Índice de contenidos
Número 283-284
Serie XXIX
- Textos Pontificios
-
Actas
-
El sentido de la Revolución Francesa
-
La persecución religiosa en la Revolución Francesa (1789-1794)
-
De Maistre y su «Étude sur la souveraineté». Una crítica a los principios de la Revolución Francesa
-
La Revolución Francesa y la perversión del lenguaje
-
El impacto de la Revolución Francesa en la concepción de los ejércitos
-
La Contrarrevolución y las libertades
-
- Estudios
- Notas
- Información bibliográfica
Autores
1990
Ante el derrumbe del Telón de Acero
ANTE EL DERRUMBE DEL TELON DE ACERO
Después del fracaso del mundo comunista hay que retomar
a las· raíCes, criStianas como único verdadero remedio para
el futuro.
«Muchos muros se
han derrumbado. Muchas fronteras se han
"abierta. Pero aún se levantan barreras enormes entre las esperan
"zas de ;usticia y sus realizaciones, entre la opulencia y la miseria,
"mientras que las rivalidades renacen desde el momento en· que
"la lucha por el tener aventaja al respeto al ser. Un mesianismo
''te"estre se ha desplomado y la sed de una nueva justicia brota
"en :el mundo. Surge una nueva esperanza de libertad, de respon
"sabilidad, de solidaridad,
de espiritualidad. Todos reclaman una
"nueva
civilización plenamente humana en esta hora privilegiada
"en
que vivimos. Esta inmensa esperanza de la humanidad no debe
"quedar frustrada: todos nosotros
tenemos que responder a las
'.'expectativas de una. nueva cultura humana. Esta tarea exige. vues
"tra re/lexi6n y reclama vuestras proposiciones. No faltan ·nue
'.'vos
riesgos de espe;ismos y decepciones. La ética laica. ha ·de
"mostrado sus limites y se muestra impotente ante los temibles
?(experimentos qúe se efectúan ~sobre seres humrznos c'aizsidera
"dós como simples· objetos de laboratorio. El hombre se siente
"amenazado
de una forma radical ante unas políticas que deci
''den
arbitrariamente sobre el derecho a la vida o sobre el mo
"mento
de la muerte, mientras que .las leyes del sistema econó
"mico pesan gravemente sobre la vida familiar. La ciencia maní~
"fiesta su impotencia para responder a las grandes cuestiones
"del sentido de la vida, del amor, de la vida social y de la muer'
"te.
E incluso los. hombres de Estado parecen dudar sobre los
"caminos
que se han de emprender para construir un mundo fra
"ternal y solidario que todos nuestros contemporáneos desean
"ardientemente, tanto · en el · inerior .de las nadoneS como a es
" cala continental.
,,;A los hombres y .a las mujeres de la cultura incumbe pen
"sar este futuro a la luz de la fe cristiana que los inspira. La so
"ciedad de mañana deberá ser diferente en un mundo que yd no
"tolera
las estructuras estáticas inhumanas. De · Oriente a .Occi-
307
Fundaci\363n Speiro
"dente, de Norte a Sur, la historia en movimiento pone en tela
"de juicio un orden que descansaba principalmente sobre la fuer
"za y el miedo. Esta apertura hacia nuevos equilibrios requiere
"meditación sabia y previsión audaz».
. JuAN PABLO II: Discurso a la asamblea ple
naria del Pontificio Consejo para la Cultura, el
12 de enero. L'Osservatare Romano, edición se
manal en lengua española, año XXII, núm. 4
(1.100), domingo 28 de enero de 1990.
Renace ante nuestros ojos una "Europa del Espíritu".
«Poco a poco las velas se han encendido hasta formar un ver
" dadero camino de luz, como diciendo a quienes durante esos
"años han pretendido limitar los horizontes del hombre a esta
"tierra, que éste no puede permanecer indefinidamente encade
"nado. Ante. nuestros ojos parece renacer una 'Europa del es
"píritu', al filo de los valores y de los símbolos que la han la
"brado, de 'esta tradición cristiana que une a todos sus pue
"blos'.
"
»Varsovia, Moscú, Budapest, Berlln, Praga, Sofía y Bucarest,
"por no citar
nada más que las capitales, se han convertido en
"las etapas de una larga peregrinación hacia. la libertad. Debemos
"rendir
un homenaje a los pueblos que, al precio de inmensos
"sacrificios,
han tenido la valentía de emprenderla y también a
"los responsables politicos que
la han favorecido. Lo más admi
"rable en los acontecimientos que hemos contemplado es que
"los pueblos enteros
han tomado la palabra; mujeres, jóvenes y
"hombres han vencido el miedo. La persona humana ha manifes
"tado los inagotables recursos de dignidad, de valentía y de li
"bertad que posee. En paises en los que durante tantos años un
"partido ha dicho cuál era la verdad que se debía creer y el sen
"tido que debía darse a la historia, estos hermanos han mostra
"do que no es posible asfixiar las libertades fundamentales que
"dan sentido a la vida del hombre: la libertad de pensamiento,
"de conciencia, de religión, de expresión y de pluralismo polltico
"y cultural.
»Es necesario que estas aspiraciones, manifestadas por los
''pueblos, sean satisfechas por el Estado de derecho en cada na
"ci6n europea. La neutralidad ideológica, la dignidad de la per
"sona humana como fuente de los derechos, lá preferencia de la
308
Fundaci\363n Speiro
"persona en relaci6n a la sociedad, el respeto de las normas ¡u
'.'ridicas democráticamente aceptadas y el pluralismo en la orga
"nización de la sociedad, representan los valores irreemplazables
"sin los que no
se puede construir establemente una casa ·co
"mún en el Este y en el Oeste, accesible a todos y abierta al
"mundo. No puede existir una sociedad digna del hombre sin el
"respeto de los valores trascendentales y permanentes. Cuando
" el hombre se convierte en la medida única de todo, sin refe
"rencia a Aquel de quien todo viene y hacia el que todo cami
"na, rápidamente se convierte en esclavo de su propia finitud.
"El creyente
sabe por propia experiencia que el hombre es ver
"daderamente tal cuando recibe y acepta el plan de salvación de
''Dios: 'Reunir en uno a los hi¡os de· Dios que estaban disper
"sos' (Jn 11, 52).
"
»Desgraciadam_énte, con demasiada frecuencia, las democra
" cías occidentales no han sabido hacer uso de la libertad con
" quistada al precio de duros sacrificios. No se puede sino /a
"mentar la deliberada ausencia de toda referencia moral y tras
"cendente en la gestión de las denominadas sociedades 'desa
"rrolladas'. Junto a generosos gestos de solidaridad, de un exito
"real en la promoción de la ;usticia y una preocupación cons
"tante por el respeto efectivo de los derechos del hombre, es
"preciso constátar la presencia y la difusión de contravalores
"como
el egoísmo, el hedonismo, el racismo y el materialismo
"práctico.
Seria una pena que quienes acaban de alcanzar la. li
"bertad y la democracia se vieran decepcionados por los que, en
"cierta medida, ·son sus 'veteranos'. Todos los europeos están
"llamados providencialmente a reencontrar las ralees espirituales
"que
hicieron Europa. Sobre este tema quisiera repetir ante este
"cualificado auditorio
lo que tuve la ocasión de decir en Estras
"burgo a los parlamentarios del Conseio de Europa, en octubre
"de 1988:
'Si Europa quiere ser fiel a si misma, tiene que sa-·
"her· reunir todas las fuerzas vivas de este continente, respe
''tando el carácter original de cada región, pero reencontrando
"en sus raíces un fspíritu com_ún ... Expresando el deseo ardien
"te de ver intensificada la cooperación, ya bosqueiada, con las
"otras naciones, particularmente del Centro y del Este, tengo
"la impresión de asociarme al deseo de millones de hombres y
"de mujeres que se saben ligados en una historia común y que
"esperan un destino de unidad y de solidaridad a la medida de
"este continente' (Discurso ante la Asamblea parlamentaria del
"Conse¡o de Europa, en Estrasburgo, el 8 de octubre de 1988,
309
Fundaci\363n Speiro
"L'Osservatore Romano, edición en lengua española, 6 de no
"viembre de 1988, pág. 8). He aquí, señoras y señores, no sólo
"lo que esper(ltl los europeos, sino también lo que el mundo
"entero
aguarda de un continente que tanto ha aportado a los
"demás».
JuAN PABLO II: Discurso al Cuerpo Diplo
mático acreditado en el Vaticano. L'Osservatore
Romano, edición especial en lengua española,
año XXII, núm. 3 (1.099), domingo 21 de ene
ro de 1990.
El futuro de Europa depende de su retorno a sus raíces cris,.
tianas.
«Europa entera se interroga sobre su futuro cuando el de
"rrumbamiento de los sistemas totalitarios reclaman una profun
"
da renovación de las pollticas y provoca una vuelta vigorosa
"de las aspiraciones espirituales d., los puffblos. Europa, por ne
"cesidad, busca definir su identidad más allá de los sistemas po
"llticos y de las ali(ltlzas militares. Y vuelve a descubrirse como
"un continente de cultura, una tierra regada por. la fe cristiana
"milenaria y, al mismo tiempo, ~utrit/,a·por un humanismo secu
"lar atravesado por corrientes contradictorias. En este momento
"de crisis, Europa podr!a sufrir la tentación de replegarse sobre
"sí misma descuidando momentáneamente los lazos f/ue la unen
"al vasto mundo. Pero grandes voces, de Oriente a Occidente,
"la invit(ltl a alzarse a la altura de su vocación histórica, en esta
"hora a
la vez dramática y gr(ltldiosa. Os incumbe en vuestro 11puesto ayudarla a reencontrar sus raíces y a construir su futu
"ro a la medida de su ideal y de su generosidad».
310
JuAN PABLO II: Discurso a la asamblea ple
naria del Pontificio Conaejo para la Cultura, el
12 de enero. L'Oss.ervatore Romano, edici6n se
manal en lengua española, año XXII, núm. 4
(1.100), domingo 28 d~ enero de 1990.
Fundaci\363n Speiro
Después del fracaso del mundo comunista hay que retomar
a las· raíCes, criStianas como único verdadero remedio para
el futuro.
«Muchos muros se
han derrumbado. Muchas fronteras se han
"abierta. Pero aún se levantan barreras enormes entre las esperan
"zas de ;usticia y sus realizaciones, entre la opulencia y la miseria,
"mientras que las rivalidades renacen desde el momento en· que
"la lucha por el tener aventaja al respeto al ser. Un mesianismo
''te"estre se ha desplomado y la sed de una nueva justicia brota
"en :el mundo. Surge una nueva esperanza de libertad, de respon
"sabilidad, de solidaridad,
de espiritualidad. Todos reclaman una
"nueva
civilización plenamente humana en esta hora privilegiada
"en
que vivimos. Esta inmensa esperanza de la humanidad no debe
"quedar frustrada: todos nosotros
tenemos que responder a las
'.'expectativas de una. nueva cultura humana. Esta tarea exige. vues
"tra re/lexi6n y reclama vuestras proposiciones. No faltan ·nue
'.'vos
riesgos de espe;ismos y decepciones. La ética laica. ha ·de
"mostrado sus limites y se muestra impotente ante los temibles
?(experimentos qúe se efectúan ~sobre seres humrznos c'aizsidera
"dós como simples· objetos de laboratorio. El hombre se siente
"amenazado
de una forma radical ante unas políticas que deci
''den
arbitrariamente sobre el derecho a la vida o sobre el mo
"mento
de la muerte, mientras que .las leyes del sistema econó
"mico pesan gravemente sobre la vida familiar. La ciencia maní~
"fiesta su impotencia para responder a las grandes cuestiones
"del sentido de la vida, del amor, de la vida social y de la muer'
"te.
E incluso los. hombres de Estado parecen dudar sobre los
"caminos
que se han de emprender para construir un mundo fra
"ternal y solidario que todos nuestros contemporáneos desean
"ardientemente, tanto · en el · inerior .de las nadoneS como a es
" cala continental.
,,;A los hombres y .a las mujeres de la cultura incumbe pen
"sar este futuro a la luz de la fe cristiana que los inspira. La so
"ciedad de mañana deberá ser diferente en un mundo que yd no
"tolera
las estructuras estáticas inhumanas. De · Oriente a .Occi-
307
Fundaci\363n Speiro
"dente, de Norte a Sur, la historia en movimiento pone en tela
"de juicio un orden que descansaba principalmente sobre la fuer
"za y el miedo. Esta apertura hacia nuevos equilibrios requiere
"meditación sabia y previsión audaz».
. JuAN PABLO II: Discurso a la asamblea ple
naria del Pontificio Consejo para la Cultura, el
12 de enero. L'Osservatare Romano, edición se
manal en lengua española, año XXII, núm. 4
(1.100), domingo 28 de enero de 1990.
Renace ante nuestros ojos una "Europa del Espíritu".
«Poco a poco las velas se han encendido hasta formar un ver
" dadero camino de luz, como diciendo a quienes durante esos
"años han pretendido limitar los horizontes del hombre a esta
"tierra, que éste no puede permanecer indefinidamente encade
"nado. Ante. nuestros ojos parece renacer una 'Europa del es
"píritu', al filo de los valores y de los símbolos que la han la
"brado, de 'esta tradición cristiana que une a todos sus pue
"blos'.
"
»Varsovia, Moscú, Budapest, Berlln, Praga, Sofía y Bucarest,
"por no citar
nada más que las capitales, se han convertido en
"las etapas de una larga peregrinación hacia. la libertad. Debemos
"rendir
un homenaje a los pueblos que, al precio de inmensos
"sacrificios,
han tenido la valentía de emprenderla y también a
"los responsables politicos que
la han favorecido. Lo más admi
"rable en los acontecimientos que hemos contemplado es que
"los pueblos enteros
han tomado la palabra; mujeres, jóvenes y
"hombres han vencido el miedo. La persona humana ha manifes
"tado los inagotables recursos de dignidad, de valentía y de li
"bertad que posee. En paises en los que durante tantos años un
"partido ha dicho cuál era la verdad que se debía creer y el sen
"tido que debía darse a la historia, estos hermanos han mostra
"do que no es posible asfixiar las libertades fundamentales que
"dan sentido a la vida del hombre: la libertad de pensamiento,
"de conciencia, de religión, de expresión y de pluralismo polltico
"y cultural.
»Es necesario que estas aspiraciones, manifestadas por los
''pueblos, sean satisfechas por el Estado de derecho en cada na
"ci6n europea. La neutralidad ideológica, la dignidad de la per
"sona humana como fuente de los derechos, lá preferencia de la
308
Fundaci\363n Speiro
"persona en relaci6n a la sociedad, el respeto de las normas ¡u
'.'ridicas democráticamente aceptadas y el pluralismo en la orga
"nización de la sociedad, representan los valores irreemplazables
"sin los que no
se puede construir establemente una casa ·co
"mún en el Este y en el Oeste, accesible a todos y abierta al
"mundo. No puede existir una sociedad digna del hombre sin el
"respeto de los valores trascendentales y permanentes. Cuando
" el hombre se convierte en la medida única de todo, sin refe
"rencia a Aquel de quien todo viene y hacia el que todo cami
"na, rápidamente se convierte en esclavo de su propia finitud.
"El creyente
sabe por propia experiencia que el hombre es ver
"daderamente tal cuando recibe y acepta el plan de salvación de
''Dios: 'Reunir en uno a los hi¡os de· Dios que estaban disper
"sos' (Jn 11, 52).
"
»Desgraciadam_énte, con demasiada frecuencia, las democra
" cías occidentales no han sabido hacer uso de la libertad con
" quistada al precio de duros sacrificios. No se puede sino /a
"mentar la deliberada ausencia de toda referencia moral y tras
"cendente en la gestión de las denominadas sociedades 'desa
"rrolladas'. Junto a generosos gestos de solidaridad, de un exito
"real en la promoción de la ;usticia y una preocupación cons
"tante por el respeto efectivo de los derechos del hombre, es
"preciso constátar la presencia y la difusión de contravalores
"como
el egoísmo, el hedonismo, el racismo y el materialismo
"práctico.
Seria una pena que quienes acaban de alcanzar la. li
"bertad y la democracia se vieran decepcionados por los que, en
"cierta medida, ·son sus 'veteranos'. Todos los europeos están
"llamados providencialmente a reencontrar las ralees espirituales
"que
hicieron Europa. Sobre este tema quisiera repetir ante este
"cualificado auditorio
lo que tuve la ocasión de decir en Estras
"burgo a los parlamentarios del Conseio de Europa, en octubre
"de 1988:
'Si Europa quiere ser fiel a si misma, tiene que sa-·
"her· reunir todas las fuerzas vivas de este continente, respe
''tando el carácter original de cada región, pero reencontrando
"en sus raíces un fspíritu com_ún ... Expresando el deseo ardien
"te de ver intensificada la cooperación, ya bosqueiada, con las
"otras naciones, particularmente del Centro y del Este, tengo
"la impresión de asociarme al deseo de millones de hombres y
"de mujeres que se saben ligados en una historia común y que
"esperan un destino de unidad y de solidaridad a la medida de
"este continente' (Discurso ante la Asamblea parlamentaria del
"Conse¡o de Europa, en Estrasburgo, el 8 de octubre de 1988,
309
Fundaci\363n Speiro
"L'Osservatore Romano, edición en lengua española, 6 de no
"viembre de 1988, pág. 8). He aquí, señoras y señores, no sólo
"lo que esper(ltl los europeos, sino también lo que el mundo
"entero
aguarda de un continente que tanto ha aportado a los
"demás».
JuAN PABLO II: Discurso al Cuerpo Diplo
mático acreditado en el Vaticano. L'Osservatore
Romano, edición especial en lengua española,
año XXII, núm. 3 (1.099), domingo 21 de ene
ro de 1990.
El futuro de Europa depende de su retorno a sus raíces cris,.
tianas.
«Europa entera se interroga sobre su futuro cuando el de
"rrumbamiento de los sistemas totalitarios reclaman una profun
"
da renovación de las pollticas y provoca una vuelta vigorosa
"de las aspiraciones espirituales d., los puffblos. Europa, por ne
"cesidad, busca definir su identidad más allá de los sistemas po
"llticos y de las ali(ltlzas militares. Y vuelve a descubrirse como
"un continente de cultura, una tierra regada por. la fe cristiana
"milenaria y, al mismo tiempo, ~utrit/,a·por un humanismo secu
"lar atravesado por corrientes contradictorias. En este momento
"de crisis, Europa podr!a sufrir la tentación de replegarse sobre
"sí misma descuidando momentáneamente los lazos f/ue la unen
"al vasto mundo. Pero grandes voces, de Oriente a Occidente,
"la invit(ltl a alzarse a la altura de su vocación histórica, en esta
"hora a
la vez dramática y gr(ltldiosa. Os incumbe en vuestro 11puesto ayudarla a reencontrar sus raíces y a construir su futu
"ro a la medida de su ideal y de su generosidad».
310
JuAN PABLO II: Discurso a la asamblea ple
naria del Pontificio Conaejo para la Cultura, el
12 de enero. L'Oss.ervatore Romano, edici6n se
manal en lengua española, año XXII, núm. 4
(1.100), domingo 28 d~ enero de 1990.
Fundaci\363n Speiro