Miguel Ayuso Torres: Carlismo para hispanoamericanos

Miguel Ayuso:CARLISMO P ARA
HISP ANOAMERICANOS
(*).
E l profesor Miguel Ayuso pr onunció el 26 de agosto de 2005,
en el curso de uno de sus habituales viajes ultramarinos, una confe -
rencia en los locales de la Asociación OIK OS, en Buenos Aires. La
organización corrió a cargo de la Academia de Estudios H ispánicos
Rafael G ambra. Ahora, dicha conferencia, revisada y corregida por
el autor , ha dado lugar a un opúsculo de 56 páginas, excelentemen -
te editado, al que se antepuesto un subtítulo: “F undamentos de la
unidad política de los pueblos hispanos”. Ese subtítulo, bien expre-
sivo, completa adecuadamente al más enigmático título: “Carlismo
para hispanoamericanos ”.
Es cier to que el carlismo, tras la explicación de E lías de Tejada
y G ambra principalmente, no se ve ni tan sólo ni principalmente
como un puro legitimismo, sino como la continuidad de la tradi-
ción de las Españas corpor eizada en un combate contra la rev olu-
ción liberal y en pr o de la monarquía legítima. En tal sentido la pr o-
puesta de un carlismo para hispanoamericanos puede no resultar
tan absur da como a primera vista pudiera parecer . Pues destaca, en
primer lugar , que los procesos políticos padecidos en la edad con-
temporánea en las que el autor llama “las dos orillas de nuestra
común nación ” no son tan distintos ni distantes como la lectura
superficial sugiere. P ara, a continuación, en segundo término,
hallar en el carlismo el factor diferencial, en cuanto que –siguiendo
con la metáfora– en la orilla occidental no existió un mo vimiento
puramente tradicional y católico, no contaminado de liberalismo.
Y , finalmente, descubrir en la H ispanidad un proyecto no sólo cul-
tural sino también político. E n la búsqueda de individuar lo que
M ella llamaba un “ dogma nacional” en política exterior el ensayo
pasa revista a los intentos de E lías de Tejada y , más cerca de nos -
otr os, del P ríncipe S ixto de Borbón. P ara, en la parte final , abordar
la r econstrucción de “lo que nos une ”, admitido que la estatalidad
no forma parte de nuestra tradición: la unidad católica y la monar-
quía. El libro, que está bien escrito, apenas se resiente del estilo oral
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(*) E diciones de la Academia, Buenos Aires, 2007, 56 págs.
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sino en algunas fases, señal de que ha sido corregido a conciencia.
T ras cerrarlo viene a mi mente una idea que quizá hasta ahora no
había terminado de cristalizar: que el mundo hispánico podría
tener también un potencial político, y no sólo cultural, si las\
formas
estatales se r elativizaran y si se r ecuperara un patriotismo esencial de
base r eligiosa. S on estos dos últimos elementos los que cada vez
par ecen más lejanos e imposibles. M ientras, por paradoja, cada vez
más se evidencia la debilidad de las naciones-Estados en que se
rompió la unidad del I mperio, cuando este fue v olado desde fuera
(aunque con ayudas desde dentro) al servicio de la plutocracia
anglosajona.
J
OSÉDÍAZNIEVA
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