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Número 571-572

Serie LVII

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Henrik Lagerlund y Benjamin Hill (eds.), The Routledge companion to sixteenth century philosophy, Nueva York y Oxon, Routledge, 2017, 645 págs.

La casa editora Routledge, como otras de habla inglesa (Cambridge, Oxford, Brill, ente ellas), ha comenzado a editar estos Acompañamientos a temas y períodos históricos en las más variadas materias. La modalidad es útil por presentar un exhaustivo índice de tópicos relativos a la materia de que traten, de consulta en particular para docentes y en algunos casos y ciertas líneas también para investigadores. No se trata de obras de investigación sino de grandes síntesis.

En esta que ahora comentamos –y que responde a esa metodología editorial– se trata de la filosofía del primer siglo de la Modernidad, el dieciséis –que algunos consideran premoderno–, tan rico en corrientes y matices, tan variado en sus contraluces, tan influyente en los tiempos que sobrevendrán. Recuérdese que es el siglo de la Reforma, el siglo de Descartes, el de la cristalización del humanismo, del renacimiento del estoicismo, de la decadencia de la primera escolástica y la consolidación del averroísmo, y de la impregnación del nominalismo en las más diferentes tendencias y escuelas filosóficas, entre otros tantos hechos y datos representativos.

Los encargados de esta voluminosa obra, de casi setecientas páginas, son el profesor de filosofía en la Universidad de Ontario Occidental, Henrik Lagerlund, destacado medievalista que, entre otras publicaciones, fue director encargado de la Enciclopedia de la filosofía medieval editada en 2011 por Springer; y su profesor asistente en la misma universidad canadiense, Benjamin Hill, especialista en la filosofía de los siglos dieciseis y diecisiete y autor de varios libros, entre ellos una obra colectiva (coeditada con Lagerlund) sobre La filosofía de Francisco Suárez, estampada por Oxford en 2012.

La obra consta de una introducción-presentación a cargo de los editores, veintisiete capítulos divididos en cuatro secciones y un índice de nombres y temas. Por supuesto que tratándose de un Acompañamiento, se ha tratado de ser lo más abarcador posible en el registro de temas y problemas, quedando siempre algunos apenas rozados y otros no tratados. Virtudes y defectos de libros de estas características. Una falla adicional es que no se han brindado datos de los muchos colaboradores, que en ciertos casos son suplidos por el conocimiento personal de sus trabajos anteriores, pero que en la mayoría nos deja en la absoluta oscuridad. La lectura de las contribuciones, empero, permite asegurar que se trata de expertos en las materias que consideran, lo que otorga a la obra en conjunto un singular valor.

Me disculpará el lector –dada la extensión del libro y la necesidad de ajustarme a los límites de una recensión– de realizar análisis particulares de cada colaboración y que me ajuste a una exposición de su contenido, dejando para el final una valoración general. En la primera parte se estudia el basamento o trasfondo intelectual de la filosofía del siglo, comenzando por Descartes y la contraposición entre humanistas y escolásticos, capítulo redactado por Brian Copenhaver. El capítulo segundo estudia Joan-Pau Rubies el impacto que en la filosofía tuvo el descubrimiento de los nuevos mundos; en el tercero se trata del advenimiento de los estudios clásico, a cargo de Amos Edelheit; el siguiente, del propio Henrik Lagerlund, encara las nuevas tendencias en la lógica y en la teoría de la lógica; y quinto capítulo aborda el nominalismo y fue escrito por Calvin Normore; y en el sexto y final, Kara Richardson expone el averroísmo.

La segunda parte se dirige al tratamiento de los movimientos filosóficos: en el séptimo capítulo Cristiano Casalini estudia a los jesuitas; en el octavo, Pekka Karkkainen lo hace con la filosofía de los primeros reformadores (Lutero, Melanchton, Zwinglio, Calvino); en el noveno, Jan Papy aborda el neo estoicismo y la figura de Justus Lipsius (Lipsio). Siendo esta parte una de las más breves, de su lectura se advierte el carácter complementario con el anterior y, como se verá, ampliado por materias que se consideran más adelante.

La parte tercera se detiene en las grandes controversias filosóficas del siglo. El capítulo décimo, redactado por Leen Spruit, analiza la controversia sobre la inmortalidad del alma suscitada por la obra del humanista Pomponazzi. En el undécimo, Simo Knuuttila estudia la polémica que en el terreno de la lógica y la retórica produjo el trabajo de Petrus Ramus (Pierre de la Ramée) y de su escuela al fundarlas sobre el rechazo del aristotelismo. En el decimosegundo y último de la sección, Cesare Cuttica examina el problema de la autoridad política de cara a las doctrinas del tiranicidio.

La parte cuarta, con la que concluye la obra, está dedicada a diversos tópicos filosóficos que, en cierto modo, entrecruzan todos los anteriores. Comienza con un estudio de José Maia Neto sobre el escepticismo; en el decimocuarto Paolo Palmieri encara el problema de la ciencia; en el que le continúa, Jennifer Ashworth se detiene en el estudio de la filosofía del lenguaje; más adelante, en el capítulo dieciséis, Benjamin Hill trata de los conceptos de materia, espacio y movimiento; en el decimoséptimo, Hiro Hirai examina los poderes internos del cuerpo desde el punto de vista de la filosofía natural, la medicina y la alquimia; a continuación Sander de Boer estudia los problemas del alma, en especial la humana; en el decimonoveno capítulo, a cargo de Helen Hattab, se hace referencia a la metafísica de las formas substanciales; en el vigésimo, Erik Akerlund estudia la filosofía de las causas en el siglo; le sigue un estudio de la naturaleza del entendimiento por Cees Leijenhorst; luego, Syndey Penner aborda el peliagudo asunto del libre albedrío; Benjamin Hill y Henrik Lagerlund sintetizan las posiciones acerca de la ética; Anna Becker toma en el capítulo veinticuatro el tema del individuo y su papel social; Merio Scattola en los dos capítulos siguientes, afronta las doctrinas de la ley natural, comenzando por la tradición católica y continuando con la protestante y las doctrinas filosóficas; y cerrando las colaboraciones, en la veintisiete Paul Richard Blum aborda la cuestión de la sabiduría y el amor a Dios.

Como puede apreciarse, este Acompañamiento nos ofrece un panorama bastante completo de la filosofía del siglo dieciséis. Se trata, es obvio que lo sea, de una obra sintética, pero que se integra con capítulos rigurosos y en su mayor parte extensos, y que no tiene pretensiones de entrar en discusiones académicas (por eso se han eliminado prácticamente las notas y sustituido por el sistema inglés de citación), que se pueden perseguir en las adecuadas sugerencias bibliográficas que concluyen cada capítulo. El índice, como se dijo, de autores citados y temas tratados, es muy abarcador y está compuesto con rigor. En suma, este Acompañamiento es una obra recomendable desde todo punto de vista, aunque sea sobre todo un texto universitario de consulta para profesores y especialistas.