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Número 75-76

Serie VIII

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El uso del engaño por el comunismo internacional en Cuba

EL USO DEL ENG~O POR EL COMUNISMO
INTERNACIONAL EN CUBA
POR ltL
DR. J osi MANUEL HERNÁNDEZ PuEN'I:'ES (*).
Hablando de cosas en que estamos de acuerdo, creo que,
prácticamente, lo único en que todo el mundo está de acuerdo
con ·relación a las revoluciones es que difícilmente puede encon­
trarse una que jamás haya cumplido las promesas hechas duran­
te el ardor de su fase radical. Es el radicalismo revolucionario
lo que explica que normalmente los revolucionarios se queden
cortos en la realización de sus ideales. Por eso, en México, Ade­
lita, la heroína romántica de los revolucionarios del año
10, se
ha convertido en doña Adela, gorda, rica... y aquejada de
diabetes.
En Cuba tenemos también
nn caso

de promesas revoluciona­
rias incumplidas; pero el caso de Cuba es un caso mucho más
agudo, mucho más intenso, mucho más dramático, si se quiere;
y es que en Cuba la revolución se hizo bajo el signo de una
ideología, y el poder se ha ejercido bajo otra de signo comple­
tamente contrario.
Y a esto no puede ser explicado sencillamente
por el radicalismo inevitable en todo proceso revolucionario. Para lograr una explicación un poco más exacta del fenómeno, es ne­
cesario ligarlo a los procesos por virtud de los cuales el comu­
nismo moderno ha logrado establecerse en diversos países de
Asia, Europa y ahora de América.
(*) Conferencia pronunciada el 26 de febrero de 1967 en Washington,
en el ciclo Rarí,ces de la Revolución, organizado por Forum Univers-itario
de Investigaciones Culturales.
Dado su gran interés, tenemos la satis­
facción de publicarla en
VERBO, con

expresa autorización de
:~u autor,
a
quien mucho se lo agradecemos.
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]OSE MANUEL HERNANDEZ PUENTES
El comunismo moderno lleva la etiqueta de "Marxismo-Leni­
nismo", pero a la etiqueta tal vez podríamos quitarle lo de
''Marxismo'' y dejarla solamente en ''Leninismo''. ¿ Qué cosa
es el Leninismo? El Leninismo es una combinación de las teorías
y de la práctica revolucionaria de Lenin. Marx había dicho que
la sociedad comunista llegaría a producirse de manera inevitable
como un desarrollo de la sociedad capitalista madura. Pero ya
en los mismos tiempos de Marx se empezaba a observar que las
clases obreras europeas empezaban a mejorar su situación eco­
nómica y empezaban a encontrar un cauce a sus aspiraciones en
los procesos democráticos de las naciones occidentales. Se veía
que las profecías de Marx, elaboradas y fabricadas en parte
con vistas a la evolución en Inglaterra, no iban ~ cumplirse,
y, probablemente, si no hubiese sido por Lenin, Marx hubiera sido
simplemente un capítulo más de los libros de historia de las doc­
trinas sociales o económicas.
Se dice que a la muerte de Lenin circuló una historieta entre
los viejos Bolcheviques, purgados luego por Stalin, en la que se
contaba ( desde luego, hay que darse cuenta que era una histo­
rieta que circulaba entre los Bolcheviques) que Lenin, al morir,
había llegado al cielo, había tocado a la puerta, y cuando San Pe­
dro le había preguntado quién era, sin decir su nombre había di­
cho:
"Yo soy

el interés del capital de Carlos Marx", es decir,
"Y o soy el producto, yo soy el que hice producir el capital de
Carlos Marx". Porque Lenin fue el que convirtió en realidad las
profecías de Marx, a pesar de su fracaso, aunque resulte para­
dójico.
Lenin no era un intelectual, al estilo de Carlos Marx, de
vastas lecturas, que se pasaba los días enteros en el Museo Bri­
tánico y que incluia en_ sus obras extensas notas en Latín, en
Griego, etc. Lenin no era ese tipo de hombre. Lenin escribía
siempre con el propósito de provocar la acción.
Si no pudiera
estimarse sacrílego, se podría decir que era un devoto de la efi­
cacia a la manera de San Ignacio de Loyola dentro del catoli­ cismo. Escribió un panfleto que se titula:
¿Qué Debemos Hacer?
En él Lenin se enfrentaba con la realidad de la clase obrera de
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ENGAfW POR EL COMUNISMO EN CUBA
su tiempo; observaba justamente el proceso que estaba ocurriendo
en los países occidentales en ese instante, especialmente en Ale­
mania, que era el país que los revolucionarios rusos tenían
!llás
cerca. Y dedujo que los trabajadores, si se les abandonaba a sí
mismos, podían solamente desarrollar una mentalidad que él lla­
maba de tipo sindicalista y que se contentaba con meras reformas:
un aumento de salario, una reducción de la jornada de traba­
jo, etc.
Lenin concluyó

que, para inculcar una mentalidad revo­
lucionaria a la clase obrera, era necesario crear una vanguardia,
una cuña, formada por intelectuales, por revolucionarios profesio­
nales. Y esos revolucionarios profesionales, que nada tenían que
ver con el proceso de la producción, eran los que desde fuera
le iban a inculcar una mentalidad revolucionaria a los obreros y
los iban a llevar a la revolución, en contradicción con la marea
histórica.
Es decir, la dictadura del proletariado no iba a_ llegar
al mundo porque previamente los obreros hubiesen llegado a con­
trolar los medios de producción. No; primero había que estable­ cer
la dictadura del proletariado, y después, como consecuencia,
llegar al control de los medios de producción. Con esto, la doc­
trina de la lucha de clases quedó totalmente transformada: en lu­
gar de ser una lucha de clases sociales, en que se debatían
intereses económicos, se convertía, sencillamente, en una lucha
por el poder, en que los factores combatientes ya no eran el
obrero
y el patrono, sino, de una parte, esta vanguardia de re­
volucionarios profesionales que eran los comunistas,
y, de otra
parte, todos los que no eran comunistas. En otros términos, la
lucha de clases quedó convertida en una lucha por el poder. A eso
se reduce la esencia del Leninismo. Esta teoría quedó completada por la propia experiencia de
Lenin. En los primeros meses del año 1917 Lenin, exilado en Suiza, en una conferencia a un grupo de estudiantes dijo:
'1Tal
vez

nosotros, los revolucionarios de esta generación, nunca lle­
garemos a ver
la revolución en Rusia." Pero la revolución los
tomó de sorpresa. Entonces el Estado Mayor Alemán, que esta­
ba interesado en la revolución comunista en Rusia, permitió a
Lenin abandonar Alemania en un tren blindado. Al llegar a la
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JOSE MANUEL HERNANDEZ PUENTES
estación de Finlandia, en Moscú, Lenin ( que siempre había sos­
tenido que por ser Rusia un país económicamente subdesarrolla­
do, por ser Rusia un país no capitalista, sino más bien un país
de estructura económica agraria, primero había que hacer en
Rusia una revolución de tipo burgués, al estilo de la Revolución
Francesa,
y sólo después de esa revolución y de que el país se
hubiera desarrollado, se podía Ilevar a cabo la revolución socialis­
ta) inmediatamente cambió el criterio y decidió que había que
aprovechar la oportunidad : que lo que había que hacer era, sen­
cillamente, conquistar el poder absoluto.
Los Bolcheviques, los comunistas rusos, han dicho que era
inevitable que se produjera en Rusia la revolución de octubre.
¿ Por qué? Porque había una situación revolucionaria y había un
partido con el programa adecuado. El partido con el programa
adecuado era el partido que entonces se llamaba Partido Bolche­
vique, la facción minoritaria de la Democracia Social rusa. Pero
en otras partes ha habido situaciones revolucionarias también,
y partidos con el programa correcto, como, por ejemplo, en Ale­
mania en el año 23, y, sin embargo,
el experimento terminó en
un ruidoso fracaso. De hecho, el programa de los Bolcheviques en aquella época era un programa que era adaptado de otro par­
tido socialista, del Partido Social Revolucionario.
La única di­
ferencia fue que los Sociales Revolucionarios no
llegarori al
po­
der porque el programa se quedó en el papel, mientras que los
Bolcheviques pusieron el suyo en ejecución. En una segunda fase
de su vida revolucionaria, Lenin volvió a subrayar este volunta­ rismo político en contra del mero determinismo histórico. Fue
cuando se produjo
la revuelta de los marinos en Kronstadt en
el año 21. Había llegado un momento en que había un gran
descontento en toda Rusia con los Bolcheviques; los mismos Soviets de Petrogrado y de Moscú se unieron a los marinos re­
beldes de Kronstadt. Lenin entonces produjo el milagro del pri­
mer grupo revolucionario, primer grupo de revolucionarios ra­ dicales extremistas, que, habiendo comenzado una revolución, lo­
graron mantenerse en el poder. Ordenó que se sofocara la rebe-
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lión; por la fuerza fue ahogada en sangre, y los Bolcheviques
siguieron en el poder. Después vino Stalin. Stalin, trabajando sobre las mismas
normas del estado policíaco sobre las que había trabajado Lenin,
tuvo a su cargo la tarea de fabricar las bases económicas que
supuestamente debían existir para que hubiera podido producirse
la Revolución Rusa. Stalin se sirvió de la misma doctrina de
Lenin. Dijo: "¡No! No me hablen más de condiciones objetiv~s,
no

me hablen más de cuáles son las condiciones de la realidad.
No. Aquí todo depende de nuestro trabajo, y de nuestro trabajo
solamente." Otra vez la voluntad de poder en acción. En
la Tercera Internacional, a partir del discurso de Lenin,
"Observación Sobre la Cuestión Nacional y Colonial", se acordó
igualmente aprovechar el resentimiento colonial, el resentimiento
antiimperialista que había entre los países subyugados por Occi­
dente. Esta línea se abandonó cuando llegó la Segunda Guerra
Mundial, cuando empezó a surgir el Fascismo en Europa y se
crearon los frentes populares; pero terminada
la guerra y, sobre
todo, a partir de la muerte de Stalin, se volvió al mismo prin­
cípio,
y en aquel famoso discurso que Krushchev pronuoció en
enero del 61, del que se dijo que era un plan comunista
para la
conquista mundial, éste dijo: "Hasta ahora se decía que la his­
toria ayudaba al progreso del socialismo, pero, en realidad, es el
socialismo el que ayuda al progreso de la historia."
Lo que quiero decir es que el comunismo, de una doctrina
que mantenía que la dictadura del proletariado se establecería por
virtud del impulso de fuerzas históricas ciegas, se hizo depender
en lo sucesivo de una sola cosa: el poder. Había que conquistar
el poder, y desde el poder, saltando etapas enteras de la historia,
se podían construir las bases económicas que en la doctrina de
Marx constituían el sine qua non para que pudiera tener lugar
una revolución comunista.
Si ustedes leen La Nueva Clase, de Milhovan Djilas (dicen
que
ha sido recientemente liberado en Yugoslavia), verán que
Djilas dice que "el poder es el Alfa
y Omega del comunismo. Es
el objetivo a conquistar; es el instrumento necesario para cons-
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truir el Estado socialista, y es el instrumento indispensable para
poderse perpetuar en el timón de la nave del Estado". Djilas
dice que llega un momento en que el poder deja de ser un medio
para convertirse en un fin en sí mismo, el poder por el poder.
Es así como el comunismo ha dejado de ser-una doctrina his­
tórica, una filosofía de
la historia ( desde luego, aquí tenemos
que olvidarnos de lo que los comunistas hablan, de lo que los
comunistan dicen, de lo que los comunistas escriben -estamos
hablando de lo que
el comunismo es-) para pasar a convertirse
en una técnica, en una estrategia para la toma del poder. Esta
estrategia la aprendió Lenin en libros sobre asuntos militares. El
clásico en la materia es el prusiano Von
Clausewitz, a

quien Le­
nin leía asiduamente. Lenin también, lo dicen las memorias de su
mujer, leía asiduamente otros tratados militares. De esto resultó
otra de las partes esenciales del Leninismo, la aplicación de la
estrategia a las cuestiones revolucionarias. ¿ Y qué es la estra­
tegia? Es la ciencia, el arte de ganar. Supone que hay dos o tres
contendientes; nos enseña cómo se gana en esta competencia. Lenin desarrolló su estrategia revolucionaria en su famoso
Código Operacional. Su _fundamento es la situación presente, la
situación
actual, una situación que es preciso estudiar, analizar,
minuciosa y detalladamente, para captar su realidad. Habiendo
captado su realidad, se procede de acuerdo con el examen hecho.
Para los comunistas, el mundo no-comunistas es un universo de
fuerzas opuesto a ellos; estas fuerzas son el objeto del odio del
partido,
pero además
tienen que ser manipuladas habilidosamente.
Así se llega al poder. De aquí resultan todos esos preceptos Le­
ninistas que ustedes conocen:
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l. El que no esté dispuesto a ensuciarse la manos, no debe
ser revolucionario.
2. La organización conspiratoria consiste en utilizar a todo
el mundo y a todos, y al mismo tiempo mantener la jefa­
tura sobre el movimiento interno.
J. Luchar mientras exista la más ligera, remota oportunidad
de victoria.
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ENGAFIO POR EL COMUNISMO EN CUBA
4. Nunca abandonar el movimiento revolucionario hasta que
haya sido derrotado decisivamente.
S. No entrar en batallas si se sabe de antemano que se va a perder.
6. Usar todos los medios posibles en
la lucha, pero al mismo
tiempo no descansar en ninguno de ellos y no conver­
tirse en esclavo de ellos, y
7. Estar conscientes de que en cualquier momento pueden
ser descartados.
La contribución básica del Leninismo al comunismo moderno
es la importancia de la estrategia dentro de los procesos revolu­
cionarios como instrumento para la conquista del poder.
La con­
quista del poder (lo dice Djilas,
y esto parece extraño viniendo
de un comunista) muchas veces depende de circunstancias pura­
mente casuales o accidentales. Si se hace un estudio de las revo­
luciones comunistas a partir de la rusa ~y voy a hacer una acla­
ración para- lo que sigue: cuando hablo de revoluciones
comu­
nistas, hablo de las revoluciones comunistas autónomas, no de la
imposición del comunismo por obra de las bayonetas soviéticas,
como ocurrió en Checoslovaquia, Hungría, etc., sino de la rusa,
de la china, de la yugoslava, de la vietnamita, de la
cubana-hay
un

hecho significativo: la oportunidad para la conquista del po­
der generalmente presupone una cosa, la previa destrucción del
aparato estatal. Si ustedes se fijan en lo ocurrido en todos estos
países, salvo Cuba, verán que lo mismo en Rusia, que en Yu­
goslavia, que en Viet Nam, que en China, las clases _dirigentes sufrieron una derrota
guerrera, previa

a la revolución. Esa derro­
ta que produce el colapso del aparato del Estado crea un vacío
político que es el que los comunistas llenan utilizando distintos
procedimientos.
En general, los comunistas no han podido triunfar de espal­
das a la situación internacional. En Grecia fracasaron debido a la
Doctrina Truman y al desembarco de los ingleses. En otros ca­
sos, la situación internacional les ha sido favorable; como en
Viet Nam, cuando los comunistas chinos derrotaron a
Chiq.ng­
Kai-Shek en el año 49; como en China, cuando los ejércitos
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de Mao se aprovisionaron del material de guerra que los rusos,
ocupantes de Manchuria después de terminada la Segunda Guerra Mundial, les permitieron obtener. Y factores foráneos son tam­
bién los que han producido el aniquilamiento, el colapso del apa­
rato estatal. Hay
un historiador inglés que nos aclara, en un libro profé­
tico -pues es un libro escrito antes del fenómeno Fidelista-, que
"de aquí no debemos sacar la conclusión dogmática de que lo
único que puede producir el colapso del aparato del Estado es
una guerra, por(lue es concebible una situación en que a través
de la demagogia, de la corrupción y de la incompetencia se pro­
duzca también el colapso del aparato estatal". Esta situación
revolucionaria, ¿ cómo la aprovechan los comunistas? ¿ Se ligan
a las clases más humildes, más pobres, a los desheredados, cuyos
campeones ellos están dispuestos a ser? j No ! A los comunistas
les interesa la pólvora, pero no les interesa donde está la pólvora;
esa clase pueden ser los obreros de una ciudad, como en San
Petesburgo; pero esta clase pueden ser también los campensinos,
como en China o en Viet Nam; o esta clase puede ser la
explota­
ción de conflictos

regionales, de conflictos de frontera, grupos
nacionales en pugna; esa clase pueden ser grupos de bandidos
dispersos en las montañas, como en Colombia; esa clase puede
estar poseída
por resentimientos

raciales, como los conflictos que
en Guatemala existen entre naturales
y ladinos; o por conflictos
tribales; o por las frustraciones de los campesinos que vienen a integrar el gran proletariado ocioso de las grandes ciudades.
Los
comunistas

siempre buscan la clase que esté más distante del
go­
bierno,

-los más desafectos.
Hay una
observación muy

interesante a este respecto que hace
un escritor,
y la hace con vista a la Alemania de los años an­
teriores a Hitler. En aquella época, las facciones
en pugna
eran
fundamentalmente los nazis
y los comunistas. Y dice este escritor
que· eran frecuentes los casos de conversiones de fanáticos comu­
nistas en fanáticos nazistas,
y viceversa, y que Hitler miraba ha­
cia las filas de la juventud comunista corno posible material de
reclutamiento
para sus

filas·,
y que los comunistas miraban hacia
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ENGAÑO POR EL COMUNISMO EN CUBA
las camisas pardas también, como una posible fuente de reclu:.
tas
para sus combatientes. Este mismo escritor agrega otra obser­
vación: dondequiera que hay una situación revolucionaria, aque­
llos que están dentro del movimiento revolucionario normalmente
se cambian de uno a otro partido con mucha facilidad. En otros
términos, los movimientos revolucionarios son intercambiables,
y
la gente normalmente se afilia al más efectivo. ¿ Cuál es el más
efectivo? El
inás efectivo

quiere decir el más
orga,:iizado, el
que
tiene mejor estrategia, y, a veces, el más efectivo es el que tiene
el programa que atrae más a las masas. Eso fue
lo que hicieron los Bolcheviques en Rusia: se apro­
piaron del programa de otro partido, porque era el que más atraia
a las masas. Llegaremos a ver lo que pasó en Cuba; idéntico
proceso. Los comunistas se apropian de los ideales revolucionarios
que resultan más atractivos, y a ellos les aplican su superior es·
trategia y técnica de organización. De ahí que jamás haya habido
una revolución comunista hecha en nombre del comuni;mo. Los
comunistas han engañado y han utilizado la técnica del engaño.
Pero no han engañado porque ellos les hayan ofrecido a los
obreros convertir las industrias en industrias estatales; o porque
le hayan ofrecido al campesino crear comunas, como en China;
o porque les hayan ofrecido a los lntelectuales absoluto control
del pensamiento y después no hayan cumplido nada de esto. Los
comunistas siempre han llegado al poder
cabalgando sobre

mo­
vimientos revolucionarios legítimos, de cuyos ideales ellos se han
apropiado. En otros términos, que ha habido movimientos revo­
lucionarios dirigidos por comunistas,
pero nunca

ha habido un
movimiento de masas inspirado directamente
en· el

comunismo.
Vamos a ver los distintos casos. El caso de Rusia; el caso de
Rusia es el más oscuro. Pero aún allí funcionó la técnica del
engaño porque,
¿ qué es lo que esperaban las masas rusas en el
año 1917? Los trabajadores esperaban controlar las industrias a
través de los consejos de trabajadores. Los campesinos esperaban
quedarse con las tierras que les habían sido expropiadas a los
grandes propietarios. Los soldados esperaban regir el ejército
a través de los soviets de soldados. Y todas estas aspiraciones
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fueron apropiadas por los Bolcheviques, fueron estimuladas, fue­
ron alentadas, fueron convertidas en slogans, y de ese modo los
Bolcheviques, que eran como 30.000; consiguieron el apoyo de
masas necesario para hacerse dueños de los soviets de Petro­
grado y de Moscú. Y después, ¿ cuál es la historia? Los campe­
sinos fueron los que más duraron. Porque los campesinos fueron
liquidados en época de Stalin en el año 29.
¿ Qué pasó en Yugoslavia? ¿ En Yugoslavia y en Albania los
movimientos revolucionarios se hicieron en nombre de qué? En
nombre del patriotismo.
La lucha con tia un invasor extranjero,
y a través de eso los comunistas lograron el apoyo necesario. En
el caso de Yugoslavia, para que ustedes vean la contradicción. En
noviembre del 42
el Frente de Liberación Yugoslavo se reunió
y adoptó un programa.
¿ Cuál era el programa? Respecto a la pro­
piedad privada y oposición a todos los cambios radicales hasta
después
_que hubiera

elecciones libres y democráticas.
¿ Qué pasó,
Dentro de este Frente Nacional Yugoslavo, el único partido que
estaba organizado era el comunista, y tenía esta otra caracterís­
tica: se mantenía secreto. Los nombres de los funcionarios del
partido no se divulgaban, y se trataba que los miembros de fila
no dijeran que eran comunistas. Empezaron las nacionalizaciones
inmediatamente, pero no se nacionalizaron las propiedades dicien­
do que era para colectivizar la economía, dijeron que los dueños eran colaboracionistas de los nazis,
como en

Cuba decían que
eran batistianos. Por colaboracionistas les confiscaron los bienes.
En Albania el proceso fue idéntico.
¿ Qué ocurrió en China? en China ocurrió una cosa muy in­
teresante. Dirigiéndose al VII Congreso Comunista Chino, Mao
declaró: "Nosotros los comunistas nunca ocultamos nuestras :fina­
lidades políticas." ¿ Qué ocurrió en China? En China el partido
comunista, basado fundamentalmente en los trabajadores de las
grandes ciudades, especialmente en Shanghai, fracasó, fue destruido
por Chiang-Kai-Shek. Entonces Mao buscó la pólvora donde es­ taba. Se olvidó del proletariado y le hechó mano a los campesinos.
Y
¿ cómo se ganó su apoyo? Confiscándoles las tierras a los que
las tenían y dándoselas a los campesinos. Para no lastimar sus
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ENGAi'W POR EL COMUNISMO EN CUBA
sentimientos religiosos -¡ qué refinados son estos comunistas!-,
en aquellos casos en que -se trataba de la confiscación de las tierras
de un templo, no se
confiscaban las

tierras, a no ser que la
ma­
yoría

lo aprobara. Cuando empezó la guerra con Japón y se es­
tableció el frente común de los comunistas chinos con Chiang­
Kai-Shek los comunistas quisieron ser más respetables, pues
querían ganarse el apoyo de otra clase en China muy importante,
los burgueses chinos, los intelectuales que estaban con Chiang­
Kai-Shek, y a quienes
la corrupción y loo atropellos alejaron defi­
nitivamente. Entonces Mao, el mismo que dijo que los comunistas
nunca ocultan sus finalidades políticas, dijo que todos los anti­
imperialistas podían venir a trabajar cÜn ellos aunque no fueran
enemigos de los países occidentales que habían oprimido a China,
aunque no fueran enemigos de los Estados Unidos; bastaba que
fueran enemigos de los japoneses. Que en China se establecería, sí, una dictadura del proletariado, pero que esa dictadura del pro­
letariado llevaría a cabo una revolución burguesa,
y que si en·
definitiva no habría más remedio que socializar
la econoniía, eso
no ocurriría sino en mucho, mucho tiempo.
Y claro, los burgueses
cooperaron con Mao. Se equivocaron, claro está.
En China el engaño empieza a tener otra característica im­
portante para nosotros. El embajador americano en China, en
noviembre de
1945, dijo

que los comunistas chinos se parecían a
los republicanos de Oklahoma, con la única diferencia de que
éstos no
estaban armados. En el año 62, el Departamento de
Es­
tado publicó determinados documentos de diplomáticos norteame­ricanos de aquel entonces,
y en ellos se pintan a los comunistas
chinos como reformistas
agrarios, y
hay algunos que hasta pro­
ponen darle ayuda militar a los comunistas y que se obligue a los
nacionalistas a establecer un gobierno de coalición con los co­
munistas. Después llega el momento en que empieza a complicarse
la guerra fría. Los comunistas se callan hasta que por fin Mao
triunfa, y en el año 49 le preguntan a mao: '1Dígame, ¿ estamos
notando que China se está inclinando hacia Rusía
?" --era en
otros
tiempos, desde
luego-y Mao dice: "Exactamente, no caben
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]OSE MANUEL HERNANDEZ PUENTES
terceras posiciones; con Rusia, contra los Estados Unidos." Aquí
el engaño adquiere ya una dimensión internacional.
Igual ocurrió en Viet Nam. La guerra del Viet Nam tuvo dos
fases. La primera fase, mientras _estaba andando la guerra con
los japoneses, fue una guerra de independencia. Allí también se
hiw la revolución en nombre del patriotismo. Ho Chi Minh
decía: "Mi país es mi partido y mi programa es la independencia."
Hasta los obispos del Viet N am se dirigieron al Papa para que
apoyara la independencia de Viet Nam regida por el Viet Minh.
Y
¿ qué hizo Ho Chi Minh? Disolvió el partido comunista y creó
una cosa que· se llamaba Asociación de Estudios Marxistas.
Cuando los chinos llegaron a la frontera empezó la segunda fase:
se quitaron la careta, volvió a surgir el partido comunista y en­
tonces las consignas cambiaron y se produjo la revolución comu­
nista hasta la expulsión de los franceses.
Una revolución comunista siempre tiene dos aspectos. Pri­
mero, es una revolución desde abajo,
y en esa revolución desde
abajo los comunistas cabalgan en la marea revolucionaria,
apro~
piándose de aquellos programas que sean más caros al pueblo
con tal de llegar al poder. Cuando llegan al poder empieza la
revolución desde arriba, desde
el poder hacia abajo.
Es inútil que yo les diga que
el caso de Cuba es una copia
al carbón de los procesos antes relatados. En Cuba
· hubo
una
primera fase: la fase de la Sierra.
¿ Cuáles eran los ideales de
Castro en aquellos tiempos? Pues eran más o menos los mismos
ideales revolucionarios que se
habían estado agitando en Cuba
desde los años 30, desde la lucha contra Machado. Tenía algunas
cosas radicales, la parte relativa a la
Compaiíía de Teléfonos, la
Compaiiía de

Electricidad; pero ya Guiteras había intervenido
la Compaiíía Cubana de Electricidad y la de Teléfonos en 1933.
Además, Castro se retractó· luego de estos ·puntos demasiado
radicales en la entrevista de Cor9net. En resumen: los mismos
ideales que habían servido de base y de sostén al movimiento
revolucionario de Cuba considerado globalmente desde el afio
33, y que habían quedado plasmados en la Constituci6n de 1940.
En esta prime:r;-a fase tuvimos una revolución puramente política,
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ENGAFIO POR EL COMUNISMO EN CUBA
cuyo objeto fundamental era restaurar el ritmo constitucional
del país, como se decía en Cuba. La cuestión, desde luego, era
llegar al poder.
De la segunda fase es necesario hablar menos todavía. En
Cuba, sí, en Cuba hubo un vacío del poder. Desde el año 33
en Cuba no había
más que
dos factores de poder ímportantes.
Uno era el ejército encabezado por Batista
y el otro era el Auten­
ticismo, dándole ese nombre general a:1 movimiento revolucionario
de los años 33. El 10 de marzo de 1952 quedó liquidado el Auten­
ticismo; quedaba Batista.
¿ Cómo se produce el colapso de Batista?
La de Batista nunca fue una dictadura terrible al estilo totali­
tario; fue una semi-:dictadura. Desde luego, tuvo sus excesos,
pero siempre perseguida por una gran preocupación democrática.
De ahí vinieron todos aquellos simulacros de elecciones que tu­
vimos. Se quería vestir la dictadura con ropaje de demoracia,
y eso es un síntoma de debilidad. Dice un escritor que "los
pueblos no se rebelan tanto contra la maldad de un régimen como
contra su debilidad".
La lucha de Castro, en su primera fase, ¿ qué cosa era? La
de una minoría. ¿ Cuándo empezó a tener apoyo sustancial? ¿ Cuán­
do empezó a encontrar una ancha base en el país? En la segunda
mitad de 1958. ¿ Y qué había pasado en la segunda mitad de 1958?
Pues había pasado que los mismos que en una oportunidad sos­
tuvieron a Batista en el poder, se negaron a venderle armas. La
medida no era de gran importancia material, pero sí psicológica.
Y en diciembre a Batista se le dijo que se tenía que
ir. Ido Batista,
¿ qué quedaba en Cuba? Un vacío enorme del poder. Lo llenó
Fidel. Y Fidel
¿ qué cosa era? Otro caudillo. Dice Germán Ar­
ciniegas que caudillismo es una noción que se basa en la noción
de prestigio,
y entonces cita al Padre de las Casas quien, a su .
vez, basándose en San Isidoro de Sevilla, dice "que el prestigio
es una burla o engaño de los sentidos". Están dando a entender
que dentro de la misma noción de caudillismo está implícito el
engaño de· las masas. Castro llena, con su gravedad política de
caudillo, aquel vacío
y empieza a mandar en Cuba. Y entonces
tenemos la revolución de
tipo comunista pero que tiene una ca-
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racterística muy importante: aparentemente es una revolución sin
comunistas. Porque tomen ustedes las demás: Mao, Ho-Chi-Minh,
Tito, los tres veteranos de la Tercera Internacional. Dicen que
al albano Euver Hoxha una vez lo expulsaron de un club co­
munista de París por ser espía facista. Pero de todas maneras
él era el comunista más connotado de Albania cuando la invasión
italiana. Y aunque en Albania no había un partido comunista,
los sucesos de Albania están estrechamente ligados a los de
Yugoslavia porque ellos se desarrollaron bajo el tutelaje de los
yugoslavos. Castro no tiene esa prosapia comunista; nunca ha
sobresalido por ser un gran teórico del comunismo. Hay muchos
que incluso piensan que no es comunista porque carece precisa­
mente de esa base teorética; Castro, desde luego, es un 'comunista
moderno. Y como dijo Ho Chi Minh: "Se guían más por los
actos prácticos y la jefatura del movimiento revolucionario que
por las tesis altisonantes." No creo que aquí sea necesario insistir o discutir si Castro
era o no comunista. El problema lo hemos enfocado de otra ma­
nera. Decir que Castro era comunista tiene
la desventaja de que
eso fue lo que dijeron los partidarios del gobierno de Batista,
y,
claro, todo el mundo mira con reserva la tesis. Además, los es­
critores que la han sostenido, algunos de ellos por lo
rnenos, lo
han

hecho desastrosamente. Entre los escritores norteamericanos,
el que ha estudiado más seriamente el problema, que es Draper,
se resiste a ver en Castro un comunista hasta el año 59. Draper
dice que los que mantienen que Castro era comunista no pueden
explicar ciertas divergencias y polémicas que en aquella época
ocurrieron entre Castro
y los Socialistas Populares. Ustedes recor­
darán que los comunistas dijeron que el ataque al Moneada era
un acto de putchismo,
y que despnés criticaron la expedición .del
Granma. Cuando lo del humanismo, dijeron que Castro estaba
confundido, y Castro, por su parte, dijo una vez que el comunismo
era una forma de totalitarismo
y que además era inefectivo por­
que si bien resolvía el problema económico del hombre, lo privaba de sus libertades. Y Draper dice que esto no tiene explicación.
Puede aventurarse una: Castro no podía ganar nada con aparecer
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ENGAf,O POR EL COMUNISMO EN CUBA
aliado a los comunistas. Al contrario; el comunismo en Cuba era
un partido que había aparecido siempre estrechamente ligado
con Batista y que siempre se había caracterizado por ser bastante
politiquero y estaba bastante desacreditado. Castro no ganaba
nada al aparecer con los comunistas.
Hay un libro muy interesante, escrito hace tiempo, en que
distintos autores se plantean: ¿ Qué hubiera pasado en la historia
si Napoleón hubiera ganado la Batalla de \,Vaterloo?
¿ Qué hubiera
pasado si Luis XVI hubiera podido huir de París y no hubiera
sido detenido por el ciudadano Drué?
¿ Qué hubiera pasado si el
General Robert E.
Lee hubiera ganado en Appomattox? Usando
aquí la misma técnica, aunque a veces se presta a un_ mero juego
de la imaginación: ¿ Qué hubiera pasado si Fidel hubiera dicho
g_ue él era comunista? El mismo dijo una vez: "No hubiera
bajado al llano." Desde luego, uno de los dogmas básicos de la
Castrología es no hacer caso de nada de lo que dice Castro.
Pero yo creo que en este caso expresó una realidad: "Si en
la cima del Pico Turquino nosotros hubiéramos dicho que éramos
Marxista-Leninista posiblemente nunca hubiéramos llegado al
llano." Si omitimos la palabra "posiblemente" la frase es más
exacta todavía, porque entonces la situación internacional que le
era favorable le hubiera sido agresivamente desfavorable. No
hacía mucho tiempo que había ocurrido el caso de Guatemala. El mismo pueblo cubano jamás hubiera permitido que Castro
hubiese llegado a Palacio si hubiese sabido que él, en la cima del
Pico Turquino, era Marxista-Leninista.
Desde luego, reconozco que es muy debatible este punto y
que caben un número muy grande de opiniones. Mi opinión es
sencillamente que la Revolución Cubana fue un caso más, una
revolución comunista más. La única variante es
la siguiente:
para poder llegar al poder no solamente tenían que ocultar su
programa, sino que tenían que ocultar además su condición mis­ ma de comunistas. Esa es la única diferencia. Desde luego, se
puede decir que hay un cruce entre la tradición revolucionaria comunista
y la tradición revolucionaria latina, y se puede decir que
la presencía del caudillismo como factor en la revolución cubana
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JOSE MANUEL HERNANDEZ PUENTES
la distingue un poco · de las otras revoluciones comunistas. La
función del partido no es tan clara, pero, sin duda de ninguna
clase, allí había -un núcleo que
sabía dónde
iba
y sabía cómo
llegar adonde iba. Si entre ese grupo y los comunistas de la
vieja guardia había un pacto o no, y si unos acordaron ir por
una vía -por la vía armada-y los otros por la vía electoral,
es otra cosa. Desde luego, no creo que fuera un caso de una cons­
piración secreta de Rusia ni muchísimo menos. No es posible
estar seguro; no lo sé. Pero me parece absurdo que pueda existir
una revolución de tipo comunista que establece un estado comu­
nista, y que todo ·eso se haga sih comunistas. Por eso creo cierta­
mente que, excepto por esa diferencia que antes señalé,
lo ocurrido
en Cuba se parece bastante a lo ocurrido en otras partes. La
técnica es bastante parecida, bastante como para poder situar la
revolución de Cuba como un caso más entre las revoluciones co­
munistas autónomas, si bien, desde luego, digna de estudio en sí porque por primera vez los comunistas empiezan a poder operar
en español. Pero, en sus líneas esenciales, no es más que la apli­
cación de los
principios Leninistas

en Cuba.
¿ Por qué eso pudo ocurrir? ¿ Por qué el engaño pudo darse?
Y a eso es cuestión aparte que me imagino que· será examinada en
otras conferencias
y seguirá una investigación a· un nivel de
mayor profundidad.
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