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Número 339-340

Serie XXXIV

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Europa y el bien común

CRONICAS:
EUROPA Y EL BIEN COMUN
En la bella ciudad surtirolesa o altoatesina de Bozen/Bolzano,
el Institut International d'Etudes Européennes «Antonio Rosmi­
ni»,
de existencia más que cuadragésima, ha celebrado los días 12,
13 y 14 de octubre pasado su trigésimo cuarto Congreso Inter­
nacional, sobre
el tema «Europa y bien común, más allá de la
modernidad
y la posmodernidad». La finalidad de la reunión pro­
movida por la prestigiosa institución no
ha sido otra -según la
breve presentación que acompañaba la convocatoria
y en la que
no
es difícil adivinar la fina pluma del profesor Danilo Castellano,
su director científi~ que contrastar en la experiencia jurídico­
política de diferentes países cómo, si la modernidad instauró la
contraposición entre «lo público»
y «lo privado», portando a la
identificación del «bien común» con
el «bien público», la post­
modernidad, en cambio, ha venido a asignar
al «bien privado»
-al elevarlo a «bien común»-un primado sobre el «público».
En ambos casos -es la conclusión-se esfuma la verdadera rea­
lidad de lo político
y se arriba a la inevitable dacadencia del
Estado
y, más aún, de la propia comunidad política.
Me parece divisar, pues, que
esta temática del último Conveg­
no
de] Instituto Rosmini no resulta sino de la extensión de la
que, concentrada exclusivamente en Italia,
articula el reciente
libro
La decadenza della Repubblica e l'assenza del politico (Bo­
lonia, 1995), coordinado por el propio Castellano con la colabo­
ración de los profesores Luigi Bagolini, Francesco Gentile, Gian­
carlo Giurovich, Michele Gasslini, Giuseppe Goisis
y Ernesto
Molinati. Las sesiones
se abrieron con la palabras del presidente del
Instituto,
el profesor Wolfgang Waldstein, antiguo rector de la
Universidad de Salzburgo, a las que siguieron intervenciones del
alcalde de
la ciudad y representantes de la provincia autónoma de
Bolzano, la región autónoma
Trentino-Alto Adigio y la diócesis.
Inmediatamente,
el profesor Sergio Cotra, ordinario de Filo­
sofía del Derecho de la Universidad de Roma
y presidente de la
Verbo, núm. 339-340 (1995), 1103-1107
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Unión Internacional de Juristas Católicos, desarrolló la primera
ponencia: «Quale postmoderno e quale bene comune?
». La post­
modernidad, que tiene como punto de partida una legítima insa­
tisfacción ante los puertos a que conducen las singladuras
de la
modernidad, podría ser llamada con
más propiedad, a su juicio,
neomodernidad, pues no alcanza a abandonarla
y superarla. Sin
embargo, a la hora de desbrozar el núcleo teórico de esa moder­
nidad
y de su prórroga en· la neomodernidad, así como a la hora
de separar lo que en
la última hay de decadencia y de resistencia
respecto de la ptimera,
la nitidez del planteamiento vino a que­
dar empañada por el prurito, verdaderamente obsesivo, de no
caer en lo «antimodemo». Luego, en el resto de la sesión, pero
sobre todo en
la siguiente, que presidió en parte, sus apostillas
-moviéndose en la vindicación del liberalismo ( en sentido ideo­
lógico)-no pudieron ser más desafortunadas ni su actitud en
verdad menos dialogante
y liberal (en sentido de apertura y ge­
nerosidad).
La segunda ponencia correspondió a Joseph Schmucker von
Koch, profesor de Filosofía Moral en la Universidad de Ratisbona,
que trató del «utilitarismo como falsa síntesis entre el bien
co­
mún y el bien privado», abordando una serie de «preguntas sobre
las nuevas orientaciones
de Europa al final de la modernidad».
Su intervención, construida como réplica a Peter Singer, describió
el utilitarismo como la actitud espiritual que entregá nuestra
vida a un cálculo de coste
y beneficio sobre la felicidad. Actitud
que viéne a constituir una grave amenaza, pues su pretensi6n
de sintetizar el bien común y el individual· acaba por suprimir
arobos en un proceso que
cae en el irracionalismo que dice com­
batir, para conducir finalmente hacia el nilu1isino. La conclusión,
sin embargo, resultó chocante por el alegato en pro de la tole­
rancia que contenía y é¡ue, sin mayores precisiones, permitía pre­
cisamente una lectura relativista e irenista contradictoria con la
firmeza del desarrollo, como alguna de
Iás iritervenciones poste-
riores pusieron de manifiesto.
·
La sesión del viernes comenzó con la ponencia del profesor
portugués. Mário Emilio Forte Bigotte
Choríío, dedicada a enca­
recer la importancia
del bien común en el seno de la filosofía
política europea. El distinguido profesor de Lisboa utiliz6 el
tono
mesurado y agudo que siempre le acompañan para destacar cómo
la cuestión del bien
común es una «cuestión-clave», de la que
cuelgan muchos desarrollos,
si bien, a juicio de qÚien r~dacta esta
nota, no dejó de entreverar un tanto incoherentemente la explica­
ción clásica del bien común con otras versiones (Maritain, Possen-
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CRONICAS
ti) que fincan en otros presupuestos y concluyen también en otros
terrenos.
El profesor de «La Sapienza», Francesco Mercadante,
centró su intervención,
.como suya aguda, pasional, inconformista
y alegórica, . en la posición rosminiana, apuntando su importancia
para
la elucidación del problema político de la Europa contem·
poránea.
La distinción entre el bien público y el bien común y
la comprensión de éste como amasado por amor, lágrimas y san­
gre, abre
la visión de cómo, en este desafío epoca! del fin del co­
munismo en que nos hallamos, la razón armada del bien público
habría caído ante
la razón desarmada del bien común. El riesgo,
me parece, no está sino en
la disolución de éste en un puro agre­
gado de bienes privados, no en
el sentido de individuales; sino en
el de clausurados en
el individuo, esto es, no comunicables. No
en vano
la doctrina clásica siempre destacó el carácter esencial­
mente comunicable del bien común, así como que en éste
se in­
tegra por derecho propio una cierta cantidad de bienes indivi­
duales.
Nuestro querido amigo Andrés Gambra, profesor de Historia
del Derecho del Centro Universitario «Francisco de Vitoria»
(Madrid), colaborador brillante de estas páginas, completó las
ponencias de la mañana con unas «reflexiones sobre
la experien­
cia española» respecto de la «actual disolución de
la comunidad
política». De su intervención emergió límpidamente
la conclusión
de que no
se trata de una simple crisis de crecimiento o de ajuste,
que pueda remediarse con coyunturales reformas estructurales,
de ingeniería constitucional, sino que su origen radica en una
auténtica disolución.
de. la comunidad .Política, que sólo puede
combatirse con un hondo
replanteami como radical convivencia de los hombres.
A
la tarde, el profesor Giulio María Chiodi, de la Universi­
dad de Nápoles, centró su intervención en «Europa
como civili­
zación pluralista», presentando un panorama geopolítico muy
vasto sobre las grandes áreas mundiales. Así, Europa representa
un pluralismo universalista, a diferencia de los Estados Unidos
que son pluralistas pero tienden a exportar una monoculturá
-la
del bienestar material-, y de Asia, dotada de un pluralismo
particularista
y no exportador. Igualmente destacó la que con­
sidera necesidad de dar primacía · a la cultura jurídica sobre la
política, en una definición susceptible de matizaciones y reparos,
ya que parece contraponer lo jurídico, concebido como elemento
unitivo, con lo político, arrojado
al infierno de lo insolidario y
lo bélico. Cuando, bien mirado, me parece, la política aporta el
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MIGUEL A YUSO
bastidor que permite al derecho tejer incansable con las relacio-
nes sociales.
·
Finalmente, el romanista Michael Rainer, sucesor del profe­
sor Waldstein en
la. cátedra de Salzburgo, en una brillantísima
exposición se ocupó de
la «"Romana res publica y bien común,
un problema para la Europa de hoy». Y en efecto, de la reflexión
sobre la expe_riencia romana extrajo numerosas sugerencias para
el enderezamiento de la cultura. europea de hoy, · descansando su
núcleo teórico
. en que l¡¡ filosofía y la jurisprudencia crearon un
«ethos» político que está completamente ausente de la clase
di'
rigente actual.
En la última sesión, la mañana del sábado día 14, sólo se
desarrolló una ponencia, ante la inasistencia por enfermedad del
profesor romano
Luigi Mistrorigo, que debfa haberse ocupado
de «la contribución de la doctrina social de la Iglesia a la.
cons­
trucción de· la comunidad europea». Como no obstante remitió
el texto de su aportación, podrá leerse con las actas.
La que sí
fue brillantemente defendida fue la del politólogo húngarQ Péter
Paczolay, que trató «el problema del bien común en la Europa
central contemporánea», destacando los problemas constituciona­
les surgidos de la nueva situación de los países de lo
que se co­
noce como «Mitteleuropa». Frente a planteamientos reductores
que
se limitan a destaqr los caml:,ios institucionales, presentó la
necesidad
de instalarse en el paleni¡ue del «consenso de valores»
que
funda toda comunidad política. rectamente organizada, valo­
res que divisó como supravencionales: Luego, en el coloquio, se
le observó, con razón, que la terminología de los valores resulta
equívoca
y qu~ resulta preferible hablar de bien cofuo aspecto
trascedental del ser. También tuvo palabras. para las
. tensiones
que supone el llamado Estado
social. respecto del Estado de de­
recho, subrayando la peligrosa equivalencia operante en Centro­
europa entre bien
común y bien· material asegurado por el Estado.
Finalmente sostuvo
la necesidad de emprender una batalla lin­
güístiéa, propuesta que fue recogida por algunos de los intervi­
nientes en el coloquio. Entre estos destacó
el profesor Grasso;
de
Pavfa, siempre incisivo, que· mostró cómo lo que en la expe­
riencia italiana parecía hace
afios que iba a conducir a una refor­
ma total. ha quedado, al menos por el momento, limitado · a un
maquillaje institucional, pero
sin grandes pretensiones en los. fun­
damentos de la reforma. También tomaron la palabra a lo largo
de las distintas sesiones, siempre con interés, los prOfesores
Balzarini, Zanini, Tammasia, Composta; Bastit, Cordini y Genti-.
le. Este último, ·vicepresidente del Instituto, se mostró tan agudo
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CRONICAS
y sugerente como siempre. Por parte española, y además de la
ya reseñada ponencia del profesor Gambra, aportaron sus puntos
de vista el autor de esta nota y Estanislao Cantero. Con palabras
del presidente y del director, profesores W aldstein y Castellano
--quien hizo el recuerdo de Jorge Uscatescu-, concluyó este
brillante
Convegno del Instituto Rosmini, con el anuncio de que
el próximo, para el otoño de 1996, tendrá por temática, Dios
mediante, la de «Federación, nación y región en la
.co11strucción
europea».
MIGUEL AYUSO.
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