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Número 571-572

Serie LVII

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Wiep van Bunge, Henri Krop, Piet Steenbakkers y Jeroen van de Ven (eds.), The Continuum companion to Spinoza, Londres y Nueva York, Continuum, 2011, 400 págs.

La primavera de Baruch de Spinoza –a la que me he referido en otra ocasión– por el reverdecer de los estudios dedicados a su obra intelectual, germina en brotes nuevos acá y acullá. ¿A qué se debe este inesperado florecimiento? Podría explicarse por el ocaso de la filosofía moderna, que no tiene rumbo, mal que le pese a sus apologetas, y vuelve a sus orígenes queriendo reencauzarse; quizá, también, por la necesidad de echar aliento a una democracia encerrada en una cámara sin oxígeno –en la que la metió el propio Spinoza–; posiblemente por ambas cosas y además por modas intelectuales, cuando no por nacionales amores, como la pasión de los holandeses por sus escasos pensadores originales. La verdad es que con independencia de los motivos de esta segunda juventud del ateo Spinoza –porque tuvo una primera en vida y en las décadas posteriores a su muerte–, sorprende la cantidad de libros que lo toman por sujeto de estudio.

No crea el lector, por este comentario bibliográfico y otros anteriores que he realizado, que estoy convirtiéndome a la vieja secta de los spinozistas, hoy de renovado vigor. Nada de eso. Mis trabajos y obligaciones, incluso confesaré que mi gusto personal por el siglo diecisiete, me llevan a enterarme de producciones como ésta y leerlas con un espíritu crítico, normalmente el opuesto a los de los autores, como que ese fue un siglo anticatólico, casi por antonomasia el siglo anticatólico.

El libro que ahora comentamos ha sido dirigido por cuatro especialistas de los Países Bajos: Wiep van Bunge, profesor de la Universidad Erasmo de Rotterdam y especialista en la historia intelectual del siglo diecisiete; Henri Krop, profesor en la misma Universidad y con campo de trabajo similar al de van Bunge; Piet Steenbakkers, de la Universidad de Utrecht, especializado en la historia holandesa en la Modernidad; y Jeroen van de Ven, profesor de economía en la Universidad de Ámsterdam. Cuatro autoridades que garantizan con sus nombres y su dirección la calidad de la obra dedicada, como se dice en la presentación de los editores, a uno de los más grandes filósofos de los tiempos modernos, a la altura de Descartes, Hobbes, Locke y otros. Lo que no es poco alardear.

Nada diré de estos Acompañamientos que antes no haya dicho y me repetiré solamente en un punto: son manuales escolares, guías universitarias, nada pretenciosos, con espíritu docente y expositivo, de casi nulas intenciones de inquisidor científico. Así se define la naturaleza del texto, sin otra ambición que la de poner al lector en contacto con las referencias elementales del tema, en este caso el «bienaventurado» Spinoza. La singularidad proviene de haber concebido este libro como una gran entrada de un diccionario o enciclopedia escrita en conjunto por cuantiosos autores de los que daré cuenta al final.

La estructura del libro responde a sus propósitos. Una primera parte se dedica a la biografía de Spinoza, que, como sabrán los lectores, tiene todavía varios baches o puntos no dilucidados. Consta de once apartados desarrollados en 57 páginas que siguen cronológicamente su vida y su labor intelectual sobre un apoyo documental. Al final se acompaña una bibliografía, método que se reiterará en el resto del libro. Una parte segunda, de poco menos de 30 páginas, trata de las influencias de Spinoza, esto es, de las fuentes de su pensamiento, en especial su maestro Van den Enden, los neoescolásticos Burgersdijk y Heereboord, Descartes, el judío Maimónides, los estoicos clásicos y otros menores.

La tercera parte considera los primeros críticos de la filosofía de Spinoza, desplegada en 55 páginas, partiendo de Pierre Bayle y rematando Christoph Wittich, pasando por Samuel Clarke, Henry More, Bernard Nieuwentijt y John Toland. Le sigue una extensa cuarta sección (de aproximadamente 200 páginas) en la que se ha elaborado un glosario de temas, términos y expresiones filosóficos spinozistas ordenados alfabéticamente.

Hay una quinta parte de 21 páginas sobre los escritos de Spinoza, de los que se da una breve síntesis; y una sección sexta, en la que se pasa revista a la historia de los estudios académicos sobre Spinoza en 12 páginas. Al final se expone un índice de los nombres citados.

Se trata, como era de esperar, de una obra elemental e introductoria. Nuestra valoración se detiene justo ahí, porque sus autores querían solamente eso, por lo tanto no cabe impugnarla –como se ha hecho– por una defectuosa composición científica que nunca se buscó. Lo más interesante, a mi juicio, está en el mapa de procedencia de la treintena de autores, como se verá.

La lista de colaboradores es extensísima, habiéndolos holandeses y foráneos. Los locales son quince, a saber: Mark Aalderink de la Universidad de Utrecht, Bert Bos de la Universidad de Leiden, Herman De Dijn de la Universidad Católica de Lovaina (Bélgica), Hans Gribnau de las universidades de Leiden y Tilburg, Paul Juffermans también de Tilburg, Frank Mertens de la Universidad belga de Gante, Jan Noordegraaf de la Universidad de Ámsterdam, Miriam van Reijen que es docente en Breda, Han van Ruler de la Universidad Erasmo de Rotterdam, Marin Terpstra de la Universidad de Nimega, Theo Verbeek emérito de la Universidad de Utrecht, y nuestros conocidos Wiep van Bunge, Henri Krop, Piet Steenbakkers y Jeroen van de Ven.

Los extranjeros son dieciséis: el italiano Roberto Bordoli de la Universidad Carlo Bo (Urbino), Laurent Bove de la francesa Universidad de la Picardía Jules Vernes (Amiens), el también francés Filip Buyse de la Universidad París I, el profesor Thomas Cook del Colegio Rollins de Florida, Michael Hampe que enseña en Zurich (Suiza), la nueva estrella del spinozismo anglosajón Jonathan Israel de Princeton, Chantal Jaquet de la París I, Olli Koistinen de la Universidad de Turku (Finlandia), Jon Miller de la Universidad de Queen (Ontario), el gran especialista Pierre-François Moreau que enseña humanidades en la Escuela Normal Superior de Lyon, Gianluca Mori de la italiana Universidad de Piamonte, Tammy Nyden profesor del Colegio Grinnel de los Estados Unidos, Tamar Rudavsky de la Universidad del Estado de Ohio, Donald Rutherford de la Universidad de California en San Diego, Tad Schmalz de la Universidad de Michigan, Leen Spruit de la Universidad La Sapienza de Roma, y Rienk Vermij de la Universidad de Oklahoma.

Me he tomado el trabajo de trascribir aquí los nombres y la procedencia de todos los colaboradores por tener una pista del no tan cerrado ambiente del spinozismo hodierno y de algunas de sus ventanas abiertas al mundo. El centro de difusión, evidentemente, está en los Países Bajos y sus vecinos –de ahí que cuente a los belgas entre los locales–; y los otros focos de irradiación son los ya sabidos especialistas franceses e italianos, a los que se han sumado en los últimos tiempos los norteamericanos e ingleses, si bien por la raíz de los apellidos de estos se puede advertir en algunos una procedencia holandesa o belga. No hay en el listado de colaboradores o profesores hispanos, pero no creamos que somos inmunes a la marejada spinozista, pues hay numerosos seguidores especialmente en Brasil y Argentina.

Vuelvo, a la hora de poner fin a la recensión, a lo que expuse al comienzo: la segunda juventud de Spinoza debe llamarnos seriamente la atención a este corcel remozado de la Modernidad, una nueva bestia armada para combatir lo que de la civilización católica va quedando. Sepamos que a la hora de revestirla para la guerra sus epígonos camuflan las consecuencias filosóficas, políticas y morales de sus enseñanzas. Debemos, por lo tanto, releer al viejo ateo para no dejarnos engañar.