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Número 283-284

Serie XXIX

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Salvador Abascal: Lázaro Cárdenas, Presidente comunista

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sentido lefevbrista que personalmente comprendo y hasta respeto
pero que no
sigo. Pienso también que tienen una lectura más
reposada, que es· la que yo he querulo hacer.
FRANCISCO JOSÉ FERNÁNDEZ DE LA CIGOÑA
Abascal, Sawador: LAZARO CARDENAS, PRESIDENTE
COMUNISTA
(*).
Una nueva aportación de Salvador Abascal, esta vez en dos
volúmenes, a la historia mejicana desde que se produjo la inde­
pendencia hasta nuestros días. Y hemos de
repetir la importan­
cia de la tarea emprendida en aquella nación, hija predilecta de
nuestra patria, que durante tres
siglos se llamó Nueva Espa­
ña. y que desde su independencia ha sido gobernada, salvo en
brevísimos períodos, por una minoría masónica que
se ha mos­
trado siempre radicalmente antiespañola y anticatólica y, por tan­
to, antimejicana.
Es realmente impresionante la labor de este viejo luchador
por
el México católico que es Salvador A,bascal, que en la últi­
ma década ha publicado nada menos que siete volúmenes que
se aproximan .a las tres mil páginas y que van completando _-es
ya realinente poco lo que falta-una historia de México escrita
desde la Contrarrevolución.
·
Y es preciso señalar, una vez más, la valentía del autor si­
tuado contra corriente de todo cuanto all! se lleva, se valora y se
reconoce oficialmente. Si el valor de Abascal está más que acre­
ditado por su .combate en favor de la causa católica desde los
ellas de su movimiento sinarquista, el que ahora está llevando a
cabo con
su Editorial T radici6n, desmitificando a todos los san­
tones revolucionarios -Gómez Parías, Santa Anna, Juárez, Ma­
dero, Carranza, Obregón, Calles, Garrido Canabal, Cárdenas ... -
no
es menos meritorio ni arriesgado. Con riesgo incluso físico.
En esta ocasión
es el presidente Lázaro Cárdenas el que sirve
para conducir la historia desde
el asesinato de Alvaro Obregón
hasta
el advenimiento de Avila Camacho. Con Cárdenas conclui­
rá la fase más aguda de la persecución religiosa pero no ésta que,
aunque
mi!s solapada, omnipotente, llega hasta nuestros días.
Son unos años importantísimos para entender el México actual
que Salvador Abascal describe con
su estilo de siempre, vivo,
(') Tomo !: Hasta el 31 de-diciembre de 1935. Tomo II: 1936-1940,
Editorial Tradición; Méjico, 1988 y 1989, 331 y 378 págs.
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apasionado, combativo, con mil comentarios marginales. Muchos
lectores se asombrarán ante
su modo de contar la historia ver­
daderamente poco usual. Pero se sentirán inmersos en un com­
bate en
el que Abascal es el primer soldado, Y luchando con
él o contra él, miles de datos, de libros, de periódicos, de testi­
gos
... Con lo que resulta un texto reahnente apasionante.
¡Qué historia la de
México! ¡Y c6mo pesa en ella su pasado!
Aun
en estos días, Cárdenas está presente no sólo como figura
de la Revolución sino en su misma
sangre. Cuauhtémoc Cárde­
nas, el hijo criado
al margen y en odio del catolicismo, es espe­
ranza de los sectores
más radicales y más anticatólicos del país.
Abascal
da cumplida referencia de tan preocupante personaje que
alarma incluso a los sectores más sensatos del PRI.
A Abascal es imposible leerlo con indiferencia. Entusiasmará
o irritará porque la historia para
él es la historia de un combate
en el que es soldado y muy comprometido. Y
no hay engalío
alguno en ello, pues no disimula sus lealtades y sus banderas.
Pero no se crea
que lo que narra es su historia en el sentido de
que la invente o falsifique. Es ciertamente su historia porque es
la
de su patria y esos alíos últimos la vivió muy intensamente y
todos los siente hondamente
en su gran corazón católico y meji­
cano. Pero es
también la historia de los demás, que desde una
amplia bibliografía le ayudan a contarla y a revivirla.
Yo no es­
cribo la historia así -el estilo, una vez más, es el hombre-,
pero la entiendo así.
Podrían comentarse muchos capítulos del libro,
por ejemplo,
el de la acogida por Cárdenas de los republicanos espalíoles traS
la derrota de 1939, de gran interés para Espaíia u otros varios
no menos
importantes. Ello excedería la extensión de esta nota
bibliográfica. Sólo hsré mención a un punto que puede ser con­
trovertido y que demuestra
la imparcialidad sustancial del autor
que, insistimos, no tiene que ver con su compromiso. Porque
éste, indudablemente, no afecta a la verdad histórica.
Me refiero a
la versión tradicional del fin de la epopeya cris­
tera traicionada
por los obispos, o mejor por dos de ellos, que
engañaron al Papa Pío
XI e hicieron que se desentendiera de la
causa de los soldados de la fe. Abascal, que durante tiempo sos­
tuvo esta tesis, llega ahora a la conclusión de que la causa cris­
tera estaba ya perdida
y que la actuación episcopal fue un inten­
to de salvar lo posible del catolicismo mejicano. Sería una osadía
por mi parte sostener una u otra tesis. Pero hay que reconocer
que los argumentos
de Abascal son serios e importantes. Y que
lo cómodo para él hubiera sido avalar la tesis
tradicional, Aun-
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que la comodidad nunca fue criterio determinante para tan ague­
rrido luchador.
Estamos,
,por todo lo dicho, ante un importante trabajo que
deberán leer todos los interesados en
la historia de México y,
lo que nos parece mucho más importante, en la causa católica y
contrarrevolucionaria.
FRANCISCO JOSÉ FERNÁNDEZ DE LA CIGOÑA
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