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Plegaria sacerdotal

PLEGARIA SACERDOTAL
Me imagino, Señor, en el úMimo lugO!Y de los sacerdotes de
toda la
historia. ¡ El últitma de todas! Y, can la percepción clara
de
mi absoluta indigwi,dad, quierO' y

desea
apravéchar la gracia que me concedes de senitir necesidad de rogar, de pedir, de su­plicar ...
¡ Qwi.én podrá dudar, Señor, q,,e de la scmtidad sacerdotal
depen!da muchedu,mhre
de almas! Ahora mie imagino el día de mi Primera Misa como una enlerucíjada tremenlda, cwgada de millonarias pasibilidades eternas de gloria divina o de

desgracias
definitivas.
Ahwa vea evidentemente el juicio que merecerá mi vida de Semvnaria. Fui seminarista para (]Jprender, por en,cima de
todas

las
cienlcias y asignaturas, d camina de

la
samitidad, el
afán
de la
oración, la

heroica
castidad, la purificadora abnegación, la
alegre abedie-nicia, el

cela
quemante. Toda /,a vida de Semim,ria iba dirigida a

ello y
al servida de

estas arras del
Amar.
Entonces sí, ¡cómo he de centrar mi vida en la Misa, Sm:ri­ficio de Crista que se actualiza y reproduce caáa día ern el altar 1
Y para vivir la Misa, ¡cómo me he de saPurar de oraciim, de in­
tensa meditación,
de salJrosas visitas al Santísimo, de jrecuenltes y
devotas
confesiones, de liberadoras mortificaciones! Sólo en­ton~es amaré más y más mi vida sacerdotal, la catequesis de los
niños, el
despacho
parroquial, la asistenicia a

los
,enferm1os, la Pre­
dicaciim misioniera, el servicio sen>éillo de

la
parroquia.
Pera, ¡cómo! ... ;Es que

ya,
sacerdote, na he de cambiar /,as estructuras socia/,es, reivindicar /,a jwticia social, influir :V capi­taneM toda clW,e de re'WJindicaciones? Te miro a Ti, Señor, y es­cucho tu palabra:
"Na soy Yo

el
groo hu"'4>11itari.o de

la
literatwra masónica, un pacifista al usa, un líder social que prepara elecciones. Y a soy
Dios.
Y o
vengo a salvar las almas, a redimirlas, a sootifimrlas."
Empero, Señor, ¡el sacerdote
es

un
ex-traño al '»!JUJfflio, a las lágrimas y al oombre, a la miseria y al subdesarrollo, a la guerra y

a
la dismminaiciim racwl? ...
"Oh, no, no eres un ezt!f'año -oigo lúcidwmenJte-, Per& tu sacerdocio es cdgo se-río. Lo prim.ordial es lo clivino -de cada· hom­
bre
y
en la medida
e,, quie se cristil1lni,cen los hombres se 11!1iviarán penas

y conflictos, se
allanarán montañas de

odio y
egmsmo ... "
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Fundaci\363n Speiro

Pero} ¿no da:remos apariencias de verdad a la acusación que
n,as tilda de que la religión es el opio de las culpables resi[!YlaCio­
nes
y claudicantes aceptacionies de situ * * *
Medito ... Lo veo claro. E,t mundo jcumás será un edén, un
pa>raíso.
Es
falsa la
utopía de la tota,l felicidad humwna. Qwienes
la propugnan ¡,reparan el campo de concentración, la opresión
colectima,
la

tiranía
despó,tica, la tecniocracia masijicadora. Siem­
pre tenmiflfm en cadena,s la'S promesru de emancipació" svlabeadas
por
la serpiente ...
Si esto es así, ¿qué nos pasa a los sacerdotes embroUado·s
en tarntas anécdotas} polémicas} encuestas, bajezas, in1trigas, mnar­
gura'S, frustracio .. es, eacártdalos? ¡ Es que la sal se ha convertido
en
tó:dco y la luz en t,í;mebla? ¡ Qué explicación lógica a t®tas
seculwrizaciornes, nl,()Wiados vacíos, serniniarios en quiebra, cmn­
pañas contra el celibato, rewni,ones y contrarreumones, díscusio­
nes inaca/Jables, fracasos en vidas que ha/Jia sido flor de piedad y
esplendor

de virtudes?
;A qué

tanto
sensacio,nalismo periodístico,
can cardenales y obispos aupados c admiisioles, y tantas impúdicas negaciones dogmáticas y mora,les,
disóplinares
y apostólicas? ; Quién será el Jeremías que co'»
""evos
trenos estrern¿zca al

pueblo
crístiano ante

la
depravación
de conmentos

y casas
religiosas, de projanacianes eucarísticas, de
aldeas
y
cmdades, oociones y lugt,res de misión tacados ya

por
ateísmos galopantes, en

un
mumdo de juventud mcenagada con
drogas a,lucinantes y niiños degenerados y mult;tudes bestia,liza­
das? ;Habremos
de contiwoor Uammr,Jo primavera a la tempes­
tad,

a la
sequía y

a
la depredación? ¿Crísis de crecimiento a la
"ootademolición" r
Pues, callan( los pastores ... ¿Continúan1 las tácticas de dos
pasos adelante y u,,10 atrás en la sistemática dcsarboladura de lo
que el Ev1m1gelio fructijicanido a l'l'avés de

santos
y de siglas ha
obrado en la Iglesia? Sí, no teníamos noción de lo qwe era el Apo­
cmipsis, "º entendíamos las adivinaciones divinas, el porqué la
cobardla encabe;,a la ,,,,,_.,.,,,,.ación de las pecados típicos de las
últimos tiempos
...
;Sólo quedará, pues, lugar a

la
desesperación, a la fruida, al
sentirse enterrado en vida, a las gal,eras de la total inmovilidad?
;A esperar que C'Ul1!ndo el
Hijo

del
Ham1bre vuelva al mwndo· no
e,;cuentre
fe? No, queda incólume, julmi.nanle y cierto el secreto
de la
victoria. Es la batalla ent>re la Mwjer y el dragón. Es Mi,ria
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Fundaci\363n Speiro

Inmaculada la enca;rgada de esta hora de la historia. Y es Ella
la
medianera maternal para ir a Cristo. La Madre que nos hace renovar

el
esquema men,ta,/ de las

legítimos fueros de
la ra.:ón
humana, de
la inteligencia
marlJflJillosa del Ser y de la Verdad,
de la humilde grcmdeza qwe nw permite penetra;r en

el
misterio de

la
Revelacim, a través de

la
filosofía perenne de Santo To­
más y
del
magisterio eclesiástico. Es Ella la que nos amaestra en la intimidad sublime de la med,itació.,, del examen de concien­
cia, de los
Ejercicios Espirituales
de
Soo Ignacio. La que 1'(JS adentra en el ca,mmo de la infancia espiritual .de Sa,nta Teresa
de Lisieux, fundida

y
alumbrada por el marianismo profética

de
San
Lwis Mwía de

Montfort. La que
ms valoriza la predicació.,
popuJa;r a
lo San Antonio María Claret, a la Padre. Val/et, a lo
Dr. I rurita. La
que nios vuelve dóciles a las llamadas sofí.,tica­mmte "cosas.sin importancia", al vestido sacerdotal,, a la nwdes­tia de los sentidos, a preservarnos de ocwsiones voluntarias de pecado, a

la confesión
sema:naJ, a
la
lectwra espiritual,
a la
no asistencia

a
espectá!culos mundanos y familiwidades peligrosas.
Todas
estas cautelas
salvadoras que la irOlnlÍa diabólica ha ridicw­lizada hasta la p/ea,ma¡y de los mayores complejos en las oltwras,
siJenciosas ante
la

inmoralidad en
la literatura y en el arte, en
el
cine
y el teatro, en la TV y en la calle, "aprobadas" por la complicidt,d de las prudencias dictadas Por pactos confab!dodos
entre las sinw'quías de las sectas CO'ni · los nuevos Judas, esplén­didamente parapetadas.
Es Ma;ría la qwe formará los

pequeños
cenáculos de
jóvenes
con vocación: sacerdomJ, que, para sa/,vagu,ardarse, se apartarán de los teólogos ateos y de los lobos con piel de oveja que o•cupan puestos oficiales. Es María la

que
formará -niños i,nacentes, don­cellas Wgin'ales, intelectu'ales valientes, 'UJJ1iiversitarios contrarre­
volucionarios, economistas de la pobreza evangélica, familias in-­contaminadas, políticos del Reino de Cristo. ¡ Es María! Es Ella,
la que nos dirá aira vez la lección del c{)(Yaje y de la fo'!'toleza de San Fernando y

Santa
h«rma de Arco, de Muret y de Lepanto, de la Vendée y de la IndepenJ.dencia, de los "cristeros" mejicanos,
y de Antonio Rivera y del obispo Pu/aneo que cwmplió su deber
hasta el. martirio .para el
que

hoy
tan pocas vocaciones, también en defensa de

la fe, se
manifiestan ...
* * *
Termino, Señor ... Que no me ·seduzca el comodín1 mundar,w de jugar al hombre sensato y equilibrado, al "vivo" qwe no se
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compromete buscando el punito medio que no e:viste Para siempre
situarse a:n1te el plato de las buenas pita,nz ciones

que sabe de
cierto que
no son posibles.
Qu'e no propin'e
la anestesia de los tópicos mentirosos que pcurlotea:n de

tensiones,
problemas generacionales, mentalidades y sectür'es cerrados, con
todo el gá,rrwlo embucs-te que

se
oculta en las hegelianos discri­
minaciones entre conseroadares y (lf{JO,nzados, abiertos y exclu­
yentes, mtegristas y prlJf}resistas, preconciliares y poscamiliares,
jóvenes y viejas. Que por encima de toda la hojcurasca adivine que
el ·rtilenw es taxat11Vo entre fe y áteísmo, entre razón y absurdo,
entre liberto,l cristiana y esclavihl,d, entre castidad y corrwpció'n,
entre Dias e inifi-erno.
Con el corazón lleno de paz vibro en este tiempo de sabroso
trata
Contigo. Tengo la pas de saber qwe nada ni nadie podrá
retrasar el· triunfo Profetizado de Cristo en el mundo, sin fatuos
ilumirm.smos, ni müenarisni.os condnvados. Que vienen y avanzan
legiones de samas de los ultimas tiempos. Que de los humana­
mente currollados, como

reliquias del pueblo de Israel, surgirán
dos
nURV
el duelo final reclama.
Será a precia de tnártires., de lágrimas, de ceses, de insultos
vociferados con los miedios potentes de la publicido,l y de las
agencias al servicio de sws amos. Pero Ma:ría, Madre del Sacer­
dote
Eterno y de

todos
SUJS sacerdotes, dará la inteligencia que
flecesiten pwra medir la inooidita blasfemia y sarcasmo satánico
de
"·la abominable descJlación !]redicha por el profeta Daniel en
el lugar santo" (Mat. 24, 15),. Ell<» misma nos m,o,strcurá la faz
de la ooténtica Iglesia, después

de los
estragos de la bestia -"su
número
es seiJScien.tos ,seoenta y seis" ( Apoc. 13, 18-ante el
dw dichoso de la realización de la Nueva Jerusalén: "Vi un cielo
nuevo y una tierra nueva, porque el primer cielo y .Ja primera
tierira h~bíain desaa_:,arecido, y el mar no existía ya. Y vi rla ciudad
santa la Noova Jerusalen, que descendía del cielo del lado de
Dio.s, a.taviada ,como una e~sa que se engaJana para su e~oso.
Oí una voz grande que del ,trono decía: he aquí el t~hernácU!lo de
Dios entre los ihomibres, y erigirá 1su taibernáculo entre ellos, y
serán su
pueblo y etl mismo -Dios será con ellos, en:jugairá 1:las
lágrimas de sus ojos y 1a muerte no existirá más, ni haibrá -duelo,
ni gritos, ni trabajo, ¡potque esto es ya pasado" (Apoc. 21, 1-4).
Numca, Señor, estuvieste m-ás cerca de la Reswrrección que
en la tcurde de Viernes Sa:n,to y en el sepidcro. Numta, María, se
acercaba más ligera la madrugada de la alegría pascual que en
las

horas
de la Soledad. ;Por IJ"é no gozcurse ya sacerdotalmente
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en la cosecha divin,a qwe se acerc,a~ a .pe.sar ,de la cerrwzón, de la
noche oscwra qUe nas agarrota? ' ·
"Ven, Señor Jesús" (APoc. 22, 20). Con Pío XII, todavía con más estremecimiento y agonifa, té repetimos: Hduántos co-: razones, ¡oh Señor!, te esperan. Cuántas almas se ·con'SU,meni por apresurar el día en que Tú .solo vivirás y reinarás ro los corazo­nes. Ven, jOh Señor Jesús!, hay tantos indicios de que tu vu,elta no está lejana ... Oh María, que le viste resucitado, Maria, a
quien
Jesús quitá la angustia inenar:rable. ca'µsada por la noche
de la Pasiów. María te ofrecem,os las prinn1ic·ias de este día. Pa:ra
ti, Esposa del Divino· Espíritu, nUJestro corazón y· nuestra espe.
ranza. Así sea." (21-4157.)
Ya
siento adelantada
esta hora.

No
puedo flaqusar. Las pro"
mesas divinas no fallarám. Nuestro

optimismo
ni se aprYJ!a en las tablas de las declaraciones cmuisianas, ni en los. ecumenismos -sin-­
cretistas, ni en los humanismos naturalistas.
Nuestra firmeza debe
ser sobrenatural. Apoyada en la devoción salvadora y definitiva al Corazó111 de Cristo. Que sólo se alcanza en la consagración abso/,uJa a
María.
JOSÉ. RICART TORRENS, PBRO.
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