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El Plan Mansholt. ¿Un cultivador de cada dos debe desaparecer?

EL PLAN MANSHOLT
¿UN

CULTIVADOR
DE CADA OOS DEBE
DESAPARECER?
_POR.
RJGHARD DE LA CROIX.
Hace. unos años. que viene. hablándose en panorámic(f de la
conveniente
proporción entre

la
población del

campo
y de la
·Clud'ad, entre quien~s trabajan en la agricultura, en·· J¡¡ industria
y en los sér~icios. Hoy, a escala· del Mircado comlJn, se halla .robie
el tapete lit propuesta ál!l holandés Sicco Mansholt, l¡ue· insisie so­
bre la reducción de la población dgrícola. Por ello, nos ha -pareád0
de la. mayor actualidad e interés_ traducir y reproducir en nuestras
páginas el coffientario publicado, bajo _ia firma de Richard de la
Croix,
en MONDE ET Vm, núm. 187, de enet'o ·en cur.ro.
Entre las seis y las siete de la mañana, mientras tomaban
su desayuno, después de
haber atendido
a sus
animales,. la ma­
yor

parte de los campesinos franceses
• han oído por la radio
que
"M. Mansholt preveía 1a desáparidón entre 1970 y 1980
de uno de cada dos
campesinos'~. Esta notida ciue ,ha sido ases­
tada al mundo rural en la
fecha del

miércoles 11 de diciembre
ha
provocado, según el temperamento de cada uno,· un suspiro
de laxittid, una explosión · de Cólera o bien una sonrfaa de escep­
ticismo.
Siempre el "s€ntido de la Historia".
Lo menos que se puede decir es que la posición tomada por
M.

Mansholt no tiene
nada de original, Está basada sobre
este
viejo análisis marxísta qne
se· remonta

a 1848 y según
el tnal
"la concentración e.s -inevitable en ecoriomía'".
Cuando se conoce el éxito de las_ pequeñas explotaciones
agrícolas que, en los Estados Unidos,
tienen. un
gran auge
por­
qne

producen prodíictos de
muy alta calidad (
desde los
deriva"
dos de· la leche, las frutas y legumbres, hasta platos cocinados),
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Fundaci\363n Speiro

RICHARD DE LA CROIX
cuando se sabe también. que la gran industria americana tiene
necesidad de los "pequeños" (32.000 suministradores para la
General Motors), se da uno cuenta del anacronismo que
repre­
sentan ciertas ideas "socialistas" mal digeridas por M. Man­
sholt.
Hace diez años, en la Rusa soviética, las ciudades eran
abastecidas en un 20 por 100 gracias a haber dejado el 5 por 100
4e las tierras kolkosian~ a disposición de los cutfvadores. Ac­
tualmente, estas tier.ras. dejadas en régimen de libre explotación
proporcionan el 25 por 100 del consumo de los habitantes que
se procuran estos artículos en
el mercado libre.
Por todo esto, la fórmula
de M. Mansholt de grandes ex­
plotaciones ton obreros agrícólas ·más nurrierosos, que agranda­
r~a11 -~l
número

de
sindicalista,s, mientras
que desaparecerían los
·;gricultores que

trabajan por su cuenta, no merece ser tenido
en cuenta.
¿ Quién financiaría las inversiones?
Lo que también se ha omitido decir a los contribuyentes de
las ciudades
--a quienes se le. ha sensibilizado sobre las "su­
mas considerables que cuestan los agricultores al Tesoro''-· es
el costo de la cuenta que habría que pagar si se siguiese a
M. Mansholt, Dos operaciones deberían ser consideradas conjun­
tamente.
a)
S>:RfA N>:C,:SARIO MODERNIZAR LAS GRANJAS MASIVAM>:N­
T>:,
pues, si la agricultura soviética está decaída, se debe a la
falta constante de capitales
para mecanizarla. Si se "hace" una
explotación de 120 hectáreas con cuairo de 30 Ha. es necesario
destruir los edificios
existentes y

construir otros adaptados a las
nuevas fórmnlas de explotación . . . sin hablar de los alojamien­
tos de los obreros, a quienes no se
podría dejar

diseminados
aunque no fuera
mas que para permitir a los

asalariados el ejer­
cicio de sus actividades sindicales ...
y políticas. Serían necesa­
rias para cada operación decenas de millones. Los "Consejos
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BL PLAN MANSHOLT
de organizaciOn" -que no son los que pagan-.:.. -tien·en altas
miras. Están dispuestos a dotar a cada uno de los 1.500.000
trabajadores que quedarían vinculados a la tierra, de un capital,
como término medio, de unos treinta millones de antiguos fran­
cos, en total 45 billones, lo que representa Ia producción agrícola
neta
actual, de diez años. Los cálculos ya han sido efectuados.
b) Haría falta también crear dos millones de . empleos. en
la industria, puesto que no solamente.-sería necesario dar colo­
cación a los 1.500.000 campesinos condenados-al éxodo, sino
también prever empleos para sus hijos que abandonarían la tierra:
con un coste, a razón de diez millones de A. F-. por supuesto, de
20 ~illones, o sea el importe de doce años de inversiones públicas,
en tanto que hemQs reducido en 300.000 el número de trabaja­
dores entre
1966 y 1968 j por falta de capitales ! ¿ No es esto
demencial?
Todavía más cereales.
Y ¿ cuál sería el resultado de Ia mecanizac1on de la tierra?
Una producción agrícola todavía
más difícilmente
vend.ible que
nuestra producción
actual. Grandes granjas, explotadas "racio­
nalmente", esto no quiere decir : increm~nto de productos que
no correspondan a las nec~sidades de los conSu.rn.Ídores. Para ali­
mentar a Europa entera -pues tal podría ser la vocación de
una Francia excepcionalmente bien situada desde el punto de
vista climatológico- haría falta desaf'.!"ollar la pr nes, escogiendo bien las razas bovinas ( más animales y menos
leche), lo que supone una atención redoblada por parte de los
ganaderos altamente competentes. Haría falta impulsar asimismo
la producción de frutas
y legumbres.
Los turistas recorrerían campo~ desiertos.
Sería necesario que M. Mansholt -que habia de la super­
población del campo- viniese a pasar algunas semanas a nues­
tras explotaciones, visitando en bicicleta, lentamente, nuestras
re-
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RJCHARP l)E },A CROIX
giones I'Jlrales. '!'al es, por otra parte, la proposición formulada
por los respoillSables de las federaciones rurales que se desola­
rizan-de los "Jeunes Agriculteurs", los cuales-consideran los pro­
blemas desde sus oficinas parisienses y están prestos, por inex­
periencia .o por pasión política:, a defender las· tesis socialistas,
con la esperanza de obtener poltronas de administradores en los
munerosos "Fonds" que serían creados con el dinero de los
contribuyentes.
M: '·M. vería -"a Francia cO'!l vocación medio rural y medio
turística,.·
teniendo sU perspectivá esta agricultura "con dedici­
ción .parcial o temporal"', que e~ ya lo qtle hacen 'g'ran número de
americanos que trabajan la· tierra, ejerciendo al mismo tiempo
otra ·actiVidad; güía · de turiStás, afretldadores de catm.p'mg,. ar­
te~ía, f~cIUSO ejercicib ck. pr~ffsiones libei-aléS. Si, de á.quí _a
unas ·cuantas dééadaS, se.viese uno Óbligado á suplicar a·nuestros
campesinos

que
nas alimentaran,

no lo podrían hacer más
qué en
la medida en que Francia hubiera abdicado ante los despropósi­
tos de los tecnócratas.
¿ Y cuál .sería el. precio de .los productos -se nos pregunta­
rá,-si fXisten ".tarifas ren saldar SUf? ~?(cedentcs? No se ignora, por otra parte, .qlle en
Alemania como en Gran Bretaña, los. agricultores se benefician
de, subvenci~n_es _superiqres a las nuestras. Este mecanismo de
subv~n.ciones, po~il:>le .cllap.do u1,1a nación posee _ una potente . in­
dustria, asegura produ,ciones de calidad. No hay por qué con­
denarla.
En la, hipótesis

en
q11e Francia
.conservara sus. campesinos
habría qui,;nes perderían: especialmente aquellos que dominan
el
co!Tlercio internacional y ewpujan a M. Mansholt para que aban­
done el mercado enropeo
~ fin .de colocar. en él, a cualquier pre­
cio, los excedentes americanos y australianos.
Pero si se escucha la
sfrena holandesa,
_se_ corre
el_ riesgo de
ver, un día próximo~ a un gran trust ali~~Íici~ int~cional
prosperar sol>re las· ruina.~ causadas por la desposesión de los
rampesirros fanceses.·
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