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El Padre Pío

EL PADRE, PIO
POR
JuÁN CARLOS GoYENECHE (*).
A través del Cable, por medio de urn.r noticia seca y escueta,
nos hemos
enterado de
la muerte dél Padre
Pfo de Pietrelcina.
Nuestros diarios, tan generosos habituahnente para cualquier
noticia trivial o escandálo&l, ·se limitaron,.esta vez a unas coitas
crónicas

de
cornprorriiso~
Sin enibargo, acababa· dé morir un horribre· eXtraordiriarió, qui­
zás el hombre más extraordinario, en el sentido estricto de!' tér­
mino,
que haya vivido· en nuestro
tiein.¡iQi.
Hacia él se dirigiérOrí duran.te más· de cincúenfa años· tas mi­
radas de angustia o d"e esperanza,· los anhelos de peñeétión, las
ansias de salud corporal, la necesidad ·de.conSuelo o de consejo,
de miles
y miles de hombres y mujeres que habitaban en los puri­
tO's
más

distarites de la
tierra. Y él tio d~fraudó a iúngunó qi.te.
se le acercara ron la interidOn f)uI'á. ·
' Fue duro 'cori el empedernido y con el reéalcitrante: dulce con
el
angustiadó, ariiinosó cdn d déhíl,,·exigeilte Y ~'difícil'' ·para é1
que buscaba progresar

en
el amor de Dios. Alguna vez exéla'
mó con cfolor: "Casi todos vienen para que ies· alivie lá Cruz;
SOn ·muy pocO,s_· los que. se ~e -~cerdui ·para que ·1es enseñe a· lle­
varla".
El enseñaba

a
llevar la
Cruz,
porque· fenfa la Crúz en

su
cuerpo; aconsejaba la !"enuncia, porque

había
retittnciado a tod'rr;
predicaba la pobreza, porque había elegido ser pobre; señalaba
ta· ínortifiéaéióh y'la aceptación 'del' doldr como él''renlediÜ;-Pnr-
(*) Nuestro· querido amigo Juan Carlos· Goyeneche 'ha publicado en
la Revista Universitas, de Bu~os:,A,.ires1 año II (1968); -nµIl1,: 7, ·el_eriio,.,
tivo -artículo sobre el;:P-a~~e: Pío, que ten~s e.1 gu;sto de reprad~r }\9uí.
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JUAN CARLOS GOYENECHE
que había presentado las palmas de sus manos y las plantas de
sus pies y había descubierto su costado para recibir los dardos
inflamados del amor incomprensible.
"Jesús -escribió
al poco tiempo de recibir los estigma,,___. que
nada, ni la vida., ni la muerte, me · separe de Ti; Si me uno a tus
sufrimientos a todo lo Já:t'go de mi vida con infinito amor, me será
dado morir contigo en el Calvario y subir contigo a la Gloria.
Si te sigo en la tortura
y en la persecución me harás digno de
amarte un día cara a cara en el cielo y· cantar eternainente tus
alabanzas en acción de gracias por tu inc.omparable Pasión".
La aceptación en la propia Cruz del dolor de los otros .es,
desde

el
punto de vista ~obrenatural, el grado más alto en el arte
de sufrir.
La conformidad durante toda una existencia con la
agonía de la Cruz, es el grado más alto en el arte de vivir. El
vivir
traspasado porJos clavos

y la laoza de la Pasión de Cristo,
es el grado
más alto

en el arte de morir.
En este sufrir, vivir y morir ejemplares nos deja el Padre
Pío su mejor legado, mayor que sus poderes taumatúrgicos.
La
bilocación,

la d_iscreción de espíritu, la
"hierognOsis" (conoci­
miento instintivo de lo sagrado), las curaciones milagrosas, la
lectura de las conciencias, el COnocimiento a distancia, püdrán ser
el cimiento espectacular de su prestigio, el atrac~ivo misterioso
de, su
persoll.?-, a través del cual muchas veces los hombres, esti­
mulados
·pq,r lo

maravilloso, despertaron de la atrofia a sus ojos
interiores.
Pero aunque nosotros nos.
indinemos con

reverencia ante
todas. esas señales de. elección,

preferimos eo el Padre Pío
al
hombre de Dios que trasciende de sus palabras, dichas al oído a
trav~s de
la rejilla del confesonario, o escritas con mano torpe
que apenas podía retener· la pluma, en sus cartas de dirección
espiritual.
¡ Cuánta sabiduría han escuchado aquellos que tuvieron la for­
tuna de eocontrarse de rodillas ante él
!
A un teólogo que le consulta, le dice: "En los libros se busca
a Dios; en
la oráción se lo encue'ntra_·,,
A

alguieo que
lé habla

de
los altibajos
de la vida interior,
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EL PADRE PIO
le contesta: "Si Jesús se manifiesta debes agradecérselo; si se
oculta, agradecérselo también. Todo es un juego de amor." A quien el sufrimiento le
hace vacilar eri la fe, le responde:
"El más sublime acto ·de fe es el que sube a nuestros labios en
la noche, en
la inmolación, en el dolor, en el esfuerzo inflexible
hacia el bien."
A un intelectual le hace esta reflexión: "Las cosas humanas
necesitan ser conocidas para ser amadas; las divinas necesitan ser
amadas para ser conócidas."
A quien padece angustia, le razona:
"Lo importante es ca­
minar con sencillez ante
él Señor. No pidas _cuenta a Dios, ni le
digas jamás: ¿ por qué?, aunque te haga pásar por el desierto.
Una sola cosa es necesaria: estar cerca de Jesús. Si nos cita en
la noche no rehusemos las tinieblas."
A otro que se, halla en parecida situación: "Po[' muy altas
· que

sean las olas, el Señor es más alto. ¡Espera!...
la calma
volverá.''
Y a aquel que le pide consejo para amar mejor, le advierte:
"Ese .amor que pides está crucificado; no se_ lo encuentra sino.
en la Cruz."
Una dirigida espiritual que le escribe pidiéndole qué debe ha­
cer par~ orar bien; recibe esta respuesta : ''El don de la oración
está

en manos del Salvador. Cuanto más te vacíes de ti mismo,.
es decir, de tu amor
propio y de toda atadura carnal, entrando.
en
la
santa humildad,

más lo comunicará Dios a tu
coi-azón."
Un pecador que le dice: "¡ Padre, he pecado tanto!", le es­
cucha esta contestación:· 11Hijo mío,-le has costado muy caro a
Dios, para que te abandone."
Y a uno que afloja el ánimo en el camino de la perfección, le
argumenta: ."El amor-no se esconde sino para fomentar el amor.·
_T esús no pide imposibles. Dile: ¿ quiéres que te ame más? Dame
más amor y te ofreceré más amor."
* * *
Para todos tuvo la palabra exacta. Sólo el qne ha cruzado los
i:H
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JlJAN CARLOS GOYENECHE
desiertos áridos sabe guiar en el desierto. Sólo quien ha sufri­
do
el. abandono sabe en la soledad dar compañía ; el que ha vi­
vido la Cruz como él la vivió es el que -sabe transmitir ~a doc­
trina del dolor que lleva hasta las cumbres del amor de Dios.
Los prodigios

que se cuentan del Padre Pío no son más
que los signos sensibles, no son más que el hwno de la hoguera
de amor que Jo consumía. Siguiendo el
consejo de, San

Pablo llevó sobre sí la
carga de
los otros. "¿ Cómo puedo olvidarte -le escribe a una hija espiri­
tual- a ti, que me has costado tan duros s~rificios y a quien
he engendrado para Dios entre agudos dolores ?" Y a un pecador
que.Je llega

de muy lejos, le dice: "Yo te rescaté con el precio
de mi sang.re;"
El amor a los pobres y a los enfermos le -lleva a crear esa
maravilla
de la. caridad qne es la Casa "Sollievo della Sofferen­
za" (Alivio
del ·Sufrimiento), • impulsado por este pensamiento
rector: "En todo pobre está Jesús agonizante; en todo enfermo
está Jesús.sufriente; en todo enfermo pobre está Jesús dos veces
presente.''.
* * *
Este fraile humilde, sin rango ni jerarquía alguna dentro de
su orden, que apenas se movió de tm monasterio al pie· del ··Món,­
te Nero en ·el Gárgano, que pasó su vida en el cumplimiento
fiel de
la.. ri,gla de su orden. capuchina y sufrió durante ·períod0S
de su vida incompref\&ón, persecuciones y ,calu_mnias, atrajo, sin
embargo, hacia sí, además de· la piedad de millones de almas, la
veneración de los pontífices. Pío XII· le ,envió en varias ocasio­
nes palabras, de estímulo y alient-0; . y el hoy Paulo VI, siendo
cardenal arzobispo. de_ Milán; -le escribió en 1960, · con ocasión
de Stí jubileo sa=dotal: .. '.' .... bendecimos a Dios por las gracias
inmensas que El os ha
conferido!.;,
Si quisiéramos hacerlo sería intenninable escoger una nó­
mina representativa entre' lo&· te6logos de renombre, cardena1es;
obispos, hon1bres de Estado, artistas, personalidades de toda ín­
dole,
sacerdotés y fieles de todo el

múnd0, que llegaban
en con-
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EL PADRE PIO
tinuas oleadas" hasta ese monasterio de Santa María de las Gra­
cias,

en
el sur
de Italia,
en-busca de alimento
espiritual, Sería
tarea inútil

hacer una estadística, porque la
curi'osidad inquisi­
tiva

de esta fria máquina de calcular moderna no penetra la in­
timidad de las almas.
El Padre Pío es un hombre "devorado"·, en toda la extensión
de la palabra, escribía hace años uno de sus múltiples biógrafos
con extraña premonición: -'-'El día que :no pueda bajar al confe­
. sonario ,-secreteto santo 9"e tantos misterios de amor -y miseri­
cordia- ese día se desgarrará de un tajo el velo que lo retiene, ..
y, víctima venturosa, caerá por fin en los brazos de su Dios."
Y as fue. En la noche del domingo 22 de septiembre de 1968
a

las dos
y media de la madrugada del lunes 23, horas después
de la concentración de decenas de miles de fieles
y devotos que
acudieron a San Giovanni Rotondo para conmemorar el cincuen­
tenario de la aparición de las llagas,
el Padre Pío, que a los
ochenta y un años continuaba confesando aún varias horas por
día, entregó su alma al Señor.
En ese día Dios se compadeció de él. "Compadécete de mí,
Señor, pues he clamado a Ti durante todo el día", parece que
le escucháramos decir con el salmista.
El clamó a Ti, Señor, durante todo el día de su vida; y Tú
le has escuchado.
Le has desclavado de la Cruz. De esa Cruz
que él asumió en su carue
y en su alma. Y le has llevado al des­
canso y al premio.
* * *
Todo tiempo, por oscuro que sea, tiene un faro de luz que lo
ilumina. En esta época terrible en que vivimos, en la que el odio
de los hombres estalló en dos guerras exterminadoras y, no cal­
mada su sed se prepara a una tercera y quizás definitiva, hace
más de ochenta años en Pietrelcina de Benevento, en un lugar
humilde,
como fue·humilde Asís, como sobre todo otro lugar fue
humilde y pobre Belem, nació un hombre que aceptó vivir cru­
cificado. En un período en el que la Iglesia se ve cercada de tri­
bulaciones y angustias por todas partes, en el que su tesoro tra-
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JUAN CARLOS GOYENECHE
dicional -las fuentes de su inteligencia y santidad-se halla
sometido a
todo género

de desprecios y calumnias, aun
por mu­
chos que presumen de ser fieles a su esencia, vivió un hombre
dándole al mundo una lección viva de lo que significa la oración
en
el dolor.
Peró ya ha muerto'. ·Sin embargo, San· Giovanni Rotondo no
quedará vacío, porque ahora hay allí una tumba iluminada que
atraerá más Voluntades

aún, en busca
de consuelo o fortaleza,
que ·1as ·que el hombre crucifiéado que en ella está encerrado
atrajera durante sil -vida.·
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