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Número 283-284

Serie XXIX

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Metafísica y ciencia de Karl Popper

METAFISICA Y CIENCIA DE KARL POPPER
POR
EUDALDO FORMENT
L La "Filosofía de la ciencia experimental" y Karl Popper,
Coincidiendo con la concesión del «Premi Internacional de
Catalunya», otorgado por
la Generalitat de Cataluña, al filó­
sofo Karl Popper, doctor «honoris causa» por catorce universida­
des estadounidenses, británicas, alemanas, austriacas, neozelande­
sas y canadienses, miembro de número u honorario de doce Aca­
demias, y cuyas principales obras han sido traducidas a veintidós
idiomas, ha aparecido
Filosofía Je la ciencia experimental (1 ),
de Mariano Artigas, uno de los libros más adecuados para la
comprensión del pensamiento popperiano.
La nueva publicación del profesor Artigas está dedicada al
estudio
de los distintos enfoques y de los problemas fundamen­
tales
de la epistemología, la rama filosófica más moderna, pues,
como disciplina sistemática, se cultiva tan sólo desde hace poco
más de medio siglo. Para su clarificación ofrece un estudio feno­
menológico de lo que es la ciencia real. En ocho extensos y pro­
fundos capítulos
se constituye una imagen fiel de la· misma.
En el primero se presentan los objetivos generales de la cien­
cia experimental. En el segundo las modalidades de la actividad
científica:
la investigación, la sistematización, la transmisión y la
aplicación. El capítulo siguiente está dedicado
al examen de los
(1) M. ARTIGAS, Filosofia de la·.,ci~ncia experimental, Pamplona, Eun­
sa, 1989, 419 págs.
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EUDALDO FORMENT
métodos concretos a través de los cuales se despliegan tales ac­
tividades. El cuarto, al examen de los resultados o construcciones
teóricas en que se expresan.
Sobre estas bases, en los cuatro capítulos restantes, se tratan
los problemas esenciales de la
filosofía de la ciencia coritempo­
ránea. El primero de estos capítulos se aplica al de la objetividad
científica o de
la validez intersubjetiva. El siguiente se ocupa del
problema del realismo, el otro sentido de
la objetividad: la ver­
dad o correspondencia de las construcciones científicas con la rea­
lidad. En el tercero
se examinan las cuestiones del progreso de
la ciencia experimental: la de su explicación
y las de la determi,
nación de sus características. En .el último, se considera la racio­
nalidad y fiabilidad de esta ciencia, y el problema derivado de
sus relaciones con
la filosofía.
A lo largo de todos estos capítulos, y en
sus correspondien­
tes apartados, quedan presentadas y analizadas valorativamente
las más importantes teorías epistemológicas: el neopositivismo
vienés, el operacionismo de P. W. Bridgman,
la epistemología de
Gastan Bachelard, el racionalismo de ctíticQ de Karl R. Pc:,pper,
las epistemologías de Imre Lakatos, Larry Laudan y Thomas
S. Kuhn, y la epistemología anarquista de Paul K. Feyerabend,
entre otras. Sin embargo, destaca la original y acertada exposi­
ción
y evaluación del popperianismo. El doctor Artigas oomple­
ta, con ello, el análisis estimativo, iniciado en una de sus obras
anteriores:
Karl Popper: Búsqueda sin término (2).
Karl Raimund Popper, hijo de un abogado judío, liberal
y
miembro de una logia masónica, nació en Viena en 1902. En su
universidad estudió filosofía, matemáticas, con Hans Hahn, y fí­
sica, con Wirtinger y Furtwlingler. Desde muy joven se había in­
teresado por
el marxismo. Muy pronto, sin embargo, después de
comprobar, en una manifestación, donde murieron varios jóVe~
nes, las consecuencias de la doctrina de la luchit, de clases, comen'.
zó sil antimarxismo, aunque se consideró socialista hasta sus trein~
. (2) IDEM, Karl Popper:,. búsqueda. sin término, Madrid, Magisterio
Español, 1979.
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MBTAFISICA Y CIENCIA DE .KARL POPPER
ta años. Leyó también a Freud, pero después presentará alpsico­
auálisis
como modelo de pseudociencia; Se interesó, además, por
la música y la historia de la música.
Se doctoró en filosofía en 1928 y, al año siguiente, se licenció
en matemáticas
y· física. La· tesis de doctorado que defendió fue
Sobre la cuestión delmétodo de la psicología del pensamiento. En
1929 obtuvo una cátedra de matemáticas
y física en enseñanza se­
cundaria (3 ). Al cabo de pocos años, en 1934, pero con fecha de
1935, vio la luz la primera edición de su obra fundamental, Lo­
gik der Forschung (La lógica de la investigación científica) ( 4 ).
Dada la situación general centroeuropea, y por su origen ju­
dío, en 1936 decidió emigrar a Grau Bretaña. El éxito de su li­
bro le permitió desempeñar el puesto de «lecturer» en varias
instituciones
y «colleges» ingleses. Al año siguiente se trasladó
a Nueva Zelanda para desempeñar
un puesto docente en el
«Cauterbury University College de Chtistchurch», donde per­
maneció hasta el final de la segunda guerra mundial.
En Australia, después
de la invasión de Austria por Hitler,
escribe dos críticas
al marxismo y al fascismo, como «contribu­
ción a la guerra». Al ser publicadas años más tarde, adoptaron
los títulos signientes:
The Open Society and its enemis (La so­
ciedad abierta y sus enemigos) (5), cuya primera edición, en dos
volúmenes, apareció en 1945; y The Poverty of Historicism (La
miseria del historicismo) (6), en 1957, aunque auteriormente ha­
bía sido publicada en tres partes ep Economica, en los años 1944
(3) Cfr. K. POPPER, Búsqueda sin término'. Una autobiografía intelec­
tual, Madrid, Tecnos, 1977.
(4) K. POPPER, Logik der Forschung, Viena, Julius Springer, 1935;
trad. esp., La l6gica __ de la investigación cientifica, Madrid, Tecnos, 1962.
(5)
InEM, The Open Society and its enemis, Londres, G. Routledge
and Sons, 1945, 2 vols.; trad. esp., La sociedad abierta y sus enemigos,
Buenos Aires,
Paidós; 1957.
(6) lnEM, The Povertry of Historicism, Londres, G. Routledge and
Kegan Paul, 1957, 2 vols.; trad. esp., La miseria del historicismo, Ma­
drid, Taurus, 1%1.
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BUDALDO FORMBNT
y 1945, y después como libro en una traducción italiana, en
1954,
y en 1956 en otra francesa (7).
A principio de 1946 se traslada a Inglaterra para
ocupar la
cátedra de lógica y metodología de la ciencia .en la «London
School
of Economics» de la Universidad de Londres, donde per­
manecerá has.ta su jubilación .. Estancia que se vio intetrumpida
por breves períodos de tiempo, en que estuvo en varias univer­
sidades de América,
Japón, Austria y Australia, en calidad de
« Visiting Profesor». Prosiguió sus estudios de filosofía de la
ciencia y como resultado publicó, en 1963, Con;ectures and Re­
futations. The Growth
of Si:ientific Knowledge (Con¡eturas y re­
futaciones. El ,Jesarrollo del conocimiento cientifico) (8).
A partir de 1969 Popper sé retiró de la vida académica, pero
continuó sus investigaciones.
En 1972 apareció su libro Ob¡ectíve
Knowledge:
An Evolutionary Approach (Conocimiento ohieti­
vo. Un enfoque evolucionista) (9). Otros escrifos suyos de este
período son su contribución a la obra
de Bryan Magee, publica­
da en 1971, Modern British Philosophy (10); Autobiography of
Karl Popper,
en «The Philosophy of Karl Popper», editada por
P. A. Schilpp (11), en 1974, publicada después con
el título
. (7) !DBM, «The Poverty of Hístoricism; r., en Economica, 11/42
(1944), págs. 86-103; «The Poverty of Hístoricism, II. A Criticism of
Hístoricist Methods», eo Economica, 11/43 (1944), págs. 119-137; «The
Poverty of Hístoricism, III», 12/46 (1945).
(8) IDBM, Con}ectures aná Re/utations. Tbe Growtb of Scientific Kno.w·
ledge, Lmdres, Routledge and Kegan Paul, 1963; trad. esp., Con¡eturas
y refutaciones. El desarrollo del conocimiento científico, Buenos Aires,
Paidós, 1967. Cuatro años antes había aparecido la primera traducción in·
glesa de Logik der Forschung (The Logic of Scientifii: Discovery, Londres,
Hutchinson and Co., 1959).
(9) IDEM, Obiective Knowledge: an Evolutionary Approach, Oxford,
CJareodon Press, 1972; trad. esp., Conocimiento obietivo. Un enfoque
evolucionista, Madrid, Tecnos, 1974.
(10) lnBM, «Conversation.s with Karl Popper», en BRYAN MAGEE, Mo­
dern British Philosopby, Lmdres, Secker and Warburg, 1971, págs. 66-82.
(11)
InEM, «Autobiography of Karl Popper», en P. A. SCHILPP (ed.),
Tbe Philosophy df Karl Popper, en The library of Living Philosophers, La
Salle, Illinois, Open Court Publishing Co., 1974, vol. I, págs. 3-181.
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METAFISICA. Y CIENCIA DE KARL POPJ!ER
Unended Quest:. An Intellectual Autobiography (Búsqueda sin
término.
Una autobiografía intelectual) (12), y Replies to my
Critics, en el volumen II de T he Philosophy of Karl Popper ( 13 ),
publicada también en 197 4.
En colaboración con John Eccles, en 1977, publicó The Sel/
and
Its Brain (El yo y su cerebro) (14). En 1979 apareció un
nuevo libro,
Die beiden Grundprobleme der Erkenntnistheo­
rie (15). Su última obra ha sido publicada en 1982, aunque la
escribió durante los
años de 1951 a 1956, concebida como una
serie de apéndices a Logik der
Forschung. Por su extensión, que
excedía al del libro que tenía que completar, los convirtió en
uno nuevo, aunque conservando su carácter de corolario.
Des­
pués de algunas correcciones se ha editado con el siguiente título:
The
.Postscript to the Logic o/ Scíentific Díscovery; vol. 1: Rea­
lism and the Aim of Science; vol. II: The Open Universe; An
Argument for Indeterminism; vol. III: Quantum Theory and the
Schism
in Physics (Post Scriptum a la lógica de la investigación
dent!fica; vol. I: Realismo y el ob¡etivo de la ciencia; vol. II:
El TJniverso abierto. Un argumento en favor del indeterminismo;
vol. III: Teoría cuántica y el cisma en Física) (16).
En la actualidad Popper es profesor emérito de la «London
(12) IDEM, Unended Quest: An Intellectual Autobiography, Lon­
dres, Fontana/Collins, 1976; trad. esp., Búsqueda sin término. Una auto-­
biografia intelectual, Mat4'id, Tecnos, ·1977_
(13) lDEM, «Replies to My Critica•, en P. A. ScHILPP (ed.), The Ph~
losophy of Karl Popper, op. cit., vol. II, págs. 961-1.174.
(14)
K. POPPER·J. EccLES, The Sel/ and Its Brain, Berlín, Springer,
V, 1977; trad. esp. El yo y su cerebro, Barcelona, Labor, 1980.
(15) K. POPPER, Die beiden Grundprobleme der Erkenntnfstlieorie,
Tübingen, Mohr Verlag, 1979; trad. esp., en curso eo Editorial Tecnos.
(16) IDBM, The Postscript to the Logic of Scientific Discovery; vol. 1:
Realism anti the Aim of Science,· vol. II: The Open Universe. An Argu­
ment Jor Indeterminism; vol. 111: Quantum Theory and Schism in Phy­
sics, Totowa, N. J., Rowman and Littlefield, 1982; trad. esp., Post Scriptum
a la· l6gica de la investigaci6n cientifica; vol. I: Realismo y el .objetivo de
la cienda; vol. 11: El universo abierto. Un argumento en favor del indekl-­
minis#Jo; vol. 111: Teoria cuántica y el c,'sma en física, Madrid, Tecnos,
1984-1987.
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llUl)ALDO F.O;RMENT
School of Economics», miembro de la «Royal Society» y de la
«British Academy», y ha recibido muchísimas condecoraciones y
distinciones internacionales. Puede destacarse el título
de Sir,
que le fue otorgado en 1965.
2. La epistemología neopositivista y la epistemología poppe­
riana.
A diferencia de otros fil6sofos del siglo =, como, por ejem­
plo, Wittgenstein y Heidegger, su influencia no comenz6 con
su docencia ni con la publicación de
sus obras. Tuvo que trans­
currir
más de un cuarto de siglo para que · se reconociese su apor­
taci6n a la filosofía contemporánea, y se le considerase unáni­
memente como uno de los más importantes filósofos, cuya pro­
yecci6n en el pensamiento actual se advierte en
la epistemolo­
gía, la filosofía social e incluso en algunas corrientes teol6gi­
cas ( 17). Probablemente, este curioso retraso en su aceptación e
influencia
se deba a la hegemonía cultural del neopositivismo y
del marxismo, agotada desde hace pocos años. Las dos corrientes,
muchas veces aliadas, no permitieron que aflorase una doctrina
que criricaba a ambas con éxito, partiendo de presupuestos
aná­
logos.
El «neopositivismo» o «positivismo lógico», nombres dados
al pensamiento de los miembros del «Wiener
Krcis» (Cúrculo
de Viena), grupo de científicos fil6sofos reunidos en torno a
Moritz Schlick,
en los últimos años veinte y casi toda la década
de los treinta, se presentó como una revoluci6n filos6fica. Se
creía que se había logrado convertir la filosofía en una ciencia,
al dedicarla
al análisis de los conceptos y métodos de las cien·
ciM experimentales (18). Bajo la influencia del empirismo de
(17) Cfr. J. MoNSERRAT, «Karl R. Popper y la idea de una sociedad
crítica», en Razón y Fe, 1.058 (1986), págs. 392-403, págs. 402-403.
(18) Los autores del texto fueron Hans Hahn, Otto Nenrath y Rudolf
Carnap. Se incluye en d mismo la siguiente enumeración de los· miem-
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METAFISICA Y CIENCIA -DE KARL POPPER
Ernst Mach y dd Tractatus logico-philosophicus, de Ludwig
Wittgenstein, realizaron una serie de estudios sobre
d lenguaje,
la estructura y los métodos
de las ciencias, que contribuyeron
decisivamente a la constituci6n de la moderna filosofía de la
ciencia. No obstante, esta aportación quedó empañada por su
constante actitud antimetafísica.
En un escrito programático, titulado La concepción cientifica
del mundo,
publicado en 1929, se expuso d núcleo de esta doc­
trina: el principio o criterio de verificación. De acuerdo con d
mismo, únicamente tienen sentido las proposiciones que se pue­
den verificar empírica o fácticamente. Este principio fundamen­
tal es, por tanto,
d criterio distintivo entre las proposiciones con
sentido y las sin sentido ( 19).
De tal criterio de significado
se desprende que sólo las pro­
posiciones de la experiencia ordinaria
y de las ciencias experi­
mentales tienen sentido. En cambio, las proposiciones de
Ja ló­
gica y de la matemática, por no proporcionar información de
la realidad, son tautológicas. Su origen está en un acuerdo con­
vencional, y su finalidad la de representar los datos empíricos.
La metafísica, junto con la ética y la religión, constituyen un con­
junto de proposiciones sin sentido. Sus preguntas se basan en
pseudoconceptos y son, por tanto, aparentes.
La filosofía debe
ocuparse, por consiguiente,
dd análisis de la semántica y de la
sintaxis
dd discurso científico, único significativo (20).
Sin embargo, como
se advierte en Filoso/la de la ciencia ex­
perimenial:
«El criterio empirista de significado suponía que
todo conocimiento válido debía apoyarse, en última instancia,
en enunciados acerca de hechos observables (
... ) que en el Círcu­
lo comenzaron a denominarse 'proposiciones protocolares'. Pero
bros del Círculo: Bergmann, Carnap, Feigl, Frank, Giidel, Habn, Kraft,
Menger, Natkin, Neurath, Hahn-Neurah, Radakovic, Schlick y Waismann.
Cfr. V. KRAFT, El Círculo de Viena, Taurus, Madrid, 1977.
(19)
Cfr. F. BARONE, Il neopositivismo logico, Roma-Bari, Laterza,
1977, 2 vols.
(20) Cfr. R. CARNAP, La superaci6n de la metafisica mediante el anáT
lisis l6gico del lengua;e, en J. AYER.. (ed.), El positismo l6gico, Madrid,
FCE, 1978, págs. 66-87.
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EUDALDO F.OR.MENT
inmediatamente surgía una dificultad: que los enunciados cien·
tíficos, incluso cuando describen los fen6menos más sencillos,
contienen conceptos te6ricos que no pueden reducirse a una
simple colecci6n de observaciones. Por ejemplo, un protocolo se
enunciaría
así: 'Yo (persona concreta), en tal m_omento (fecha y
hora), compruebo que este term6metro (concreto) señala 15
gra­
dos centígrados'. Pues bien, en ese protocolo se emplean los con­
ceptos
de 'term6metro' y 'grado centígrado', que han de preci,
sarse con la ayuda de teorías: en realidad, se requiere toda una
teoría de la termodinámica, donde
se definen los estados de
equilibrio térmico, las leyes que sirven de base para la construc­
ción de los diferentes tipos de termómetros y
para la interpre­
tación de
sus datos, el concepto de temperatura, las. escalas uti·
]izadas. Todo ello, si bien se relaciona con la experimentaci6n,
no es en modo alguno un simple resultado de relacionar
.entre si
percepciones subjetivas o datos observacionales» (21).
En La lógica de la investigación cientifica, Popper presentó
este mismo inconveniente al afirmar que: «Los positivistas, en
sus . ansias de aniquilar la metafísica, aniquilan juntamente con
ella la ciencia natural. Pues tampoco las leyes científicas pueden
reducirse, lógicamente, a enunciados elementales de experien­
cia» (22). De
ahí las continuas modificaciones por parte de los
miembros del Círculo de Viena del criterio empirista del signifi­
cado y los subsiguientes obstáculos que aparecían (22). Lo cual
no es nada extraño, porque, como indica
el profesor Artigas:
«Este planteamiento hace imposible· formular
correctamente los
problemas relacionados con
la verdad del conocimiento. La ob­
servación experimental no permite realizar esa tarea filosófica.
Si se pretende apoyar el valor del conocimiento únicamente en
la observación experimental, es inevitable acabar en un callejón
sin salida» (23).
(21) M. ARTIGAS, Filosofía Je la ciencia experimental, op. cit., pági·
nas 58-59.
(22) K. PoPPBR, La l6gica Je la investigación científica, op. cit., pá.
gina 36.
(23) M. ARTIGAS, Filosofía de la ciencia experimental, op. cit., pági.
na 59.
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METAFISICA Y CIENCIA DE KARL POPPER
Precisa, seguidamente, que: «La ciencia experimental busca
y consigue un conocinúento de
la realidad, como también lo hace
la filosofía. Las ciencias experimentales utilizan procedimientos
específicos, construyendo conceptos teóricos y recurriendo a
la
experimentación y, sin duda, tienen sus propios cánones de vali­
dez». Debe reconocerse que la atención que el Círculo le presta­
ba es válida y hasta necesaria, pues es el estudio de la naturaleza
de la ciencia experimental y de su valor son los objetivos de la
filosofía de
la ciencia. «Pero es inadecuado interpretar esa auto­
nomía tal como lo hace el positivismo.
La ciencia experimental
no es filosofía, pero necesariamente va
más allá de unos 'datos
puros' de experiencia que
rú siquiera existen, no existe una sola
disciplina científica que se ajuste a las exigencias pos1t1v1stas,
y no es posible descalificar la metafísica mediante criterios dé
tipo positivista» (24 ) .
. En la bibliografía filosófica, durante mucho tiempo, se ha
situado a Popper en
la corriente neopositivista (25), incluso se
ha dicho que fue miembro del Círculo de Viena. Respecto a esto
último, Popper lo ha desmentido, calificándolo de leyenda. Aun­
que el primitivo original de su
Logik der Forschung fue redacta­
do por sugerencia de Herbert Feigl, fue leído, entre otros, por
Carnap, Rahn y Neurat, y fue publicado en la colección dirigida
por Moritz Schlick y Philip Frank, todos ellos destacados miem­
bros del Círculo, nunca perteneció al mismo.
Tampoco ha sido· neopositiva. El mismo lo niega. Acepta
in,
cluso su responsabilidad en la desaparición del neopositivismo.
Declara en su autobiografía intelectual: «Hoy día todo el mun­
do
sabe que el positivismo lógico está muerto. Pero nadie
parece sospechar que pueda haber aquí una
cueitión a plantear,
la cuestión '¿Quién es el responsable?'. O, mejor, la cuestión
'¿Quién lo ha hecho?'. Me
.temo que debo admitir cierta res­
ponsabilidad» (26). Ciertamente, su primera obra de 1935 ya
(24) Ibid., págs. 61-62.
,(25) Véase, por ejemplo, A. WELLMER, Methodologie als Erkenntnis­
tbeorie.
Zur Wissenschaftslehre K.arl R. Poppers, Frankfurt, 1967.
(26) K. POPPER, Búsqueda sin término, op. cit., pág_ 118.
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EUDALDO FORMENT
representó una dura crítica al empirismo lógico. Podría decirse
que en todas las cuestiones fundamentales, desde
d principio de
verificación hasta la actitud antimetafísica, Popper ya pensaba
de modo diferente.
A pesar de las grandes e importantes diferencias con
d Círcu­
lo de Viena, que seguramente
al mismo Popper se le fueron ha­
ciendo claras de un modo gradual, es innegable que se da un
cierto paralelismo entre la epistemología neopositivista
y la pop­
periana.
Principalmente, como ha indicado Artigas, en algunas
tesis empiristas
y cientificistas (27). De ahí que, después de ne,
gar su encuadramiento en la corriente neopcsitivista, le manifies­
te su admiración, al escribir: «El Círculo de Viena era una
ins­
titución admirable. Fue en verdad un seminario único de. filóso­
fos,
-trabajando en estrecha. cooperación con matemáticos_ y cien­
tíficos de primera clase, vivamente interesados en problemas de
lógica
y __ de fundamentación de la matemática, y attayendo á dos
de los más grandes innovadores en estos campos, Kutt Godd
y Alfred Tarski». Añade, incluso, que:· «Su disolución constitu­
yó una pérdida muy seria» (28).
-Confiesa Popper que, en 1935: «Quizá lo que más me atta­
jese hacia
d -Círculo de Viena fuese la 'actitud científica' o, como
ahora prefiero llamarla, la actitud racional». Todavía, cuando .re'
(27) Cfr. M. ARTIGAS, Filoso/fa de la ciencia experimental, op. -cit.,.
pág._ 204 y págs. 395-397. En Karl Popper: búsqueda sin término, el pro­
fesor Artigas indica que: «El Círculo de Viena se habla propuesto como
parte esencial de su: programa la reducci6n de la filosofía al -análisis lógit:o:
de Ia· .ciencia y la aniquilacl6n de la metafísica. Ninguno de estos dos
objetivos entraba . en las intenciones de Popper. e incluso puede decirse
que Popper era contrario a ellos». No obs.tante también reconoce que en­
tre Popper y los miembros del Círculo se daban una serie de afinidades
que, en esta obra, señala las siguientes: «el interés central por la filosofía
de
la ciencla, el papel central que en la filosoffa de la ciencia otorgaban
al análisis lógico, la valoraci6n del conocimiento científico como paradig­
ma cognoscitivo ( considerándolo en cierto modo como grado supremo del
desarrollo del conocimiento), el agnosticismo ( aunque Popper no compar­
tía la actitud agresiva del Círculo contra la metafísica y la teología)» (pá­
ginas 24-25).
(28) K. POPPER, Búsqueda sin término, op. cit., págs. 118-119.
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MBT AFISICA Y CIENCIA ÍJE. KARL POPPER
dacta esta autobiografía intelectual, en 1974, mantiene su an­
tiguo aprecio, pues manifiesta a continuación que:
«es por esta
actitud general,
la actitud de ilustración, y por esta concepción
crítica de la filosofía - es,
y de lo que debería ser-por lo que me siento aún identi­
ficado con
el Círculo de Viena» (29).
Según Artigas, la diferencia fundamental
de la epistemología
popperiana con
la neopositivista, que las sitúa en una cierta opo­
sición, está en el apriorismo de la primera (30). Popper lo pre­
senta como una modificación del apriorimo kantiano. Explica
que, en
su época de estudiante universitario: «Leía una y otra
ver la primera
Critica de Kant. Pronto decide que su idea central
era que las
teorías científicas son hechas por el hombre, y que
intentamos imponerlas al mundo ( ... ). Combinando esto con mis
propias ideas, llegué a algo cotno lo siguiente: nuestras
teorías,
que comienzan con los mitos primitivos y por evolución, .se tor­
nan en teorías científicas,.

son realmente hechas por el hombre,
como dijo Kant. Intentamos imponerlas al mundo, y podemos
siempre ádherirnos dogmáticamente. a ellas, si lo
deseamos,a in­
cluso si son falsas (
... ). Pero aunque al principio tengamos que
adherimos a nuestras teorías -sin teorías no podemos siquiera
comenzar, porque no tenemos ninguna otra cosa que nos gúÍe--·,
podemos, en el curso del tiempo, adoptar una actitud más . crí­
tica hacia ellas. Podemos intentar reemplázarlas por algo rne¡or
si con su ayuda hemos aprendido dónde se encuentra el fallo en
esas teorías» (31).
Este apriorismo implica la
afirmación de la creatividad· en la
constitución de las teorías científicas, que no son
así el resultado
de experiencias sensibles, sino doctrinas nuevas que se anticipan
¡ ellas. Concluye Popper que: «Nuestras teorías son invepclo-
(29) Ibid., págs. 119-120. Añade que: «Esto quizá explique el que a
veces fuese tomado por. miembros del Círculo, por ejemplo, Carnap, como
uno de ellos, pasando por alto las difeteiicias · que nos seParaban»·.
(30) Cf. M. ARTIGAS, Filoso/la de ¡,. ·ci págs. 200-204.
(31)
K. POPPER, Búsqueda sin tbmino, op. cit., págs, 79-80.
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BUDALDO FORMENT
nes nuestras; y pueden ser meramente supos1ctones defectuosaª
mente razonadas, conjeturas audaces, hipótesis. Con ellas crea­
mos un mundo: no el mundo real, sino nuestras
propias redes,
en las cuales intentamos atrapar el mundo real» (32).
Como comenta Artigas: «Esto es cierto en el caso de las teo­
rías abstractas, sobre todo los nuevos
grandes sistetnas teóricos,
que son los que Popper tiene sietnpre presentes. Pero los datos
etnpíricos desetnpeñan una funci6n muy importante para
suge­
rir los problemas e incluso las soluciones en los niveles pr6xi­
mos a lo observacional,
y los resultados de este nivel, a su vez,
señalan los probletnas
y posibles soluciones en los niveles más
abstractos; por ejemplo, la mecánica newtoniana, la teoría de la
relatividad y la
mecánica cuántica fueron. poibles porque se con­
taba con
un conjuntó de datos y soluciones de esos datos» (33).
Reprocha, además, a la epistetnología de Popper
el querer
set: «Demasiado ambiciosa,
ya que pretende dar razón de las
actitudes humanas generales ante los mitos, la
religi6n y la cien­
cia, pero falla precisamente en lo que debería ser su objetivo
p.rimordial: proporcionar una imagen auténtica de la ciencia ex­
perimental ( ... ). Proporciona algunas indicaciones sugerentes que
pueden incluso ayudar a la investigaci6n, pero extrapola esos
aspectos fuera del contexto parcial en el que son válidos» (34
).
'l'al .~implificaci6n se comprende si se tiene en cuenta esta
última advertencia: «Se trata
de una reacción frente al empiris­
mo que, al igual de lo que
sucedi6 a Kant, continúa admitiendo
demasiados supuestos empiristas y, por ello,
es incapaz de cons­
t,:uir una alternativa consecuente» (35).
,(32) Ibid., pág. 80.
(33) M. ARTIGAS, Filoso/la de la ciencia experimental, op. cit., págiª
na 203.
(34)
Ibid., pág. 204. «Es incluso más que dudoso que, en el ámbito
restringido que considera, valgan sus conclusiones (pues incluso en ese
ámbito restringe demasiado sus reflexiones, centrándolas en los aspectos
puramente lógicos), pero es iAd,udable que sus extrapolaciones a ámbitos
más generales son ilegitimas» (Idem, K.arl Popper: búsqueda sin término,
op. cit., págs. 172-173.
(35) Ibid., pág. 204.
560
Fundaci\363n Speiro

METAF!SICA Y CIENCIA DE KAIIL POPPER
3. La. critica de Popper al inductivismo.
Una de esta, suposiciones es Ia aceptaci6n de Ia negación de
la inducción de Hume, que justifica del siguiente modo: «El
problema lógico de
Ia inducción de Hume es el problema de si
podemos inferir casos inobservados a partir de casos observados,
por muchos que sean; o enunciados 'desconocidos' (no acepta­
dos) a partir
de enunciados ''conocidos', por muchos que sean.
La respuesta de Hume a este problema es claramente negativa;
y, como señala, sigue siendo negativa aunque infiramos tan sólo
la 'probabilidad' de una conexión, que
no ha sido observada, en
lugar de su necesidad» (36).
Para Popper el problema de
la inducción es un problema fi­
losófico fundamental, cuya solución permite resolver otros mu­
chos, y ésta la encontró Hume (37). Escribe, por ello, que: «Mi
formulación del problema lógico de
Ia inducción de Hume es. la
siguiente:
¿Se puede justificar la p_J;etensión de que una teoría
explicativa universal
sea verdadera mediante 'razones empíricas',
es decir, suponiendo la verdad de ciertos enunciados contrasta­
dotes u observacionales (los cuales, hay que decirlo, están 'basa­
dos en la experiencia')? Mi respuesta es como Ia de Hume: No,
no podemos; ningón conjunto de enunciados contrastadores ver­
daderos
podrá justificar la pretensión de que una teoría univer­
sal
es verdadera» (38).
El problema de la inducción se resuelve en su disolución,
porque: «Desde un punto de vista lógico, dista mucho
de ser
obvio que estemos justificados al inferir enunciados universales
partiendo de enunciados singulares, por elevado que
sea su nú-
(36) K. POPPER, Conocimiento obietivo, op. cit., pág. 90.
(37) · Ibid., pág. 15: «Creo que h blemas filos6ficos: el problema de la inducción. (He debido hallar la so­
lución hacia d año 1927, más o menos). Esta. solución, ·que ha resultado
ser de una gran fecundidad me ha permitido resolver muchos otros. pro,
blemas filosóficos>.
(38) Ibid., pág. 20..
561
Fundaci\363n Speiro

EUIJALDO FORMENT
mero; pues cualquier conclusión que saquemos de este modo
corre siempre
el riesgo de resultar un día falsa: así, cualquiera
que
sea el número de ejemplares de cisnes blancos que hayamos
observados, no está justificada la conclusión de que
todos los
cisnes sean blancos» (39).
Desde otra perspectiva lógica, también
se podría plantear el
problema en los siguientes términos: el principio de inducción es
una proposición analítica, y, por tanto, tautológica, o bien es
una proposición sintética, y, por ello, empírica. No es admisible
la primera posibilidad, puesto que: «Tal principio
de inducción
no
puede ser una verdad· puramente lógica, como una tautología
o un enunciado analítico.
En realidad, si existiera un principio
de inducción puramenre lógico no habría problema de inducción;
pues, en tal
caso,' sería menester considerar todas las inferencias
inductivas como transformaciones puramente lógicas, o tautoló·
gicas, exactamente lo mismo que
ocurre con las inferencias de la
lógica deductiva» ( 40).
El principio de inducción tampoco puede ser una
proposición
universal sintética, porque: «Si intentamos afumar que sabernos
por experiencia que es verdadero, reaparecen de nuevo
justa,
mente los mismos problemas que motivaron su introducción:
para justificarlo tenemos que utilizar inferencias inductivas; para
modificar éstas hemos
de suponer un principio de inducción de
orden superior, y así sucesivamente. Por tanto, cae por su base
el intento de fundamentar el principio de inducción en la expe­
dencia, ya que lleva, inevitablemente, a una regresión infini­
ta» (41).
La iducción, por consiguiente, no existe; ni, por ello, puede
ser un método científico. La ciencia experimental no utiliza en
sus
procedimientos el método inductivo. Dirá Popper, en conse­
cuencia: «Segón
mi reoría, la ciencia no era inductiva; la induc­
ción era un mito que
había sido destruido por Hume» ( 42).
(39) lDEM~ La lógica de la investigaci6n cientifica, op. cit., pág. 27.
(40) Ibid., pág. 28.
(41) Ibid., pág. 29.
(42)
IDEM, Búsqueda sin término, op. cit., pig. 107;
562
Fundaci\363n Speiro

METAFISICA Y CIENCIA DE KARL PO('PER
Aunque declara que: «Hallé que la refutación de la inferen­
cia inductiva .hecha por Hume era clara y concluyente»; no acep­
ta toda la solución de Hume. Seguidamente precisa: «Pero me
sentí totalmente insatisfecho por su explicación psicológica de la
inducción en función de la costumbre o
el hábito» (43). Después
de presentar una serie de argumentos en su contra, de orden
em­
pírico y lógico, confiesa, además, que: «Así fui conducido por
consideraciones puramente lógicas a reemplazar la teoría psicoló­
gica de la inducción por la concepción siguiente: Sin esperar pa­
sivamente que las repeticiones impriman o impongan regulari­
dades sobre nosotros, debemos tratar activamente de imponer
regularidades al mundo. Debemos tratar de descubrir similarida­
des en él e interpretarlas en función de las leyes inventadas por
nosotros. Sin esperar el descubrimiento de premisas, debemos
saltar a conclusiones. Estas quizás tengan que ser descartadas
luego, si la observación muestra que son erradas ( 44
).
Nuestra mente no es una «tabula rasa». El considerar que
carece de supuestos teóricos
es otro mito, Según el mismo: «Si
cualqtúera de nosotros desea conocer algo que aún desconoce
so­
bre el mundo, no tiene más que abrir los ojos y mirar a su al­
rededor. Hemos de enderezar las orejas y prestar oídos a los
ruidos, especialmente los que hacen otras personas. Los diver­
sos sentidos son, pues, nuestras fuentes de conocimiento -las
fuentes o los accesos a nuestra mente ( ... ). En el mundo filosó­
fico esta teoría
es conocida más dignamente con el nombre de
teoría de la mente como 'tabula rasa': nuestra mente
es una pi­
zarra vacía en la que los sentidos gravan
sus mensajes» ( 45).
Por
el contrario, según esta alternativa, las expectativas teó­
ricas son anteriores y dirigen toda observación.
Ei que: «Hace veinticinco años traté de explicar esto a
un ,grupo de
estudiantes de física de Viena comenzando una clase con las
siguientes instrucciones: 'tomen papel y lápiz, observen cuida­
dosamente y escriban lo que han observado'. Me preguntaron,
(43) IDEM, Conjeturas y refutaciones, op. cit., pág. 68.
(44) Ibid., plg. 72.
(45) InEM, Conocimiento objetivo, op. cit., págs. 65-66.
563
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EUDALDO FORMENT
por supuesto, qué es lo que yo quería que observaran. Eviden­
temente, la indicación '¡observen!' es absurda.
La observación
siempre es selectiva. Necesita un objeto elegido, una
tatea defi­
nida, un interés, un punto de vista o un problema» ( 46 ).
Este enfoque de Popper, que implica que la observación no
preceda a las hipótesis, según manifiesta
él mismo: «Hacía po­
sible comprender por qué nuestros intentos por imponer inter­
pretaciones al mundo son, lógicamente, anteriores a la observa­
ción de similitudes. Puesto que este procedimiento estaba
res­
paldado por razones lógicas, pensé que sería también aplicable
al campo de la ciencia, que las teorías científicas no son una reco­
pilación de observaciones, sino que son intervenciones, conjetu­
ras audazmente formuladas para su ensayo y que deben ser
eli­
minadas si entran en conflicto con observaciones» ( 47).
Por consiguiente, la respuesta negativa
de Popper al proble­
ma de la inducción, tal como él mismo declara: «Ha de interpre­
tatse en el sentido de que debemos considerar todas las leyes o
teorías como hipótesis o conjeturas; es decir, como suposicio­
nes» ( 48).
Respecto a esta crítica de Popper
al induccionismo, en la Fi­
loso/la de la ciencia experimental se advierte que: «En primer
lugar, es cierto que no existe un método lógico que permita de,
(46) IDEM, Conjeturas y refutaciones, op. cit., págs. 72.73. También
para mostrar la viabilidad de la idea de que el conocimiento no parte. de
observaciones, en una conferencia pronunciada en Oxford en 1961, dijo:
«El que las observaciones no puedan ser previas a los problemas se puede
ilustrar mediante un experimento sencillo que, si me permiten, voy a
realizar utilizándolos a ustedes como sujetos_ de experimentación. Mi ex·
perimento consiste en pedirles que observen aquf y ahora. ¡Espero que
todos ustedes cooperen y observen! Pero me temo que
algunos de ust~
des, en vez de observar, sentirán unas ganas inmensas de preguntar: 'Qué
es lo que quiere usted que observe?': Si es ésta su respuesta, entonces
mi experimento ha tenido éxito pues lo que trato de ilustrar es que, para
observar, hemos de tener in mente un problema concreto que podamos
zanjar por observación» (K. POPPER, Conocimiento obietivo, op. cit., pá·
ginas 238-239.
(47) [bid., pág. 72.
( 48) IDEM, Conocimiento objetivo, op. cit., pág. 22.
564
Fundaci\363n Speiro

MET AFISICA Y CIENCIA l)E KARL POPPER
mostrar enunciados generales a partir de casos particulares; o
sea, no existe una lógica inductiva equivalente a
la lógica deduc­
tiva, pero procediendo en dirección inversa.
En segundo lugar,
el inductivismo
es insostenible, en cuanto afuma que las leyes y
teorías de la ciencia experimental
se obtienen por inducción a
partir de
las observaciones y los experimentos. En tercer lugar,
todo ello no impide que
la inducción desempeñe una función im­
prescindible en la ciencia» ( 49).
La detallada explicación, que se da en esta obra, de los dis­
tintos modos que
se emplea la inducción en la investigación cien­
tífica, justifican
su tesis de que: «Junto con el método hipotéti­
co-deductivo, la inducción
es otro procedimiento básico que se
utiliza en la ciencia experimental» (50). Pero, además, como ob­
serva Artigas, en otra obra sobre Popper: «Obtendremos por
inducción la mayoría de las nociones que poseemos: lo que quie­
re decir hombre, blanco, animal, vida, tierra, cielo~. acción, can,­
tidad, movimiento, etc., no lo ent~demos por demostración
deductiva, sino
por inducción a partir de la experiencia y, que,
evidentemente, todo nuestro conocimiento.
de la realidad se apo­
ya en nociones conocidas de este modo.» (51 ).
Reconoce, no obstante, a continuación, que: «No se puede
demostrar la validez de esta inducción, pero sin duda existe_ y
tiene un valor: el que ese valor no pueda demostrarse
sólo es
una dificultad para quien crea que todo conocimiento válido debe
poder. demostrarse deductivamente (
... ). El valor de la induc­
ción descansa sobre la capacidad humana de captar, mediante
la abstracción, propiedades reales en su naturaleza general a
partir de los datos de la experiencia» (52).
La inducción se fun­
damenta en: «La existencia de un conocimiento consistente en
(49) M. ARTIGAS, Filosofia de la ciencia experimental, op, cit., pági-
na 157.
(50) Ibid., pág. 142.
(51) lDBM, Karl Popper: Búsqueda sin término, op. cit., pág. 67.
(52) Ibid., págs. 67-68.
565
Fundaci\363n Speiro

EUDALDO FORMENT
la captación de la esencia de lo conocido» (53 ), que llamamos
entendimiento.
Se advierte, por ello, seguidamente, que: «Hay que tener
en cuenta que
en lo que llamamos observación o experiencia
sensible se da
un conocimiento intelectual: mediante la inteligen­
cia
('intus-legete', leer dentro de) penetramos a través de los
aspectos sensibles hasta
la. naturaleza de las cosas, naturalmente,
con diversas limitaciones,
seg6n los casos» (54).
Popper no tiene en cuenta esta capacidad humana de alcan­
zar
lo que algo es, la esencia de aquello que se entiende. De ahí
que, además de dejar la inducci6n sin apoyo alguno: «El plantea­
miento de Popper, por carecer de una base
metaf!.ica, no llega
siquiera a plantear el problema del conocimiento en sus dimen­
siones reales y se limita a considerar las relaciones l6gicas entre
enunciados, cuya verdad no puede fundamentarse» (55).
4. Tesis sobre los universales.
En esta crítica de Popper a la inducción, hay, sin embargo,
observaciones muy válidas.
Quizás la más importante sea la re­
probación de la solución al problema de la inducción, consisten­
te en la reducción de la universalidad a la conjunción de enun­
ciados singulares. Distingue, para ello, entre universalidad
es­
tricta y universalidad numérica. Los enunciados «numéricamente
universales son equivalentes, en realidad, a ciertos enunciados
singula.res, o

a una conjunción de
éstos» (56). En cambio, con­
tinúa diciendo: «Utilizo
el concepto de enunciado estrictamente
universal ( o
'enunciado total') de modo que se opone enteramen­
te a la tesis de que todo enunciado sintético universal ha de
(53) F. CANALS VmAL1 Sobre la esencia del conocimiento1 Barcelona,
Promociones Publicaciones Universitarias, 1987, pág. 60.
(54) M. ARTIGAS, Karl Popper: Búsqueda sin término, op. cit., pá­
gina 68.
(55) !bid., pág. 63.
(56)
K. POPPER, La lógica Je la investigaci6n cientifica, op. cit., pá­
gina 60.
566
Fundaci\363n Speiro

METAFISICA Y CIENCIA l)E KARL POPPER
ser traducible, en principio, por una conjunción de un número
finito de enunciados sigulares» (57).
También establece otra distinción, en conexión con la ante­
rior, entre conceptos
universales y conceptos individuales. Los
dos primeros están caracterizados, ya por ser nombres propios, ya
por. haber sido definidos por medio de nombres propios; mien­
tras que los universales pueden definirse sin ayuda de estos
nombres (58).
Fijadas estas distinciones establece esta primera tesis: «Toda
tentativa de identificar una cosa individual
. únicamene por sus
propiedades y relaciones universales, que parecen pertenecerla
exclusivamente a
ella y a ninguna otra cosa, está condenada de
antemano al fracaso: pues semejante modo de proceder no des­
cribiría
uria cosa individual única; sino la clase univernal de to­
dos los individuos a los que pertenecen las propiedades y rela·
clones mentadas».
Presenta otra segunda, al añadir que: «Del mismo modo ha
de fracasar
· todo intento de definir los nombres universales a
· partir de nombres individuales» (59). Puesto que ningún univer·
sal en sentido estricto puede ser formado por lo individual, los
enunciados, tanto singulares como universales, por aparecer en
ellos nombres universales, trascienden siempre la
inmediata per­
cepción. Popper pone el ejemplo de que: «No es posible verifi­
car el enunciado 'aquí hay un vaso de agua' por ninguna expe·
rienda con carácter de observación, por la mera razón de que los
universales que aparecen en aquél no pueden ser coordinados a
ninguna experiencia sensorial concreta
(toda 'experiencia inme­
diata' está ''dada inmediatamente' una sola vez, es única); con
la palabra •·vaso', por ejemplo, denotamos los cuerpos físicos que
presentan cierto comportamiento legal, y lo mismo ocurre con
la palabra 'agua'.
Los universales no pueden ser reducidos a cla­
ses de experiencias, no pueden ser constituidos» (60).
(57) Ibid., pág. 61.
(58) Cf. Ibid., p,!g. 62.
(59) Ibid., pág. 64.
(60) Ibid., pág. 90.
J67
Fundaci\363n Speiro

,EUDALDO FóRMENT
Las tesis popperianao de la imposibilidad de identificar · lo
individual por las solas propiedades universales y de la imposibi­
lidad de constituir un universal en términos de experiencia y
observación, probadas rigurosamente en
La lógica de la investi­
gación cient!fica, coinciden con las dos afirmaciones del aristote­
lismo de que los entes materiales no son inteligibles en acto
y
de que, correlativamente,· lo conocido directamente por el enten­
dimiento
es lo universal. Concuerdan, por tanto, con las dos tesis
de Santo Tomás de que
lo singular es percibido y lo universal
es entendido, reitetación de las de Aristóteles (61), y que en la
Summa Thealogiae quedan expresadas así: «Lo singular en las
cosas matetiales no puede nuestro entendimiento conocetlo di­
recta y primeramente. La razón de ello es que el principio de
singularidad en las cosas materiales es la materia individual ( ... ),
por lo que nuestro entendimiento no es cognoscitivo más que. de
lo univetsal» (62).
Santo
Tomás explica la no· inteligibilidad de lo singular sen­
sible por lá · estructura hilemórfica, ya que la materia, elemento
potencial
y recipiente de la forma, que es el actual, da razón de
su «accidentalidad», por ser su···principio de individuación. En
cambio, la forma es el elementó que permite que del singular
se pueda predicar su esencia.
El
hilemorfismo permite también la afirmación de que, por
su inmaterialidad, las esencias universales son inteligibles. En
cambio, las esencias materiales singulares, por ser materiales, no
son adecuadas a ser entendidas.· Sin embargo, son inteligibles en
potencia, igual que lo son las imágenes
de los sentidos que las
representan. Pero, con ello, no quiere decirse que por
s! mismas
pueden ser actualmente inteligibles; necesitan que otra substan­
cia las actualice, separándolas de la materia. Santo Tomás de­
clara, por ello, que: «Es preciso, por consiguiente, ponet una
virtud en el entendimiento, que haga inteligibles en acto, por
abstracción de las especies de las condiciones materiales.
Y, por
(61) Cf. ArusTÓTELES, Metafísica, I, c. 2, 982 a 5.
(62) SANTO TOMÁS, Summa Theologiae, I, q. 86, a. l.
568
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METAFISICA Y CIENCIA DE KA.RL POPPER
esto, es necesario ponet el entendimiento agente» ( 63 ). La abs­
tracción sobre las imágenes de los entes materiales recibidas y
esta función activa
dd entendimiento, que actualiza el contenido
inteligible en potencia que incluyen, explican, por tanto,
la gé­
nesis de los objetos inteligibles.
Con esta explicación no se niega la inmediatez de lo perci­
bido, de
lo singular, pero se afirma que se entiende directamen­
te
lo universal como esencia y, por tanto, .sin constituirlo in­
ductivamente. No obstante, se sostiene también que lo universal
se conoce en y a partir de lo sensible; y, además, como la esencia
de lo singular. Puede decirse, por ello, que entendet las cosas
es entender lo que son, su esencia.
Entender es
d acto de conocimiento de la esencia de algo y,
como. explica Canals: «Este acto de conocimiento de lo que algo
es se realiza siempre que damos a las cosas nombres significati­
vos,. aptos para set referidos a todas las cosas que entendamos
son aquello que decimos, y que puedan set comprendidos en su
significado inteligible por todos quienes. entienden
d lenguaje
en que expresamos aquello que entendemos» ( 64
).
La esencia de una cosa, o d significado de estos términos, no
es lo percibido, aquí y ahora. Decía Aristóteles: «Es algo otro
la magnitud y el set de la magnitud,
d agua y d ser' del
agua» (65). El «agua» que
se entiende al entender el agua no es
posible bebetla aquí
y ahora, aunque se entienda que es bebida
por d hombre. La esencia dd agua es distinta del agua,· pero
sólo accidentalmente, porque, como explica Santo. Tomás;, co­
mentando estas palabras de Aristótdes: «Inquiete el filósofo si
lo que algo es, es decir, la quididad o esencia de la cosa, que la
definición significa, es lo mismo que · la cosa. Y. porque Platón
afirmaba que las esencias de las cosas existen separadas
de los
singulares,
y las llamaba ideas o especies; por esto muestra que
las quididades de las cosas no son algo otro que las cosas, sino
(63) Ibid., I, q. 79, a. 3.
(64) F. D.NALS VmAL, Sobre la esencia del conocimiento, op; cit.,
p,!gs. 57-58.
(65) ARISTÓTELES, De anima, III, c. 4, 429b 10-12.
569
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BUDALno· FORMENT
accidentalmente ( ... ). Pero esto ocurre en todo lo que tiene su
forma en
la materia, pues en todas estas cosas hay algo fuera de
los principios de la especie» (66).
El entendimiento humano no intuye ideas eternas, ni posee,
antes de la
experiencia sensible, las formas inteligibles de las
cosas. Sus esencias las conoce a partir del conocitniento de las
cosas materiales, que son capaces de afectar a una facultad mate­
rial y orgánica, apareciendo sensiblemente. Por ello, para la apre­
hensión de
la esencia inteligible de los entes materiales y sensi­
bles
es necesaria la abstracción de la quididad de estos entes de
las determinaciones individuales, que son accidentales y extrín­
secas a la unidad de la esencia.
· Estas justificaciones metafísicas ya no se dan en la atinada
explicación de Popper. Ni ningunas otras. Descubre y defiende
las dos tesis
iniciales sobre el conocitniento, pero, no continúa
buscando su fundamentación metafísica. Curiosamente
inicia un
camino adecuado, pero se detiene en él. Como le reprocha Ar­
tigas, tendría que desarrollar una ontología del conocimiento,
tal como hizo Santo Tomás.
5
•. ·. Criterio de demarcación.
Consecuentemente con su apriorismo, piensa Popper que en
la investigación científica: «no partimos de observaciones, sino
siempre de problemas
-sea de problemas prácticos o de una
teoría. que se encuentra en dificultades ( ... ), podemos decir que
el aumento del conocitniento va de viejos a nuevos problemas me­
diante conjeturas y refutaciones». Toda investigación se inicia par­
tiendo de problemas, porque: «poseemos un detertninado grado
de conocimiento innato del cual partir, aunque
sea poco fiable.
Este conocimiento innato, estas expectativas innatas crearán nues­
tros primeros problemas, si se ven defraudadas. Podemos decir,
(66) SANTO ToMÁS, In Aristotelis Librum de Anima Commentarium,
111, lect. 8, núms. 705~706. Cf. F. CANALS VIDAL, Sobre la esencia del
conocimiento,
op. cit., págs. 59-60.
570
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METAFISICA Y CIENCIA DE KARL POPPER
por tanto, que el ultetior desarrollo del conocimiento consistirá
en corregir
y modificar el conocimiento previo» (67).
Un problema
es una expectativa defraudada, y lo que se in­
vestiga
es la solución de los problemas ( 68 ). Para ello es nece­
saria la creatividad, la creación de hipótesis o conjeturas, que
sirvan como intentos de solución. Una
vez creadas deben com­
probatse. El criterio, indica Popper, «no es el de la verificabili­
dad, sino el de
la falsabilidad de los sistemas. Dicho de otro
modo: no exigiré que un sistema científico pueda
set selecciona­
do, de una
vez para siempre, en un sentido negativo por medio
de contrastes o pruebas empíricas: ha de
set posible refutat por
la experiencia un sistema científico empírico» (69).
Las hipótesis no se verifican empíricamente, como sostienen
los neopositivistas, sino que
se prueban con la falsación. Eaplica
Poppet que: «Esta basada en una asimetría entre
la verificabili­
dad
y la falsabilidad: asimetría que se deriva de la forma lógi­
ca de los enunciados universales. Pues éstos no son jamás· de­
ducibles de enunciados singulates, peto sí pueden estar en contra­
dicción con estos últimos.
En consecuencia, por medio de infe­
rencias puramente deductivas ( valiéndose del
modus tollens de
la lógica clásica) es posible argüir de la verdad de enunciados
singulates
la falsedad de enunciados univetsales. Una atgumenta­
ción
de esta índole, que lleva a la falsedad de enunciados uni­
VetSales, es el único tipo de infetencia estrictamente dednctiva
que'. se mueve, como si dijéramos, en 'dirección inductiva•: esto
es, de enunciados singulares a univetsales» (70).
Por este criterio de contrast.,bilidad o refutabilidad de las
hipótesis deben extraerse consecuencias
y comprobar su cumpli-
(67) K. POPPER, Conocimiento obi~tivo, op. cit., pág. 238.
(68) «Un ejemplo ser{a encontrar una huella inesperada en nuestro
camino:
el carácter inesperado de la huella nos hace conscientes del hecho
de qÚ.e esperábamos encontrarnos con una superficie lisa. Este -contra­
tiempo nos obliga a corregir nuestro sistema de expectativas» (lbid., pá­
gna 310).
(69) IDEM, La l6gica de la investigaci6n científica, op. cit., pág. 40.
(70) Ibid., pág. 41.
571
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EUDALDO FORMENT
miento o incumplimiento. Si se da el primer caso, la conjetura
de momento queda confirmada.
En cambio, si por lo menos no
se cumple una de las consecuencias, entonces queda falseada. Se
comprende, porque una cantidad inmensa de confirmaciones no
permiten que pueda afirmarse que una teoría es cierta, mientras
que
un solo caso que la desmienta ya la convierte en falsa, Por
consiguiente, para que una teoría pueda ser comprobable es ne­
cesario que pueda ser falseable, es decir, que sea posible la ex­
tracción de consecuencias que, a su vez, sea posible refutarlas
por comparación con enunciados protocolarios.
El criterio de
falsabilidad, según Popper, es también un cri­
terio de
demárcación,. porque lo utili~a para diferenciar las teo­
rías
científicas de las pseudocientíficas y, además, discernir lo
científico de lo metafísico. Indica él mismo que: «Llamo proble­
ma de la demarcación al de encontrar un criterio que nos per­
mita distinguir entre las ciencias empíricas, por un lado, .y los
sistemas 'metafísicos', por
otro». Añade que es el problema más
importante, por ser el más básico; de la teoría del conocimiento,
al afirmar: «Hume conoció este problema e intentó resolverlo;
cqn Kant se convirtió en el problema central de la teoría del
conocimiento. Si,
siguiendo a Kant, llamamos 'problema. de. Hu­
me'· al de la inducción, deberíamos designar al problema· de la
demarcación como 'problema
de Kant'. De estos dos problemas
-que son fuente de casi todos los demás de la teoría del cono­
cimiento-e-, el de la demarcación es, según entiendo, el más fun.
damental» (71).
Con relación a la génesis de la investigación
científica, .esta­
blecida por Popper en la imaginación creadora de hipótesis, es­
tima Artigas que: «Desde el punto de vista descriptivo, se cen­
tra la atención de un modo unilateral en las actividades 4e in­
vestigación, e incluso dentro de ellas sólo se tiene en cuenta
una parte, que sin duda es muy importante
pero no es la única:
la formulación de conocimientos con un alto grado de novedad y
originalidad. Los equívocos surgen cuando, de esa considetáción
(71) !bid., pág. 34.
572
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METAFISICA Y CIENCIA DE KARL POPPER
parcial, se extraen consecuencias para juzgar el valor de todo el
conocimiento científico» (72).
Respecto a la falsación advierte que: «En realidad, muchos
conocimientos pueden considerarse verdaderos,
. aunque lo sean
dentro de ciertos márgenes de aproximación y dentro de un con·
texto conceptual determinado; si bien
es difícil establecer la
verdad de los grandes sistemas teóricos y de los principios
ge­
nerales, esa tarea es asequible cuando se consideran las leyes ex­
perimentales, la existencia de entidades o propiedades o proce­
sos y, en general, cuando se trata de conocimientos particula­
res» (73).
6. Valor de la metafísica.
Con su criterio de demarcación, Popper, sin embargo, no pre­
tende desautorizar a
la metafísica, ya que advierte que: «En
cuanto supe algo acerca del nuevo criterio de sentido del
Orcu­
lo -el de verificabilidad- lo contrapuse a mi criterio de_ fa].
sabilidad, que es un criterio de demarcación encaminado a deli­
mitar los sistemas
-perfectamente llenos de sentido-- de enun­
ciados
metafísicos ( en cuanto al palabreo absurdo y carente de
sentido, no pretendo que mi
sistema _le sea aplicable)» (74).
Si con el criterio de demarcación popperiano se obtiene que
un conjunto de proposiciones no son científicas, porque no son
(72) M. ARTIGAS, Filosofía de la ciencia experimenta/,, op. cit.~ pági.
na 102.
(73)
Ibid. Con d criterio de falsación, indica Artigas, se da una
«imagen heroica» de la ciencia experimental. Cita el siguiente texto,. en
el que
el mismo Popper lo manifiesta explícitamente: «Los grandes cien­
tíficos como Galiléo, Kepler, Newton, Einstein y Boht (para limitarme
a unos pocos ya fallecidos), representan para mí una idea de la ciencia
simple,
pero impresionante ( ... ) Es el trabajo de los grandes .científicos
lo que tengo en mi mente como mi paradigma de la ciencia. Es la cien­
cia en este sentido heroico lo que yo .quiero estudiar» .. (K. POPPER, Re­
plies to my Critics, op. cit., pág. 977).
(74) K. POPPER, La l6gica de la invesiigaci6n científica, op. cit., pá.
gina 290.
573
Fundaci\363n Speiro

BUDA.LDO FORMENT
falsables, ello no implica que no tengan sentido. A diferencia
del principio de verificación,
el criterio de falsación no es un
criterio de significado. De
ahí que escriba Popper, en una nota
a pie de página, en la exposición del criterio de demarcación:
«Obsérvese que propongo la falsabilidad como criterio de
de­
marcación, pero no de sentido ( ... ) , es un puto mito ( aunque
gran número de refutaciones de mi teoría están basadas en
él)
decir que haya propuesto jamás la falsabilidad como criterio de
sentido. La falsabilidad separa dos tipos de enunciados perfec­
tamente dotados de sentido, los falsables y los no falsables: tra­
za una linea dentro del lenguaje con sentido, no alrededor de
él» (75).
La metafísica, por tanto, aunque no sea científica, no por
ello carece de sentido, como pretendían los neopositivistas. De
ahí que se comprendan perfectamente los distintos sistemas me­
tafísicos, que se entienda lo que quieren decir. El neopositivis­
mo quería
eliminar a la metafísica, pero, en realidad, a pesar
de todos los insultos e invectivas que le lanzaron, con su cri­
terio de demarcación, basado en el principio de verificación, lo
que hicieron fue reintroducirla en la misma ciencia, porque,
como
se ha dicho, las mismas leyes científicas no son verificables.
Aunque la metafísifa no
sea una ciencia, sin embargo tiene.
un cierto
valor para las ciencias, porque: «No puede negarse
que, así como ha habido ideas
metafísicas que han puesto una
barrera al avance de
la ciencia, han existido otras ·-tal el ato­
mismo
especulativo-que la han ayudado. Y si miramos el
asunto desde un ángulo psicológico, me siento inclinado a pen­
sar que la investigación científica
es imposible sin fe en algunas
ideas de una índole putamente especulativa (y, a veces, suma­
mente brumosas): fe desprovista enteramente de garantías
des­
de el punto de vista de la ciencia, y que -en esta misma me­
dida-es metafísica» (76).
(75) Ibid., pág. 40, nota 3. Véase: JosÉ R. EcHEVARRÍA, El criterio
de falsabilidad en la epistemologla de Karl Popper, Madrid. G. de Toto,
1970.
(76)
Ibid., ¡,óg, 38.
574
Fundaci\363n Speiro

METAFISICA Y CIENCIA. DE KARL POPPER
La historia confirma esta necesidad de ideas metafísicas, por­
que muestra que: «Es posible que el crecimiento de la ciencia
llegue a
alcanzar ideas que antes se encontraban flotando en
regiones metafísicas más altas, con las que establece contacto y
las hace asentarse. Tenemos ejemplos de estas ideas en el ato­
mismo, en
la idea de un 'principio' físico -o elemento último-­
único (del cual se deriven todos los demás), en la teoría del
movimiento
terrestre (al cual se opuso Bacon como ficticio), en
la antiquísima teoría corpuscular de la luz, y en la teoría de la
electricidad como fluido ( que
ha revivido en forma de la hipó­
tesis del
gas de electrones de la conducción metálica). Todos
estos conceptos e ideas metafísicos pueden haber ayudado, in­
cluso en
sus formas más primerizas, a ordenar la imagen del
mundo que tiene el hombre,
y, en algunos casos, han llevado a
prediociones con éxito. Pero una idea de este tipo adquiere
ciudadanía científica solamente cuando
se la presenta en forma
falsable: esto es, sólo cuando
se ha hecho posible decidir em­
píricamente entre ella y otra teoría rival» (77) .
Las teorías metafísicas, aunque sean empíricamente irrefu­
tables, son, no obstante, criticables. Igual que
las teorías empí­
ricas, pueden valorarse

racionalmente.
La razón de que puedan
discutirse críticamente,
sin por ello intentar falsearlas, es por
su vinculación con otras teorías, que pueden ser sus presupues­
tos, sus fundamentos, teorías enlazadas con ellas, o
sus contra­
dicciones. «Si una teoría filosófica no fuera
más que una afir­
mación aislada acerca del mundo, que nos la arrojan diciéndonos
tácitamente:
'Tómela o déjela' y sin ninguna sugerencia de co­
nexión con alguna otra cosa, entonces estaría realmente más · allá
de toda discusión (
... ), pero si consideramos una teoría como
una solución propuesta
para un conjunto de problemas, enton­
ces la teoría se presta inmediatamente a la discusión crítica,
aunque no sea empírica ni refutable» (78). Aclara Popper que:
«En tal caso podemos plantear cuestiones tales como: ¿resuelve
(77) !bid., pág. 259.
(78) IDEM, Conjeturas y refutaciones, op. cit., pág. 245.
575
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EUDALDO FORMBNT
el prohlema?, ¿lo resuelve mejor que otras teorías?, ¿ha des­
plazado, simplemente el problema?, ¿es simple la solución?, ¿es
fecunda?, ¿contradice a otras teorías filosóficas que son nece­
sarias para resolver otros problemas?» (79).
Examinando
el criterio de demarcación de Popper, tamhién
críticamente, Artigas se hace
dos preguntas. La primera es
«¿Cómo es posible aplicar un mismo criterio para distinguir a
la ciencia experimental de
la pseudociencia, que se presenta
como ciencia experimental sin atenerse a las exigencias de ésta,
y de la metafísica, que se extiende a un tipo de perspectivas
que
, trascienden el ámhito de la ciencia experimental?». Verda­
deramente,
tal como indica seguidamente: «Sólo puede serlo de
un modo: formulando un criterio que sea definitorio de la cien:
cía y que, además, sólo en ella se dé. Por tanto, uh criterio que
sea condición necesaria
y suficiente para que deha afirmarse que
un
conocimiento pertenece a la ciencia experimental» (80).
Se restringe con ello el espacio de la ciencia, que queda re­
ducida a la ciencia empírico-experimental, quedando la metafí­
sica fuera del mismo; y, por tanto,
como indica asimismo el
profesor Artigas:
«Al delimitarse lo metafísico como lo no-cien·
tífico
o no contrastable empíricamente, será inevitable que se
adopte un punto de vista totalmente insuficiente acerca de la
metafísica,
y este defecto básico , no puede remediarse afirman­
do, como lo hace Popper, que los problemas metafísicos .pueden
ser ohjeto de crítica y que tiene un cierto valor como fuente
inspiradora de ideas
científicas. El planteamiento de Popper con­
duce a una situación en la cual lo metafísico queda encerrado
en un ámhito especulativo,
y recibe una valoración empro):,eci­
da» (81).
La segunda pregunta
es la siguiente: «¿Cómo es posihle re­
ferirse a la verdad o falsedad sin contar con una hase metafísica
que permita sostener
una, gnoseología realista?». Es. innegable
(79) Ibid., ~-245-246.
(80) M. ARTIGAS, Füosofía de la ciencia experimental, op. cit., pá~
gina 384.
(81) Ibid., p,ig. 390.
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METAFISICA Y CIENCIA DE KARL POPPER,
que, como afirma Artigas: «Sólo una valoración de la metafí:
sica como saber primario acerca de la realidad puede permitir
una fundamentación de las cuestiones
básicas del conocimien­
to» (83).
Más grave aún que la negación del carácter cientlfico de la
metafísica, es este desconocimiento de su .función básica. Ello
hace que las cuestiones de
la teoría del conocimiento se traten
sin considerar que ,requieren como sus supuestos otras anteriores
y fundamentales, que son propias de la metafísica. Lo cual no es
viable, porque, como ha indicado Francisco Canals en .Sobre la
esencia del conocimiento:
«Sólo la previa comprensión del ente,
del ser
y de la esencia del ente puede poner en marcha y dar
sentido a la pregunta por la esencia del conocer. Al reflexionar
sobre el conocimiento como tal nos encontramos necesárian:ien~
te pensando ontológicamente; ni es posible experimentar ni re­
conocer algo como tconocimiento', sin que en el conocimiento-se
patentice algo como realidad, en alguna línea, tipo o categoría
de lo que concibamos como
tal» (83).
Por este motivo, concluye . Artigas esta crítica declarando
que: «Es la metafísica quien realmente tiene la última palabra
acerca del criterio de demarcación. No podría ser de otro modo.
Las ciencias experimentales adoptan puntos de vista partícula,
res, objetivaciones concretas, que dan razón de la peculiar fiabili­
dad de sus conocimientos. Pero el examen del conocimiento
mismo exige colocarse en una perspectiva que trasciende
ese tipo
de enfoque, puesto que en este caso lo que debe ser
expHcado
es de qué modo establecemos contacto intencional con la reali,
dad, cuál es el alcance de los ,principios en que nos apoyamos, y
cuál es el fundamento del método utilizado» ( 84 ). Por el contra;
río, como ha indicado un poco antes: «Popper no planteó si­
quiera este tipo de cuestiones en. un terreno propiamente meta-
(82) !bid., pág. 385.
(83) F. CANALS VtnAL, Sobre la esenéia del conocimiento, op. :cit.,
pág. 22.
(84) M. ARTIGAS, Filosofia de la ciencia experimental1 op. cit;; · pá­
gina 387.
!f77
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EUDALDO F físico, cuando formuló su principio de demarcación. El resul­
tado es que su criterio es insuficiente para caracterizar
la mis­
ma ciencia experimental» (85),
7. Verdad, verosimilitud y progreso.
La· posición que adopta Popper sobre el problema del cono­
cimiento de qué es lo que podemos conocer es
la del realisti:to.
Declara
él ·mismo: «Sostengo el realismo porque constituye una
parte del sentido común que; hasta ahora, no se ha visto al­
canzado por la crítica y que no tenemos razones para abando­
nar» (86). Por ser una solución metafísica, aunque es un supues­
to que no discute la ciencia experimental, indica también que:
«El realismo no es ni demostrable ni refutable.
El realismo no
es demostrable, al igual que todo lo que caiga fuera del campo
de la
lógica y la aritmética finita, pero mientras que las teorías
científicas empíricas son refutables, el resalismo
ni siquiera lo
es ( comparte esta irrefutabilidad con muchas teorías filosóficas
o 'metafísicas" y, en particular, con el idealismo). Sin embargo,
se puede argumentar, siendo
abrumadores lOS afgumentos en su
favor» (87).
Después de exponer varios de ellos, concluye: «Resumiendo,
propongo aceptar el realismo
, como la única hipótesis sensata
--como conjetura a la que nunca se ha opuesto una alternativa
sensata (
... }-----creo conocer todos los argumentos epistemol6gi­
cos
-fundamentalmente subjetivistas-que se han propuesto en
favor de alternativas al realismo: el positivismo, el idealismo, el
fenomenalismo,
la fenomenología, etc. Aunque no me opongo a
la discusi6n de los ismos filosóficos, considero que todos los ar­
gumentos filosóficos que han sido
propuestos ( que yo sepa) en
favor de esa lista
de ismos son, sin duda, err6neos» ( 88 ).
(85) Ibid., págs. 385-386,
(86) K. POPPER, Conocimiento obietivo, op. cit., pág. 100.
(87) Ibid., págs. 4546 ..
(88) lbid., pág. 49.
578
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METAFISICA Y CIENCIA·. "DE KARL POPPER
Con esta postura realista Popper sigue conscientemente la
tradición .filosófica clásica, porque indica que:. «Hasta Descartes
y Locke fueron realistas. Una teoría filosófica rival del realismo
no surgió seriamente antes de Berkeley, Hume y Kant» (89). Y
añade en una nota a pie de
página: «El positivismo, el feno­
menalismo y la fenomenología están todos ellos, como es natu­
ral, impregnados del subjetivismo del punto de partida cartesia­
no» (90).
No obstante, debe notarse que Popper
se aparta del realismo
al no admitir que
pueda alcanzarse la verdad. El criterio de fal­
sación lleva consigo que el control de cualquier teoría no ten­
ga nunca final, puesto que siempre puede ser desmentida. In­
cluso mueve a intentar falsearla, dado que, cuanto más pronto
se encuentre un error, se podrá reemplazar por otra teoría me­
jor. De abí que identifique la investigación científica con la ac­
titud critica. El mismo explica que: «En la Logik der Forschung
traté de mostrar que nuestro conocimiento aumenta mediante en­
sayo y eliminación-de-error, y que la principal diferencia entre
su crecimiento precientífico y científico reside en que en el
ni­
vel c:iéntífico buscamos conscientemente nuestros errores: la adop­
ción consciente del método crítico resulta ser el principal instru­
mento de crecimiento» (91).
Nunca las teorías pueden considerarse verdaderas, porque o
son hipótesis o, si
ya se han falseado, son falsas. En Búsqueda
siit término, refiriéndose a su primera obra, escribe Popper: «La
falsificación o refutación de teorías mediante la falsificación o
refutación de
sus consecuencias deductivas era claramente una
inferencia deductiva
(modus tollens). Este punto de vista im­
plicaba que las teorías científicas, si no son falsificadas, perma-
;~'[¡¡J
(89) Ibid., pág. 46. Indica que también: «El idealismo es irrefutable,
lo cual significa, obviamente, que es indemostrable ( ... }. Con todo, hay
argumentos en favor del realismo, o más bien, en contra del idealismo»
(Ibid., págs. 4647).
(90) Ibid., pág. 46, nota 6.
(91) IDEM, Búsqueda sin término, op. cit., pág. 154.
579
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EUDALDO FORMBNT
necen por siempre como hipótesis o conjeturas» (92). El hecho
de que la investigación
científica no puede llegar al final de su
indagación de la verdad, explica el
tftulo de esta autobiografía
de Popper.
Con esta doctrina, Popper, tal como le reprocha Artigas: «No
formula una teoría del conocimiento capaz de salvar el sentido
realista de la ciencia, de modo que su realismo queda en un
plano teórico que no incide en el valor de los conocimientos
par­
ticulares» (93 ). Además, «la actividad científica es sobre todo
una búsqueda de la verdad (
... ). Por tanto, en la medida en que
pueda
afirmar que un conocimiento es verdadero, la actitud crí­
tica será incorrecta». Y, sin especiales análisis o estudios, «pue­
de reconocerse sin dificultad que en la ciencia se consiguen mu­
chos conocimientos que pueden ser considerados verdaderos ( ... ),
nadie puede dudar razonablemente de la existencia de los áto­
mos, electrones, protones y neutrones, de
la realidad de las on­
das electromagnéticas y de
la validez de numerosas leyes experi­
mentales» ( 94).
El objetivo de la ciencia, para Popper, consistirá en encon­
trar teorías cada vez más cercanas a la verdad, que sean más
creíbles o verosímiles. Por consiguiente: «El concepto de ver­
dad desempeña básicamente el papel de una idea reguladora. En
nuestra búsqueda de la verdad nos asiste el saber que hay algo
asi como la verdad o la correspondencia. No
nos suministra me­
dios para dar con ella ni para tener la seguridad de haber dado
con ella, aunque de hecho sea así». En varias de sus obras esta­
blecerá, por ello, una teoría de la
verosimilitud y de sus rela­
ciones con la
probabilidad, porque, como continúa diciendo:
«Aunque no poseamos
un criterio de verdad, ni siquiera medios
para estar totalmente seguros de la falsedad de una teoría,
es
más fácil descubrir que una teoría es falsa que descubrir que es
(92) Ibid., pág. 106.
(93) M. ARTIGAS, Filosofia de la ciencia experimental, op. cit., pá­
gina 305.
(94) Ibid., pág. 103. Véase: idem, Karl Popper: Búsqueda sin térmi­
no, op. cit., págs. 127-145.
580
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MET AFISICA Y CIENCIA DE KARL POPPER
verdadera ( ... ). Incluso tenemos buenas razones para pensar que
la mayoría de nuestras teorías
-incluso las mejores-son, es­
trictamente hablando, falsas, pues idealizan o simplifican excesi­
vamente los hechos. Sin embargo, una conjetura falsa puede es­
tar más o menos próxima a la verdad. Así, llegamos a la idea
de proximidad a la verdad o
de mejor o peor aproximación a
la verdad, es decir, a la idea de 'verosimilitud'» (95).
La tesis de la verosimilitud explica el progreso de la cien­
cia, ya que éste ha consistido en la eliminación de errores y su
substitución por afirmaciones más verosímiles. Advierte Popper
que, aunque
reconozca el progreso científico o el avance hacia
teorías
más próximas a la verdad, ello no supone que implante
una ley del progreso. Confiesa explícitamente que no
es «un
creyente en alguna ley histórica del progreso (
... ), ni siquiera
la ciencia está sujeta a la acción de nada que se asemeje a tal ley.
La historia de la ciencia, como la de todas las ideas humanas, es ·
una historia de sueños irresponsables, de obstinación y de erro·
res. Pero la ciencia es una de las pocas actividades humanas
-quizás la única-en la cual los errores son criticados sistemá­
ticamente y muy a menudo, con el tiempo, corregidos. Es por
esto por lo que podemos decir que, en la ciencia, a menudo
aprendemos de nuestros errores y por lo que podemos hablar, con
claridad y
sensatez, de realizar progresos en ella» (96).
Tal progreso estriba en: «Un movimiento hacia teorías que
nos dicen más y más -teorías de contenido cada vez mayor-.
Pero cuanto más dice una teoría, tanto más excluye o prohíbe, y
mayores son las oportunidades de falsearla (
... ). Esta considera­
ción dio lugar a una teoría en la cual
el progreso científico re­
sultó consistir no en la acumulación de observaciones, sino en el
derrocamiento de teorías menos humanas y su reemplazo por
otras mejores, en particular
por teorías de mayor contenido».
Comenta también él mismo, a continuación, que: «Así, pues,
(95) K. POPPER, Conocimiento objetivo, op. cit., pág. 287. Véase J.
MARTfNEz, Ciencia y dogmatismo. El problema de la objetividad en Karl
R. Popper, Madrid, Ediciones Cátedra, 1980.
(96) K. POPPER, Conieturas y refutaciones, op. cit., págs 265-266.
5Sl
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EUDALDO FORMENT
existía la competición entre teorías ~una especie de luchacdar,
winiana
por la supervivencia-» (97).
Sobre esta doctrina hay que tener en cuenta, como observa
Artigas, que:
«El falsacionismo, que puede resultar útil como
una caracterización parcial del método
científico, resulta inade­
cuado como aspecto esencial del progreso, que depende en
gran
parte de la comprobación positiva de las construcciones teóricas
y del mantenimiento de las ya comprobadas. La identificación
popperiana entre la actitud cientifica y la actitud crítica resulta
forzada;
fio es el resultado de un análisis objetivo del progreso
científico, sino que se trata
de una visión filosófica general que
obliga a interpretar la ciencia real de una manera arbitrariamen­
te forzada» (98).
8. El criticismo popperiano.
La actitud crítica, según Popper, nació cdn la filosofía. Ase­
gura que: «No puede haber duda de que la tradición gtiega de
la crítica filófica tuvo
su fuente principal en Jonia» (99). Se
cóntinuó en el socratismo: «La actitud crítica de los presocráti,
cos preludió y preparó el racionalismo ético de Sócrates, es de­
cir, su creencia
de que la búsqueda de la verdad a través de la
discusión crítica es una forma de vida, para. él la mejor» (100).
Sin embargo, el ctiticismo no perduró: «La tradición crítica· o
racionalista sólo fue creada
una vez. Se perdió después de dos
siglos, debido quizás
.al auge de la doctrina aristotélica de la
(97) IDEM, Búsqueda sin término, op. cit., p'ág. 106. Más adelante· es,.
cribe: «Siempre ~e . he sentido enormemente interesado por la teoría, .de
la· evolución, y muy dispuesto a aceptar la evoiutjón como un hecho, __ T~­
bién me he sentido fascinado por Darwin y por el darwinismO» (ibid., pá­
gina 225). Vid., M. ARTIGAS, Las fronteras del evolucionismo, Madrid'.
Palabra, 1985, págs. 130-131.
(98) M. ARTIGAS, ·Filosofia ·Je la ciencia experimental, op. cit., pá­
gina 357.
582
(99) K. POPPER, Conieturas y refutaciones,· op. cit., pág. 191.
(100) [bid., pág. 1\}3.
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MBTAFISICA Y CIENCIA DE KARL, POPPER
episteme, del conocimiento seguro y demostrable ( que fue desa­
rrollo de la distinción eleática y heraclitlana entre verdad segura
y mera conjetura). Fue redescubierta y revivida conscientemente
en el Renacimiento, especialmente por Galileo Galilei» (101).
La tesis criticista
es la más relevante y decisiva para la cien­
cia, porque, afirma Popper que: «La tradición racionalista, la
tradición de discusióñ crítica, -es el único camino viable pata am­
pliar nuestro conocimiento, conocimiento conjetural o hipotético,
por supuesto. No hay
otro camino» (102). Por ello, advierte tam­
bién que: «no hay idea mejor de la racionalidad que la de la
dis­
posición para aceptar la crítica; es .decir, la crítica que discote
los méritos de ·teorías competitivas desde el punto de vista .de
la idea regulativa de verdad» ( 103 ),
La actitud científica es, por tantq, la actitud crítica. En su
autobiografía, explica Popper: «Esta, pensé, era la verdadera
actitud científica. Actitud completamente diferen.te de la acti­
tud dogmática que constantemente pretendía hallar 'verificacio­
nes' para sus teorías» (104).
El método crítico, que explica el
«desarrollo del pensamiento humano en general y del cientí­
fico en particular»,
es descrito. sucintamente por · Popper del si­
guiente modo: «Enfrentado con cierto problema, el científico
ofrece, tentativamente, algún género de .solución: una teoría. La
ciencia sólo provisionalmente a.cepta esta teoría, si la acepta, y
es muy . característico del método científico el hecho de que los
científicos no ahorren esfuerzos por criticar y someter a prueba
la teoría.en coestión. Criticar y someter a prueba van a la par. La
teoría es criticada desde muy diversos ángulos para .poner de ma­
nifiesto ·los puntos vulnerables que pueda tener ( ... ). Se ela­
boran teorías tentativamente y
.se las ensaya. Si el resultado de
un test muestra que la teoría
es errónea, se la elimina; el mé·
todo de ensayo y error es, esencialmente,
un método de elimina­
ción ( ... ). De esta manera, si tenemos suerte, podemos asegurar
(101) Ibid., pág. 191.
(102)
Ibid., pág. 192.
(103) IDBM, Búsqueda sin término, op. cit., pág. 140.
(104) Ibid., pág. 52.
583
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E-UDALDO FORMENT
la supervivencia de la teoría más ·apta por la eliminación de las
que son meuos aptas» ( 105).
También declara que, consecuentemente: «Vi que lo que
había que
eliminar era la busca de justificaciones, en el sentido
de justificar la pretensión
de verdad de una teoría. Todas las
teorías son hipótesis, todas pueden ser rechazadas» (106). Con
su criticismo, Popper
se opone a toda doctrina que afirme la ver­
dad, que
se juzga como dogmática, y que ha sido caracterizada
por Javier Monserrat como de «fundamentalismo dogmático»,
Quedaríao encuadradas en
el fundamentalismo: «Todas aquellas
teorías del conocimiento que creen poseer puntos de apoyo
abso­
lutos, fundamentos seguros e incuestionables, para acceder al
conocimiento de la verdad; en consecuencia, esas verdades
segu­
ras e inamovibles constituyen los dogmas de este tipo de pensa­
miento. Este fundamento se ha encontrado en los puros hechos
(positivismo) y en la razón (racionalismo) (
... ). En algunas de
sus formas, este fundamentalismo dogmático se presenta en
la casi
totalidad de las filosofías teístas y ateístas del siglo
XIX» (107).
La concepción de la ciencia de Popper, en cambio, no sería
fundamentalista. Dado que constaotemente ha de estar sometida
a las pruebas de falsación,
es decir, a la crítica: «La ciencia nun­
ca persigue la ilusoria meta de que sus respuestas seao definiti­
vas, ni siquiera probables; -antes bien, su avance se -encatt1.ina
hacia una finalidad infinita -y, sin embargo, alcanzable---: la
de descubrir incesantemente problemas nuevos, más profundos
y más generales, y de sujetar nuestras respuestas (siempre·pro­
visionales) a contrastaciones constantemente renovadas y cada
vez más rigurosas» (108). Por ello, piensa también Popper que:
«El aotiguo ideal
científico de la episteme -de un conocimien­
to absolutamente seguro y demostrable--- ha mostrado ser un
(105) InaM, Conieturas y refutaciones, op. cit., pág. 376.
(106} InEM, Conocimiento obietivo, op. cit., pág. 49.
(107) J. MoNSERllAT, Karl R Popper y la idea de una sociedad crlti­
c.,, op. cit., págs. 392-393.
(108) K. POPPER, La l6gica de la investigaci6n científica, op. cit., pá­
gina 262.
584
Fundaci\363n Speiro

METAFISICA Y CIENCIA DE KARL POPPER
ídolo. La petición de objetividad científica hace inevitable que
todo enunciado científico
sea provisional pata siempre: sin duda,
cabe corroborarlo, pero toda corroboración
es relativa a otros
enunciados que son, a su vez, provisionales» ( 109).
Por esta negación a toda seguridad científica, la epistemolo­
gía popperiana se enfrenta al fundamentalismo. Además, como
indica Monserrat: «Popper, al oponerse al fundamentalismo, ha
criticado al positivismo, para situatse (
... ) en el racionalismo;
pero, a su vez, ha criticado al racionalismo para liberarlo de su
fundamentalismo y
se ha colocado en el racionalismo crítico, en­
tendido como denominación específica de su posición epistemoló­
gico-filosófica» (110).
Tanto Artigas como Monserrat y la mayoría de los comenta­
ristas ( 111
), coinciden en subrayar que la obra de Popper ha
contribuido decisivamente a
la constitución de una imagen ac­
tual de la ciencia muy difundida. Según el primero, se caracte­
riza principalmente por las siguientes proposiciones: «1) Existe
una realidad independiente de nuestro conocimiento ( tesis del
realismo ontológico). 2) La ciencia experimental se dirige hacia
el conocimiento
de la realidad ( tesis de la verdad como idea re­
guladora). 3) Debido a motivos lógicos, las demostraciones de
la ciencia experimental nunca son definitivas ( tesis de la
impo­
sibilidad del ;ustificacionismo). Por consiguiente, ningún enun­
ciado de la ciencia experimental puede ser afirmado con certeza
(tesis de la
verdad parcial)» (112).
Los reparos expuestos de Artigas a esta epistemología,
Cdmo
hace notar él mismo: «Tienen especial importancia cuando se pre­
tende extrapolar la imagen crítica de la ciencia al conocimiento
humano en general, tal como lo hace Popper.
Se llega entonces
(1~) Ibid., pág. 261.
(110)
J. MoNSERRAT, Karl R Popper y la idea de una sociedad cri­
tica, op. cit., pág. 393.
(111) Vid., por ejemplo, BRYAN -MAGEE-,." Popper, Barcelona, Grijalbo,
1973.
(112) M. ARTIGAS, Filoso/la de la ciencia experimental, op. cit., pá­
gina 300.
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EUDA.LDO FORMEN1"
a la errada conclusión de que todo conocimiento humano es con­
jetural, se añade que nunca puede afirmarse la verdad con cer­
teza, y se considera la actitud crítica como la única correcta,
descalificando como dogmática cualquier pretensión de certe­
za» ( 113
).
Efectivamente, Popper no sólo considera que el racionalismo
crítico
es propio de la ciencia, sino de todo conocimiento en ge­
neral. Siempre que analiza el método científico formula al mis­
mo tiempo una teoría del conocimiento, basándose en
él mismo,
tal como le reprocha Artigas. Por ejemplo, en
Conjeturas y re­
futaciones, después de exponer la tesis del criticismo, escribe:
«Sólo hay un elemento de racionalidad en nuestros intentos por
conocer el mundo:
es el examen crítico de nuesttas teorías. Es­
tas teorías son conjeturas. No sabemos, sólo suponemos. Si me
preguntáis: '¿Cómo .sabe Usted?'. Mi respuesta sería: 'No sé;
sólo propongo una conjetura. Si usted está interesado en mi pro­
blema, me sentiré muy feliz si usted critica mi conjetuta, y si
usted presenta contrapropuestas,. yo a
mi vez las criticaré'. Tal es,
según creo, la verdadera teoría del conocimiento (
... ), la teoría
de que el conocimiento avanza mediante conjeturas y refutacio­
nes» (114).
· A esta· teoría del conocimiento no dogmática o criticista, · re­
conoce Popper que, dado que con ella «había rechazado todos los
intentos de
justificación de teorías, y que había reemplazado jus­
tificación por crítica» (115), podría presentársele, sin embargo,
la
objeción de que: «un crítico debe siempre justificar su propia
posición
teórica», es decir, que justifique su propia actitud. crí­
tica. Su réplica
es la siguiente: «Mi respuesta es: no lo necesita,
porque
él puede criticar, de modo significativo, una teoría si
puede mosttar que existe una conttadicción inesperada, o bien
dentto de esa teoría, o bien entre ella y alguna otra teoría inte­
resan.te».
Contesta, además, que mientras: «la antigua filosofía vincu-
(113) Ibid., pág. 103.
586
(114) K. POPPER, Con¡eturas y refutaciones, op. cit., pág. 192.
(115)
IDEM, Búsqueda sin término, op. cit., pág. 199.
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MET AFISICA Y CIENCIA-DE KARL POPPER
!aba el ideal de racionalidad con el conocimiento final demostra·
ble (
... ), yo vinculaba ese ideal con el aumento del conocimiento
conjetural. Y éste, a su vez, con la idea de
una mayor y me­
jor aproximación a la verdad, o de incremento de verosimili­
tud»
(116). Sin embargo, como indica Artigas: «Esta solución
no sólo resulta insatisfactoria desde un punto de vista filosófico,
sino que
es incapaz de explicar el valor real del conocimiento
científico»
(117).
9. El cientificismo de Popper.
El criticismo de Popper, como subraya Artigas, es el resul­
tado de su: «intento de construir todo un edificio
filosófico que,
aunque
se presente como una interpretación objetiva de la cien­
cia, responde en buena parte a ideas que nada tienen que ver
con la ciencia e incluso conducen a una imagell" defortnada de
ella» ( 118).
· Una de estas ideas, que de ninguna manera pertenecen a la
ciencia empírico-experimental,
es la de la identificación de ra·
cionalidad con
la actitud crítica. Claramente manifiesta que: «Po­
demos
reemplazar, primero; la idea de creencia por la de acción;
y podemos decir que las acciones (o inacciones) son 'racionales'
si son realizadas
de acuerdo con el estado, prevalente en ese
tiempo, de la discusión científica crítica. No
hay mejor sinóni­
mo para 'racional' que el de 'crítico' (la creencia, por supuesto,
nunca . es racional: es racional suspender la creencia)» ( 119 ).
Además, como le replica Artigas: «Existen creencias racio­
nales (
... ) y la actividad científica está basada en creencias ra­
éfonales. El trabajo científico se fündamenta eri la aceptación
de los datos obtenidos por pocos especialistas, y en muchas in·
(116) Ibid., pág. 200.
(117) M. ARTIGAS, Filosofía áe la ciencia experimental, op. cit., pá·
gilia 397.
(118)
Ibid., pág; 158.
(119) K. POPPER, Búsqueda sin término, op. cite, pág. 116;
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EUDALDO FORMENT
vestigaciones el examen de esos datos por parte de otros cienú­
ficos resulta imposible de hecho.
La especialización implica que
los científicos
han de aceptar los resultados de quienes trabajan
en otras disciplinas, incluso cuando resultan imprescindibles para
sus propios trabajos (
... ). Por consiguiente, la perspectiva poppe­
riana resulta inadecuada para explicar aspectos básicos de la
ciencia experimental» (120).
Dada esta insuficiencia
en la explicación de la misma ciencia,
desde la propia faceta científica, puede decirse, con Artigas, que
el criticismo poppetiano: «viene a ser una exhortación a los
científicos, aconsejándoles que sean rigurosos y tengan sentido
crítico respecto a sus formulaciones, buscando contraejemplos de
las teorías en lugar de inmunizarlas frente a la experiencia. Como
exhortación metodológica, la propuesta de Popper puede ser
útil» (121 ).
Este criticismo tiene como planteamiento de fondo una pos­
tura cientificista, porque,
como pone de relieve Artigas: «Pop­
per concibe la ciencia como grado superior de conocimiento, de­
bido a que en ella se utiliza de modo sistemático, y con especia­
les garanúas el método de ensayo
y error, que vendría a ser el
procedimiento básico de todo aumento de conocimiento. En esta
perspectiva, sólo en la ciencia empírica existe la posibilidad de
contrastar las hipótesis con la experiencia de modo riguroso: de
ahí provendría el carácter privilegiado del conocimiento cien­
úfico, su racionalidad y su progreso» ( 122). Por consiguiente,
los otros conocimientos, como los metafísicos, son de rango in­
rior al cienúfico, por no implicar
la posibilidad de ser contras­
tados por la experiencia empírica.
(120) M. AR'tIGAS, Filosofia de la ciencia experimental, op. cit., pá­
gina 408.
( 121) [bid., pág. 387.
(122)
Ibid., pág. 395. Popper habla siempre de la metafísica de un
modo general, por ello, indica también Artigas que: «el concepto de lo
'metafísico' en Popper es extraordinariamente ambiguo y parcial, ya que
considera como metafísico el contenido de las teorías 'no contrastables
empíricamente',
lo cual es una caracterizaci6n claramente deficiente»
(IDEM, Karl Popper: búsqueda sin término, op. cit., pág. 171).
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MET AFISICA Y CIENCIA DE KARL POPPER
La metafísica, como se ha dicho más arriba, es criticable eo
un seotido que podría deoominarse interno
y, por tanto, tam­
bién en este aspecto, es racional; pero este carácter crítico y esta
racionalidad, por no estar referidos a asertos empíricamente con­
trolables, no tienen la misma categoría que las de la ciencia.
Estas cualidades son poseídas
por la metafísica en un grado mu­
cho menor. En consecuencia, añade Artigas: «La teoría de la
ciencia viene a ser la teoría del conocimiento en general. Y como,
por otra parte,
la teoría de la cieocia viene formulada en funci6n
de la metodología, en último término es
la metodología quien
tiene la palabra definitiva acerca del valor del conocimiento (
... ).
El resultado final es que la soluci6n de los problemas básicos de
la filosofía queda encomendada a una metodología basada eo
el
método de ensayo y eliminaci6n de error, de la que resulta que
todo conocimiento ha de ser considerado como conjetural, pro­
visional
y refutable» ( 123 ).
El profesor Artigas, siguieodo a Joseph Agassi ( 124 ), consi­
dera que Popper traslada los problemas de teoría del conoci­
mieoto a la metodología cieotífica.
De ahí que le objete: «ResuJ,
ta imposible construir una metodología científica sin contar con
una gnoseología bien fundada,
y más todavía, si, como sucede
eo el caso Popper,
se afirma e,cpresamente que el valor central
de la cieocia es
la verdad. Ciertamente, Popper ha propuesto una
teoría del conocimiento; pero se trata de una especie de metodo­
logía generalizada, que remite una y otra vez a las actitudes
per:
sonales. La racionalidad se reduce a razonabilidad, y las conti­
nuas referencias a la verdad carecen de un fundamento real,
puesto que nunca ·podríamos saber con certeza si algún enunciaM
do es verdadero» (125).
(123) !bid., págs. 395-396.
(124)
Cf. J. AGASSI, «The Role of Corrobaration in Popper'• Met­
hodologyo, en Australasian Journal of Philosophy (Sidney), 39 (1961),
pág. 86. Agassi considera que las ideas :rÍletafísiéas están muy pr6xim.as
de las científicas.
(125) M. ARTIGAS, Filosofía de la ciencia eXperimental, Óp. cit., páM
gina 409.
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EUDALDO FORMBNT
En todo caso, para Popper, la ciencia experimental es el
modo válido de conocer
la realidad. Por tanto, aunque rechace
un .cientificismo total, que no conceda valor alguno a la meta­
física; cae también en un cierto cientificismo. Con
él la metafí­
sica queda desvalorizada, perdiendo su rango de ciencia. En la
doctrina de Popper, la metafísica, grado supremo de la sabidu,
ría humana (126), es considerada por debajo del conocimiento
científico experimental.
De ahí que, como sostiene Artigas: «el
valor fundamental de la metafísica
es negado de hecho» (127).
Esta carencia de
metafísica tiene grandes repercusiones en
el pensamiento de Popper.
Se advierten claramente en su teoría
social, que resulta de aplicar los principios examinados a la filo­
sofía de la sociedad. Tanto en su crítica al historicismo, cuyas
expresiones
más relevantes son las doctrinas de Platón, Hegel
y Marx, que pretende constituir una «sociedad
cerrada», o una
sociedad totalitaria, organizada con instituciones inmodificables;
como en su proposición de una «sociedad
abierta», que se da en
la democracia, porque
es la que posibilita el ejercicio de la crí­
tica y con ella
la creatividad en todos los órdenes y, por tanto,
la libertad y
la justicia ( 128).
También
se nota en su teoría de los .tres mundos. Sostiene,
(126) Cf. SANTO TOMÁS, Summa Theologiae, I-II, q. 57, a. 2.
(127) M. ARTIGAS, Filosofia de la ciencia experimental, op. cit., pá­
gina 391. Como indica más adelante: «el valor de la metafísica viene
juzgado
en función de una metodología científica que, por otra parte;
resulta insuficiente para explicar la ciencia misma» (Ibid., pág. 397).
(128) K. POPPER; La miseria del historicismo, op. cit., IDEM, La
sociedad abierta y sus enemigos, op. cit.; véase: D . .ANnsERI, Regale. della
democrazia e logica della ricerca, Roma, Armando, 1977. Popper defien­
de el liberalismo, pero como
ha precisado Monserrat: «No es que Popper
defienda
el 'liberalismo' como grupo político contrapuesto a otros. Ha~
blamos aquí de liberalismo en d sentido de una actitud general ante la
sociedad, la política, la economía, la cultura, etc., que es compartida hoy
pot diversas concepciones ideológicas» (J. MoNSERRAT, Karl R. Popper
y
la idea de una sociedad critica, op. cit., pág. 401). No obstante, la De­
mocracia Social Alemana tiene a Popper como a su ideólogo «oficial»
(Cf. Kritischer Rationalismus und Sozial demokratie, Berlín-Bonn, Lührs
y Sarrazin, 1976).
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METAFISICA Y CIENCIA .DI; KARL POPPlsR
en sus últimas obras, que: «Podemos distinguir los rres mundos
o universos siguientes: primero,
el mundo de los objetos físic
cos o de los estados físicos; en segundo lugar, el mundo de los
estados de conciencia o de
los estados mentales o, quizá, de las
disposiciones comportamentales a la acción; y en tercer lugar,
el mundo de los contenidos de pensamiento objetivo, especial­
mente de
los pensamieotos científicos y poéticos y de las obras
de arte» (129). Sobre ellos y sus relaciones, Popper ha ofrecido
una extensa doctrina, de la que puede destacarse la caracteriza­
ción de los tres mundos como «universos abiertos», en
parte
indeterminados, creativos, y con una línea de evolución no de­
terminada absolutamente (130).
Sobre todo
se percibe la falta de la metafísica eo su episte­
mología, porque, como señala Artigas: «Con ello se· destruyen
las bases que fundamentao el valor del conocimiento
cientí.6.co,
que inevitablemente vendrá concebido como un conjunto de hi­
pótesis siempre provisionales que sirven como instrumento de
predicción» (131).
Posiblemente, la desvalorización de la metafísica, con su pa­
tente ausencia en la filosofía de Popper, le ha llevado al agnos­
ticismo. Es innegable la observación de Artigas de que: «Toda
su obra revela una postura agnóstica en la que Dios
y lo sobre­
natural no encuentran lugar (
... ). El agnosticismo de Popper es
consecuente con su tesis filosófica de que todo conocimiento hu­
mano es conjetural y falible, de tal modo que
-según él-
(129) IDEM, Conocimiento obietivo, op. cit., pág. 106.
(130)
Cf. K. POPPER, Sociedad abierta, universo abierto. Conversa­
ciones con Franz Kreuzer, Madrid, Tecnos, 1984.
(131) M. ARTIGAS, Filasofia de la ciencia exP.erimental, op. cit., pá­
gina 39. «En último término, las insuficiencias del planteamiento de
Popper provienen de la
falta de una adecuada visi6n metafísica. La na­
turaleza del conocimiento y en general la t-eotía del conocimlento y de
la ·ciencia, sólo pueden estudiarse desde una perspectiva metafísica: es
imposible plantear una epistemología o una metodología científica· neu­
trales -filosóficamente, puesto que necesariamente implicarán una visión
de la realidad» (IDEM, Karl Popper: b4squeda sin término, op. cit., .pá­
gina 174).
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EUDA.LDO FORMENT
nunca se pueden afumar verdades definitivas. La filosofía de
Popper
es incompatible oon la afirmación de la existencia de un
Dios personal y de una revelación sobrenatural, si bien -pro·
bablemente debido a su talante liberal-Popper no desarrolla
expresamente en sus escritos estas consecuencias de su filoso­
fía» ( 132).
En definitiva, Popper, con su peculiar criticismo, además de
dejar inexplicada la esencia del conocimiento científico, no
sólo
ignora la metafísica, sino que también le daña de un modo más
grave que cualquier cientificismo extremo; porque, tal como ha
reparado el profesor Artigas,
la solución de Popper: «se rrata de
una docrrina cientificista,
más perjudicial para la metafísica que
sus versiones extremas, puesto que verbalmente se reconoce su
valor y, al mismo tiempo, se eliminan sus fundamentos» (133).
(132) IDEM, Karl Popper:· ·B-úsqueda sin térmitlo, op. cit., págs:.·13-14.
(133) lDBM, Filoso/la dir la ciencia experimental, op. cit., pág. 397.
fata obra del profesor Artigas puede suponer el inicio del enfoque' ade­
cuado de la filosofía de la ciencia, porque, sin negar la metaffsicá, sino
apoyándose en ella, aborda de forma completa y radical los principales
problemas reales qlle J)lant'ea ·_ a lá. filosofía la actual actividad cien-tífica
experimental.
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