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1978

Armonía y dialéctica

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La praxis de la armonía

LA PRAXIS DE LA ARMONIA
POR
JUAN V Al.LB'l" DB GoYTISOLO
l. Est,e f01'r,m relaciona, como su título i.odica, los d06 concep­
tos expresados con las palabras prácfrca o "praxis" y df'mOma.
Quizás, por esto, convenga que nos en~s unos mo­
mentos en precisar su significado.
T heoria, praxis y poiesis, en su aceptación clásica, expresaban
onras tantas. actividades humanas, que consiStlan:
La theoria, en una observación profunda de la naturaleza, en su
sentido
precart,esiano, que inquía mareria . y espíritu, · baSta penetnu:
en sus Ol'USaiS y alcanzar sus primeros principios, con el objetivo de
conocer Jo verdadero.
La praxis, en un hacer humooo que, guiado por el conocimiento
de lo ve:tladero, persigue la realización de lo bueno, ~te la
práctica de las virtudes ardinales de prudencia, jmtiok,, fortaleza 'Y
tern,p~.
La poiesis es la fuenre de la. creatividad humana, la fuerza úna­
ginativa cread= del arte y 1a. inventiva de aparatos y proc€dimien­
tos para fabricar -facere-, persiguiendo, de una patte, la realiza­
ción de lo bello y, de otra, de lo ,/ti/,
El giro ropernicano de Kant y, más aún, el voluntarismo de Fich­
te altera estos conreptos:
La teoría se ·hace idea¡l.ist:a, en el sentlido que no se nutre de la
observación profunda de la ,ea1idad, sino que· idea poietictJmente
modelos oociales, y la praxis tram de fabr,ia,rlos. rie ese niodo. la
praxis se pone al servicio de la nueva poiesis, que ha sustituido a la
antigua the01'ia, que es arrinronada. · ·
Consecuentemente,
la ciencia polítia lia dejado hoy de set theo­
,la en su éstricto Se'lltido, para ronvertiffle en Wla poiesis que, pri-
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JUAN VALLET DE GOYTISOW
mero, fabrica menmlmente un modelo ,ideal y, luego, estudia cómo
operarlo y qué témias deben emplearse para ello. Así, esa cieocia
política se convierte en meramenre opertltwa y toma su fuerza en la
voluntad de imponer la estructura im~gioarivamenre ideada. Parale­
lameote, e'l arte de la política se transforma en uoa praxis que, para
elaborar el modelo ideado por aquella poiesi.s, realiza una labor ra­
ciontlU7'ddora y cuantificadora, determioanre de una oueva roncepción
de la acción políti<:a y que se traduoe en un /acere estructural de una
nueva sociedad e, incluso, de un hombre nuevo, ron.formes al mo­
delo propuesro.
· Pero esa nueva praxis se halla ante un im.indo real que le resiste;
y, por forme a
su modelo prefabricado. Con ese fin, la p,a:ds se hace dia­
Uctiea, en el sentido marxista de esta palabra, para ronseguÍt, a
través de sucesivas antítesis y smtesfr, siempre provisionales, la des­
ttucción de las estructu<'as e,cistentes que permita sustituirlas por
los D1odelos propuestos.
Esa prax1is, revoluciona.ria, .,.,,,.,,.,ta y lenmisla, boy se convina
con otra praxis, también revolucionaria, gremisoi.rJa, que trata de
apodera'rse de las menres, y, para ello, adueñarse de las universida­
des y demás oentros de ensefíama, de .la creatividf,d m,r/stica, de los
medios de romunicación social, de ios mass metl,;a, corno medios mi,
eficaces para apoderarse de Ja sociedad civil hasta llegar a imponer
lo que Grnmsci denomina "un nuevo sentido romún, no inspirado
ya
eo el semtlm natzwale, o sewy na,u,a/ en su niaducci6n cat>llana,
sino en nuevas ideas, fruto de la razón desencarnada.
2. Ante esta disparidad de significados, debemos definir cla­
ramente que aquí vamos a emplear la palabra p,a:ds en su sentido
d5siro, segón el cual persigue la actuadón de lo bueno siguiendo la
pauta de lo verddJero.
No olvidemos, sin einbargo, que la praxis se realiza en la realidad
conoreea y cotitüana de la vida social; y que, por consiguiente, requi,,.
re la ronremplación y el arullisis de lo refll, cond,-etr, y co~,
pero sin perder de vista la realiddd total en todos sus runbitos, hasta
sus
pr,meros principios o primeras 11..-dtJdes !religiosas y naturales.
La última creación prktica de nuestm viejo amigo Jean Ousset
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LA PRAXIS DE LA ARMONIA
--quien la califica oomo .una voluntad, unos métodos y un estilo de
acción que salve a la acrual disociedad del estallido social al que se
halla -encaminada es el sociab;Usmo,, Pues bien, según exppne el
número 10 de La Convemion Sociabüist•, número especial de pre­
sentación, ese sociabilismo preoonde tener en cuenta no sólo la rea­
lidad, sino también la opmi6n. Su planteamiento es el siguente:
Hay dos tipos de actitudes que dialectfaan nuestras sociedades:
-de una parte, aquellas que pretenden respetar · las leyes fun­
damentales de la realidad, poro aunbiante; y,
~ de otra parte, aquellas que cuidan de respetar las tendencias
fundamentales
de las corrientes de opinión, ciertamente diflci¡les de
dererminar, por ser múltiples, cambiantes y caprichooas.
La primera de estas •mdenci•.• suele ca1lfiéarse de derecha, y la
segunda, de faquierda.
El método sociabili.rt,, -l.eemos-'-· no consiste en hallar un tér­
mino medio entre ambas actitudes, no busca un compromiso entre
ellas, sino que intenta señalar los "puntos de encuentro" de ambas,
en cada caso.
Advierto
a quienes me oyen que aquí no trato de comprobar las
ventajas ni los posibles inconvenientes de este camino, para hacer su
balance, sino que simplemente me limito a subrayar qúe la opinión
es un dato -por momentáneo que sea-de la realidad actual; y
que,
por lo tanto, no debemos desconocerlo ni menospreciarlo,
por muy discorde que esté con la resfulad más profunda y penm­
nente de las cosas.
Una praxis realista '.""""epeti.tnoo-no puede desconocer ningún
dato, ni, por tamo, las opiniones erróneas dominantes. Natural.mente,
no se trata de aceptar que estas se sobrepongan a la rt:'alidad de las
cosas, sino, por el contr.,,io, de hallar el modo de influir en esa
opinión, por 1o menos en ámbitos cona-eros. Para ello es preciso po­
ner de manifiesto fácticamente sus errores, poniendo en contraste
sus pretensiones ideales con sus resultados de hecho que la contra­
dicen, y hay que mostrar que si me precisament"e así, tan decep­
cionantemente, es porque sus pretensiones son· una utopía, que se
halla en contradicción con principios de esa realidad objetiva que,
nosotros denominarnos el orden natural.
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JUAN VALLET DE GOYTISOLO
El núcleQ activo de toda praxis, inspirada en una cootemplación
profunda de la realidad y en el respecro del orden natural, debe con­
sistir
primordialmente en su adecuación a ese orden dinámico. Hay
que advettit y destaca:r que, a con=cia del uso de nuestra li­
bertad, nuestra aoruación incide en ese orden y apereja el buen orden
o
el desorden en nue51!ra vida social, según se amforme o contraríe las
leyes natw:ales de dicho orden. Pat11folaroente, pues, debemos rratat
de mostrar y subrayar aquellos hechos que expresen ese orden, para
con
sus evidencias contribuir a lograr que la opinión no se pierda
en ideologías
engañosas, en espejismos y utopías, y para ayudarle
a entender la realidad de ese orden narural y conformarse a él.
3. El otro ténnlno del enunciado es la palabra """"1Úd.
Según el Dia:iona.-io de la Real Academia española, ap,rte de
sus acepciones musica,les, esta palabra significa:
-Conveniente proporoi/Jn y currespondend,, de """' cosas con
otrdl.
-Am,sirJd y b,,ena correspondencia.
Ambas acepciones, sin duda, son ronttapuestas a toda concepción
dialéctica y, por tanto, a la marxista. Esta se define romo "lucha de
contrarios", romo "puesta .al día de las rontradiociones inherentes
a. los objetos y a. los· fenómenos", rontradicciones que el marxismo
considera como motores del progreso.
Y
la a!l\1DOnla, por su part'e, requiere, romo hemos leído en el
Diocionario: proporci6n y correspondentia de tl1kM cosas con otras, y
(11l'l4,Stad y buena correspondencia entre los hombres.
Met:afísiamrente el buen orden social no es sino armonía: la
4fmo1'ta de las camas segundas con la causa (lrimera.
La armonía de un todo significa la interacción entre las partes
que lo integran. De t"'1 modo que concutrnn adecuadamente a un
mismo fin.
Presupone una convergencia espontánea, un acuerdo interno en­
tre· los elementos desiguales de un conjunto. Así lo explica Gustave
Thil,on cuando contrapone equilibrio y armonía. Esta es mucho más
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LA PRAXIS DE LA ARMONIA
que el equilibrio, inestable siempre, entre fuerzas cont?ra.rias: "Los
verdaderos jefes ---;QOS dice-no son equilibristas que limiten su
papel a contener el desorden; son
tif'1rUJmzadrwes, que aseguran la
concordia; es decir, que actúan sobre las fuerzas sociales como un
buen afinador, sobre las. cuerdas o las tedas de un imtrumento mu·
sical, regulándolas de tal modo que en el desarrollo de la melodía
cada. una dé la ·nota jusm."
Para lograrlo se requiere la participacMn, que tienie por cualidad
esencial - múltiple con lo uno, de modo tal que· sin romper la unidad de éste
tampoco destruya aquella multiplicidad". Así:
"No hay participación cuando en lugar de interaocióu hay dia­
léctica entre los elementos múltiples o entre és110S }' la unidad inte­
gradOJ;a.
"Tampoco la hay si lo múltiple desaparece absorbido en la uni­
dad superior, pues, pdr definicióu, la participación requiere una mul­
tiplicidad
armonizada· hacia un fin común.
"Por eso, la multiplicidad se di1'uye en una nueva unidad rolec­
tiva. cuando
se pretende que el ron junto de. elementos múltiplm go­
biernen la totalidad de un modo genera[, y, entoncas, peradójicamente
la participación real desaparece snsrituida por una pseudoparrici­
pacióu que se limita a discutir en una asamblea y, al final, a emitir
un voto pera formar una pretendida 110/unkld oolectwa, O simple­
mente paira designar uno o varios _representantes comunes, ya ~
con mandato imperativo o sin él.
"La verdadera participación, como armonía de lo múltiple. oon
lo uno, requiere diversidad de competencias en la unidad superior y
de cada elemento de la plura[idad. O>mpetencia que de modo natural
es determinada dinámicamente por el llamado principw de subsi­
diari,edad, que va fijando la rompetencia que rorresponde a cada. cuer­
po social más amplio para suplir o complementar lo que sus elemen­
tos
integrantes no puedan realizar:·
La rev sea l:ntroduciendo
la dialéctica o bien ahogando la armonía y su­
plantándola -invocando que está enferma o que es defectuosa-por
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JUAN V ALLBT DB GOYTISOW
una articulación tecnOOática. y totalitaria del poder del Estado. So­
lución esta últilDil a · la cual son, por desgracia, muy. proclives al­
gunos pretendidos con1'ta.ttev0luciomrios. Sin· emba,go, como dijo
De Maistre, la verdadera contrarrevolución no es ,ma rev-0lll&i6n en
cOntrario, sino lo comr 4. Conviene que repitamos amnto sea preciso, basta empa¡:m­
nos de esa realidad profunda, lo que ya reconlamos hace dos años,
en Qué somos y cuál "' ,.,,,,,ka "1rea; y, por eso, VO'f a reiterar las
mismas citas que entonces hice, dado lo expresivas que resultan:
"La revolución -esoribió Jean Madinm-procede y progresa
deshaciendo
los lazos social,,, naturdÚs. La contrarrevolución con­
siste en tejerlos incao511hl,.mente." "Luchar contra la revolución -in­
siste Michel Creuzet-es hacer lo contrario que la revolución. Es
construir en lugar de destruir. Es seguir humildemente el orden de
las cosas, no para encerrarse en un confusionismo sin salida, sino para
dotar a los hombres de [os marcos más favorables para la e,opaosión
de la vida socia1."
En el plano de lo más concreto, puede consistir, como ha ad­
vertido Michel· de Peofeoteoyo, en "traer las discusiones, desde las
ideologías desencarnadas, al terreno füme de las realidades humanas",
pues mien.tms el campo en que se mueven aquéllas "es el de las
oposiciones
dialécticas, propicias a las técnicas subversivas", el te­
rreno de las realidades humanas "es propicio a las convergencias de
intereses y a[ entendimiento", pues "las rompetencias y las responsa­
bilidades
se hallan más próximas a esas realidades".·
Es preciso rest-"1' el tejido socidl formado por "mHes de gen­
tes, encargadas en tareas diversas, ocupando cargos desiguales, con
deberes
dífereotes". En esta restauración ha de incluirse también
la capacidad de todo el cuenpo socia[, para mptar, formular y vivir
consuetudinariameote, en su correspondiente esfera, un derecho con­
formado al orden de las COSIIS.
Si este orden es dinámico, si la sociedad requiere vitalidad propia,
su vida
jurídica. natural ha de adecuarse a las ,.,.,Hdades históricas
concretas. El orden natural, sin olvidar la !U2 de sus principios, ha ds
captarse " medida que se vwe, oo:aptado a cada nivel, por los órg,,.-
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LA PRAXIS DE LA ARMONIA
noo sociales adecua.dos y a ti:avés de su élites naturales. ¡No hay
Otro camino!
5. La. ermonía se requiere éna:e loo miembros de cada uno de
los cuerpos sociales --- rera-y tambi&i en la integración de todos y cada uno de estos
cuerpos
entre sí, y, sin perder su propia identidad, en otras entidades
mayores, basta el Estado, e incluso, más allá de éste, en e{ ámbito in­
ternacional
En la historia se producen momentos -como los aauales--en
los que parece que la a.tmOnía ha desaparecido y que todo se desinte­
gra
pot el doble embate de fuetzas centrifugas, disociadoras y deli­
cuescentes, de una parte, y de fuerzas centripecas y absotbentes, masi­
ficadO<'aS !Y niveladoras, de otra parte. Son fuerzas contrapuestas, pe:­
ro confluyroces en el efecto destruclXlr del tejido social, que desha­
cen los cuerpos, priviindoles de la vitalidad biológica autónoma, de
la cual depende la del todo. Las fuerzas centrípetas tienden a susticuir
la vitalidad de los cuerpos sociales por un aparato mecánico moottUO­
so, que acaba de aniquilarlos, mientras las · fuerzas centrifugas am­
can
la fOt'ma y el perfil del edificio, su estructum, y así destruyen
mmbién los
ligámenes narurales existentes entre los elementos o
cuerpos integmnres.
El esfuerm tecnocrático no adviette que no se rorrige el dete­
rioro, necesariamente producido pot la descomposición social, sino que
se
incremenm y se acentóa con la pérdida del esp!ritu y de la iniciativa
de los hombres que integran las sociedades, lo que suele producine
cnando se trata de arti sociales, en un intento parecido al fracasado de Diocleciwo, en ·el bajo
Imperio
Romano, cuando, al decir de Rostovtzeff, quiso sostenerlo
clavando con clavos su carne podtida.
De lo que se tram, pot el contrario, es de efectuar una labor civil
(de
cwitd.) y social (de societas) restauradora de la armonía a todos
los niveles
sociales a partir de los más elementales.
Entte nosotros se tierulie a veces a creer que sólo al nivel del
Estado puede haoerse una labor eficaz; y, para ello, se pretende con­
quistar sus .riendas, ya sea constituyendo, reforzando o apoyando un
partido político, con el fin de que alcan"ce la mayoría -¡a pot los
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JUAN VALLEI DE GOYTISOW
trescientos!, se gritaba hace más que cuarenta año,r-, o bien tratar
de conseguir el poder por cualquier golpe de fueraa ...
Se intenta dominar el país legal, menospreciando a:! país real;
conqlllistar la sociedad política, · despreocupándose de la sociedad ci­
vil ...
Sin einba<-go, la revolución sólo triunfa plenamente, sin diluirse,
cu.ando caJa hondo en el país real, en la socia:lad civil.
Recordemos que hace años que nuestros amigos del O/fice imer­
nalional vienen propugna,ndo y realizando una labor ipluriforme, di­
versificada, !D!lCteta, en los diversos cuerpos sociaks, empresas, sin­
dicatos libres, municipios,
cuerpos profesionales, y hace muchos años
también
que. nosotros venimos repitiendo la necesidad de empren­
derla, e intentándolo en supuestos concretos.
Tarea que debe ba­
sarse en la labor de las élites naturales que catalizan cada uno de
los cuerpos socia:Jes en los_ que se hallan integradas. Y su actividad
debe ser impulsada, comenzando por suscitarla_s y formarlas.
Son pocos
los que han creído en el wlor, imiportaucia y eficacia
decisiva a w,go término de esta tarea. Y, sin emba,rgo, los mru:xis­
tas están desmostrando, a costa de nuestros cuerpos sociales, el alto
grado
de eficacia que alcanza esa labor, que ellos están empleando, aun­
que no precisamente para crear o reconstruir la -armonía., sino para in~
troducit la dialéctica. Así, con eviden>es éxitos, escln tratarulo de
adueñarse de la sociedad _ civil, '.P'""" !o cual se introducen en el país
real e intentan dominat · todos los cuerpos y actividades sociales pa­
ra destruir, desde dentro, l11S.actuales estructW'aS y, sobre sus ruinas,
edificar la sociedad socialista.
6. En Permtmences, número 151,.de junio ú1timo, su editorial,
"Fotmer une élite politique efiéace", comenta cómo desde el extremo
del horirontie contrario al nuestro han resutgido espectacularmente
tesis favoral:iles a la· eficacia política de ese tipo de acción, ofre­
ciendo
"la doble ventaja de ser recordadas poi Alain de Benoist (del
movimiento G. R.
E. C. E.) y de haber sido sostenidas por ese An­
tonio Grainsci ... ".
Alain de Benoiiit fen Le PigMQ, 11 y 12 de mon.o de 1978) ex­
pone el modo cómo Gramsci ronrestó a la pregunta de cuál es la ma­
nera como
la minoría puede conseguir el dominio de la mayoría:
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L,f PRAXIS DE LA Al(MONIA
"Gramsci respood,e a esta pregunta estudia,odo más de cerca la
noción de ideología y efectuando una distinción decisiva entre so­
cietkd polili,c,, y sociedad cwü.
"Por sociedad civil (eo haber sido criticada por Ma.tx), G,amsci designa al conjunto del
sector privado, es decir, al ámbito cultural, intelectual, religioso y
moral, tal como se expresa en los sistemas de necesidades, en la men­
talidad rokctiva, etc. La sociedad po!íti01 comprende las instituciones
y el aparato coercitivo del Estado."
No estoy conforme en que la sociedad política se redu= a las
instituciones y
al aparato coercitivo del Estado, excluyéndose de ella
los demás cuerpos sociales.. Ni tamporo en que la sociedad civil se
circunscriba a lo cultural, intelecrual, religioso y moral, sin incluir
también otros aspectos sociol6gicos y econ6micos que la integran,
y deben integrarla para que tenga la plenitud de su vida propia sin
sufrir
la colonización del aparato burocrático del poder político. Pero,
sin duda, esta distinción entre sociedad política y sociedad civil sig­
nifica un evidente avance respecto de la estatalortía hoy imperante.
Gramsci, antes de la última guerra mundial, había ya advertido
que "el gran error de los comunistas ha sido el die creer que el
Estado no se apoya (o no se establece) sino sobre Sil aparato polí­
tiro".
Alain de Benoist sigue explicando:
"Comprobando qne en la sociedad civil es donde se elaboran;
difunden
y reptodncen las concepciones del mundo, las filosofías, las
religiones y todas las actividades intelectuales o espirituales que con­
ttibu}' formar el consenso social, Gtamsci afirma, en roatrapo­
sición al .ma.tXismo Ottodoxo, que en el seno de la sociedad la supe­
restrnctuta
(relaciones ideol6gicas y cultutales) es en cierta manera
aut6noma en relación a la infraestructura (relaciones econ6micas) y
que incluso, en ciertos casos, la primera determina la forma de · la
segunda ... "
"Mientras que en Oriente el Estado lo era todo, en tanro que la
sociedad civil era primitiw. y gelatinosa (decía Gtamsci en su Carla
a TogUatü, 1924), en Occidente, y muy especia)menre en las socie­
dades modernas, es considerable el papel que juega el sector cw;/, de
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JUAN V ALLEI DE GOYTISOLO
la superest:ructura social que detlermina la mentalidad de la época:
el espíritu
dcl tiempo. Ese factor DO lo tuvieron en cuenta los mo­
vimientos socialistas de los años veinte, inducidos a error por el ejem­
plo de la revolución de 1917, pues si en ésta Lenin pudo apoderarse
del poder, fue (enrre ÓtraS ra7.0lles) porque. en Rusia la sociedad
civil pciaica.mente DO existía"
"En las sociedades occidentales modernas, la situación se presen­
ta de modo muy disitinroi. No es posible la toma dcl poder político
sin
la previa toma del poder ideológico y cultural."
"La nevolución de 1789 nos ofrece un ejemplo. Fue posible en
la misma medida en que bahía sido preparada por Ullll fV'1loluci6n
de l<>s espim,,s ("mental ante todo"), producida en esa ocasión por
la difusión de la fNosofla de las luces en los nredros ar_istocráticos y
burgueses que
constituían loo cenrroo de decisión de aquel momento."
En sus Cartas desde la cárcel, Gramsci ha escrito que un grupo
social puede, e incluso debe, ser dirigente desde antes de conquistar
el poder gubernamental y que, incluso, ésta es una de las condicio­
nes esenciales para la misma ronquista del poder.
Desde esa
perspectiva, Hélene Védrine (en Les phüosophes de
l'Histohe, Payot, 1975) observa que "la toma del poder no se efectúa
solamente porque una insurrección política se apodere del Estado,
sino
por un largo trabajo ideológico en la sociedad civil que permite
preparar el teaeno". Esto requiere la conquista de la md'JorÍa ideo­
gica, oin el soporte de la cual el ,poder polltico no puede sostenerse
y
se desvanece, según el propio Gramsci advierte.
Alain de Benoist, al comentarlo, plantea esta cuestión: "¿El en­
vite
:fundamental de la polltica se juega aún en la arena de la po­
U#e,, poUtica?; o, acaso, ¿las oonfrontadones electorales no son si­
no la ocasión de medir de un modo concreto la resultante política
de u.na acción más difusa de tipo mettlfJoUtico, puesta en actividad
más allá del estrecho circulo de los estados ~es del partido?"
Ill edirorial de P""""1N1nce,, que tenemos a la vista, pregunta a
su vez: "¿Acaso nosorros, en todas las ocasiones, hemos propuesto algo
distinto al preconizar siempre una acción capilar?" "Produce estupe­
facción -comenta el mismo editorial~ la proximidad metodológio,.
en lo esencial. eorre lo que proponen, de una part,e, esos enemigos del
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LA PRAXIS DE LA ARMONIA
nombre cristiano, como son Gramsci y el erudito del movimiento
G.
R. E. C. :E., y Jo que, de otra parte, no hemos cesado de señalar
como fórmula S11pertealista de supereficacia ... "
7. La ooincidencia esencial, de estrategia más que de método, se
concreta
en laborar dentro de la sociedad civil 'Y én cada uno de los
cuetpos
sociales que la integran, para formar la mentalidad de sus
élites más influyentes y oonfigurar el modo de pensar en todos los
ámbitos de la sociedad civil, interviniendo en todas sus actividades.
Peto,
por el oontrario, la discrepancia con el gramsoiJmo en el
método es total en cuanto al modo de hallar y de mronar las ideas
rectoras de la vida social, para concebir y estructurar la ciudad hu­
mana,, y en cuanto al modo de hacerlas patentes, divu1gándolas. Y,
con esta observación, volvemos a encontrarnos ron los viejos con­
ceptos de theoria, praxis y poiesis y oon la orienlllción actual de la
praxis puesta al ,aerv.icio de la poiesi, y de la voluntad de construir
un mundo nuevo, utópico, y muy lejos de la vetdadeta theoria
como profundización de la realidad y orientada por la razón prác­
tica hacia la consecución realista dcl mejor bien común posible.
La prtixis gramscista trata de adueñarse de la sociedad civil y de
sus mentes =roras para inoculatles una la histótia y del mundo e infundirles la creencia en el miro de una
futura sociedad feliz y homogénea. Nosotros, en cambio, tratamos de
devdlvetle la armonía de su estado de salud natural, ayudándole a
comprender
Jo que es el hombre y lo · que es la propia sooied¡ad, a
través de las enseñanzas de la misma historia y de las experiencias
actuales, que muestran con evidencia nuestras míces metafísicas y nues­
tra dependencia de la providencia de Dios, que es origen y fin, crea­
dor y
ordenador de ese orden dinámieo del que somos causas se­
gundas,
pero del que no podetnas sustraernos sin Sllftir, nosottns o
nuestros
hijos, las consecuencias inevitables del desorden producido.
Más humildetnente, más en lo concreto y a ras de tietra, tratamos
de laborar mostrando los frutos de la armonía en el orden de las
cosas,
en eontraposición con el desorden que la dialéctica y la utopía
introducen
por doquiet.
Mientms la praxis del movimiento C. R. E. C. E. es meramente
"dentista", no nOS avergonzamos de decir que la nuestra es de ins-
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JUAN V ALLET DE GOYTlSOW
piración metafísica, en el sentido dásiro de la palabra, que recoge
rodas
los datos de la experiencia y de la ciencia, pero que trata de
abarcar al hombre entero y el orden socia:I en su universalidad, sin
despreciar la sindéresis natural, ni la inducción y los juicios pru­
dencial;;_. por los cuales del ex:.mro de los efectos nos elevamos al
oonocimiento de sus causas.
Pero es de advercir que entre los ámbitos ajenos, e. incluso muy
alejados
en sus principios de nuestro modo de · pensar, no· son los
del
gramscismo y del movimiento C. R. E. C. E. los únicos que en
los aspectos referidos están llegando a los criterios que nosotros ve'.
nimos propugnando desde siempre. También en otro ámbito ale­
jado al
nuestro, en U.S.A., cabe añadir al profesor Robert Nubet,
qw, ocupa la cátedra Albert . Schweitzer de Humanidades en la O>­
lwnbia University, de Nueva York, y que antes fue profesor de las
Univetsidades
de California, Berkeley y Riverside, miembro de la
Academia Americana, de quien ha editado la Oxford University
Press., de Nueva York, el libro Twilight of Autority. Un capítulo de
este libro se ha publicado romo artículo en Revistt. de Occideme nú­
meros 20-21 y 22-23, de junio-julio y a¡gosto-septiempre de 1977. Ese
estudio aboga precisamente por la ormrmúl social en el sentido en
que .Aristóteles em¡,leó esa palabra, por la ,restauración de la auto­
flOmía, lo ftmoional, la descentralizaci6n, la je,-arqula y la tradici6n,
por el redescubrimiento de lo social, y para que el roncepto de "Jo
ptivado" vuelva a ronsidetatse tan honroso en todas las esferas
como el de "lo público'".
A su juicio, a rodo lo latgo del pensamiento social y político
de Occi poro que ver con la distinción convencional entre "libetalismo" y
"absolutismo".·
La .primera, ron Platón, Hobbes, Rousseau, Bentham, Fichte,
etcétera, niega que exista diferencia alguna entre Estado y sociedad, o
considera que, dados los
conflicros y rorrupción de ésta, el indivíduo
sólo puede salvarse mediante la rigqrooa aplkación del poder polí­
tico
estatal. Por el predominio polítiro de esta tendencia,· 'la fami­
lia, los entes locales, el
vsecinclario, la iglesia y OtmS agrupaciones
autónomas han sufrido una tremenda atomización o se han visto
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LA PRAXIS DE LA ARMONIA
reducidas a unidades cuya existencia depende de la rondesoeodencia
del Estado.
La segunda tradición, que arranca de Arist6teles y en la que
sitm a Cicerón, Santo Tomás de Aquino, Tocqueville, Proudhom, en­
tre otros, parte de k,. clara distinción entre las instituciones sociales
y el Esmdo polítko y reclama que el poder estatal no abarque todas
las esferas de la existencia social, ni.oral e intelectwtl.
En opinión de Nubet, esta segunda ttadiáóo, fuente en la hi&­
totia de los verdaderos progresos y libertades, "se ajusta mucho más
a las necesidades de nuestro tiempo". En el camino debenacimiento
de la familia, del localismo, de las asociaciones voluntarias y de los
grupos
y romun:idades intetmedios, se hallarla la solución de las
crisis que vivimos.
:&e renacimiento ha sido siempre el objetivo de nuestro trabajo,
cuya necesidad parece que desde todos los ronfioes es hoy redescu­
bierto
•••
En esa labor, en lo concreto -pero sin soltar las antenas que
nos permiten no perder la onda de los primeros principios-, se
halla la base de nuestra práctica de la armonía: en la familia, en la
empresa, en los rolegi!>S profesionales, en los sindicatos, en. las aso­
ciaciones otientadas a la defensa de algún bien común ronaeto, en
los centros de enseñanza, en las universidades, en los municipios, en
fas comarcas etc. Esta es. nuestra tarea cívica, en general, es decit,
nuestra concreta labot pol!tica. Labor "poiltka" en el sentido klto,
pero más noble, que le asignó Aristóteles, y que se desarrolla en to·
dos
estos cuetpos soci propia.
Este significado oo debe ronfurufuse ron el más especifico
y hoy predominahte de la . polftica contemplada romo una técnica
adecuada
para conquistar, conservar y ejercer el poder y para mode­
lar, desde él, a la sociedad, reducid.a a una masa amorfa, considerada
solamente como sujeto pasivo
de la accióo del gobierno y de la
administración. .
En nuestra Iahot, la formKi6n docttibal, en especial de las élites
natutales, en su respectivo MIIbito, es inseparable de la praxis de la
armonía,
que consiste én restautar constantemente el tejido social
destruido, por obra de la dialéctica revolucionaria, o· enfermo, por
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JUAN V ALLBT DB GOYTISOLO
inocwaci6n .de ideas µtópicas o de cualquier clase de errores, o bien
por la decadencia de las costunibres o la pérdida del espíritu que
las vivifica.
. 8. Para realizar esta wea es preciso actuar dentro de estos
cuerpos sociales ~ los que ha de surgir la verdadera poi/cica-y
en todas sus aaividades, con un sentido. realista, fuera no sólo de la
dmléctica hegeliana, marxista o gramscista, sino también de la dia­
iéctica de las ideologías partidistllS y de las luchas. ódeológicas de
los partidos políticos. Fuera, J.:>OI consiguiente, . de esas ideologías,
de las que el alcalde de Niza, Médecin, dice que "pudren las raíces
más
fundamentales de la sockdad. Dirigiendo al enfermo contta su
médico, a la mujer contra el marido, al hijo contta sus padres, ln­
troduoen
los gérmenes de m~re de la. utopía en rodas los esttatos
de la civilización".
Pero esa necesaria labor debemos realizarla resta~ el tejido
social e infundiéndole reoov~ vitalidad, sin olvidar . que ese tejido
-:-Y lo decimos repitiendo, una vez más, palabras de Jean Ousset,
en el discutso inaugural de nuestta VIII· Reunión--se halla forma­
do por "miles de gentes encargadas de tareas diversas, owpando
cargos desigµales, con deberes diferentes, consintliendo la plena sa­
lud
social predsamenre en ""ª mÚlti¡:llicidad de funciones y cargos,
ya que mutilar lo real (¡reem~ las piernas por muletas!) es
violentar las flexibles disposiciones de· esta geogtaffa social para
imponer el phtnismo de una ag,:upación artificial".
Un ejemplo de esa tarea es la· que nuesttOO amigos franceses del
S. l. C. LE. R. realizan en 1os munidpios y para la que tienen como
órgano de difusión periodlstlica La· Letre efEntente P,""fdise, con el
intento
de hallat "una política natural . capaz de dar paz inreriot a
las ciudades". Pata ello proponen ·.que en los municipios:
-Se oponga la unión otgánica del pueblo a la lucha de 'dl!sés;
-
se cuiden las raíces de las multliples herencias focales que re•
sisten a la proletarizadón;
· -
se oponga la ttá)jdad de lo cotidiano a las quimeras· de las
ideologlas;
·
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· LA PRAXIS DE LA ARMONIA
-se contraponga11 los verdaderos. honores y los méritos .que
d~i~ de los serviicios realmente . prestados a la comunidad
local, frente a la irresponsabilidad y a1 anonimato.
Otro ejemplo
nos lo ofre bién ~ de la C. E. E. reali""ll ·CO las emprCS!OS, con éxitos oon­
cretx>s ciertos y evidentes: para r81I01la, los vlnt;,,tos, debilitados. o
rotos por el espíriru de luoha de da.ses; para mableper k¡ ~r,u,ni,
cación, rora por la mentalidad dialéctica; para reslatlrar: la correlación
enrre los poderes y las responsabilidades; y que, para ello, .intentan
resrablecer.
o renovat los vínculos destruidps o deteriorados:
-
entre los asalariados y s.us j_efes, cuaodo sufren el cortocircuito
de los "poderes patalelos"'; .
-
eotre .Jos hombres y su trabájo, cuando el abuso· del raylo'
tismo ha sepando sus brazos de su cerebro;
-entre las jenu:quías de las empresas y los asalariados, favore­
ciendo los· encuentros basados en las rompetellcias y las res­
ponsabilidades;
-
entri los jefes de empresa y sus cuadtos ,intermedios, cuaodo
sus relacipnes están meo,niza .;_ entre el interés y el deber, restableciendo la noción del mé­
rito y de la jusra retribuci6o. a la mejor tarea, retúéndOlo en
cueora al esll1blecer los salarios;
-
entre los mandos de los distintos departamentos, restaurando
el .éntido del servicio;
-entre los responsables de las empresas y sus organizaciones
profesionales;
- entre los.
talleres y las escuekis ..• ;
-
entre · 1as empresas y su eotorno, mediante la colaboración
de gentes del oficio eo los consejos municipales, eo las aso­
ciaciones
de padres de familia, eo las organizaciones cultu­
rales, etc.
Entre nosotros, un primer ejemplo lo teoemos en la labor, inspi­
rada
. por nuescro amigo Gil Moreno de Mora, desatr0llada en los
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JUAN V A.u.ET DE GOYTISOW
sindicaros agrícolas de Tar-ragona y que puede tener una importante
base de aauación en las cámaras sindicales ..gwias. Tarea que puede
ir seguida de otras, alguna en curso o en preparaci6n, que puede
desarrollarse en rodos los cuerpos y actividades sociales.
Junto. a esta tarea, que debe real.izarse en todos los cuerpos socia­
les, cenemos la que ba de efectuarse en todas las actividades que se
desarrolla11 de modo genérioo en el cuerpo social: attíscicas, roorea­
tivas, culawles... Clhorles Rambaud, en su comunicación al último
O>ngreso de Lausanne, "El socialismo educador"'; advertía que "he­
mos dejado que el cine se ha¡¡a sin contar oon nosorros"', que tam­
bién "hemos dejado el teatro, la canción, IJa poesía, que se ha hedio
sin nosotros". Y el enemigo campa sin riesgos por esos terrenos,
mientras nosotros nos ·batimos en otros donde apenas somos escu­
chados. "No se responde a una canción de Ferrat --cadvierre Ram­
baud-demostrando que su cFraru:e> es esencialroen1Je ideol6gica."'
Es necesario demOStratlo y mostrarlo, pero ¡no basts! .•• Para ello
es preciso, ademils, que nuestro pensamienro vuelva a la calle como
grita el mismo Rambaud. El día que alimente de nuevo a través
del artista, en cuadros, en piezas de teatro, en películas, en =iones,
en emisiones de televisi6n,. eo planes de urbanismo y de viviendas
de renta limitada, en festivales falle y en fiescas populues, sabte­
mos que, nruestto pensamienro está vivo, pues lo veremos fecundo.
Ved ahí campos inmensos abiertos a la praxis de la armonía so­
cial... Primero y necesario paso para restawar una armonía polí­
tica
ronfurme al ordeo de las cosas que Dios ha establecido. Dios
es su causa primera, pero nosottos somos causas segundas.
En el desempelío de este papel teoemos el deber de ser fieles
acrores. De como lo cumplamos, deberemos rendir cuentas maña­
na en el más allá ..• , ¡ además de f!P71'I o sufrir acá, nosotros mis­
mos o nuestros
hijos, los frutos y oonsecuencias, bueoos o malos,
de la resultante común de la tarea realizada, por unos y por ottos!
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