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Las universidades autónomas

LAS UNIVERSIDADES AUTONOMAS
l'OR
JOSÉ LUIS DE ZAYAS ARANCIBIA,
La noticia difundida por la agencia Enropa Press decía :
"La Universidad

Central de Madrid y la de Salamanca han
solicitado acogerse al
proyecto de

Ley de Autonomía Univer­
sitaria, que ha sido remitido a las Cortes por acuerdo del Con­
sejo de
MinistrOS, según
se cree en fuentes generalmente bien
informadas. "Si, como
parece probable,
las actuales Universidades Autó­
nomas continúan ftmcionando a plena satisfacción, todas las
Universidades del país tendrán en su día la misma autonomia
que las tres actuales. La autonomía, según las fuentes infor­
mantes, es una condición indispensable para acometer la reforma
general de la Enseñanza Superior."
Este

breve comunicado de la agencia trae a la memoria
un principio muchas veces enunciado
pero que

no se acostumbra
a poner en práctica.
Nos estamos refiriendo al Principio de Subsidiaridad o su­
plencia, que brevemente enunciado dice: "No se :puede quitar a
los individuos y darlo a la comunidad lo que ellos pueden
realizar con su propio esfuerzo e industria; así, tampoco es justo,
constituyendo un grave
peijuicio y perturbación del recto orden,
quitar a las comunidades menores e inferiores lo que ellas
pueden hacer y
¡,roporcionaT y
dárselo a una sociedad mayor y
más elevada, ya que toda acción de la sociedad, por su propia
fuerza y naturaleza debe prestar ayuda a los miembros del cuerpo social, pero no destruirlos y absorverlos.
La universidad es, por sí misma, una Institución que necesita
para su desarrollo del apoyo de las entidades sociales, que son
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Fundaci\363n Speiro

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las que deben proporcicmarla los medios para financiarse y serán las que
la vayan orientando sobre los planes de estudio
que debe implantar o modificar. En
un momento histórico corno el que vivimos, en que el
Estado, como máquina burocrática, absorve el planteamiento,
resolución y ejecución de todo tipo de problemas y se auto­
limita con organismos ajenos a las comunidades que le dieron
vida inicial, es preciso revalorizar los cuerpos o unidades
in­
termedias

de la sociedad, con las exigencias
que la

realidad
impone en la configuración de los Estados.
Es ahora el momento de a.portar ideas y sugerencias ante
esta nueva -¿ otra más?- refonna de la Enseñanza que se
anuncia. Generalmente todas las reformas se hacen con el pleno
convencimiento de que se han estudiado profundamente los
problemas; ahora bien, parece que existe un error de ,plan­
teamiento, ya que de otra forma no se comprende lo frecuente
de estas reformas.
Este error de planteamiento consiste en seguir pensando que
el Estado tiene que hacerlo todo: dictar las normas, preparar
los programas, elegir los catedráticos, dar los títulos, etc.
Este planteamiento, en total contradicción con el Principio
de subsidiariedad, nos conduce a la U~iversidad burocrática, en
la que los rectores, los decanos y
directóres de
Centro se
convierten en meros funcionarios del Estado.
Dos condiciones fundamentales
t_ienen que

darse para que
una Universidad pueda considerarse autónoma: independencia
administrativa y autoridad para otorgar sus propios diplomas,
de acuerdo con los programas de enseñanza que se hayan
trazado.
La independencia adminis.trativa no implica que el Estado
no tenga que ayudar económicamente a estas Universidades; esta
ayuda necesaria -por '[)'1rte del Estado--podría tener el carácter
de subvención directa si está cargada al
presupuesto Nacional,
o bien podría ser indirecta mediante una serie de disposiciones,
preferentemente

fiscales, que favoreciesen a las entidades;
soci-e-
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dades o particulares, que colaborasen a la financiación de . la
enseñanza~
Autoridad académica con capacidad para organizar y modifi­
car sus programas de estudios, elegir su profesorado y otorgar sus títulos de acuerdo con las enseñanzas impartidas.
F,.ste sistema tiene innumerables ventajas.
¿ Quiere todo esto decir que el Estado deba desentenderse de
la Enseñanza? En absoluto. El Estado, mejor dicho, el
Go­
bierno, tiene obligación de fiscalizar lo que se enseña y el
empleo que se da a un dinero
patrimonio de

la Nación.
El Gobierno tiene que
!Procurar que

las dotaciones
para becas,
de su presupuesto, sean lo suficientemente elevadas para que
todas aquellas personas con capacidad intelectual no se pierdan
para la Nación.
El Gobierno tendrá que promover a los particulares y a las
sociedades. intermedias: Municipios, Corporaciones Provinciales,
Cámaras de Comercio e Industria, Colegios Profesionales, etc.,
para que colaboren con los Centros existentes y ayuden a la
creación de otros nuevos, de acuerdo con las características
y
las peculiaridades de cada Región. En todo el movimiento que hoy existe en torno de la
Re­
forma de la Enseñanza y de la Autonomía universitaria hay un
gran peligro: creer que todo se puede hacer desde arriba, desde
el Gobierno, sin contar con la sociedad. Bien están las reuniones
de alto nivel con personalidades y organizaciones extranjeras,
pero no olvidemos a la sociedad y a la realidad española a la
hora de trazar los nuevos planes.
Generalmente se han
preparado las
nuevas reformas desde la
mesa de
nn despacho

y sin un contacto auténtico con los que
viven la realidad día a día.
Se han realizado reformas de carreras basándose en datos
faltos de autenticidad, y no se debe olvidar que si bien la en­
señanza debe estar al alcance de toda persona capacitada, siendo
esto lo que más conviene a la sociedad,
tampoco se pueden
frustrar las

ilusiones de una juventud que, después
·de haber
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luchado en las aulas por prepararse para ocupar un puesto en la sociedad, se da cuenta que no hay sitio para ella.
La creación de estas nuevas Universidades autónomas im­
plica una serie de
problemas que
habrán de solucionarse: unos
anteriormente a su funcionamiento
y otros con implicaciones en
los
¡,ostgraduados.
Entre
los

primeros destacan la creación de los Patronatos rec­
tores, la formación de los claustros de profesores
y la progra­
mación de los estudios; entre los segundos se pueden incluir
la titulación y la colaboración entre la Universidad y sus post­
graduados.
Los Patronatos universitarios.
La clave del futuro de estas nuevas Universidades está en
la creación de los Patronatos rectores de las mismas. Su estruc­
turación debe suponer un mayor enraizamiento
y una más pro­
funda toma de contacto de los Centros de Enseñanza con la so­
ciedad a que pertenecen y a la que han de revertir los frutos
que en ellos se logren.
Esta toma de contacto con la realidad social es la base a
partir de la cual tenemos que estructurar la organización
y ac­
tuación de estas Juntas Rectoras que deben ser los Patronatos.
Ellos,
por ser
los más directamente interesados, serán los
que puedan promover y llevar la Enseñanza a mayores alturas
científicas; ·ellos, mediante la programación de cursos monográ­
ficos sobre las nuevas técnicas
y métodos, quienes fomenten la
investigación; y ellos, en último extremo, los que deberán con­
trolar el buen funcionamiento
y rendimiento de los profesores,
programas de enseñanza
y alumnos, de fonna que la conjunción
de estos tres factores dé los resultados
apetecidos por la

sociedad.
¿ Qué supone, ante lo acfual, la existencia activa de estos
órganos rectores, base de la vitalidad fecunda y creadora de cada
nueva Universidad? Como primer paso
su1xme la participación
de

la sociedad, como tal, en la dirección de las nuevas univer-
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sidades (piezas fundamentales en el desarrollo de las comunida­
des humanas), pasando el Estado (gobierno) de un
papel de
director a una situación de fiscalizador de los resultados ob­
tenidos. A
través de esta participación, toda la Nación, en su papel
subsidiario, exigirá a estos Patronatos una gestión eficaz.
Como segundo paso importante supone la transformación del
catedrático; de funcionario del Estado pasa a miembro, en con­
tinua tensión !.Pedagógica e investigadora.
Esta nueva situación del profesor, de gran capacidad creado­
ra, sólo es posible lograrla mediante un Patronato fuertemente
enraizado en la sociedad (con todo lo que esto supone en cuanto
a nombramientos, sectores representados y personalidades), y con
un cuerpo docente continuamente revitalizado. No debe olvidarse
tampoco a esa parte de la sociedad en formación dentro de la
Universidad: los alumnos. Ellos, con sus exigencias de respuesta
a los problemas que tienen planteados, deben colaborar también
al perfeccionamiento de la Universidad.
Sociedad, profesores y alumnos son los tres factores que
componen la Universidad. Cada uno con su
papel claramente
definido:

la sociedad
como fuente
de inquietudes y de necesi­
dades, los profesores como medio para desarrollar
y buscar
soluciones a estas inquietudes y a estas necesidades y los alum­
nos

como sujetos a través-de los cuales la sociedad va a re­
cibir la respuesta a esas necesidades
y a esas inquietudes.
Todos ellos en armónica unión serán el motor inestimable
que haga que la Universidad cumpla, con la mayor perfección
posible, el papel formativo e informativo que tiene asignado
dentro de la sociedad.
¿ Quién puede ser en la sociedad fuente de inquietudes y de
necesida_des? Los ,propios individuos que la componen a través
de aquellos organismos solventes y capaces de dar forma a esas
inquietudes y de plantear fines ¡para esas necesidades. Estos or­
ganismos serán: las entidades culturales
y profesionales ,para el
segundo
caso,
y los órganos administrativos verdaderamente re­
presentativos para el
:primero.
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LAS UNIVERSIDADES AUTONOMAS
Este sector, como promotor e iniciador de la Nueva U ni­
versidad, debe ser
el mayoritario dentro del órgano rector, ya
que la propia sociedad, a través de estos organismos, será la que
juzgue la eficacia pedagógica e investigadora y los resultados
obtenidos por los otros dos sectores de la Institución Universi­
taria, que no pueden ser a la vez juez y parte.
Mantener el criterio de que el elemento docente debe ser el
único dirigente de la Universidad, a través de una amplia con­
cesión de poderes en los Patronatos, no servirá nada más que
para conservar el actual estado de cosas, con los mismos defectos
con que cuenta en la actualidad_: falta de control, con el corres­
pondiente abandono de sus obligaciones, caciquismo intelectual y
una orientación, la mayoría de las veces, alejada de la realidad
de la sociedad a que pertenecen.
Asimismo, el dejar, ante sus exigencias, el poder universitario
en manos de los propios alumnos, serviría únicamente para crear
un auténtico estado de subdesarrollo intelectual, al no ser posible
que un miembro, en período de formación, .pueda opinar sobre
la programación
_de la enseñanza qu.e deba recibir, ya que esto
exige
un conocimiento a fondo de las necesidades profesionales
y pedagógicas.
Una correcta interpretación de la realidad de estos tres sec~
tores

será básica
para el buen funcionamiento del Patronato,
puesto que es a través de él que se lograrán unas Universida­
des capaces de cumplir con
la misión que tiene encomendada:
FoRMAR t INFORMAR a las nuevas generaciones.
La enseñanza en la Universidad. Queremos fijarnos en otros as.pedos muy importantes y siem­
pre muy abandonados de la
· enseñanza

universitaria: la estruc­
turación de los centros, la programación de
los estudios

y la
provisión de las cátedras.
Partimos de la necesidad de una reestructuración general
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de la Enseñanza en España que debe abarcar desde los estudios
primarios a los superiores. Esta reestructuración de la enseñanza tiene que hacerse en
base a dar gran fluidez a la misma, a facilitar al máximo el ren­
dimiento personal del alumno, a crear W1 continuo interés por
los conocimientos inmediatamente superiores ; en fin, a lograr que
la capacidad individual de la
persona consiga
su máximo des­
arrollo.
Por lo que se refiere a los centros de enseñanza superior
es necesario romper con el actual sistema de centros-estancos,
donde
sólo se

imparte un
tipo de
conocimientos determinados.
Cualquier sociedad viva necesita de una gran gama de conoci­
mientos que se complementan, sin que sea posible considerar,
en ningún caso, que un individuo pueda alcanzar el tope de co­
nocimientos en una rama determinada, por el hecho de obtener
un título, fin del recorrido académico. Es necesario, tanto desde el punto de vista individual corno
social, escalonar la enseñanza
y, en consecuencia, las posibilida­
des de realizar un trabajo. profesional. Para lograr esto debemos
agrupar las
carreras
por ramas
del saber para facilitar los tras­
vases de unas a otras, a partir de unos cursos básicos, comunes,
que afiancen
y seleccionen las vocaciones personales que podrán
irse desarrollando en grados
posteriores.
Las

especializaciones y grados que deben preverse en los
programas permiten que aquellas personas que tengan su capa­
cidad personal o económica, en parte disminuida, no desesperen
de alcanzar un puesto profesional en la sociedad. Con su es­
fuerzo personal, económico e intelectual podrán ir venciendo las etapas de estudio que su vocación y capacidad les permitan. Su
esfuerzo nunca será estéril ya que no tendrán que esperar a
llegar al final
para lograr

una titulación sino que, según vayan
alcanzando los sucesivos grados de los estudios, irán adquiriendo
una titulación que les permita desarrollar un trabajo de acuerdo con los conocimientos que hayan adquirido.
La agru~ción de carreras es terna sencillo puesto que la
vida y las necesidades del mundo actual definen . con claridad
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LAS UNIVERSIDADES AUTONOMAS
campos comunes, no siendo por tanto necesario que en este
breve comentario nos detengamos en este punto. Una vez señalada la necesidad de esta reestructuración de
las carreras y por tanto de los centros, se presenta como impres­
cindible para que aquélla tenga alguna posibilidad de éxito, el
considerar los
programas actuales
de la enseñanza superior ( donde
existan), como algo anacrónico por su excesiva inercia, que di­
ficulta su acomodación a los nuevos conocimientos y a la nueva
estructuración.
Los programas deben estar planteados como un todo orgá­
nico en que, junto a los conocimientos necesarios como base de
cualquier saber, se desarrollen una larga gama de conocimientos
concretos que ayuden al esfudiante a seleccionar las tendencias
por las que su vocación se desarrollará de una manera más eficaz
oara él mismo y para la sociedad en que se encuentra.
Estos programas deberán estar pensados de forma que la
graduación de salidas profesionales, que consideramos funda­
mental,
pueda efectuarse.

Esto se logra fácilmente por medio de
unos ciclos de enseñanza encadenados, de
forma que

cada ciclo
.
inferior es base de conocimiento para el inmediatamente superior.
Enseñanza básica;
especialización media
con mucha práctica;
especialización superior (teoría
que supera y perfecciona la prác­
tica); investigación
y doctorado como base para la enseñanza.
Entramos en el tema del profesorado. Cómo debe seleccio­
narse éste y cuál es su situación, son temas constantemente
debatidos.
Cada

vez
e1parece como
más eficaz el que la selección del
profesorado se efectúe por contratación directa, por períodos de
tiempo prudenciales
y prorrogables. Deben evitarse al máximo
las actuales situaciones de un catedrático
y varios auxiliares, lo
cual entorpece el desarrollo de las actividades de estos últimos,
optando por que existan varios catedráticos por ·asignatura o
gru,po de ellas que expliquen un mismo programa.
La capacidad de los alumnos para el estudio y sus conoci­
mientos serán juzgados a través del desarrollo de las clases teó­
ricas
y prácticas y por m~dio de exámenes .periódicos. Los re-
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sultados de este juicio deben servir al Director del Centro y al
Patronato de la Universidad para comprobar el nivel de apro­
vechamiento del alumnado
y la capacidad del profesorado.
El contrato Universidad-Profesor obligará, no sólo al des­
arrollo de
una labor

pedagógica, sino también a la investigación,
siendo a través de ésta por la que la Universidad entrará en
contacto con los profesionales
y la industria, evitando que un
egocentrismo propio de ciertos niveles intelectuales convierta
a esta Institución docente en un centro apartado de la realidad
en que vive.
Por último, debe pensarse que la Enseñanza, y sobre todo la
superior, no es problema de años, sino de conocimientos, por
lo que no deben establecerse cursos prefijados, sino conjuntos de materias a conocer para lograr un determinado grado de for­
mación orofesional.
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Prioridad de la familia en derecho y en deber en orden
a la educación de
los hijos.
"La familia, teniendo como fin la procreación ~ la
"educación de los hijos, por esto mismo posee una pnori­
"dad de naturaleza y, en consecuencia, una prioridad de
"derecho-deber en el campo educativo con relación a
la
'sociedad. Ella no debe y no puede renunciar a este
"derecho".
PAULO VI: Discurso a la Unión Católica de
Profesores de
Enseíianza Media
(10 de febrero
de 1969; texto italiano en VOsservatore Ro­
mano de 10 de febrero¡ texto en castellano:
Ecclesia, núm. 1.429, sábado 22 de febrero de
1969).
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