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Expansión demográfica y control de la natalidad

EXPANSION DEMOGRAFICA Y CONTROL DE
-LA NATALIDAD
POR
FRANc1sco Jos:4 FERNÁNDEz ~ r.A CrcoÑA.
La explosión demográfica es un hecho incuestionable. La Hu­
manidad que había crecido a razón. del 0,04 por 100 anual
de&­
de

la Era Cristiana lo hace ahora
en un
2
por 100
anual, llegando
en algunas naciones al 2,5 e incluso al 3 por 100. Miles y miles de años pasaron desde que apareció el hombre
sobre la tierra hasta el comienzo
·de la Era Cristiana. Entonces
la familia
human¡ pudo

considerarse compuesta
por 250
millones
de habitantes. Mil seiscientos años después
esa. cifra ·se había
duplica90.

Trescientos cincuenta
años más
y
se. ha
pasado ya
de:
los

3.000 millones de habitantes. Este
crecimiento de .la pobla­
ción, mu.ndial ciertamente !10-pasó inadvertido, y la fig?ra _agorera
de
aquel pastor
prntestante que

se llamó Malthus
plapteó una
ley
carg;,da de

amenazas: la población tiende a multiplicarse en pro­
gresión geométrica y
lo~ alimentos

solamente en progresión arit­
mética.
E! final -es .ento~es fácilmente previsible y, por tanto,
la explosió1:1 _demográfica

un mal que es preciso combatir a toda
costa.
¿ Cómo se había llegado a esta situación a comienzos del si­
glo
.x1x? (Malthus escribió su Ensayo sobre el princ;pio de la
población
en 1798.) El hombre había venido. reproduciéndose
prácticamente sin otras
limitaci<;mes que
las que
impon~a la
na­
turaleza y que
~i~tamente no

eran pocas.
La 'escasez de alimen­
tos provocaba una nupcialidad reducida.
Las guerras
y el
con&­
tante

estado de inseguridad mermaban considerablemente hom­
bres y haciendas. Y sobre todo el altísimo indice de mortalidad era un auténtico freno a la
expansión demográfica.
Se

conocían también desde antiguo atentados directos a la
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FRANCISCO JOSE FERNANDEZ DE LA CIGOFU
procreación, bien directamente contra la vida ya engendrada
-prácticas abortivas-, bien impidiendo la concepción misma o
buscando en prácticas viciosas -homosexualismo,
masturha­
ción, etc . .:.,_. -satisfacciones se:xuales.
Desde el pecado de""Onán que nos reh,ta la Sagrada Escri­
tura (1), aparecen testimonios de historiadores, médicos y mora­
listas 011 . este sentido. Polibio, Seranos, el rabino Meir, San
Jerónimo, Santo Tomás
•de Aquino,
Pierre
de. la
Palud (2), et­
cétera, nos dan cumplido testimonio de prácticas más o me­
no,s--usuales. Sin embargo; lo normal era el -Obrar conforme· a la
naturaleza, salvo en contados momentos
··-de civilizaciones dentes (3,).
Los
abundantes nombres latinos
de Octavius
· y
Decimus, que
claramente aludían al· octavo y -décimo hijo; nos muestran que
abundabán-las fainilias nUIÍJ.erosas. Y así se llegó, con esta lucha
entre
1a vida· y la muerte, en la que la primera triunfaba por esca­
so margen
-250 · millones de seres fue el aumento en dieciséis si­
glos- a· la primera explosión demográfica que tuvo lugar en
Europa a finales del siglo XVIII. Fueron sus causas la revolu­
ción industrial con sus enormes avances técnicos y económicos y
el progreso de la medicina, qtie hizo que· cayese en picado la: tasa
de mortalidad. De este modo, la población del mundo, que 011
1650 se calculaba en 545 millones; pasó a 728 millones en 1750,
1.171 millones
011 1800, 1.608 millones en 1900, 2:4-00 millones
en 1950 y hoy sobrepasa los· 3.000 millones de habitantes. En los
quince últimos años aumentó tanto como en los mil seiscientos
que van desde el primero de nuestra Era hasta el siglo XVII (4).
Esto, -deciamos al principio, es un hecho. Ante él, la civilización
materialista ha reaccionado
con una
doctrina que, recordando
al
profeta de desgradas que fue Malthus, se bautizó con el nombre
de neomalthusianismo. Aunque con una diferencia. El pastor pro-
(!) Cfr. Gen, 38, 6-10.
(2) Cfr. el magllífico libro de Martín Bruga'rola, S. J.: Sociol,ogía
y Teología dC ia -na,tdlidad. Edit. Studium. Madrid, 1967.
(3) Rom 2, 14 y 15.
( 4) Los datos están -tomados de la cita& obra de· M. Brugarola.
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EXPANSION Y CONTROL DE LLNATALIDAD
testante señalaba la continencia como el método. a seguir, Los
neomalthusianos es el .único -método que no . toman . en conside­
ración.
De este modo un extenso movimiento de planificación fami­
liar

se fue extendiendo. por los países
Il)ás avanzados técnica,
mente y sooce todo en el mundo anglosajón y en los países del
Norte de -Europa. Comenzaron a proliferar·clínicas y,.centros,in­
formativos, libros y publicaciones. Y el leit n110,tw .de todos sus
argumentos es
la. imposibilidad d.,J mundo. para alimentar " la
futura población,
Los efectos.

de
esra campaña no rardaron en

dejarse sentir,
y la tasa. de .natalidad decayó .. considerablemente, aunque no de
un modo constante
.. Si
comparamos datos de
195_0.con otros
de
1962 referentes a naciones de la .Europa occidental
(S), nos en-
contramos con que de siete países ·que ___ tenían-su-. tasa .. de ·!J-3.ta-
lidad por. encima del 2 por 100 en 1950, son solamente cinco.
Islandia, Portugal,
Irl¡mda, Esp,iña
y Holanda, los que
la man­
tienen en 1962, llegando a ser en Suecia del 1,4
por 100. Si te­
nemos . en cuenra que

el índice sueco
.en 1900 era. del. 2,7

vemos
que se ha
reducid<;> a la mitad,
Esta
calda del

índice
de. natalidad
que observamos en las
naciones desarrolladas, intenta exportarse a _los países e:q. vías de
desarrollo corno sclución a sus _problemas demográficos. ~ re­
ciente postura de McNamara ante el Banco Mundial. es U1]. paso
más

en el intento de imponer a los
paíse& en. vías

de
des.­
arrollo

una postura de decidida. actuación sobre la
naralidad.
Aunque

no deberíamos olvidar, que "el delegado ruso, en la
re­
lativamente reciente .reunión. de la Comisión _económiqi de las
Naciones Unidas para Asia y el Extremo Oriente, ha procla­
mado que "la clave del progreso no está en la limitación de la
población por medios artificiales de control de lós nacimientos,
sino en una rá.!)ida· victoria "Sobre el ·retraso económico de esos
países" ( 6).
(5) Cfr. s~ciologia y ... , pág. 137.
(6) Declaración colectiva
del Episcopado. estadounidense,

26-XI-59,
Ecc/esia, 27-II-1960, núm. 972, página 15.
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FRANCISCO. JOSE FERN;1NDEZ DE LA CIGONA
· Ante esta situación hemos de preguntarnos : ¿ La postura del
pesimismo neomalthusiano está justificada? Creemos poder afir­
mar, con muchos ilustres investigadores, que no (7).
Como el catedrático chileno Hübner afirma (8): "A la ex­
plotación, cada vez más productiva, de la tierra podemos añadir
hoy día las ilimitadas posibilidades alimenticias del océano y las
nuevas y fabulosas síntesis de valor alimenticio que está apor­
tando el progreso de la química." Y Colín Clark, en su reciente
libro
Popula;tion Gra,w ami Laml Use (9), estima que la tierra,
con sus actuales recursos técnicos, puede alimentar a una pobla­
ción de 47.()()Í) millones de personas -16 veces la actual- con un
nivel similar

al de los Estados Unidos, y a 150.000 millones
(SO
veces la actual) a un nivel semejante al· padrón asiático.
"El oscuro vaticinio de Roberto Malthus, tantas veces refuta­
do por los hechos,
ha gozado, sin embargo, de una aceptación
tácita
tan general como difusa, acaso más que por su simplismo
catastrófico porque es pretexto para el desencadeuamiento de los
egoísmos (10).
Estas perspectivas optimistas no pueden hacer olvidar que una
gran parte de la Humanidad está pasando hambre. Es un pro­ blema distinto. De mala distribución de la riqueza, de egoísmo
de los países capitalistas, de falta de cooperación a escala· inter­
nacional de dedicación de recursos a actividades bélicas.
Podríamos
hacer interminable

la lista de autores que com­
parten esta visión opiimista: J osué de Castro, Spilhous, Ferenczi,
Oppenheimer,
etc. Ni

el miedo a un mundo inhabitable, ni la
imposibilidad del desarrollo imponen, pues, el control de la na­
talidad. Este es, sin
em),argo, el

camino fácil y egoísta. No es
de extrañar que sea preconizado en estos m'?mentos poco partida-
(7) Cfr. Sociología y ... , págs. 252 y sigs., y El mito de la explosión
demográfica,
por Jorge I. Hübner Gallo. Eclit. Joaquín Almendros. Buenos
Aires, 1968,
págs. 16

y
<;igs.
(8) El mito ... , pág. 19.
(9) Citado por Hübner, op. cit., pág. 20.
(10) Fernández de !a Mora, Gonzalo:
Blanco de k>s buitres de Mal­
thus, "ABC", _19-X-1961, edición de la tarde.
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Fundaci\363n Speiro

EXPANSION Y CONTROL DE LA NATAUDAD
rios de sacrificios tan bien expresados en estas palabras de Pa­
blo VI : "En vez de aumentar el pan en la mesa de la humanidad
hmbrienta, como lo puede hacer hoy el desarrollo productivo,
p1ensan algunos en disminuir, con procedimientos contrarios a la
honradez, el número de comensales. Esto no es digno de la
ci­
vilización" (11).
¿ Cuál ha sido la postura de las Iglesias cristianas ante estas
tendencias neomalthusianas? Hasta
la conferencia de Lambeth de 1930 (12) la actitud de
las Iglesias cristianas
hab::a s · do
unánime frente a los sistemas
anticonceptivos. Esta unanimidad se rompió a partir de enton­
ces,
y hoy en día las iglesias salidas de la Reforma admiten estos
sistemas. Se mantuvieron, en cambio, decididamente opuestas la Iglesia católica y la ortodoxa. A partir de
1963 -estamos

en
pleno Concilio- comienzan a aparecer opiniones en el mundo
católico favorables a los medios anticonceptivos. El P. Schille­
beeck (13) fue uno de los pioneros que se lanzaron por este
camino, hasta esas fechas virgen para los teólogos católicos. Des­
de entonces, y pese a las reiteradas declaraciones de Pablo VI (14)
(11) Pablo VI, Radiomensaje de Navidad, 23-XII-63, Ecclesú1, 4-1-64,
pág. 5, núm. 1.173.
(12) Cfr. Socioiogía y ... , págs. 99 y sigs., 123 y sigs., 133, y sigs.,
140 y sigs., 149 y sigs. y 161 y sigs.
(13) Cfr. De Natwnwertt. in· Verbaind met de Katholie.ke Muweig
Ksopva.tttn,g (en "Saarboek der Katholieke Theologen". Hilversum, 1963,
5-15). Citado en
Sociologia y ... , pág. 497.
(14) Mensaje de Navidad de 1%3 (Ecclesia, 4-1-64, núm 1.173, ,pá­
gina 5). Discurso al Colegio Cardenalicio, ZJ-VI-64 (Ecclesia, 4-Vll-64,
núm. 1.199, pág. 9). Discurso a los miembros de la Comisiün nombrada
para

el
estucEo de los problemas de la natalidad: marzo de 1965 (Ecclesia,
1965, t. I, pág. 527). Discurso al O:,legio Cardenalicio, 24-VI-65 (Ecclesia,
1965, t. _II, pág. 973). Discurso a las Naciones Unidas, 4-X-65 (Ecclesia.,
1965, t. II, pág. 1.408). Discurso al Centro femenino italiano, 11-II-66
(Ecclesia, t. I, págs. 313-315) Discurso al Colegio Cardenalicio, 24-VI-66
( Ecclesia, 1966, t. II, pág. 961). Discurso al LII Congreso Nacional de
1a Sociedad italiana de Obstetricia y Ginecología el 29-X-66 (Ecclesia,
12-XI-66, núm. 1.316, pág. 6).
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FRANCISCO ]OSE FERNA.NDEZ DELA CIGOfvA
reafirmando la doctrina católica, no faltaron defens.ores de los
sistemas en cuestión.
Entre los que más se significaron en esta postura aperturi;:;ta
se

pueden citar a Monseñor Roberts, ex arzobispo de Bombay,
que en repetidas ocasiones defendió la licitud de vías hasta en­
tonces prohibidas,
y a Monseñor Reuss, obispo de Mayence (15).
En este estado de
cosas, el 25 de julio de 19:'S el Papa fir­
maba
la Encíclica
Humanae Vitae (16). Encíclica que iba a ser
el documento papal más discutido de los últimos tiempos. En
ella se confirmaba de modo
p!eno, "habiendo

examinado aten­
tamente la documentación que se nos presentó,
y después de ma­
dura reflexión
y de asiduas plegarias" (17), la doctrina tradicio­
nal de la Iglesia y concretamente "queda excluida toda acción que, o en previsión del acto conyugal, o en su realización, o en
el desarrollo de sus consecuencias naturales, se proponga, como
fin o como medio, hacer imposible la
prqcreación" (18).
La Encíclica H u1nana.e Vitae ha hecho que importantísimas
cuestiones referentes a
la doctrina católica aparezcan a público
debate. Creo que en estos momentos de confusión sería muy
interesante hablar de la autoridad del magisterio pontificio, pues­
to en duda
por no

pocos que se dicen
católicos y
que
ha lleva­
do incluso a que algunos pidiesen la dimisión
del Papa. Conside­
rar

la doctrina de la autoridad, tanto pontificia
como episcopal,
hoy

que vemos catedrales y seminarios ocupados por sacerdo­
tes que se oponen a sus obispos, y siempre alegando un poder
constituyente como representantes que se dicen del pueblo con­
trariamente a la doctrina católica que ha defendido siempre en
la Iglesia un poder monárquico como directamente instituido
(15) Barbara, NO!el: Sur le pastoral du mariage: "Itinéraires"; mar­
zo 1967, núm. lÚ (reproduce el artículo publicado por Mons. Reuss en
Choisir, dic. 1966, núm. 85-86).
(16) Zalba Marceiino,· S. J. La regulación_ de la natalidad. Texto
bilingüe de

la Encíclica, Fuentes del Magisterio y Comentario.
BAC,
Madrid, 1968.
(17) Pablo VI: "Humanae Vitae" 6.-La regulación ... , p-ág. Zl.
(18) Pablo VI: "Huma.nae Vitae" 14. La regulación ... , pág. 36.
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EXPANSION Y CONTROL DE LA NATAUDAD
por Jesucristo. Estudiar el fundamento de la doctrina católica
sobre el control de la
natalidad en

la
Ley natural, pero entendi­
da ésta como norma objetiva, promulgada por Dios e inscrita
en la naturaleza del hombre,
según el
pensar de la más califi­
cada escuela católica y no como u-¡a expresión de la copcienda
colectiva

de la humanidad",
según afirmó,

muy recientemente, un
conocido obispo europeo
(19). Todos estos temas y otros muchos
que con la
H wm-o:n,i,e Vita,e se están suscitando nos llevarían muy
lejos y nos alejarían del propósito
concreto de
esta
exposición.
Pero en estos tiempo,s, en los que cada persona se considera con
absolutos derechos para pontificar sobre todo lo divino y lo
humano, es necesario más que nunca_ el ··tstudio serio _y esa vir­
tud cardinal que hoy parece ya casi desaparecida y que se llama
prudencia.
Y los que se pretendan católicos, en est-0s días en que
la
libertad religiosa

no obliga a serlo -dejando aparte, natu­
ralmente, la obligación moral-, conviene· que piensen que sola­
mente se puede ser católico cuando se está en_ comunión con
Roma.
Lo contrario, el libre examen, dio-lugar en el siglo xv1 a
aquel movimiento que se llamó la Refo,:ma y que en ·algunos
casos fue casi un juego de niños en comparación con lo que
postulan determinados católicos.
Veíamos, pues, que la H utnanaie V ita.e excluía la utilización
de los anticonceptivos. En el mismo párrafo, unas líneas antes,
confirmaba la absoluta prohibición del aborto y de "la esterili­
zación
directa, perpetua o temporal, tanto del hombre como de
la mujer" (20). Queda, pues, como único medio permitido para
regular el número de hijos la continencia o el uso del matrimo­
nio en los períodos infecundos (Zl). Sobre estos dos términos
se han de edificar la paternidad responsable. Esto es, al menoo,
lo

que postula
la Iglesia.
Al cortar la Iglesia católica este camino fácil del control de
(19) Mons. Paul-Joseph Schmitt, .Obispo de Metz. Boletín .Diocesa­
no, núm. 150, 1-V-68, pág. 2. Citado por Jean b4adira1'1:: La seplieme
proposition:
"~tinéraires": julio-agosto 1968, --núm.-125, págs. 75 y sigs.
(20)
Pablo VI : "Humanae Vitae" 14. La regulacióK ..• , J)ág, 36.
(21) Pablo VI: "Humana.e Vitae" 16. La regulación ... , pág. 39.
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FRANCISCO JOSE FERNANDEZ DE LA' CIGOfiU
la 'natalidad es mi opinión que ha hecho a la humanidad un
se'rvicio impagabl~; Las-repercusiones

que los
procedimientos~
tánto químicos
.como

mecánicos, tenían.
en la. vida de la' sociedad
nos.
pre&!ntahan

un cuadro· realmente amenazador. ·Vamos
a.ana­
Ifaár-:algunoS
de

estos aspectos, lo que será
e1 .mejor modo de
apreciar en ·su
-ver.~derO ·valor el,.gesto valiente, responsable y
providencial· de. Pablo VI.
· Los· efectos -patológicos· de ·10s anticonceptivos, tanto-quhni­
cos

como mecánicos, no están
todavía suficien.t'emente estudiadós.
Sin embargo,

no.-pocos especialistas han alzado su voz contra
peligros
ya detectados. Así

Chauchard afirma "Si los procedi­
mientos mecánicos son·· í-elativamente menos peligrosos, por el
contrario; los .nuevos ··procedimientos químicos son
mucho más
'temibles; 'no impunemente se

desequilibra
la endocrinolbgía fe­
menina· y. los proditdos- esterili?.antés no solamente tienen efec­
loiHocalizados en los gametos" (22).
Efectos 'circulatorios y psíquicos,
trastornos de
coagulación,
náuseas y
vómitos son

atribuidos
cada vez
más abundantemente a
los procedimientos anticonceptivos por especialistas en
la mate­
ria (23).
La opinión del Dr. Botella (24), uno de nnestros más
eminentes especialistas, es total mente contraria al ·uso de estos
procedimientos.
Las prácticas neomalthusianas

ejercen también una perniciosa
influencia disgénica, como afirma Jorge I Hübner (25) aducien­
do testimonios de investigadores como
el japonés Matsnnaga.
el chileno Cruz-Coke y el norteamericano Dndley
Kirk. EJ
Dr. Cruz-Coke llega a afirmar qne "es difícil concebir la exis­
tencia de otro proceso artificial más terriblemente maligno
para
la

vida misma"
(26).
(22) Chauchard: St, Luc Medica!, 1959, uúm .. 1, págs.· 55-56, Citado ·
er. Sociología y ... , págs. 353 y 354.
(2J) · Cfr. Sociología-3:1
.,.., págs. 351 y Sigs.
(24) Ecélesia, 1966, 'Í, págs, 214 y 215. ·
(25) El milo dé ... , pág. 13ó.
(26)" eruz-Cokti¡ Dr:, Ri<:ardó; Revi.sta Médica de Chile, vol. 95,
nüm.
9,· sepf:iembr,i"I967, p-ág. 551. Citado en Ef·mito ... , pág." 't.36.
l3Z
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EXPANSION Y CONTROL DE· LA NATALIDAD
Las influencias de tipo genético son principalmente. de dos
ciases. En primer lugar se reduce la natalidad en las clases mejor
dotadas. y más sanas, que son las que pueden utilizar estos
pro,
cedim1entos. En segundo lugar, las mujeres jóvenes, e.u edad
id.ea! para tener hijos, posponen éstos a la indep;,ndencia que
proporciona el no tenerlos, y cuando llegan a edades en las que
ei organismo no está ya tan bien capacitado es cuando intentan
tener alguno. Combinando los dos procesos no pueden conducir
a otro fm que al de una, más o - menos rápida, ---degeneración de
ía especie.
En el aspecto demográfico, el control artificial de la nata­
lidad lleva a un envejecimiento de la población, con todos los
perjuicios sociales que esto acarrea: Dificultad de acceso de la
juventud a puestos que ya están ocupados, con lo que se rompe
ese doble juego de progreso y tradición, de impulso y experien­
cia, tan necesario para la vida social.
El aumento de los ancianos sobre los jóvenes implica también
consecuencias de tipo económico. Como señala el profesor Hrüb­
ner (27). "Los capitales tienden a canaliza.rse en inversiones que
no exijan mayores esfuerzos ni sobresaltos: propiedades de renta,
bonos del Estado, depósitos a interés, etc. Disminuye la iniciati­
va para crear nuevas empresas o incrementar las existentes. El
ritmo del ahorro y Ja capitalización 4isminuye, porque los ma­
trimonios sin
~ijos, o
con escasa descendencia, tienen poco ali­
ciente para sacrificarse trabajando
y atesorando para un futuro
que· ya no les
preocupa mayormente. La mano de obra se va
reduciendo cada vez más
y se hace necesario recurrir a traba­
jadores extranjeros para satisfacer las demandas de la agricul­
tura, la
minería y la industria. Los jefes de producción y los
obreros siguen las rutinas establecidas y rehuyen, por temor y
por comodidad, la modernización de las maquinarias o de los
métodos de trabajo. Los grupos pasivos de la población, que se
han acogido a las pensiones de retiro, aumentan_ considerablemen­
te en relación al volumen, siempre en descenso, de las clases ac-
(27) El mito de ..• , pág. 135.
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Fl/ANCISCQ JOSE .FERN,iNDEZ DE LA CIGOFIA
tivas, que: deben. soportar. al respecto una carga. cada. vez más
gravosa.
El sector terciario, la burocracia y los _ _gastos de la se­
guridad. social crecen .en_ forma desmesurad.a, en. perjuicio de_ las
inversiones productivas;
. .para_

poder mantener una elevada pro­
porción de ancianos."
No son más .halagüeños los efectos. morales. del control de
la .natalidad. "La .Civilización de la píldora,._ continúa señalando
el Profesor Hübner (28), se caracteriza por el egoísmo, la falta
de responsabilidad, el ansia inmoderada
de. placer
y la disolución
de las costumbres." Es un camino para
la infidelidad conyugal y
pata.la degradación.de la moralidad "al.c:\isociarse el placer sexual
de la. responsabilidad que su fin natural compcrta" (29). Se
rebaja la dignidad de
la mujer, .que llega a ser considerada como
un simple objeto de placer, etc. Todo ello son consecuencias ló­
gicas de la abdicación de responsabilidades inherentes al hombre. A todo esto ha puesto un freno la Encíclica
Humanae Vitae.
Aunque impürta señala:r:-· que .no .han sido estas motivaciones, con
ser muy graves, las que-han llevado- a la. Iglesia a rechazar una
vez más, y de modo inequívoco, el control artificial de los na­
cimientos. La Iglesia ha. prohibido estas prácticas porque son
antinaturales. Y ella es la custodia del orden natural (30). Lo que
ocurre., es que siempre· que el .hombre se aparta del orden queri­
do por -Dios, .la consecuencia es el desorden. _Este desorden, .o,
pór lo menos, algunos aspectos del mismo, es el que hemos-visto
en.

esta exposición.
Pablo VI ha ·intentado con su Encíclica ven­
cerlo. A la hwnanidad, a todos nosotros, corresponde seguir sus
directrices en la
seguridad de que de este modo seguimos la vo-
1untad _

de
Dios y, además, trabajamos por la sociedad humana en
"una materia relacionada tan
-de cerca con la vida y -la felicidad
de los hombres" (31 )e
(28) El mito de ... , pág. 137.
(29) Sociología "y ... , pág" 361.
(30) Cfr. Pío XII: Alocrición Magnilicate D0111inum, 2-XI-54; ASS
46. (1954), 671-672: Juan 'XXIII: Mate~ et Magistra, 15-V-61, AAS 53
(1961. 47c
(31) Pablo VI: "Humanae Vitae" 1. La reg_ulación ... , pág. 21.
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