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Número 283-284

Serie XXIX

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Ante el derrumbe del Telón de Acero

ANTE EL DERRUMBE DEL TELON DE ACERO
Después del fracaso del mundo comunista hay que retomar
a las· raíCes, criStianas como único verdadero remedio para
el futuro.
«Muchos muros se
han derrumbado. Muchas fronteras se han
"abierta. Pero aún se levantan barreras enormes entre las esperan­
"zas de ;usticia y sus realizaciones, entre la opulencia y la miseria,
"mientras que las rivalidades renacen desde el momento en· que
"la lucha por el tener aventaja al respeto al ser. Un mesianismo
''te"estre se ha desplomado y la sed de una nueva justicia brota
"en :el mundo. Surge una nueva esperanza de libertad, de respon­
"sabilidad, de solidaridad,
de espiritualidad. Todos reclaman una
"nueva
civilización plenamente humana en esta hora privilegiada
"en
que vivimos. Esta inmensa esperanza de la humanidad no debe
"quedar frustrada: todos nosotros
tenemos que responder a las
'.'expectativas de una. nueva cultura humana. Esta tarea exige. vues­
"tra re/lexi6n y reclama vuestras proposiciones. No faltan ·nue­
'.'vos
riesgos de espe;ismos y decepciones. La ética laica. ha ·de­
"mostrado sus limites y se muestra impotente ante los temibles
?(experimentos qúe se efectúan ~sobre seres humrznos c'aizsidera­
"dós como simples· objetos de laboratorio. El hombre se siente
"amenazado
de una forma radical ante unas políticas que deci­
''den
arbitrariamente sobre el derecho a la vida o sobre el mo­
"mento
de la muerte, mientras que .las leyes del sistema econó­
"mico pesan gravemente sobre la vida familiar. La ciencia maní~
"fiesta su impotencia para responder a las grandes cuestiones
"del sentido de la vida, del amor, de la vida social y de la muer'
"te.
E incluso los. hombres de Estado parecen dudar sobre los
"caminos
que se han de emprender para construir un mundo fra­
"ternal y solidario que todos nuestros contemporáneos desean
"ardientemente, tanto · en el · inerior .de las nadoneS como a es­
" cala continental.
,,;A los hombres y .a las mujeres de la cultura incumbe pen­
"sar este futuro a la luz de la fe cristiana que los inspira. La so­
"ciedad de mañana deberá ser diferente en un mundo que yd no
"tolera
las estructuras estáticas inhumanas. De · Oriente a .Occi-
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"dente, de Norte a Sur, la historia en movimiento pone en tela
"de juicio un orden que descansaba principalmente sobre la fuer­
"za y el miedo. Esta apertura hacia nuevos equilibrios requiere
"meditación sabia y previsión audaz».
. JuAN PABLO II: Discurso a la asamblea ple­
naria del Pontificio Consejo para la Cultura, el
12 de enero. L'Osservatare Romano, edición se­
manal en lengua española, año XXII, núm. 4
(1.100), domingo 28 de enero de 1990.
Renace ante nuestros ojos una "Europa del Espíritu".
«Poco a poco las velas se han encendido hasta formar un ver­
" dadero camino de luz, como diciendo a quienes durante esos
"años han pretendido limitar los horizontes del hombre a esta
"tierra, que éste no puede permanecer indefinidamente encade­
"nado. Ante. nuestros ojos parece renacer una 'Europa del es­
"píritu', al filo de los valores y de los símbolos que la han la­
"brado, de 'esta tradición cristiana que une a todos sus pue­
"blos'.
"
»Varsovia, Moscú, Budapest, Berlln, Praga, Sofía y Bucarest,
"por no citar
nada más que las capitales, se han convertido en
"las etapas de una larga peregrinación hacia. la libertad. Debemos
"rendir
un homenaje a los pueblos que, al precio de inmensos
"sacrificios,
han tenido la valentía de emprenderla y también a
"los responsables politicos que
la han favorecido. Lo más admi­
"rable en los acontecimientos que hemos contemplado es que
"los pueblos enteros
han tomado la palabra; mujeres, jóvenes y
"hombres han vencido el miedo. La persona humana ha manifes­
"tado los inagotables recursos de dignidad, de valentía y de li­
"bertad que posee. En paises en los que durante tantos años un
"partido ha dicho cuál era la verdad que se debía creer y el sen­
"tido que debía darse a la historia, estos hermanos han mostra­
"do que no es posible asfixiar las libertades fundamentales que
"dan sentido a la vida del hombre: la libertad de pensamiento,
"de conciencia, de religión, de expresión y de pluralismo polltico
"y cultural.
»Es necesario que estas aspiraciones, manifestadas por los
''pueblos, sean satisfechas por el Estado de derecho en cada na­
"ci6n europea. La neutralidad ideológica, la dignidad de la per­
"sona humana como fuente de los derechos, lá preferencia de la
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"persona en relaci6n a la sociedad, el respeto de las normas ¡u­
'.'ridicas democráticamente aceptadas y el pluralismo en la orga­
"nización de la sociedad, representan los valores irreemplazables
"sin los que no
se puede construir establemente una casa ·co­
"mún en el Este y en el Oeste, accesible a todos y abierta al
"mundo. No puede existir una sociedad digna del hombre sin el
"respeto de los valores trascendentales y permanentes. Cuando
" el hombre se convierte en la medida única de todo, sin refe­
"rencia a Aquel de quien todo viene y hacia el que todo cami­
"na, rápidamente se convierte en esclavo de su propia finitud.
"El creyente
sabe por propia experiencia que el hombre es ver­
"daderamente tal cuando recibe y acepta el plan de salvación de
''Dios: 'Reunir en uno a los hi¡os de· Dios que estaban disper­
"sos' (Jn 11, 52).
"
»Desgraciadam_énte, con demasiada frecuencia, las democra­
" cías occidentales no han sabido hacer uso de la libertad con­
" quistada al precio de duros sacrificios. No se puede sino /a­
"mentar la deliberada ausencia de toda referencia moral y tras­
"cendente en la gestión de las denominadas sociedades 'desa­
"rrolladas'. Junto a generosos gestos de solidaridad, de un exito
"real en la promoción de la ;usticia y una preocupación cons­
"tante por el respeto efectivo de los derechos del hombre, es
"preciso constátar la presencia y la difusión de contravalores
"como
el egoísmo, el hedonismo, el racismo y el materialismo
"práctico.
Seria una pena que quienes acaban de alcanzar la. li­
"bertad y la democracia se vieran decepcionados por los que, en
"cierta medida, ·son sus 'veteranos'. Todos los europeos están
"llamados providencialmente a reencontrar las ralees espirituales
"que
hicieron Europa. Sobre este tema quisiera repetir ante este
"cualificado auditorio
lo que tuve la ocasión de decir en Estras­
"burgo a los parlamentarios del Conseio de Europa, en octubre
"de 1988:
'Si Europa quiere ser fiel a si misma, tiene que sa-·
"her· reunir todas las fuerzas vivas de este continente, respe­
''tando el carácter original de cada región, pero reencontrando
"en sus raíces un fspíritu com_ún ... Expresando el deseo ardien­
"te de ver intensificada la cooperación, ya bosqueiada, con las
"otras naciones, particularmente del Centro y del Este, tengo
"la impresión de asociarme al deseo de millones de hombres y
"de mujeres que se saben ligados en una historia común y que
"esperan un destino de unidad y de solidaridad a la medida de
"este continente' (Discurso ante la Asamblea parlamentaria del
"Conse¡o de Europa, en Estrasburgo, el 8 de octubre de 1988,
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"L'Osservatore Romano, edición en lengua española, 6 de no­
"viembre de 1988, pág. 8). He aquí, señoras y señores, no sólo
"lo que esper(ltl los europeos, sino también lo que el mundo
"entero
aguarda de un continente que tanto ha aportado a los
"demás».
JuAN PABLO II: Discurso al Cuerpo Diplo­
mático acreditado en el Vaticano. L'Osservatore
Romano, edición especial en lengua española,
año XXII, núm. 3 (1.099), domingo 21 de ene­
ro de 1990.
El futuro de Europa depende de su retorno a sus raíces cris,.
tianas.
«Europa entera se interroga sobre su futuro cuando el de­
"rrumbamiento de los sistemas totalitarios reclaman una profun­
"
da renovación de las pollticas y provoca una vuelta vigorosa
"de las aspiraciones espirituales d., los puffblos. Europa, por ne­
"cesidad, busca definir su identidad más allá de los sistemas po­
"llticos y de las ali(ltlzas militares. Y vuelve a descubrirse como
"un continente de cultura, una tierra regada por. la fe cristiana
"milenaria y, al mismo tiempo, ~utrit/,a·por un humanismo secu­
"lar atravesado por corrientes contradictorias. En este momento
"de crisis, Europa podr!a sufrir la tentación de replegarse sobre
"sí misma descuidando momentáneamente los lazos f/ue la unen
"al vasto mundo. Pero grandes voces, de Oriente a Occidente,
"la invit(ltl a alzarse a la altura de su vocación histórica, en esta
"hora a
la vez dramática y gr(ltldiosa. Os incumbe en vuestro 11puesto ayudarla a reencontrar sus raíces y a construir su futu­
"ro a la medida de su ideal y de su generosidad».
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JuAN PABLO II: Discurso a la asamblea ple­
naria del Pontificio Conaejo para la Cultura, el
12 de enero. L'Oss.ervatore Romano, edici6n se­
manal en lengua española, año XXII, núm. 4
(1.100), domingo 28 d~ enero de 1990.
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