ellos deben venir sin
la pretensión de evangelizar a los marxistas y sin la co­
bafdfa que cons~stiría en

_esconder·
su fe

para
asimilarse
a ellos.
»El día en que los cristianos se atrevan a dar un
testimonio revolucionario integral, la

revolución latino­
americana será
invencible, puesto que, hasta

ahora, los
cristianos han

permitido
que su doctrina

fuera instru­
mento de los
re4ccionar-ios.»
El marxismo se ha vestido en el Docmnénto con palabras cristia­
nas, pero éstas no pueden cubrir sus conceptos.
En
caml,io, Roma

sigue hablando de otro modo:
-Frente

a
la unión preconizada de católico;r -y marxistas para
construir
el socialismo,
no s6lo cabe oporier-el texto de San Pío X,
en su carta sobre
Le Sill-on, antes transcrito-, referido a la condena
de la unión de católicos y no católicos para
conStruir la democracia.
Tal vez, aunque referidas a
la misión de los cristianos, sean más
rótundas
aún las palabras de Paulo VI en su Discurso del día de
San Pedro
y San Pablo de este año :
721
,.
Fundaci\363n Speiro

JUAN V ALLET DE GOYTISOW
«Audemus dicere: podemos, en verdad, celebrar ante e1
Señor un rito, una liturgia de la oración común, una santifica­
ción de la vida induso profana, que distingue al cristiano del
que no es cristiano. Este pueblo es distinto, aunque esté confun­
dido en la gran marea de la Humanidad. Tiene su distinción,
su característica inconfundible. San Pablo se definió «segrega·
tus», separado, distinto del resto de la Humanidad, precisamente
por estar investido de prerrogativas y funciones que no tienen
los que no
pos·een la suma fortuna y la excelencia de ser miem­
bros de Cristo. Entonces tenemos que considerar que nosotros,
los que estarnos llamados a ser hijos de Dios, a participar en
el Cuerpo Místico de Cristo, que somos animados por el Es­
píritu Santo y
hechos templos

de la presencia de Dios, tenemos
que realizar este coloquio, este diálogo, esta conversión con
Dios en la religión, en el culto litúrgico, en el culto privado,
y tenemos que extender
el sentido de la sacralidad incluso a
las acciones profanas ... »
<<. .. Se afirma que ya no hay ra2ón para distinguir un hom­
bre de otro, que no hay
nada que
pueda realizar esta distin­
ción. Aún más, hay que devolver al hombre su autenticidad, hay
que devolver al hombre su verdadero ser, que es común a todos
los demás. Pero la Iglesia, y hoy San Pedro, llamando al pue­
blo cristiano a la conciencia de sí mismo, le dice que es el pue­
blo elegido, distinto, adquirido · por Cristo, un pueblo que
debe ejercer una particular relación con Dios, un sacerdocio
con Dios. Esta sacralización de la vida hoy no debe ser borrada,
ex:pulsada de las costumbres y de nuestra vida, como si ya no
debiera figurar.»
-Contra la concepción dialéctica del mundo, podemos leer en
la Carta del Cardenal Villot, como Secretario de Estado en nombre
del Papa, a la LVIII
Semana social

de Francia, escrita
el 3 de ju­
lio de 1971, poco después de la carta
Octogesima ,ulveniens:
722
«Para un criStiano, la respuesta no procede, vosotros lo
sabéis, de un dualismo irreductible, o de una dialéctica en la
que la lucha entre las fuerzas hostiles sería el camino obligado
Fundaci\363n Speiro

¿CRJSTIANISMO MARXISTA?
hacia una armonía total. El plan de Dios sobre el mundo es
un designio de amor y de
paz entre
el hombre y
la mujer, al
igual que entre las diversas comunidades humanas
deshechas
por

el pecado ( cfr. Gen.,
3, 4 y 11). Y Cristo ha venido a
derribar el

muro de odio qoe
separa a

los hombres ( cfr. Efes.,
11, 52). Tal es nuestra fe y nuestra esperanza, tal es la fuente
inalterable de nuestro amor.»
- Advirtiendo del uso y abuso de la palabra revolución, Paulo VI,
en la Audiencia general del 9 de agosto de 1972, preguntaba:
«¿No estamos educados con espíritu revolucionario? ¿Qué
extraordinaria apología se ha hecho hoy de la revolución como
ideaf, como sistema, como fuente de derecho, mejor dicho, de
justicia, para que la masa, digamos mejor el pueblo, los maes0
tros y los dirigentes de la sociedad se dejen convencer, auto­
convencer, de que la revolución por sí misma
es deber y des­
pués origen de obligación moral? Y esta obligación,· ¿será his­
tóricamente momentánea o será progresiv~?, ¿dónde estará la
sociedad, la convivencia, la civilización? ¿No estamos abusando
de esta ei mito desastroso, o al menos angustioso? Y, además, toda re­
volución ¿no reivindica
para sí
el arbitrio absoluto, el derecho
indiscutible de convertirse en dominio despótico y opresor tan
pronto se ha impuesto
y derrotado a sus propios oponentes?
¿Qué régimen es más rigurosamente conservador que el revo­
lucionario?»
-Denunciando el mito de la «liberación», Paulo VI, en su
alocución al. Sacro Colegio Cardenalicio el 23 de junio de 1972, pro­
nunció
estas palabras:
«Algunos, además, llegan a padecer y a predicar la fascina­
ción de
la violencia, nuevo mito que se presenta a la inquieta
conciencia moderna: Dicho mito es la apología del hecho con­
sumado; de la < de la libertad evangélica que nace de la verdad y de la cari­
dad (Jn.
8,32; cfr. Gal. 4,31; Rom. 1,21; Sant. 1,25), y,
723
Fundaci\363n Speiro

JUAN V ALLET DE GOYTISOLO
por otra parte, dificil de guardar (cfr. I Pt. 2,16; Gal. 5,13);
pero
· frecuentemente es eufemismo
que cubre métodos des­
tructores; esta fascinación, además, se hunde a veces en el
mimetismo de las sociologías acristianas, únicas que -se consi­
deran eficaces, con ciega confianza y sin previsión de las con­
clusiones a que conduce; no resiste
la seducción del socialismo,
interpretado por algunos como renovación social y sociabilidad
renovadora, pero con utilización de ideas, de sentimientos que a
veces no son cristianos, o son anticristianos: Luchas sistemá­
ticas de clases, odio y subversión, psicología materialista que
contagia la llamada sociedad de conswno.»
En la audiencia general del 16 de agosto, Paulo VI se refirió
a la llamada teología de
la liberación, al decir:
724
· «... hoy se habla mucho, el tema de la teología de la libe­
ración del hombre. Liberación ¿de qué? De todos sus males,
recordando_ siempre el más grave y f~tal, el pecado, con toda
la disciplina religiosa y mora,! relativa a esta liberación; y des­
pués

liberación de muchos males,
y dolores y apuros inmensos
que afligen a una gran
parte de la Humanidad, que sufre
. por tantas causás, especialmente por la pobreza y por. sus mi-
serias y deplorables condiciones sociales.
»Estarnos de acuerdo.
Es todo lo que la Iglesia, en su ám­
bito, está realizando para ha~er operante est~ teología, que es
la teología siempre nueva y siempre viva de fa caridad. Pero
después,
acaso, esta teología se haga discutible, taoto en
el
análisis y en la imputación categórica de las causas como en la
impulsiva propuesta de remedios, que podrían demostrarse
in­
adecuados y acaso también perudiciales para el fin. y p«ra nos­
o"tros roza métodos y campos ajenos a Iluestra competfficia.>>
Y

en
la audiencia del 30 del mismo mes, insistía: ·
«... a esta incertidumbre, según decíamos constitucional, del
hombre frente a su propia
funrjonalidad operativa, Se añade
hoy otra incertidumbre rnuy grave, la ideológica, que pone en
, duda
toda norma moral, insinuando en muchas gentes de nues­
tro tiempo la persuasión de · que todas 1~ reglas · que hasta
ahora presidían
la Común actividad, son discutibles, inSosteni-
Fundaci\363n Speiro

¿CRJSTIANISMO MARXISTA?
bles incluso; y pueden y deben ser cambiadas. Ha llegado el
tiempo de
la «liberación», entendida en sentido radical, que
declara caduco todo
el complejo de leyes, de derechos ajenos
y de deberes propios, y que trata de inaugurar un nuevo estilo de vida que destruya
el precedente ( eso es la infatuación revo­
lucionaria), y se proponen instaurl.lr un orden (o mejor, un
desorden), en que cada uno hace lo que le parece y le place,
quizá sin darse cuenta de que esta es la manera más segura para
provocar un régimen dictatorial. (Ya lo hacía observar aguda­
mente Tácito: Ut auctoritatem evertant, libertatem J>raeten­
dunt; rum everterit, libertatem ipsam aggrediuntur)'.»
-Sólo la conversión del corazón del hombre, marcado profun­
damente por el pecado original, es la solución posible a los males
de este mundo y para una justicia mayor, como advirtió el Cardenal
Secretario de Estado, en nombre del Papa, en la misma carta antes
indicada:

«Es que el pecado marca profundamente el corazón del
hombre, desde Adán y Eva y Caín,
el homicida. La herida
introducida en el seno de la pareja y de
la familia y entre los
pueblos envenena .lis relaciones, las cubre de agresividad y
opone a unos contra otros y· a los partidarios que tiene, en
primer lugar, levantados contra Dios.
«En efecto, nos dice
Jesucristo, del corazón es de donde surgen los pensamientos
malvados, asesinatos, adulterios, fornicaciones, robos, falsos
testimonios, difamaciones» (Mat., 15, 19), El conflicto, de
-simple oposición entre intereses exteriores, se convierte en opo­
sición
interior
y confirma a los hombres y a los grupos en su
orgullo
y en su .suficiencia egoísta,_ haciéndolos incapaces de
reconocer eri el prójimo. este hermano creado como ellos a
imagen .de Dios, redimido con su sangre,
y llamado a conver­
tirse en su hijo en la gran familia de los hijos de Dios. El
cristiano no debería olvidarlo: Las situaciones de conflicto ja­
más podrán ser consideradas en su profundidad y superadas
de verdad sin una verdadera conversión del corazón, sin el
hambre de una justicia
mayor, $in espíritu

de paz, en una
725
Fundaci\363n Speiro

fUAN VALLET DE GOYTISOLO
palabra, sin este amor pu-rificador y unificador que es un don
dd Espíritu

Santo.»
~ En cambio, las situaciones de conflicto podrían «provocar una
verdadera

regresión
social», según la propia carta a la LVIII Semana
social de Francia, que advierte:
(
las situaciones de conflicto no sabrían nor­
malmente superar -sin provocar una verdadera. regresión social,
generadora de graves daños para la justicia, la paz y el mismo progreso. ¿No hay ahí para todos los cristianos una responsa­bilidad particular : despertar sin
pérdida de

tiempo a unos y a
otros a un sentido, de ahora en adelante ampliado, de esta
solidaridad que los une?»
Pero las palabras de Roma de hoy, como las de ayer, no son
escuchadas y caen en saco- roto. El P.
Girardi, en

la entrevista que,
bajo
el título «Apres la conférence de Santiago du Chile. Des chré­
tiens -qui sa veulent socialistes», le efectuó l. C. l., publicada en el
núm. 409, el 1 de junio de
1972, rechaza

como solución la doctrina
social católica enseñada por
el Magisterio Pontificio:
«. .. cierto cristianismo -dice el P. q.irardi-aparta a los
cristianos de la seriedad
y el rigor del compromiso, presentán·
dose como portador de una solución específica de los proble­
·mas políticos,

de una
tercera vla entre el capitalismo liberal
y el socialismo. Esta posición
no solamente la condena la mis­
ma naturaleza por resultar ineficaz : es dañina, pues la .ilusión
de· poseer una solución «evangélica>> impide a los cristianos
buscarla, como todo· el mundo, por medio de un análisis pro­
fano. E-s esta torcida interpretación. la que denuncia· el docu­
mento final de Santiago de Chile. Es también a esto
a lo

que
hacía alusi6n Che Guevara en la frase citada en la conclusión
. de este dOCUillento.»
No

es de extrañar, vista esta contestación y leído
el documento
de la reuuión
de Santiago de

Chile, que el mismo P. Girar di también
haya dicho: ·

«El cristianismo revolucionario se halla constreñido
-a aban-
726
Fundaci\363n Speiro

¿CRISTIANISMO MARXISTA?
donar su fe, o bien a vivirla de un modo radicalmente· nuevo.
Descubrirá la convergencia profunda entre la radicalidad de su
fe y la radicalidad de las exigencias revolucionarias.»
Esto ya lo habían previsto quienes, en Francia, desde
el Partido
comunista, instauraron
la política de la· mano tendida. Este resultado,
como un efecto de
la praxis a la que invitaban,_ ha sido ya registrado
por Antaine Casanova, como hemos visto al principio de este es­
tudio. Pero ·sigamos escuchando lo que, según el P. Girardi, deben
ha­
cer los cristianos :
« ... Más exactamente, decimos que se trata de tomar en se­
rio el materialismo histórico y de aplicarlo a la misma teolo­
gía; ya que
después de

Marx, después de la
«ruptura espis­
lemológicti>> que representa la teoría de la revolución, no es
posible creer y pensar como antes. Es una teología que deja
de considerarse imparcial
y que estructuralmente se significa
por una toma
del partido revolucionario, que se sitúa conscien­
temente en la Iucba de clases, al lado de los oprimidos, al lado
de los pobres y trata de expresar su punto ~e vista. Esto no
debería causar .sorpresa: la teol~gía, .como la filosofía, nunca
es imparcial.
«Esta teología se define, pues, por
la conciencia que tiene
de realizarse no en la eternidad, sino en la historia en una
sociedad
dada, en un sistema político y económico dado, No
es,
pues, posible elaborar esta
teofogía sin
utilizar los instru-
. me11tos

de análisis de la sociedad,
'sin pasar
por la ciencia de
la historia
y por la teoría científica de las ideologfas. El sal:o
cualitativo resulta especialmente nítido en este punto. A partir
del momento en que el teólogo toma conciencia de los meca­
nismos psicosociales que .juegan en la pf?ducción teológica,· es
llevado a renovar profundamente sus esquemas.
»Se trata

también, finalmente, de una teología que tiene
por suíeto la comunidad cristiana comprometida
(«engagée»),
en relación a la cual debe _situarse el teólogo. Es este vínculo
con la comunidad lo que garantiza la autenticidad de su bús­
queda y que coloca al teólogo en una posición análoga a
la
727
Fundaci\363n Speiro

JUAN V ALLET DE GOYTlSOLO
de los «intelectuales orgánicas» del movmuento revoluciona­
rio. Todo esto lleva consigo una _lectura nueva de la Biblia:
la disyuntiva teológiéa reclama una di.Syuntiva _ hermenéutica.
Más allá del encuentro
--que ha
preconizado Karl Barth- en·
tre
la Biblia y el diario, se realiza aquel encuentro entre la
Biblia y la Revolución.
»La Biblia vuelve a encontrar el sitio en la vida de un
pueblo en marcha. Resulta que una lectura de la Biblia no
puede ser
fiel si no es creadora ; que no puede reco:docerse la
acción del espíritu de verdad en el pasado si no se reconoce su
acción
-e(l el presente; que no es posible creer que Dios ha
hablado a los hombres, que si se cree que aún les habla, por
todas partes donde su libertad está en juego.»
¡Qué lección
de-doctrina
modernista
--condenada en la E. Pascen­
di-expresan estos párrafos! y ¡qué muestra de hasta dónde puede
conducir el modernismo !
No es de extrañar que esta total tergiversación de la fe, que ya
no cree en la Revelación transmitida por
la tradición de la Iglesia,
sino en la expresada por la
conciencia de los pueblos qm:::, como
antes
hemos visto, se afirma debe ser despertada
y orientada por los
partidos
y organizaciones. Así se produce en los sacerdotes una total
pérdida del sentido de su misión, que les deja ciegos ante la
reali­
da.d
de

los hechos.· Sólo perciben en su imaginación
signos de los
tiempos! sueñan repúblicas -socialistas, fraternales y utópicas; viven
mitos irrealizables, y, aunque tienen ojos, no ven des.astres ni críme­
nes en los
países comunistas.
Ucrania, con
fa· matanza de los Kulaks,
Polonia,

con las fosas de_
~atín, Hungría,

Checoslovaquia, Lituania,
los campos de muerte de Cuba, narrados por Jean Cau (38), y la
falta de libertad en ella, denunciada por intelectuales de izquierda,
as! como

la persecución de sacerdotes e intelectuales en la U. R.
R. S.,
(38) Jean Cau, Cuba a ses champs de la mort, en PAR1s-MATCH de 12
junio 1971. Puede consultarse su traducción al castellano en
IGLESIA-MUNDO
28-29, 15 y 30 junio 1972, págs. 36. y sigs., así como los extractos sustan­
ciales
en las

«Ilustraciones con recortes de
periódicos» de
VERBO 97-98,
pá-
ginas 874 y sigs. -
728
Fundaci\363n Speiro

¿CRISTIANISMO MARXISTA?
su opresi6n religiosa (39), no les dicen nada. No leen en los hechos,
s6lo
sueñan lo que su pasi6n les dicta. Ante estas realidades :
-O bien se cubren, limitándose a decir, como el P. Girardi:
«No se trata tampoco, por otra parte, de identificar el
marxismo con los regímenes .realizados bajo este nombre en los
países del Este europeo, en los que es evidente que han traicio~
nado en pwitos esenciales la inspiración originaria.»
- O bien, como el P. Ernesto Cardenal ha explicado en una
entrevista publicada en
<>, núm. 222-223 de agosto-sep­
tiembre de 1972, estiman que:
«La única libertad que no existe, y
hal>lo de

Cuba, la única
forma de socialismo que yo conozco, es la libertad de explotar
a los demás, la libertad burguesa que es la libertad del capita­
lismo, la del dinero. Allí existe verdadera libertad personal en
el sentido de que uno no está sujeto ·a la tiranía económica.
Ahora, la libertad de prensa, por ejemplo, no existe en Cuba,
pero yo
considero que la libertad de
prensa capitalista
no es
libertad, sino un monopolio de pensamiento y una manipula­
ción. Hay bastante libertad de crítica en las revistas
éspeciali­
zadas en su campo, en poHtica o en cuestiones sociológicas, por
ejemplo, siempre dentro del marco socialista. No hay libertad
para combatir el sistema, porque consideran que ·es un atentado
contra la misma libertad» .. . «Ahora, que no haya parlamento
y elecciones presidenciales, yo. creo que eso no significa que
nó haya libértad, porque democracia parlamentaria tenemos en
todos los países latinoamericanos, hasta en los regímenes go­
rila, en las dictaduras. Este parlamentarismo no está repre­ sentado por el pueblo,
sino es
una comedia» .. . «El
pqder que
tiene

Fidel es el poder del pueblo
y no el de las armas. Si él
(39) Cfr. en VERBO 97-78, «Ilustraciones con ... », II, págs, 873" y _Sigs.,
referencias

a la
protesta de

destacados , intelectuales de izquierda, incluido
Jean Paul Sartre,
contra. las

parodias
de-autocrítica

a que el régimen cubano
sometió a sus intelectuales Herberto Padilla, Belkis Kuza, Díaz Martínez,
César López
y Pablo Armando Femández. Respecto de la U. R. R. S.,· dr. las
«Ilustraciones ...
» de.VERBO 101-102, págs. 193 y sigs, y 104, págs. 448 y sigs.,
y, acerca de
la opresión religiosa sufrida en ella, VERBO 103, págs. 320 y sigs.
729
Fundaci\363n Speiro

/UAN V ALLET DE GOYTISOLO
no. fuera popular, .caería intnediatamente, porque su único_ po­
der es la popularidad.»
¡ Queda

bien
patente el
uso de dos pesas
y dos medidas según se
trate
de juzgar

la Revolución o a quienes se oponen a ella!
· No

es de extrañar. Se ha perdido
la noción ·del orden natural,
confundiéndolo con- la Revolución, que se
Cree llevará
a
una· época
feliz

de la humanidad·,
in~luso a

la Parusia,
y no, Como los hechos
muestran; al desorden y la anarquta ·o al 'totalitarismo más férreo e
implacable. Por esa misma pérdida, el propio P. Ernesto Cardenal
trastueca la doctrina moral católica acerca de la violencia., Íraslá.dán­
dola de la restauración del orden natural a la consecución del triunfo
revolucionario:
«-Bueno, creo que todos los revolucionarios de América
Latina
creen preferible
que la revolución sea pacífica. Fidel
Castro dijo. en Chile que la violencia se debía usar solamente
en c;:aso extremo y lo menos posible, y una revolución pacífica
era preferible. .Esto lia sido también la práctica política de
Mao en China. El
verdadero revolucionario
es un enemigo de
la violencia, es pacífico, quiere la vida y no la muerte.
»Pero puede darse el caso de que
la revolución tenga que
ser violenta.
A veces tien.e que ser violenta porque los que
tieneil el

poder no lo
entregán pacíficamente
al pueblo. Y esta
violencia está perfectamente justificada porque es el derecho a la resistencia que la Iglesia ha reconocido siempre a los
puebl()s. N-o' se tritta de

una guerra
jus_ta, la
guerra justa tal
v~z ahora no pu~e existir

en el mundo. Ninguna guerra es
justa. Pero la lucha de liberación o la defensa de un pueblo no
solamente puede ser justa, sino que es justa. No
puede dejar
de

ser justa. Una liberación no puede dejar de ser justa, no
puede haber una liberación injusta.»
El «hombre nuevo» de San Pablo, que, según el texto de la
Carta a la LVIII Semana Social de Francia indica, sólo podremos
alcanzar a serlo con. una < cambio, según el P. Cardenal
-para quien, como para Róusseau y
Marx, el hombre es bueno como si no estuviese marcado por el pe­
cado original-, se logrará
Simplemente con

el nuevo cambio de es-
730
Fundaci\363n Speiro

¿CRJSTIANISMO MARXISTA? ,
tructuras, que se producirá gracias al· marxismo --que para Pío XI era
«intrínsecamente perverso», pero para él .«es un fruto del· Evange·
lio»----
...

Fijémonos en la pregunta que al respecto le fue formulada,
y en su respuesta:
<('¿Pero no crees utópico que el socialismo puede errar
el hombre nuevo si veinte siglos de cristianismo no la han
logrado?", le preguntamos.>>
<(¡ Yo creo que eso es al revés, es el sistema de explotación
el que hace que a la fuerza seamos malos. Estamos
debajo de
uo

sistema en el que no podemos ser buenos. Tenemos que
explotar a otros para sobrevivir.
En. el capitalismo uoo es o
explotado o explotador, nci hay otro remedio. ·Muchas veces
el capitalista es un hombre bueno. El mismo Marx solía decir
que los capitalistas no son malos ; lo
más corriente es que el
capitalista sea un buen hombre, uo buen padre de familia que
no quiere el mal de otros. Pero está en un sistema en el que
tiene que explotar, tiene que coger la ganancia de sns traba­ jadores. Sólo con la abolición de este sistema se pueden realizar
los buenos instintos del hombre. El cristianismo no ha logrado
el hombre nuevo porque no ha cambiado las estructuras. En
parte aún ha ayudado a
solidificar las

estructuras, porque se
ha hecho cómplice de los poderosos. La Iglesia oficial, desde
Constantino para acá, ha _pactado con el ~stado. Pero esto ha
sido sólo uoa etapa de la Iglesia. La Iglesia era también los
primeros cristianos, que eran revolucionarios y subversivo~. Pero
luego la Iglesia se hizo cómplice del poder, la institución
eclesiástica, mejor dicho. Sin embargo, yo creo que el
cris,
tianismo ha cambiado al hombre,-pero ha cambiado nada más
que al individuo. Ahora lo que hace falta es un cambio de las estructuras.
Se necesita el cambio de la sociedad. Yo creo
que el cristianismo ha hecho una gran labor cambiando al in·
dividuo. El marxismo es un fruto del Evangelio. Sin el cris­
tianismo el
marxismo no
hubiera sido posible,
y los profetas
del Antiguo Testamento son los predecesores de Marx. Y me
parece que_ con el cambio del sistema de producción ya se po·
drá

lograr vivir el Evangelio, ya se podrá crear el hombre .nuevo.
731
Fundaci\363n Speiro

JUAN V ALLET DE GOYTISOLO
Ahora se trata de cambiar la sociedad, de cosechar el último
fruto del Evangelio.»
¡Asombroso! ( 40).
VI. ¿ Tiene alguna hase racional esa versión del Evangelio
interpre11ldo conforme al marxismo?
El fenómeno sorprendente de que la Cruz haya sido utilizada
como ariete de la subversión en Sud-América -conforme, con in­
quietud hacía vislumbrar, con un título parecido, el documentado libro
de Federico Müggenburg ( 41 )- y de que así haya sido empleada
por sacerdotes
y religiosos, a quienes no parece preocuparles la sal­
vación de 1as almas, sino la pretendida «liberación» económico­
política
de las masas, no parece tener -como hemos visto-funda­
mento teológico algnno, si no
es llenando,

por la brecha del «mo­
dernismo», la fe con un contenido que -según el Documento chi­
leno--es científico y que ---.:.según sus explicaciones-- resulta mar­
xista, aunque nada tenga que ver con la Revelación que la tradición
de la Iglesia nos ha transmitido.
Esta comprobación impulsa a formular otra cuestión :
-el

marxismo, ¿es científicamente verdadero?
Y, por otra parte, esa mística que se nos muestra éomo religiosa y
cristiana, que pretende realizar en este mundo y por la vía i.narxista
la

liberación de los oprimidos :
- ¿tiene alguna posibilidad de conseguir, por este camino, tal
finalidad que es presentada . a las masas como fuente de aliento y de
ilusión, al situarla como objetivo final?
- o, por el contrario, ¿llevará a mayores males, a una < ción», aún mayor, a nuevos amos?
(40) El P. Ernesto Cardenal llega a emplear 'razones (sic) como ésta:
«San Juan dice: ''El
Dicis a

quien nadie ha visto". Y la opinión de los
mar­
xistás
me

parece muy similar a la de San Juan:
~'Nadie ha

visto a Dios".»
¡Como si fuera lo mismo creer en el Dios que nadie ha visto ,que no creer en
Dios
porque
nadie lo

ha
visto!
(41) Federico Múggenburg, La Cruz, ¿un ariete subversivo?, México,
1970; dr. su reseña en VERBo s9; págs. 897 y sigs. ·
732
Fundaci\363n Speiro

¿CRISTIANISMO MARXISTA?
La primera pregunta invita a examinar los conceptos utilizados
en el análisis marxista, que en
el propio documento son barajados.
La segunda
nos obliga

a seguir
la trayectoria por la cual, donde su
revolución
ha triunfado, la dialécrica marxista ha conducido.
A) EL ANÁUSIS MARXISTA Y LA TERMINOLOGÍA UTILIZADA PARA
REALIZARLO
El marxismo emplea una terminología propia para realizar su
pretendido análisis de los hechos. Por ello, es aconsejable examinar
éste antes de penetrar en
aquél.
Veamos, pues, el ~ignificado de los términos y expresiones más
usadas.
Explotación. La situación actual que se presenta corno justifi­
cante de la revolución ·se califica de explotarión. _No negamos. -por­
que es innegable--- que en el mundo actual y, específicam~te, en
América
exista explotación.

Pero se juega
con. esta
palabra dándole
un sentido múltiple. El significado peyorativo se toma de la verda­
dera explotación. Pero se extienden sus conseC1.1-encias y se amplía
su contenido. Se extienden sus consecuencias, presentándola como
causant~ de to_das las miserias, de todos los males existentes, aunque
las causas reales sean otras. Y, luego, se amplía su contenido, in­
cluyendo en él todas las situaciones salariales dependientes de la
propiedad_ privada o de empresas, no ~ocialistas.
Segón este concepto, todo hombre que económicamente dependa
--
temporalmente--- del salario que otro le paga, es un
explotado.
Vemos, pues, un trucaje que juega con los términos < «miseria» y
«relación
salariab>, para
incluir
t.otalmente esta: última

ex­
presión en
la primera palabra y· cargar a su cuenta toda la miseria
existente.
La asimilación de la relación laboral a la explotación es en Marx
inevitable,
por cuanto, para él, hay «explotación» en tanto una parte
del
valor creado por el traba¡o es s11straldo por los capitalistas en
virtud de las instituciones sociales y de las leyes del cambio. La pa­
labra «sustraído», aplicada por
Marx a

la definición de la explo-
733
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JUAN V AUET DE GOYTISOLO
tación, es coherente con su concepto de las plus valías y con su. crite­
rio de considerarlas como
valor creado por el traba¡o.
Louis Salieron ( 42) ha analizado finamente la afirmación mar­
xista de que
la «explotación» se resume en la «explotaúón capita­
lista»:
«-Si no hay explotación en régimen comunista, los inte­
resados ( es decir, todos los que se llaman asalariados en el
régimen capitalista)_ ¿están, en
igualdad de circunstancias, me­
jor pagados, mejor tratados,
más libres y más felices que antes,
o que sus homólogos de los
países capitalistas?»
De

ahí, se sigue el siguiente dilema:
«--o bien la explotación es una noción puramente abstracta,
que no es sino otra denominación para significar la condición
de «asalariado en régimen capitalista>> ;
>~ bien la explo_taáón evoca una idea de injusticia! de
dureza, d,e alienación vinculada concretamente ~ la condición
de
asalariado;
y, en este caso, es preciso demostrar que el
asalariado es efectivamente explotado en el régiroen capitalista
y que no lo es realmente en el régimen comunista. »La noción
abstracta es evidentemente absurda. No tiene
sentido por referencia a la realidad concreta.
» Tirando del hilo, se acabará por reconocer que del pro­
blema de la
explotación se pasa al de la justicia. Lo que se
trata de saber es si,. en conjunto, un régimen
en el

que se
haya abolido la propiedad privada de los medios de prodttc­
ción es más justo que un régi_meri en el que existe.
»Aquel en que la justicia está más asegurada, es decir,
don­
d~
los

servicios sumi.nistrado
. sean
recompensados en
.su val9r
más

exacto por los
. demás ( en
el contrato)
y por la sociedad
(en la organización social), será
el f'égimeñ más justo.»
Sin embargo, para el marxismo la relación salarial de un propieta­
rio de medios de producción
y un trabajador es siempre una explo­
tación, de éste. por aquél,
y nunca lo es si trabaja en una empresa
socialista.
(42) lollis Salleron, ¿Qué eJ la explotación?, en VERBO _95-96, págs. 515
y sigs.
734
Fundaci\363n Speiro

¿CRISTIANISMO MARXISTA?
La razón de esta sinrazón se halla en el criterio en virtnd del cual
el

derecho de propiedad, aunque sea
consecuencia, del
propio trabajo
acumulado, debe ser pospuesto siempre por el derecho del trabajo
actnal. Ello es fruto de la moderna divinización del trabajo, consa­
grada tanto por el capitalismo como por el comunismo, que han lle­
gado a considerar -según el mismo Salieron ha explicado ( 43 )­
que el trabajo
«es-la base de la economía» y que.ésta «es todo».
Afirmaciones que constituyen: un axioma no demostrable lógicamente,
pero impuesto .como poshtlad6, la segunda; y otro axioma falso, en
cuanto eleva la cansa por encima de su finalidad, la primera. Por eso, la afirmación de que todas las plnsvalías industriales correspon'.
den al trabajo no es sino un corolario lógico de esos falsos axiomas y,
consiguientemente,
carece de

toda
base cierta

·en que fundarse.
Estos son los fundamentos «científicos» de esos
slogans marxistas
de la
«surtracción de las plurvalías» y del consiguiente de la «ex­
plotación
pr,r el

capitalismo».
Esa «explotación», mentalmente fabricada, da lugar en tanto las
institnciones políticas la defienden a la
«opresión», a la llamada
«injusticia estractttral», que según el marxismo se oculta en < orden
y una falsa legalidad», Conceptos también parciales, pues, en
cuanto reposan en aquél,
patticipan de
su falsa base y de su trucaje
verbal.
En efecto; si < un régimen calificado -también con otra eXpresión trucada- de
«capitalista»
y «oprimidos» son quienes se oponen al mismo : de igual
modo, como no pueden existir, conforme esta terminología conven­
cional e irreal, «explotados» en un· régimen socialista;
tampoCo en
él

puede haber «oprimidos» por la fuerza de sus institnciones
poli­
ticas y policíacas. Así, aunque el .uégimen socialista sea policíaco y
aunque abunden loS campos de tcabajO, ¡no emplea nunca fa violen­
cia ni comete la injnsticia
! Allí no hay pobres gentes, ni débiles ni
oprimidos. No lo
sou-quienes
huyen de él, cómo
del «paraíso» Cas­
trista, ni merecen

amor ni caridad, ni piedad, sino hasta
el· ínonierifo
en que al refugiarse en un país «capitalista>>, ¡pasan a ser, «explota-
(43) Louis Salleron, Un ido/e; le travai/1 en ITINÉRAIRES 148, diciem­
bre 1970,
págs. 31

y sigs.
7~5
Fundaci\363n Speiro

JUAN V ALLET" DE GOYTISOW
dos» por empresas privadas que les dan trabajo, y «oprimidos» por
las estructuras políticas del país que les concede asilo !
Capitalismo. El marxismo hace también un uso táctico de la
palabra capitalismo. Es cierto que hoy en los medios intelectuales
marxistas se habla de distintos estadios del capitalismo: manufac­
turero o paleoindustrial, clásico o de libre concurrencia, monopolista
e imperialista
y monopolista de Estado. Y que, de ellos, distinguen
el sistema que denominan precapitalis:ta o feudal, con la enorme
libertad terminológicá, carente de todo rigor histórico y conceptual,
característico del marxismo. Pero lo cierto es que, al menos en la
acción propagandística, se envuelve con la denominación de capita­
lista todo régimen que
admite la

propiedad privada de los medios
de producción.
Así, los pecados del capitalismo monopolista
y del actual mono­
polista de Estado, se extienden
y cargan a todo régimen de propiedad
privada. Esta es otra de las trasposiciones que el análisis propagandís­
tico del marxismo· Suele hacer.
Sin embargo, el régimen .de propiedad -privada resulta, incluso,
contrapuesto
al del capitalismo rigurosamente entendido. ( 44). Este
se dintingue
netamente de

aquél por:
el pensar en dinero; la pérdida
de inmediatividad en la relación hombre~cosa, unida al hecho de que
la propiedad es sustituida por el capital fácilmente mobilizable; la
disociación de propiedad y gestión y de propiedad y responsabilidad
que desolidariZa persona y cosa; y Su tendencia 'invasora e imperlalista
consecuente con su carácter coaniitativo y falto de perfil.
En cambio, capitalismo y socialismo tienen mucho ea común ( 45).
Uno y otro no ven sinO la prodri.cción ; conciben la realización de la
economía en valores abstractos, liquidados¡ tienen igual fiebre devo­
radora de la pequeña propiedad, del campesinado y de la artesanía
Cn cuanto ·toma importancia; compiten en fuerza masificadora, que
todo lo desarraiga y desintegra; confunden las reservas con la inuti­
lidad... Especialmente, puede
decirse.· que

el moderno capitalismo
(44) Cfr. Capitalismo-Socialismo-Tecnocracia, I, en VERBO 101-102, pá­
ginas 71 y sigs.
(45) Cfr. Sociedad de masas y Derecho, núm. 14, págs. 56 y sigs.
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Fundaci\363n Speiro

¿CRJSTIANISMO MARXISTA?
monopolista de Estado es híbrido de capitalismo y socialismo, mos­
trando más clara.mente que el socialismo moderno es un supercapi­ talismo con un capitalista único
-y todopoderoso, el Estado, que, ade­
más,
al detentar al mismo tiempo el poder político y el económico,
elimina
toda libertad

frente a él.
Por eso Chesterton ( 46) ha mostrado que para corregir los de­
fectos del capitalismo,
.el remedio

no es el socialismo, sino todo lo
contrario. El socialismo alega que la propiedad está concentrada en
trusts y como remedio propone concentrarla más en el Estado. En
cambio, «el mal consiste en que vamos adelante porque no nos animamos a ir atrás»,
«la única esperanza es desconcentrada [ a la
propiedad concentrada], es decir; arrepentirse y regresar ; el único
paso hacia adelante es el paso hacia atrás».
Sin embargo, se comete la inconsecuencia de achacar a la pro­
piedad privada los males del capitalismo que son también compar­
tidos
¡,or el

socialismo. La falta de juego limpio igualmente aquí
resulta evi-derite; los abusos del capitalismo se .presentan corrio
con­
substanciales no s6lo de éste, sirio también de toda la propiedad
privada.
Los viejos argumentos de Santo Tomás
en. favor. de la pr?piedad
privada,

hallados por la razón
natural en

la
utilidad de

la vida hu­
mana, vienen hoy in~rementados por el valor para la defensa para
libertad de todos -incluidos los no
propietarios~ que
significa
poi:
su

sola existencia la separación del
poder poÚtico y del p.oder

econó­
mico ( 47). Contra esta garantía de la libertad atenta el
gran capi­
talismo,

especialmente
el capitaliSmo f?Onüpolista de Estado ; pero,
mucho más,

el socialismo.
Por eso, cuando el marxismo habla del cambio de estructuras,
aunque apunta verbalmente al gran capitalismo,
ataca, principalmente,
a
la propiedad privada de los medios de producción, pues mientras
no trata sino de absorber a aquél, a ésta la destruye.
(46) G. K. Chesterton, Lo que estd mal en el mundo, Tres not~, III.
Sobre la propiedad rústica, cfr.
Obras completai, Barcelona, 1952, pág; 869.
(47)
Cfr.
Sociedad de masas y Derecho1 núms, 74, 75 y 76,' págs. 307
y sigs.
737
.,
Fundaci\363n Speiro

JUAN V ALLET DE GOYTISOLO
Clases. El proletariado «surge de la cabeza de Marx como Ate­
nea de
la de Zeus»,
ha dicho Jules Monnerot ( 48), quien también
ha escrito que «esta .creación de un mito abstracto, de una ficción
personal», es fabricada empíricamente, ckspués de haber anticipado
su esencia filosófica, perfilando el proletariado tipo
«al modo
de una
fotografía compuesta»: «es un parisino que excita a la subversión,
trabaja en una «fábrica» inglesa y está dispuesto a pensar como un
filósofo alemán». La clase obrera «se supone que responde a las con­
diciones que

la esencia pone a
la existencia. Desde esta perspectiva, se
puede ya definir a contrario la clase antagonista, la burguesía>> ( 49).
Vladimiro Lamsdorff ( 50) ha explicado, agudamente de un
modo
plástico, lo

artificiosa que es esa noción prefabricada de
fas
clases.

Sin embargo, partiendo de
ella, Marx
ha explicado toda la
historia del mundo, como un duelo entre sólo dos clases contrapues­
tas y antagónicas.
«¿Qué especie de sociedad pueden formar entre ellos -ha pre­
guntado Marce! de Corte (51)- el secretario del partido comunista
de Moscú o de Pekín, que pretenden
sersus heraldos,

y
el intelectual
de turno de
l'Humanité o de Temoignage Chrétien, el metalúrgico
de la Renault, el
docker de Londres, el campesino del Vietnam? La
colección es, pura
y simplemente, una ficción del ingenio, apuntado
hacia una sociedad que no existe en ningún sitio, ya que estos traba­ jadores no viven unos
c.on otros

ni tienen lazo real alguno entre sí.»
Se trata, en Marx, de «la deformación ideológica de hechos reales»,
y de «la conceptualización· arbittaria de situaciones históricas abusi_­
vamente

fijadas». Así lo dice Monnerot (52), quien al respecto
observa que: «En el curso del duelo apocalíptico de la burguesía
y
(48) Jules Monnerot, Sociologie de la Révolution, París, 1967, Iª Parte,
núm. 3, págs. 45 y sigs.
(49) Acerca de eSte tema, cfr. tamhién el libro ·de llené :S:ertrand-Serret,
Le mythe marxiste des «clases», París, 1955.
(50)
Vladimiro

Lamsdorff-Galagane,
¿Para qué el socialismo?, 3, 4 y 5,
en

VERBO 104,
p:%gs. 373 y sigs.
(51) Marce!

de Corte,
La educaci6n politica, en VERBO 59, pág. 648.
(52_) Monnerot,
op. ·cit., Iª parte, núm. 16, pá:gs. 111 ·y sigs. En el nú~
mero

7,
págs. 52 y

sigs., resume
«Marx t'deshistof'ioriza" un hecho histórico
para hacer una categoría general» (como hacía Hegel)».
738
Fundaci\363n Speiro

¿CRJSTIANISMO MARXISTA?
del próletariadó, si los duelistas se metamorfosean en el curso de la
acción, ya nada de
la tesis de Marx será verdadero. Todo el tiempo
que dure ( que durará) la gigantomaquia marxista, burguesía y prole­
tariado deberán mantenerse en los límites de la
defi~ición de

Marx,
no cambiar demasiado para no dejar esa definición sin objeto.
Marx
ha

encerrado arbitrariamente su burguesía
y su proletariado en una
estabilidad relativa de la que no pueden salir, según él, sino de·una
sola manera: la evolución del capitalismo
y la revolución socialista
preconizada por él.»
Lo cierto es que ni «la burguesía de Marx
ha tenido jamás la ho­
mogeneidad que creyó ver en ella» ;
y que el proletariado, debido
al cambio de las condiciones de trabajo
y de nivel de vida, se ha
transformado, hoy es otra cosa de lo que Marx describió. Basta,
pues, este cambio «para que
lá profecía

marxista no se. pueda aplicar,
sino torcidamente por presión mecánica
y exterior, al modo de un
dogma que niega los hechos
y proclama otros que no existen» ( 5 3).
Es más, la contraposición de intereses entre diversas capas labo­
rales es más evidente, en términos generales -es decir,. no
circunscri­
tos a la propia relación laboral-, que la existente entre ellas y los
industriales. Mientras el consumo de éstos --dado su número propor­
cionalmente reducido- difícilmente forzará
la subida
de los pre­
cios que los asalariados deben pagar, y· la inversión de su ahorro -en
especial si no
es frenada por una presión fiscal maltusiana- creará
puestos de trabajo que,
al aumentar la oferta, tenderá a impulsar el
alza de salarios
-ya que

su contraposición resultará sólo cuando la
incertidumbre política
y social o la presión fiscal desorbitada les im­
pulse a situar capitales en el extranjero~ creándose así una nueva dialéc­
tica-; en cambio, el incremento de salarios de un sector laboral im­
portante al aumentar su demanda de bienes de consumo, producirá
el alza de su precio en perjuicio de los demás sectores laborales que,
sin haber tenido aumento salarial, sufrirán dicho encarecimiento. El economista Manuel Punes
Robert (54) ha hecho notar que el
sindicalismo obrero, superada la fase histórica del rescate de las plus-
(53) Monnerot, op, cit., J!!.parte, núm. 17, pág:·119.
(54) Manuel Punes Robert, Marxismo y comercio internacional. Teoria
del subdesarrollo económico, Madrid, 1962.
739
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JUAN V ALLET DE GOYTISOLO
valías que en justicia correspondían al trabajador, está absorbiendo plusvalías que no le pertenecen,
· con
lo que expolia a los grupos
sociales_ no sindicados, al campesinado,
y, en especial, los obreros
de los países
más ricos a las clases humildes de los países pobres,
pues las reivindicaciones de aquéllos determinan una elevación del
nivel de precios en las áreas industrializadas, que sin contrapartida,
sufren los otros pueblos.
La acción absorbente por parte del capitalismo, a través del co­
mercio exterior, existió siempre y se mantiene, pero en su primera
fase histórica se compensaba o atenuaba con las exportaciones masi­
vas de capital a los
países subdesarrollados,

mientras que hoy se
acen-:
túa a consecuencia de las presiones sindicales excesivas sobre los
precios de exportación de los países industrializados. Así, los obreros
de los países opulentos se convierten en explotadores de sus camara· das de los países subdesarrollados, quienes, a través de la relación
-que les es cada vez más desfavorable-- entre precios de exporta­
ción
y de importación, les transfieren parte de su mísera renta.
La idea abstracta de «clase» ha sido fabricada partiendo de la
idea simplista de considerar a todos los hombres como individuos
aislados e iguales, que pueden numerarse y sumarse como unidades
matemáticas equivalentes. Pero la realidad desmiente esa posíbilidad de abstraer
cada hombre

como una mera
Wlidad matemática
aislada,
pues cada uno
aparecemos insertados

en un Contorno social orgánico
del que formarnos parte
y en el cual la división de funciones y tra­
bajo' origina. -unas auténticas clases sociales concretas, aunque abiertas
y transva5ables. La experiencia demuestra que son necesarias para el
buen ·funcionamiento ·social
y que no eStán en lucha, aunque se pro­
duzcan tensiones entre ellas, y que de su armónica complementariedad
resulta
la·paz social y el progreso (55).
También la
. realidad
desmiente que los hombres sean iguaíes en
sus acddentes
-aunque sean

iguales en su esencia-. Precisamente
no puede haber verdadeta sociabilidad sin la ·necesidad previa de
complemento entre desiguales; hombre
fmujer, padres

e hijos, maes-
(55) Cfr. Eugenio Vegas Latapie, El mit.o del igualitarismo, en VERBO
75-76, págs. 37 7y sigs., y Marcel de Corte,
La educación política, VERBO 59,
págs.
640
y sigs.
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¿CRISTIANISMO MARXISTA?
tras y discípulos, empresarios y trabajadores, Benjamín Constan! ha­
bía

dicho:
«La variedad

es la vida; la uniformidad
la muerte» (56).
Y según Marce! de Corte: «La igualdad que fascina a nuestros con­
temporáneos

es la definición de la .muerte social. ¿Qué intercambios
habría en una asociación de iguales, fuera de un comercio verbal,
fa.
laz y vano? El intercambio exige la diferenciación, y la diferenciación,
a su vez, exige la jerarquía.»
El efecto fatal de la nivelación de diferencias nos lo ha mostrado
aguda.mente Papini -tentando al diablo (57)- como destrucción
de la obra de la creación, y, al límite, como vuelta a la nada.
Imperialismo y colonialismo. Estos dos términos también se
usan como palabras arrojadizas, a las cuales se les da, en su tota­
lidad, el tinte preyorativo de los abusos que se han dado . en la acción
que
expresan mientras

se les
vacía de

todo lo positivo que han
signi­
ficado

(58). Una vez logrado este tinte, son cubiertas verbalmente
con ellos todas las relaciones de los Estados, calíficados de
capita­
listas, con los calificados de subdesarrollados o de menos desarro­
llados.
La teoría del imperialismo fue incorporada a los dogmas mancis­
tas

por la aportación de
. Lenin.
Así
lo afirmó Stalin: el leninis­
mo «es el marxismo de la época imperial», y que Lenin «ha com­
prendido

que el imperialismo
es la última fase del capitalismo».
No obstante Monoerot (59), ha demostrado, con datos históricos
reales, que la teoría del «imperialismo» no explica ni la guerra de 1914 ni los imperios coloniales:
«Los esquemas geopolíticos -observa (60)- pueden
es•
(56) Benjamín Constant, L'esprit de conquéte et -de l'usurpation dans
leurs rapports avec la civilitation européenne, París, 1924, cap. XII, pág. 212.
(57) Gipvanni Papini, Palabras y sa11gre, E_l tráfico .cotidiano, 2ª ed. cas­
tellano, Barcelona, 1938,
págs. 219 Y sigs.
( 58) Cfr. nuestro
estudio, La relectio de Indls deJ P. Francisco de Vi­
foria y la descolonizadón, en VERBO 74, págs. 334 y sigs.,. así como en
VERBO 101-102~ las Ilustraciones con reco,-tes de periódicos, VIII. «El amar­
go despertar de la descolonización», págs. 208 y sigs.
(59) Monnerot, op. cit., V parte, núms. 3 y 4, págs. 451 y sigs.
(60) Ibíd., V parte, núm. 5, pág. 476 ..

741
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JUAN V ALJ..ET DE GOYTISOLO
clarecer estos hechos históricos que se designan bien o mal
con los nombres de .imperialismo británico, de imperialismo
ruso o de imperialismo alemán. No ocurre que los hombres
obedezcan a

dogmas abstractos : las tesis geopolíticas más bieo
son la traducción intelectual y la racio.iialización, a un grado
excesivo, de una práctica que, especialmente en el caso britá­
nico, les ha precedido. Para los otros casos, Francia, Italia,
Bélgica, como para los imperialismos y colonialismos más an­
teriores ( el imperialismo europeo que compreode desde los
grandes descubrimientos a la rebelión de las colonias españo­
las y cuantos pueden comprenderse en la denominación de los
impérialismos antiguos), no solamente no vale
la explicación
de Lenin ( que por definición no puede dar cuenta de los
imperios coloniales que precedieron
al-período
«burgués
y ca­
pitalista», es decir, el siglo
XIX), sino que aún peca de sim­
plismo, al sustituir por· la pseudo-Wlidad de una explicación
«para todo», el juego de los factores que están en juego desde
el momento· en que hay historia.»
Pero volvamos a la prestidigitación hecha con los diversos s_enti­
dos de la palabra «imperialismo». El mismo Lenin, por una parte,
afirmó que
«el imperialismo

es
la última fase del capitalismo» y,
por otra, explica también que «Roma, fundada por la esclcwitud,
hacía una política colonial y realizaba el imperialismo». Afirmaciones
que presuponen dos conceptos distintos e incluso contradictorios de
la misma palabra, pues no es lo mismo aplicarla a la enfermedad'
específica
y mortal del capitalismo o a .un avatar de una vieja econo­
mía esclavista. Así lo destaca Monnerot (61), quieo
muestra además
una tercera significación --usual en Lenin- de la palabra, con la
cual no indica sino «la expansión vital de una unidad política vista
por quienes no la quieren». De ese modo, resulta realmente una pa­
labra estratégica. Se designa con ella la expansión vital de los países
europeos no comunistas ---<¡Ue después incluirá también la U. S. A.-,
en cuanto calificados de capitalistas; sirve para dar una
e1Cplicación
doctrinal marxista a la revuelta de los pueblos llamados «oprimi-
(61) Monnerot, ibid., núm. 7, págs. 482 y sigs.
742
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¿CRISTIANISMO MARXISTA?
dos» ; «en la estrategia de la subversión a escala mundial llena nna
función que puede calificarse de focal» ; trata de justificar «la
po­
litica extraeuropea del estrato . dirigente común al Estado ruso y a
la internacional comunista», y sirve para a,traer a esta política a los
países no europeos conocidos por «países coloniales y semicoloniales».
Así, después ck llenar de contenido peyorativo los términos «lln­
perialismo» y «colonialismo» y de hacerlos inseparables del < lismo», se otorga s'u ominoso monopolio a loS _países llamados acci­
dentales. Por
lo tanto, esos peca'dos que expresan, no pueden cometer­
los ni
la U. R. R. S. ni China, pues sus expansiones.-políticas y eco­
nómicas en los países de detrás dé los telones de acero y de bambú,
respectivamente, no pueden ser por propia definición imperialismos
ni colonialismo.
Además, le sirven al marxismo como explicación a posteriori de
los fenómenos a
<¡lle se tefieren;· en.. la línea, mentalmente trazada,
del materialismo histórico y como instrumentos de la dialéctica mar­
xista, elevada a
escala mnndial,
a la que se dota de la «mejor es­
trategia posible» en la «exasperación ·de todos los antagonismos>>;_
La

estrategia se amplía con la acusación que hallamos en el Do­
cumefito chileno {l.ª parte, 1,6) de que «al interior de cada país
el imperialismo actúa en complicidad con las capas dominantes de­
pendientes o burguesía nacional», éstas «en alianza coil la Iglesia
institucional».
Así-se

aprovecha al máximo el efecto- del calificativo
para su empleo en la praxis dialéctica ..
Pero veamos lo que se'entiende en términos-marxistas por:
"Análisis en

forma rigurosa
y científica de los hechos".
Notemos que este análisis constituye la clave del sistema; pues,
como ha explicado Salvador de Madariaga ( 62),
Cario, Marx:
«Ante la realidad, el hombre no se forma una opinión ab­
soluta. La ve tan sólo como
·uha perspectiva
condicionada por
factores históricos y. socio-económicos, los cuales, -sépalo o no,
forman su pensamiento
y, aún más, su subpensamiento, las
( 62) Salvador de Madariaga, Carlos Marx, el profeta y el hombre, en
ABC de 26 de marzo de 1972; cfr. su extracto en las «Ilustraciones ... », de
VERBO 105-106, pág. 606.
743
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JUAN VALLEI' DE GOYTISOLO
raíces irracionales de su corazón. Y claro es que, al rechazar
así de golpe
y porrazo todo lo que se piensa por hallarlo in­
fectarlo de subjetivismo, Marx tiene que refugiarse en una
objetividad inexpugnable.»
Pero esta racionalización objetivizada la determina- él,
y --como
observa

Madariaga- para él :
« ... lo racional es creer que la econoffiía determina 1a His­
toria;
y no vale demostrarle· que no es así, porque, «por de­
finición», · tal demostración sería' irracional».
«Marx es, pues, el padre del «objetivismo» más subjetivo
que cabe soñar ...
»
La expresión que sirve de título a este epígrafe, así como las
alusiones a la «experiencia ~í.rtórica liberadora>> y al conocuruento
de los
«hechos históricos libet'adores», que hallamos en el mismo
Documento chileno, corresponden al calificativo de
«científico» con
el cual autocalifica el marxismo su propio socialismo, en contrapo­
sición a los anteriores, despectivamente considerados por Marx como
«utópicos».
Esta acusación de
Marx fue

replicada por
J;'roudhorn (

63), de­
volviéndole la misma calificación en estos términos :
«Lo primero que me puso en guardia contra
la utopía
comunista,
y de la cual ,ni siquiera sospechan sus partidarios,
es que la comunidad es una de las categorías de la economía
política, de esta pretendida ciencia que el socialismo tiene la
misión de combatir y que yo he calificado de descripción de
las
_rutin~ propietarias.

Así como la
propied~d es el monopolio
elevado a
1~ segunda

poten,cia, la comunidad es
la exaltación
del Estado,
. la florificación de la policía. Y asi cómo el Es­
tado se estableció, en la .qq.jnta época, como una reacción con­
tra el monopolio, así también, en la fase a que hemos llegado,
el comunismo se presenta a dar el jaque-mate a la propiedad.
El comunismo, pues,
r~produce, aunque ~n sentid9 inverso,
( 63) Pedro José Proudhom, Sistema de las contradicciones economtcas
o

Filosofía de la
mheria, ed. en castellano, Buenos Aires, 1945, pág. 529.
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¿CRJSTIANISMO MARXISTA?
todas las contradicciones de la economía política. Su secreto
consiste en sustituir
al individuo· por el hombre colectivo en
todas las funciones sociales: producción, cambio, consumo, edu­
cación
y familia. Y como esta nueva evolución no concebía ni
resuelve nada, llega fatalmente, como las anteriores, a
la iniqui­
clad y a la miseria. Así, pues, el destino del socialismo es com­
pletamente negativo; la utopía comunista, salida del dato eco­
nómico del Estado, es la contraprueba de
la rutina egoísta y
propietaria. Desde este punto de vista no carece de utilidad,
y
sirve a la ciencia social como sirve a la filología la oposición
de nada a algo. El socialismo es una logomaquia.»
Elías de

Tejada, en
la VII Reunión de amigos de la Ciudad Ca­
tólica, en su brillante ponencia «El mito del marxismo» ( 64), recoge
esta acusación. Y
la refuerza con otras, como la de Martín Sohwenke,
afirmativa de que verdaderamente ·Marx es un utopista «por cuanto
profetiza escatológicamente un paraíso, el paraíso socialista al final
del proceso ciertísimo
y final de la historia». Lo especifico de Marx,
«que le trueca en excepcional utópico», «es que relaciona lo racional
con lo real, la idea con la praxis>>.
Mientras «Puffendorff o Wolff trazaban la arquitectura de un
derecho ideal, sin necesidad de historia, al cual seguirán o deberán
seguir los hechos y las conductas de los hombres», y «Hegel los
funde en la Idea, donde íntimamente se enlazan en preclaro mari­
daje el «Denken» y el «Sein», el pensamiento y el ser, la razón con
la realidad, la lógica con la ontología»; en cambio, «Marx coloca el
pensamiento detrás del hecho. No es otro el significado del mate­
rialismo histórico respecto a su padre y predecesor el idealismo he­
geliano. La filosofía es posterior
a la praxi.r», «es el dinamismo es­
clarecido un sentido nuevo, en el cual la economía prima sobre toda
consideración» ;
<
unitaria
y dialécticamente el Denken con
el Sein, sino que ahora el Sein precede al Denken», pero el Sein
queda

«recortado
al juego de las fuerzas económicas de producción
y de consumo». Así:
«La mudanza es primordialmente metodológica, mas el
(64) Francisco Elías de Tejada, El mito del marxismo, en VERBO 75-76,
págs.

403 y sigs.
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JUAN V ALLET DE .GOYTISOLO
cambio en el método acarrea alterar de arriba a abajo el al­
cance de los. saberes, la orientación de la existencia humana y
la trayectoria objetiva de la historia.»
Lo científico del marxismo es el estudio del modo de destruir
la sociedad existente, de construir todas las
piezas que
su
praxis
debe utilizar a dicho fin, aunque ninguna de ·ellas responda a la
verdad, con tal de que verdaderamente resulten destructuras. La cons­
trucción del mundo feliz queda totalmente en la utopía, pero consti­
tuye otra pieza clave para mover realmente el proceso revolucionario
entre los proletarios. Así
-nos dice

Elías de Tejada- refiriéndose
...,
a quienes designa esta denominación :
«Tiene un muodo que ganar, el muodo futuro de la utopía
comunista, el paraíso terreno de la Humanida<;l que deje in­
necesario el paraíso ultraterrenal, promesa de Dios tras la muer­ te. La utopía
de la

vida, feliz coronación del proceso histórico,
es el motor profundo del marxismo,
lo que le · transforma en
la universal palanca
qu~ es

en esta segunda mitad del siglo
XX.
Esa utopía es la que atrae a las gentes bajo sus estandartes. Si
se
la quitarais quedarían en cuadro los ejércitos de la revolu­
ción social. La inmensa mayoría de los que se creen marxistas lo
son exclusivamente en función de
eSta escatología
paradisíaca
de la historia.»
Este es el espejismo que pone en marcha el motor revolucionario
del marxismo. Así, prosigue Elías de Tejada ( 65) :
746
«Esta utopía es la que proporciona a la rebeldía del hom­
bre Marx sus dimensiones de revolución universal. La autén­
tica fuerza del marxismo poderoso es esta escatología triunfa­
lista en la que el nuevo pueblo elegido, el proletariado que fue
pisoteado a lo largo de los siglos, va a edificar por y para
sí mismo el paraíso de la Humanidad.
» Lo que sí hizo Marx es razonar con datos económicos el
necesario advenimiento· de la utopía. Todas sus
obras son
la de­
mostración de que la historia tejida en tomo al proletariado tiene un sentido rectilíneo
parejo al -que tenía la historia para
(65) Elías de Tejada, loe. últ. cit., pá.g. 420.
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¿CRISTIANISMO MARXISTA!
los rabinos d.e Israel. La estructura, dualista de las clases es el
dualismo entre los hijos de la Alianza
y los «goyin» o paganía.
La «Klassenlage» que se actualiza
.~orno «Klasse»
merced a
que sus miembros cóbren el «Klassengefühl» que le da con­
ciencia de tal, es la conversión del pueblo elegido a la reli­
gión de su flamante Dios, único verdadero según la economia
polítiq1. La revolución es el apocalipsis violento de la reden­
ción que, en el acabamiento del cumplirse los tiempos profeti­
zados, _procederá al adveniri::tiento del novedoso reino de Dios
nuevo. El triunfo del proletariado equivale al certísimo triunfo
de los herede:Cos de David sobre las puertas de sus enemigos.
La utopía comunista· es la secularización del reino de la nueva
Jerusalén terrena.»
Esta utopía, ese mito, es lo que queda en pie de la teoría mar­
xista.
«De lo demás no queda nada» :
«En biología
la ciencia soviética rechaza el burdo evolu­
cionismo materialista
y proclama que la vida no es materia, sino
estructura dinámica de la materia y, por tanto, independiente
de ella. Tal Alexander lvanovich Opadn.»
-
Andrei I Vishinsky, «reduce lo jurídico a
la voluntad
de la clase, o sea del partido, sin curarse de las famosas su­
perestructuras por

Marx tan
egregiamente· teorizadas».
-«En ética, la moral consiste, para Roger Garaudy, en
su
iW.arxisme au XX.6 siOcle, en la creación continua del hom­
bre por el _hombre, en una versión neohumanista que está más
cerca de las Declaraciones abstractas del 1789 que de la mi­
sión sagrada de un proletariado que para Marx identificaba
al bien y al mal con sus conveniencias o perjuicios.»
- «En política
el entero leninismo no ha hecho otra cosa
que suplantar al concepto sociológico de clase por
el concepto
político de partido, visión ciertamente sobremanera eficaz en
lo pragmático; pero que es 1a· negación del marxismo tal como
Marx lo concibió; al paso que todo el esfuerzo de Mao Tse­
Tung han consistido en
el empeño de liberar al comunismo
chino de· J_os esqµ~s ctrrados prescritos por Carlos Marx,
747
Fundaci\363n Speiro

JUAN V ALLET DE GOYTISOLO
dan-do a cada uno de sus términos un valer adaptable a la
coyuntura china.»
Por eso, Elías de Tejada ( 66) concluyó su ponencia expresando: «Nada queda en pie de la obra científica de Marx entre
sus secuaces, que ante ella reaccionan de dos modos : los doc­
trinarios, alterándola; el vulgo, desconociéndola. Pero queda en
pie, desafiando adversarios, cara a las hostilidades enemigas,
la utopía de su reino ideal futuro, el mito de la sociedad co­
munista del mañana. Marx, que rebajó a dicterio insultante
el calificativo de utópico, está en el primer plano de nuestra
época precisamente porque fue el mayor utópico moderno,
por­
que fue el profeta del mito que en nuestros tiempos ha de­
mostrado poseer mayor vigor para apasionar a las muchedum­
bres; el mito del paraíso terrenal inevitable que es la mé­
dula del marxismo contemporáneo, el mito de
la utopía del
marxismo.»
Sin embargo, además del mito, queda hoy toda la praxis, mon­
tada más por Lenin que por Marx, como técnica de destrucción por
el aprovechamiento dialéctico de todas las tensiones existentes ha­
ciéndolas explotar. Previo
a ellas está ese análisis que se dice < roso y científico de los hechos», pero que nada tiene de científico,
en tanto se mueve con conceptos trucados, como son
los expresados
con

las palabras «explotación», «opresión», «capitalismo», «clases»,
«imperialismo», «colonialismo», de cuyo uso antes hemos examinado. Marx, al formular las leyes necesarias del comportamiento
bu­
mano no parte de la _ observación meticulosa de los hechos, sino que
adopta principios
a priori y usa de un método dialéctico a partir de
ellos, sin preocuparle seriamente que las conclusiones se hallen en
contradicción con los hechos reales observados. Pero,
además, los

hechos históricos a los que aplica esos conceptos
estratégicos
o tácticos, prefabricados con carga ideológica, tampoco
responden a la realidad de los hechos, como seguidamente vamos
a ver.
( 66) Elías de Tejada, loe. últ. cit., págs. 421 y s.igs.
748
Fundaci\363n Speiro

¿CRJSTIANISMO MARXISTA?
Materialismo histórico y dialéctica materialista.
Es sabido que para Marx la Revolución será algo así como para
Darwin
la transmisión de las especies. Por eso protestó indignado
ante las «ideologías» perversas, artificios falaces de las «clases do­
minantes», que entorpecen
la marcha racional de la historia. Para él
esta es un mero reflejo de -las relaciones económicas de producción,
constitutivas de la infraestructura dete.cminantes de las:superestructu­
ras,

frente a las cuales se mueve dialéeticamente la lucha de clases,
y
en la que las masas no actúan tampoco éticamente sino de conformi­
dad a la satisfacción de sus intereses.
Según esta concepción :
- existe un determinismo histórico que llevará hasta el triunfo
final del proletariado :
-la

historia está en constante evolución, que se
produce por
incesantes
contradicciones dial-écticas, totalmente.materiales, según En­
gels
y Marx, en las que a toda tesis se opone una antítesis, que da
lugar
a una
síntesis que sufre una nueva antítesis, y así sucesiva­
mente;
- y la infraestructura económica es determinante de las super­
estructuras políticas, culturales, éticas, jurídicas y religiosas.
Los dos primeros aspectos del
materiaüsmo dial-éctico han que­
dado hoy desprovistos de todo apoyo en la base cientifica, después de los últimos hallazgos no sólo de la genética, sino también de la física
cuántica.
Según Erik Krarner (67):
«Hoy, entre la
teoría de

los cuantos (
quanta) que sostiene
el edificio científico de la edad atómica y el pensamiento de
los economistas y filósofos, marxistas o tecnócratas, parece
que hayan transcurrido siglos. No hablan ya la misma lengua.
No tienen ya ni una idea común.» ·
Ciertamente, mientras la vieja física tenía
la pretensión de so­
meter todos los fenómenos físicos a leyes rigutosas e inexorables, la
nueva ofrece
más bien tendencias que expresan, al decir de De Bro-
( 67) Eric Kraemer, La Grande Mutation, cita de Rueff, en «Les Dieux
et les Rois», París, 1968, pág. 8.
749'
Fundaci\363n Speiro

JUAN V ALlET DE GOYTISOLO
glie (68), probabilidades y posibilidades diversas que dejan subsis­
tir
<
de incertidumbre en
la expresión de los fenómenos».
Así la microfísica rechaza totalmente la causalidad determinista ad­
mitida por
la macrofísica.
Si, como por mucho tiempo se creyó,
_el comportamiento de los
corpúsculos ·estuviera determinado, sería evidente, como reconoce
Rueff (69), que el mundo entero no podría dejar de estarlo. Sin
embargó
---11ñade--:
«la menor sinfonía, el más oscuro poema bastaban para mos·­
trar la inexactitud de semejante afirmación»,
Y precisamente esta «experiencia de nuestra libertad creadora>> nos
es
hoy confirmada por los
progresos\. de la mecánica cuántica, que nos
muestra un universo que no está en contradicción con el más elemen­
tal sentido común, como
lo estaba el reflejado por la famosa frase
de Laplace. Hoy no cabe hablar de una predeterminación total, de
una trayectoria única, sino de
< hay un viento de la historia ni una
ley del progreso ineluctable. La
tradición espiritualista y religiosa vuelve, pues, paradójicamente, a
ser reenoontrada en los últimos hallazgos de la física.
Lo mismo ocurre en genética. Así lo explica Monod (70):
«En
el substrato de una enzima alostérica y los ligandos
que activan o inhiben su actividad no existe ninguna relación
químicamente necesaria de estructura o de reactividad. La es­
pecificidad de las interacciones
es; e11 definitiva, independiente
de

la estructura de los ligandos : es debida enteraruente a la de
la proteína en los diversos estados que lé son accesibles, es­
tructura a su vez, libremerite, arbitrariamente, dictada por la de
un gen.
»Así resulta, y este es el punto tundámetitá.l, que por lo
(68) Louis de Broglie, J\1.atiJre et LumiJre, París,- 1937, págs. 301 y sigs.
(69) Jacques Rueff,
op. cit., pág. '52. ·
(

70)
Já.cques' Monod, El azar y la necesidad, vers. al castellano, Barce­
lona,
1970, cap. IV, pág. 89. Para la crítica de la posici6n atea de Monod,
cfr. en este mismo número_ de
VllRBO· el _estudio de Julio Garrido, La evolu­
ci6n
y la biología moderna. Acerca del libro de Geor-ges Salet «Azar y Corteza».
750
Fundaci\363n Speiro

¿CRISTIANISMO MARXISTA?
que atañe a la regulación por _el intermediario de una proteína
alostérica todo es posible ... »
Estos conocimientos científicos, además de rechazar el determi­
niJmo, no sólo excluyen la interpretación dialéctica de _los fenómenos
naturales, sino que, muy al contrario, con ellos resulta evidente que
estos fenómenos se realizan por interacción, coordinación y comple­
mentariedad. Monod (71), después de mostrar
la inconsistencia de los ejem-
plos puestos por Engels
·en su

< <<... ilustran, sobre todo, la amplitud del desastre epistimoló­
gico que resulta de la utilización «científica» de las interpre­
taciones dial!Xticas. Los dialécticos materialistas modernos evi­
tan, en general, caer en parecidas tonterías. Pero hacer de la
contradicción dialéctica la < miento, de toda evolución», no deja de _ser un intento de sis­
tematizar una interpretación subjetiva de la naturaleza que per­
mite descubrir en ella un proyecto ascendente, constructivo,
creador; volverla, en fin, descifrable,
y moralmente signifi­
cante». »Interpretación no sólo extraña a la ciencia, sino incom­
patible con ella; _así ha resultado cada vez que los dialécticos
materialistas, saliendo de
la pura verborrea «teóÍ'ica», han que­
rido esclarecer las vías de
la ciencia experimental con la ayuda
de sus concepciones. El mismo_ Engels ( que, sin
em~argo, _ tenía
de
la ciencia de su tiempo un profundo conocimiento) 1.iabía
llegado
a rechazar, en nombre de la Dialéctica, dos de los más
grandes descubrimientos de su tiempo: el segundo principio de la termodinámica
y (pese a su gran admiración por Dar­
wing)
la interpretación puramente selectiva de la evolución.
Esto en virtud de los mismos principios por los que Lenin
atacaba,
y con qué violencia, la epistemología de Mach; con
los que Jdanov más tarde ordenaba a los filósofos rusos com­
batir a
las diabluras kantianas de · la escuela de· Copenhague, y
por los que Lyssenko acusaba
a los
genetistas de sostener una
(71) Monod, op. cit., cap. II, pág. 48.
751
Fundaci\363n Speiro

JUAN V ALLET DE GOYTISOLO
teoría radicalmente incompatible con el materialismo dialéctico,
o sea necesariamente falsa.»
Y al referirse, más adelante (72), al «gran sueño del siglo XIX>>,
el socialismo, y a «los crímenes cometidos en su nombre», comenta:
«Es fácil ver que el profetismo historicista fundamentado
sobre
el materialismo dialéctico estaba, desde su nacimiento,
cargado de todas las amenazas que han sido, en efecto, realiza­
das. Más aún, quizá, que los demás animismos, el materialis­
mo histórico reposa en una confusión total de todas las cate­
gorías de valor y de conocimiento. Es esa confusión la que le
permite, con un discurso profnndamente inauténtico, proclamar
que ha establecido «científicamente» las leyes de la historia a
las que el hombre no tiene otro recurso ni otro deber que obe­
decer, si no quiere caer en, la nada.
»Una vez por todas, es preciso renunciar a toda ilusión
que no es más que pueril. cuando no es mortal. ¿Cómo un so­
cialismo auténtico podría construi!se jamás sobre una ideología
inauténtica por esencia, burla de la ciencia sobre
la que pre­
tende, sinceramente en el espíritu de sus adeptos, apoyarse? La
sola esperanza del socialismo no está en una «revisión»
de la
ideología que le domina desde hace más de un siglo, sino en
el abandono total de ella.»
Precisamente el
' análisis

físico esclarece --como
há. notado
Rueff

(73
)-los
problemas que preocupan al economista
y al so­
ciólogo, cuando contraponen individualismo
y socialismo ---que, < otras

palabras, no es sino colectivismo
y totalitarismo»----.
752
< los de interacción demasiados intensos. En
la medida en que
éstos se tornan
más eficaces, la individualidad se atenúa y
puede desaparecer casi por entero en la sociedad fuertemente
· integrada de los regímenes totalitarios o de «órdenes» muy
disciplinados.»
La realidad muestra, pues, un equilibrio que expulsa tanto el
(72) Mono4, op. cit., cap, IX, pág. 192.
(73) Rueff, op. cit., págs. 75 y sigs.
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¿CRISTIANISMO MARXISTA?
individualismo como el colectivismo al reino de las idc,ologías. Lo
que gobierna la dinámica de la naturaleza, incl~o material, física,
no es un orden rígido predeterminado, ni tampoco una diléctica en­
tre contrarios en lucha que lleva ·a su síntesis hasta que se produce
una nueva antítesis, como en la visión dialéctica marxista, sino que
es, precisamente, una interacción. Esta ya existe en· los niveles mate­
riales más elementales entre el aspecto «onda» y el aspecto «corpúscu­
lo». Así lo muestran las relaciones de mecánica ondulatoria, que ha
explicado Luis de Broglie en Matiere et l11miere (74), en síntesis
genial que ha hecho posible, como dice Rueff, «una filosofía cuán­
tica
del universo, aplicable no solamente ~ las ciencias físicas, sino
también a todas las ciencias
humanas» (75)

·
No es, pues, de extrañar que el determinismo mecanicista ni el
materialismo dialéctico no puedan dar la clave de la historia. El
marxismo la escribe al revés, es decir, una
~ez trazados

sus esquemas
la adapta a ellos. Así necesariamente
la falsea. Extrae una serie de
fotografías inconexas pero que
luego, conforme
su propio esquema,
las ordena y las une, haciendo de ellas un
film que no puede ser,
por consiguiente, sino un montaje trucado con verdades
par~iales.
Fabrica

artificialmente una explicación de sus propias teorías, pero
que no responde a un análisis histórico riguroso.
· Así

ocurre con su interpretación
matetialista de la historia, con­
forme la cual de los hechos
econ9micos (

que constituyen lo que de­
nomina infraestructura) depende toda la cultura
e incluso

la
religi1>n
(

que incluye entre las superestructuras), tributarias, según
ell¡i, del
pensamiento

de la clase ecónómico-social a que se pertenece.
Salvador de Madariaga (7 6), después de subrayar que por < cimiento, educación, gustos, costumbres,
virtudeS y aun vicios, ~arx
fue

toda su vida un archiburgués», ha comentado: «No
c•be rehuir

esta contradicci6n fundamental, que en
el
fondo es doble. Primero, porque dice Marx que las opiniones de cada cual están determinadas por su clase, a
lo que él mis-
(74) De Broglie, op. cit., cap. V, págs. 2'39 y sigs.
(75) Rueff, op. cit., pág. 65.
(76) Salvador de Madariaga,. loe. cit., dr. VHRBO 105-106, págs. 607
y sigs.
753
,,
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JUAN V ALLBT DE GOYTISOW
ffi(?" ·con su pensamiento. y acción da un colosal mentís, y se­
gundo, porque sienta como un principio que el hombre no
posee pensamiento Objetivo, o sea válido, sino sólo opinión
determinada por su situación socio-económica;
y, sin embar­
go, exige que su propio pensamiento tenga valor absoluto y
objetivo como el único científico e inevitable. Así, pues, ya en
el umbral de su magno edificio intelectual, nos tropezamos
con dos proposiciones_ de W1 egotismo inaudito: «t_odo el mun­
do piensa ~on ;arreglo a su "clase ... menos yo» ; y «nadie piensa
con validez objetiva ... salvo yo».
»No creo que quepa eludir esta conclusión asombrosa ... »
Ahondando en la historia, esta falsedad
-de la
cual
acabamos
dé ver que el mismo autor aparece como demostración ad absurdum­
quecla comprobada al estudiar la . innegable influencia que han tenido
las creencias religiosas
· en el desarrollo y la orjentació:O. de la acti­
vidad económica.
¿No nos dice nada el hinduismo de la situación actual del In­
dostán? ¿Por qué en los
países islami%ados los

vergeles se han convertido
en desiertos?
·
¿Pueden

sacarse
conseruencias del
influjo del mesianismo judío en
el capitalismo
fi~nciero e imperiali_~ta?
¿Influyó

la idea calvinista
d.e la pred~tinación en el desarrollo
del capitalismo e incluso en los racismos modernos? ¿Produjo
el catolicismo vivido un freno al egoísmo económico
que actuó como elemento de equilibrio entre las
)eyes económicas y
las morales?
Recientemente, Larraz (77) nos ha recordado cómo Marx We­
ber (78) había sostenido la importancia del factor religioso del
proiestantismo en el desarrollo del capitalismo,
y cómo Werner Som-
(77) José Larraz, Humanística para la sociedad atea científica y distri­
butiva, Madrid, 1972, cap. 11, págs. 277 y sígs.
(78) Marx Weber, La ética p,otestante y el espíritu del capitalismo,
dr. ed. en castellano, Barcelona, 1960, en la cual se recoge la última versión
de Weber que, en notas,
replica a

Wemer Sombart.
Fundaci\363n Speiro

¿CRJSTIANISMO MARXIST Al
bart (79), discrepando de Max Weber, cargó, en parte -aunque no
en todo, pues advertía que también jugaron otras condiciones
y fac­
tores sociales---, en la cuenta del judaísmo los abusos a que el capi­
talismo ha llegado. Así, a su juicio, las confesiones cristianas:
«Han contribuido a refrenar el amor_ a )a ganancia y_ a im­
poner ciertas limitaciones a la. mentalidad económica; resultado
que_ constitu.ye, _incon~es~ablemente, un activo de las _dos con­
fesiones cristianas,
las_ cuales., por sus prédicas, iogr:aron hacer
de

aquellas limitaciones cosas vivas
y reales. Así, _poderoo.s. de­
cir que el capitalismo, hasta el fin de su primer período, per­
maneció bajo la influencia_ humanizante de la_ enseñanza __ moral
del cristianismo. Quienes no se rinden cuent~-de.esto, no tienen
idea alguna del carácter propio del capitalismo en sus órígenes.»
En cambio:
«Es incontestable

que después del fin del primer período
capitalista las fuerzas morales sufrieron en nuestras comqni­
dades cristianas un eclipse considerable. A partir de esta época
el espíritu capitalista tomó vuelos formidablés
y operó en nues­
tra vida transformaciones radicales, que no_ fueron .posibles
sino gracias al descaecimiento en que incidieron, tanto en los
países católicos como en los protestantes,_ las doctrinas morales del cristianismo» ... < efectuadas en

confor­
midad con uóa sola moral: la moral judía» ... «Lo que carac­
teriza más particularmente la
moral judía

es que ignora ( al
menos en lo que concierne a las relaciones con los exttan jeto.$,
que,

por otra parte, son las que nos interesan aquí) los prin­
cipios bajo los cuales las confesiones cristianas intentaron
po­
ner dique y limitar a la vida económica. He aquí por qué vemos
a los judíos, desde las· primeras fases del capitalismo, romper
el cuadro de la vieja moral económica
y lanzarse tras la .ga­
nancia, sin tener en cuenta ninguna limitación, ni padecer es­
crúpulos. Pero tales ideas no formaron parte del espíritu ca­
pitalista en general hasta el pleno desarrollo de éste; es decir,
en una época en la que el sentimiento religioso había dismi-
(79) Werner Sombart, Des Burgois, vers. francesa, París, 1936, cita
que transcribimos de Larraz, conforme él la traduce.
755
Fundaci\363n Speiro

JUAN VAUET Dll GOYTISOLO
mildo considerablemente de intensidad, al menos en los países
protestantes, mientras que
la influencia del judaísmo creció en
profundidad y en extensión.»
Sentido de la historia.
Hemos indicado ya que el rigor histórico no caracteriza la vi­
sión historicista del marxismo, peto·
que, en

cambio, su pretendido
«sentido de la historia» resulta un elemento fundamental para su
acción revolucionaria, pu.es inyecta en sus adeptos una moral de
triunfo final indiscutible. Ahí radica, precisamente, una de las con­
tradicciones más flagrantes del marxismo, muy difíciles de disimular.
Es de observar, al respecto, otra contradicción del marxismo que
Lamsdoff-Galagane (80)
ha hecho notar:
Por una parte, Marx y Engels rechazaron enérgicamente la inter­
pretación de que su lucha por transformar el orden establecido se
basara en razones de justicia:
«El comunismo no es para nosotros una situación que debe
ser instaurada, no es un ideal con d cual deba conformarse
la realidad. Llamamos comunismo ai movimiento real que
aniquila
la situación actual. Las condiciones de este movimien-
. to

son engendradas por las premisas ·presentes en la actualidad.»
Si esto hubiese sido cierto podría decirse, como dijo Stamnler,
que el partido comunista, en su empeño de acelerar el proceso que
debía conducir a la sociedad socialista, sería algo semejante a una
asociación cooperadora de los eclipses de luna.
Pero, por otra parte, Marx no tiene la postura neutral y desapa­
sionada de . quien· déscribe
un «proceso ·histórico-natural», sino que
dedicó toda su vida a la tarea revolucionaria.
Salvador de Madariaga (81) también ha observado esta contra­
dicción:
«... si hemos quedado en que la sociedad capitalista está
(80) Vladimiro Lamsdorff-Galagane, El concepto de justicia en -el mar­
xismo soviético actual, Santiago de Compostela, 1969. Cfr. una amplia sín­
tesis del mismo en
VERBO 74, págs. 551 y sigs.
(81) Salvador de Madariaga,
CarloI· Marx ... , en ABC; 2 abril 1972;
cfr. en VERBO 105-106, pág. 609.
756
Fundaci\363n Speiro

¿CRISTIANISMO MARXISTA?
irremediablemente condenada a perecer por el mer-0 efecto de
su vicio interno (la merma de los beneficios, la rivali,dad de las economías nacionales, la misma guerra de clases) ¿para qué
la
violencia y la revolución?>>
¿ Es que Marx dudaba de su interpretación de la historia? o bien,
¿pretendía únicamente, con ella, dar alientos e impulso a
la revolu­
ción, que -dado su resentimiento--- era lo que verdaderamente
quería?
Un análisis detenido de
la historia
ofrece otra perspectiva. Aun­
que ésta -según
Larraz (82)-en

su flecha apunte al bien común,
esto sucede :
« ... de una manera parcial, simplista, alternativa o pendu­
lar, contradictoria
y acelerada.»
Los esquemas marxistas no expresan ni lo alternativo ni
lo pen­
dular de la historia. En estas variantes, no sólo no se observa
la ten­
dencia lineal del marxismo, sino que,· en cambio, permite obser­
var que:
«Desde el fin de los tiempos pretéritos hasta el presente,
ni
la estatización económica, ni la democracia igualitaria lo­
graron las frecuencias
máximas.»
Y,
en

ese transcurso :
«La apropiación privada de los medios de producción ha
sido más extensa y frecuente que la apropiación estatal. Esto
no es desconocer los tiempos de las teocracias sumerias ; ni
las épocas estatizantes de la economía egipcia, de la china y ·
de la bizantina; es reconocer la realidad de una regla general,
aunque no exenta de excepciones históricas temporales
y espa­
ciales. ( Al margen, recordemos
la propiedad corporativa del
medioevo occidental).»
Y la civilización que siguió a la estamental desde fines del si­
glo XVIII, d. C., presenta en los-.cincuenta últimos años, según el
mismo Larraz escribe:
«... una dualidad estructural contrapuesta: 1) dominante
apropiación privada dé los medios de producción y de la ri-
(82) Larraz, op. cit., cap. 12, págs. 299 y sigs. Cfr. también el libro
de Alexandre Deulofeu,
La matemática de la Historia, 2.1! ed., Figueras, 1967 .

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JUAN V ALLET DE GOYTISOLO
queza urbana, libre circulación interclase ( con baja disciplina
social), democracia igualitaria; contra 11) dominante apropia­
ción estatal, obstáculos a la libre circulación entre los estratos
sociales, dictadura minoritaria del partic;lo comunista. El mo­
delo II es posterior al I, pero no es obra de evolución ge­
nética del I --como pensara Marx-, sino una oposición creada
bajo la dirección de minorías marxistas con ocasión de las
dos postguerras mundiales. El I y el II no son etapas sucesivas
de una misma tendencia, sino bifurcación --contradicción­
propia del inicio de una civilización nueva. Esto nos impide
expresamos en términos de mera tendencia lineal. ¿Qué signi­
fican, pues, en el conjunto del movimiento director de la his­
toria ambos modelos I y 11 ?»
Salvador de Madariaga (83), refiriéndose a Marx, no ha vacilado
en señalarle esta nueva contradicción :
«Su esquema de la Historia que tanto ha influido· sobre
Toynbee viene a
dibujar una
a modo de curva sinusoidal· en
la que cada onda se eleva como el auge de una clase que ex­
plota a otra u otras, y muere al empellón de la onda siguiente
que simboliza el auge de la clase ayer explotada, que pasa a
explotadora
para morir
al empellón de la siguiente. Hoy ( es
decir, hace un siglo) nos encontramos en
vísperas del

surgir de
la nueva onda proletaria que va a derribar a la burguesía.
Pero ya no habrá más ondas. Al caer la burguesía explotadora
del proletariado se
habrán terminado
las clases y, por tanto, la
guerra entre ellas.
C' est la lutte fina/e.» ·
<<. .. De 1847 a 1853 Carlos Marx creyó inminente esta re­
volución final y definitiva. Cien años han transcurrido y la
Historia se ha negado a atenerse a las instrucciones que recibió
de Carlos Marx ... »
Pero, acerca de esto, luego tendremos que añadir algo más.
B) LAs PREVISIONES Y PROMESAS DEL MARXISMO.
Todo este análisis de los hechos y de la historia, pretendidarnente
científico, llevo al marxismo a predecir: la liberación de las masas.
(83) Salvador de-Madadaga, loe. últ. cit.
758
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¿CRJSTIANISMO MARXISTA?
la toma de poder por la clase obrera y, a consecuencia de la des­
aparición de la propiedad privada,
el advenimiento de una sociedad
sin clases, sin Estado ni Derecho.
Aunque hemos comprobado
la más absoluta falta de rigor cien­
tífico en el análisis marxista, no creemos superfluo- examinar si sus
previsiones, aunque hayan
pai:tido de

datos erróneos, han resultado
o no proféticas, o, al
menos, si

se atisba que puedan llegar a serlo.
Para ello, trataremos de seguir el curso de las victorias de la re­
volución marxista, cotejando si en ellas se han ido o no cumpliendo
las promesas que enardecieron otrora, y siguen enai-deciendo hoy, a
las masas.
La "liberación" de las "alienaciones".
La palabra «liberación» referida a seres humanos hace pensar
que
el marxismo es un humanismo. Y ciertamente algunos escritores,
unos marxistas

de países de más acá del telón de acero, como Roger
Garaudy y otros católicos, como Pierre Bigo y el jesuita P. J. Yves
Calvez, hablan de un verdadero ·humanismo marxista.
Sin embargo, no es así, como mostró Perpiñá Rodríguez (84), en
una interesante comunicación a la Real Academia de Ciencias Mo­
rales
y Políticas: «Fieles
a la
verdad del marxismo como sistema doctrinal
(y no como sueños de juventud), ni Kautsky, ni Lenin, ni
Stalin, ni hoy en día Mao Tse-Tung, pensaron o piensan en
representar
al autor de Das Kapital y a sus teorías en la forma
desfigurada que lo buen Calvez o Garaudy» ... «No cobe duda
que entre
l",s ideas
del joven Marx y las ideas del marxismo,
tal como se le ha conocido antes de la publicación de los es­
crito:S juveniles,
media un punto de .diferencia;
y lo grave no
sólo es querer -
armonizarlas y dar unidad al pensamiento de
Marx a lo· largo de toda su vida, sino que,- incluso, dentro de
( 84) Antonio Perpiñá Rodríguez, El humanismo marxista, en «Anales de
la
Real Academia

de Ciencias Mora-les y Políticas», año_ XX, núm. 44, Madrid,
1968, págs ..
43 y sigs. Cfr. también en Jean Ousset, El márxiJma-leninismo,
~drid, «Speiro», 1967, nii parte, cap. II, págs. 78 y sigs., los textos que
cita acerca del interés del marxismo po.r el proletariado en cuanto fuerza.
Fundaci\363n Speiro

JUAN V ALLET DE GOYTISOLO
esa diferencia radical, se tiene por vdedero y auténtico to ju­
venil y no lo de mad/Jfez.»
Lo

que equivale a :
« ... tratar de comprender la doctrina paulina, tal como se ex­
pandió por el mundo, según las ideas del joven Saulo; o querer
introducir en el agustinismo político las concepciones del jo­
ven Agustinus el maniqueo».
Claro que:
<<... tales interpretaciones benévolas no circulan allende el te­
lón de acero, donde no hacen -falta. La maquinaria del poder hace
· superflua cualquier propaganda en ese sentido. Antes al con­
trario, la ort.t>doxia moscovita sigue fiel a la versión clásica
del marxismo anterior a la publicación de los textos juveniles
contraria a ellos».
No podía ser. de otro modo, puesto que
el materialismo marxista
no alude:
« ... sino a la supeditación del espíritu a la materia; mejor
dicho, a la realidad concebida monistamente como pura ma­
teria de la que procede luego por evolución inmanente lo que
llamamos espíritu. El hombre queda reducido, en principio, a un mero monigote llevado
y traído por la acción ineludible de
las fuerzas productivas materiales. ¿Puede concebirse que esto
tenga algo de humanismo ?»
<<. .. Si el .ser humano no es espíritu y sí materia; si viene
a ser una· parte
de la naturaleza, estaremos dentro de una doc­
trina -naturalista,

en modo alguno humanista. Dado que, según
Marx, no existe el alma, como principio ontológicamente dis­ tinto de
la ·materia, dará lo mismo arrancar del «hombre» para
explicar la sociedad
y la historia ( coi:no irresponsablemente
piensan los propagandistas del humanismo marxista) que del agua, por ejemplo, como hizo Tales de Mileto. Con Marx re­
trocedemos a los «físicos» presocráticos, renegando del d~cu­
brimiento del hombre que la ciencia debe a Sócrates.»
Ni teórica y prácticamente puede· hallarse, como explica el propio
Perpiñá Rodríguez, ningún elemento humanista en el marxismo:
«Desde el punto de vista teórico, y supuesto que la lucha
760
Fundaci\363n Speiro

¿CRJSTIANISMO MARXISTA?
de clases es expres1on «necesaria» de las contradicciones es­
tructurales de la sociedad, no se ve que en ella se añada ningún
elemento
auténticament~ humanista,

que coloque al hombre
en primer plano. Desde el punto de vista práctico,
la única
verdad es que la lucha de clases es una idea "inhumana".»
Para Mane rotundamente :
«... no existe el sentimiento humanitario. En su teoría y
en la actuación efectiva sólo pensaba en el «proletario» no en
el hombre -podría hablarse de «proletarismo», no de huma­
nismo------,..; aW1que, por lo demás, para él el proletario no -.,era
un ser humano a quien se compadece y se quiere salvar, sino
una abstracción, Wla categoría de la filosofía de la historia,
que se contempla con 1a misma frialdad con que se ven los
números primos del teorema de Pitágoras» [ o mejor dicho, en
la criba de Eratóstenes].
No es de extrañar que sea. así, puesto que la liberación marxista
de todas las alienaciones se realiza por la prttXis desarrollada con el
método dialéctico.
Según la ortodoxia del Partido comunista (85):
«... el método dialéctico considera que el proceso de des­
arrollo de
lo inferior a lo superior no se efectúa en el plano
de una evolución armoniosa de los fenómenos, sino en el de
la
puesta al día de las contradicciones inherentes a los objetos,
· a los fenómenos, en el plano de una «lucha» de tendencias
contrarias que actúan sobre 1a base de estas contradicciones.»
Jean Madiran (86) lo comenta: «Ya no estamos regidos por una inteligencia perfecta
y
una voluntad infin,itamente ·buena; estainos determinados ex­
clusivamente por las condiciones de la vida material. Y a no
hay finalidad. La contradicción de la materia estalla en el
(85) Cfr. Hiitoire du P. C. (b) de l'URRS, ed. en francés, París, 1939,
págs. 98 y sigs.
(86) Jean Madiran, La viellesu du monde, La practique de la dialecti­que, cap. I, núm. 8, París, 1966, pág. 154. De ahí que Marce! Clément, en Le communisme face 4 Deu, 2.1 ed., París, 1968, cap. 4, págs. 33 y sigs., ca­
lifique el marxismo de concepción.
«antitriµitaria», al sustituir el amor por la dialéctica, es decir,

por el conflicto permanente
y la contradicción eterna.
761
Fundaci\363n Speiro

fUAN VALLET DE GOYTISOLO
movimiento de la materia, en sí misma· perfectartlente contra­
dictoria.
Todas las
cosas nacen· de la contradicción, es decir,
por destrucción;
a.5Í se manifiesta la fecundidad de aquélla,
es decir, del no ser. Hace falta impulsar los
rnnflictos hast_a
la

exasperacióri. Cuando el hombre haya roto todos los vínculos
con lo que sea, podrá moverse según
la-fórmula de Marx «al­
rededor de sí mismo, de su
-Verdadero sol». Lo que está en el
fondo de la negativa inicial del principio de contradicción; es
el non serviam.»
Por eso, el propio Madiran. señala que esa liberación realizada con
la
praxis dialéctica

tiende:
<<... a

hacer permanente
e insuperable
una RUPTURA DE
UNIDAD en el interior de las células y de los organismos del
cuerpo social.»
El

resultado viene hipotecado por
el hecho de que ----como todo
en
el marxismo, según
hemos ido viendo---no
se realiza imparcial­
mente ni indiscriminadamente, Tiene una dirección;
y ésta, sin perjuicio de los oportunismos del
momento, se orienta en- determinado sentido. Orientación que des­
cubre en
el marxismo tres grandes contradicciones formales, obser­
vadas agudamente por George Uscatescu (87): en la teoría de las
«alienaciones», en su rechazo de las ideologías
y en su proclamación
del triunfo de
Ja, libertad con la desaparición final del Estado.
Combate
la-alienación, «para caer él-mismo de lleno en la aliena­
ción», alienado al devenir histórico, a
la lucha-de clases, a la propa­
ganda del Partido ...
Transforma «la misma palabra ideología en concepto peyorativo».
Pero, «desde el momento en que la praxis se define a
sí misma

como
«revolucionaria», ¿no implica -por eso mismo una transformaCión de la realidad según supuestos tácticos?»-..
Cuando «nos habla de la desaparición del Estado» : «Antes de
ser una utopía», <(presenta todos
los" elementos

estructurales
'de una
ideología». «La

idea mesiánica de
· la

libertad,
. destinada
a suceder al reino
(87) Geor~e Uscatescu, Aventura de la Libertad, Madrid, 1966, págs. 40
y sigs.
762
Fundaci\363n Speiro

¿CRJSTIANISMO MARXISTA?
de la necesidad», quiebra en tanto que : «Al deseado reino de la
libertad le sigue sustituyendo en
la praxis el reino implacable de la
necesidad», que impone su materialismo histórico.
El detalle de la realidad práctica de ese resultado decepcionante
lo iremos viendo a continuación.
La toma del poder por la clase trabajadora.
Merleau-Ponty, marxista desengañado y arrepentido, ha señala­
do ( 88) que la atribución al proletario del papel de portador de la
lógica de la historia :
- resulta paralela a la función que desempeña el espíritu y su
encámación en el Estado, según Hegel, y que, consiguiente­
mente, encubre un subjetivismo que violenta el flujo real de
la dialéctica;
- y, por otra parte, el proletariado se ve pronto desposeído de
tan trascendente misión, que pasa a ser ejercida por el poder
revolucionario que detenta el Partido, aunque éste continúe
invocando ocasionalmente a sus legítimos _poseedores.
En· el primer estudio de esta serie, «Capitalismo-socialismo-Tec­
nocracia» (89), recordábamos que por muy breve tiempo, entre 1917
y 1918, después de
.la Revolución

de octubre, ruando los obreros
empezaron a posesionarse de las fábricas, Rusia fue verdaderamente
una sociedad de obreros. Pero, primero, los sindicatos y, tras una
desgarradora lucha con éstos,
el Partido se hizo finalmente duefio
absoluto
del país.
El impacto de este hecho en Troszky tarobién lo vimos. Pero
especialmente nos interesa recordar el análisis
de. Marc

Paillet (90).
«Este Estado que contabiliza la plusvalía
y la reparte con­
forme al Plan, no es
efl modo alguno abstracto. Se compone
de personas indu4"ablemente _ vivá:s ... Ahora bien, estos .. diri-
(88) Maurice Merleau-Pbnty, Note sur Machiave!, Cfr. al libro Dia/Oc­
tica y praxis en Merlean-Ponty, de Andrés Ollero de la Rosa, Granada; -1971,
pág. 141.
(89)
Or. en VERBO 101-102, págs. 82 y sigs.
(90) Marc Paillet, Marx contre Marx. La, .rociété technpburricratique, Pa­
rís, 1971, introduc., págs. 7 y sigs, y caps. II, III y IV, págs_ 53 y sigs.
763
Fundaci\363n Speiro

JUAN V ALLET DE GOYTISOLO
gentes actúan como una colectividad de poseedores respecto de
los trabajadores, obreros y campesinos. Podría decirse que se
trata de una gigantesca sociedad por acciones
cuyos títulos,
de
modo variable, estarían distribuidos entre los burócratas.»
Así: -
«la sociedad
tecnoburocrática tiene como motor un sis­
tema original de extorsión de la plusvalía, que viene a pro­
ducir la elevación de la explotación capitalista al escalón na­
cional»,
- y
«aún hoy al internacional».
Confirma así Marc Paillet otra opinión basada en el análisis mar­
xista de la dinámica social, emitida por André Philip, de que :
.. . «una sociedad con clases ( esclavista, fendal ... )
ha dado
siempre lugar al nacimiento de otra social con clases (fenda­
lismo, capitalismo), y nada hay esquemáticamente que resulte
escandaloso en que continúe siendo de igual manera: · es decir,
que el capitalismo engendra la tecnoburo'!"cia.»
La «sociedad sin clases», resulta así otra profecía fallida, con­
forme acabamos de ver, si el enfrentamiento de proletarios
y bur­
gneses produce el predominio de una tercera clase. La descripción de
ésta la
han hecho detenidamente Djillas, que denunció la de Yugos­
lavia en sU libro iLa. Nueva clase, y Svetlana Stalin, que la vivió en
Rusia, como narra en sus memorias. El resultado parece inevitable­
mente lógico, conforme ha explicado Vladimiro Lamsdorff (91) : «Transferir al Estado la
propiedad -y la administración­
de los medios _de producción equivale a ponerlos en manos de
una burocracia, a la
cual se transferiría, encima de su poder
polltico como órgano del Estado, el poder económico derivado
de la
gran riqueza qne pasa por sus manos,»
Como

observa Djillas (92), la clase dirigente, al poseer
de facto
todos los atributos de la propiedad en ausencia del verdadero pro-
(91) Lamsdorff-Galagane, ¿Y para qué queremo1 el 10dafümo?, 7, en
VERBO 104, pág. 381.
(92) Milovan Djillas,
La ·nueva cla1e, 2.! ed. al castellano, Buenos Air~
1963,

págs.
144, y

sigs.
764
Fundaci\363n Speiro

¿CRISTIANISMO MARXISTA?
pietario jurídico, se convierte en el verdadero detentador del instru­
mento económico (93 ). La
desaparioión del

Estado y el Derecho es, por lo tanto,
imposible. Su carácter utópico_ se confirma:
lis sabido

que
Marx, en su Critica al programa de Gotha, señaló
dos fases en
la instauración del socialismo. En la primera, el Estado
socialista será igualmente un Estado que oprimirá, porque
lo propio
de un Estado es precisamente la opresión, y el derecho socialista será
igualmente un derecho de desigualdad, porque lo propio de un de­
recho es precisamente la desigualdad. El tránsito
de esa primera fase
a la segunda, es decir, el fin de la «opresión» y de la desigualdad
económica, será determinado por el momento en que la producción
de bienes de consumo habrá alcanzado el nivel de la abundancia.
Entonces ya no será necesario mantener el
listado opresor
ni el de­
recho desigual. En esta segunda fase ya no habrá clase proletaria, ni
división del trabajo, ni insuficiencia de producción económica: el
Estado y el derecho ya no serán entonces sino un recuerdo, categorías sociales de un pasado concluido para siempre ... (94). En cambio, hoy en
la U. R. R. S., como explica Villey (95) :
<<... ha venido a ser dogma oficial, que el Estado y el
derecho se refuerzan en la sociedad socialista. Hoy todavía
un autor como Alexiev desarrolla con complacencia el tema del "acrecentamiento del derecho", en lo que concierne al de­
recho civil en el período- postkrutcheviano, que, no obstante,
voluntariamente se presenta como "constructor del comunis.
mo" ... Es ;1 espíritu del legislador (la dictadura del partido
del gobierno)
lo que parece producir el derecho; la "superes­
tructura" viene a do.minar la uinfraestructura" .»
(93) Respecto la persistencia de las «clases» detrás del telón de aCero,
dr.
en VERBO 55 Las clases en la URSS, pág. 397 y sigs., y en las «Ilustra­
ciones ...
» de VERBO 91-92, «JI. Las clases sociales en los países comunistas»,
págs. 193 y sigs.
(94) Cfr. nuestro estudio, El mito de la desaparición del Derecho, en
VERBO 77, págs. 579 y sigs.
(95) Michel

Villey,
Pattorame de,s phiJowphin j11ridique,s moderttes acci­
dentales des marxi,stes du monde sodali.rte, en «Archives de Philosophie du
Droit», XII, 1957, págs. 222 y sigs.
765
Fundaci\363n Speiro

JUAN VALLET.DE.GOYTISOW
Son conocidas las palabras del famoso escritor ruso Andrei
Sinyavski:
«Al
tratar de abrir las prisiones para siempre, contruimos
otras nuevas ; al querer
derribar las fronteras entre los Estados,
nos rodeamos de una muralla china; para hacer que· nuestro
tia­
bajo sea ligero y agradable, hemos instituido el castigo de los
trabajadores forzados; para evitar que se derrame una sola gota
de sangre, henios matado sin cesar ...
»
En la ·prensa leemos constantemente noticias de tensiones de in­
telectuales de Rusia y Cuba, quejosos de su total falta de libertad;
de los campos de castigo
-Jean Cau

ha descrito «campos de muerte»
cubanos-, de

la
«opresión del
pueblo en Hungría, Checoslovaquia,
Polonia, Lituania; de que los creyentes tienen vedada en la U. R. R. S. toda posibilidad polltica
y cultural, etc. (96).
Paillet (97)

explica que esto -es
la inevitable consecuencia de lo
«inconfortable» que resulta
él dominio por la función; y que, por
ello, la tecnoburocracia necesita dominar todo el aparato
y ·cada una
de- sus ruedas para conservar su posición privilegiada: las organiza­
ciones
sindicales~ la · pr~nsa, la cultura,

el arte, la · religión. Así lo
precisa detenidamente en su
libro. PÜr consiguiente,

la sociedad re­
sulta
hiperrepresiva.
Lo cierto es que Alexander Solzhenitsin (98), en el acto de la
ehtréga de su premio Nobel, que no pudo ir a tecoger, hizo llegar
alli su

grito, con el mensaje del que son ·estos párrafOs:
766
<<... Para llegar a esta tribuna desde donde se lee el dis­
curso del premio Nobel, al que tan pocos escritores están in­
vitados, por ser ocasión única en su
vida, no

me ha bastado
con subir tres o cuatro
peldaños; he

tenido que ascender cien­
tos
y aun miles de peldaños empinados, abruptos, helados ; pel­
daños que emergían de
la oscuridad y del frío, y he tenido la
suerte de sobrevivir, mientras que otros --quizá más dotados
y más fu~rtes que yo-perecían en el camino. Sólo he en­
contrado algunos entre
la multitud de islas del Gulag. Difi-
(96) Cfr. supra; notas 34 y 35.
(97) _ Marc Paillet, op. cit., cap. XI,. págs. 300 y sigs.
(98)

Cfr. en ABC del 26 septiembre
1972, El grito de So/zhenitzin.
Fundaci\363n Speiro

¿CRISTIANISMO MARXISTA?
cultado por la vigilancia policial, no he podido hablar a todos ;
sólo de algunos he tenido noticias. De los otros he tenido
q¡¡e
imaginármelas.
Los que cayeron en esta sima cuando ya se
habían hecho un. nombre son, al menos, conocidos. Pero ¿cuán­
tos pueden recordarlo? Toda una literatura nacional está ahoga­ da allí, sumergida en
el olvido; no sólo en una lápida sepulcral,
sino desnuda, sin vestido
alguno; identificada
sólo por un nú­
mero. La literatura
rusa no

ha dejado nunca de serlo, aunque
desde fuera parezca un terreno baldío. Allí donde debería
elevarse un hermoso bosque no subsisten, después de una tala
dramática, más que dos o tres árboles, casi perdonados por
casualidad ...
»
... «No se trata ya de una violación del «derecho a escri­
bir», sino de la asfixia de una nación, de
la destrucción de su
memoria. La nación deja de estar atenta a sí misma, es des­
poseída de su unidad espiritual,
y, a despecho de una lengua
supuestamente
común,
sus ciudadanos cesan bruscamente de
comprender los unos a los otros. »Generaciones silenciosas envejecen así y mueren sin haber­
se dirigido la palabra.
>>Cuando escritores

como Eugeni Zamiatine .-:--enterrados vi­
vos
para el

resto de su vida- son condenados a crear el si­
lencio hasta su muerte, sin oir jamás el eco de las palabras que
han escrito, no podemos hablar solamente de una tragedia per­ sonal, sino del martirio de una nación entera.» ... «Los jóvenes, en una edad -en que no poseen otra ex­
periencia que
la sexual, en que no tienen tras de. sí años de
sufrimiento
y de incompresión, repiten con júbilo los errores
de la Rusia depravada del siglo
XIX: suponiendo que descubren
algo nu_evo. Aplauden los recientes
actos· de
vandalismo .de los
guardias rojos chinos y los toman
-entre albricias como· ejemplo.
Con
-un

desconocimiento total de la
esencia milenaria
de la
Humanidad, con la
confianza ingenua

del corazón sin expe­
riencia, gritan :
1 ' ¡ Acabemos con los gobiernos opresores, crue­
les! Los nuevos (es decir, nosotros), al dejar los fusiles
y las
granadas, serán

justos e indulgentes."
»Sucederá al contrario.»
767
Fundaci\363n Speiro

.JUAN V ALLET DE GOYTISOLO
Como conclusión de este repaso de los tópicos marxistas y de sus
promesas fallidas, podemos decir, como Salvador de Madariaga (99):
«Apenas si hay en el marxismo principio o doctrina que se
pueda sostener hoy sin mermas, profecía que no haya salido fa­
llida o desmentida por los hechos ; pretensiones de infalibilidad
o inevitabilidad sedicente científica, que no haya resultado
huera; pero si el
~rxismo falla
casi siempre en sus detalles,
es un hecho no
mellos innegable que sigue fuerte, quizá más
fuerte que nunca, en su conjunto. Fracasa como ciencia; pervive
como religión.»
Por eso, el mismo escritor observa (100) que:
< marxismo como
tal conjunto de doctrinas: el marxismo es una
pasión. Y esta pasión colectiva de hoy es un fuego que pren­
dió en
el alma individual del fundador de esta fe, que fue
Carlos Marx.»
« .... Olvidando su propia tesis, que el hombrepiensa como
es
y como es el grupo (clase) al que pertenece, Marx declara
muerto a Jehová; y al instante lo vuelve a resucitar con un
nombre nuevo: «La Historia>>. ¿Qué es la «historia» de Marx
sino un
Jehová modernizado,

cuyas
decisiones son tan termi­
nante:: e .irriperiosas como

las del inexorable Dios de Israel?
Y la
ley, concepto

supremo
de los

hebreos, ¿va a morir en
Marx? De ningún modo. Ahora se llamará
.«fa ciencia»; y se
revelará lo mismo que la ley
y su Legislador solían revelarse
a los judíos ; por el milagro ... »
* * *
¿Cómo ha sido posible que tantos clérigos y religiosos hayan caído
en los crasos errores marxistas, que lleguen a repensar todo lo cristiano
a través de un pensamiento antagónico?, ¿que pretendan entender y
(99) Salvador de Madariaga, en ABC del 26 marzo, cfr. VERBO 105-106,
pág.
605.
(100) Salvador de Madatiaga, en ABC del 9 abril, cfr. VERBO 105-106,
pág.
611.
768
Fundaci\363n Speiro

¿CRISTIANISMO MARXISTA?
aplicar el Evangelio conforme el análisis y la praxis marxista, hasta
cambiar
el contenido de la fe y el rostro de Dios? Tal vez la expli­
.cación
está

en que han trastrocado su fe; que, por eso, .han dejado de
escuchar
las enseñanzas

de los Pontífeces
y niegan su doctrina social
católica. Lo mismo que rechazan el derecho natural y creen en los
oráculos de Marx. ¡Qué tiene, pues, de extraño que además crean en
el carácter científico de sus mistificaciones! Si han dejado de creer
en su misión de convertir, confortar y ayudar a salvar a las
almas,
nada

puede chocarnos que aspiren a ser fermento social revoluciona­
rio de un cambio de estructuras, empleando un método que
sólo es
científico para
destruir e invocando

una doctrina que no contiene
nada plenamente verdadero
y propone una meta totalmente utópica.
Esta, para ser creída, ¡ requiere una fe religiosa!, ... pero muy distinta
a la que siempte ha sido enseñada por n:uestra Santa Madre la
Iglesia.
Nos hallamos ante
la c1-isis de identidad que hoy en el «período
crítico que atravesamos» sufren muchos sacerdotes. Paulo
VI, en
su
alocución a
Jos ·}Járrocos y

a los predicadores durante
la Cuaresma,
el 17 de febrero de 1972 en Roma,
la planteó:
••
«La acometida de este impulso ··a la novedad h:L dado fre­
cuentemente,
incluso

a nosotros, eclesiásticos, un
sentido de
vértigo,

una cierta desconfianza en la tradición, un cierto des­
precio de nosotros mismos, un cierto frenesí de cambio, una
neces~dad caprichosa

de < intenciones, sin duda, subjetivamente rectas y generosas, se han
insertado en esta amplia y completa tentativa de
tfansfor­
mación

de la vida eclesiástica ; señalamos dos de éstas» ...
«es
la primera

una intención muy corrierite de salir del
estado de frustración, como ahora se dice, es decir, del
sen­
timiento

de inutilidad que algunos experimentan de la propia
y paralizadora inserción en la disciplina de
la organización ecle­
siástica: para qué sirve, se preguntan algunos, ser sacerdote, y la pregunta se hace amarga
y angustiosa

allí donde la
comu­
nidad,

a
la que estaban adscritos estos sacerdotes, se ha trans­
formado profundamente en número
y costumbres>> ... «la ob~
jeción de la inutilidad de la propia vida es, especialmente hoy,
769
Fundaci\363n Speiro

JUAN V AUET DE GOYTISOLO
al estar dominado por un prurito de eficacia utilitaria, muy
perniciosa ... »
«Todas las tentaciones de la primitiva contestación. protes­
tante se han
hecho vivas
e insinuantes;
y, acaso también -mis­
terio éste, pero no fantástico- las más profundas sean
las de
origen preternatural, las de la duda no como camino de bús­
queda, sino como respuesta desconsoladora de la verdad inexis­
tente, de la incertidumbre, hasta llegar a la ceguera adoptada
como una actitud dramática
y aristocrática de Un espíritu pri­
vado ahora de
luz interior

; tentaciones que se han insinuado
hasta en la celda de
la conciencia íntima del sacerdote para
confundir
.en él

la feliz certeza interior de su estado eclesial:
nTu es sacerdos in aetemum"; y para sustituirla, una pregunta
angustiosa: ¿Quién soy yo? ... »
«Interrogación, a simple vista, tan superflua como peligrosa,
ciertamente; pero el hecho es que ha salido lanzada como una
flecha, en el corazón de muchos sacerdotes, de no pocos
jó­
venes ~specialmente, en los umbrales de la ordenación, y de
algunos otros hermahos llegados a
la plenitud de la madurez.
La tendencia de los hermanos que , se han encontrado en este
aprieto, en· dudar de sí, de la autoridad de l_a Iglesia, una ten­
dencia en sí. hipotéticamente legítima, pero pronto transforma­
da en tentación
y en desviación por la imposibilidad de en­
contrarle una respuesta satisfactoria,_ ha sido la de buséar la definición de
la identidad del sacerdote en el registro profano,
o fuera de nuestra casa, el registro de
la sociología,_ especial­
mente, o bien de la psicología, o del contraste con denomina­
ciones cristianas, desgajadas de la
raíz católica,

o,
finalmente,
en

la de un humanismo, -que aparece axiomático:
,ei sacerdote
es,

en primer lugar, un hombre; un hombre
compl~to, como
todos

los demás.»
Pf'ro la

respuesta acerca de esa identidad sacerdotal, dice Paulo VI,
nos la proporciona
la fe, la propia llamada de Jesús a sus primeros
discípulos que narra el Evangelio. Por eso el Papa, dirigiéndose a todós los sacerdotes, les invita a
actuar:
770
Fundaci\363n Speiro

¿CRJSTIANISMO MARXISTA?
<<... con los poderes sacramentales que harán de nosotros
instrumento de
la acción misma de Dios en las almas. No es
ya nuestra sola actividad humana la que nos caracteriza, sino que es
la investidura de la virtud divina cooperante en nuestro
ministerio. Comprendido el sentido
y el valor sacramental de
nuestro ministerio, es decir, de nuestro apostolado, una colec­
ción de otras definiciones pueden dar una figura espiritual_, eclesial e incluso social al sacerdote católico, hasta el punto de
identificarlo, único entre todos. tanto dentro como fuera de la
'sociedad eclesiástica.»
»El es no solamente el presbítero que preside la vida re­
ligiosa de la comunidad, sino que es verdaderamente el in­ dispensable
y exclusivo ministro del culto oficial, realizado
en la persona de Cristo y al mismo tiempo en nombre del
pueblo1 el hombre de la oración, el único realizador del sa­
crificio eucarístico, el vivificador de las almas muertas, el te­
sorero de la gracia,
el horubre de las bendiciones. El, el sa­
cerdote-apóstol, es
el testigo de la fe, el misionero del Evan­
gelio,
el profeta de la esperanza, el centro de promoción y de
recapitulación de la comunidad,
el constructor de la Iglesia de
Cristo fundada sobre Pedro. Y he aquí posteriormente su título
propio, humilde
y sublime: él es el pastor del pueblo de Dios,
el operario de
la caridad, el defensor de los huérfanos y de
los pequeños, el
abogado de

los pobres, el consolador de los
pacientes,
el padre de las almas, el confidente, el consejero,
el
guía, él amigo para todos, el hombre «para los demás», y, si
es necesario, el héroe voluntario
y silencioso» ... «porque
ha dado todo su corazón, sin conservar nada para sí, a aquel Cristo que se ha dado a sí mismo hasta la Cruz por él,
y a
aquel prójimo que se ha propuesto amar a
la medida de Cristo,
éste es, en efecto, el sentido de su intensa
y feliz inmolación
célibe; en una palabra, es otro Cristo. Esta es, finalmente,
la
identidad del sacerdote; la hemos oído repetir muchas veces: es
otro Cristo. Entonces: ¿por qué dudar? -¿Por qué temer?»
Si
la salvación de las almas es la misión específica y gloriosa del
771
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JUAN V ALLET DE GOYTISOLO
sacerdote, ¿cómo en el materialismo marxista podrá hallar camino
alguno para realizarla?
Si ha elegido el camino de éste, tan distinto del que
ha de ser el
suyo, ¿qué puede tener de extraño que no sepa darse cuenta de sus
errores
? ; ¿por qué extrañarnos de que no cdmprenda que es la exas­
peración de todas las luchas, del odio, es decir, todo lo contrapuesto
al amor?, ¿de que, como en un espejismo, vea en él una meta sin
percatarse de que nunca .la logrará por ese camino?, ¿de que no pre­
sienta
la otástrofe, los sufrimientos, la esclavitud a la que con­
duce?
(
772
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