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La masificación de la cultura

LA MASIFICACION DE LA CULTURA
POR
]UAN VALLET DE GOYTISOLO
l. Al final de su historia social y económica del Imperio
romano,
RosTOVTZEFF ( 1) hizo una vaticiµio, seguido de dos in­
terrogaciones que, ya en otra ocasión, reproduje (2) al preocu­
parme de este mismo teroa.
He ahí su vaticinio: «Nuestra civilización no perdurará sino
a condición de no ser la
civilización de . una sola clase, sino la
civilización de las masas».
Pero, seguidamente, entre angustiado y escéptico, pregunta:
«¿Es posible extender a las clases inferiores una civilización su­
perior sin degradar el contenido de la misma y diluir .su cali­
dad hasta desvanecerla por completo? ¿ No estará condenada toda
civilización a decaer apenas comienza a penetrar en ellas la
masa?». Nuestra perspectiva
es otra. Pero, también, desde ella, nos
parece radicalmente incompatible la masificación y la cultura
propiamente dicha.
Creemos que no
·se trata de un problema de clases sociales,
sino de estructura de la sociedad. La cultura
es. fruto de la .par­
ticipación activa de todo el pueblo, entramado en sus cu~rpos
naturales y sus asociaciones intermedias. La masificación des­
truye ese presupuesto. Si alcanzara su límite sería plena reali-
(1) RosTOVTZEFF, Historia s_ocial y econ6mica del Imperio Romano,
vol. II, cap. XII, n6m. 4, Madrid, Espasa-Calpe, 1962, pág. 489.
(2) Sociedad de masas y D'erecho, 2.• parte, cap. XI: La cultura y
las masas, n6m. 144, Madrid, Taurus Ed., 1968, pág. 593.
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dad lo que la fina sensibilidad de SAINT E:xuPÉRY (3) ya le hacía
percibir y exclamar patéticamente:
« Ya no queda más que la
voz del "robot" de la propaganda -y perdóneme----: dos mil
millones
de hombres que no oyen más que al "robot", que no
comprenden . más :que al "robot", que se hacen nrobot" ... ».
« ..• cl hombre a quien se alimenta con la culrura de confección,
con cultura "standard", como se alimenta a los bueyes con pien­
so. Ese es el hombre de hoy»,
Podemos decir, por eso, que . la exposición de este tema no
constituye sino orra perspectiva de los que examiné en dos de
nuestras anteriores reuniones,
al tratar de Libertad y principio
de subsidiariedad
(4) y de Ideologia o participaci6n (5). Sin li­
bertad, en · su verdadero significado, no existe auténtica partici­
pación
social que, a su vez, requiere que haya sociedad; es de­
cir, una interacción de innumerables sociedades humanas meno­
res en las que el hombre se desarrolla, no sólo como animal ra­
cional, sino también social y político.
Sin libertad, sin partici­
pación y sin verdadero entramado
social, conforme al principio
de subsidiariedad, no puede haber cultura auténticamente viva
y fructífera.
Así trataremos de verlo

.
y mostrarlo a lo largo

de
esta exposición.
2. Para ella
es indispensable la percepción dcl hombre con
perspectiva plena, en
tina antropología que nos permita captar
lo
qc{e constituye la cultura.
(3) A.NTOINE SAINT~ExuPÉRY, Lettre au General X; cfr., en castellano,
en Para que El reine, de Jean Ousset, Madrid, Speiro, 1961, págs. 449 y
siguientes.
(4) «Libertad y principio de subsidiariedad», cfr. en Verbo, 197-198,
-págs. 915 Y sigs., o en Et principio de subsidiariedad, Actas de la XIX
Reunión de amigos de la Ciudad cat61ica, Madrid, Speiro, 1982, pági­
nas 195 y sigs., o en Tres ensayos: Cuerpos intermedios. Representaci6n
polltica. Principio de subsidiariedad, III, Madrid, Spciro, 1981, págs. 111
y siguientes.
(5) «Ideologla o participación», en Verbo, 215-216, págs. 571 y si­
guientes, o en ¿Crisis en la democracia?, Actas de la XII R~n dC
amigos de la Ciudad Católica, Madrid, Speiro, 1984, págs. 63 ysigs.
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LA MASIFICACION DE LA CULTURA
JuAN PABLO II nos recuerda insistentemente el carác­
ter humano de la cultura. «El hombre -'-- UNESCO (6)-, en el mundo visible, es el .único de
la cultura; es también su único ob¡eto y su término. La cul­
tura es aquello a través de lo cual el hombre, en cuanto hom­
bre, se hace más hombre, "es" más, accede más-al "ser" ... La
cultura se sitúa siempre en relación esencial y necesaria a lo
que el hombre
es, mientras que la relación a lo que el hombre
tiene, a su "tener", no sólo-es secundaria, sino totalmente re­
lativa».
Un año antes había dicho en Polonia (7):
«La cultura es la expresión del hombre, es la confirmación
de la humanidad. El hombre la crea y, mediante ella, el hom­
bre
se crea a sí mismo. Se crea a sí mismo con el esfuerzo in­
terior del espíritu, del pensamiento, de la voluntad, del cora-
. zón. Y, al mismo tiempo, crea la cultura en comunión con los
otros. La cultura
es la expresión del comunicar, del pensar jun­
tos y del colaborar juntos de los hombres. Nace del servicio al
bien común y se convierte en bien esencial de las comunidades
humanas.
»La cultura es, sobre todo, un bien común de la nación».
Y, un mes más tarde que en Paefs, en Río de Janeiro (8)
reiteraba: «La verdadera cultura
es la humanización, mientras que · ¡a
no cultura y las falsas culturas son deshumanizadoras. Por eso
mismo, en la elección de la cultura, el hombre compromete su
destino».
(6) JUAN PABLO II, Alocución a Ja UNESCO del 2 de junio de 1980,
dr. L'Osservatore Romano,· edici6:tl. semanal en lengua espafiola, año XII,
núm. 24 {598), 15 junio de 1980. ·
(7) JUAN PABLO II, Alocución a los jóvenes en Guienzo (Polonia),
el 3 de junio de 1979. L'Osservatore Romano, año XI, núm. 23 (545),
10 junio de 1979.
(8) JuAN PABLO II, EncuenttQ con los hombres de cultura en Río de
Janeirct, el 1 de octubre de 1980, UOsservatore Romano, año XII, núm. 28
(602),
13 julio de 1980:
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JUAN V ALLET DE GOYTISOW
La cultura es posible porque el hombre es animal racional
e, interdepeudienteni.eute, con esa racionalidad se desarrolla como
animal social y político que naturalmeute es también.
Como consecueucia de ese desarrollo social
y' político, a su
vez, cada uno de los individuos se desarrollan más como hom­
bres
y se forma el acervo cultural común. Formación que, se­
gún explica el profesor PU:R1Ul CHAUNU (9), se apoya en la que
viene
a constituir la segunda memoria humana, de la que care­
ceu las otras especies animales.
«Ter:emos -dice--dos memorias, por lo menos. Como to­
dos los seres vivos, una memoria genética. Con ella, 23 cromo­
somas paternos,
23 maternos, construimos el gran cerebro de
las, lff"' neuronas y los 10" sinapsis que nos hacen únicos».
Pero, además, tenemos lll?-ª memoria cultural que nos coro~
pensa, con creces, de que «nuestro código genético se haya des­
pojado progresivameute de esas conductas innatas organizadas,
de, esos compleios instintivos que permiteu al animal s~r sin
necesidad de apreuder». Por eso, «hacen falta de quince a
·vein­
ticinco
años para reprogramar un hombre». Y, d~ esto, deduce
CHAUNU las dos que considera primeras reglas de la transmisión
del saber:
-«Pasamos nuestra vida apreudiendo y enseñando. Toda
la historia
se resume en ese doble movimiento, ser programado
para programar
... » ..
-« ... el hombre es un ser social; por el mismo título por
el que es. único. · La cultura no cabe en ningón cerebro. El co­
nocimiento obedece a la ley de la división del trabajo. Consti­
tuimos un cerebro, un gigantesco cerebro colectivo que
se hace
y se deshace a través de la totalidad del espacio y del tiempo».
El acrecentamiento: de
la cultura presupone el acrecentamien­
to del número de cerebros· que conservan una fracción de ella.
Constituímos «una neurona de -un vasto. saber humano y nues­
tra eficacia depende de los sinapsis, entiéndase de las redes de
(9) PIERRE ÓIAUNU1 Histoire et imagination: la transition, cap. 8.0
:
La vie, París, Presses Universitaires de France, 1980, págs. 110 y sigs.
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LA MASIFICACION DE LA CULTURA-
comunicacron que somos capaces de mantener· en torno nuestro
en el espacio y, a través de las adquisiciones culturales, en el
tiempo».
3. De lo dicho hasta aquí, queda claro que
la cultura re­
sulta una constante interacción en Sentido vertical; es decir, ge­
neracional, y, en sentido horizontal, en cada comunidad huma­
na a su respectivo nivel. Esas interacciones permiten el acrecen­
tamiento de
la cultura a través del espacio y el tiempo, de un
modo lento pero seguro, de generación en generación.
A este respecto, advierte
CHAUNU ( 10 ), que los mejores cre­
cimientos son los más lentos, los más moderados, los más pró­
ximos a la línea horizontal, a poco
más de cero; pero que, a
escala humana, pueden desarrollarse indefinidamente, sin contra­
golpes, armoniosamente.
Este es un primer dato que muestra la primera contraposi­
ción que advertimos entre los procesos de culturización
y los de
masificación en la cual después deberemos profundizar.
Un segundo
claro nos . lo ofrece la correlación entre el hom­
bre
y la cultura. La correlatividad antropológico-cultural, para
ser. más plena, ha de abarcar al hombre entero, en todos sus as­
pectos íntegramente. JuAN PABLO II ( 11) lo ha expuesto, con
transparente claridad, en los dos párrafos que a continuación
transcribimos: «La humanización,
es decir, el desarrollo del hombre, se efec­
túa
en todos los campos de la realidad en la que el hombre está
situado
y se sitúa: en su espiritualidad y col'pOreídad, en el uni­
verso,
en la sociedad humana y divina. Se trata de un desarrollo
armónico,
en el cual todos los sectores de los que forma parte
el hombre
se enlazan unos con otros: la cultura no se refiere ni
únicamente al espíritu, ni únicamente al cuerpo·, y taµipoco úni­
camente a la individualidad, ní a la sociabilidad o universalidad.
(10) P. CHAUNU, op. cit., págs. 111 y sigs
(11)
JUAN PABLO 11, Encuentro cit., en Río de Janeiro, el 1 de julió
de 1980.
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JUAN V ALLET DE GOYTISOW
La reducción ad unum da lugar siempre a culturas deshumani­
zadoras, en
las cuales el hombre es espiritualizado o es mate­
rializado, es disociado o es despersonalizado. La cultura debe
cultivar
al hombre y cada hombre en la extensión de un. huma­
nismo integral
y pleno en el cual todo hombre y todos los hom­
bres son promovidos en la plenitnd de cada dimensión humana.
La cultura tiene como fin esencial promover el ser del hombre
y proporcionarle los bienes necesarios para el desarrollo de su
ser individual
y social».
«La cultura, cultivo del hombre en todas
sus facultades y
expresiones, no es solamente promoción del pensamiento o de
la acción, si no es, también, formación de. la conciencia. A causa
de la educación imperfecta o nula de la conciencia, el puro co­
nocimiento puede dar origen a . un humanismo orgulloso pura­
mente terrestre; la acción y el placer pueden originar seudo-­
culturas de uria productividad incontrolada, en beneficio del
poderío nacional o del consumismo privado, qne tienen
como
consecuencia funestos peligros de guerra y gravísimas crisis eco­
nómicas.
»La promoción del conocimiento es indispensable, pero· es
insuficiente cuando no va acompañada por la cultura moral.
»La cultura animi debe promover juntamente la instrucción
y la educación, debe instruir al hombre en el conocimiento de
de la realidad, pero al mismo tiempo educarlo para ser hombre
en la totalidad de
su ser y de sus relaciones. Ahora bien, el
hombre
no puede ser plenamente lo que es, no puede realizar
totalmente
su humanidad, si no vlve la· transcendencia de su
propio ser sobre el
mundo y su relación con Dios .... ».
La cultura, al abarcar al hombre entero, lo comprende:
-I ndividu~lmente en concreto, desde su origen en Dios
hasta
su fin individaul, en la vida perdurable, después de la
muerte.
-Socialmént~, considerado como eslabón de generaciones
y entramado en familias y, escalonadamente, en una -rica gama
de sociedades que civilmente culminan en la sociedad política
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LA MASIFICACION DE LA CULTURA
por antonomasia, y, más allá de ella, hasta comunicarse en la
comunidad universal humana.
-
Y, en ambos aspectos, la cultura se infunde e informa
en todas las facultades y modos de expresi6n: conocimiento,
conciencia, pensamiento, comunicaci6n, acci6n
(agere) y cons­
trucción (facer~) de lo útil y lo bello.
T
cxlo lo expllesto nos muestra que la cultura incide funda­
mentalmente
en· el ser del hombre -y, s6lo secundaria y rela­
tivamente, incrementa su tener-y que se infunde en s~ existir.
La inserci6n de la cultura en el ser y el existir del hombre,
y sólo relativamente con efectos secundarios en el tener} tam­
bién lo ha expresado JuAN PABLO II ( 12). Para explicarlo, parte
de
la frase de SANTO TOMÁS DE AQUINO, en sus Comentarios a
lc,s Post Analyticos de Aristóteles, número 1; «Genus huma­
norum arte et ratione t!ivit», expresiva de que «el hombre vive
una vida verdaderamente humana gracias a la culturr,» de la
que no puede prescindir.
«La cultura
es un modo específico del "existir" y del "ser"
del hombre.
El. hombre vive siempre según una cultura que le
es propia, y que, a su vez, crea entre los hombres un lazo que
les es también propio, determinando el carácter ínter-humano
y social de la existencia hutt)ana».
«El hombre, que, en el mundo visible, es el único ou;eto
6ntico de la cultura, es también su único ob¡eto y su término.
La cultura es aquello a través de lo· cual el hombre, en cuanto
hombre, se hace más hombre, "es" más, accede más al "ser".
En esto encuentra también su fundamento la distinción capital
entre lo que
el hombre es y lo que tiene, entre el ser y el tener.
La cultura se sitúa sien:tpre en relación esencial y necesaria a
lo que el hombre
es, mientras que la relaci6n a lo que el hom­
bre tiene, a su "tener", no sólo ~s secundaria, sino totalmente
relativa. Todo el "tener" del hombre no es importante para la
·cultura, ni es factor creador de rultura, sino en . la medida en
(12) JUAN PABLO II, Alocución citada en la UNESCO, del 15 de ju­
nio de 1980.
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JUAN V ALLBT DE GOYTISOW
que el hombre, por medio de su· "tener", puede al mismo tiem­
po "ser" más plenamente como hombre, llegar a ser más ple­
namente hombre en todas las dimensiones de su existencia, en
todo
lo que caracteriza su humanidad. La experiencia de las
diversas épocas, sin excluir la presente, demuestra que se piensa
en la cultura
y se habla de ella principa/.mente en relación con
la naturaleza del hombre, y luego solamente de manera secun­
daria
e indirecta en relación con t!l mundo de sus productos» ...
«El hombre, y sólo el hombre, es "autor,,; o "artífice" de la
cultura; el hombre, y sólo el hombre, se expresa en ella y en
ella encuentra su propio equilibrio».
Esta inserción de
la cultura en el ser y en el existir, perso­
nal
y social, de cada hombre concreto y de las sociedades en
las que
se integra, requiere libertad, en su auténtico significado
que la hace mseparable de la verdad, de la razón, del bien y,
socialmente, del bien común. También lo ha expuesto JUAN PA­
BLO II (13):
· « ... Fuera de la libertad no puede haber cultura. La verda­
dera· cultura de un pueblo, su plena
humanización, no se pue­
den desartollar en un
régimen de coerción: la cultura --dice
la Constitución conciliar Gaudium et. spes, 59-, por dimanar
inmediatamente de la naturaleza racional y
social del hombre,
tiene siempre necesidad de una justa libertad para desarrollarse
y de una legítima áutonomfa en el obrar según sus propios
principios.
»La cultura no debe sufrir ninguna coerción por parte del
poder,
sea político o económico, sino ser ayudada por el uno
y · por el otro en todas las formas de iniciativa pública y pri­
vada, conformes
con el verdadero humanismo, con la tradición
y con el espíritu auténtico .de cada pueblo.
»La cultura que nace libre debe, además, difundirse en un
régimen de libertad. El hombre culto tiene el deber de propo­
ner
su cultura, pero no puede imponerla. La imposición contra-
(13) JuAN PABLO II, Encueotro citado, julio d• 1980.
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LA MASIFICACION DE LA CTJLTURA
dice a la cultura, porque contradice a ese proceso de libre aSÍ!nÍ'
!ación personal por parte del penasmiento y del amor que es
peculiar de la cultura del espíritu. Una cultura impuesta no
solamente contrasta con
la libertad · del · hombre, sino que obs­
taculiza el proceso formativo de la propia cultura, la éual, en
su complejidad, desde la ciencia hasta la forma de vestirse, nace
de la colaboración de todos
lós hombres».
Como resumen, además del dato de
la lenta maduración de
la cultura auténtica a través de la historia, podemos señalar,
también,
otroS puntos en que su realización e incremento resul­
tan contrapuestos a
la masificación --'-COn la. qne después debe­
remos
confrontarla-y son los de .la inserción existencial y vivi­
ficadora en ella del hombre con su racion_alidad, su sociabilidad
y su auténtica libertad frente al Estado.
4. Esa inserción existencial significa una participación ac­
tiva, que debe ser lo más general posible, aunque no quepa que
sea igualitaria. No cabe que lo sea; y, en caso de serlo, no com­
portaría progreso cultural.
Como dijo
BENJAMIN CoNSTANT (14): «La variedad es la vida;
la uniformidad
la muerte». Ciertamente. -dice DE CORTE (15}­
ésta «es la definición de la muerte social ¿Qué intercambios
habría en una asociación de iguales.
fuera de un comercio ver­
bal, falai, y vano? El intercambio exige la diferenciación y la
diferenciación, a
su vez, exige la jerarquía».
Se ha repetido muchas veces. El matrimonio se basa en la
diferencia
y complementariedad . de sexos, entre marido y mu­
jer, que .comporta una clara · diversidad de funciones de padre
y madre en
la familia, en la que también resulta clara la dife­
rente función complementaria de padres e hijos, incluso cuándo
éstos -se convierten, a su· vez, en padres y hacen a aquéllos
(14) BENJAMIN CoNSTANT, De l'esprit de conquete et de l'usurpation
dans leurs rapports avec la civilization européene, París, .Garnier FrCres,
1024, cap. XII, pág. 212.
(15) MARcÉi DE CORTE, «La educación politlai», núm. 3; cf. en Verbo,
núm. 59, págs. 647 y sigs.
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JUAN V ALLBT DE GOYTISOW
abuelos. Y, así, toda la sociedad se entreteje con diversidades y
complementariedades.
Lo había expresado muy bien, a fines del
siglo
XIV, el menoret gerundense y obispo de Valencia FRANCESC
EIXIMENIS · ( 16 ): «así como diversos miembros que tienen dis­
tintas funciones hacen un cuerpo en el hombre, así diversas
personas y oficios ajustados
hacen un cuerpo y una comunidad,
que es llamada la cosa pública cristiana» . . . «hay cabeza, que .
es quien rige o tiene el señorío; los ojos y las orejas son los
jueces y oficiales;
los brazos, aquellos que defienden la cosa pú­
blica, es decir, los caballeros y los hombres de armas; el cora­
zón, los consejeros; las partes generadoras, los predicadores e
informadores; los muslos y piernas son los menestrales;
loo pies
que. pisan
la tierra, los payeses que la cultivan y ejercen en ella
en todo tiempo su oficio».
Esta complementariedad se desarrolla a través de una inter­
acción que va tejiendo una rica variedad de cuerpos
y centros
de relaciones sociales, que se
van dsarrollando escalonadamente,
de abajo hacia arriba, como !_as plantas, hasta form~r la comu­
nidad política, que
es una sociedad de sociedades (17).
De ese modo -<:orno venimos repitiendo (18}-la macro­
economía, la macropolítica, la macrocultura dependen de la micro­
economía, la micropolítica, la niicrocultura ( en términos del run­
bito cuantitativo o extensivo respectivo); y aquéllas no pueden
absorber a
. éstas sin sufrir las consecuencias de la

asfixia que
de hacerlo provocarían. La participación es una interacción entre
lo múltiple
y lo uno. De tal modo que no rompe la unidad de
éste,
ni tampoco destruya aquella multiplicidad, en la que cada
cuerpo, y en la que cada persona, actúan en la esfera de su
propia competencia, bajo su personal responsabilidad. No «to-
(16) F'RANCBSC EIXIMBNIS, Regiment de la cosa publica, cap. I; véase·
edici6n de Barcelona, «Eis noStres clásiss», 1927, págs. 41 y sigs.
(17) Cfr. nuestra ponencia «Libertad y principio de subsidiariedad»,
8, en Verbo, 197-198, págs. 946 y sigs.,_ o en El principio de subsidiarie­
dad, págs. 226 y sigs., o eo Tres ensayos ... , págs . .142 y sigs.
(18) Cfr. «La participación», en ABC, 27 de febrero de 1976, reco­
gida en Más sobre temas de hoy, Madrid, Speiro, 1979, págs. 189 y sigs.
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LA MASIFICACION DE LA CULTIJRA
dos en todo», pues esto sólo cabe en apariencia, con un engaño
consistente en mover todo, y a todos, mecánicamente, desde. un
centro tecnocrático cuyos largos brazos les .alcancen y manipulen
como si se tratara de marionetas·.
5. En nuestta ponencia del pasado año ( 19) confrontamos
esa visión de la sociedad, basada en la participación humana
dentto de un orden natural, a ttavés de
un enttaroado de cuer­
pos naturales y asociaciones intermedias que
culminan en la
organización política estatal, frente a las concepciones dimanan­
tes de las ideologías, según las cuales el hombre se sitúa como
demiurgo de toda la naturaleza -inanimada y humana-y que,
por un efecto paradógico,
. dan lugar a que sólo argunos hom-
. bres, al menos temporalmente, sean quienes actúen como tales
demiurgos y los demás queden reducidos a masa maleable, cla­
sificados como objetos de manipulación para su ttansformación,
a
fin de llevar a cabo el proyecto de la ideología detentadora
del poder. Los dirigentes asumen la denominada
res cogitans,
en terminología cartesiana, al monopolizar el pensamiento crea­
dor, racionalizante y operativo, mientras que los súbditos que­
dan
subsumidos en la res extensa, entre las cosas que deben ser
·adaptadas al modelo mental, ideado y proyectado por aqué­
llos
(20).
El pluralismo varía de sentido. No representa la multiplici­
dad del mundo real, con su riqueza
de cuerpos naturales y de
sociedades intermédias,
!'fi interacción recíproca para formar la
unidad sin desttuir la multiplicidad, conservando cada cuerpo
la propia identidad. El pluralismo ideológico lo es de meras con­
cepciones -mentales, y. no es armónico sino diaÍéctico.
En efecto, es así porque, cada ideología representa mental­
mente una concepción unilateral,
y por lo tanto parcial, de ese
mundo real; concepción que se convierte en totalizante y que
(19) «Ideología o participación», míms. 6 y s:igs.; ~fr. en Verbo,
215-216, págs. 581 y sigs., o en ¿Crisis en la democracia?, págs. 63 y sigs.
(20) Ibld., n6ms. 8 y 9; cfr: en Verbo, 215-216, págs. 516 y slgs.,
o en ¿Crisis en ... , págs. 63 y slgs.
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JUAN V ALLET DE GOYTISOLO
trata de imponer, en una constante confrontaci6n dialéctica con
las demás
ideologías y con la propia realidad. En esa confronta­
ci6n ideol6gica ya no se busca la. armonía de las · partes en un
orden objetivo y justo
con. visi6n universal, sino que se trata
de lograr el triunfo total de la respectiva ideología en una lu­
cha dialéctica en la que cada consenso no constituye sino una
síntesis provisional, con una toma de posici6n para
desarrollar,
desde ella, nuevas síntesis.
La democracia moderna, organizada en partidos políticos no
representativos de la realidad social sino de las distintas
ideo­
logías,
es el campo de juego de la lucha dialéctica entre éstas.
Por eso
no trata de armonizar la. vida social del pueblo, sino
que· enfrenta las distintas concepciones mentales, intentando
cada partido imponer la
SU}'.O, es decir, SU respectivo modelo
ideol6gico de cambio social. Los dirigentes de cada uno luchan
por ser las
res cogitans del país en cuya res extensa es subsumi­
da la masa de ciudadanos, meros votantes, sometidos al implaca­
ble bombardeo
de la propanganda, difundida sín tregua ni des­
canso, a través de los mass media.
Las ideologías, por tanto, al enfocar la sociedad como res
extensa a la que debe dársele forma y hacerla mover de acuer­
do
con el modelo ideado por la res cogitans, monopolizada por
las mentes autoras del programa que trata de
operarse, ineluc­
tablemente intentan masificar esa sociedad que,
ya a priori, con­
cfüen como un objeto de cálculo y racionalización sobre el cual
han de operar. Ahogan sus formas
espontáneas y su propio mo­
vimiento en su vida real para sustituirlos por las formas pro­
gramadas, s6lo configurables en una materia moldeable y con
el movimiento impulsado desde fuera y desde arriba por la
tec­
nocracia dirigente. A medida que la participación va atenuándose
y desvaneciéndose
se produce . y asienta la masificación.
6. Antes d~ proseguir conviene que nos detengamos unos
momentos en este último fen6meno social
o, más exactamente
dicho,
el de la disolución de la sociedad y su absorción por el
Estado.· Para ello, conviene, ante todo, observar qué es la masa.
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LA MA,SIFICACION DE LA CULTURA
«Masa -escribió EMIL BRU,NNER (21)--.es lo amorfo, lo que
no tiene trama, urdimbre, ni estructura: es la mera continuidad
de partículas iguales».
Masificación es, pues, la destrucción· de toda trama;
urclim­
bre y estructura y la reducción a partículas iguales. Aplicada a
la sociedad
es tanto como su destrutción, al reducirla a una
suma de individuos, conglomerándolos,
y que, de ese modo, pier­
den su vida propia
y se ven privados de los vehículos de la par­
ticipación social que aquéllos constituyen. Por eso han de ser arti­
culados mecánicamente
y movidos artificialmente por el Estado.
Este
sustituye a la sociedad, que ha destruido al masificarla.
De ahí la clara distinción, expuesta por Pío Xh (22), entre
pueblo y masa o multiplicidad amorfa: «El pueblo vive y · se
mueve por su vida propia; la masa es de por sí inerte y sólo
puede ser movida desde fuera.
El pueblo vive de la plenitud de
vida de los hombres que lo componen, cada uno de los cuales
-en su propio puesto y según su manera ·propia-es una per­
sona consciente de su propia responsabilidad y de sus ropias ac­
ciones. La masa, por el contrario, es para el impulso exterior
fácil juguete en manos de cualqui.era que explote sus instintos
o· sus pasiones, presta a seguir sucesivamente hoy esta bandera,
mañana otra. distinta».
Así vemos una relación de interdependencia entre masa
y
Estado totalitario, en cuanto éste es «la estatalli:aci6n integ,:al
de la vida» ( 23 ), que arrebata el poder a las formas sociales pre-­
estatales. Obedece, ciertamente, a una tendencia del poder ob­
servada por
BERTRAND DE JoUVENEL (24 ): la de que «es nivelador
mientras es Estado»;
y, para «apoderarse de los medios que exis-
(21) EMIL ·BRUNNER, La ;usticia, cap. XIX, trad. en castellano de LUIS
REcASENS SrcHES, México, Universidad Aut6á.om.a. de México, .1961, pá­
gina 229.
(22) Pío XII, Radiomeosaje de Navidad de 1964, Benignitas et hu­
manitas, conocido p0r «Discurso sobre la democracia», I, 17.
(23) Cfr. BRUNNER, op. cit., cap. XVI, páj!S, 167 a 175.
(24) BBRTRAND DE JoUVENEL, El pod'er, í:ap. XI, Madrid,~-Nacional,
1956, págs. 187 y sigs.
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JUAN V ALLBT DE GOYTISOLO
ten en la comunidad» destruye «los alcázares sociales, igual que
el oso,
en busca de la miel, destruye las celdas de las colmenas».
Los rasgos expuestos nos
señalan como características de la
masa humana: su uniformiadd, su. carencia de estructura propia
y autojerarquizada; su manipulaci6n desde fuera y su consecuen­
te falta de responsabilidad (25).
a) La uniformidad presenta dos aspectos: uno, imaginario,
que responde a la pasi6n de igualar, que nunca se alcanza, pues,
en primero y último término, jamás serán iguales quienes impo­
nen la igualdad a los demás y los sujetos a su
imposici6n. Y
otro, real, en el que aquél influye y se interfiere, y que se obser­
va en una uniformaci6n
de gustos y modo de ser. Mucho más
hoy en día,
por la fuerza que sobre ella ejercen los medios ma­
sivos de información, especialmente los audiovisuales. CoHEN­
SÉAT
y FoUGEYROLLAs (26) señalan la uniformización de las men­
talidades como características del proceso de masificación,
re­
sultante del mismo fen6meno de la concentraci6n urbana y por
los medios
fílmicos de informaci6n que, «superponiéndose a la
especializaci6n y a la
dispersi6n del saber y de la competencia,
desarrollan,
por su parte, una potencia de uniformizad6n que se
traduce en la masificación propiamente dicha».
A ésta, a su vez,
.«corresponde una uniformización de las costumbres que tiende a
englobar a asalariados
y miembros de la clase media en una nue­
va realidad de masa».
Esa uniformización
se facilita desde el poder político a tra­
vés de sus estímulos hacia las tendencias calificadas de libera­
ción de
las vie¡as ataduras y de homogeneización (27).
b) ·· Carencia de estruatura. propia autoierarquizada en cuan­
to la masa está formada
por un número indiferenciado de indi-
(25) Cfr., a este respecto, -nuestra obra Sociedad de masas y .... , I,
cap. I, núms. 4 y 5, págs: 25 y sigs.
(26) GILBERT CoHEN-SÉAT y PIERRE FOUGEYROLLAS, L'action sur l'hom~
me: cin!ma et télevision, París, Darme~ 1961, cap. 11, págs. 59 y sigs.
(27) Cfr. nuestro artículo «El hombre en la sociedad de masas», 8 y 9,
en Verbo, 159-160, noviemhre- 56
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LA MASIFICACION DE LA CULTURA
viduos desarraigados, «separados», despegados y anónimos» (28),
caracterizados por que tal masa no tiene, según destaca HERBERT
BLUMMMER (29), «organización social alguna, ni tradición, ni acer­
vo de costumbres; carece de una serie establecida de reglas
y
ritos, no tiene un conjunto organizado de sentimientos ni se en­
cuentra en ella una estructura organizada de sentimientos ni se
encuentra en ella una estructura de funciones posicionales, como
tampoco una jefatura establecida». Formar parte de la masa
equivale a divorciarse
-«alienarse»---de sf mismo, en cuanto
los instrumentos que se dan como_ guía se «escogen · co.ino su
propio imago o deseo e imagen ideal» -la televisión, la radio
y el cine--«implican y exigen una respuesta masiva a sus pú-
blicos respectivos».
·
Desaparecen sus élites naturales, catalizadores internos del
pueblo en todos sus órdenes
y niveles, que son sustituidas, como
sucedáneos, por los
lideres políticos o sindicales y por las vede:
tes .de t_odo género exhibidos en los mass media.
c) Manipulación desde fuera, consecuencia de la falta de
estructura
y vida interna ptopias y de la carencia de élites y de
participación. Evidentemente, cuando falta
la integraci6n biológica desde
las raíces, ésta es sustituida por una organización_ mecánica, _im­
puesta burocráticamente por el poder político. Ello da lugar a
una
-así se dioe analógicamente---sociedad mecanizad14 en la
que cada hombre
se convierte en. «un diente más de la máquina
tecnológica»
y la sociedad se transforma en un «aparato», según
expresiones de
ERNEST y FRIEDRICH GEORGE JuENGER (30).
De ahí
la burocratización y la tecnocratización de la socie­
dad en trance de masificación o ya masificada; y de ahí también
(28) Cfr. DANIEL BELL, El fin de las ideologias, cap. 1; cfr. ed. Ma­
drid, Tecnos, 1964, págs. 27 y sig,;.
(29) HERBERT BLUMMER, «Conducta colectiva», en New Outlines gf
the Principles of Sociology, New York, ed. A. M. Lee,· 1963,-cit. por BELL:
(30) EruraST y FRmDRICH GEORGE JUENGER, The Failure of Techno­
log;y, Chicago:, 1948, cit. por BELL.
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JUAN V ALLET DE <;OYTISOW
el totalitarismo, en virtud. del cual el Estado asume todas las
funciones sociales desde la creación de la «conciencia social» y
la subsunción del derecho en la ley positiva hasta el consumo del
tiempo Íibre (31).
· ÜRTEGA Y GASSET (32) señalaba como «el mayor peligro que
hoy
amenaza ala dvilización: la. estatificación de la vida, el in­
tervencionismo del Estado, la absorción de toda espontaneidad
social por
el Est~do; es decir, la anulación de la espontaneidad
histórica que, en
definitiva, sostiene, nutre y empuja los des­
tinos humanos».
d)
Falta de responsabilidad del hombre masa, resultante de
que, al hallarse debilitados sus vínculos sociales, la masa es di­
rigida desde fuera y condicionada por los medios de información,
produciéndose un nuevo tipo de hombre, mantenido toda su vida
en]a infancia, como preanuncló TocQUEVILLE (33) y, caracteriza­
do, según ha sintentizado RE.c;ASENS Src,ms (34 ), «por su apeten­
cia superlativa de disfrute, unida a
su falta de sentido de la res­
ponsabilidad».
Se llega a esta irresponsabilidad social a traviés de la media­
tización racíondista del . mundo que sufre el hombre descreído en
lo religioso y desarraigado de la realidad que, en palabras de
L.ERSCH (35), queda «mutilado y sin órganos para recibir los mis­
terios y e!' milagro que se expresan y transparentan en todo lo
existente». Esta mediatización trae aparejada
la pérdida de la
(31) Cfr, nuestros estudios «El hombre en la sociedad de masas», 12,
en Verbo, 159-160, págs. ~.405 y sigs., y «Tecnoctacia, totalitarismo y ma­
sificación», 2, 4 y 5, en Verbo., o e:n En-·torno a la tecnocracia, Madrid,
Speiro, 1982, págs. 83 y sigs.; y 90 y sigs.
(32) JosÉ ÜR.TEGA Y GASSET, «La rebelión de las masas», cap. XIII;
cfr. ed. Madrid, Revista de Occidente, 1954, pág. 105.
(33) Cfr._ALEXIS DE TocQUBVILLE, De la democratie en Amerique, edi­
ción de París, Gallimard, 1%1, lib. IiI, cap. VI, p,!gs. 324 y sigs.
(34) Lurs RECASENS SxCHEs, Lecciones .de sociologia, México, 1948, ca­
pitulo XXVIII, núm. 5, pág. 443.
(35) PHILIPP LERSCH, El hombre en la actualidad, Madrid. Gredas,
1958, cap. IV, B, pág. 52.
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LA MASIFICACION DE LA CULTURA
libertad e independencia en el pensar, sentir y querer, ya que al
no saber captar la realidad, el hombre masa «recibe . sus opinio­
nes y juicios de fuera, de
la. prensa, de la radio [hoy,. sobre todo,
de la televisión], de los lemas y consignas que estos medios de
propaganda le proporcionan» (36).
Todo ello hace creer que las ventajas
de la civilización, he­
redadas de generaciones anteriores, son algo gratuito, que nada
han costado y que de modo alguno pueden perderse. El Estado
totalitario y providente aparece como
el único responsable de
mantenerlas a nuestra disposición.
A las masas, secribió ÜRTE­
GA (37), «no les preocupa más que su bienestar y, al mismo
tiempo, son insolidarias
de. las causas de ese bienestar». Olvi­
dan que la civilización «sólo con grandes esfuerzos
y cautelas
se puede-sostener»;· no les pre~upan sino sus ventaja~, que re­
claman y exigen «perentoriamente, cual_.si fuesen derechos na­
tivos».
7. El breve · repaso que hasta aquí hemos efectuado n9s
devuelve a la pregunta planteada en el comienzo de esta expo­
ción ante la contraposición de fa cultura -fruto de una parti­
cipación social, adecuada a la relación del hombre entero, en
todas sus dimensiones, con el_ -Principio de su ser, con el uni­
verso que le rodea y con sus semejantes en el medio físico, .his­
tórico y social en que sé halla-y la masificación, cort .sus efectos
que acabamos de contemplar.
Cada hombre necesita una cultura
y la sociedad en que vive
también la precisa. Esta cultura social
y aquella cultura perso­
nal
se intercomunican. Se produce, entre ambas, una interacción.
Las élites sociales de toda clase mantienen y enriquecen la cul­
tura de la sociedad en la que viven en todos sus niveles; y la
sociedad crea un ambiente
cultural que, impregna a los hombres
que la integran. La tradición viva, alimentando
las costumbres
y prácticas sociales juega aquí un papel transmisor y fundamen-
(36) Ibld., F, págs. 80 y sigs.
(37) ÜRTBGA y GA.SSET, ap. cit., cap. IV, págs. 62 y sigs.
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JUANVALLBT DE GOYTISOLO
tal. La patticipación activa es .el motor de esa cultura; vive de
ella y, a la véZ, la conserva, transmite y entiquece.
La cultura
se realiza y desarrolla a través de un conjunto
de actos de seres activos.
No se trata de un producto que se
pueda repattir, como el pienso al ganado, a hombres pasivos,
:meros consumidores. Su tratamiento como materia de consumo
la degrada a la vez que se depauperan y degradan quienes se
alimentan con ella, así
manipulada y convertida en producto.
La auténtica formación cultural se produce a través de una
combinación de mensajes recibidos, unos de naturaleza
inal!ima­
da y otros de nuestros semejantes, unos vividos, otros oídos,
otros vistos.
PIERRE CHAUNU (38) lo explica sencilla pero en profundidad:
«!lealmente, un hombre de la civilización tradicional del
mundo pleno, un.
campesino ºfrancés que trabajaba sólo en su ·
campo en el siglo XVII, a través de sus sentidos recibía mayori­
tariamente mensajes sensoriales no elaborados:
el azul o el gris ·
del cielo, las vibraciones del aire, el ladrido de un perro: "Estas
son las informaciones en bruto".
Los demás son mensajes que
nos llegan a través del lenguaje humano: que concentra, escoge
y codifica las informaciones en bruto.
'El lenguaje intensifica,
agránda, el contenido del mensaje».
«El mensd,¡e en bruto puede ser transformado en un mensa­
je codificado por cada miembro de la comunidad. Los mensajes
en bruto, codificados por
el vecindatio, nos revierten bajo la for­
ma de mensajes codificados en débil intensidad» ... «La red de
comunicaciones_ es conducida_ por hombres y mujeres con una
formad6n profesional y técmca que tiene como objetivo ense­
ñarles a cargar los mensa;es Con el máximo de expresividad y
contenido».
·
El pueblo, la sociedad humana -lo hemos recordado antes-,
está integrado por un entramado de personas que ejercen fun­
ciones distintas y que, aun. cuando sean iguales en esencia y dig­
. nidad, tienen diferente capacidad, aptitud y vocación. El cono-
(38) PIERRE CHAUNU, op. cit., cap. 5, págs. 67 y sigs.
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LA MASIFICACION DE LA CULTURA
cllillento obedece a la ley de la división del trabajo (39). En
este entramado de personas en los
cuerpos sociales · y asociacio­
nes que forman entre sí y las redes de intercomunicación que
las une, se integra
la cultura de cada pueblo, de cada nación y
del conjunto de pueblos y naciones que constituyen una civi­
lización. La cultura viva requiere, por lo tanto, una multiplici­
dad de personas activas desiguales
.entre sí y con funciones di­
ferentes y· que deben formarse para capacitarse en ellas desde
temprana edad.
También
CHAUNU ( 40) nos recuerda que las personas del,,:n
formarse desde la más temprana edad. La . calidad del cerebro
depende del acoplamiento
neurónko de los primeros meses. De
todas
las escuela~, la más importante es la del lenguaje. La 'ver­
dad es que del transcurso del aprendizaje del lenguaje en los
primeros meses de
la vida depende la utilización o no de las vir­
tualidades innatas del cerebro. La calidad del cerebro depende
del código
genético, nada puede añadírsele, pero puede retardár­
sela, o perder todo o
algo de ella». En los tres primeros años
de
la vida, «desde la concepción a los dos años y medio o tres,
todo está jugado».
La historia confirma este hecho, «en la so­
ciedad tradicional campesina del. mundo pleno había mucha gen­
te en tomo a las cunas: los hermanos; las hermanas, a veces los
abuelos, siempre los padres. Mucho antes de llegar a la escue­
la se juega casi todo, pues es mucho más importante que lo que
se aprende en ésta». Se aprende con «el juego de niños y ma­
yores. Dejad a los adultos jugar con los niños. Dispensad ese
tiempo libre porque constituye la gran fábrica de la inteligencia».
Los grandes descubrimientos, sigue CHAUNU ( 41 ), «en el ám­
bito de las ciencias difíciles son incompatibles con la edad .. Son
necesarios investigadores muy jóvenes» . . . «Es,. ·pues, necesario,
en beneficio de todos, poner los medios de . la nación al servicio
de un reducido número
de capacidades superiores . y 'permitir-
(39) P. CHAUNU, op. cit., cap. 8, pág. 11.
(40) Ibld., cap. 15, págs. 206 y sigs.
(41) Ibíd., cap. 7, p,lg. 102.
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JUAN V ALLET DE GOYTISOLO
les así, desde los 20 a. los 25 afios, la suma de conocimientos ne­
cesarios para sítuarse útilmente en el frente de la investigación».
Estos datos explican otros,
· también comprobados por la ex­
periencia y la historia. El valor de la tradición familiar en. una
vocación continuáda para alcanzar ciertas cotas én ciencia, téc­
nica, arte o política. Y la imprescindibilidad de una temprana
especialización para coronar
cimas elevadas, en cualquier dedi­
cacion difícil, desde las circenses a las científicas, pasando por las
cinegéticas y las marítimas. «Los Tourville, los Duquesme, los
Touraine
-explica lliNRr CIIARLIER ( 42)--eran marinos o solda­
dos a los quince :años. Tenían, ciertamente, los conocimientos
históricos o
geográficos necesarios para los oficiales superiores,
Pero
no habían de pasar el bachillerato ... » .
. 8. Lo que acabamos de exponer nos muestra que la actual
planificación de
la enseñanza, con una escolaridad obligatoria y
· uniforme hasta el comienzo de la especialización a una .edad
poco temprana, no facilita sino que obstaculiza el desarrollo de
la verdadera cultura. Aunque permita la formación de
especia­
listas en las más diversas materias -incidiendo, cada vez más
en lo que ÜRTEGA Y GASSET (43) ha calificado de «barbarie del
especialista»
y haciendo del hombre de ciencia «un bárbaro mo­
derno,,_:_ produce una fragmentación de la cultura y, a la par,
da lugar a que -según explicaron CoHEN-SÉAT y FouGEYRO­
LLAS ( 44 }--«el académico, el ingeniero, el asalariado, el labra­
dor,
se prestan igualmente a los efectos de la infortnación vi­
sual [fílmica) y la sufren de modo parecido» . . . «participan en
un mismo fenómeno de masificáción. Diferenciados entre sí en
cuanto al equipo verbal, no lo están en el mundo perceptivo
y
de las estructuras impuestas a su representación».
Universalidad
y pluralidad de la enseñanza, sí. No como
(42} liBNRI CHALIER, 'Culture, école et metier~ 2.ª ed., París, Nouvelles
Editions Latines,
1959,. cap. IV, págs. 63 y sigs.
(43) ÜRTEGA Y GASSET, op. cit., cap. XII, págs. 97 y sigs.
(44) G. CoHEN-SÉAT y P. FciuGEYROLLAS, op. cit., cap. II, págs. 62
y sigs.
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LA MASIFICACION DE LA CULTURA
ahora se impone, uniformidad primero y especialismo sin pers­
. pectiva universal, después. A cada cual es preciso darle ]o que
le facilite una mejor formación, más
adaptada a su medio . geo­
gráfico, histórico y social y a sus posibilidades; la que mejor le
forme para su cometido profesional, para
realizar su función,
para ejercer su
oficio, para darse cuenta de su situación en este
mundo, de paso
"-'-hacia
el otro.
Hacen falta
élites en todos las estamentos sociales, pero en
niveles distintos. Cada
ét.fe en su lugar adecuado y con la for-.
mación precisa. Como observa
MESSNER ( 45), adolecen de un
grave error gran
número de las exigencias para la creación de
nuevas élites.
«Se parte ----dice--del supuesto de la sociedad
igualitatia que és la sociedad de masas, y se afirma que la igual­
dad
de las posibilidades educativas ha de actuar como el prin­
cipio selectivo más importante»
.. . «Según esto, la sociedad de
masas
se superaría a sí misma· y ello por medio del principio de
la igualdad, que
es precisamente lo que hace de ella una socie­
dad de masas».
La cultura
ha de ser de todo el pueblo; pero orgánicamente
vivída. Como ha hecho notar ANnBE CHARLIER ( 46 ), en Grecia,
la Odiesa y la lllada fueron obras populares, y SÓFOCLES, XENo­
FONTE, PLATÓN y DEMÓSTENES influían en el alma del campesino.
En la Edad Media las catedrales eran algo del pueblo, las can­
ciones populares
desprendían gracia y nobleza: «Nadie dejaba
de participar de sus beneficios. La
cultura no era el patrimonio
de una
élite de intelectuales por la sencil1a razón de que' la élite
estaba en todas partes. Puede decirse que, en general, el papel
de los cuerpos sociales era el de hacer surgir élites
... »; «las ci­
vilizaciones eran populares en el pleno sentido de la palabra, y
es en esto en lo que su ejemplo resulta instructivo para este
(45) JoHANNES MEssNER, La cues#6n social,· 141; cfr. ed. Madrid,
Rialp, 1960, ~-670.
· (46) ANnRÉ CaARLIER, «Une civilisation de masse», en Itiner4ires~ 121,
mano de 1968, págs. 145 y sigs.
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JUAN V ALLET DE GOYTISOLO
tiempo, en el que nos esforzamo~ en hacer accesible a la masa
ciérta forma de
cultura».
En esa uniforme educación moderna la información ahoga la
cultura, precisamente porque ésta requiere la educación de la
inteligencia.
«El objetivo de
la enseñanza -dice H. ÜIARLIER ( 4 7 )--. no
es el de acumular en
la memoria . de los niños el mayor nómero
llene de innumerables conocimientos amasados por generaciones
de hombres es del todo inútil si la inteligencia no sabe juntarlos
en ideas ni clasificarlos» ... «Hace falta enseñarles a observar los
hechos
más que atiborrar su memoria». «Debe enderezar la ra-
26n a la exactitud y la inteligencia a saber observar» ... «Pen­
sar -precisa más adelante ( 48 )--. no es crear ni recrear el
mundo,
es penetrar profundamente en la naturaleza de las co­
sas y ver las relaciones que escapan a los ojos, relacionar entre
sí los hechos observados».
Cuando falta esta formación
se está inerme ante la poten­
cia masificadora de los medios
\de comunicación de masas, vi­
ciada -<:orno dice GusTAVE THIBON (49)--. por:
«Su
anonimato, porque se dirige a todo el mundo y a na­
die ... , sin intercambio vivo entre informador e informado». Su
impersonalidad, que da lugar a que, «el común denominador de
una
multitud», en la información, «nose sitúa jamás en un nivel
sui,erior,· ni siquiera medio, y, por consiguiente, ~quel que busca
1a eficacia y el éxito es llevado sin. remedio a reducir al mínimo
las
exigencias intelectuales y orales de su oficio» . . . «Su masa,
ya que el espíritu es incapaz de asimilarlas y simplificarlas; al
multiplicarse tienden a confundirse o a anularse unas a otras ...
La no asimilación produce, como en la diabetes, una eliminación
masiva y rápida
... ». Su movilidad, ya que «no sólo se nos da
(47) fIENRI CHARLIER, Ecole, culture, metier, ed; cit., cap, I, piig. 25.
(48) !bid., cap. II, pág. 40.
(4~) GusTAVB TmBoN,-«La -información contra la cultura», en Verbo,
42-43, págs. 116 y sigs.
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LA MASIFICACIQN DE LA CULWRA
de comer demasiado, sino que no se nos da tiempo para dige­
rirlo ... ; las informaciones, en lugar de infiltrarse en nosotros,
se deslizan por la periferia de nuesto ser» ... , retenemos instan­
táneamente la última imagen llegada... «La ausencia
de raíces
vuelve dócil a todos los impulsos del
suceso o de la opinión»,
explica «el servilismo de las multituqes a la "moda"». Su ausen­
cia de selección y ;erarquía le hace pensar «en la predicción de
MISTRAL de uo tiempo en que "todas las hierbas se confundirán
en una sola ensalada", y cada uno puede
elegir en esta mezcla
el elemento rico en colores y sin sustancia que mejor le vaya a su
curiosidad, ávida de falsos misterios
... El único valor que re­
conoce y orienta su elección es el éxito material...».
En la información audiovisual, ptlncipalmetÍte en la televi­
sión, los efectos de su bombardeo
aúri son más graves por su
propia naturaleza.
Hu GES K:ÉRALY ( 50) nos los explicó en nuestra
XIV Reunión, en
.el Rocas Blanca; de Santa Pola: «La percep­
ciófi
implica uoa atención inmediata, directa, disper~a; la crí­
tica, uoa atención voluntaria, reflexiva y concentrada. Para dar
una. imagen, diremos que la primera viene a significar alga: así
como uoa ,apertura más o menos amplia de la inteligencia (la
"apertura" al muodo); la seguoda un cierre relativo. Y la vida
psíquica, en su conjun~, reclama un11 _continua ·s_ucesión en el·
tiempo de esos dos movíririentos, ,de esas dos direcciones de la
mente. Por consiguiente,
el exces~ ct¡antitativo en d consumo
cotidiano de mensajes
de la intormación conduce, casi mecánica­
mente, a uoa. especie de indigestión mental, de. d~sarregf~ cir­
culatorio de la inteligencia. Y esta indigestión hace al hombre
incapaz de
pronuociars~ acerca de la calidad. Es difícil, efecti­
vamente, que
la hipertrofia del sistema perceptivo de ,nuestra
inteligencia no vaya acomPañado -0~ una forma .de. bloqueo, de
atrofia total o parcial del sistem~, crítico». ·
«De áh! que los escolares con sobreinformación sensorial,
(50) HuGBS KÉRALY, «Influjo en el hombre de los medios de comu­
nicaci6n social», en Verbo, 145-146, mayo-junio-j.ulio de 1976, págs. 746
y sigs., o en La sociedad a la deriva, Madrid, Speiro, 1977, págs. 64 y sigs.
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JUAN V ALLET DE GOYTISOLO
"al corriente" de casi todo, no tienen una verdadera opinión
que emitir de casi nada. Llegan a clase con el cérebro ya lleno
hasta estallar. de

ideas prefabricadas, hasta el punto de que
es
inútil. tratar de introducir cualquier . cosa antes de haberles deses­
combrado, una después de otra, esas montañas de certidumbres
prefabricadas.
·Ya que casi siempre han. perdido · 1os · deseos y los
medios de aprender por ellos mismos; lo que los pedagogos de
salóU denominan el despertar de su "curiosidad", lo traducimos
nosotros,
los ·maestros, por un retroceso muy notable de las
capacidades de atención volurttaria, de memoria, de intuición,
de juicio; en resumen, por
tina baja casi general de la madurez
intelectual dé
los alumnOs».
Junto con esto, resulta que .«los miembros de la familia con­
versan cada vez menos entre· · éllos, · no reciben· apenas visitas y
no leen
_:_fo qµe se llama leer-casi" nunca. Las consecuencias
de esta · impresionante reducción de los intercambios directos,
como actuación entre las '"iniciativas persóháles, son incálcula­
b1es».
Es·e fenómeno, concluye K:ÉRALY, «no tiene solamente conse­
cu~ndás intCiectüales, tiene t~bién con5ecuencias· 0lllorales, so~
ciáles, políticas. Ya que, en fin, si vivimos en la civilización de
los "media", estamos también .en Una-civilización que apenas sabe
para qué está hecha y üna civilización en fa que todo, aparen­
temente, ~Íicede c~o si Dios, fa moral e incluso la ley natJiral
no eiisíieraii: ¡ desde luegó : debe haber alguna relación entre
los dos fenótneños!». · ·
9 .. El &sarraigd religioso y ei bilitacióÍ, · de ~os cuerpos 'sociáles básicos y la desvitalización de
los cuerpos iriterm~dios, que 'dej Estado moderno al abstirbei éste · todas las funciones sociales, y
el ·constante martilleo de los mass. media en el hombre-masa,
que sufre
la debilitación de su capacidad para captar cuanto le
trasciende y que tiene disminuidas sus aptitudes de percepción
e intelección
· de la naturálza, forman un círculo vicioso que in­
crementa progresivamente la masificación.
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LA MASIFICACION DE LA CULWRA
La democracia moderna, basada en la ley del número -por
Iaaliénation totale de 'cada individuo a la volonté générale-,
juega un papel motriz en los indicados fenómenos masificantes.
En el primero, al sustituir la participación del país real por las
imposiciones del país legal, que traduce la ideología del partido
triunfante en los últimos comicios;
y, en el segundo, mediante
la penetración creciente del Estado en la enseñan.za y su predo­
minio en los medios de comunicación
sociaf.
El profesor MARCEL DE CoR~ (51) ha expuesto, lúcidamente,
cómo la sociología del fenómeno democrático explica enteramen­
te el
fenómeno de la información y la acción deformante que
ésta produce.
Nota
DE CORTE que en las democracias del pasado, a escala
humana, el hombre conocía directamente y por experiencia lo.s
datos de los problemas que debía ~ésolver; y en_ cambio, en las
vastas
democracias· modernas, «las pregunt~ (ffee se plantea el
ciudadano,
dada su amplitud, son de una entidad tal: que no
puede conocerlas por
la única fuente .. posible de conocimiento
auténtico:
la experiencia». Por eso resulta, dii:e ))E CORTE, que la
democracia moderna es «puro decorado»: «las minorías dirigen­
tes conquistan
el EsT ADO VACANTE y ocupan los · puestos de
mando, sea directamente o por
personas interpuestas», persua­
diendo a los ciudadanos de que
ellos tienen todos los podeteS,
«aunque se les prive del poder
esencial de decisión y direcci6n».
Para darles
es_ta certezá, la información «es indispensable y ne­
cesaria a los regúnen~ democráticos· contemporáneos», a los que
«infunde una apariencia de existencia».
«Desde el momento -dice DE ·.CORTE (52)-que se ha
dado cuenta de que el hombre d~ ]a sociedad de masas, fiJ/.to
de experiencia, tiene necesidad de· información, y de que la in­
formación debe ser
teñida de propaganda en favor de la demo­
cracia (formal o
real, liberta! o comunista) para adaptarse a la
(,51)' M.llCEL DE CoR'l'E, «Informaci6n ·y sociedad contemporánea», en
Verbo, 213'214, marzo.abril de 1983, págs. 353 y sigs.
(52) [bid., pág. 364.
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JUAN V ALLET DE GOYTISOW
sociedad de masas a la que se la destina, gobernar es un acto sen­
cillo, sobre todo
si se dispone del monopolio de los "mass me­
diaJ1».
Para ello, hoy -sigue DE CORTE (53 )--, «se fabrican, con
facilidad desconcertwte, falsos acontecimientos, reputaciones,
fa­
mas, todo un universo político y social de apariencias. No se ha­
bla de las cosas sino de sus imágenes, impuestas por la publici-·
dad y por la propaganda que se injertan en la información»; y se
vive
«como si lo imaginario fuese lo real y la informaci6n la ex­
periendia», produciéndose «la pérdida del sentido de lo real».
10. La verdadera cultura, hemos comprobado antes, se in­
serta en el ser y en el existir del hombre y s6lo como consecuen­
cia~ es decir; secundariatnente, en el -tener del mismo, en cuánto
es coautor y coartifice de ella, suieto activo de su consecución,
en el grado de participación que le corresponda según su posi­
ción en la red de interacciones que produce la vida social.
No
se trata, por' !o tanto, de un mero producto cuya fabri­
cación corresponda á1 Estado . y que éste deba distribuir como se
reparte el pienso al ganlldo.
Sin embargo, con la masificación se produce ese efecto de­
generativo, por el cual la rultuta se considera como un producto.
El Estado acaba por · admiriisttar, manipular e intervenir eh su
distribución, si es que no
la asume directamente, y ello signifi:
ca una gravísÍma inversión del proceso de culturización. Madame
CLAUDE BÉYRARD (54) señala que, especi,ilmente, a través de la
explosión audiovisual,
se . produce el trán.sito masivo del mÚlldo
activo al mundo .pasivo y homogeneizado. A su juicio, ántes de
ésta, hacia
el final de los añ¿~ 50, « todavía, opiniones y juicios
s~ f~r~aban por la experi~ncia vivida.'' y por las múltiples tra­
diciones
de enseñanzas móltlples». Hoy, «cuandó . el teléspecta-
(53) Ibld., pág. 371.
(54) Mnie. Cr.AUDE BEYR:ARD~ Maiastra, _Renaissatice. de l'Occiáent, Plo1:11
1979, págs, 131 y sigs.
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LA MASIFICACION DE LA CULTURA
dor en lugar de bailar contempla un ballet ... , reemplaza una ac'
tividad de tipo personal por una· situación de tipo emocional»,
se produce «el reemplazo de una actividad de. creación, aunque
sea torpe, por una relación emotiva y pasiva» ... «Conocer la
vida a través de sucesivas mediatizaciones y de una gama de
emociones parásitas, en lugar de experimentar
en lo vivo, es de
excepcional importancia psicológica».
La transformación de la cultura de ser forma vivida a con­
vertirse en w{ producto) significa, eii sÍ misma, una mixtificación
con independencia de que é'sta resulte aún más dañina al ser
difundida por
los medios audiovisuales.
En primer
lugar, esa reducción . de la cultura a un producto,
origina su
comercitdización, en la que el éxito sólo se mide, y
se persigue, por el resultado económico. No se trata de publicar
lo que pueda transmitir experiencias saludables, que clarifique
la inteligencia
de alguna cosa, eduque y ayude a formarse,
sino lo que produce dinero.
Y, para ello, el enfoque también
cambia.
Se persigue el best seller, alegando las pasiones, pre­
sentando algo detonante, que cause impacto, que vaya en
la
dirección de los deseos y apetencias del consumidor. Se degrada
así el producto vendido.
En segundo lugar, dada la potencia de penetración de esa
producción cultural, el Estado justifica su intervención en ella,
en menor o mayor grado, siempre creciente, con
lo cual se da
lugar a su
politización. Por ello se la manipula y utiliza, a fin
de «orientar» la denominada conciencia colectiva, de provocar
los movimientos que justifiquen las medidas que el gobierno
pretende tomar, la reclamación de las reformas que trata de
realizar y de los cambios sociales que planea
de acuerdo con su
ideología.
Se la emplea, así, como instrumento al servicio del
propio poder
y, con ello, se produce otra mixtificación de ese
producto que
se ofrece como cultura oficialmente recomendada.
Para la mayor difusión comercial o política de ese producto,
presentado
como cultura, éste es vulgarizado, aduciendo que se
trata de ponerla al alcance de todos. Pero, como ya había ad-
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· JUAN V ALLBT DE G0YTISOto
vertido SrMQNE Wr;;rL (55): «Lo que hoy se llama instruir a las
masas es tomar esa cultura moderna, elaborada en un medio de .
tal modo cerrado, de tal modo tarado, del tal modo indiferente
a la verdad, quitarle todo lo que aún puede contener de oro
fino, operación que se llama vulgarización, y meter el residuo
·' tal cual en la memoria de los desgraciados que desean aprender,
como se da el alimento a los pájaros».
Este efecto
se acrecienta y multplica con los medernos mass
media, en especial los audiovisuales.
Ha advertido Me.
LUHAN (56 ), recogiendo una observación
de POPPER,_ que la destribalización del mundo antiguo, gracias
a la
escritura fonética, que lo transformó de sociedad-meramente
biológica cerrada en
sí ni~ma, en abierta al intercambio y la
cooperación, puede sufrir una inversión tal, en el alba de la era
electrónica,
· «que englobe .totalmente la gran familia humana
entera
en una· sola tribu global» ... «El tribalismo es nuestro
único recurso después· de los descubrimientos electro-magné­
ticos».
En efecto, como ha reconocido CoHEN-SEAT y FouGEYRO­
LLAS (57), «el hombré contemporáneo, eufrentado con una infor­
mación concreta y
polimorfa, no sólo es asaltado por excitantes
propiamente sensoriales y, consecuentemente, sometido a la or­
denaci6n perceptiva de nuestros sistemas de análisis. Debe, además
y sobre todo, sufrir una multitud de incitaciones de naturaleza
e:xtransensorial, la trascendencia de la cu.al dimana· más o menos
directamente de la sensibilidad neurovegetativa» ... ; «las imá­
genes fflmicas prevalecen, a Iá vez, por la fuerza de su impacto
(55) StMONE WEIL, «Le derOCinement», en L'enraicinement; París, Ga­
llimard, 1949,pág.47.
(56) MARsHALL McLuHAN, La galaxie Gutenberg, dr. ed. en francés,
Montreal, Mame, 1967, págs. 13 y sigs., y 266, quien cita )a obra de
Karl R. Popper, The Open Society and Ist Bnemies y la de James Joyce,
Finnegaus W ak.
(57) G. CoHEN-SÉAT y P. FoUGEYROLLAS, op. cit., cap. I, págs. 33 y
siguientes; cap.
II, págs. 81 y sigs.; introducción, págs. 10. y sigs., y cap. III,
pág. 151.
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LA MASIFICACION DE LA CULTURA
y por las formas de pensamiento mágico que imponen su natu­
raleza y los procedimientos de su utilización. En el curso de IJn
espectáculo· de cine · o televisión, la información alcanza. la sen­
sibilidad sin obedecer necesariamente los influjos del juicio, y
con más frecuencia sin siquiera darle lugar a actuar» ... ; «la
intuición y la afectividad entran en juego antes de que las ins­
tancias de control de la personalidad hayan tenido ni siquiera
la posibilidad de captar los mensajes intencionales». La
«irrup­
ción de las imágenes fílmicas» halla de espaldas, y «como toma­
do de revés», el «sisten,a constituido por las defensas y dispo­
sitivos protectores» ... ; «lejos de concernir, ante· todo y sobre
todo, a
las capas evolucionadas del psiquismo, intervienen afec­
tando, por el-comienzo, las instancias inferiores y, a decir ver­
dad, arcaicas».
Así resulta la siguiente diversidad
de relaciones de equilibrio
en la representación del mundo por el hombre:
-
«En las sociedades del pasado la representación del mun­
do se hallaba en cierta situación de dependencia frente a las
relaciones del hombre con su contorno material y a las
relacio­
nes sociales inmediatas de los hombres entre sí».
-«Hoy la representación del mundo, la iniagen concreta
y la idea que de él se forma el hombre, aparecen cada vez más,
como productos de una información nueva totalmente ... » «A
esos mundos de información reales, que reaproximan los indi-
.
viduos a su medio, si bien de otro modo que antes, se afiaden
"puros mundos de percepción", producidos eminentemente por
los procesos del cine y de la televisión. Estos son mundos ima­
ginarios, subdeterminantes de lo real inmediato ... ».
La información fílmica «crea, pues, un mundo del que cier­
tamente puede decirse que es un ,;nundo imaginario, peto ha­
ciendo transformar tan profundamente la existencia del hombre
integrándolo a ese mundo, que se convierte, por decirlo así, en
un mundo sub real>~.
La experiencia de la realidad y los principios éticos de toda
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JUAN V ALLET DE GOYTISOLO
ctiltura son sústitúidos, así, en palabras de ANnRÉ CHARLIER {58),
por un profetismo, «de .moda en · ese siglo de las· ciencias exac­
tas•, por lo subreal y por lo instintivo: «la vida intelectual se
extingue gradualmente para ·dejar sitio a lo qne se llama, con
. un neologismo', la vida imtintual» : . . «pero ésta hace al alma
menos consciente y libre».
No
exagero Me. LUHAN (59) al comparar el «trance tribal
que sobrevenía en
la noche» y el trance que la tecnolgía eléc­
trica produce en el hombre totalmente interdependjente, «vivido
· en pleno día a la luz de la conciencia».
72
(58) ANDR:ti CHARLIBR, op. cit., págs. 145 y sigs.
(59) McLuaAN, op. cit., pi&. 325.
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