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Número 251-252

Serie XXVI

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Un tema actual: el declinar de occidente

UN TEMA ACTUAL: EL DECLINAR DE OCCIDENTE
POR
THOMAS MoLNAR
He llegado a la conclusión de que si se enumeran los gran­
des acontecimientos del siglo
xx -acontecimientos planetarios-,
y se suman entre sí, su resultado es el declinar de Occidente ..
¿Cuáles son, ante todo, los acontecimientos que he escogido?
La guerra del 14, que debilitó a
todos los beligerantes euro­
peos y provocó la implantación
de dos potencias . extraeuropeas,
futuras tutoras del continente. Además, esta
guerra hizo visible
a los ojos del tercer mundo, que aún no era uno, los fallos
de
Europa, de su tecoología, de su administración, sobre todo de su
unidad.
Segundo acontecimiento, surgido orgánicamente del primero:
la llegada al poder del bolchevismo (1917), ideología contraria a
los supuestos cristianos y greco-romanos, a
la articulación social
típicamente europea. Desde entonces, no sólo los intelectuales
eutopeos
se verán atraídos por otro centro ideológico, sino que
buen número de ciudadanos
-dlos también-pensarán que la
salvación vendrá de un lugar exterior que no será
ya Tierra San­
ta.
El objeto de peregrinaciones no será Compostela ni Jerusalén,
vinculados por lazos greco-romanos y cristianos a Europa ( tal
como ilustran las cruzadas), sino la Rusia por donde penetra la
aurora. Además, el comunismo universalizado, planetario, será
el primer movimiento de masas desde la expedición asiática de
Alejandro Maguo cuyo epicentro no
sea ya Europa. El comunis­
mo, momentáneamente alejado por
fuerzas europeas todavía ac­
tuarites,. contorneará el continente y penetrará en el «tercer mun~
do» aportando un mensaje ·que no es ni a.teniense, ni romano ni

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. THOMAS MOLNAR
cristiano. Ofrecerá -así una alternativa a Europa, alternativa que
permitirá a los otros mirar en lo sucesivo a Europa con ojo crí­
tico, incluso como inferior a la nueva teoría y visi6n del mundo.
Teri;er acontecimiento: la guerra 1939-45, continuaci6n
exac­
ta de la primera. Europa lleva la guerra al planeta, pero las con­
secuencias las sufre ellá misma. Las colonias vacilan en el um­
bral de la independencia; Europa, decaída, apenas las retendrá.
De hecho, las potencias europeas
se ven baridas en varios fren­
tes,
y por doquier la capitulación, además de la divisi6n del con­
tinente mismo. Europa no está ya en Europa -cabría decir-,
sino gobernada, influida, aconsejada desde fuera, especialmente
por las
dos entidades, ambas ideol6gicas, que son por así decir
las pesadillas de Europa: la libertad imbécil y el despotismo sin
límites.
Cuarto acontecimiento:
los Estados Unidos en tant.o que su-'
per-potencia, se importe por sus mercancías, sus técnicas, su fa­
bricación de ilusiones y apetencias. Como en el caso del marxis­
mo moscovita, aunque en otro registro, se trata -de una invasión
de Europa por una mentalidad · antitética de las viejas diversida­
des y arraigos de
sus pueblos. Por su mismo. carácter planetario,
comparado con el
cual el imperio romano o el imperio btitánico
dirlanse provinciales, los Estados Unidos reúnen a los pueblos
por
lo bajo, si cabe decir, por el lado de la prosperidad material
y de un estilo mecánico de comportamiento. Se trata de la pri­
mera sociedad en la historia que no aspira
á nada, salvo a poseer
más d~ lo que posee; y que por esta misma visión rebajada al ras
de la tierra desacostumbra a los hombres -e incluso a los hom­
bres de Iglesia-a elevar los ojos hacia lo que es superior, re­
flejo de lo que es trascendente. Eufopa, en 1945, ha empezado
a dudar de sí misma;
su superficie reducida y su horizonte blo­
queado por el estilo de vida americano la vacían de su propia
existencia.
Quinto acontecimiento: la descolonización. No
es sólo pri­
varse
de territorio, de misión y de una perspectiva más amplia:
es también
la· consecuencia de que su pérdida se convertirá en
ganancia
para las potencias tutoras extra-europeas. Porque la ci-
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vilizaci6n europea, como antes de ella el helenismo, después la
romanidad, tenía como vocación humanizar a los otros pueblos y
razas, inculcarles
la mesura y la inteligencia. 'No ignoro que es
otro «universalismo» lo. que precisamente reprocho a los mun­
dos americano y soviético; solamente Atenas, Roma y (digamos)
París penetraron en otros confines para enriquecerse de su apor- .
1:ación y rebuscar, eternamente insatisfechas, lo que aún pueda
iluminar lo divino y lo humano. A pesar de los abusos y atroci·
dades cometidos. por Roma
. y por Europa en lo que no era . to­
davía el tercer mundo, abusos y atrocidades que van desde Car­
tago hasta los aztecas, el europeo se acercaba a otras riberas tam·
·
bién con gran humildad. Era la búsqueda de los misterios del
ser, la prolongación de la investigación
filos6fica (metafísica y
teológica) que habían emprendido los pensadores europeos, desde
Aristóteles a Leibniz. A pesar de esos· abusos
y atrocidádes CO·
metidos por Roma y por Europa, había en la empresa. europea
lo que el filósofo de Praga Jan Patocka llama «el cuidado del
alma», en un estudio sobre
Plat6n y Europa (Ed. Verdier, 1983 ).
Por el contrario, tanto Moscú como Washington re-colonizan el
tercer mundo no viendo en él un nuevo medio de profundizar
la condición humana, sino sólo )a ocasión de utilizar esas tierras
y esos pueblos en cuanto materia ideológicamente manipulable.
Se trata, bien de sovietizar/satelitizar las estructuras locales, bien
de. hacer salir de la urna (método ridículamente inapropiado a
esos
climas) una banda de seudo-élite que sepa imitar el lengna.'
je y los comportamientos de senadores americanos crédulos. No
se podría obrar mejor si se tratase de crear las condiciones de
un tumulto inacabable, de una anarquía planetaria.
Sexto acontecimiento: en fin,
el hundimiento, al nivel de lo
natural y d~ las instituciones, de la Iglesia Romana. Sin duda la
Iglesia no es s6lo de Europa; sin embatgo, ella contuvo durante
dos milenios
la sustancia de este continente, interiotizando una
historia de
más de cuatro mil años, desde el Eufrates y el Nilo
hasta
.las agnas del Amazonas. Europa e Iglesia, encarnación mu·
tna, proyección en el dominio del espíritu y de la materia viva,.
de la majestad divina
y de la aspiración· del hombre hacia el m.ás
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allá. Al propio tiempo, la Iglesia, heredera de todos los pueblos
forjados en el Occidente ampliamente concebido, fue también
el
modelo político ~ Europa: unidad y diversidad, príncipe y re-·
pública, cuerpos intermedios y subsidiaridad, libertades y ley. La
medida helénica y la autoridad romana, una
y otra vivificadas por
· la caridad cristiana: he ahí una de las numerosas f6rmulas para
«definir» Europa. No obstante, sin prejuzgar el porvenir de
la
Iglesia -que_ se encuentra en manos distintas de las humanas­
se contemplan en ella dos líneas de orientaci6n «no-europeas».
Para simplificar, diríamos que la Iglesia se lanza, imitando en su
actitud a la·s naciones terrenales, por los caminos todavía paralelos
pero finalmente convergentes del liberalismo y del socialismo. Car­
tas pastorales, decretos, discursos innumerables, documentos cam­
biantes, instrucciones, incluso encíclicas, adoptan el lenguaje po­
lítico de las sociedades ácruales. Un saludo al capitalismo a la
americana, otro a la izquierda internacional presentable, «un
poco de c6lera incluso, no siempre atemperada», escribe diplomá­
ticaménte
el P. Calvez (Le Monde, 8 de abril).
La otraHnea a que.
se lanza la Iglesia es aún más peligrosa:
la de
la fragmentación, del sectarismo ideol6gico o regional. Ante
un representante de la religi6n de Shiva, en
el· bosque sagrado
de
los animistas nigerianos, en la sinagoga romana, en el estadio
de Casab)anca,
el vicario de Cristo mantiene, sin duda, su mira­
da en
el Señor; sin embargo, crea, quiérase o no, un espectácu­
lo
menos diversificado que diversificante. Sin duda no es el «len­
guaje» europeo
el único en que la Iglesia pueda expresarse. Pero,
¿no se trata, precisamente, de algo más que de expresiones? Una
especie de disoluci6n muy moderna, un desmoronamiento cada
vez
más difícil de interpretar, un lenguaje ambiguo ... ¿No es, una
vez
más, la negación de la universalidad específica de Europa,
una cierta ausencia de mesura, un desbordamiento de
los esque-
mas sólidos del pensar? .
La crónica del hundimiento de Occidente pasa por los seis
acontecimientos aquí evocados. ( Occidente y Europa son para mí
nociones intercambiables y exclusives: no hay
más occidente que
el éuropeo;
el resto que dice serlo viene a reducirse a fuerzas· cen-
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trífugas que se encarnan en una u . otra forma de «no,occiden­
te»
). Resulta difícil establ.ecer secuencia lógico-histórica de esos
acontecimientos, incluso si no consideramos a la cronología como
factor determinante. Podría decirse que del primero al sexto pun­
to, Europa ha, ante todo, abandonado
el poder político, y sólo
al fin la sustancia espiritual, por más que los pensadores de la
historia .conciban ese orden como ·inverso. Como quiera que sea,
los setenta años que acabamos· de recorrer nos informan
con da~
ridad sobre el desarrollo tlel fenómeno «decadencia». Pérdida I
material, evacuación de lo espiritual por el canal. privilegiado, res­
tricción territorial, abandono de los pueblos leales,. -modas de pen­
sar extranÍeras y alienadoras, división geográfica, servidumbre.
Se añade aún al cuadro el esfuerzo ilusionista por negar los
hechos. A semejanza de
la muerte individual, la muerte de una
civilizació!J., de una visión del mundo, produce ante . todo imá­
genes confortadoras, variaciones sobre el tema de la inmortali­
dad. Ni
el hombre ni la civilización quieren desaparecer. Por
ello
mismo, las ilusiones se multiplican. Los expertos america­
nos declaran ser verdad que de aquí al 2080 los Estados Unidos
serán «morenos» ( es decir, en tal extremo multirraciales que los ·
blancos constituiráo una minoría, en provecho de hindúes, me­
jicanos de origen indio, caribes, filipinos; coreanos, etc.), pero
que ello está en la línea de América, tierra de asilo y de pros­
peridad.
Los expertos europeos, cuyos ojos no miran a las tablas
demográficas, se cuentan cuentos sobre una «Europa unida», ter­
cera superpotencia. Esto sucede en el Parlamento d~ Esttasbur­
go,
cuyos miembros, al igual· que los arúspices que describía 0-
cerón, no pueden contener .su risa al mirarse de frente. Los ex­
pertos de la Iglesia, al salir del Concilio, del Sínodo o de la re­
dacción de diversos documentos, proclaman que la Iglesia ha en­
contrado su puesto e!J.. el mundo moderno y cambiante y que el
frailecito de Asís reinárá sobre la reunión universal de todas las
religiones del planeta.
Por doquier hermosas promesas
y bellas imágenes, Es parte
también del escenario
de la decadencia ...
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