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Cristianización de las instituciones o la «Consecratio mundi»

Cristianización de las instituciones
o la «Consecratio mundi»
por
E. GUERRERO, s. I.
Fundaci\363n Speiro

CRISTIANJZACION DE LAS INSTITUCIONES
O LA "CONSECRATIO MUNDI"
Dios, Creador y Redentor, ha establerida un ordm ,,...;.,ersaJ
que camiprende todas· las cosas. ·
Un orden que afecta a lo ffl(Jl/erial y a la esp&ilual, a !o no,­
tural y a lo sobrenatural, a los seres anorg,iwicos y a los org,i­
nicosJ a los qwe nó t':en"en-1.ibert'adJ sean o n10 cogn1osdtivosJ y a
las qwe la tieneoi.
La sabi&u.-ía y bondad infini/(IJS haJlaron mooem de armonizar,
en ese orden tata/, la necesidad eón l!J ¡;b,ertad y la nr:,turaleza
con la gracia, jij11Jt1do la conven..,.te subordi,vación de la wna a
la otra y constituyendo aJ hombre rry de la Creación y objeto de
la R'edencián obrada par el Verbo encor,vado, que, p'or se,y autor
y consumador, y, como !o proclamó San Pedro, p;edra amigular del
orden
có~o de sakJarión, es también Soberano Señor del uni­
verso.
Como lo moral y sobrenatural son lo supremo en este ord!en
abfeth,o divmo, tiewe el hombre en el cosmos m..xima .,,.,por­
tamda,
y

a
él se su/)ordinan todas las wsas, de forma que por
el/ms · conozca, am,, ma y glorifique a "" Creador y Salvador y
consiga su propio úlJim,o fin, y, coo el hombre, ellas tambiti, el
suyo.
Si así no las usa, mtroduéi, en el m,ondo, una situación de
violencia y desorden,, de que él mismro se1'á ~•C'lima.
Entone'", toma tantas imees homi repet,ido voce y en especial la de los Romanos Pontífices, y por experiencia
comprobainos, el progresa meramente científico
y material aictúa
contra la paz y contra todos !os más va/Josas intereses del hom­
bre, por no haber ffl éste unas normas religiosa-fflMtÑiés: que lo
capaciten para poner disciplina en el uso de la materia y de la
concwneia., arm perior ..
Ese progreso fffXJ,terÚJ,/ viene a ser así'comro Ún ·airm;,, no ya
p11/¡igrosa, ~ realmienite m10rrljera en manos de un, niño, de ""
loeo, de un malvado.
Pt11Yo en este orden maravüloso, sobre er puro hombre está
Jesucristo, Señor',· por quien y .para ""11ª gloria todo ha sido
hecho: El es prirldpio y fin de este unwerso creado y rea...ido,
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alfa y omega. Princip,w, como autor de todo w creado en cuanto
Verbo o Logoe; pri,ndpio, también, del miumdo de la gracia, como
Verbo
en·carnado, que sa/Jua al gén,ero hwmano, y, por éste, el ,,,,.¡.
verso, ;h!,mvnánidolo con su doc~na y ej1m1pw, redimiéndolo con
su sangre, di'Viinizándolo coff! sus d01Ves, glorificándolo coni su re­
surrecc-iú,,, Fin u om1ega, como Salvador y Glorificador al que
todas
/.as criaturcJJs han de adorar y alaba,r en el cielo, en la
tierra y en los infiernos.
Esta soberanía y priinmcía de Cristo y la ordenación del uni­
verso
"su gloria: la,s había cantado San Pablo con particular sw­
blimidad en e•! capítulo 2.• de la Ep{stola a los Colosenses, y las
habían ilwstrado lw escriturisfus y teólogas de todos los tiempos,
enl,,e· ellos nuestro Fray Luis de León en los "Nombres de Cristo"
(Pim,pollo,
Rey), y los grandes doctores escolásticos, como Escoto
y Suárez, que, aun para el caso de m haber habida pe·cado ori­
gitnlal de que rescat& al hon,,l,re, admitlan la posibilidad y aun
conveniencia del misterio
de la encarnació", y afirn,abw, que Dios
la habría realizado en natura:leza humana impasible para co,.,..,_
nicar m para mejor ornato y comp•lem'Cn4o de la perfeccwn del umverso•; si
bien, hamendo pe'Cado el ho,n,bre, y para redltmirlo, determmó que
se real,izase, como se realizó, eni uoo nahwaleza semeij(J)'11)te en todo
a la nuestra, menos en la culpa (Suá~ez, lomo XVII ed#. Vives,
Disp, V.
Ít>tegraJ).
La verdad es qu,e la originalidad ideol6gica de T eilhwrd de
Chardin, m esté asunto como en tantas otros, al poner a Cristo
como alfa y, sobre todo, omega de la evolución, es nula. Lo pro­
~ swyo ha sido ha/Jlar en términos poéticos y atractivos para el
hombre de
hoy, aunque también, a veees, con ambigüedades y
resonamcias de pante'ism,o, de naturaüsmo e inadmisible e'l!Olucio­
wru seco y fatal de lae fuerzas n,ilurales obradoras de la evolución.
Con lo que quedaria n~gada,
no ya la sobrenaturalidad de /,a
encarnación, sinio su realidad m,ismu.
De for,n,i que el orden objetvuo establecido por Dios e~ cris­
tiano, porque Cristo es el eje. Como dice San Pablo, todas las
cosas son. vuestras, p,ero vosotros sois de Cristo, y Cristo·, de
Dios (I a los Corintios).
Sois de Crislo, queráis o no querfcis; p·ero debéis querer, por­
que en que querwls eficazmen4e está la realización de los planes
divinos inspirados por el Amor -que es Dios-; y si no queréis,
se realizarán comra vosotros los planes también dilllinos, pero
vi,,uiicddores de su justicio., prepamdos por Él para el caso de
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vuestra comciente rebelión y contwmucia. Los de su amor corres­
pondido, no obstante, se realizarán tam1bién en los escogidos.
Ser crísti(ltrto de veras es cooperwr can Cristo, en todas las zo­
nas de la vida, a la observancia o realizacián de ese orden objeti­
vo divino en que ·todo se ordena a. la cristMnización del munda, fin
último para conseguido en la eziste11leia temporal. ·
Esa cristiarvización ideal supone, desde luego, la cristiawiza­
ción
de las personas físicas, pero también de las institUJt:ioMs en
que
el hom/Jre hX1i de vivir, y esp·ecinlJmente de la fa,nilia y del
Estado
;Por qué? Primero, porque todas las cosas son de Cristo;
y las personas humanas, físicas y momles deben serlo consdie,v­
te'Pn,l,Cr,,te, reconociendo y viviendo como tales el señorío absoluto
y la, inf;,.;ta bondad y amabilidad del Salvador; segundo, porqwe,
sin el amviente cristiano de la familia y de la: sociedad cwil, re­
guladas
por la ley de Cristo encarnada e" las n las costumbres y leyes
domésticas y civiles de un,, cwilización
cristiana,
de una cristiandad, el hombre, tan limitado y tan frá;gil,
tan acosado por los ataques ininterru»1'pidos del mundo, del de­
monio y de la carne -los siete ptxados capitales-, no podrá
vwir cristianamen-te; y Cristo qu/,ere que vvtia; que todos los homl­
bres sean cristianos, los cuUos y los iwcultos, los selectos y las
m"ltitudes vulgares y corrientes.
Por esa, el buen cristiano necesi.ta no sólo una formación inte'­
lectual y reUgiosa m:oral completa, según las posibilidades, que
le dé luz
y aliento para o/Jrar, coml!J debe, coniforme al plan di,.
vino; smo defemas de disciplina y de amblen,te social que lo Ubren,
en lo posible, de las tenitacio'nles continuas mayores, o al m:enos,
lo fortifiquen para no sucumbir en ellas, Pues a tales lerotacioties,
sin
ser héroe todos los días y a, todas horas, no podría resistir
victorioso, desprovisto
de tales ayudas, y el heroísmlO ·no es po­
sible, práctka,miente, ein, los más, n,i m~nos todas las horas de
una larga vida.
Si el cristianismo ha: de ser de todos, y de modo especial de
las masas, del pwblo, de los pobres, de los que no tienen tiemipo
para hacer· profundos estudios teol6gicos ni posibilidad de eva­
dirse
de ciertas ,wnas de grwe pel;gro m"ral, ni indiwiduale,
recursos
de ootodefmsa con,tra los mtis fuertes ataqwes del espí­
ritu del m1al, será necesario que los auténticos cristianos se es­
fuei'cen "º sólo por llll'IXbr la úw, de Cristo a cada uno, sino por
exigir
y crear condiciones rom1bientales quie protejan la fe y la
vida · cristiana sin mnular, por otra Parte·, la a;ctitud conscien)te
persom,/, y aun sanaménte crítica con que todo cristiano ha de
mantener y practicar su fe.
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Na se trata de vivir siempre m un im,vernadero .,,; en 1~ sale­
dad
y aisla,m,icnto resp,ecto de qwienes no sean catót,icos; pero s.
de re'conocer la flaqueza del Jwm1/J,re cO!Úio y la necesidad que
t-iene toda su vida, y oo sólo im su ado/,e~cencia y juvimtud, de
p,rotección social cristaMzada en leyes protectoras y en discretas
p,resiones es/itlll/,U(]/llites.
P sino
mediante la wgamzación cristüina de las instituic:iones todas,
y
especialm1ente de la familia y de la sociedad ci'IJÜ.
La fe catóUca es la genwinw de Cristo, y la Igksia Catálica su
úmca Iglesia, la fundada sobre Pedro y continuada sobre sus
sucesores.
Es, pues, necesario que los católicos trabajen coni toda su
itusió" por convert-ir todos los hom/J,res al catolicismo y logrmr
que la Iglesia Católica sea no sálo di, derecho sino de hecho el
úmco redil de Jesucristo.
Entonces se
pondrú,, la cúspide a este beUa y grandiosa edic
ficio
del cosmas erv que se actualizaría plenamiente el ordim dwino
objetivo,
que es contrario al piuralism10 re/,igiaso de la humanidad.
Micntr~ se l/e'(Jtl' á este ide Pastor,
'lJCillmltJS con gozo que en tal o cual región, en tal o cual
país, hay unidad rel;giosa católica; pues ya que no la haya en
el universo, ¿no será un gran bien que. la haya, cuando menos,
en una de sus partes?
Y si la hay en el -siro, oo consintamos nada que nos ponga
en peligro de perderla, pues en el mundo de hoy na ap,arece nm­
gún otro bien1 que nos compen:sara a nosotros ni compentsara a la
Iglesia de tanl/o mal.
Y para ct111is'ervarla na ha,y otro recurso que poner al protes­
tantism'O y -a cualesquier o.tras confesiones religiosas la barrera
lfl,le el orden' público de 'ta Declaración sobre la libertad religiosa
y el auténitico bien. com~n e.x-igen.
La form1:1ción de las cat6/,icos ha de intensificarse, com1ple­
tarse y actualiz(Jlyse; y esa formación ·será elll'm:ento esencial -de
la dl!jenwa de la fe católica en sus almas. Pero no bastará. Como
antes hem'Os dicho, será ademtis necesaria la defensa de las leyes
que
prahihan todo proselitismo y toda propiaganda dactrinal entre
cal6!icos destitwidos
de recursos

de
autodefenwa, que son todos
los no te&ogas, y lodo ata~ue w las ~es de la mora! cal6lka,
que
es la única moral púbUca de nuestro pueblo.
Proselitism10, propaganda "Y ataques de que espa..tónzeamente
habrú,,n de Olbstener se los cristic,nos católicas si son fieles a las
CDnistgna,S del movimiento ecum1éffleo que ex-plfes(IMl1imte los re-
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prueba, p·er"o de que no se abstendrán, de hecho, si las leyes ci­
viles no se las vedan, y si esas leyes no se aplican1 rigwrosaim'il!nte.
Reflexionem10s seriamente sobre la necesidad de anteponer la
dignidad hurmana de quien posee la verdad a la de· quien es vlc­
nnm, _ del error; y consideremios que s~, en t·odo c_aso, el arden
público exige eJ respeto a los derecho1s de las demru, debe ser
resp'etado así el de cada cí,udadano catálko de una so tól!ica a que no le aparte nadie de su fe, como el de todo el pmi,s
a conservar su unidad religiosa. Exige, pues, el orden, público en
España que no se autorice la propaganda protestante, y amtólica
en general, entre ca·tólicos, por vialar manifiestamente ambos de­
rechos.
Se ha de respetar el derecho a la inmunidad de coacción cuan­
do su ejercicú, no sea nocivo al derecho de los demiás.
Pero cu demlis, no es lícito al poder civil garantizarlo, según e:rpresomwm­
te enseña la Declaración.
Cuando se trata de la propaganda de errores protestantes en­
tre cató'Uicos, es claro que cuanto esos errores son dañosos a la
Je y al bien, común de los católkos, tanto es dañosa al m,ejor y
objetivo derecho de éstos la garantía del derecho a la inimunidad
de las acatólicos. Luego tal inm,,.mdad no debe en modo alguno
garantizarse entonces.
Pwa iustrarnos sobre cóma los catól-kos ha,n; de procurar
imp,'/,a,ntar ese orden dvuino, nos brinda preciosas orientaciones
Pío XII en su hermoso m•nsaje navideño de 1957, sobre todo
en la últitma parte. Las principales ideas al resp'ecto pueden or-
denarse
as4: ·
1.'() Dios Nuestro Señor desea que en el mundo, sobre todo
en la sociedad humana, haya un orden; ese orden que en todo
el
miensaje se ha descrito. En otros térmri.nos, la sociedad debe
organizarse
y debe vivir conformie a) ideal divino que se nos ha
mostrado por la razón y la fe cristiarra. 2" Todo cristiano está
obligado a
procurar con todas sws posibi-lidades que ese ideal de
sociedad huMlana, se realice. No sólo tiene el derecho de trabajar
porque ese ideal se actualice; tiene un estricto y, de suyo, gríl/l)e
deber. Más aún, el deber es aquí la razón del derecho. 3.' Ese
d"eber y ese dereeho se extie11den no sólo a intervencion>es o ac­
ciones de tipo interno, espiritual y m'Bramente privado, individual
o sO'litario, sino a toda C'lase de acciones en sí howesta.s, aunque
sean exteriores, temforal,es,
públkás y co1lectillJas. N inguina puede
s,,-excluida, y cualquiera de ellas es objeto de ese deber y de
ese derecho en la medida en que sea necesarfa o conveniente p'OIYa
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log,-ar el fin, que ec, la implantación, comervacion, áesarroUo y
perfección de ese orden
div;no. 4.0 Más aún, ese deber y ese
áerecho son superiores a cualquóer otro deber y otro derecho.
Porque sóendo ese ideal divino suprem,o valor, no puede su/Jor­
dinarse a ni,ngún ofto, y a_ cualquier otro es superior. Es, pues1
también supremo el deber de procurar su logro, que a; ningún
otro
puede ceder, ningún otro puede igualársele; y, por lo tanlo,
el derecho correlaJiv<> prevalece so/Jre cualquier otro que pudiera
imaginarse. Cualquier
deber o derecho en oposición con el deber
y derecho de secundar, .rea/d;zar, con-seruar, promover, perfeccio­
nar el orden divino, es, por el mlism<> caso, nulo. No ha¡y ni
p>wede hal,er deber ni derecho cor,tra el pen,samiento y la volun­
tad
de Dios.
"La intervención ,n el mundo para sostener et orden dwin,:,
es un derecho y un deber que pertenecen intrínsecamente a la res­
ponsabiUdad
del cristmno y que le permiten emprender legítima,.
mente
cualquier acción privada o pública u organizada, dirirfida
y apta para el fin." "No hay terrenos a;co,tados ni dvrecciones
prohibida,
pwa la acción del crislianismro': ningún campo de 'Vida,
ninguna ónrstituclón, ningún ejercicio de p,:,der se puede negar
a los coop,eradores de Dios para tratar de im:plantar y sostener
el orden dvvino y la armonw del mundo."
5.'' Es, pues, indudal,Je este principio: El cristiano puede y
debe ha;cer cuanto conduzca a la actuafüación perfecta del ideal u
orden
divino en /a sociedad humana. Pero todwía es menester
en algún modo precisar qué es lo que a tal fin conduce; qué ac­
tuaciones, qué comiportamrientos)· qué tácticas tienen eficacia para
realizarlo y prom'overlo y cuáles no la tienen, o, al contrario, re­
sultan o
son e11 si contraproducen,tes. Las primeras son objeto de
ese. deber y de ese deredio; las segundas, no. 6.0 Y a este res­
P'ecto, puede, desde luego, y debe afvrmarse que la modestía, la
paci,en'ciaJ el escondimiento de la.s catacumbas -lo único qwe en
aquellos prim:eros y difíciles tiempos de las persecucion,es estaba,
de ordinario, en mano de los cristi.anos-no es el úMCo medio
de acción que ho>y deben y pueden mi/izar en todas partes los
hijos de la Iglesía; ni, por lo mismo, sería sabiduría cristíana
limitarse a
él. Así expresamente lo afirmo el Pwpa, que califica
de "rretextos sutiles inventados com<.> excusas por la inercía de
/JJgunos cristíanos o sugeridos por los celos ffljuslificados de los
adversarios", las objeciones que contra la eficacía de la acción
en todos los campos, aun en el público, Profesional, cultwal, po­
lítico, se fOrntWlan, v. gr. ésta: la acción de ésa naturaleza y ca­
racterísticas
"en-cubre una wvidez de p-oder ajena al espíritu de
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CRISTIANIZACION DE LAS INSTITUCIONES
Cristo, ezcita la avers<ón a la fe cristiana de los ya mal dispues­
tos, es fruto de desconfianza respecto de Dios y su providencia
omnipotente
y tiene sabor de arrogancia por P'arte de la criatu­
ra"; esta objeción y otras semejantes cwrecen de valo'r', son pre­
textos, ez,,,_,as nacidas de la pereza de los cristian"s y de los
recelos y celos de los adversarios. Si se constituyeran n<>rma de
la conducta de los hij"s de la Iglesia, éstos obrarfan con,tra la
doctrina de San Pablo, I Cor. 3, 22. "Todas las cosas son vues­
tr~_ ... vosotros sois de Cristo, y Cristo de Dios"; do-ctrina que
expresa el pleno dominio de Dios y abre el cami.no, "todos los
cmmiinios", a la acdón de los cristianos, lejos de confinairlos en
"las catacumbas; y obrando así contra la doctrin(f, del apóstol o
al tiemipo que negaran la propia y plena libe,.tad dada por Cristo,
negarían
al Señor su absoluto "poder con el cual El pwede sub­
yugar
a Sí todas las cosas" (Philip. 3, 11), y se dejarían "ven­
cer por los enemigos en, la actima laboriosidad y ánim10 ernipren­
dedor, aun con espíritw de sacrijic'io·".
7.'' Debe afirmarse también que la táctica de cristianizar las
instituciones en todos los órdenes: ci,;ltwra/,, profesional, p·olítico ... ,
es buena en orden a B'se fin-: realizar el orden. dimi:no; es táctica
que las cristianos de/Jen, adoptar, y así lo, ha hecho la Iglesia en
su historia;
hoy debe adoptarse, pese a la pluralidad de m~nta­
lidades
reinantes en la sociedad. Un a/Jso/uto neutralismo es inad­
misible n,i como ideol-Ogía ni como sistema práctico de acción.
Reducirse a lo meramente humano, en cuanto implicara agnos­
ticism<:> acerca de la religión y de los valores de la vida, es in­
trffisecamiente malo; pOIJ"'que es una n·egaci6n de la verdad; y si
ese agnosticismo se quiere imipo1WJ'-Y como worma de vida es crear
un ghetto de nuevo cuño, pero desprovisto de verdad y de válor
universal.
1 Fecundas ideas. v bien práJcticas, del gran Pío XII contra
los sectarios de la convivencia y del la.icism,o !
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