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Federico Gutiérrez, C.M.F., San Antonio María Claret, Apóstol de Canarias

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bientes revolucionarios como hoy se ¡piiesentan, el arte y la culioura sevolucionaria como hoy son, las corrientes y los hombres
que, en cualquier nivel, son actualmente los fautores más -activos
de la Revolución".
Hay que ~onocer la Revoludón "-en su esencia invariable y en sus tan relevantes accidentes contemporáneos, combatiéndola
en éstos o en aquélla, iruteligente, aatuta y planeadamente, con
todos los medios lícitos y utilizando ei1 concurso de todos -los hi­
jos
de
Ja luz".
Termina
el Profesor
PJinio Correa de

Oliv.eira con estas
en­trañables palabras: "La pr.inrera, la grande, [a eterna reyolucio­naria, inspiradora y fautora .suprrema de esta Revolución, así como
de fas que la pcecedieron y le sw::edieron, es la Serpiente, cuya
cabeza fue aplastada por la

Virgen
Inmaculada. Maná es,

pues,
'la P:.trona de cuantos luohan contra la Revolución.
La mediación universal y omnia,otente de la Madr.e de Dios
es la mayor razón .de esiperanza de los contra-revolucionarios. Y en Fáti.ma Ella ya les dio la certeza en

el mundo
entero, "por
fin su
Inmaculado Corazón tri1.lllfará".
Acepte la Vir-~en, pues, este homenaje filial, tributo de amor y expresión de confianza absoluta en su triunfo."
Amén.
Jos:É Lurs Dll ZAYAS.
Federico Gw:iérrez C. M.F.: SAN AMONIO MARIA
CLARET, APOSTOL

DE CANARIAS
(*).
E:] P. Ciare!, San Antonio María, como debemos llamarle
por

su
verdadero nombre, mmió el 24 de octubre de 1870. Hace exactamente cien años. Justo es, ¡por tanto, que nos aprestemos a celebrar su cerutenario con el es¡plendor y ,la amorosa dedicación
que
-su fignra merece.

Porque,
d\gase ,o que se -dijere, el P. Cla­
ret es

el person:.j e
máis singular de i1a Iglesia e~ola de todo el
comp1icado siglo XIX.
Fue
Claret un

empedernido
contemplativo, un hombre de aJta oración, de intensa vida inteeior, que

logró
del! Cielo la g,racia de conservar incor:ru¡ptas, en su pecho, las ~ies ,sa.crttmentaJes.
Fue un sagrar:io virvo de Jesús Saicra-rtientado. Pero, a ila vez,
(*) Editorial Coculsa, Madrid; -1969.
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fue un hombre de extrern;;da vida a,otiva, que jamás concedió
tregua

a su
;;rdiente espíritu misionero de pluma y de palabra.
Para

San Antonio María
Oaret la

redenóón no ,terminó en
el Gólgota: empezó allí y és a,lgo pemianerite, con signo positivo
de presenóa vital. Su

colmada
entrega a !'as allmas obedeció, sin
duda, a su convicción de que -en cada una de ellas estaba es¡pe­
rando, de algún modo, la sangre de Cústo, que urgía colabora­
ción. Fue apasionado y ardiente, ¡porque el Reino de Dios no
admite demoras. Y quizá!s
¡pensó, oon Olemenceau, aunque des.de
puntos de vista diferentes, que la peor enfermedad del alma es
el frío ...
Audaz
y valierute, intrépido como un nnevo Saulo, dl P. Claret
es
una individualimd actual, porque ,los problemas de su tiempo
son 'los mismos que hoy vitv,imos, unas voces más agudos, otras
má,s apagados, y análc,gos en ,Ja preocu¡pación y ,en la ang;ustia,
en el sobresalto y en 1a perplejirl;;d ... Tiem¡pos, en fin, concilíares,
donde el desconciento de unos, la timidez inexousahle de ·otros, fa
solapada malicia de muahos y fa crasa e.stu¡pidez de los más, llegan
a formar
una ;;tmósfera de di{ídl respiración, que

sólo
la sal111:idad,
enraizada

en los dones del
Espíritu, puede disi[mr y

purificar,
cuando suene ~¡ que sonará !-en el reloj ele ,la historia, la hora
de Dios.
En el ,capitulo XXIII de su Autobiogrnfía, el P. 0laret habla
de
las vi11tudes que él ronoció hotbía de tener para lograr fruto
abundante
en sus a,otwldades apostólicas. La quil111:a virtud tra­
ta,da es la mortificación. Díce el P. Ola,ret : "Conocí que no po­
día "Ser modesto sin Ja vLrtud de Ja mortificación, y así procuré
con todo empeño, ~udado de Ja gracia de Dios, ;;dquirirla, cos­
tare lo que costare".
¡ Qué texito de ;;atualidad ! ¡ Cuánto se presta a la meditación
en esta hora, prieta rde natuiraJ.i&no, maitizada de materiali,smo
hedonista, en que se tiene oom.or de predioar da Cruz de Cristo,
aun
desde ,púilpitos y cátedras sagradas ! ¿ Y qué diría Olaret de
esos sermoncillos y homilía.is, casi '"fraygerundianos", de •OOJra.tij'as
sociológicas, que más que conmover los corazones, producen pena
e hilaridad a un mismo tiempo?
Pero, es más. La figura del P. Claret ,tiene para nosotros, ilos
canarios, particulares vcivencias. El P. Olaret foe noostro gran
a,póstol. Es, por los méritos contraidos en estas lsilas, ~atrono
de ,la Diócesis ,de Canarias, según Breve A,postólico firmado por
el Papa Pío XII (el Papa calumniado, como Oaret), el 13 de
mayo
de 195e.
Pues 1bien; pa-ra ccmrn.emorar este centenario, 1a editorial Co-
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culsa, de Ma Gutiérrei C. M. F., un
it>teledual de cuerpo ,en1tero, titwhda "San
Antonio Maria Olaret, Apóstol de Canarias".
EJ P. Gutiérrez, religioso olairetiano, de. vaistísima culitura,
orador

de un
aticismo atraye1>te y comunticativo, ha pisado las
mismas huellas de Claret, para rastrear el dato
¡y encontrarlo
aviva,do
y enriquecido con el más mínimo detadle. El nos ha,bla y
nos nanra, con -¡precñsión
amenidad de
'literato,
con pormenor.es poemáticos, la vi da laboriosa:, rario, que el P. Oaret llevó a cabo durante ,su estancia en Caua­
rias.
El nos relata el ¡paso del "Padrito" por cada

,uno de los
pueblos misionados,
los frutos conseguí.dos, y eil recuerdo per­
durable ide sus 1ben Escrita con un estilo hm¡pio, la.boriosa,me!JJle trabajru:la, ,con no­
tidas y datos abundootí,simos de primera mano, itrans.veriberada
toda ella por el mismo es¡plr u cJaretiaoo que el itUtor vivió en
su
.recorr\do, la oibra se lee con fr:ukión y deja un regusto de fres­cor en el aJma. Creo, sinceramenite, que et! mejor homenaje a,!
"Padrito" Oairet, en es,te centenario
que ahora com~enza, es

ad­
quirir esta obra, a fin de que no se ¡pierda. en las famiilias canarias
el recuerdo de .este santo Fundador, misionero, escr~tor, místico
y acriv:o, q.ue infuntdió en nuestro catolicismo una nueva savia
que, a Dios gracias, aún perd'l]¡ra ...
Quien 'lea esta obra amará al P. Olaret. Y quien ame a Cla,et amará

a
fa lg'lesia, a fa que él, .fideilísimarnen,te, se enltregó en cuer­
po
y alma.
GABRIEL DI¡ ARMAS.
Ralmer, Hugo: HUMANISMO Y TEOLOGIA .
DE

OCCIDENTE
(*)
Para nadie es un secreto que, en elfecto, en EurQ¡Ja hace tiem­
po que se viet>en multiplicando los esfuerzos ¡,ara iffi!Plantar na es­tructura de ,un nuevo humani•mo. Muchas

y muy
difíciles cir­
cunstancias

se oponen a
este ·sugestivo proyecto. ·Por lo pronto,
cahe señafar que bajo 1a e:,q>resión "hum1ani.smo" se cotnprende
en Eurqp-a todo lo .concerniente a ilos problemas que plantea 1a
filosofía y ,la ciencia. Filosofía y ciencia tienen en Europa un matiz
diferente
al

que
a,mba,s e!JJlioodes i:nteleotmles preSet>tan en

cual-
(*) Ediciones Sígueme. Salamanca, 1969, 336 págs.
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