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1978

Armonía y dialéctica

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La soledad de Jesús. Discurso de clausura de la XVII Reunión de amigos de la Ciudad Católica

LA SOLEOAD DE JiFSUS
DISCURSO DE CT.AUSURA DE LA XVII REilll!ON DE AMIGOS
DE LA CIUDAD CATOUCA
POR
ABEL.AlIDO DE AliMA5
Queridos wnigos de la Ciudad Católica:
En vez de cuartillas, acabo de rolocar aquí una re!liquia de una
religiosa que mañana hará cuatro años que comenzó a vivir, car­
mel.ita descalza rontemplativa, Madre Maravillas de Jesús. Un ins­
trumento elegido por el Corazón de Jesús para llevar al mundo
vida contemplativa
y vida activa, porque, a lo Santa Teresa, fue un
modelo de vida activa salido de la contemplación. Y pongo esto
aquí y me encomiendo a la Madre Maravillas, a quien me suelo en­
comendar todos
los días muchas ,.-eces, para que me saque del apuro
en que me na vuelto a meter Juan Valler de Goytisolo, después del
que me metió en Torrente.
Este encuentro, diecisiete encuentro de amigos de la Ciudad
Catéilirn, no puede terminarse aquí. Ahora es cuando comienza y
si nos hemos reunido estos días para escucliru-unas conferencias
preciosas, para discutir en algunos foros, sobre todo en los diálo­
gos,
nuestros puntos de vist'a, en lo que estamos todos de acuerdo,
en un común acuerdo, es en que ahora !hay que llevar esto a la
acción, tlenemos que actuar. Una acción ¡positiva, una acción cons­
tructiva, una acción
eficaz; pe~ io importante en ella ,es ser per­
severantes, y precisamente para poder ser perseverantes en ella es
por
'1o que más que un discurso de clausura, querría hacer oquí
unas reflexiones contemp.la.tivas.
En el momento ,en que rnda una de las personas que integran
este encuentro se determine a actuar por la Ciudad Cat61ica, por
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ABELAJWO DE ARMAS
la Iglesia, por Jesucristo, por su &.ntísima Madre, inmediatamente
a esa armonía de amor que va ra. llevar a:l mundo, se va a contra­
poner 1a dialéctica del enemigo: Mundo, Demonio y Carne. Y de
estos tres enemigos, los tre$ van a ser comunes ,en Ja actuación. Pero
fundamentalmente me voy a acoger a una en la :prlimera semana de sus Ejercicio,;, en las reglas de discerni­
miento
dé espíritus, nos dice -en su seguncla regla-"que en aque­
llas
alma,; que van de bien en mejor subiendo, usa el enemigo con­
trario modo que en la primera, que era 1a de aquellos que van de
peoadQ en pecado mortru cayendo. En este caso, dice, acostumbra
comúnmente
el enemigo proponer placeres aparentes, pero en Jo,;
que van de bien mejor subiendo, usa ronttario modo, porque en­
tonces es propio del mal espíritu morder, tristar, poner impedi­
mentos, e
inquietar con · falsas ra20nes para que no se pase ade­
'iante". De mana-a que la táctica que el enemigo va a seguir como
fruto de este
encuentro, que en alguno,; de los foro,; he escuchado
decir a algón sacerdote que ha snpuesto para él casi como un retiro
espiritu.a1, va a ser la: de intentar transformar el buen deseo en
desalientos.
Oí en una ocasión una anécdota en la que se decía que el de­
monio sacó en una ocasión sus armas a subasta del.ante de innume­
rables demonio,;, -como cdloca San Ignacio 1a meditaeión de 006
Banderas, 'innumerables dernonios-. Sacó sus armas a subasta y Sa­
tanás decía: "¿Cuánto dais por esta piedra? Esta es la piedra de
la lujuria, infinidad de a:Imas rengo sumergidas en el infierno por
esta
piedra". m resto de los demonios snbast,ba. Después, sacó
otta piedra "¿Qué dais por esta piedra:? Esta es 1a piedra de la so­
be,,bia, tened en cnenta que en el infierno hay vírgenes pero no
hay humildes, por lo tanto esta piedra de la sobe incak:ulable". Pujaban los demonio,;, y después de sacar una serie
de
,piedras, de repente dijo: "¡ay!, ahora aquí tengo una piedra,
pero ésta no 1a saco a subasta. Esta es la piedra con •la que más
aimas he metido en el infierno, no hay nadie en el infierno que
no esté
por ella". Y entonces !os· demás diablos pujaban y decían:
"¡sácala
,a precio! ¿qué piedra es esa? ¡dfnoolo! ¡comunícanos tu
secreto! ". No os comunico nada, decía él. "Pero, ¿qué piedra es
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LA SOLEDAD DE /ESUS
esa?, le replicaban. ¡Ah!, dijo él, esta es Ia ¡piedra del desaliento.
El desaliento. No se trata de empezar a trabajar -,por la paciencia
salvaréis vuestras almas--, se trata de-ser constante.
Ahora bien, ayer escuchaba ai Padre Gonzá,lez Quev,edo unas
palabras en una charlita que tuvimos aquí y · me contaba una pe­
queña controversia habida entre Frar Luis de Granada y Juan de
Avila.
El tema era: en virtud de qué había amado Francisco de Asís
la
pobreza. Fray Luis de Granada decía: ¡ah!, Fraocisco de Asís
amó la pobreza pon¡ue al ver sus valores, a:! sentirse desprendido
de
todo por ella, .. eía que aquello, desasido de todo lo terreno, se
levantaba a la contemplación mística de Jesús a quien tanto amaba.
Y Juan de Avlla le dijo: no, no;
Francisco de Asís contemplaba la
sacratísima humanidad de Jesús -de la que nos hablaba ayer el
proJiesor Canals en su preciosa conferencia, con palabras de Santa
Teresa-y contemplando a Jesús pobre, viendo a Jesús pobre, él
9acaba fuerzas y amor para vivir la pobreza.
Pues 'bien, para no desalentarnos, nosotros vamos a contemplar
aqu(, en esta taroe, en 'la clausura, a Jesús solo, la soledad del Cora­
zón de Jesús. Pon¡ue es p los que quieran vivir piado9ailente según Cristo, han de padecer
persecución. Y si nosotros estamos determinados a sacar una acción
Constructiva, una acción eficaz, una acción pacífica, una acción que
tiene que nacer de la contemplación, -pon¡ue si no e9a acción es
infecunda, no es una acción unida al Verbo, y sin MI nada podéis
hacer-, si nos determinamos a esta unidad con Jesús, con el Verbo
para aetuar, inmediatamente vamos a padecer persecución, y en esa
persecución irernns quedando ,poco a poco aislados, solos. Y aquí
entran en juego el desdiento 'y ese pesimismo que nos acaba de
decir magníficamente Enrique Zuleta al tetminar su conferencia,
porque no tenemos derecho a ser pesimistas
ni a dejarnos desalen­
tar. Pero las fuerzas las sacamos contemplándole a 'El.
La soledad del Corazón de Jesús. Idlo contemplando, y no ahora,
sino cada día de nuestra vida durante un buen espacio de tiempo.
Que nuestra contemplici6n no sea de televis'ión sino de teledivina­
visión y podamos contemplar 'rodos los dfas el Corazón de Jesós,
núestro modelo.
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ABELARDO DE ARMAS
Sokdades del Omizón de Jesús. Vamos a empezar por la soledad
en Belén.
Vino a loo suyos y loo suyos oo le recibieron. La soledad
de Jesús, nacido,
dice San Ignacio, en suma pobreza. Es impresio­
nante que en [a noohe de Belén el Esperado, el Mesías, el Ansiado,
aquél por el que clamó Isaías: "destilad, cielos, el rocío de lo alto,
lluevan
las nubes al Justo, ábrase la tierra y germine ail Salvador",
venga a
la tierra y nazca en una soledad total y absoluta en pre­
sencia del corazón de
1a Santísima Virgen y del corazón de San
José, a los cuailes Dios beneficiaba inmensamente con esta pobreza
en que nacía el Verbo, potqu.e los preparaba así para pooet los ojos
y el corazón
solamente en aquel niño que nacía, y oo poder po­
nerlo en ninguna otra criatura Pero empieza a nacer en soledad
y a formar en la madre un corazón solitario. ¿Qué mujer habrá
habido en el mundo que haya dado a luz sin
tener nadie que la
asista,
y que después de dar a 'luz no haya venido alguien, otras
mujeres, a ayudarla, a felicitarla
por el niño que ha tenido?
La soledad de Jesús y de la Virgen. Soledad del Corazón de
Jesús con su propia madte. Para formar. el Corazón de la Virgen
en soledad a
loo doce años Jesús . abandona a su madre por ttes
días, quedándose
en Jerusalén al finalizar la fiesta de la Pascua.
En . estos ·ttes días, nos dicen ll.lguoos comentaristas del Evangelio,
la
Santísima Virgen ha sufrido más que en la Pasión, porque en
la Pasión tenía la presencia del Hijo, por lo menos el consuelo
de estar junto a
EL En estos tres días ignoroba dónde estaba Jesús.
Pero
fa Virgen sabía que aquel niño era Dios y la Virgen clamaba,
y
en estos ttes días oraba y 5"bía que vivo o muerto la escuchaba,
¿cómo no respondía el Hijo
de sus entrañas, el Hijo de Dios, el
todo bien, y toda bondad? Por eso cnando lo eocuentra le pregun­
ta:
"pero, Hijo, ¿cómo lo has hecho :así con nosotros? ¡Mira que
ru
padre y yo, angustiados, te estábamos bu=ndo! " Y Jesús les
dice: "¿Por qué
me buscabais? ¿No sabíais que yo había de estar
en las cosas de mJ Padre?" Ellos no entendieron nada de lo que
les había dic!ho. Jesús preparaba a la Santísima Virgen para vivir
su ooledad. Fue el primer desgarrón fortísimo he zón de la Virgen, potque el Corazón de la Virgen tenía que co­
rredJmirnos con un corazón solitario. Y ll.l hacer este desganón,
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LA SOLEDAD DE JESUS
que ni siquiera la madre en prinap10 comprendió, la llevaba de
pobreza espirirual, en el cual escalón se bahía quedado la Virgen
el día de [a Purificación al entegrar al hijo al Padtle de los Cielos
y ofrendarlo ya en el templo, a pobre>a actrud de quedarse sin
Jesús, y ,entender, ponderando estas cosas en su corazón, que lle­
garía
un día en que el Hijo de sus entrañas la dejaría en una sole­
dad total y absoluta. Mayor soledad para la Virgen después de la
Ascensión que la espada que taladra su corazón al pie de la Cruz.
Es un milagro que la Santísima Virgen continúe en la tierra sin la
presencia de su Hijo. Todos [os autores y todos los místicos nos
ponen después
de la .Ascensión de Jesús consuelos para seguir man­
teniendo a
la Virgen mediante contactOs con Ella en la tierra para
que
Ella pudiera seguir alentando, y dando [uz a la Iglesia, en me­
dio
de un pruro, que ése sí que bacía sangrar lágrimas de dcJlor,
much!simo más que las lágrimas de soledad al dar a luz a Jesús en
Belén.
Ha preparado así a la Virgen para vivir en soledad, lleván­
dola a la pobreza
actual.
A estas soledades nos tiene que llevar Jesús, mis queridos ami­
gos, y si no, no es que no seamos santos,. es que no podemoo ·ser
ni cristianos. Por tres veces anuncia Jesús la Pasión en el Evangelio,
en
el capítulo IX de San Lucas dos veces y en el X una tercera
vez. De estas tres veces, dos añade el Esplritu Santo cuando les
dice:
"Mirad que subimos a Jerusalén, donde el Hijo del Hombre
va · a ser escarnecido, va a caer en manos de los doctores, va a ser
azotado, va a ser abofeteado, va a ser crucificado, pero al tercer
día resucitará", añade: "y ellos no entendían nada de Jo que les
había dicho"
y añade más el Esplritu. Santo, "y era éste un lengna­
je
encubierto para ellos" y no querían pensar en aquello y les i..
dicho: "mirad que subirnos a Jerusalen", no mirad que subo, sino
que subirnos. Y
estas palabras nos repite Jesús a nos no subo, subimos. Si tú quieres santificarte y quieres virvir en ais~
tiano tiell.es que subir conmigo a ila Cruz. Esto nos cuesta trabajo,
no 1o entendemos. Con razón el Espíritu Santo dice que era un
lenguaje enigmático, nó lo comprendieron, no oomprendemos que
tenemos que sufrir, mis queridos amigos, que si realmente noso­
tros queremos ser útiles ,a la gloria de Dios, salvar a la Iglesia en
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ABELARDO DE ARMAS
estos momentos, salvar a · España, nuestra querida patria, no pode­
mos ir por caminos distintos que por los que fue el .Maestro. Y nos
elige a
cada uno de nosotros porque estrunos aquí, porque, como ha
didho el Padre Gonzáiez Quevedo hace uo rato ,eo el furo, no so­
mos pueblo menudo los que estamos aquí asistiendo, sino pueblo
selecto. Dios nos tieoe que llevar a
fa santidad !' "° tieoe otro
camino para llevamos a ella
que ése, su propia soledad.
Soledad del Corazón de Jesús con Ios suyos. Sus familiares, nos
dice
San Marcos, que veoían a buscarle en cuanto salió a la vida
pública
y querían llevárselo porque dedan que estaba como fuera
de sí, como loco.
Soledad
de'! Corazón de Jesús en Nazaret, su pueblo. Ya había
dioho El que ningún profeta Jo es en su ·patria. Peto llegó a Na­
zaret y los nazarenos quisieron precipitarlo por un barranco. Jan
Dobraczynsky
en ese libro "Cai,as de Nicodemo" describe a Je­
sús; El, nos dice el Evangelio, pasando por el medio se retiraba y
alejándose del pueblo - ciudad a 1o aejos, se sentó en el suelo, comeru:aron a convulsionarse
sus hombros, agachó la cabeza -Jesús ,estaba llorando--. Vino a
los
su!yos y los suyos no le recibieron, !os de N a7Jlret, los íntimos,
con los que
había estado treinta años de su vida, y a los que ama­
ba, porque
cl desgarrón de la soledad de Jesús es que cada uno de
los que le produce soledad,
es amado por EL
· Soledad de Jesús con las masas: no lo entendieron. Tuvo que
decirles: "vosotros me buscáis porque os
he dado de comer"; Pero
en cuanto
se quedó solo y empezó a pregonar él Sermón de la Eu­
caristía, "dura doctrina es ésta", le dejaron solo, "1:ambién vosotras
me dejaréis solo". Las masas le llevaban multitudes de enfermos,
peto solamente una vez leemos en el Evangelio, y también era un
enfermo, le llevaron .pecadores que era lo que había venido a bus­
"""· Las masas eotend1an como nosotros una salvación de lo tem­
poral, en •lugar de una salvación de abundancia de vida divina
en el
alma. Soledad del CoMzón de Jesús ante las masas.
Soledad del
Comzón de Jesm con los te61ogos de la época. No
nos extrañemos ahora cuando nos hacen sufrir ciertas teorías, "vo­
sotros escudriñáis las Escrituras y no me habéis 00<10cido", Soledad
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LA SOLEDAD DE JESUS
del Corazón de Jesús con los fariseos, que debieron de haberle re­
cibido enrre aplausos y vítores, y los ruvo que llamar "raza de ví­
boras,
sepul llos fariseos y los ruvo que hacer rostro, decirles abiertamente lo
que hacían porque
ponían cargas que ,ellos no eran capaces de so­
portar, aunque dijese al pueblo en cuanto a ellos: "haced lo que os
dicen, aunque no hagáis lo
que ellos hacen".
Soledad del
Cora.z6n de Jesús con los más íntimos. A Pedro
le ruvo que decir "aparta de
Mí Satanás", porque Pedro no había
entendido el dolor de
la Cruz y le quería separar de que subiese a
Jerusalén.
En la noche de la Cena todavía les tendrá que decir:
"tanto tiempo Con vosotros, Felipe, y aún no me habéis conocido".
Soledad del Corazón de Jesús en Gerasa. Fue preferido a dos
mil cerdos después de hacer 'la curación del endemoniado, tras
haber sepultado en una piara de doo mi:! cerdos a una multitud de
demonios
-"nuestro nombre es legión"--. Vinieron después aque­
llos ciudadanos griegos del territorio de la Decápalls para decirle
"márchate de aquí, creemos que eres un gran bombre, pero nos
has infringido un gran daño".
Sdledad del Corazón de Jesús.
Los íntimos en el momento de
la agonía
en Getsemaní se quedaron dormidos. Poco después nos
dice
el Evangelio: "entonces sus discípulos, abandonándole todos,
huyeron". Soledades del Corazón de
Jesús. En la Cruz. No tenemos pala­
bras para expresar el misterio de h soledad de Jesús. Maldito el
que cuelga de'! madero, quedó abandonado, aun del Padre de los
Cielos: "Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has abandonado?". No
podemos llegar a oomprender este misterio, y así es como Jesús
ha realizado nuestra salvación. Y después de fa Cruz, nos dice San
Juan de Avila que,
si repitió: . "todo se ha aa>Jbado", dice Juan de
Avila todo se ha acabado ,en cuanto a:I padecimiento que no en
cuanto a1 amor, porque nos sigue amando.
Soledad del Corazón de Jesús que mantiene hoy. Hoy hay tam•
bién H~odes. Jesús ante Herodes, ¡qué soledad tuvo el Corazón, de
Jesús! Ante Herodes Jesús callaba, no dijo ni una sola palabra.
Habló con Pilatos, habló wn Caifás, con Anás; Con Herodes el
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ABELARDO DE ARMAS
lujurioso, el que vivía con la mu¡jer de su herma,¡o, ante Herodes,
Jesús callaba. ¿Qué sentirá el Corazón de Jesús hoy, cuando una de
las peHculas de más taquillaje ·lleva por nombre Eonnanuelle, su
propio nombre, Emmanuelle, que significa Dios con nosotros, co­
mo si el Dios del mundo actual fuera la carne? La sdledad del Co­
razón de Je9ÚS, y Ollla.
Soledad del Corazón de Jesós con la injusticia de Pilatos, que
seis veces. -seis veces dice que es inocente y lo entregó.
Y nosotros hoy, ¿no dejamos solo al Corazón de Jesós? porque
sigue
prolongando el amor, que no ya el padecimiento, pero se ha
quedado
en la Eu=istía, memorial de su Pasión. Está en los Sa­
grarios, ¿Cuánto tiempo acompañamos nosotros a J es6s diariamente
ante un S•grario? Vemos que Olda vez nos quejamos de que algunas
disposiciones en algunas Iglesias han
arrinconado los Sagrarios y
los han puesto a un 1ado, pero nosotros con fos Sagrarios que te­
nemos a nuestro alcance, ¿qué hacemos? ¿a.comipañamos a Jesús en
la Eucaristía?
Me escribía una religiosa·
Carmelita, priora de ·un convento di­
ciéndó!Ile: "Abelardo, llevo recibidos dos sobres con hostias con­
sagradas dentro, En las mismas hostias escritas palabras blasfemas,
y me dicen: no lo dudes, esrán consagradas, ¿Por qué me mandan
a
mí estas Hosrias, porque me llamo Adoración del Santísimo Sa­
cramento? Esr.ba yo en una casa religiosa ·hace unos aiíos, y había
en aquella
casa religiosa, donde estuve pasando unos días de verano,
unos Sacerdotes detenidos, y comentando con ellos, uno de aque­
llos Sacerdotes vascos dij'o que en una discusión en u.na parro­
quia de la 20na en que él estaba, discutieron un párroco y un coad­
jutor sobre h. presencia real de Jesús en 1a 1Eucaristía, se acalora­
ron y al ifinal el coadjutor se fue a la mpilla, abrió el Sagrario,
cogió
e'! copón y tiró las formas por la taza del water. Fui hace
años a pasar el día a un pueblo que no tenia sacerdote y entré en
la Iglesia. Nos fuimos a busca. a otro Párroco de un pueblo cerOl­
no, aquí en Madrid, -4pt1edo decir el nombre,--nos fuimos a
Manzanares el Real para buSOlr a!l Párroco y que nos celebrase Misa
en
Boolo. Cuando el Párroco en la Misa abrió el Sa!l"ario, las for­
mas estaban corrompidas, no había corporales debajo del Copón,
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LA SOLEDAD DE JESUS
sino unos papeles de periódicos amarillentos. ¡Cuánta soledad sufrió
Jesús
en aquel Sagrario!
Soledad del Corazón de Jesús en nosotros mismos. Somos de
sus predilectos, de sus íntimos, DOS anis. y le tenemos durante el
día como
,en el olvido. Nuestra propia alma se ha convertido para
El en un hospedaje en que es ei gran ausente. 'lfay tantas cosas que
nos preocupan
y no DOS pceocu!pa el Coramn de Jesús.
Mis quetidos amigos, ¿qué ha.ternos nosotros al finalizar este
encuentro?
¿No tendretnOS que tomar como emblema del encuentro,
el
reformar mi vida para que mi acción en adelante pueda set fe­
cunda, pueda ser pacífica, amorosa, constructiva, armó.n.ica, no dia-
1.éctica? .Miradle a EL Juan Pablo II nos ha didbo a los jóvenes, en
una de sus tres audiencias que ha ten.ido para loo jóvenes: "Buscad
a Jesús, amad a Jesús, dad testimonio de Jesús'".
Vayamos a ,la Santísima Virgen, acompañémosla en la soledad,
amvirtamos nuestra vida en una sonrisa para la Virgen. Af Padre
Bidagor 'le oí un día esra anécd<>tlL ¡ Qué duda cabe que cuando
María se encontraba destrozada
con Jesús, entre sus brazos muetto,
y se a<:etcaron Nicodemo y José de Arirnarea para decirle: Señora,
aquí tenemos un sepulcro nuevo donde poder enterrarle, Ella mira­
ría
agradecida! Era una preocupación para la Virgen dónde depo­
sitar
a su Hijo, porque el Talmud ¡prescribía que los ,ajusticiados
tenían que ser sepultadoo en la fosa común, tendría que ir allí a la
fosa, donde estaban ya los cadáveres de malhechores anteriormente
ejecutados. Aquello
era un drama para la Santísima Virgen, pero
también el Talmud prescribía que se le podría enterrar en un se­
pulcro sin estrenar. Cuando José de Arimatea ofreció cl sepulcro y
dijo:
Señom, aquí tengo un sepulcro nuevo, si queréis podemos de­
positarlo ahí, ¡qué duda cabe que de entre cl dolor de la Virgen
arrancaría una sonrisa,
miraría agradecida! Hoy hay que ofrecerse
a la Virgen y decirle: Madre, mira, soy un sepukro, de mí no se
puede esperar .nada más que oorrupción, pero si mis miserias sir­
ven de algo a la misericordia infinita de Jesús ponlo dentro de mí,
por lo menos que aquí descanse, que encuentre un Jugar de refu­
gio. "Busqué quién me consolase y no lo hallé, quise encontrar con­
solador,
no. lo hubo." ¿No hahr& aqul unas almas para ofrecerse a ser
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ABELARJ)O DE ARMAS
consoladoras del Corazón de Jesús? Nos va a ·tratar duro si nos
ofrecemos, nos va escoger por equilibradores de su dolor, .y nos
ya a hacer sufrir terril,lemente como está haciendo sufrir a tantas
almas en España y en el mundo, pero no hay otro camino para
hacer la salvación. El nos escogerá as~ tiene que hacernos seme­
jantes a El, es 11a única forma_ de santifücarnos.
Y o he visto a uno de mis muchachos morir ron un cáncer de
vejiga, y este chico ofreció su enfermedad. La descubrió antes que
sus propios padres.
Sus padres se la ocu'ltaban. Cuando al final le
fueron a manifestar ya decididamente a través de mí que tenia un
cáncer, no hizo falta porque
lo sabía mu ofrecido
todo. Y cnando ya no podía ni siqui""a resistir la anestesia,
pues no se la podían poner porque le provocaba la asfixia, aquel
muchacho con el
cna:l su padre me dejaba a solas para que pu­
diéramos hablar íntimamente, me decía: "Abelardo, quisieria amar,
quisiera ofrecer esto, peto no puedo, qniero •hacer oración, no puedo.
Mi padre me lee algunas rosas, pero no las 01pto, yo quisier,
hacer
rugo úril, pero no puedo nada, no puedo n.da". Yo veía
ahí a un Cristo vivo, cla'Vado en 'la Cruz, en su lamento del tengo
sed,
amando sin sentimiento, pero haciendo el amor más pum que
se puede hacer, que es el de morir !por los demás, y decía: "real­
mente Señor, cuando
escoges a un alma para identificarla contigo,
¡cómo la haces sufriir! ". Y a nosotros Jesús nos escoge, para inva­
dirnos. también con un cáncer, pero no es un cáncer con ,el que
pretenda
aniqulfarnos, sino un cáncer con el que pretende trans­
formarnos
en m y una vez que se haya hecho esa transformación
en Jesucristo, entonces nosotros estamos salvando al mundo, enton­
ces es cuando estamos .rea'lmente siendo eficaces en nuestra acción.
Una anécdota posiciva, Se dice que cuando Jesús tnorla en la
Cruz, Dios. Padre y Satanás estaban jugándose la Redención del mundo
en
un ta-Mero de 1'jedrez. Dios Padre dejaba a Satanás manejar el
ta1,lero de la historia f le dijo: "juega, tienes ,el tablero a ru dis­
posición,
rpon las ~ichas donde quieras" y Satanás iba colocando
aquí
un peón, aquí se servía de la ignomimia humana, de los
celos, de 'fas · envidio.s, de los rencores, de la carne,. y poco a poco
iba preparando el jaque. Cuando ya colocó a Jesús en la Cruz,
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LA SOLEDAD DE JESUS
cuando ya estaban aquellos que meneaban la cabeza para decir: "bá·
jate de la Cruz", cuando Jesús estaba aparentemente contemplando
el triunfo más aplastante, que era ver· el triunfo de sus enemigos
en la soledad tota1 y absoluta, entonoes colocando las piezas sobre
el
tablero, Satanás miraba a los ojos de Dios y Dios le decía: ¿no
cambias?,
y él dijo: Ya 110, mate. Y dijo Dios Padre, ¿seguro?, mate
-replicó él-¿De verdad? -vdlvió a preguntar, puedes rodavía
corregir tu jugada, y Satanás, viendo todo tan perfectamente pla­
nificado respondió:
no, definitivamente mate. Entonces Dios Padre
volteó el tablero y por debajo se estaba jugando otra partida en la
que
cada una de las piezas que el demonio. había ido colocando, •ha·
bía dado lugar precisamente al acogotamieoto suyo final. Se hacía
la Redención de los hombres clawndo a Cristo en la Cruz, como
había hecho Satanás,
y era él el que quedaba hundido para siempre
en la eternidad.
La única manera de hacer salvación de •loo hombres es dejarle
a Jesús que nos
invada como un cán<:er. Si el grano de trigo no cae
en la tierra, se pudre y muere, no da fruto y esto lo tiene que hacer
con nosotros. ¿Seremos capaces de ofreoernos a esto? Pero ,es que
saoarás fuerzas para no desalentarte cuando escribas carras y las
cartas no se puMiquen, cuando mrbaj es como ha dicho Federico, este
mejicano, dieciséis años pacientemente hasta obtener un triunfo y
no desalennarte, porque cuentas de antemano con. que un cristiano
no ha. venido a la cierra ni para canrar -victorias, ni para llorar de­
rro•as, ha veoido para dejarse hacer. El abandono, dice San Agus­
tín, es el frum del amor. Así como un manzano no puede da.r peras
y el
frum del manzano es la manzana, el amor no puede dar otro
fruto que el ooandono y el alma que rerumente ama se abandona,
y se deja hacer y deshacer por Jesús. Pues con esm termino, mejor,
con aquello
que nos decía el año pasado un Santo Obispo, don José
María
García Laltlguera, cuando noo puso en contemplación la
soledad de Belén
y allí, nos dijo, hay un juego de miradas. La Vir­
gen
mira a Jesús y a la Virgen San Jooé, ra los dos ,mira Jesús y se
sonríen los
tres. Esta es la sdledad de nuestra vida, tener los ojos
clavados
en la Virgen, clavados en Jesús, identificamos con El,
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4JJELARJJO DE ARMAS
de dos corazones
· haoer un latir
y morir condgo
morir contigo
para ea ti vivir.
lis una ooledad que fortalece, es una soledad oonsoladora, es
una soledad que llena de alientos, ante !a cw,J. no tiene el desa­
liento entrada, es la soledad de compartir la Cruz con Jesús y poder
decir
ron San Pai>lo: "con Cristo esroy clavado en fa. Cruz y vivo
yo, más ya no yo, es Cristo quien vive en mí". Pues terminemos
con esas palabras ron que Juan Pablo II comienza o termina sus
intervenciones ¡Alabado sea Jesucristo!
JUAN VALLET DE GOYTISOLO
QUlE SOM\OS Y CUAL ES
NUlESltlRA T AlRlEA
l. Qué somos:
l. Por nuestra fe.~2. Por nuestra específica
labor de «caridad política> .-3. Por nuestras
convicciones naturales ..
JI. Cuál es nuestra tarea:
a) Formaci6n de una• élites.
b) Acción cultural.
22 págs. 28 ptas .
.
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