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Número 443-444
Serie XLIV
- Textos Pontificios
- Estudios
- Crónicas
- Información bibliográfica

Autores
2006
Meditación sobre Europa
MEDITACIÓN SOBRE EUROPA
POR
ALBERTO WAGNER DE ilEYNA
Sin perjuicio de los múltiples aspectos y problemas comu
nes, propios de la singularidad de Occidente, se puede decir que
éste se compone -hoy-de tres regiones, que si bien son de
contornos geográficos imprecisos, se pueden caracterizar nítida
mente: Europa, América sajona-e lberoamérica. No discutire
mos aquí el problemático "lugar" del Canadá y de las Antillas
no-hispánicas, ni la significación, para
el Occidente y el mundo
en general, de los Estados Unidos; sino que nos limitaremos
estrictamente al primero de estos sectores: pensaremos Europa.
Y aquí surge la primera pregunta: Si sabemos que el océano
y el
mar en general establecen los límites de Europa hacia tres
de los
puntos cardinales, ¿cuál es su frontera hacia el Este? No
hablarnos de convenciones geográficas {los Urales) sino de la
realidad humana. A lo mejor
la indefinición en este punto
forma parte del concepto mismo de Europa.
Indefinición, dijimos.
¿Está Europa-por entero-"defini
dá' en todos los perfiles de su esencia y existencia? ¿Es homogé
nea?
¿Cómo se ha ido formando a lo largo de su historia? ¿Desde
cuándo significa ese nombre un hecho concreto, más allá de una
interpretación retrospectiva? ¿Cuándo comienza a "encarnar" la
antítesis a lo "bárbaro"? Estas y otras preguntas semejantes sur
gen
en la mente cuando uno se aboca al tema "Europa". Y no
pocas han sido las reflexiones para darles una respuesta.
Hoy, urgidos por los acontecimientos en la escena mundial,
se impone una pregunta política: ¿Qué sentido tiene -en las
actuales circunstancias-la construcción de Europa como enti-
¼rbo, núm. 443-444 (2006), 195~201. 195
Fundaci\363n Speiro
ALBERTO WAGNER DE REYNA
dad que agrupa a las naciones europeas? Esta pregunta tan sim
ple es, sin embargo, encarada desde diversos enfoques --o nive
les-por investigadores y analistas. Sefialemos aquí los prin
cipales:
196
A) El primero de estos niveles se refiere a la naturaleza y
evolución -jurídica y orgánica-de la idea de una
Europa unida en una entidad distinta de sus componen
tes (nacionales y subregionales). Aquí
es menester partir
de la
--
co-germana, que lleva a la suscripción ·del Tratado de la
Comunidad Europea del Carbón y del Acero (CECA),
firmado en 1951. Esta
es la semilla de la cooperación
europea y ella tiene carácter económico. A través de
diversos tratados se extiende a lo financiero (euro), lo
político (Parlamento
de Estrasburgo) hasta llegar a la
actual
Unión Europea, con 25 Estados, entidad política
de enorme peso y complejidad.
En este nivel se observa
(como al trasluz) siempre
el origen económico de la
colaboración regional.
Y con ello se plantea la disyunti
va: ¿Debe responder la construcción europea básica
mente a una urgencia y necesidad económicas o ha de
estar al servicio del destino -trascendente---de esa
parte
de la humanidad o aún de ella en su integridad.
B) En segundo lugar está el nivel de observación integral
mente histórico: las bases de Europa -y de su mentali
dad-se encuentran en la Grecia clásica, el Imperio
romano, el Cristianismo y su cultura {instituciones, uni
versidades,
etc., medioevales), pero también en las gran
des quiebras de su unidad que fueron la Reforma protes
tante, la Ilustración y la Revolución francesa. Ellas
introdujeron nuevos "valores" en su mentalidad.
O, dicho
de otra manera: el orden natural, establecido por Dios,
fue sustituido por los "derechos del hombre" -autori
dad suprema cuya voluntad moral y política define el
orden '(correcto" entre hombres y cosas-; y, dada la
Fundaci\363n Speiro
MEDITACIÓN SOBRE EUROPA
posible diversidad de decisiones de esta voluntad, se
establece
un relativismo y pluralismo universal, que se
autoproclama la máxima conquista de la
Humanidad.
A esta evolución se afíade la revolución industrial del
siglo
XIX, que desvía la atención hacia lo económico y
consecuentemente a las tensiones que implica. Sobre la
importancia que
ha de concederse a cada uno de estos
elementos
-especialmente sobre la contribución del
Cristianismo a la "sustancia espiritual,, de Europa-hay
un manifiesto desacuerdo que, en parte, es responsable
de la paralización del proceso de adopción de una Cons
titución para la UE.
C) Desde un nivel patriótico, la pregunta crucial se puede
reducir a la siguiente: ¿Implica la Europa que se constru
ye
el abandono del sentimiento nacional? La Nación,
que con tanto esfuerzo se logró concretizar en el alma y
la realidad de quienes viven (y por ella han muerto) en
ese continente, está en juego. Corrientes nacionalistas
temen que la integración en la Unidad eche por la bor
da esos valores fundamentales; a lo cual responden los
europeístas que la única manera de que estos sobrevivan
es integrándolos en una fuerza moral e intelectual de vi
gencia efectiva en el panorama internacional: Europa.
D} Con un criterio, precisamente, planetario -el nivel de la
globalidad-, se señala la urgencia de una Europa unifi
cada
y estructurada. La humanidad no pude funcionar
a base de una vacilante "monopolaridad,, (orientada en
Washington), como la tenemos ahora. Aquí inciden con
sideraciones sobre la significación y sustancia de Occi"'.'
dente y, también, aquellas relativas al equilibrio dentro de
éste.
Los EE.UU. necesitan un interlocutor -Europa
con quien "dialogar", que sea igualmente valedero &ente al
otro polo surgente -Asia (China, India, etc.)-, si quere
mos
una vida internacional equilibrada, basada en la justi
cia, los derechos humanos,
el desarrollo y la paz.
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Fundaci\363n Speiro
ALBERTO WAGNER DE REYNA
Teniendo en cuenta esta multidimensionalidad -o plurali
dad de niveles-de la Europa de hoy, y su (diversamene apre
ciada) gravitación en la vida de nuestro planeta, meditemos
sobre un tema que surge de la situación expuesta: ¿Cuál será la
base, la fuerza motriz de este mundo que se construye hoy? Por
lo pronto, la globalización actual es -pese a textos internacio
nales que sugieren
lo contrario-exclusivamente económica.
¿Puede el hombre ser reducido a un mero factor de la produc
ción y consumo? Aquí resurge la problemárica del
primer nivel
sobre
el contenido fundamental de la Unión Europea. Frente al
paneconomismo, debe darse, en ella, un verdadero humanismo,
que englobe toda la naturaleza, física, social, espiritual del hom
bre. En esta afirmación pueden coincidir todos los europeos
-todos los occidentales-, sean fieles a la Verdad absoluta y
revelada (cristianos), sean defensores de los derechos
humanos
(demócratas y librepensadores). Europa, heredera de tradiciones
luminosas y portadora de ideales, cumpliría así su destino uni
versal.
En este bello acorde sinfónico -en que la Historia podría
tener su (feliz) término-incide, sin embargo, una realidad de
vigencia mundial, pero que en Europa adquiere caracteres dra
máticos. Una mentalidad y cultura -una religión-no sólo
no-occidental sino históricamente antioccidental se hace pre
sente en su propio seno. Más allá de una guerra de civilizacio
nes (que
también puede resultar) realiza ella una infiltración o
conquista desde dentro, silenciosa o violenta según las oportu
nidades.
Lo paradójico del caso reside en que este anti-occidentalismo
defiende los principios más profundos de la esencia de Europa,
aquellos, precisamente, a los cuales ella
ha renunciado al iniciar su
propia alienación laicizante. O dicho en otras palabras:
el Islam
en su conquista (o pretendida "reconquista'') de esa regi6n invo
ca lo sacro
-la santidad de Dios-, esa instancia que es la fuen
te de la legitimidad y vigor de Europa, pero que ella abolió ofi
cialmente
al recluir a Dios en la esfera de lo privado.
La paradoja llega a su clímax en
un caso -anecdórico pero
no por eso menos revelador-ocurrido en Francia: un miembro
198
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MEDITACIÓN SOBRE EUROPA
de la Asamblea nacional presenta un proyecto de ley contra la
_blasfemia,
que desde hace muchos afíos había desaparecido del
derecho penal francés. La causa ocasional son las caricaturas
danesas sobre Mahoma, que se reprodujeron Francia; el objeto,
dar garantías a
los musulmanes que residen en el país del respe
to
de su fe, a cambio del acatamiento de los "valores republica
nos" vigentes en éste.
Cuando cintas cinematográficas norteamericanas ofendie
ron a los católicos de Francia con escandalosas escenas y guio
nes que implicaban a Jesucristo y la Virgen María,
ningún
representante presentó un proyecto de ley: la religión es asunto
privado, y
sus problemas han de ser resuelto a ese nivel. Esto en
lo que toca al Cristianismo, y lo aceptan los cristianos. Pero,
cuando se trata del Islam, la cosa cambia de aspecto: los musul
manes exigen
el respeto de su fe y hay quienes están dispuestos
a
dar garantías públicas -legales-encaminadas a esta salva
guardia. La neutralidad del pluralismo, que afirma
el moderno occi
dentalismo, ha llevado a una "religión laica", promovida oficial
mente por la comunidad internacional (ONU, UNESCO). Las
infracciones a ella son fuertemente castigadas por la opinión
pública y los medios de comunicación. Es la "religión" de los
Derechos humanos, verdadero reflorecimiento del kantismo
-la ley por la ley-en que estos derechos se fundamentan en
sí
mismos y a su vez fundamentan todo lo que la "voluntad
general"
-estimulada por diversos medios de presión (lobbies,
prensa,
etc.)-decide en nombre de la "Humanidad" (matri
monios de homosexuales, aborto, etc.),
La inmanencia se sume en sí misma. Globaliza
todo en
dirección de lo concreto, lo económico, sensual, utilitario. Y
busca así lograr bienestar y paz planetarios. Es lo que se llama
-abusivamente--progreso, o "desarrollo sustentable" (concep
to que a partir del ansia de superación propia del hombre ha lle
gado a constituirse en fin último). Algunos llaman "decaden
cia", y alienación, ·al mismo fenómeno. Para saber quiénes tie
nen razón conviene echar una mirada sobre el mundo -¡el
mejor de los mundos!-al cual nos dirigimos.
199
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ALBERTO WAGNER DE REYNA
Europa se encuentra en esta encrucijada; desde luego que no
sólo ella, sino toda la comunidad internacional. Una somera
consulta de los periódicos nos muestra la suma de violencias,
tensiones, miserias, peligros y perplejidades que aquejan a nues
tro planeta. Y uná ligera reflexión nos señala que Occidente se
halla en el centro del cuadro. Ahora bien, Europa es el prime
ro de los (tres) componentes
de Occidente, tanto por la historia
-es su origen-, cuanto por su contribución a ella. Tiene,
pues, una responsabilidad propia de esta situación privilegiada,
una responsabilidad con Occidente y con el mundo en general.
Y viene la pregunta angustiosa: ¿está ella -hoy en día y en vista
de
la problemática expuesta-en condiciones de hacerse cargo
de este requerimiento histórico?
Tal interrogante
no está aislado si no se empareja con el pre
guntar por la significación y destino planetario de los Estados
Unidos (polo política y económicamente dominante), y
de Ibe
roamérica,
el tercer componente de Occidente. Sobre la gran
potencia anglosajona,
abunda la literatura, pues es objeto de la
reflexión de hombres de Estado y analistas ilustres.
En cuanto a
la parte austral del Nuevo Mundo, me permito recordar que he
publicado un texto en esta misma revista (1).
Dentro de este entorno conceptual, es ilícito -y no extra
vagante--preguntar: ¿es el destino de Europa convertirse en un
continente dominado por el Islam? El avance de la inmigración
(legal y clandestina acumuladas), el ingreso de Turquía en la
UE
(que en breve sería el país más poblado de ella), el alto índice de
natalidad en
la población musulmana, su creciente influencia y
subrepticia agresividad, unidos a la pasividad de la mayoría de
los europeos en esta materia hacen de la conquista (parcial, ate
nuada, con variantes) de Europa por los seguidores de Mahoma
un futurible no absurdo.
¿ Hay conciencia de esta situación -y la importancia-en
la actual población, abocada a la existencia cotidiana ... o la irra
diación (algo frívola) de la cultura europea?
¿Cómo puede Euro-
(1) WAGNER DE R.EYNA, Alberto: "Bases para un enfoque iberoamericano del
mundo actual", ¼rbo, núm. 435-436 (2005), págs. 383-394.
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MEDITACIÓN SOBRE EUROPA
pa volver a ser lo que era: protagonista capital de la Historia,
foco luminoso, conquistador -en su misión evangélica-de
espacios físicos y espirituales?
¿Sabrá y querrá despertar de su
actual alienación y reaccionar para renovarse en su autenticidad
cristiana? He allí preguntas que se abren hacia el mañana ... y
que vale la pena meditar hoy. ¡Antes que sea tarde!
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POR
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Sin perjuicio de los múltiples aspectos y problemas comu
nes, propios de la singularidad de Occidente, se puede decir que
éste se compone -hoy-de tres regiones, que si bien son de
contornos geográficos imprecisos, se pueden caracterizar nítida
mente: Europa, América sajona-e lberoamérica. No discutire
mos aquí el problemático "lugar" del Canadá y de las Antillas
no-hispánicas, ni la significación, para
el Occidente y el mundo
en general, de los Estados Unidos; sino que nos limitaremos
estrictamente al primero de estos sectores: pensaremos Europa.
Y aquí surge la primera pregunta: Si sabemos que el océano
y el
mar en general establecen los límites de Europa hacia tres
de los
puntos cardinales, ¿cuál es su frontera hacia el Este? No
hablarnos de convenciones geográficas {los Urales) sino de la
realidad humana. A lo mejor
la indefinición en este punto
forma parte del concepto mismo de Europa.
Indefinición, dijimos.
¿Está Europa-por entero-"defini
dá' en todos los perfiles de su esencia y existencia? ¿Es homogé
nea?
¿Cómo se ha ido formando a lo largo de su historia? ¿Desde
cuándo significa ese nombre un hecho concreto, más allá de una
interpretación retrospectiva? ¿Cuándo comienza a "encarnar" la
antítesis a lo "bárbaro"? Estas y otras preguntas semejantes sur
gen
en la mente cuando uno se aboca al tema "Europa". Y no
pocas han sido las reflexiones para darles una respuesta.
Hoy, urgidos por los acontecimientos en la escena mundial,
se impone una pregunta política: ¿Qué sentido tiene -en las
actuales circunstancias-la construcción de Europa como enti-
¼rbo, núm. 443-444 (2006), 195~201. 195
Fundaci\363n Speiro
ALBERTO WAGNER DE REYNA
dad que agrupa a las naciones europeas? Esta pregunta tan sim
ple es, sin embargo, encarada desde diversos enfoques --o nive
les-por investigadores y analistas. Sefialemos aquí los prin
cipales:
196
A) El primero de estos niveles se refiere a la naturaleza y
evolución -jurídica y orgánica-de la idea de una
Europa unida en una entidad distinta de sus componen
tes (nacionales y subregionales). Aquí
es menester partir
de la
--
Comunidad Europea del Carbón y del Acero (CECA),
firmado en 1951. Esta
es la semilla de la cooperación
europea y ella tiene carácter económico. A través de
diversos tratados se extiende a lo financiero (euro), lo
político (Parlamento
de Estrasburgo) hasta llegar a la
actual
Unión Europea, con 25 Estados, entidad política
de enorme peso y complejidad.
En este nivel se observa
(como al trasluz) siempre
el origen económico de la
colaboración regional.
Y con ello se plantea la disyunti
va: ¿Debe responder la construcción europea básica
mente a una urgencia y necesidad económicas o ha de
estar al servicio del destino -trascendente---de esa
parte
de la humanidad o aún de ella en su integridad.
B) En segundo lugar está el nivel de observación integral
mente histórico: las bases de Europa -y de su mentali
dad-se encuentran en la Grecia clásica, el Imperio
romano, el Cristianismo y su cultura {instituciones, uni
versidades,
etc., medioevales), pero también en las gran
des quiebras de su unidad que fueron la Reforma protes
tante, la Ilustración y la Revolución francesa. Ellas
introdujeron nuevos "valores" en su mentalidad.
O, dicho
de otra manera: el orden natural, establecido por Dios,
fue sustituido por los "derechos del hombre" -autori
dad suprema cuya voluntad moral y política define el
orden '(correcto" entre hombres y cosas-; y, dada la
Fundaci\363n Speiro
MEDITACIÓN SOBRE EUROPA
posible diversidad de decisiones de esta voluntad, se
establece
un relativismo y pluralismo universal, que se
autoproclama la máxima conquista de la
Humanidad.
A esta evolución se afíade la revolución industrial del
siglo
XIX, que desvía la atención hacia lo económico y
consecuentemente a las tensiones que implica. Sobre la
importancia que
ha de concederse a cada uno de estos
elementos
-especialmente sobre la contribución del
Cristianismo a la "sustancia espiritual,, de Europa-hay
un manifiesto desacuerdo que, en parte, es responsable
de la paralización del proceso de adopción de una Cons
titución para la UE.
C) Desde un nivel patriótico, la pregunta crucial se puede
reducir a la siguiente: ¿Implica la Europa que se constru
ye
el abandono del sentimiento nacional? La Nación,
que con tanto esfuerzo se logró concretizar en el alma y
la realidad de quienes viven (y por ella han muerto) en
ese continente, está en juego. Corrientes nacionalistas
temen que la integración en la Unidad eche por la bor
da esos valores fundamentales; a lo cual responden los
europeístas que la única manera de que estos sobrevivan
es integrándolos en una fuerza moral e intelectual de vi
gencia efectiva en el panorama internacional: Europa.
D} Con un criterio, precisamente, planetario -el nivel de la
globalidad-, se señala la urgencia de una Europa unifi
cada
y estructurada. La humanidad no pude funcionar
a base de una vacilante "monopolaridad,, (orientada en
Washington), como la tenemos ahora. Aquí inciden con
sideraciones sobre la significación y sustancia de Occi"'.'
dente y, también, aquellas relativas al equilibrio dentro de
éste.
Los EE.UU. necesitan un interlocutor -Europa
con quien "dialogar", que sea igualmente valedero &ente al
otro polo surgente -Asia (China, India, etc.)-, si quere
mos
una vida internacional equilibrada, basada en la justi
cia, los derechos humanos,
el desarrollo y la paz.
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ALBERTO WAGNER DE REYNA
Teniendo en cuenta esta multidimensionalidad -o plurali
dad de niveles-de la Europa de hoy, y su (diversamene apre
ciada) gravitación en la vida de nuestro planeta, meditemos
sobre un tema que surge de la situación expuesta: ¿Cuál será la
base, la fuerza motriz de este mundo que se construye hoy? Por
lo pronto, la globalización actual es -pese a textos internacio
nales que sugieren
lo contrario-exclusivamente económica.
¿Puede el hombre ser reducido a un mero factor de la produc
ción y consumo? Aquí resurge la problemárica del
primer nivel
sobre
el contenido fundamental de la Unión Europea. Frente al
paneconomismo, debe darse, en ella, un verdadero humanismo,
que englobe toda la naturaleza, física, social, espiritual del hom
bre. En esta afirmación pueden coincidir todos los europeos
-todos los occidentales-, sean fieles a la Verdad absoluta y
revelada (cristianos), sean defensores de los derechos
humanos
(demócratas y librepensadores). Europa, heredera de tradiciones
luminosas y portadora de ideales, cumpliría así su destino uni
versal.
En este bello acorde sinfónico -en que la Historia podría
tener su (feliz) término-incide, sin embargo, una realidad de
vigencia mundial, pero que en Europa adquiere caracteres dra
máticos. Una mentalidad y cultura -una religión-no sólo
no-occidental sino históricamente antioccidental se hace pre
sente en su propio seno. Más allá de una guerra de civilizacio
nes (que
también puede resultar) realiza ella una infiltración o
conquista desde dentro, silenciosa o violenta según las oportu
nidades.
Lo paradójico del caso reside en que este anti-occidentalismo
defiende los principios más profundos de la esencia de Europa,
aquellos, precisamente, a los cuales ella
ha renunciado al iniciar su
propia alienación laicizante. O dicho en otras palabras:
el Islam
en su conquista (o pretendida "reconquista'') de esa regi6n invo
ca lo sacro
-la santidad de Dios-, esa instancia que es la fuen
te de la legitimidad y vigor de Europa, pero que ella abolió ofi
cialmente
al recluir a Dios en la esfera de lo privado.
La paradoja llega a su clímax en
un caso -anecdórico pero
no por eso menos revelador-ocurrido en Francia: un miembro
198
Fundaci\363n Speiro
MEDITACIÓN SOBRE EUROPA
de la Asamblea nacional presenta un proyecto de ley contra la
_blasfemia,
que desde hace muchos afíos había desaparecido del
derecho penal francés. La causa ocasional son las caricaturas
danesas sobre Mahoma, que se reprodujeron Francia; el objeto,
dar garantías a
los musulmanes que residen en el país del respe
to
de su fe, a cambio del acatamiento de los "valores republica
nos" vigentes en éste.
Cuando cintas cinematográficas norteamericanas ofendie
ron a los católicos de Francia con escandalosas escenas y guio
nes que implicaban a Jesucristo y la Virgen María,
ningún
representante presentó un proyecto de ley: la religión es asunto
privado, y
sus problemas han de ser resuelto a ese nivel. Esto en
lo que toca al Cristianismo, y lo aceptan los cristianos. Pero,
cuando se trata del Islam, la cosa cambia de aspecto: los musul
manes exigen
el respeto de su fe y hay quienes están dispuestos
a
dar garantías públicas -legales-encaminadas a esta salva
guardia. La neutralidad del pluralismo, que afirma
el moderno occi
dentalismo, ha llevado a una "religión laica", promovida oficial
mente por la comunidad internacional (ONU, UNESCO). Las
infracciones a ella son fuertemente castigadas por la opinión
pública y los medios de comunicación. Es la "religión" de los
Derechos humanos, verdadero reflorecimiento del kantismo
-la ley por la ley-en que estos derechos se fundamentan en
sí
mismos y a su vez fundamentan todo lo que la "voluntad
general"
-estimulada por diversos medios de presión (lobbies,
prensa,
etc.)-decide en nombre de la "Humanidad" (matri
monios de homosexuales, aborto, etc.),
La inmanencia se sume en sí misma. Globaliza
todo en
dirección de lo concreto, lo económico, sensual, utilitario. Y
busca así lograr bienestar y paz planetarios. Es lo que se llama
-abusivamente--progreso, o "desarrollo sustentable" (concep
to que a partir del ansia de superación propia del hombre ha lle
gado a constituirse en fin último). Algunos llaman "decaden
cia", y alienación, ·al mismo fenómeno. Para saber quiénes tie
nen razón conviene echar una mirada sobre el mundo -¡el
mejor de los mundos!-al cual nos dirigimos.
199
Fundaci\363n Speiro
ALBERTO WAGNER DE REYNA
Europa se encuentra en esta encrucijada; desde luego que no
sólo ella, sino toda la comunidad internacional. Una somera
consulta de los periódicos nos muestra la suma de violencias,
tensiones, miserias, peligros y perplejidades que aquejan a nues
tro planeta. Y uná ligera reflexión nos señala que Occidente se
halla en el centro del cuadro. Ahora bien, Europa es el prime
ro de los (tres) componentes
de Occidente, tanto por la historia
-es su origen-, cuanto por su contribución a ella. Tiene,
pues, una responsabilidad propia de esta situación privilegiada,
una responsabilidad con Occidente y con el mundo en general.
Y viene la pregunta angustiosa: ¿está ella -hoy en día y en vista
de
la problemática expuesta-en condiciones de hacerse cargo
de este requerimiento histórico?
Tal interrogante
no está aislado si no se empareja con el pre
guntar por la significación y destino planetario de los Estados
Unidos (polo política y económicamente dominante), y
de Ibe
roamérica,
el tercer componente de Occidente. Sobre la gran
potencia anglosajona,
abunda la literatura, pues es objeto de la
reflexión de hombres de Estado y analistas ilustres.
En cuanto a
la parte austral del Nuevo Mundo, me permito recordar que he
publicado un texto en esta misma revista (1).
Dentro de este entorno conceptual, es ilícito -y no extra
vagante--preguntar: ¿es el destino de Europa convertirse en un
continente dominado por el Islam? El avance de la inmigración
(legal y clandestina acumuladas), el ingreso de Turquía en la
UE
(que en breve sería el país más poblado de ella), el alto índice de
natalidad en
la población musulmana, su creciente influencia y
subrepticia agresividad, unidos a la pasividad de la mayoría de
los europeos en esta materia hacen de la conquista (parcial, ate
nuada, con variantes) de Europa por los seguidores de Mahoma
un futurible no absurdo.
¿ Hay conciencia de esta situación -y la importancia-en
la actual población, abocada a la existencia cotidiana ... o la irra
diación (algo frívola) de la cultura europea?
¿Cómo puede Euro-
(1) WAGNER DE R.EYNA, Alberto: "Bases para un enfoque iberoamericano del
mundo actual", ¼rbo, núm. 435-436 (2005), págs. 383-394.
200
Fundaci\363n Speiro
MEDITACIÓN SOBRE EUROPA
pa volver a ser lo que era: protagonista capital de la Historia,
foco luminoso, conquistador -en su misión evangélica-de
espacios físicos y espirituales?
¿Sabrá y querrá despertar de su
actual alienación y reaccionar para renovarse en su autenticidad
cristiana? He allí preguntas que se abren hacia el mañana ... y
que vale la pena meditar hoy. ¡Antes que sea tarde!
201
Fundaci\363n Speiro