Índice de contenidos

Número 339-340

Serie XXXIV

Volver
  • Índice

Eugenio Vegas Latapie: Memorias políticas (1938-1942) La frustración en la victoria

INFORMACION BIBLIOGRAFJCA
Eugenio Vegas Latapie: LA FRUSTACION EN LA
VICTORIA.
MEMORIAS POLITICAS 1938-1942 (*)
Aunque han transcurrido diez años desde su fallecimiento,
Eugenio Vegas no necesita presentación en estas páginas de las
que fue cofundador (1). Tras reiteradas peticiones de
sus amigos,
se logró vencer su resistencia para que escribiera sus memorias,
y en 1983, apareció el primer tomo, que concluía el 18 de julio
de 1936 con
el Alzamiento nacional .(2); en 1987, casi dos años
después de su muerte
y bajo el impulso de su mujer, Leonor
L6pez de Ceballos
y Eraso, se publicó el segundo tomo que, con­
tinuando el anterior, fundamentalmente abarcaba desde el 19 de
julio de 19 36 hasta
el principio de 19 38; lo había dictado a
(*) Prólogo de Emilio de Diego, Editorial Actas (Islas Molucas, 32),
Madrid, 1995, 17 X 24 cm., 540 págs., 3.600 pesetas.
(1) Para los últimos suscriptores y para quienes lean estas páginas sin
serlo, me
remito al último número de nuestra revista, en la que, con mo­
tivo
del décimo aniversario de su muerte, aparecen artículos de Juan Vallet
de Goytisolo, Gabriel Alfére>:, Francisen de Gomis, Francisco José Fernán­
dez de la Cigoña, Miguel Ayuso y Estanislao Cantero, Verbo, núm. 337-338
(agosto-septiembreoctubre 1995), págs. 687-768.
Para quienes se interesen par su figura y su obra, además de sus libros
y artículos, puede verse el número 239-240 ( octubre-noviembre-diciembre
1985} de Verbo, publicado en su homenaje con ocasión de su muerte, con
una breve antología de su obra y artículos de J. V allet de Goytisolo, Jean
Ousset, Demetrio Pérez, Rafael Gambra, G. Alfére,:, Francisco Canals, F. de
Gomis, F. J. Fernández de la Cii,oña, José Antouio García de Cortázar,
Andrés Gambra, M. Ayuso y E. Cantero, o en el volumen · Eugenio Vegas
Latapie.
In memoriam, Speiro, Madrid, 1985, 238 págs. También, J. VALLET
_DE GoYTISOLO, «Eugenio Vegas y_ las "~erechasn espafiolas», Verbo, núm.
247-248 (agosto-septiembreoctubre 1986), págs. 856-868; F. J. Fl!RNÁNDEZ
DE LA CIGOÑA, «¿Cruzada o guerra civil? :La perspectiva de Eugenio Vegas»,
Verbo, núm. 247-248 (agostt>-septiernbreoctubre 1986), págs. 869-889; !nEM,
«Recuerdo de Eugenio Vegas Latapie», Verbo, núm. 251-252 (enero-febrero
1987), págs. 133-145; E. CANrERo, «Democracia orgáoica, viabilidad del mo­
delo político y utopía en Eugenio Vegas», Verbo, núm. 243-244 (marzo­
abril 1986), págs. 478490.
(2) El suicidio de la Monarquia y la Segunda República. Memorias po­
llticas, Plaoeta (Colección Espejo de España), Barcelona, 1983, 328 págs.;
reseña;
E. CANTERO, Verbo, núm.· 217-218 (julio-agosto-septiembre 1983),
págs. 984-989.
Verbo, núm. 339-340 (1995), 1109-1130 1109
Fundaci\363n Speiro

INFORMACION BIBLIOGRAFICA
Francisco José Fernández de la Cigoña, y se ocupó del cuidado
de la edición Pablo
Beltrán de Heredia (3 ).
Este tercer y último tomo, publicado eu su sección de His­
toria por la
beuemérita editorial Actas ~ue está creando un rico
fondo editorial, tanto eu esta sección, especialmente con las obras
dedicadas
al carlismo, como con la jurídica-a cuyo freute se
encuentra Luis V aliente, también fue
cUctado por Eugenio Vegas
a
Frafü:iscó José Férnández de 1a Ogoña, que se encargó de la
transcripción de
las cintas -'-que conserva-, y cúya redacción
revisó Vegas; del cuidado de
la edición se han ocupado su hija,
Leonor Vegas
Latápie, y el editor, Luis V aliente, incorporando
fotografías y reproducciones fotográficas
de documeutos.
Comprende este volumen el período
de fines de 1937 a 1942,
año en el que se produjo
su intento de conspiración contra Franco
para traer la Monarquía tradicional y en la que intentaba com­
prometer a todos los generales de prestigio, y que
al descubrirse
y fracasar cuando se preparaba, motivó su marcha
· a Suiza. Des­
graciadamente para la historia.y para la curiosidad de los lectores,
la dejó tan sólo insinuada pues cuando iba
·a comenzar a relatarla,
se dedicó a
revisar con Pablo Beltrán de Heredia el segundo
tomo; después, la eufermedad y la muerte le impidieron continuar.
Recuerdo perfectamente mis observaciones de aquellos días a Paco
Pepe Fernández de
la Ogoña, en las que inteutaba que le acuciase
pará que, antes. qúe nada, terminase ese rdato; su amistad y de­
licadeza le impidieron hacer tal gestión, que habría sido total­
meute inoportuna, pues por una parte significaba retrasar su
ilusión
·por ver publicado el segundo tomo, y por otra, implí­
citamente, suponía decirle que parecía que le quedaba poco tiempo
de vida:
·
En este volumen, cómo enlos anteriores, lo que destaca sobre
cualquier otra cuestión es la dimensión moral de su autor. Eugenio
Vegas· Latapie,
me· lo comentaba recientemente Gonzalo Muñiz,
era· un gigante en su talla moral. Uno de esos pocos hombres
que
sólo lá entrega sin fisuras a un ideal hace sobresalir sobre
los demás, adquiriendo dimensiohes extraordinarias cuando ese
ideal·
Jo constitoye Dios Nuestro .Señor, pues, por encima de
cualquier otra,
su fidelidad fue ¡\ará EL Y no se .crea que esio
es pura hagiografía, fruto de . una . admiración · desmedida hacia el
amigo y maestra. Con ocasión de .su muerte diversos autores,
amigos o no, han resaltado este aspecto en sus arrículos publica-
. (3) Los 'caminos del desengalw. Memorias polit{cas, 1936-1938. {Prologo
de Fausto Vicente ·Gella), Tebas, Madrid, 1987, 530 págs.; reseña, E. e,,,..
TERO, Verbo, núm. 257-258 (julio-agosto-septiembre 1987), págs. 993-996.
1110
Fundaci\363n Speiro

1NFQRMACION JJIBLIOGRAFICA
pps en la prensa ( 4 ). Y toda su actividad política lo refleja. Así,
el que siempre se identificó con el pensamiento político tradicio­
nal y lo defendió continuamente, que fue partidario de la . instau­
ración de la Monarquía
tradicional en la rama alfonsina por. creerla
la única con verdaderas posibilidades, no duda
en afirmar: «Si
mañana sentado en su trono Juan III se nos revela un nuevo
Enrique
VIII o un Federico de Prusia, yo, monárquico de siem­
pre, lucharía contra el nuevo Enrique o Federico» (en carta a José
María Pemán de
21 de septiembre de 1938, pág. 68). O al hablar
de su postura ante el carlismo -que siempre deseó y trabajó
para que reconociese a D. Juan como único preteodieote capaz
para establecer la Monarquía tradicional-indica: «Mi posición
dinástica era puramente práctica. A mi
me importaban los prin­
cipios
y no las personas. A las que quería al servicio de esos
principios. Mi ideología era evidentemeote tradicionalista. Y si
la dinastía carlista hubiera tenido en esos años posibilidades de
reinar en España,
yo hubiera estado a su lado, Pero no sólo no
tenía posibilidades: además; no tenía
rey. De ahí todos mis in­
tentos para que el único rey posible asumiera esos principios»
(pág. 150).
·. La fidelidad a esos principios, precisameote por ello, pues
unos eran principios divinos y otros principios verdaderamente
humanos, lejos de hacerle intransigeote con las personas, le hacían
«humanísimo». Así podemos verlo, por ejemplo, en. su .compor­
tamiento
ea Ceuta como Capitán Auditor (pág, 416) y en los
Consejos de Guerra en que intervino (págs. 93-97), en su etapa
de legionario en
la 11 Compañía de fa IV Bandera (págs. 46-49)
o en su correspondeocia, fraoca
v sin tapujos, con D. Juan (págs.
80-86;
150-Ul; 193-195; 226-228;248-252, etc.). . ·
Naturalmente que unas Memorias no son el .Evangelio. Tam­
poco éstas. Pero como
ya indiqué al hablar del primer tomo, la
dosis de subjetivistl1o que entrañan sÚ_s juicios, muchas_ veces
acompañados de la .advertencia de que determinado extremo no
pudo comprobarlo
-euando lo relatado no lo vivió directamente
sino que le fue dicho por otra
persona-, a la que es imposible
escapar cuando se relata
la propia vivencia, no llega a empañar
(4) Cfr. «Ilustraciones córi. recortes de periódiCOS», Verbo, núm. 239-
240, págs. 1.208-1242, o en Eugenio Vegas Latapie. In memoriam, ed. cit.,
págs. 204-238. Por eso· me parece un gran acierto del editor el haber re­
producido . en la contrap0;rtada un juicio de S. M. Juan Carlos I sobre
Eugenio Vegas, que.reproduzco: «Cuando
digo que Eugenio Vegas era un
hombre
maravilloso.no_tengo la ímpresión de~· _Sus enemigos.(todos
los hombres honestos los· tienen) han dicho de él que vivía: en ~ pasado.
Quizá era verdad, porque el rigor moral. ya. no es virtud de nuestro tiempo».
Ílll
Fundaci\363n Speiro

JNFORMACJON BIBLJOGRAFICA
la veracidad del autor, pues, pese a tratarse de unas Memorias,
su objeto no es una justificación personal ni un descargo de con­
ciencia. Quien no le conoció, que podrá estar o no de acuerdo
con sus ideas y con
sus juicios, sin embargo, creo que no podrá
dudar de su veracidad, puesto que en ellas,
es evidente, no busca
congraciarse con nadie.
Si el título del segundo tomo, Los caminos del desengaño,
resalta el mensaje que Eugenio Vegas quiso transmitir, de su
desánimo
y desaliento ante lo que se iba fraguando en la Espa­
ña nacional
---<:ompartido por el Cardenal Gomá: «Señor Vegas,
esto
va muy mal»-, el de este te= tomo, La frustaci6n en
la Victoria,
expresa diáfanamente su pensamiento y su estado de
ánimd en aquella época, al ver que la esperanza que se había
puesto en el
Alzamiento para ver restaurada e instaurada una
sociedad
y un Estado católicos con su Monarquía tradicional, se
alejaba más y más conforme iba pasando el tiempo.
En este volumen se ve con claridad la imposibilidad de la
reaparición de
Acción Española, por la falta de permiso para ello
--en realidad era una prohibición-, contra toda lógica, puesto
que había defendido el golpe militar antes del mismo,
la doctrina
que
el nuevo Estado decía profesar y gran parte de sus hombres,
o estaban en el frente, o habían muerto en él, o habían sido
asesi­
nados, como las egregias personalidades de Calvo Sotelo, Ramiro
de
Maeztu o Víctor Pradera. La· dificultad para publicar nuevos
libros o reeditar los que la República no había prohibido, Todo
ello, señala Eugenio, por
la voluntad, expresa o tácita, de Serrano
Suñer. Tampoco faltan las
críticas a éste -diputado de la'CEDA
al producirse el Alzamiento y ajeno
a la conspiración-y a sus
colaboradores como
Ridruejo: -delegado nacional de prensa-,
Laín o Tovar, falangistas de ,¡!tima hora, que lejos del combate
se erijían en directivos del nuevo régimen desde la retaguardia.
Interesante, a este respecto, la carta que un grupo de oficiales
dirigió a Dionisio Ridruejo en el
año 1940. O el panfleto escrito
por Areilza por los sustanciosos sueldos que percibía Serrano
Suñer. El comportamiento de hombres como Sainz Rodriguez, Serra­
no Suñer, Pemán, Areilza,

Castiella, Don Juan o Alfonso
XIII,
en algunos aspectos,. aparece a través de la correspondencia de
Eugenio Vegas con D. Juan, la de éste con él y con otras perso­
nalidades de
la época --entre ellas D. Javier-; su carta a Alfon­
so XIII proponiéndole la abdicación, así como una carta de
Queipo de
Llano en la que enjuicia la· situación espáñola en el
año 1941. O una carta de 1942 del
general Yagüe a D. Juan
1112
Fundaci\363n Speiro

lNFORMA..CJON BlBLIOC1RAFJCA
sobre la situación en España. Igualmente resultan de sumo in­
terés sus informes a D. Juan sobre la situación española, en los
que da cuenta de las exigencias de los generales a Franco y que
no tendrían resultado alguno para
la causa monárquica. Su pro­
yecto de constitución, con una extensa exposición de motivos. O
sus intentos para que las dos ramas dinásticas, con la profesión
de los principios católicos de la monarquía tradicional, se unifi­
caran en D. Juan. O la censura del Régimen a una Pastoral del
Cardenal Gomá.
En fin, dar cuenta detallada de este volumen, resulta impo­
sible. Ni siquiera
. cabe reproducir su extenso índice. La obra con­
tiene, además, un capítulo redactado por la editorial sobre la base
de un libro inédito de Gabriel
Alférez y diversa documentación
de Eugenio Vegas, que incluye cartas a D. Juan, las respuestas
de
éste. y correspondencia con el general Muñoz Grandes, que
abarca desde 1942 a 1948, año en que abandonó la política
(págs. 331-407). Un capítulo monográfico de Eugenio
Vegas so­
bre la masonería y el Alzamiento nacional, que por su extensión
se ha desgajado del iter temporal de las Memorias (págs. 409·
444) y un Apéndice documental con documentos diversos (págs.
445-520). Incluye, además
un utilísimo índice de nombres (págs.
521-534).
Naturalmente, después de leer este tomo, y releer los
dos an­
teriores, me vienen a la memoria las palabras referidas al Cid:
«¡Dios, que buen vasallo si hubiese
buen señor1», de toda justicia
si nos limitamos al. plano meramente humano, aunque totalmente
fuera de lugar si nos remontamos a la causa de
sus afanes, que
no fue otra que Cristo Nuestro Señor.
Para decirlo con palabras· de quien no
· le conoció ni tiene es­
trechas afinidades con su pensamiento político,
como indica en el
prólogo
el profesor de Historia Contemporánea, Emilio de Diego,
«se trata de un texto más rico y polémico que la mayoría de los
de la misma naturaleza que han visto
· la luz en los últimos tiem­
pos». Su lectura resulta obligada para todos los que quieran
co­
nocer mejor ese período de la historia de España y, especialmente,
para quienes se consideran de algún modo continuadores o par­
tícipes del pensamiento tradicional español, A unos y a otros
les incitará a leer, si no lo han hecho, los tomos anteriores. Ade­
más, su lectura ágil y &ancamente amena, además de la cuida­
da impresión,
me permite afirmar que es de los que «se leen de
un tirón».
EsTANISLAO CANTERO .
.1113
Fundaci\363n Speiro