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Sentido marxista y sentido cristiano de la historia

SENTIDO MARXISTA Y SENTIDO CRISTIANO DE LA HISTORIA
PO:R
RAOUL PIGNA'l' (Suiza).
La concepción marxista de la historia es materialista. Según
ella.. en

el encadenamiento irresistible de los acontecimientos,
la .producción de bienes materiales engendraría, sin cesar, modos
nuevos de civilización que modelarían "hombres nuevos~'. Al
rechazar la ,permanencia de una naturaleza humana, esencial
en la diversidad aunque accidental en tiempos y lugares, los
teóricos del marxismo hacen de los procesos económicos 1a in­
fraestructura que modela los seres humanos y, por consiguiente,
construye la historia.
Esta última toma también la apariencia
de un determinismo fatal,
implacable, irresistible. La libertad
del h0Il1lbre consistiría entonces solamente en insertarse, volun­
tariamente, en
esta evolución material para acelerarla.
El ideal de esta "revolución permanente", según palabras de
Trotsky, está muy bien descrito en
El MMzismo-Lemnismo
de J ean Ousset, al que les remitimos a ustedes.
Sin embargo se plantea una
pregunta: Cuando
se estudia la
historia del movimiento comunista ~ el mundo, ¿ se observa que
los famosos procesos económicos fatales, irresistibles -de los
que las voluntades humanas no serían
más que el c.atalizador
o

el acelerador-, constituyen la trama de esta ,historia, el motor
de la
evolución, su factor esencial, determinante? Pregunta que
también se
puede formular de

otra
forma :
¿ Qlué ¡parte corresponde en ella a la libre iniciativa, a la
voluntad de los líderes del movimiento comunista
y cuál al de­
terminismo económico descrito por los teóricos?
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RAOUL PIGNAT
l. LA FE LENINISTA.
Veamos lo que dice Carlos Marx. En el prefacio de su
Crítica
de la econom,ía política (*) encontramos la definición que
mejor-
resume la concepción materialista de la _historia:
"-El modo de producción de los medios materiales de exis­
tencia_ -escribe-- determina en general los aspectos sociales,
políticos e intelectuales de la vida. No es la conciencia de los seres humanos la que determina su existencia, sino, inversa­
mente, es su existencia social la que determina su consciencia.
Cuando la sociedad ha llegado á nn cierto estado de desarrollo,
sus fuerza,s productivas llegan

a oponerse al ·estado de cosas
existente en materia de relaciones sociales para la producción;
digamos, si se prefiere una expresión jurídica de la misma rea­
lidad, que llegan a oponerse a las relaciones de la propiedad en el seno de las cuales se
ha,bía movido
hasta entonces. Estas
relaciones de
propiedad que

eran inicialmente formas de des­
arrollo de las fuerzas de producción se convierten en un freno
de éstas. Entonces comienza un periodo de revoluciones so­
ciales. Sus.· fundamentos

económicos cambian; toda .la inmensa
superestructura es transformada más o menos rápidamente (1).
(*). Págs. 11-13 de la edición inglesa,
(1)
Para precisar más

y
elinúnar un mal entendido que se había
desarro1lado
en ciertos círculos marxistas acerca de la contemplación
materialista
de la historia, he aquí lo que Engels explicaba. a J ean Bloch
en
una carta

del 21
de septiembre de 1890 :
«Conforme a la concepción materialis~a de la historia, el elemento
determinante de una historia

es finalmente la
producción y
la reproducción
en la vida real_ Ni Marx
ni _yo mismo hemos jamás afirmado otra cosa,
ni nada
más ... Hacemo,s. nuestra p,ropia historia,·
pero la
primera_ cosa· (J_ue
hay

que
notar es

que la
hacernos-en el cuadro
de hipótesis muy definidas.
Entre éstas

las condiciones·
económicas son,
en
definitiva, las
condicíones
decisivas. Pero las condiciones
-Políticas, etc ... ,_ y hasfa las tr.;d.iciones que
ocupan los espíritus tienen también su
papel a jugar. aunque no se trate de
un
papel decisivo.'.. La

historia
_se .crea de tal maner:,a qtie el resultado final
nace siempre de conflictqs de un
gran número de voluntades individuales,
siendo cada una de esas mismas voluntades el resultado de una
multitud
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SENTIDO 1'áARXIST A Y SENTIDO CRJSTIANO
Lo que distingue el marxismo de las otras teorías sociales
es la deducción sacada
por Marx y Engels de su predominio
en la historia: «Las Condiciones económicas son, en definitiva,
las condiciones decisivas», nos ha dicho Engels. «El modo de
producción de los medios materiales de existencia determinan, en general, los a$p€.ci:os sociales, políticos, intelectuales de la
vida»,
ha dicho Marx.
No presentan, pues, esta deducción como una hipótesis. Para
ellos es la evidencia. Es la guia de su acción y de lo que pro­
ponen

a sus discípulos.
El artículo fundamental del
Manifiesto del partido comwwis­
ta, que Engels llamaba: «nuestra profesión de fo» (2), se ex­
presa asi.:
"El proletariado se servirá de su supremacía política para
arrancar
poco a poro todo el capital a la burguesía, para cen­
tralizar todos los instrumentos de ,producción entre las manos
del Estado, es decir, del proletariado organizado en clase domi­
nadora,
y para aumentar lo más rápidamente posible la canti­
dad de fuerzas productivas" (3). Estos textos hacen que
com1prendamos qué quieren decir
los marxistas cuando hablan del "carácter inevitable del
comu­
nismo".

Creen que la "media colectiva" o
la "resultante común"
de las voluntades de los proletarios
y de los camg:,esinos deter­
minará
a éstos· aceptar voluntariamente
una sociedad
comunista
basada en la abolición de la "propiedad privada de los medios
de producción". "Resultante común", "media colectiva", engendradas·
a su
vez por
el "modo de producción" material, tal como Marx y
Engels nos han dicho.
de condiciones particulares de vida... Pero-aunque las voluntades indi­
viduales ... no desemboquen en lo
que- quieren, sino que

se vean
ahogadas
en

una media colectiva, en una resultante común, no
por eso
es p.reciso
concluir que su valor sea igual a
cero. Por el contrario,

cada una con­
tribuye al resultado y por este hecho está incluida
al resulta.do mismo,.
(1Corresponden-cia
entre

Marx y Engels, edición inglesa, págs. 475-476).
(2) Carta. confidencial a Marx de noviembre de 1867.
(3)
Manifiesto del Partido Comunista? Ed. du Progres, _pág. 60.
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No podemos dudar de la adhesión de estos dos hombres a
su "profesión de fe", Su confianza en· la evolución espontánea
de la sociedad bajo la irresistible presión del hecho social era
tal que en 1870 decidieron disolver la primera internacional,
fundada seis años antes,
pues.to que,

según Engels, lejos de
acelerar el proceso ,revolucionario lo frenaba.
Lenin no terúa
tales ilusiones.
El aparato revolucionario es­
bozado por Marx y Engels servía a sus designios. Sus teorías
constituían una base ideológica que no se debía descuidar.
Pero veía demasiado bien qué locura era referirse· solamente
a los fenórríenoS es¡xmtáneos .
. "La historia de cada país lo enseña -afirmaba-. La clase
obrera abandonada a su propia fuerza no puede llegar a otra
cosa mág, que a: tener una buená Conciencia sindicil, es decir,
a la convicción de que los obreros deben unirse en sindicatos,
luchar contra los patronos, pedir al Gobierno tal o tal ley necesa­
ria para los trabájadores, etc. La toma de conciencia revolucio­
naria o socialista no puede venir más que de la clase burguesa,
de los intelectuales, de los fundidores del socialismo científico.
Marx
y Engels · eran intelectuales burgueses».
Lenin

se dio
cuenta de
que la revolución no tenía posibili­
dades de triunfar más -que si se preparaba meticulosamente como
una

·operación militar, que si se
eñ.cuadraba por tUI cuerpo de
conspiradores revolucionarios, capaces de sacar partido de todas
las potencias de la naturaleza humana, lo mismo de la valentía
que de la cobardía, de la concupiscencia
qn.ie del ascetismo, de
la

avaricia que
de la generosidad, de los celos que de la soli­
daridad fraternal; de tal manera que todo llevara agua al mo­
lino revolucionario .
. Este cuerpo elegido fue el partido bolchevique.
El éxito de la revolución de octubre y la consolidación del
poder de los soviets se explican
por el

genio de Lenin tanto
como estratega que como táctico. En esta materia era incompa­
rable. Por el contrario, sus sucesores a·· los cuales les alcanza el
mérito de haber continuado su obra. son pigmeos. Si fue el
genio de Lenin el qne
hizo posible
la revolución rusa, fue tam-
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SENTIDO JWARXIST A Y SENTIDO CRISTIANO
bién el leninismo el que aseguró el triunfo de la revolución china
y la de Cuba. Los
disciwtlos no

han hecho más que aplicar la
táctica del maestro, con la
posibilidad de

adaptación a las cir­
cunstancias que le caracterizaban. Pero,
por destructivo
que haya sido
el leninismo en toda
las
partes en

que prevaleció, hay que poner en su activo, al
menos, un resultado positivo: La práctica del leninismo es la
demostración irrefutable de la bancarrota de la concepción ma­
terialista de la historia tal como fue expuesta por Marx y
Engels. Veamos algunos
ejern¡plos:
La

muy oficial
Historia del
partido
comwmsta de
la
Untión
Soviética nos enseña (4) que bajo el imperio del Zar el capita­
lismo y
la estructura rural estaban muy atrasadas.
Este punto es discutible en lo que se refiere al desarrollo
industrial y a la economía general rusa a
principios del

siglo.
la revista
Est-Ouest ha

dado cifras interesantes, de las que
algunas
emanan del

partido comunista poco después de la
re­
volución

(5).
De cualquier forma que 'fuera, eran posibles varias fórmulas,
desde la simple distribución de las tierras, hasta formas de
propiedad colectiva que oscilaban de un capitalismo
popular a
soluciones

de
tipo corporativo o cooperativo.
Un prudente empirismo habría dictado soluciones prácticas.
Y no se excluye que la doctrina
sociál de

la iglesia hubiera apor­
tado luces a los hombres políticos
si hubieran tratado lealmente
de utilizar la "fuerza del prolétariado", de conformidad con los
fines que las famosas "cündiciones sociales" la determinaban
a seguir:
De
hecho, si excluimos el breve interregno de la Nueva Po­
lítica

Económica,
juzgada indispensable
por
el Gobierno, a fin . 1 de ealmar a los campesinos, si exf=Iuimos el período aún más
breve del "mando de los trabajafores", inmediatamente des-
1
(4) Págs. 5--6.
(5) 16 a 29 de febrero de 1968. -86 Roulevard Haussmann, París, 8.
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R.AOUL PIGNAT
pués de la revolución constatamos que toda la historia del reg1-
men soviético es la puesta en vigor de lo que Lenin describe
como: "La disciplina más brutal del ejército de los obreros para
asegurar la seguridad de nuestro ¡xi.is, de nuestra república" (6).
En la industria, se hiw rápidamente ¡xi.tente al proletariado
que el socialismo no tenía nada de común con la aspiración de
los trabajadores a la propiedad y al control de los medios de
producción, sino que en la práctica significaba no solamente
la substitución de los numerosos capitalistas que competían en
tiempos de los zares por un solo capitalista -el Estado sovié­
tiro-, sino también la liquidación del sindicalismo li:bre.
Esta decepción, este engaño a las pretendidas leyes del ma­
terialismo histórico engendraban la rebelión.
La primera tentativa contra el totalitarismo comunista fue
el amotinamiento de los marinos de Kronstadt a los gritos de:
"¡ Soviets, sin comunistas!" Rápidamente fue ahogada con la
sangre de los proletarios.
Y se. asistió a la puesta en marcha de un aparato terrorista.
La autoridad absoluta de los dirigentes del ¡x,.rtido era re­
forzada: por sindicatos de dirección comunista, considerados
como simples
,correas de
transmisión,
y por una policía secreta.
La servidumbre rusa anterior parecía un paraíso terrenal
cc;,mparada con la suerte del trabajador soviético. Y todavía luS
proletarios

de la industria salieron
hien librados
en compara­
ción con
el pd'Oletariado agrícola.
Fuere lo que fuere, a la luz de las teorías marxistas, según
las cuales un estado social determina la consciencia del hombre,
se esperaba poder constatar que el régimen soviético confirmara
y expresase las aspiraciones del proletariado vencedor y de sus
aliados los campesinos.
Se esperaba el encontrar en Rusia Soviética, más que en
ninguna otra parte, un ejemplo clásico de la determfoación de la
can.ciencia por las condiciones social,es.
Esta tesis marxista la habría confirmado la revolución de oc-
(6) Conferencia a los activistas del Partido 17-X-1921.
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SENTIDO MAR)GSTA Y SENTIDO CRJSTIANO
tubre si la Unión Soviética hubiera adoptado una política esen­
cialmente distributiva.
¿ No era acaso la aspiración de los trabajadores luchar contra
la manumisión capitalista y obtener la mejor distribución de la
propiedad?
¿ La aspiración de los campesinos no era un cam­
pesinado nuevamente "liberado"·? En efecto, para imponerse á
la voluntad del régimen rural, el régimen no encontró otra al­
ternativa que

el recurso en gran escala al genocidio.
Un genocidio del que las declaraciones de Stalin a Winston
Churchill
hace entrever

su brutalidad : Declara que el precio de
la sangre vertida para coléctivizar Ucrania fue más pesado que
el de la última guerra. Et clima_ de terrorismo necesario para
hacer posible la "inevitable" evolución social de la Rusia So­
viética llegó a ser intolerable hasta en
las· esferas
dirigentes
del partido,
Hace ya varios años que el secretario general ha reconocido
públicamente este hecho.
Jacques Ploncand d'Assac en Limin y

la
técwica del
golpe
estado, estudio

publicado en la revista
Permane111Ces (7), muestra
que la toma del poder por los coniunistas, en Octubre, no era
producto del gran número y no correspondía a lo que esperaban
los

revolucionarios
qué ha:bían derribado

al Zar. Y sin embargo
se trata de hacemos cieer que· en e8a época la conciencia ·de lOS
trabajadores y de los campesinos reVolucionarios eStaba estre­
chamente
e~res'ada, si
no
definida, por su "existencia:
social"
bajo el antiguo régimen. Pero, por grande que sea el esfuerzo
de imaginaéión que se haga, no se puede afinnar · qU.e la Rusia
de hoy día sea un reflejo dé la conciencia del pueblo ruso, o qu·e
el .progreso de la revolución esté determinado por el modo do­
minante de la producción, sea antes, sea después de
1917.
Como hemos visto, la implantación del marxismó se realizó
por el terror. y es -difícil .poder demostrar que la primera etapa
de la revolución ieflejara la consciencia y las aspiraciortéS dé fa
mayoría del ¡,ueblo ruso.
(7) En venta en CLC 49, rue cÍeS Retlaudes, 7s, Parí~,· 17.
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RAOUL PIGNAT
Pero ¡ cuál no es el embarazo de los marxistas que buscan
dar una interpretación ma.terialista de la sociedad soviética
cnando quieren explicar lo que ¡,asó en Rusia desde 1921 !
Esta
segimda etapa de la revolución se e,q>lica solamente
por
la ideología de los bolcheviques y por la firme convicción de
los que,
como Stalin, han luchado ferozmente para imponer su
teoría, a no importa qué :precio y contra no importe -qué_ oposi­
ción. Ni la efusión de sangre, ni la persistencia .del terrorismo
más sangriento
de la historia les
ha hecho dar marcha atrás.
El
triunfo del marxismo en Rusia demuestra hasta la sa­
ciedad la
primacia de la fe en las determinaciones de la soC1e­
dad humana.
Hablamos

de
"fe" en un sentido muy general, no de la
adhesión del espíritu, del corazón y de la voluntad a la verdad revelada por
n;os, e20presada en los dogmas y tal como lo
entiende la Iglesia católica.
Hablarnos de una creencia que dirige los actos, anima las
voluntades, galvaniza los esfuerzos
y permite los cambios más
inesperados en las naciones y el universo. Creencia, '1fe" -en
sentido general-que

en el caso del marxismo lleva solamente
a una visión general del hombre y del mundo, como dice
Lieu­
Cha-Tchi, acerca de una concepción y del mnndo de la inte­
ligencia humana y del sentido de la vida. Creencia, "fe", que
en el caso del marxismo tiene horror a todo dogma que pudiera
expresar
una verdad
a cualquier bien o a algo bello que tuviera
un valor trascendente, intemporal. Pero al
fin se trata de una creencia, de una "fe" que no
deja de tener una potencia extraordinaria. Piénsese
lo que

se piense de la
fe de los bolcheviques, es
imposible comp<"ender algo

de
la Rusia Soviética, si no es bajo
la perspectiva de esta fe. De ahí el fracaso político de una
ma­
yoría

de demócratas occidentales que
persisten con
su inter­
pretación
;puramente económica,

política, social, de la política
de la U.
R S. S.
En realidad, la Rusia Soviética es la concreción de la fe
mesiánica del marxismo revolucionario.
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SENTIDO· MARXISTA Y SENTIDO CRISTIANO
Son los ateos los que han demostrado en occidente -<:ris­
tiano

de nombre- el poder de la "fe" en el desarrollo de la
sociedad- humana.
¡
Qué paradoja!
Si se
nos objeta que el
bolchevismo no representa más que
el triunfo de
la crueldad bestial inhumana, de la que la historia
nos ofrece tantos ejemplos, si se nos objeta que este terro­
dsmo sangriento no deriva del marxismo, subrayaremos esto:
Uno de los ¡,rimeros en denunciar la brutalidad de Dzerdzinski
y de la Checa -brutalidad que, finalmente, consolidó el régi­
men- fue Bukarin.
Y este mismo Bukarin fue justamente denunciado por Lenin
por su falta de fidelidad al marxismo.
Curiosa concordancia.
Y ¿ cómo ex¡plicar por la sola .crueldad espontánea la fría
eliminación de los cuadros del partido
por Stalin,
los asesinatos,
las deportaciones en masa hacia Siberia de militantes
revol11r
cionarios de la primera hora?
En tanto las víctimas eran los enemigos del bolchevismo se
comprende que algunos se alegraran.
Pero el sistema de las "purgas" repetidas, metódicas, no
se comprende sino bajó esta perspectiva leninista: Suscitar
contradicciones internas en el partido
para mantener
en él
el
tono revolucionario. ¿No es ésta la rigurosa aplicación de la
ideología que observamos hoy
en China?
Es ridículo, pues, presentar el régimen soviético como con­
secuencia

"inevitable"
de las aspiraciones obreras y campesinas
del pueblo ruso.
No es la instauración del comunismo lo que era inevitable
-ni lo es en 1968---.
Lo inevitable fueron las consecuencias: Desde que los rusos
aceptaron
--0 sufrieron- el golpe de estado bolchevique era
normal que los nuevos señores empujasen la fe que les había
alimentado hasta sus consecuencias extremas.
Era inevitable que no hicieran marcha atrás ante nada, era
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RAOUL PIGNAT
inevitable que procedieran, antes o después, a la proletarización
de Rusia.
Lo que lo revolución de octubre hizo inevitable fue
la ti­
ranía totalitaria que eclipsa, en crueldad,
todo lo que hasta en­
tonces. se había cometido por la humanidad.
Lo inevitable no está en el desarrollo de un proceso econó­
mico socíal.
Lo .inevitable son las consecuencias trágicas del
empleo voluntario. por hombres animados en su espíritu por una
profunda convicción, de la mentalidad. marxista leninista para
la cual la acción, la eficacia pura, la explotación de los fermen­
tos de lucha, la prosecución exclusiva del éxito revolucionario,
al tomar en ellos el lugar de decálogo, de la ley natural y de
la moral cristiana.
Tocamos
aquí el

fondo del problema.
Si no hubo determinismo económico en la revolución bolche­
vique,.
¿ cómo explicarse el éxito?
Simplemente porque en 1917 hacía tiempo que la cristiandad
había dejado de ser una fuerza social en el imperio de los zares.
El .pue?lo ruso, tan profundamente religioso, se volvía entonces
hacia Occidente.
Pero éste, desde hacía dos siglos, se estaba descristianizando.
José de Maistre, hablando de la influencia del filosofismo
y
de los escritores franceses en la CoI'te de Rusia, lo hacía ya
notar:
«La primera lección que el pueblo (ruso) asimiló en el nuevo
idioma fue la de la
blasfemia».
Si Lenín, si · 1a revolución bolchevique ha triunfado, ha sido
oponiendo una fe nueva a la fe católica, una fe invertida cuyas
consecuencias
nos es.pantan más

que nunca.
En 1917 Nüestra Señora misma, vino a Fátima a adver-
timos:
·20
«Si no os convertís, Rusia exparcirá sus errores en el mundo.»
Sus
errores contra

la Verdad.
Una «fe» contra la Fe.
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SENTIDO MAR)aST A Y SENTIDO CRJSTIANO
11, FE Y SENTIDO CRISTIANO DE LA HISTORIA,
El comunismo soviético en el mundo moderno nos da prueba
de que, en la revolución social, el factor determinante no es ni
la situación geográfica, ni el crecimiento demográfico, ni el des­
arrollo del poder de prodncción, ni la importancia de la técnica,
aunque estos factores tengan su im¡portancia, aunque sea en un
plano secundario.
Lo que ¡mporta esencialmente no es el lugar donde viven los
hombres, no lo es su número, ni la técnica que tienen a su disposi­
ción, cualquiera que sea el papel de estas circunstancias mate­
riales.
Es la fe en la que vive el hombre la que determina su
manera de
,rivir y no ésta última la que determina su fe.
La realidad so,riética aporta un mentís clamoroso a las afir­
maciones

de Marx
y Engels.
La realidad soviética ilustra --en Vacío, por lo negativo-­
lo que el desarrollo de los pueblos nos enseña: La historia de
la civilización no es más que la historia del impacto producido
por la religión sobre la sociedad humana.
Es muy de lamentar que en nuestra época de prejuicios ma­
terialistas sea ésta la única verdad que el hombre moderno
prefiere ignorar.
Prejuicio lamentable: Mientras nuestros contemporáneos de­
jen de lado ese hecho dominante en la historia humana, la ci­
vilización estará amenazada. Mientras que
el comunismo no sea
reconocido
como una fuerza

ideológica, intelectual, animada por
una
«fe». En tanto no se comprenda que la única defensa de
la ci,rilización -llamada occideotal- se halla en una renovación .
de

la fe, eo
tanto que
no se
qponga la
doctrina de la Verdad a
la ideología marxista, la revolución continuará destruyendo, ero­
sionando, dando la vuelta a todo lo qne queda del mundo libre. No nos podemos extrañar.
Sin embargo, ¿ qué ha hecho Occidente desde hace varios
siglos?
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RAOUL PIGNAT
Es interesante analizar la ill1,!)0rtancia que la Reforma ha
tenido a este respecto:
-por

una
parte, sus
consecuencias sociales
y ,políticas ma­
nifiestan

el carácter dominante del factor religioso en la historia;
-por

otra
parte, la

Reforma
¿ acaso no ha preparado, desde
hace largo
tiempo; una

mentalidad sobre la
anal la efe» mar­
xista
iba a agarrarse y de la que sacaría conclusiones trágicas
insospechadas?
La influencia de la reforma ha sido muy bien descrita por
un dominico irlandés, el Rv. Padre Tomás Burke, al hablar de
su país
y de Escocia:
"Tenemos a nuestro alean.ce --escribe-en este grupo anti­
guo de

islas verdes que surgen del Atlántico oriental, un reino,
no tan viejo como Irlanda pero que perdura varios siglos des­
pués. de que la nación irlandesa pareciera destruida. Se trata
del reino de Escocia." Irlandeses
y escoceses eran de la misma raza celta, tenían
casi la misma lengua. Unos y otros tenían sus estirpes de reyes,
su_ magnífica nacionalidad, su historia brillante ,por sus virtudes.
Tuvieron santos entre sus reyes. La gloriosa estirpe de los mo­
narcas escoseses era coronada en el antiguo palacio de Holy,rood
por
los

heroicos jefes de clanes.
¿ Qué representa hoy Escocia, que tan potente fue por su len-
gua, su

situación, su nacionalidad, su religión?
"Es una nación destruida. Una provincia de Gran Bretaña.
"Las tradiciones escocesas parecen abolidas C?'f110 nacionales.
"Los m,uros medio taídos del castiHo en que fueron corona-
dos los reyes de su
país es
el único objeto de
oontemplación
que

le queda al moderno
pueblo escocés.
"¿ Cómo explicar este cambio?
"Cuando se planteó solemnemente
la cuestión a Irlanda y
Escocia: "¿ Consentís en morir?" Escocia renunció a la fe ca­
tólica
y murió. Irlanda se agarró a esta fe y rechazó morir.
Escocia renunció a lo sobrenahlral a fin de guardar lo natural.
Irlanda sacrificó lo natural, sus propiedades, sus riquezas, su
prosperidad. Renunció a todo para conservar esta fe que ha
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SENTIDO MARXISTA. Y SENTIDO CRISTIANO
guardado hace ·más de mil años. Yo afirmo que todo el secreto
de la nacionalidad irlandesa reside eu
esta vida
y estos prin­
cipios sobrenaturales" (8).
No es un suizo, sino un escocés, Hamish Fraser, quien cita
este texto. Lo comenta así en la obra Fatal Ster ("Estrella
Fatal"):
(9)
"La reforma en Escocia fue completa: Su fin era la abolición
definitiva de todo vestigio de tradición católica. Casi
todos los
monasterios,
abadías, iglesias

fueron destruidos con
el f!IÍSmo
patrón .de la revolución española en el siglo xx. El resultado
fue el
triurifo integral del calvinismo. Un cambio característico
siguió de ello: El
aspecto monótono, poco emotivo, flemático
de un pueblo que hasta la reforma había estado asociado a la
corte de Francia e influenciado por ella hasta el
punto de beber
el vino galo ( ... )". En Inglaterra, continúa Fraser, donde la reforma empezó
por iniciativa del rey, "defensor de la
fe,,, el

cambio fue mucho
más hábil.
Las iglesias no fueron destruidas,
el servicio religioso evo­
lucionó progresivamente, por etapas, guardando tantas caracte­ rísticas católicas que no parecía menos papista que
el de Roma
a los ojos de los escoceses. Así se destruyó
el sentido de la
iglesia.
Hamish Fraser ve en esta transfonnación religiosa el ori­
gen de una mutación del carácter inglés : la tendencia a tran­
sigir, la primacía
de la forma sobre el fondo, la importancia del
conformisimo social encerrado en la expresión : "esto no se hace",
deriva a sus ojos del estado de espíritu que resultó de
la im­
plantación
gradual de

la Reforma eu las costumbres anterior­
mente católicas.
Esta influencia de la religión, de la "fe" es expresada por el
escritor austriaco Erik von Knehnelt-Leddihn:
(8) Rv. P. Tomás Burke O. P. The SupernaturGJl life of the lrisli
People (La vida. sobrenatural del pueblo irlandés citada en el libro de
Hamish Fraser, Fatal Star.
(9) Obra citada, pág. 85.
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RAOUL PIGNAT
"La religión -,escribe---es quizá el más fuerte de todos los
elementos exteriores qu~ modela los caracteres de los individuos
y de los grupos ( ... ). Indica un destino y un medio. Es, pues,
evidente

que religiones diferentes implican maneras de vivir di­
ferentes. No debemos jamás
subestimar los

efectos de otros fac­
tores: geografía, clima, biología, alimentación, historia, sociolo­
gía. Sin embargo, los grandes cambios que provienen de la
conversión de grupos numerosos no pueden dejamos indiferen­
tes. Modelos de conducta totalmente nuevos surgen en poco tiem­
po. Para convencemos de la importancia del factor religioso
basta con que
comparemos los
habitantes de las islas católicas
y a los de las islas protestantes en las Hébridas ;
comparar las
ciudades de una y otra confesión en Alemania Central, en Hun­
gría, en los Países Bajos, en Lituania, en Suiza. Una línea. in­
visible separa la cultura de esas comunidades aunque roblen la
misma lengua y obedezcan a las mismas leyes ( ... ).
"La influencia del factor religioso se extiende también a
la economía; la riqueza de los protestantes franceses, sin pa­
rangón con su importancia numérica, lo demuestra suficiente­
mente. Max Weber, Troeltsch, Tawney, Fanfani, Krauss, mucho
han escrito sobre este tema."
* * *
En lo que respecta en la evolución de la fe protestante a la
fe comunista
escuchemos al

marxista Dietzgen :
"Es cbn la reforma -dice-cuando el hombre comenzó
una nueva experiencia terrena, la salvación '.P()T el trabajo sin
renunciar a sus teorías sobre el cielo" (10)-.
Esta observación es muy profunda. En el Antigno Testa­
mento
el signo de predestinación es el éxito temporal : Des­
cendencia nwnerosa, posesión de tierras, de rebaños, de habi­
taciones y de vestidos, consideración pública del hombre que p,la-
(10) PhilosoP,hical Essays (Ensayos Filosóficos) por José Dietzgen,
pág. 91. Citado en Fatal Sta,r, pág. 84.
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SENTIDO MARXISTA Y SENTIDO CRISTIANO
tica con los sabios a las puertas de la ciudad. Esta idea, conser­
vada en el judaísmo, es vuelta a tomar por los protestantes.
Está en el origen de las
teorías modernas

sobre la eficacia ma­
terial. Max Weber lo muestra muy bien en su libro
Ethique pro­
testante

du
capitalisme (11).
No se puede olvidar especialmente el papel de los Cuáque­
ros en la construcción del capitalismo americano. De ahí la con­
j;t.11IIción de las teorías sobre el cielo, de las-. que cada uno se
hace intérprete en el libre examen con la mentalidad social de
un
pragmatismo de

la riqueza
y de la producción.
Esta nueva ética de la reforma no va a dejar de tener in­
fluencia en la vida de los pueblos, en su comportamiento, en su
concepción de la moral y de la civilización.
La
"fe" marxista no dejará nunca de empujar hacia este
estado de cosas hasta sus últimas consecuencias. Desembarazada
de las teorías sobre el cielo declaradas_ inútiles, simples aliena­
ciones derivadas de los cerebros humanos, el marxismo hará
de los valores d_e acción, de éxito, de eficacia, los criterios únicos.
La revolución religiosa del siglo xv,, la revolución capita­
lista de los siglos XVIII y xrx prepararán a la revolución mar­
xista el terreno ¡para su desarrollo. No se trata de afirmar que
todos los líderes cap~talistas tengan espíritu marxista. Y aún
menos que los protestantes sean en general favorables al co­
munismo.
Lo que pensamos es que la "fe" protestante ha modificado
profundamente los antiguos países cristianos
y ¡,,reparado, a
través
del mundo, un estado de espíritu al cual se
ha agarrado
la "fe" marxista de la que hemos hablado.
La ruptura de la Cristiandad en el momento de la Reforma,
la distorsión entre la creencia privada
y los principios que di­
rigen la vida
prú,blica han alterado el sentido cristiano de la
política y, por
tanto, de

la historia.
Los
es¡píritus clarividentes

lo habían percibido, desde hace
(11) Plan, París.
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R:AOUL PIGNAT
ya un siglo, los peligros que la sociedad de entonces encerraba, y de
los que
vemos hoy su estallido en cadena. He aquí lo que
anunciaba Luís V euillot .en. 1862: " ... Cuando por una parte el socialismo haya destruido ( ... )
los ejércitos con la guerra civil, la propiedad con la confisca­
ción, la familia por la ética socialista y por la legislación. Cuan­do,
por otra
parte, el
despotismo de
Moscú haya aumentado y
se haya afirmado como se puede prever, entonces el despotismo
absorberá al socialismo, y éste último se encarnará en la per­
sona del Zar. Estas dos terri-bles invenciones del Maligno se
completarán mutuamente. El socialismo, que no
posee ni Dios
ni

Patria,
dará al Zar los instrumentos más despiadados des­
pués
de haberle suministrado sus aliados más útiles... Los dos
han declarado la guerra a la Iglesia de Jesucristo.
Dueños del
mundo, impondrán al mundo un yugo que pesará sobre las al­
mas como sobre los cuerpos... Los socialistas ayudarán al Zar
a abolir la conciencia, que es la libertad. ( ... ) Así se castigará
el
orgullo de

la civilización filosófica. Así esos titanes de
la
razón y de la ciencia humana gemirán bajo el yugo del hombre,
habiendo intentado sacudirse el de Dios."
Su yerno, el gran hombre
político Donoso

Cortés, había
predicho doce años antes en un discurso en el Parlamento es­
pañol (12):
" ... cuando en la Europa no haya ejércitos permanentes, ha­
biendo sido disueltos por la revolución; cuando en la Europa no
haya patriotismo, habiéndose extinguido por las revoluciones so­
cialistas; cuando en el oriente de Europa se haya verificado
la gran _confederación de los pueblos eslavones; cuando en el
Occidente no haya más que dos grandes e'jércitos, el ejército
de los despojados y el ejército de los despojadores, entonces,
señores, sonará en el reloj de los tiempos la hora de la Rusia;
entonces la Rusia
podrá pasearse tranquila, arma al brazo, por
nuestra Patria; entonces, señores, presenciará el mundo
el más
grande castigo de que haya memoria en
la Historia; ese cas~
(12) 30 de enero de 1850; cfr. en VERBO, núm. 11, págs_ 61 y sigs.
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LA HISTORIA, EDUCADORA DEL SENTIDO CRISTIANO
ligo tremendo será, señores, el castigo de la Inglaterra. De
nada le servirán sus naves contra el Imperio colosal que con
un brazo cogerá la Europa y con el otro cogerá la India; de
nada le servirán sus naves: ese
Imperio colosal
caerá postrado,
hecho pedazos, y
sµ lúgubre estertor y su p,enetrante quejido
resonará en los polos".
El gran movimiento anunciado por V euillot y Donoso Cortés
ha partido ciertamente de Rusia. Pero ha encontrado en los
jefes comunistas los promotores de una revolución mucho más
radical y de un alcance universal.
Separación de la razón
y de la creencia, del dogma y de la
moral, de las instituciones civiles y de la doctrina cristiana que
hasta ahí las animaba, separación de las naciones y de la autoridad
pontificia, también descrita, ayer, por Pierre Virion, estas ro­
turas de la nueva
"fe" han
llevad-o a la revuelta del hombre con­
tra la naturaleza y contra Dios.
Los hombres han organizado esta revolución con todos los
recursos de sus técnicas y sobre todo de su inteligencia, de !:iU
voluntad, cualesquiera que sean las circunstancias económicas,,
favorables o no.
S.í, el factor religioso, amado o combatido, es el factor más
determinante de la historia.
O los hombres
trnba j
arán
para cumplir la

voluntad de Dios
en la sociedad, a pesar del
pecado pero

con el socorro de la
gracia: Y las consecuencias benéficas de su Fe, tarde o tem­
prano, no dejarán de hacerse sentir sobre la vida de las socie­dades
y de las Ilaciones.
O los hombres aleándose contra El se convertirán en los
agentes de su propia ruina. Podrán por la propaganda mante­
ner las muchedumbres subyugadas o aplastadas. Podrán
obte­
ner éxitos de fuerza o de· realizaciones materiales.
Pero lo que hace la grandeza del hombre y su diguidad de
hijo de Dios perecerá por un tiempo que aún se ignora.
En el sentido cristiano de la historia
,podemos descontar
al­
gunos progresos verdaderos. En el sentido anticristiano que
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Fundaci\363n Speiro

RAOUL PIGNAT
algunos quieren imprimir a la historia, marchamos hacia una
nueva barbarie. Y ya hemos entrado en ella. Es urgente el oponer la totalidad de la fe católica al totalita­
rismo marxista; de lo contrario, ¿ cuántos siglos, quizá, nos harán
falta ¡,ara salir de esta esclavitud? Si sohrevivimos, entonces el
simple colegial
coffiprenderá que
la ilusión "progresista", más
que la concepción materialista de la historia, de la que deriva,
llo tiene

sentido. El menor colegial,
al colocar la Fe en el
oentro de la historia, se dará cuenta de que resta de lo que per­
manece
ccnno un

enigma para los profesionales romos, ence­
rrados en ese "determinismo
económico" desde el cual son to­
talmente incapaces de observar la realización.
Si sobrevivimos, la tesis de
Marx y el "sentido marxista de
la historia" pa_recerán
tan ridículos como la herejía arriana lo
es en nuestros días.
Pero si sobrevivimos, será porque el hombre habrá encon­
trado la
experiencia real
en una Fe viva, la
.Fe de
una Iglesia
capaz al mismo
tiempo de "vencer al

mundo"
y de luchar
"contra los ataques siempre renovados de
la utopía malsana de
la revolución y de la impiedad" (13).
(13) San Pío X, N otre charge apostolique.
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